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Luces del Duero - Fundación Iberdrola

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y supuestamente más instruidos en tales materias. Todos ellos<br />

contribuyeron a crear una auténtica escuela de conocimientos<br />

hidroeléctricos y experiencia práctica: la escuela <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>.<br />

LAS OBRAS PRIMERIZAS:<br />

SAN ROMÁN Y RICOBAYO<br />

Federico Cantero Villamil fue el número uno de la promoción de Ingeniería<br />

de Caminos de 1896, terminó su formación viajando por los<br />

centros industriales europeos, y dio a conocer su proyecto hidroeléctrico<br />

en diciembre de 1897. La originalidad de dicho proyecto estribaba<br />

en aprovechar la curva que el <strong>Duero</strong> describía ocho kilómetros<br />

aguas abajo de Zamora para construir una presa en un extremo<br />

de la curva y unirla mediante un túnel transversal a una central en<br />

el otro extremo, distante un kilómetro y medio. De esta forma se<br />

obtenía un salto de agua efectivo de catorce metros, suficiente para<br />

producir la energía eléctrica que necesitaban Zamora y Salamanca<br />

gracias a dos grupos de quinientos caballos, y después Valladolid<br />

mediante la incorporación de cinco grupos de mil cada uno.<br />

En 1898 se fundó El Porvenir de Zamora con un capital de 1.400.000<br />

pesetas, que se convertirían en pocos años en 3.300.000 para llevar<br />

a cabo las obras de la presa, el túnel y la central. En enero<br />

de 1903 se inauguraron los dos primeros grupos, y los cinco siguientes<br />

lo fueron en 1907, haciendo realidad el salto de San Román. Zamora,<br />

Salamanca y Valladolid, así como los pueblos de sus comarcas<br />

—en total más de cien mil personas— quedaron abastecidos de<br />

electricidad gracias a los capitales zamoranos y, sobre todo, a la<br />

iniciativa y el ingenio de uno de sus ciudadanos.<br />

Pero las empresas locales de tamaño medio estaban destinadas,<br />

en España y en todas partes <strong>del</strong> mundo, a sufrir pronto el<br />

embate de las grandes compañías hidroeléctricas. Cantero alertó<br />

tempranamente a sus socios de la necesidad de crecer en<br />

tamaño para evitar la ruina o la absorción, pero los orgullosos<br />

propietarios de El Porvenir de Zamora desestimaron sus propuestas<br />

de unirse a Electra Popular Vallisoletana y otras sociedades.<br />

Cantero, desanimado, colaboró más a<strong>del</strong>ante con los empresarios<br />

e ingenieros que llegaron a la zona <strong>del</strong> <strong>Duero</strong>, procedentes de<br />

Bilbao, buscando hacer realidad un plan magnífico de aprovechamiento<br />

de las posibilidades hidroeléctricas <strong>del</strong> río castellano<br />

y sus afluentes. El Porvenir de Zamora resistió la llegada <strong>del</strong> nuevo<br />

contendiente, mucho más grande que él, y mantuvo su existencia<br />

como sociedad independiente hasta 1951, cuatro años después<br />

de la muerte de su fundador y principal impulsor.<br />

Los Saltos <strong>del</strong> <strong>Duero</strong> se fundaron en 1918 con el Banco de Bilbao<br />

como socio mayoritario. Desde el primer momento, José Orbegozo,<br />

nombrado director general, tuvo que pelear de manera<br />

incansable contra innumerables impedimentos, entre ellos las<br />

reticencias de las autoridades portuguesas, las maniobras de la<br />

competencia, la inseguridad jurídica de los derechos adquiridos,<br />

la oposición de sectores agrarios castellanos, la entrada de socios<br />

extranjeros y la búsqueda de la financiación adecuada. Durante<br />

más de un decenio la tarea de los ingenieros y directivos de la<br />

sociedad consistió más en vencer problemas humanos, políticos<br />

y sociales que en resolver cuestiones técnicas, sin que pudiera<br />

avanzarse ni un paso en tareas de construcción. Federico Cantero<br />

había vendido a Horacio Echevarrieta sus derechos sobre el<br />

<strong>Duero</strong> y había facilitado a José Orbegozo los primeros estudios<br />

y proyectos de aprovechamiento, que serían una guía fundamental<br />

para la andadura inicial de la nueva empresa.<br />

Las obras <strong>del</strong> salto <strong>del</strong> Esla comenzaron en mayo de 1929 bajo el<br />

signo de la urgencia. La empresa había necesitado once años para<br />

establecer con suficientes garantías sus derechos y sus medios<br />

financieros y en los socios pesaba demasiado el tiempo transcurrido.<br />

Casi 8.000 fincas urbanas y rústicas, que abarcaban cerca<br />

de 40 kilómetros cuadrados y varias aldeas completas, fueron expropiadas,<br />

y hubo que construir vías de comunicación alternativas.<br />

Orbegozo, presionado por un Consejo de Administración deseoso<br />

de ofrecer cuanto antes energía al mercado y ante la falta de una<br />

organización interna suficiente, decidió recurrir al sistema de

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