Luces del Duero - Fundación Iberdrola
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duró siete años, tres más de los previstos debido a las dificultades<br />
de todo tipo provocadas por la autarquía, y finalmente entró<br />
en explotación en 1950, cuando Iberduero ya había comenzado el<br />
salto de Castro. La concepción de la presa era distinta de la de su<br />
antecesora de Ricobayo, pues se trataba de una presa-vertedero<br />
a la que ayudaba un túnel aliviadero de 500 metros de longitud<br />
capaz de descargar hasta 1.000 metros cúbicos por segundo.<br />
La privilegiada situación <strong>del</strong> salto hacía posible aprovechar<br />
un meandro <strong>del</strong> río aguas abajo de la presa para que el túnel descargara<br />
muy lejos de las construcciones, recordando la solución<br />
genial que Federico Cantero adoptó en su salto de San Román.<br />
La personalidad de la empresa se fue forjando a medida que avanzaban<br />
las construcciones <strong>del</strong> sistema <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, escribiendo una<br />
página singular de nuestra historia empresarial. Los problemas<br />
sufridos en el aliviadero <strong>del</strong> Esla se encuentran en el origen de la<br />
obsesión por la seguridad que caracterizó la actividad constructora<br />
de Iberduero a partir de los años cuarenta, superando en esto<br />
a cualquiera de sus pares, hasta el punto de que desde 1958 existió<br />
un departamento independiente dedicado a la prevención de<br />
accidentes. También la difícil historia <strong>del</strong> Esla se halla detrás de la<br />
exigencia de precisión en las mediciones geológicas y de las fuertes<br />
inversiones en el estudio y la preparación de los lugares de acogida<br />
de los embalses. Además, en 1943 se creó el laboratorio hidráulico<br />
de Ricobayo, una de cuyas funciones principales fue el ensayo<br />
de soluciones para la disipación de la energía de las tremendas avenidas<br />
que debían evacuar aliviaderos y desagües. Una función que<br />
cumplió con creces bajo la dirección, primero y de Pedro Lucas Palazuelo<br />
y, desde 1974, de José Luis Blanco Seoane. En contacto directo<br />
con la sección de Proyectos, en el laboratorio se estudiaron todas<br />
las obras hidráulicas de Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, Iberduero, Saltos <strong>del</strong> Sil<br />
e Hidroeléctrica Española.<br />
A su vez, en los difíciles y cruciales años de la posguerra, Iberduero<br />
tomó una decisión que marcaría su devenir como empresa eléctrica.<br />
Dos años después de la fusión, en 1946, su Director General,<br />
D. Ricardo Rubio, encargó la formación de un equipo de medios auxiliares<br />
de construcción, a la vista de las dificultades que encontraban<br />
los contratistas de Villalcampo para cumplir con las exigencias<br />
de calidad y tiempo que se les pedía, y pensando también<br />
en un futuro a largo plazo, pues estaba claro que Iberduero iba a<br />
tener constantemente en ejecución al menos una gran obra en las<br />
próximas dos o tres décadas, como así ocurrió. En este momento<br />
se incorporó a la empresa un grupo de profesionales de primera<br />
línea entre los que destacaron Francisco González, José Elejabarrieta,<br />
los hermanos Luis y José María Olaguíbel, Pedro Guinea y<br />
Ángel Galíndez. Éstos y otros hombres protagonizaron la historia<br />
constructora de Iberduero de años sucesivos, siguiendo los pasos<br />
de quienes, en la década de 1930, habían levantado Ricobayo.<br />
Así, el salto de Castro inauguró la historia de Iberduero como constructor.<br />
En el laboratorio hidráulico se estudió el problema <strong>del</strong> vertedero<br />
de la presa y se ideó con éxito un novedoso sistema consistente<br />
en hacer chocar dos masas de agua laterales con una<br />
principal vertida a través de los dos vanos centrales, logrando el<br />
objetivo de disipar la energía. La construcción de la presa de Castro<br />
sufrió similares contratiempos que la de Villalcampo, provocados<br />
por las especiales circunstancias por las que atravesaba<br />
España, si bien no hubo problema en comprar la maquinaria y el<br />
equipo eléctrico requeridos, principalmente en Estados Unidos,<br />
gracias a la declaración de «obras de absoluta necesidad nacional»<br />
de 1945, por la cual el Instituto Nacional de Moneda Extranjera<br />
facilitó las divisas necesarias. Gracias a ello, los dos grupos<br />
de Castro se pusieron en funcionamiento en 1952.<br />
LA CONSOLIDACIÓN DE LA ESCUELA DEL DUERO:<br />
SAUCELLE, ALDEADÁVILA Y VILLARINO<br />
Para entonces, el agotamiento <strong>del</strong> mo<strong>del</strong>o autárquico hacía ineludible<br />
cambiar la política económica <strong>del</strong> régimen de Franco. A partir<br />
de 1951 y hasta la drástica solución <strong>del</strong> Plan de Estabilización de<br />
1959, se introdujeron medidas liberalizadoras que coincidieron con