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CRÓNICAS<br />
TODO AL VUELO<br />
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ
© <strong>Universidad</strong> <strong>Industrial</strong> <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r<br />
Colección<br />
Biblioteca Mínima Santan<strong>de</strong>reana No. 9<br />
Crónicas. Juan Cristobal Martínez<br />
<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong><br />
Rector: Jaime Alberto Camacho Pico<br />
Vicerrector Académico: Álvaro Gómez Torrado<br />
Vicerrector Administrativo: Sergio Isnardo Muñoz<br />
Editor<br />
<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong><br />
Luis Álvaro Mejía A.<br />
Impresión<br />
División <strong>de</strong> Publicaciones - <strong>UIS</strong><br />
Primera Edición: junio <strong>de</strong> 2011<br />
ISBN: 978-958-8504-69-8<br />
<strong>Dirección</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>UIS</strong><br />
Ciudad Universitaria Cra. 27 calle 9.<br />
Tel. 6846730 - 6321349 Fax. 6321364<br />
Página Web http://cultural.uis.edu.co<br />
Correo electrónico: divcult@uis.edu.co<br />
Bucaramanga, Colombia<br />
Impreso en Colombia
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
(Girón 1896-Bucaramanga 1959)<br />
Juancé hizo sus estudios <strong>de</strong> bachillerato en el<br />
Colegio <strong>de</strong> San Pedro Claver <strong>de</strong> Bucaramanga,<br />
y se graduó <strong>de</strong> abogado en la <strong>Universidad</strong><br />
Nacional en 1919.<br />
Durante un tiempo <strong>de</strong>sempeñó varios cargos<br />
en el po<strong>de</strong>r judicial; y fue también Diputado<br />
a la Asamblea <strong>de</strong> Santan<strong>de</strong>r, y Senador <strong>de</strong> la<br />
República. Su principal actividad intelectual<br />
la <strong>de</strong>dicó al periodismo y a la literatura.<br />
Trabajó como redactor en “El Diario<br />
Nacional” y en “El Espectador”, y dirigió por<br />
más <strong>de</strong> treinta años, en Compañía <strong>de</strong> Manuel<br />
Serrano Blanco, su periódico “El Deber” en<br />
Bucaramanga.
Publicó libros <strong>de</strong> Crónicas, titulados “Risas y<br />
Muecas”, “Rodo al vuelo” y “Quince minutos<br />
<strong>de</strong> intermedio”, con lo que adquirió gran<br />
celebridad en el género. Editó dos novelas:<br />
“El último pecado”, y “Margarita Ramírez<br />
tuvo un hijo.”<br />
Con ser hombre <strong>de</strong> muchas lecturas, y<br />
curioso <strong>de</strong> todas las noveda<strong>de</strong>s literarias, no<br />
perdió el sentido <strong>de</strong> la tierra. Vivió enamorado<br />
<strong>de</strong> las tradiciones comarcanas, y su pluma<br />
las evocaba con gracia y encanto. Por eso<br />
dijimos alguna vez <strong>de</strong> él: Juancé prolonga<br />
en nuestra tierra la línea <strong>de</strong> costumbristas<br />
<strong>de</strong>l “Mosaico”, que dieron a la literatura<br />
Colombiana <strong>de</strong> mediados <strong>de</strong>l siglo pasado,<br />
páginas <strong>de</strong> exquisito colorido local en estilo <strong>de</strong><br />
limpia prosapia castellana, buidos <strong>de</strong> ingenio<br />
y <strong>de</strong> inofensiva malicia… Con lo cual estamos<br />
lejos <strong>de</strong> sugerir que la obra <strong>de</strong> Juancé tenga<br />
sabor a rancio, o sea una mala imitación -ni<br />
imitación <strong>de</strong> ninguna clase- <strong>de</strong> los cuadros<br />
<strong>de</strong> costumbres <strong>de</strong> los prosistas sabaneros.<br />
Juancé es un escritor originalísimo; tiene por<br />
naturaleza un modo peculiar <strong>de</strong> enfocar los<br />
acontecimientos y los personajes, y un talento<br />
especial para captar el rasgo menudo <strong>de</strong><br />
mayor efecto o sugestión. Y todo, en un estilo<br />
mo<strong>de</strong>rno, ágil, inquieto, pintoresco y sobrio.
No en vano han pasado sobre nuestras letras<br />
muchos “ismos” <strong>de</strong>jando sus sedimentos <strong>de</strong><br />
flexibilidad, juventud y audacia.<br />
Cortejó también a la poesía, escribió sonetos<br />
<strong>de</strong> ingenuo romanticismo.
INDICE<br />
YO TAMPOCO HE LEÍDO EL QUIJOTE 9<br />
¡DE LAS ACADEMIAS, LÍBRANOS SEÑOR! 15<br />
POR SUS RETRATOS LOS CONOCERÉIS 21<br />
ESTO DE LA SERIEDAD 27<br />
LO QUE PUEDEN LOS LIBROS 31<br />
LA HORA PREDILECTA DE LOS LITERATOS 37<br />
UN TOMO DE PLUTARCO 41<br />
TARDE PERO LLEGA 43<br />
PARA DEFENDER LOS LUGARES<br />
HISTÓRICOS 47<br />
PORFIRIO BARBA JACOB 53<br />
LA CRÍTICA LITERARIA 57<br />
EL VOTO FEMENINO 63<br />
UN GOLPE DE GRACIA 67<br />
TOMO EL MANDO 69<br />
CON MOTIVO DE UN CONCURSO 73<br />
BIBLIOTECAS 79
LLAMAS CONTRA EL VIENTO 83<br />
EL BACHILLERATO 87<br />
LA EDUCACIÓN EN COLOMBIA 91<br />
CANTINFLAS 97<br />
BENITÍN Y ENEAS 101<br />
MARDINE 105<br />
LA TARJETA DE INVITACIÓN 109<br />
ALGO SOBRE BUCARAMANGA 113<br />
EL FERROCARRIL DE PUERTO WILCHES 117<br />
Nota: Las crónicas fueron tomadas <strong>de</strong>l libro “Todo<br />
al vuelo”
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
YO TAMPOCO HE LEÍDO EL<br />
QUIJOTE<br />
Una tar<strong>de</strong> vagaba por los lados <strong>de</strong> San<br />
Agustín, uno <strong>de</strong> los sitios para mí más<br />
pintorescos <strong>de</strong> Bogotá.<br />
Salía <strong>de</strong> una pobre tienducha, don<strong>de</strong> me<br />
iba en los días <strong>de</strong> ocio, con algún buen amigo<br />
a beber cerveza, a fumar y a charlar con una<br />
matrona encantadora, medio respetable y<br />
9
medio cínica que se ufanaba con mi amistad.<br />
Al pasar frente a un apartamento<br />
<strong>de</strong>startalado y oscuro vi a Armando Solano<br />
que hojeaba un libro.<br />
-Una pregunta, me dijo el gran escritor, pero<br />
respóndame con sinceridad, con absoluta<br />
sinceridad, sin miedo, valerosamente…<br />
10<br />
Mis carnes temblaron.<br />
Inmediatamente creí que estaba abocado<br />
a un duelo o que por lo menos sería en<br />
ese instante cobar<strong>de</strong>mente asesinado por<br />
Solano.<br />
¿En qué había ofendido yo al gran<br />
cronista?<br />
Solano, sacudiendo frente a mí un libro,<br />
un pesado libro encua<strong>de</strong>rnado en tela y <strong>de</strong><br />
bor<strong>de</strong>s dorados, volvió a preguntarme:<br />
-Confiese la verdad… ¿Usted ha leído el<br />
Quijote?<br />
Cualquiera creerá que <strong>de</strong>scansé con la<br />
pregunta.
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Todo lo contrario.<br />
Mis piernas se doblaban <strong>de</strong> pánico, un<br />
sudor frío acudía a mi frente, la respiración<br />
era anhelante y difícil y hasta el corazón, que<br />
tan buen compañero había sido, me fallaba.<br />
Yo no había leído el Quijote.<br />
¿Y cómo confesar esto a un crítico <strong>de</strong> la<br />
talla <strong>de</strong> Armando Solano, a un literato <strong>de</strong> su<br />
fuste, a un hombre profundamente irónico y<br />
ligeramente malévolo, que al día siguiente<br />
me avergonzaría en las redacciones <strong>de</strong> los<br />
diarios con la <strong>de</strong>spampanante noticia <strong>de</strong> mi<br />
ignorancia?<br />
Porque hay libros cuya lectura es tan<br />
obligatoria como la cartilla <strong>de</strong> Baquero o<br />
como la citolegia <strong>de</strong> don Mariano Ospina<br />
Rodríguez.<br />
¿Quién se atrevería en una reunión<br />
pública a confesar que no ha leído el Quijote,<br />
que no conoce el Gil Blas <strong>de</strong> Santillana y que<br />
no tiene cuidadosamente guardado en sus<br />
estantes la Imitación <strong>de</strong> Cristo?<br />
11
Sería tan penoso como regresar <strong>de</strong><br />
Bogotá a confesar en la provincia que no<br />
conocimos el salto <strong>de</strong> Tequendama, que no<br />
subimos a Monserrate y Guadalupe y que no<br />
pudimos ver ni al Presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la República,<br />
ni al General Mestre ni al Arzobispo Primado.<br />
12<br />
Mi situación era calamitosa.<br />
Por fin, haciendo un inaudito esfuerzo<br />
y sobreponiéndome a toda la vergüenza<br />
que me invadía, dije, poniéndome la mano<br />
discretamente en el revólver:<br />
-Máteme, pero yo no he leído el Quijote.<br />
Solano sonrió amablemente y tirando el<br />
libro sobre la gran mesa llena <strong>de</strong> periódicos,<br />
<strong>de</strong> papeles y <strong>de</strong> libros, me respondió:<br />
-Pues yo tampoco he podido leerlo jamás…<br />
Y sepa una cosa: uno <strong>de</strong> mis mayores orgullos<br />
literarios es el no haber leído el Quijote, el no<br />
haber podido leer el Quijote.<br />
Des<strong>de</strong> entonces yo miraba a Armando<br />
Solano con más simpatía, con más<br />
admiración, con más cariño.
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Hoy no me da vergüenza confesarlo.<br />
No he leído el Quijote, ni he subido a<br />
Monserrate, ni he tomado leche <strong>de</strong> burra, ni<br />
he oído hablar a don Antonio Gómez Restrepo,<br />
ni he mandado versos al almanaque Hispano<br />
americano.<br />
Y cuando paseo por las calles mi<br />
importancia nacional, con las manos en los<br />
bolsillos y un cigarro en la boca, me provoca<br />
ir gritando:<br />
-Aquí va un nombre que no ha querido leer<br />
el Quijote.<br />
13
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
¡DE LAS ACADEMIAS,<br />
LÍBRANOS SEÑOR!<br />
En una revista gráfica española, he visto<br />
la fotografía <strong>de</strong> una sesión <strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong><br />
la Lengua en Madrid.<br />
Son cuarenta, o cincuenta, o sesenta viejos<br />
barbados, rubicundos, calvos, arrogantes, y<br />
todos, absolutamente todos, <strong>de</strong> largos bigotes,<br />
anteojos y levita.<br />
Yo he sentido siempre un <strong>de</strong>sprecio<br />
inagotable por las Aca<strong>de</strong>mias y por los<br />
15
académicos.<br />
Esas corporaciones oficiales a las cuales<br />
no tienen acceso jamás los escritores<br />
rectilíneos y audaces, me producen<br />
empalago.<br />
Y cuando leo las biografías <strong>de</strong> hombres<br />
como Stendal, como Próspero Merimée,<br />
como Honorato <strong>de</strong> Balzac, como Mariano<br />
José <strong>de</strong> Larra, y veo que para esos gran<strong>de</strong>s<br />
estilistas se han cerrado con dura contumacia<br />
las puertas <strong>de</strong> las Aca<strong>de</strong>mias, el asco crece y<br />
vienen las náuseas.<br />
En Francia, ni Joris Karl Huysmans, ni<br />
León Dau<strong>de</strong>t, ni Charles Maurras pertenecen<br />
a la Aca<strong>de</strong>mia.<br />
En cambio, en el número <strong>de</strong> los cuarenta<br />
inmortales se encuentran pana<strong>de</strong>ros, ricos<br />
propietarios, <strong>de</strong>sconocidos autores <strong>de</strong><br />
citolegias y libros <strong>de</strong> lectura, pobres maestros<br />
<strong>de</strong> ontología, ortología y prosodia, todos los<br />
cuales pasarán irremisiblemente al olvido<br />
veinticuatro horas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerte.<br />
Pero en España estas anomalías<br />
adquieren proporciones trágicas.<br />
16
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
A la Aca<strong>de</strong>mia Española ha llegado toda la<br />
basura literaria.<br />
En la Aca<strong>de</strong>mia española han encontrado<br />
asiento todos los gran<strong>de</strong>s favorecidos <strong>de</strong>l<br />
anonimato y la mediocridad.<br />
Y mientras los gran<strong>de</strong>s novelistas, los<br />
poetas más inspirados, los maestros <strong>de</strong>l<br />
periodismo se alejan con <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong><br />
esos sillones, pobres guacamayas que han<br />
publicado cualquier tratado <strong>de</strong> prosodia<br />
o unos cuantos catálogos ortográficos, se<br />
pavonean bajo la presi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> don Antonio<br />
Maura, un gran político y un gran hombre,<br />
pero cuyas dotes <strong>de</strong> escritor solamente<br />
conocen en el comedor <strong>de</strong> su casa.<br />
En cambio, esos gran<strong>de</strong>s señores tienen<br />
barbas, espejuelos y levita.<br />
¿Podrá un pobre muchacho lampiño,<br />
<strong>de</strong>lgado, simpático, como Pedro <strong>de</strong> Répi<strong>de</strong><br />
que tiene el <strong>de</strong>scaro y el <strong>de</strong>scuido <strong>de</strong> usar<br />
una mo<strong>de</strong>sta americana a cuadros, tener el<br />
honor <strong>de</strong> sentarse en la Aca<strong>de</strong>mia, junto a<br />
las barbas floridas, a los enormes lentes, a<br />
la lustrosa calva y a la elegante levita <strong>de</strong> don<br />
17
Juan Gualberto López Val<strong>de</strong>moro, Con<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />
las Navas?<br />
18<br />
Imposible.<br />
Hace muchos años he seguido en los libros<br />
y en la prensa la labor cultural emprendida<br />
por hombres como Azorín y Eugenio Noel<br />
para regenerar a España.<br />
Y he creído siempre que el mal <strong>de</strong> la raza<br />
no está en los toros, en los chulos, en los<br />
gitanos y en los cómicos.<br />
El mal <strong>de</strong> España está en las gran<strong>de</strong>s<br />
barbas, en las gran<strong>de</strong>s calvas y en las largas<br />
levitas.<br />
Bórrese, suprímase, anúlese la<br />
prepon<strong>de</strong>rancia dada a las barbas, a las<br />
calvas y a las levitas y la madre patria entrará<br />
en un camino amplio <strong>de</strong> regeneración.<br />
Para eso se necesita comenzar por don<strong>de</strong><br />
hay que comenzar.<br />
Así, cuando yo veo una <strong>de</strong> esas fotografías<br />
que nos enseña una sesión plena y solemne<br />
<strong>de</strong> la Aca<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> la Lengua, me provoca
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
estar en España, coger <strong>de</strong> la mano a uno<br />
<strong>de</strong> esos anarquistas que andan por ahí<br />
ambulando con las bombas <strong>de</strong> dinamita en<br />
el bolsillo, llevarlo a la cúpula <strong>de</strong>l salón <strong>de</strong> la<br />
Aca<strong>de</strong>mia y gritarle:<br />
-Tira esa bomba a los <strong>de</strong> la calva, a los <strong>de</strong><br />
las barbas, a los <strong>de</strong> las levitas.<br />
Y enseguida me saldría satisfecho y<br />
tranquilo, a coger un libro <strong>de</strong> Rubén Darío,<br />
que <strong>de</strong>spreció tanto las Aca<strong>de</strong>mias y a leer:<br />
“De tantas tristezas, <strong>de</strong> dolores tantos<br />
De los superhombres <strong>de</strong> Nietzsche <strong>de</strong><br />
cantos<br />
Afonos y recetas que firma un doctor,<br />
De las epi<strong>de</strong>mias, <strong>de</strong> horribles blasfemias,<br />
De las Aca<strong>de</strong>mias<br />
Líbranos señor”.<br />
19
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
POR SUS RETRATOS LOS<br />
CONOCERÉIS<br />
Cuando fui a publicar mi libro “Risas y<br />
Muecas”, los amigos me <strong>de</strong>cían en todas<br />
partes:<br />
- Hágase un buen retrato para la portada.<br />
- Consiga un buen fotograbado.<br />
- Man<strong>de</strong> hacer una cabeza a Rendón.<br />
21
22<br />
- Consígase un buen retrato <strong>de</strong> cuerpo<br />
entero...<br />
Era la preocupación <strong>de</strong> todos.<br />
A mí, lo digo con entera franqueza, jamás<br />
se me ocurrió ponerle mi retrato al libro.<br />
Y no porque me consi<strong>de</strong>re trágicamente<br />
feo, como lo dijo Luis Eduardo Nieto<br />
Caballero, sino porque odio el retrato, con un<br />
odio mayúsculo e irremplazable.<br />
Estoy cansado <strong>de</strong> ver los retratos <strong>de</strong><br />
los gran<strong>de</strong>s retratómanos como Díaz <strong>de</strong><br />
Mendoza, Zamacois, Villaespesa, Primo <strong>de</strong><br />
Rivera y Raquel Meller en los water closes <strong>de</strong><br />
todas las cantinas, en los tocadores <strong>de</strong> las<br />
casas alegres y cubriendo los rotos <strong>de</strong> los<br />
bastidores en los hoteles <strong>de</strong> menor cuantía.<br />
Para eso sirve el retrato.<br />
Cuando la candidatura presi<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong><br />
Guillermo Valencia, yo, que fui un formidable<br />
valencista, discutidor y perorador, sentía que<br />
mis entusiasmos flaqueaban cuando en mis<br />
noches <strong>de</strong> juerga tropezaba con el retrato <strong>de</strong>l
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
gran poeta, en todos los tugurios <strong>de</strong> Bogotá,<br />
con la eterna inscripción en letras góticas:<br />
candidato <strong>de</strong> la coalición progresista para el<br />
período presi<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong> 1918 a 1922.<br />
Por los retratos, más que por las obras,<br />
he conocido yo el carácter, las i<strong>de</strong>as, los<br />
sentimientos, los vicios y las virtu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los<br />
gran<strong>de</strong>s literatos.<br />
A Vicente Blasco Ibánez le tomé odio <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
que lo vi retratado junto a un automóvil <strong>de</strong> su<br />
propiedad, con una mano en el guardabarro<br />
y mirando al fotógrafo, ya que no al público,<br />
como diciendo:<br />
- Ved cómo se retrata un hombre que<br />
tiene automóvil.<br />
En cambio, a Pío Baroja, al gran Pío Baroja<br />
le amo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el día en que lo vi retratado en<br />
pantuflas, sin saco y con gorro <strong>de</strong> lana sobre<br />
la cabeza.<br />
El repórtero gráfico tuvo necesidad <strong>de</strong><br />
darlo a conocer así porque Baroja no se ha<br />
retratado sino una sola vez.<br />
23
En cambio, hay gentes para quienes<br />
mandarse retratar es el acto más importante<br />
<strong>de</strong> su vida.<br />
Cuando yo quiero repasar las lecciones<br />
<strong>de</strong> psicología y sociología que he estudiado<br />
por ahí, en algunos textos viejos y<br />
<strong>de</strong>scua<strong>de</strong>rnados, me voy a una galería<br />
fotográfica.<br />
Aquellos caballeros que creen asumir la<br />
más alta responsabilidad cuando el fotógrafo<br />
toma el obturador, aquellos exquisitos<br />
maestros <strong>de</strong> la elegancia que hacen lucir en<br />
todas las seis postales el bastón <strong>de</strong> carey,<br />
aquellos sabios inconmensurables que se<br />
sientan con <strong>de</strong>sfachatez olímpica frente a<br />
la cámara fotográfica leyendo el duodécimo<br />
tomo <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> César Cantú, aquellos<br />
espléndidos escritores que mandan hacer<br />
tres copias en sepia, para aparecer graves,<br />
indómitos, con la melena alborotada<br />
mientras el papel tiembla bajo la punta <strong>de</strong> su<br />
lápiz como una impúber…<br />
Cuando yo vi el retrato <strong>de</strong> Primo <strong>de</strong> Rivera<br />
con una pata y una mano junto a un león<br />
<strong>de</strong> bronce, con el ceño adusto y colgando<br />
24
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
<strong>de</strong> la cintura un sable más largo que una<br />
escoba, le dije a Manuel Serrano Blanco que<br />
me enseñaba al cabecilla <strong>de</strong> la revolución<br />
española:<br />
- Con este bruto a la cabeza o al rabo no<br />
llegarán los españoles a ninguna parte.<br />
Por eso me fastidia el prurito que tiene<br />
Azorín <strong>de</strong> hacerse retratar en todas las<br />
posiciones imaginables.<br />
Cuando coge uno en sus manos una<br />
revista gráfica española, lo primero que<br />
encuentra son seis retratos bajo los cuales<br />
se lee:<br />
- El maestro Azorín toma huevos fritos en<br />
compañía <strong>de</strong> su esposa.<br />
- El maestro Azorín, al regresar <strong>de</strong>l<br />
Senado, besa a uno <strong>de</strong> sus pequeñuelos.<br />
- El maestro Azorín en el billar <strong>de</strong> su<br />
elegante hotel <strong>de</strong> la calle <strong>de</strong> Atocha.<br />
A mí me gustan los honores, ciertamente.<br />
Pero este honor barato, que se alcanza con<br />
sesenta centavos, este honor aplebeyado<br />
25
ya por las criadas y los cocheros, po<strong>de</strong>mos<br />
<strong>de</strong>jarlo para quienes no pue<strong>de</strong>n robarnos los<br />
pequeños, los triviales, los íntimos honores<br />
<strong>de</strong> ver una página nuestra reproducida por<br />
los gran<strong>de</strong>s rotativos, <strong>de</strong> ver nuestro libro en<br />
las manos blancas <strong>de</strong> una mujer por quien<br />
sentimos un leve cariño, <strong>de</strong> oír murmurar<br />
nuestro nombre al pasar, <strong>de</strong> saber que en la<br />
esquina se ha hablado mal <strong>de</strong> nosotros…<br />
Para los <strong>de</strong>más, que que<strong>de</strong>n los honores<br />
baratos <strong>de</strong> hacerse retratar, <strong>de</strong> estrenar<br />
un par <strong>de</strong> zapatos, <strong>de</strong> llevar reloj <strong>de</strong> oro,<br />
<strong>de</strong> montar a caballo, <strong>de</strong> besar una criada y<br />
hasta el ridículo honor que tanto enaltece<br />
a José Santos Chocano, <strong>de</strong> hacerse poner<br />
sobre la cabeza en una noche <strong>de</strong> gritos y <strong>de</strong><br />
escándalos una corona <strong>de</strong> laurel.<br />
26
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
ESTO DE LA SERIEDAD<br />
Un amigo muy serio me dijo hace pocos<br />
días:<br />
-Escriba usted con más frecuencia<br />
artículos serios.<br />
Yo no he podido ni podré jamás explicarme<br />
qué es lo que ha querido <strong>de</strong>cirme mi amigo<br />
y mucho menos en qué se diferencia un<br />
artículo serio <strong>de</strong> uno que no lo es.<br />
27
Como no he podido tampoco explicarme<br />
en qué se diferencian los hombres serios <strong>de</strong><br />
los que no lo son.<br />
Hay hombres que se ponen sumamente<br />
serios al comprar un sombrero, al cobrar una<br />
cuenta, al ven<strong>de</strong>r un cuello y al opinar que si<br />
el verano se prolonga la lluvia está lejos aún.<br />
Yo he confundido siempre la seriedad con<br />
la imbecilidad.<br />
Porque he creído siempre que la seriedad<br />
<strong>de</strong> un hombre no está en la mala cara que<br />
haga por culpa <strong>de</strong> la pobreza, <strong>de</strong> la mor<strong>de</strong>dura<br />
<strong>de</strong> un perro o <strong>de</strong> la mala digestión.<br />
Ese pue<strong>de</strong> ser un hombre <strong>de</strong> mal humor,<br />
pero jamás un hombre serio.<br />
En cambio, conozco individuos que ríen<br />
oportunamente <strong>de</strong>l último chiste, que andan<br />
alegres por aquí y por allá y que a la hora<br />
precisa son capaces <strong>de</strong> escribir un artículo<br />
absolutamente serio, como lo sería, por<br />
ejemplo, un estudio sobre la seriedad <strong>de</strong> don<br />
Aristóbulo Archila.<br />
28
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Dicen los biógrafos <strong>de</strong> Barbey D’Aurevilly<br />
que vivía en la mayor miseria, que se cobijaba<br />
con una vieja capa raída y que hastiado un<br />
día <strong>de</strong> la vida, se suicidó.<br />
Barbey D’Aurevilly, a pesar <strong>de</strong> todas esas<br />
<strong>de</strong>sgracias, era, sin embargo, un hombre<br />
jocoso que reía aquí y allá y que con sus<br />
barrabasadas y sus comicida<strong>de</strong>s sabía<br />
divertir a todos sus amigos.<br />
Así quiero yo a los hombres.<br />
Que sean capaces <strong>de</strong> escon<strong>de</strong>r el dolor<br />
interno, <strong>de</strong> reír como Garrik, aún cuando el<br />
alma llore.<br />
La seriedad es pues, y más que todo, una<br />
<strong>de</strong>bilidad o una falta <strong>de</strong> educación.<br />
Yo no puedo explicarme en qué consiste<br />
la falta <strong>de</strong> seriedad <strong>de</strong> una crónica <strong>de</strong> Julio<br />
Camba y en qué consiste la seriedad <strong>de</strong> un<br />
mal artículo <strong>de</strong> don Martín Restrepo Mejía.<br />
Por eso mismo no he podido compren<strong>de</strong>r<br />
el significado <strong>de</strong> una frase que he oído<br />
con frecuencia entre nuestros magníficos<br />
hombres serios:<br />
29
30<br />
- Ese joven es muy inteligente, muy<br />
distinguido, escribe muy sabroso, habla<br />
muy bien, pero no tiene seriedad.<br />
Es <strong>de</strong>cir, le hace falta un caminar lento,<br />
una levita mugrosa, una calva prematura,<br />
espejuelos y unas largas barbas frondosas<br />
como las <strong>de</strong> don Ramón González Valencia.<br />
A mí la seriedad me da como la apología,<br />
la rabia o los <strong>de</strong>rrames cerebrales, por<br />
ataques repentinos.<br />
Así, cuando voy por la calle y me muer<strong>de</strong><br />
un perro, cuando leo unos versos <strong>de</strong> Leopoldo<br />
<strong>de</strong> la Rosa o un sueño <strong>de</strong> Luciano Pulgar o<br />
cuando me cae una teja encima, soy víctima<br />
<strong>de</strong> un ataque repentino <strong>de</strong> seriedad.<br />
Pero me la curo fácilmente con la lectura<br />
<strong>de</strong> un buen libro, con cinco minutos <strong>de</strong><br />
cariño o con dos o tres pildoritas <strong>de</strong>l doctor<br />
Ross, “para el estómago, el hígado y las<br />
enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la sangre”.
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
LO QUE PUEDEN LOS<br />
LIBROS<br />
Yo no divido a los hombres como lo hace<br />
todo el mundo, en blancos y negros, gordos y<br />
flacos, altos y bajos, buenos y malos.<br />
Para mí hay entre ellos una distinción más<br />
esencial, más trascen<strong>de</strong>ntal, más aguda,<br />
más honda. Yo divido a los hombres en dos<br />
clases extraordinariamente diferentes: los<br />
que leen y los que no leen.<br />
31
Anatole France dice que el hombre que no<br />
lee tiene siempre para ver las cosas un ojo<br />
cerrado.<br />
32<br />
Yo digo algo más.<br />
El hombre, digámoslo mejor, el<br />
<strong>de</strong>sgraciado que no lee, que no coge jamás<br />
entre sus manos un libro, ocupa en la vida y<br />
en el sentimiento un plano inferiorísimo.<br />
El hombre que lee, mira las cosas como<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> una cumbre superior, las aprecia<br />
en toda su superficie y domina horizontes<br />
infinitamente más largos.<br />
Yo, ya lo he dicho en cien ocasiones, he<br />
sentido siempre un <strong>de</strong>sprecio excepcional<br />
por esa pandilla <strong>de</strong> iletrados y analfabetos<br />
que no saben el placer intenso que <strong>de</strong>ja en<br />
nuestros espíritus la lectura reposada <strong>de</strong><br />
un buen libro y que alarmados <strong>de</strong> vernos<br />
entrar a las librerías se preguntan con una<br />
estupefacción ilímite:<br />
- ¿Por qué comprará tantos libros?<br />
Y es que ese pobre mentecato no ha<br />
podido jamás compren<strong>de</strong>r que hay placeres
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
más altos y más nobles que el <strong>de</strong> estrenar un<br />
par <strong>de</strong> zapatos, comprar una buena corbata,<br />
ir al Club a oír barrabasear a los gran<strong>de</strong>s<br />
pontífices <strong>de</strong> la hiperestesia y ensillar un<br />
caballo...<br />
Hace algunos días, una muchacha<br />
espléndida y provocativa que me ve pasar<br />
siempre con el libro bajo el brazo, al ver que<br />
yo levantaba la cabeza y suspendiendo la<br />
lectura <strong>de</strong> una jugosa página <strong>de</strong> Rosny la<br />
saludaba cortésmente, me dijo:<br />
- ¡Ay! ¡Usted si que lee; a mí me gusta<br />
tanto la lectura!<br />
- ¿Y qué libros lee usted, señorita? Le<br />
pregunté.<br />
La pobre muchacha se conmovió y<br />
volviendo a mirar a su hermanita exclamó:<br />
- Nosotras leemos mucho, ¿no es cierto,<br />
Julia?<br />
Julia, una blanca joven <strong>de</strong> ojos rasgados y<br />
vivarachos, dijo atemorizada:<br />
- Sí… Nosotras leemos mucho.<br />
33
34<br />
Yo, con refinada crueldad insistí:<br />
- ¿Y qué libros leen?<br />
- Nosotras leemos novelas, muchas<br />
novelas.<br />
- ¿Novelas <strong>de</strong> quién?<br />
Mi amiga volvió a mirar nuevamente a su<br />
hermanita menor, preguntándole:<br />
- ¿Novelas <strong>de</strong> quién, Julia?<br />
- Novelas <strong>de</strong> Julio Flórez, nosotras<br />
leemos novelas <strong>de</strong> Julio Flórez, dijo en<br />
un arranque <strong>de</strong> cínica ingenuidad aquella<br />
pobre muchachita <strong>de</strong> once años, que<br />
acaso no ha tenido en sus manos más<br />
libro que el libro <strong>de</strong> la vida.<br />
Yo sentí una extraña piedad por mi amiga y<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, cuando paso por su lado, me<br />
enfrasco más en la lectura, como temeroso<br />
<strong>de</strong> cometer la <strong>de</strong>bilidad <strong>de</strong> saludarla.<br />
Hay hombres que al fumar nos sugestionan<br />
con la manera voluptuosa y entrañable como<br />
<strong>de</strong>voran el cigarrillo.
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Yo he sentido los más gratos placeres al<br />
oír hablar <strong>de</strong> libros y <strong>de</strong> literatos, a hombres<br />
como Eduardo Castillo, como Guillermo<br />
Camacho y como Martín Carvajal, gran<strong>de</strong>s<br />
saboreadores <strong>de</strong> libros.<br />
Yo no tengo placer a cuál comparar el <strong>de</strong><br />
abrir un libro nuevo que nos acaba <strong>de</strong> llegar<br />
y cuyas páginas vamos rompiendo con un<br />
extraño impulso <strong>de</strong> sadismo literario.<br />
Y téngase presente que a los veintiocho<br />
años <strong>de</strong> vida he tenido el valor y la<br />
<strong>de</strong>sfachatez <strong>de</strong> darme todos los gustos que<br />
he encontrado a la mano, unos entre flores y<br />
otros entre espinas, que <strong>de</strong>jan sangrando las<br />
manos y el corazón.<br />
Y <strong>de</strong> todos esos placeres, mientras lo<br />
recuerdos se esfuman, los amigos nos<br />
traicionan y las glorias pasan, sólo me<br />
quedan los libros, en medio <strong>de</strong> una fi<strong>de</strong>lidad<br />
emocionante.<br />
Cuando veo pasar a uno <strong>de</strong> esos<br />
gran<strong>de</strong>s señores imbéciles y jactanciosos,<br />
cuando oigo que alguien se ufana <strong>de</strong>ntro<br />
<strong>de</strong> su insignificancia, cuando sé que la<br />
35
envidia asesina traidoramente al burgués,<br />
cuando veo a los hiperestésicos recorriendo<br />
los consultorios médicos y fatigando la<br />
insuficiencia <strong>de</strong> los boticarios, pienso<br />
cuánto mejoraría la humanidad si los libros<br />
se pudieran aplicar en inyecciones, en<br />
píldoras o en cápsulas, como la quinina o la<br />
hipecacuana.<br />
36
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
LA HORA PREDILECTA DE<br />
LOS LITERATOS<br />
Un diario parisiense ha abierto entre los<br />
principales literatos franceses una encuesta<br />
muy interesante.<br />
¿Cuál es su hora predilecta?<br />
Y como es natural, las respuestas han<br />
sido tan variadas como los gustos.<br />
Unos gustan <strong>de</strong> trabajar en las horas<br />
frescas <strong>de</strong> la mañana, otros en las <strong>de</strong> la<br />
37
tar<strong>de</strong>, aquel cronista traza sus crónicas por<br />
la noche y un novelista trabajará, como los<br />
carpinteros y los albañiles, ocho horas al día.<br />
Yo recuerdo que una vez me dijo Eduardo<br />
Castillo, el exquisito poeta, que él no podía<br />
escribir sino <strong>de</strong> noche y acostado.<br />
En cambio, Guillermo Valencia no escribe<br />
sino en las mañanas.<br />
Pero a mi modo <strong>de</strong> ver, una cosa es la hora<br />
predilecta para el trabajo y otra cosa es la<br />
hora predilecta <strong>de</strong>l sentimiento y el espíritu.<br />
Yo puedo escribir mis crónicas a cualquier<br />
hora <strong>de</strong>l día o <strong>de</strong> la noche. Para esto no tengo<br />
horas predilectas.<br />
Escribo cuando concibo una i<strong>de</strong>a y no<br />
puedo tenerla más tiempo en la cabeza.<br />
Por algo se llama este fenómeno, parto<br />
literario.<br />
En cambio, tengo mi hora predilecta y<br />
favorita.<br />
38<br />
Es la hora <strong>de</strong> las cinco <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
De las cinco a las siete <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> no<br />
trabajaría yo aun cuando me pagaran a<br />
sueldo <strong>de</strong> Superinten<strong>de</strong>nte Bancario.<br />
Por ser mi hora predilecta, la consagro a<br />
fumarme un buen cigarrillo, a charlar con un<br />
buen amigo, a visitar un parque hermoso, en<br />
don<strong>de</strong> pueda gozarse <strong>de</strong>l crepúsculo, <strong>de</strong> las<br />
mujeres, <strong>de</strong> los árboles y <strong>de</strong> las flores.<br />
Un sujeto me <strong>de</strong>cía hablando <strong>de</strong> esto:<br />
- Yo no tengo horas favoritas.<br />
Esto es un absurdo.<br />
No tener horas predilectas, horas que<br />
amemos más que a las otras horas, en las<br />
cuales nos sentimos más <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros<br />
mismos, es como no tener mujeres favoritas y<br />
tuviéramos que <strong>de</strong>cir que todas nos parecen<br />
iguales.<br />
Esto sería una vulgaridad.<br />
Un cuasi filósofo, <strong>de</strong> esos que leen a Alan<br />
Kar<strong>de</strong>c y andan complicando la sencillez<br />
misma <strong>de</strong> las cosas, con razonamientos<br />
<strong>de</strong>sorbitados, me <strong>de</strong>cía manoteándome:<br />
39
40<br />
- Los griegos sostenían que la hora<br />
predilecta <strong>de</strong> cada hombre es la misma<br />
hora <strong>de</strong> su nacimiento.<br />
Esto es otro absurdo.<br />
Yo, por lo que mí toca, nací a las dos<br />
y cuarto <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> y tengo seguridad <strong>de</strong><br />
que hasta ahora es para mí la hora más<br />
antipática.<br />
Para mí esa es la hora <strong>de</strong> la jaqueca, la<br />
hora <strong>de</strong>l splin, la hora <strong>de</strong>l dolor <strong>de</strong> dientes,<br />
la hora en que se acrecienta el dolor <strong>de</strong><br />
los callos, y tengo la seguridad <strong>de</strong> que si<br />
hubiera <strong>de</strong> ir a la cárcel, me harían preso<br />
precisamente a las dos y cuarto <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>.<br />
De todas maneras es muy dulce tener en<br />
el día una hora siquiera mejor que las otras,<br />
una hora que esperemos con ansiedad, una<br />
hora para ir a los lugares que nos sugestionan,<br />
para visitar a las mujeres que nos aman y<br />
para leer a Ovidio, a Amiel, a André Chenier y<br />
a Paul <strong>de</strong> Saint Víctor.<br />
Con eso basta.
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
UN TOMO DE PLUTARCO<br />
Des<strong>de</strong> hace quince días se me perdió un<br />
tomo <strong>de</strong> las Vidas Paralelas <strong>de</strong> Plutarco.<br />
Y como un ratón he venido por los estantes<br />
buscando mi libro.<br />
No puedo resignarme a la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> tener<br />
incompleta la obra más hermosa <strong>de</strong> la<br />
humanidad, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la Biblia.<br />
Pero esta mañana, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tomarme<br />
mi café con leche, me he puesto a buscarlo<br />
nuevamente.<br />
41
Y en un rincón oscuro y <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> un largo<br />
tomo <strong>de</strong>l Papel Periódico Ilustrado, lo he<br />
encontrado.<br />
Como un hijo pródigo que vuelve, lo<br />
he cogido en mis manos cariñosas, lo he<br />
acariciado varias veces y me he puesto a<br />
hojearlo.<br />
Es el tomo tercero, <strong>de</strong> la edición <strong>de</strong> la<br />
Biblioteca Clásica y en él nos habla Plutarco<br />
<strong>de</strong> Lisandro y <strong>de</strong> Sila, <strong>de</strong> Simón y <strong>de</strong> Lúculo,<br />
<strong>de</strong> Nicias y <strong>de</strong> Marco Craso, <strong>de</strong> Sertorio y <strong>de</strong><br />
Eumenes, <strong>de</strong> Agesilao y <strong>de</strong> Pompeyo.<br />
En esas páginas que acompañaron a<br />
Napoleón al <strong>de</strong>stierro, que Bolívar llevaba<br />
siempre en su maleta <strong>de</strong> viaje y que llenaron<br />
<strong>de</strong> dulzura los últimos días <strong>de</strong> San Martín, he<br />
aprendido yo muchas cosas buenas y sabias,<br />
mientras en torno mío se lee a Álvaro Retana<br />
y El caballero Audaz.<br />
Por eso he recibido este tomo, como al<br />
hijo pródigo y amado que vuelve <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
quince días <strong>de</strong> ausencia, lleno <strong>de</strong> polvo y <strong>de</strong><br />
telarañas.<br />
Y no pudiéndole matar un cabrito lo he<br />
leído dos horas.<br />
42
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
TARDA PERO LLEGA<br />
A seis meses <strong>de</strong> prisión acaba <strong>de</strong> ser<br />
con<strong>de</strong>nado Lord Alfredo Douglas.<br />
El espíritu paradójico <strong>de</strong> los ingleses <strong>de</strong>be<br />
sentirse gratamente emocionado con el<br />
castigo.<br />
Alfredo Douglas fue el amigo fiel e<br />
inseparable <strong>de</strong> Oscar Wil<strong>de</strong>, a quien precipitó<br />
en la caída y a quien al verlo preso, acaso<br />
por su culpa, abandonó cobar<strong>de</strong>mente,<br />
para terminar toda esa serie <strong>de</strong> bajezas<br />
43
y <strong>de</strong> claudicaciones con un libro en el cual<br />
relata, <strong>de</strong> la manera más <strong>de</strong>svergonzada, sus<br />
relaciones con el gran hombre.<br />
A pesar <strong>de</strong> la caída <strong>de</strong> Oscar Wil<strong>de</strong> y <strong>de</strong>l<br />
sentimiento <strong>de</strong> repulsión que en los espíritus<br />
burgueses y castos <strong>de</strong> Londres <strong>de</strong>spertaron<br />
los vicios inauditos <strong>de</strong> Wil<strong>de</strong>, la actitud<br />
mezquina <strong>de</strong> Lord Douglas fue censurada<br />
universalmente.<br />
Entonces, vino para Douglas la hora<br />
crítica. En los círculos, en los altos círculos<br />
sociales, se veía abandonado <strong>de</strong> quienes<br />
antes lo ro<strong>de</strong>aban empalagosamente.<br />
44<br />
Nadie compartía sus charlas <strong>de</strong> café.<br />
Y al pasar por las calles bulliciosas y<br />
brumosas <strong>de</strong> Londres, una sonrisa amarga lo<br />
señalaba.<br />
- Ahí va el buen mozo, <strong>de</strong>cían quienes no<br />
se atrevían a <strong>de</strong>cir más.<br />
Pero la sociedad londinense, que como<br />
lo dijo Oscar Wil<strong>de</strong>, está ahora enteramente<br />
compuesta <strong>de</strong> magníficos imbéciles y <strong>de</strong><br />
brillantes lunáticas, seducida por la elegancia
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
y por las libras esterlinas <strong>de</strong> Lord Douglas, le<br />
perdonó todo.<br />
Des<strong>de</strong> hace varios años, Douglas viene<br />
figurando en primera línea en la política<br />
inglesa. Y ahora, exasperado por los éxitos<br />
<strong>de</strong> Lord Churchill, quiso mor<strong>de</strong>rlo con la<br />
misma rabia asquerosa con que a Oscar<br />
Wil<strong>de</strong>, y entregó a la voracidad <strong>de</strong> los lectores<br />
londinenses el folleto calumnioso que le ha<br />
echado encima seis meses <strong>de</strong> presidio.<br />
Lástima que no fueran seis años.<br />
Lástima que no se le lleve maniatado a la<br />
misma celda que purificó con sus lágrimas<br />
y con la infinita piedad <strong>de</strong> su extraordinario<br />
corazón, aquel cerebro sin igual que se<br />
obstinó en no compren<strong>de</strong>r, como se lo <strong>de</strong>cían<br />
sus amigos, que a Lord Douglas no <strong>de</strong>bía<br />
tratarlo sino media hora todas las noches.<br />
Afortunadamente los dos años <strong>de</strong><br />
celda hicieron <strong>de</strong>l orgullo ilimitado y <strong>de</strong> la<br />
fastuosidad excéntrica y teatral <strong>de</strong> Oscar<br />
Wil<strong>de</strong>, un hombre bueno, en el ancho sentido<br />
<strong>de</strong> la palabra, un corazón humil<strong>de</strong>, con la<br />
humanidad rotunda que pi<strong>de</strong> y que exige<br />
Kempis.<br />
45
Y Oscar Wil<strong>de</strong> no pensó jamás en<br />
vengarse <strong>de</strong> quien esperaba su muerte para<br />
calumniarlo, para injuriarlo y para dar <strong>de</strong><br />
sus relaciones con él, las explicaciones más<br />
torpes y más inauditas.<br />
Por eso yo creo que todos los que conocen<br />
el pasado <strong>de</strong> Lord Douglas, han gozado<br />
infinitamente al ver que Inglaterra juzga hoy<br />
a uno <strong>de</strong> sus más ambiciosos políticos con la<br />
ley <strong>de</strong>l Talión.<br />
46<br />
¿Seis meses <strong>de</strong> prisión?<br />
Bien merecidos los tenía el ingrato.<br />
Ya veo cómo reirán <strong>de</strong> esta bufonada<br />
cuasi trágica los robustos y calvos cronistas<br />
ingleses, para quienes la cárcel no es sino,<br />
a veces, la manera más correcta <strong>de</strong> quitarse<br />
<strong>de</strong> en medio un genio paradójico como Oscar<br />
Wil<strong>de</strong> o una medianía estorbosa, como Lord<br />
Alfredo Douglas.<br />
(De la selección <strong>de</strong> Harker Valdivieso,<br />
Colección Payacuá, SIC Editorial Ltda.<br />
Bucaramanga, 2000.)
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
PARA DEFENDER LOS<br />
LUGARES HISTÓRICOS<br />
El doctor Samuel Arango Reyes, que<br />
a pesar <strong>de</strong> sus caprichos políticos es<br />
una persona <strong>de</strong> exquisita sensibilidad,<br />
se halla profundamente preocupado por<br />
la <strong>de</strong>shumanización, digámoslo así, <strong>de</strong><br />
nuestros pueblos <strong>de</strong> provincia que van<br />
<strong>de</strong>jándose impulsar hacia un progreso que<br />
nunca alcanzarán, abandonando en cambio,<br />
lo poco o mucho que servía para darles su<br />
contextura histórica.<br />
47
Nos hablaba especialmente <strong>de</strong> San Juan<br />
<strong>de</strong> Girón, su villa nativa, en don<strong>de</strong> un hado<br />
fatídico ha entrado con el cemento a cuestas,<br />
para <strong><strong>de</strong>scargar</strong>lo en calles y plazas y tapar<br />
así, el aspecto tradicional <strong>de</strong> la ciudad.<br />
Hace algunos años nos <strong>de</strong>cía en Bogotá,<br />
don Juan Salgar Martín, que <strong>de</strong>seaba<br />
intensamente conocer a Girón, la tierra <strong>de</strong><br />
sus mayores.<br />
Gentes unidas a ella por los lazos <strong>de</strong> las<br />
antiguas familias, ya casi <strong>de</strong>saparecidas allí,<br />
dicen lo mismo y cuando alguna persona<br />
<strong>de</strong> importancia y <strong>de</strong> gusto, <strong>de</strong> ciencia y <strong>de</strong><br />
letras, visita a Bucaramanga, lo primero que<br />
se le ocurre no es irse a visitar a Palonegro,<br />
a pesar <strong>de</strong>l sabor <strong>de</strong> gesta que tiene aquella<br />
región don<strong>de</strong> se libró la más larga e incruenta<br />
<strong>de</strong> las batallas americanas.<br />
Lo primero que se le ocurre es ir a conocer<br />
a Girón y recorrer los sitios poéticos <strong>de</strong> sus<br />
murallas, <strong>de</strong> sus ríos, <strong>de</strong> su quebrada <strong>de</strong><br />
“Las Nieves” y preguntar dón<strong>de</strong> vivió don<br />
Juan Francisco Mantilla <strong>de</strong> los Ríos, dón<strong>de</strong><br />
nació el doctor Juan Clímaco Ordóñez, cuál<br />
fue la casa <strong>de</strong> los Arangos, dón<strong>de</strong> vivían<br />
48
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
los Gutiérrez y los Martínez, los Salgar y los<br />
Ordónez, los Mantilla y los Reyes, los Navas y<br />
los Hernán<strong>de</strong>z, los Valdivieso, los Angulo y los<br />
Uribe y los Serrano.<br />
Desgraciadamente, no ha habido un<br />
espíritu enérgico y amoroso que cui<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />
aquellas calles enantes empedradas, <strong>de</strong><br />
aquellos patios sembrados <strong>de</strong> crotos, <strong>de</strong><br />
naranjos, <strong>de</strong> mameyes, <strong>de</strong> limos y con gran<strong>de</strong>s<br />
pilas <strong>de</strong> piedra en las esquinas; <strong>de</strong> aquellos<br />
zaguanes anchos y largos, enladrillados<br />
con ladrillos autóctonos, traslúcidos y lisos,<br />
<strong>de</strong> aquellos alre<strong>de</strong>dores sombreados <strong>de</strong><br />
caracolíes y <strong>de</strong> palmas, <strong>de</strong> aquel río rumoroso<br />
y locuaz y todo aquellos a que se apegó el<br />
cariño <strong>de</strong> muchas generaciones.<br />
Ahora, por ejemplo, no se pue<strong>de</strong> gozar <strong>de</strong>l<br />
infinito placer <strong>de</strong>l baño en ese río que como<br />
el Tajo, parece sacar el pecho y hablar a los<br />
que pasan por sus orillas, pidiéndoles un<br />
poco <strong>de</strong> respeto y <strong>de</strong> cultura.<br />
En los Estados Unidos y en Europa, lo<br />
primero que cuidan las poblaciones son sus<br />
ríos, que parecen cultivar con mayor cariño<br />
49
que una planta, velando porque sus aguas se<br />
mantengan límpidas, puras y saludables.<br />
En Girón, la municipalidad o quién sabe<br />
quién, cometió el <strong>de</strong>sacato criminal <strong>de</strong><br />
soltar sobre esas aguas por don<strong>de</strong> transita<br />
la historia generosa <strong>de</strong> la comarca, toda<br />
la basura y toda la porquería que la vida<br />
municipal va acumulando, <strong>de</strong> manera que<br />
las alcantarillas vomitan continuamente los<br />
sobrantes <strong>de</strong> la ciudad sobre los pozos en<br />
don<strong>de</strong> uno se bañaba antes y pasaba unas<br />
horas <strong>de</strong> expansión dulcísima.<br />
Ya la historia <strong>de</strong>l río Girón, pasó a ser una<br />
leyenda triste y el público sabe que no pue<strong>de</strong><br />
encontrar allí sino la repelencia y el peligro.<br />
Samuel Arango Reyes, como buen hijo<br />
<strong>de</strong> Girón, tiembla <strong>de</strong> pavor como hemos<br />
temblado nosotros, al pensar que los rasgos<br />
tradicionalistas <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> don Juan<br />
Francisco Mantilla <strong>de</strong> los Ríos, vayan a<br />
<strong>de</strong>saparecer <strong>de</strong>finitivamente.<br />
Por eso tiene la i<strong>de</strong>a feliz, que todos<br />
<strong>de</strong>bemos apoyar, <strong>de</strong> constituir en Girón, y ojalá<br />
se haga en todas las <strong>de</strong>más poblaciones que<br />
50
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
tengan algo qué <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r y qué conservar<br />
como mensaje <strong>de</strong>l pasado, una sociedad <strong>de</strong><br />
mejoras públicas, encargada <strong>de</strong> dar el pase<br />
o rechazar los proyectos <strong>de</strong> edificación que<br />
se presenten y que tiendan a transformar el<br />
estilo ancestral. Porque lo que va a pasar si<br />
no se hace esto, es que la audacia municipal<br />
irá acabando con lo poco que tengan esos<br />
pueblos como atracción histórica.<br />
Ellos <strong>de</strong>ben convencerse <strong>de</strong> que para<br />
ver calles bien asfaltadas, casas altas,<br />
bancos <strong>de</strong> cemento y pinos peluqueados a la<br />
mo<strong>de</strong>rna, las gentes irán a Bogotá y a Miami,<br />
a La Habana y a Río <strong>de</strong> Janeiro, pero no se<br />
quedarán conociendo las humil<strong>de</strong>s mejoras<br />
<strong>de</strong> nuestros burgos que, en una tarea<br />
alocada, están suicidándose por semanas<br />
como los negocios <strong>de</strong> los checoeslovacos.<br />
51
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
PORFIRIO BARBA JACOB<br />
Juan B. Jaramillo Meza me envió hace<br />
algún tiempo un precioso libro sobre la vida<br />
<strong>de</strong> Porfirio Barba Jacob, <strong>de</strong> quien fue amigo<br />
íntimo y cordial confi<strong>de</strong>nte, durante los cortos<br />
meses que el poeta permaneció en Colombia<br />
en su último viaje.<br />
Es un libro afable y sincero en que el ilustre<br />
cantor manizalita rin<strong>de</strong> homenaje fervoroso<br />
al poeta antioqueño y lo libra <strong>de</strong> aquella<br />
leyenda <strong>de</strong> maledicencia y <strong>de</strong> satanismo<br />
53
que le colgó como una túnica <strong>de</strong> escarnio, la<br />
crueldad <strong>de</strong> sus mismos admiradores.<br />
En estas páginas <strong>de</strong> J.B Jaramillo Meza<br />
en la que se asoma <strong>de</strong> cuando en cuando,<br />
sonriente y benévolo, el espíritu luminoso<br />
<strong>de</strong> Blanca <strong>de</strong> Jaramillo Meza, en estas<br />
páginas aparece el poeta en toda su humana<br />
tenacidad, candoroso, gentil, confiado y<br />
escéptico como lo fuera y como lo conocimos<br />
en Bucaramanga.<br />
En el seno <strong>de</strong> este hogar prestantísimo,<br />
saturado <strong>de</strong> bonda<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> virtu<strong>de</strong>s, vivió<br />
Porfirio Barba Jacob largos días inolvidables,<br />
durante los cuales sintió en toda su intensidad<br />
las <strong>de</strong>licias <strong>de</strong> la vida hogareña, que no había<br />
gozado nunca; se vio comprendido y amado,<br />
recitó sus versos y un día lloró un poco cuando<br />
al recitar la Canción <strong>de</strong> la Vida Profunda, dijo<br />
aquella estrofa final <strong>de</strong> insuperable armonía:<br />
“Pero hay también, oh tierra, un día, un<br />
día, un día…<br />
En que elevamos anclas para jamás<br />
volver.<br />
Un día en que discurren vientos<br />
ineluctables,<br />
54
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Un día en que ya nadie nos pue<strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>tener.”<br />
Porfirio Barba Jacob sintió discurrir esos<br />
vientos ineluctables, levantó las anclas para<br />
jamás volver y se entregó a la inexorable<br />
realidad <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong> la muerte: vinieron<br />
entonces sus horas melancólicas y rudas<br />
con el acre sabor <strong>de</strong> las luchas estériles,<br />
vinieron las camas <strong>de</strong> los hospitales, se<br />
fueron ausentando sus últimos amigos y<br />
en su agonía dolorosa entregó su alma a<br />
Dios, mientras velaba junto a su lecho la<br />
benevolencia infinita <strong>de</strong> Clara Inés Suárez <strong>de</strong><br />
Sawasky.<br />
Estas escenas dolorosas y tristes están<br />
magníficamente reconstruidas en el libro<br />
<strong>de</strong> Juan B. Jaramillo Meza, que puso al<br />
escribirlo toda la bondad <strong>de</strong> su corazón y <strong>de</strong><br />
su inteligencia.<br />
Me toca ahora, dar gracias al generoso<br />
amigo por la gallardía con que nos brinda<br />
un rinconcito afable en aquella evocación<br />
patética, al acoger alguna <strong>de</strong> las anécdotas<br />
que darán perennidad a mi amistad con el<br />
cantor <strong>de</strong> la Canción <strong>de</strong> la Vida Profunda.<br />
55
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
LA CRÍTICA LITERARIA<br />
La biografía está convirtiéndose ya en una<br />
<strong>de</strong> las más eficaces documentaciones para la<br />
historia y el progreso <strong>de</strong> la cultura universal.<br />
Ya nadie se siente escandalizado ni<br />
ofendido porque un escritor cualquiera<br />
penetre, audaz, hasta las mayores intimida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> los personajes y los sorprenda en ellas sin<br />
miramientos e indiscreción alguna.<br />
Esa conducta se venía llevando a cabo,<br />
digámoslo así, cuando se trataba <strong>de</strong> las<br />
57
gran<strong>de</strong>s figuras <strong>de</strong> talla universal, <strong>de</strong> los que<br />
gobernaron a su antojo los pueblos: César<br />
y Alejandro, Pedro el Gran<strong>de</strong> y Napoleón,<br />
Bolívar y Fe<strong>de</strong>rico <strong>de</strong> Prusia, por ejemplo,<br />
no tuvieron jamás vida privada para sus<br />
historiadores, críticos o biógrafos.<br />
El tratamiento se ha extendido ya mucho<br />
y pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que ya están teniéndose<br />
como tierra <strong>de</strong> nadie las vidas <strong>de</strong> los sabios,<br />
las <strong>de</strong> los políticos, <strong>de</strong> los periodistas, <strong>de</strong><br />
los poetas y <strong>de</strong> los músicos, sobre cuyas<br />
intimida<strong>de</strong>s viene cayendo a saco el biógrafo,<br />
a contentamiento general.<br />
Y ello está bien si no obe<strong>de</strong>ce a una<br />
malsana curiosidad, sino simplemente al<br />
noble <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> colocar a cada cual <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />
su verda<strong>de</strong>ro cuadro histórico.<br />
La complacencia o el temor, por parte<br />
<strong>de</strong> la crítica, vino creando en Colombia, por<br />
ejemplo, una situación <strong>de</strong> duda, <strong>de</strong> sospecha,<br />
<strong>de</strong> temor y <strong>de</strong> equívoca temeridad respecto<br />
a la gran figura literaria <strong>de</strong> José Asunción<br />
Silva, cuyo suicidio fue atribuido por los<br />
correvi<strong>de</strong>les <strong>de</strong> los salones y <strong>de</strong> prensa a los<br />
más absurdos resabios.<br />
58
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Cuando la crítica se orientó mejor y se<br />
permitieron ciertas requisas documentales,<br />
quedó a las claras la causa que llevó al autor<br />
<strong>de</strong>l Nocturno hasta el suicidio: la avaricia <strong>de</strong> un<br />
prestamista bogotano que sin consi<strong>de</strong>ración<br />
alguna, al conocer las primeras dificulta<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong>l poeta para cumplir su compromiso, lo<br />
humilló, lo amenazó, lo ofendió y le cerró<br />
el porvenir en forma tan cruel, que en una<br />
sensibilidad enfermiza y exquisita como la <strong>de</strong><br />
José Asunción Silva, produjo el suicidio, como<br />
en el General Jorge Moya Vásquez hubiere<br />
producido el homicidio.<br />
Uno <strong>de</strong> los poetas más admirados y<br />
queridos <strong>de</strong>l público ha sido indudablemente<br />
Gustavo Adolfo Bécquer y todos los que lo<br />
amamos, comprendíamos que algo trágico,<br />
injusto y anormal vino a llenar <strong>de</strong> amargura<br />
su existencia hasta arrancarle esos gritos <strong>de</strong><br />
dolor que son sus Rimas.<br />
La prensa había hablado, con mayor o<br />
menor claridad o con mayor o menor acierto,<br />
<strong>de</strong> los sinsabores amorosos <strong>de</strong>l poeta, y<br />
había ido señalando nombre por nombre a<br />
muchas belda<strong>de</strong>s españolas, como cuando<br />
la muerte <strong>de</strong> Manuel Acuña fue llevando su<br />
59
sospecha <strong>de</strong> casa en casa hasta dar con la<br />
vida ignorada y oscura <strong>de</strong> Rosario.<br />
Pero nada había podido aclararse hasta<br />
hoy y ha sido un biógrafo afortunado,<br />
Heliodoro Carpintero, el que ha tenido el<br />
acierto <strong>de</strong> poner en claro, si no toda, por<br />
lo menos una parte, y gran parte, <strong>de</strong> la<br />
<strong>de</strong>sventura que dio al traste con la felicidad<br />
y con la vida <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los cantores más<br />
inspirados y felices <strong>de</strong> haya tenido el mundo.<br />
Por esta biografía queda reconstruida<br />
y aclarada la existencia íntima <strong>de</strong> Gustavo<br />
Adolfo Bécquer que, a pesar <strong>de</strong> sus<br />
contrarieda<strong>de</strong>s amorosas, que le arrancaron<br />
alguna <strong>de</strong> sus Rimas más felices, llevaba una<br />
existencia más o menos regular y plácida<br />
en la que lo acompañó por varios años<br />
su hermano, el pintor Valeriano Bécquer,<br />
con quien el poeta solía realizar largas<br />
temporadas <strong>de</strong> vagabun<strong>de</strong>o andariego,<br />
saliendo a recorrer los dos los caminos <strong>de</strong><br />
España, <strong>de</strong>teniéndose días enteros en las<br />
formas más atrayentes, don<strong>de</strong> el uno hacía<br />
versos y el otro pintaba.<br />
Pero, la única <strong>de</strong>sgracia, la gran <strong>de</strong>sgracia<br />
que sublimó la <strong>de</strong>sventura <strong>de</strong> Gustavo Adolfo<br />
60
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Bécquer y amargó <strong>de</strong>finitivamente su vida,<br />
nos la cuenta el biógrafo sin timi<strong>de</strong>ces, y se<br />
lo agra<strong>de</strong>cemos cordialmente.<br />
Gustavo Adolfo Bécquer vivía con mayor<br />
o menor felicidad su vida <strong>de</strong> hogar, casado,<br />
como estaba ya, con Casta, la muchachita<br />
sumisa y sonriente, humil<strong>de</strong> y casi agra<strong>de</strong>cida<br />
<strong>de</strong>l poeta por haberle dado su nombre.<br />
El 15 <strong>de</strong> diciembre en el pueblo <strong>de</strong><br />
Noviercas, cuando Gustavo Adolfo vino <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
Madrid a verla, se encuentra con una leyenda<br />
maldiciente y espantosa, ese, su tercer hijo,<br />
Emilio Eusebio Bécquer, no es suyo sino <strong>de</strong>l<br />
antiguo novio que Casta había tenido en<br />
Soria.<br />
No se necesita más para explicar todas las<br />
inquietu<strong>de</strong>s, todas las <strong>de</strong>sventuras y todas<br />
la rimas amargadas y sensibles <strong>de</strong> Gustavo<br />
Adolfo Bécquer.<br />
Pero esto ha <strong>de</strong>bido <strong>de</strong>círnoslo hace<br />
mucho, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces se hubiera<br />
aclarado la vida y obra <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> nuestros<br />
más encantadores poetas.<br />
61
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
EL VOTO FEMENINO<br />
Afortunadamente, en Colombia lo que<br />
estamos haciendo es jugando a la República,<br />
como pudiéramos jugar a los pipos, al<br />
pumpeñete o al escondite, porque <strong>de</strong> lo<br />
contrario no <strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> ser impresionante la<br />
resolución tomada por la Asamblea Nacional<br />
Constituyente al conce<strong>de</strong>r el voto a la mujer<br />
para que elija y sea elegida.<br />
Parece que quienes así lo hicieron, han<br />
tenido pocas oportunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> acercarse al<br />
pensamiento femenino <strong>de</strong>l país.<br />
63
Porque si entre los hombres no<br />
tenemos cinco a quienes puedan llamarse<br />
confiadamente al ejercicio <strong>de</strong> la Presi<strong>de</strong>ncia<br />
<strong>de</strong> la República, y tenemos muy pocos que<br />
puedan salir airosos tras una temporada<br />
parlamentaria, en el campo femenino la<br />
cuestión es para afanes y vergüenza.<br />
No es posible llegar <strong>de</strong> un salto a un<br />
estado <strong>de</strong> perfeccionamiento social y político<br />
como el que exige la intervención <strong>de</strong> la mujer<br />
en los negocios públicos.<br />
No es sino coger las obras escritas y<br />
publicadas por nuestras mujeres, para saber<br />
el estado actual <strong>de</strong> la cultura femenina en<br />
Colombia.<br />
Tenemos dos o tres mujeres que escriben<br />
pésimos versos, pero no tenemos ni siquiera<br />
una Gabriela Mistral, tenemos dos o tres<br />
floripondios audaces que se presentan con<br />
cierto <strong>de</strong>sparpajo en una Asamblea o en un<br />
Congreso, pero no tenemos una madame<br />
Stael que pueda, como aquella francesa<br />
ilustre, encararse gallardamente con<br />
Napoleón y reclamarle un poco <strong>de</strong> paz para<br />
la patria, y tenemos unas seis mujeres en los<br />
64
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
juzgados o en los laboratorios, pero con ellas<br />
no se forma una figura profesional <strong>de</strong> primer<br />
or<strong>de</strong>n.<br />
En la práctica, ningún país <strong>de</strong>l mundo,<br />
salvo los comunistas, ha concedido a la mujer<br />
este privilegio por consi<strong>de</strong>rar que ella no se<br />
ha capacitado todavía para seguir siendo un<br />
símbolo <strong>de</strong> la ternura familiar en el seno <strong>de</strong>l<br />
hogar.<br />
Allí es don<strong>de</strong> está la misión <strong>de</strong> la mujer<br />
y sobre todo <strong>de</strong> la mujer colombiana, para<br />
calentarle la comida al marido, preparar<br />
el tetero <strong>de</strong> los niños, remendar la ropa,<br />
arreglar el altar, y en fin, orientar la intimidad<br />
hogareña con la <strong>de</strong>licia que sólo ella pue<strong>de</strong><br />
darle a la sola preocupación <strong>de</strong> que dispone<br />
<strong>de</strong> una grave responsabilidad como ésta que<br />
viene a perturbar profundamente su alma y<br />
aún, a incapacitarla para el ejercicio <strong>de</strong> ese<br />
<strong>de</strong>recho cuando haya <strong>de</strong> llegar la hora <strong>de</strong><br />
ejercerlo.<br />
Yo no sostengo que la mujer no tiene<br />
alma o que esté hecha <strong>de</strong> barro inferior al <strong>de</strong><br />
nosotros, o que una maldición bíblica pesa<br />
sobre ella para que se le tenga como mula<br />
65
<strong>de</strong> carga en la sociedad. No. Jamás podría<br />
pensar eso.<br />
Pero hay que obrar sin sentimiento y<br />
cursilerías, sin estrabismos mentales y<br />
sin maja<strong>de</strong>rías filosóficas, que llevadas<br />
a la legislación, convierten al país en un<br />
verda<strong>de</strong>ro gaminato mental.<br />
Hay que obrar con un sentido realista<br />
y humano, sencillo y cordial para caer en<br />
cuenta que la actualidad política <strong>de</strong>l mundo<br />
es la menos propicia para la intervención<br />
<strong>de</strong> la mujer, y ser suficientemente claros y<br />
francos, para darnos cuenta <strong>de</strong> una cosa:<br />
<strong>de</strong> que este <strong>de</strong>recho no se lo va a tomar, ni<br />
lo van a ejercer las muchachas elegantes y<br />
distinguidas o las cultas matronas, sino las<br />
mujeres <strong>de</strong> rompe y rasga, capaces <strong>de</strong> echar<br />
un miente o <strong>de</strong> dar un botellazo a un elector.<br />
Y entonces, que viva el gran partido<br />
liberal.<br />
66
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
UN GOLPE DE GRACIA<br />
Parece que las mujeres colombianas han<br />
reaccionado un poco respecto a sus ímpetus<br />
electorales y políticos, por lo que hemos<br />
podido leer en las últimas producciones <strong>de</strong><br />
dos lí<strong>de</strong>res fervorosas <strong>de</strong>l feminismo, doña<br />
Bertha Hernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Ospina Pérez y doña<br />
Josefina Valencia.<br />
Doña Bertha Hernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Ospina, en<br />
un artículo publicado en Me<strong>de</strong>llín y enviado<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> los Estados Unidos, se muestra muy<br />
<strong>de</strong>sganada respecto a futuras intervenciones<br />
67
personales en la política colombiana y termina<br />
sus apreciaciones censurando el Decreto<br />
número 3000, que toca directamente con la<br />
responsabilidad <strong>de</strong> la prensa.<br />
Doña Josefina Valencia llena varias<br />
páginas <strong>de</strong> un diario bogotano para afirmar<br />
que las mujeres no <strong>de</strong>ben pertenecer a los<br />
directorios políticos.<br />
Tenemos, y lo <strong>de</strong>cimos con todo el<br />
respeto que las dos copartidarias nos<br />
infun<strong>de</strong>n, tenemos un temor y es el <strong>de</strong> que<br />
el feminismo colombiano haya sufrido un<br />
síncope y se lo haya producido la película<br />
italiana titulada “La Honorable Angelina”,<br />
que ya conoció el público <strong>de</strong> Bucaramanga<br />
y ha hecho <strong>de</strong>stornillar <strong>de</strong> risa a los públicos<br />
<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín, Bogotá, Cali y otras ciuda<strong>de</strong>s<br />
colombianas.<br />
Nosotros sostenemos, como lo sostiene<br />
un gran filósofo, que mientras una<br />
iniciativa no esté capacitada para resistir el<br />
embate <strong>de</strong>l humorismo, está perdida, y el<br />
feminismo colombiano, <strong>de</strong>sgraciadamente o<br />
afortunadamente, ha dado pruebas <strong>de</strong> ello.<br />
68
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
TOMO EL MANDO<br />
El triunfo <strong>de</strong>l Coronel Fulgencio Batista<br />
en Cuba no sorpren<strong>de</strong> a nadie, pues el exsargento<br />
sigue siendo el hombre fuerte <strong>de</strong><br />
la isla, sin más opositores <strong>de</strong> significación y<br />
<strong>de</strong> importancia que Ramón Grau Sanmartín<br />
y Prío Socarrás.<br />
Pero Ramón Grau Sanmartín es un<br />
i<strong>de</strong>ólogo, por el estilo <strong>de</strong>l doctor Darío<br />
Echandía, que <strong>de</strong>ja per<strong>de</strong>r unas elecciones<br />
por no ponerse corbata en un momento<br />
<strong>de</strong> pereza y por no suspen<strong>de</strong>r la lectura<br />
69
o la relectura <strong>de</strong> “A la sombra <strong>de</strong> las<br />
muchachas en flor” que escribió Marcel<br />
Proust, y Prío Socarrás es un temperamento<br />
<strong>de</strong> comerciante, perteneciente a una<br />
verda<strong>de</strong>ra rosca política, contra las cuales ha<br />
reaccionado el pueblo cubano, hastiado <strong>de</strong><br />
los chanchullos <strong>de</strong>scubiertos recientemente.<br />
En cambio, Fulgencio Batista es un<br />
hombre inteligente y práctico, que al subir al<br />
po<strong>de</strong>r no comenzó por creerse un sabelotodo,<br />
sino que por el contrario, con cierta humildad<br />
elegante, e imitando a Francisco Sánchez, el<br />
filósofo <strong>de</strong>l Renacimiento Español, <strong>de</strong>claró<br />
que sólo sabía que no sabía nada.<br />
Así fue como todas las mañanas se veía<br />
atravesar los largos corredores <strong>de</strong>l Palacio<br />
Presi<strong>de</strong>ncial a Fulgencio Batista, que llevaba<br />
los textos <strong>de</strong> sus estudios bajo el brazo, para<br />
sentarse durante dos horas cotidianas a<br />
oír a sus maestros y así fue como aprendió<br />
matemáticas, ingeniería <strong>de</strong> caminos, inglés,<br />
francés y alemán, leyó a los clásicos y, óigase<br />
bien, mejoró la letra y aprendió a leer <strong>de</strong><br />
corrido.<br />
70
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Esto lo supo el pueblo cubano que se<br />
sintió entusiasmado con aquel presi<strong>de</strong>nte<br />
sencillo y mo<strong>de</strong>sto, que al entrar al ejercicio<br />
<strong>de</strong>l mando <strong>de</strong>cía: asiéntese y jomento, y al<br />
abandonar su primer período presi<strong>de</strong>ncial<br />
era consi<strong>de</strong>rado, y con razón, como uno<br />
<strong>de</strong> los buenos escritores y <strong>de</strong> los buenos<br />
oradores cubanos.<br />
Su pueblo sabe que en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />
filosofastros y teorizantes no irá a ninguna<br />
parte, y ha resuelto ratificarle su mandato a<br />
este púgil ardoroso <strong>de</strong> la política.<br />
71
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
CON MOTIVO DE UN<br />
CONCURSO<br />
Hemos estado meditando largamente en<br />
el concurso literario abierto por el Gobierno<br />
Departamental para premiar, entre otras<br />
cosas, la mejor novela santan<strong>de</strong>reana y<br />
creemos que el mejor cuento. Por ahí no se<br />
va a ninguna parte.<br />
Está muy bien que la Aca<strong>de</strong>mia Sueca<br />
disponga <strong>de</strong>l premio Nobel para premiar<br />
al mejor novelista <strong>de</strong>l mundo y está muy<br />
bien que la Aca<strong>de</strong>mia Goncourt premie<br />
73
anualmente la mejor novela francesa, porque<br />
las dos agrupaciones operan en un campo<br />
amplísimo, don<strong>de</strong> es útil la discriminación y<br />
el estímulo.<br />
Pero los santan<strong>de</strong>reanos no sacamos<br />
nada con entregarle dos mil pesos a un<br />
parroquiano y <strong>de</strong>cirle que ha escrito la mejor<br />
novela <strong>de</strong>l año.<br />
Ni él gana nada, fuera <strong>de</strong> los dos mil<br />
pesos, ni el Departamento se aprovecha.<br />
Aquí, lo que hace falta es estimular la<br />
acción personal, dar ocasión a los escritores<br />
para ensayarse en el género que les plazca,<br />
prestarle acústica, pero mucha acústica, a<br />
los mo<strong>de</strong>stos triunfos obtenidos y poner en<br />
marcha un sistema mo<strong>de</strong>sto, pero eficaz que<br />
permita al Departamento encontrarse <strong>de</strong><br />
nuevo con su historia.<br />
Pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que, fuera <strong>de</strong> las “Crónicas<br />
<strong>de</strong> Bucaramanga” <strong>de</strong> don José Joaquín<br />
García, escritas con sencillez, sinceridad,<br />
sin pretensiones y a la ligera, no tenemos<br />
libros <strong>de</strong> consulta y <strong>de</strong> recreación, si es que<br />
no queremos acordarnos <strong>de</strong> los mamotretos<br />
74
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
que periódicamente viene publicando la<br />
Imprenta Departamental, en medio <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>sdén popular.<br />
Es increíble el grado <strong>de</strong> abandono<br />
y <strong>de</strong> pereza a que hemos llegado los<br />
santan<strong>de</strong>reanos en los últimos tiempos,<br />
cuando no tenemos ni una pobre revista<br />
dón<strong>de</strong> publicar el cliché <strong>de</strong>l Padre Eloy<br />
Valenzuela o <strong>de</strong>l Sabio José Celestino Mutis.<br />
Las únicas publicaciones <strong>de</strong> esta<br />
índole que hemos tenido últimamente son<br />
cua<strong>de</strong>rnitos sin gracia, sin aliento y sin<br />
emoción, <strong>de</strong>dicados a publicar los retratos<br />
<strong>de</strong> las once mil reinas que nos visitan o que<br />
elegimos periódicamente, creyendo que<br />
vamos a poner una Pica en Flan<strong>de</strong>s.<br />
Y no es solamente Santan<strong>de</strong>r el<br />
<strong>de</strong>partamento ocioso y dormido en esta<br />
materia, sino todo el país. Hubo un tiempo<br />
en que ni las mismas graves preocupaciones<br />
políticas, ni el rumor <strong>de</strong> posibles<br />
conjuraciones, eran capaces <strong>de</strong> hacer<br />
cambiar el rumbo a la admiración popular<br />
por nuestros gran<strong>de</strong>s hombres.<br />
75
Llegaba el estudiante a Bogotá y lo<br />
primero que hacía era salir con algunos<br />
amigos para visitar “La Gran Vía” o “La cuna<br />
<strong>de</strong> Venus” o “La Copa <strong>de</strong> Oro”, don<strong>de</strong> tenía<br />
la seguridad que podía conocer a algunos <strong>de</strong><br />
los gran<strong>de</strong>s poetas y <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s cronistas<br />
<strong>de</strong> la época.<br />
Allí le mostraban a uno, a Clímaco Soto<br />
Borda, a Carlos Villafañe, a Eduardo Castillo,<br />
a Ismael Enrique Arciniegas y a todos los<br />
hombres <strong>de</strong> pensamiento <strong>de</strong> la época.<br />
El público se preocupaba más por los<br />
hombres que por las cosas.<br />
La llegada <strong>de</strong> Guillermo Valencia a Bogotá<br />
era un suceso que suspendía el correr<br />
tranquilo <strong>de</strong> la existencia: se le recibía en<br />
la estación <strong>de</strong> la Sabana, entre jubilosas<br />
aclamaciones, se le llevaba en hombros<br />
hasta su apartamento, se le hacía recitar<br />
algún poema y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el día siguiente, todos<br />
los bogotanos salían más temprano a la<br />
calle, porque tenían que <strong>de</strong>dicar un rato al<br />
placer <strong>de</strong> ver al maestro, <strong>de</strong> conocerlo, <strong>de</strong><br />
saludarlo, <strong>de</strong> preguntarle qué había <strong>de</strong> nuevo<br />
en Popayán y cuál era su última composición.<br />
76
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Hoy, llega a Bogotá el más importante <strong>de</strong><br />
los colombianos y tiene que luchar a codazos<br />
para que no le roben el sombrero ni le<br />
saquen la cartera <strong>de</strong>l bolsillo, porque nadie lo<br />
conoce ni lo <strong>de</strong>termina, y los gamines siguen<br />
preguntándole, como a cualquier transeúnte:<br />
- “¿Embolo Mecio?”<br />
Era que entonces todos nos<br />
preocupábamos por dar vigencia al espíritu<br />
y permitir el funcionamiento <strong>de</strong> la gran<strong>de</strong>za.<br />
Por ejemplo, los juegos florales eran uno<br />
<strong>de</strong> los espectáculos más llamativos y que<br />
elevaban a mayor altura al poeta triunfante.<br />
Lo mismo pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse <strong>de</strong> los recitales.<br />
Nadie podrá olvidar la impresión que<br />
sintiera la noche en que Julio Flórez se <strong>de</strong>spidió<br />
<strong>de</strong> Bogotá con un recital hermosísimo, dado<br />
en el Teatro Colón, que estaba lleno <strong>de</strong> bote<br />
en bote. No es fácil olvidar la impresión<br />
causada por aquel hombre pálido, <strong>de</strong> larga<br />
melena, vestido <strong>de</strong> frac y que en medio <strong>de</strong> un<br />
silencio espectacular, avanzó por el escenario<br />
y levantando los brazos majestuosamente<br />
comenzó a recitar su poema “Al mar Caribe”.<br />
77
78<br />
“Aquí estás a mis plantas tembloroso,<br />
Tendida al ronco viento la melena<br />
Blanca y azul. Tu aliento <strong>de</strong> coloso<br />
Alza hasta mí la movediza arena…”<br />
Los juegos florales, los primeros juegos<br />
florales en que obtuvo la “Violeta <strong>de</strong> Oro”<br />
Aurelio Martínez Mutis, dieron al poeta<br />
santan<strong>de</strong>reano una celebridad continental<br />
y todos queríamos ver su retrato, conocerlo,<br />
admirarlo, felicitarlo…<br />
Hoy, apenas se sabría que ese cantor<br />
que se llenó <strong>de</strong> gloria por la noche durante<br />
dos horas, al día siguiente tomaba su jícara<br />
<strong>de</strong> chocolate con un pedazo <strong>de</strong> pan como<br />
<strong>de</strong>sayuno en el Colegio <strong>de</strong>l Rosario, <strong>de</strong>l que<br />
era estudiante <strong>de</strong> bachillerato…
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
BIBLIOTECAS<br />
En Me<strong>de</strong>llín funciona una biblioteca piloto,<br />
<strong>de</strong> la que hemos oído hablar muy bien y que<br />
no le costó al Municipio sino el pequeño<br />
rubor <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle a la ONU:<br />
- Muchas gracias.<br />
¿Qué se necesita para que Bucaramanga,<br />
Cali, Neiva y Popayán, y <strong>de</strong>más, poblaciones<br />
<strong>de</strong> importancia reciban igual beneficio?<br />
Creemos que en la actualidad estamos<br />
olvidando lamentablemente la significación<br />
79
que para el porvenir cultural <strong>de</strong> Colombia<br />
tiene la lectura en los primeros años <strong>de</strong> la<br />
niñez.<br />
Durante nuestra infancia, en una<br />
población <strong>de</strong> segundo or<strong>de</strong>n, recordamos<br />
aún que era casi imposible encontrar un libro<br />
que siquiera pudiera <strong>de</strong>jarse hojear, porque<br />
inclusive, en las mismas capitales no existían<br />
bibliotecas particulares, y el que tenía dos<br />
libros no tenía tres. Solamente, como por<br />
curiosidad, caído <strong>de</strong> no se sabe dón<strong>de</strong>,<br />
se leía, <strong>de</strong>scua<strong>de</strong>rnado y roto, sobre los<br />
bancos <strong>de</strong> carpintería o sobre las mesas <strong>de</strong>l<br />
comedor <strong>de</strong> las casas ricas, un ejemplar <strong>de</strong><br />
la “Antología y Poética” <strong>de</strong> don Emilio Isaza,<br />
la “Astronomía <strong>de</strong> las damas” <strong>de</strong> Flanmarión,<br />
“Las Ruinas <strong>de</strong> Palmira” <strong>de</strong>l Con<strong>de</strong> Volney.<br />
Pero los tiempos han ido presionando<br />
sobre la preparación intelectual y<br />
hoy los muchachos quieren leer, pero<br />
<strong>de</strong>sgraciadamente tienen que resignarse a<br />
comprar a precios excesivos esos cua<strong>de</strong>rnitos<br />
insulsos en los que las hazañas <strong>de</strong> Tarzán<br />
llenan páginas propicias para torcer la<br />
imaginación infantil y nada más.<br />
80
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Hacen falta bibliotecas oficiales<br />
que faciliten a los muchachos pobres,<br />
especialmente, obras amenas y útiles y<br />
baratas y ojalá, ese servicio pudiera hacerse<br />
como lo organizaron una vez en Bogotá<br />
los ilustres miembros <strong>de</strong> El mosaico: en<br />
bibliotecas rotativas que permitan ir <strong>de</strong> mano<br />
en mano y <strong>de</strong> barrio en barrio y <strong>de</strong> casa en<br />
casa, los libros <strong>de</strong> actualidad, como en otro<br />
tiempo fueron “María” y “El Rejo <strong>de</strong> Enlazar”.<br />
81
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
LLAMAS CONTRA EL VIENTO<br />
En la película Llamas contra el Viento,<br />
que me pareció un bello acierto <strong>de</strong> la<br />
cinematografía mo<strong>de</strong>rna, lo que sobresale<br />
como paisaje y <strong>de</strong>coración es el aporte <strong>de</strong><br />
Cartagena <strong>de</strong> Indias, que resulta una <strong>de</strong><br />
las más sugestivas emociones <strong>de</strong> toda la<br />
película.<br />
No es Caracas, con la suntuosidad en<br />
sus monumentales edificios públicos, ni es<br />
La Habana con sus playas hermosísimas, ni<br />
siquiera Panamá con su canal, sus esclusas,<br />
83
su barrio mo<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> Balboa, su plaza<br />
central, lo que constituye la parte culminante<br />
<strong>de</strong> la cinta, sino Cartagena con sus callejas<br />
típicas, con su castillo <strong>de</strong> San Felipe, con sus<br />
murallas, su Palacio <strong>de</strong> la Inquisición, sus<br />
conventos y sus galerías.<br />
Recordamos esto al leer un comentario<br />
inteligentísimo en que un escritor bogotano<br />
se queja amargamente <strong>de</strong> la poca atención<br />
que en el país se está prestando a los<br />
monumentos históricos y la facilidad con<br />
que se les <strong>de</strong>rriba para dar acceso a esos<br />
mamarrachos <strong>de</strong> cemento armado que<br />
<strong>de</strong>slucen y <strong>de</strong>slustran.<br />
No es solamente en Cartagena en<br />
don<strong>de</strong> está sucediendo esto, sino en todo<br />
el país, hasta el punto <strong>de</strong> que nosotros<br />
hemos llamado la atención varias veces a la<br />
insensatez con que se orienta el <strong>de</strong>sarrollo<br />
material <strong>de</strong> nuestros centros urbanos.<br />
Pero todavía nos resignamos a que Cali,<br />
Barranquilla, Bucaramanga y Me<strong>de</strong>llín, por<br />
más amadas y admiradas que sean, pierdan<br />
parte <strong>de</strong> sus tesoros arquitectónicos en aras<br />
<strong>de</strong> la comodidad y <strong>de</strong>l lujo.<br />
84
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Pero no se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir lo mismo cuando<br />
se trate <strong>de</strong> centros don<strong>de</strong> el pasado acumuló<br />
lo mejor y lo más llamativo <strong>de</strong> su cultura,<br />
como en Cartagena, en Popayán, en Girón,<br />
en Pamplona, en Tunja, que no tienen<br />
posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> sobresalir con sus magnos<br />
rascacielos, sus autopistas monumentales,<br />
sus ascensores, sus azoteas, sus avenidas,<br />
pero a don<strong>de</strong> eternamente el viajero iría a<br />
buscar solaz para su alma soñadora.<br />
Destruir eso y llenar <strong>de</strong> a<strong>de</strong>fesios las<br />
plazas y las calles <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s ciuda<strong>de</strong>s<br />
históricas <strong>de</strong> Colombia, es la mayor<br />
imbecilidad en que podamos incurrir.<br />
Pero no po<strong>de</strong>mos seguir hablando con los<br />
codos mientras la piqueta absurda avanza<br />
<strong>de</strong>struyéndolo todo y <strong>de</strong>formándolo todo.<br />
Mientras se constituyen las entida<strong>de</strong>s<br />
encargadas <strong>de</strong>l mantenimiento y <strong>de</strong>fensa<br />
<strong>de</strong> nuestros tesoros históricos, es al pueblo<br />
mismo al que correspon<strong>de</strong> con su energía<br />
y su buen sentido, ponerle pauta a este<br />
<strong>de</strong>sazonado afán <strong>de</strong> progreso.<br />
85
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
EL BACHILLERATO<br />
En Colombia seguimos con la costumbre<br />
<strong>de</strong> hacer las cosas a medias porque no<br />
queremos resignarnos a hacerlas en total.<br />
En torno al problema <strong>de</strong>l bachillerato, por<br />
ejemplo, venimos discutiendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace<br />
largos años, sin resultado alguno, y sin que nos<br />
resolvamos a enfrentarnos con el problema.<br />
Pero es el caso que según una publicación<br />
<strong>de</strong>l doctor Agustín Nieto Caballero, el título <strong>de</strong><br />
bachiller viene amparando año por año a una<br />
selección por lo bajo <strong>de</strong> nuestra juventud,<br />
87
hasta el caso <strong>de</strong> causar verda<strong>de</strong>ra alarma<br />
el resultado <strong>de</strong> las últimas calificaciones<br />
obtenidas por los alumnos que lograron ese<br />
título en 1956.<br />
Da grima volver un poco atrás y pensar<br />
que ha habido bachilleres para quienes el río<br />
más largo <strong>de</strong>l mundo es el Cabo <strong>de</strong> Hornos y<br />
el <strong>de</strong>scubridor <strong>de</strong> la Florida fue Vasco Núñez<br />
<strong>de</strong> Balboa.<br />
Pero ni aún así queremos resolvernos a<br />
prescindir <strong>de</strong>l bachillerato, que es un título<br />
intermedio que no <strong>de</strong>be existir, sino en<br />
relación con el estudio <strong>de</strong> cada una <strong>de</strong> las<br />
profesiones.<br />
Es <strong>de</strong>cir, que se <strong>de</strong>be prescindir <strong>de</strong>l<br />
bachillerato como título <strong>de</strong> idoneidad y<br />
reducir la enseñanza a la escuela primaria,<br />
a la secundaria y al colegio <strong>de</strong> segunda<br />
enseñanza.<br />
Pero este colegio <strong>de</strong>be ser una<br />
preparación universal muy distinta a la que<br />
estamos dando para el bachillerato actual,<br />
y que capacita al individuo para volverse<br />
a su casa y <strong>de</strong>cidirse al trabajo o al oficio<br />
correspondiente.<br />
88
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Los que quieran conseguir una profesión<br />
pasarían a la universidad, a la facultad<br />
respectiva y allí reemplazarían el bachillerato<br />
por tres años <strong>de</strong> capacitación, que cada<br />
facultad tendría como una especie <strong>de</strong> zaguán<br />
literario o científico.<br />
Entonces, el que va a estudiar medicina<br />
recibiría durante esos tres años una<br />
enseñanza acor<strong>de</strong> con esa profesión, en<br />
la cual, por ejemplo, se enseñaría francés,<br />
química, física, botánica, como en la abogacía<br />
se enseñaría retórica y <strong>de</strong>clamación, filosofía<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho, historia universal, historia patria<br />
y castellano.<br />
Lo que no sabemos ahora es si como<br />
materias exactas se encontraría con las<br />
clases <strong>de</strong> aritmética, <strong>de</strong> geometría, <strong>de</strong> física,<br />
<strong>de</strong> historia, <strong>de</strong> geografía y sus similares.<br />
Nadie apren<strong>de</strong>ría así, materias inútiles y<br />
estorbosas que lo que hacen hoy es envolver<br />
al estudiante en una serie <strong>de</strong> conocimientos<br />
ampulosos y mal adquiridos, que le impi<strong>de</strong>n<br />
clarificar el ambiente científico y hacerse<br />
prontamente un hombre útil y docto.<br />
89
El bachillerato como título <strong>de</strong> idoneidad,<br />
no ha servido hasta hoy sino para darle<br />
a la juventud un prestigio ridículo que el<br />
humorismo internacional ha simbolizado<br />
en personajes <strong>de</strong> tan angustiosa<br />
intrascen<strong>de</strong>ncia, como el bachiller Sansón<br />
Carrasco.<br />
90
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
LA EDUCACIÓN EN<br />
COLOMBIA<br />
La prensa bogotana se muestra<br />
intranquila por el problema <strong>de</strong> la educación<br />
nacional y especialmente <strong>de</strong> la primaria, y<br />
Calibán da un grito <strong>de</strong> alarma, anunciando<br />
que un millón <strong>de</strong> niños se quedan sin po<strong>de</strong>r<br />
conocer las primeras letras.<br />
Faltaba para ello el dinero y los maestros.<br />
Pero a mí me parece que el problema no<br />
es en realidad tan grave y lo que suce<strong>de</strong> es<br />
91
que en Colombia unos y otros nos hemos<br />
<strong>de</strong>dicado a la formación incontrolada <strong>de</strong><br />
profesionales y <strong>de</strong> técnicos con presupuestos<br />
costosísimos, y no hemos podido prospectar<br />
un sistema <strong>de</strong> enseñanza uniforme y riguroso.<br />
Cada ministro que llega al cargo, proce<strong>de</strong><br />
a su antojo, orientando la educación por<br />
caminos caprichosos y personales.<br />
Entonces, quedan a medio construir<br />
una serie interminable <strong>de</strong> edificios y a<br />
medio formar una cantidad inapreciable <strong>de</strong><br />
profesores, y los laboratorios, gabinetes y<br />
bibliotecas que se habían pedido para la gran<br />
iniciativa quedarán <strong>de</strong> sobra.<br />
Se dice que el problema es <strong>de</strong> seis<br />
millones <strong>de</strong> pesos, y a mí no me parece<br />
mucho, gastar seis millones <strong>de</strong> pesos <strong>de</strong> un<br />
país que tiene un presupuesto <strong>de</strong> mil cien<br />
millones, cosa fabulosa que hace diez años<br />
no se hubiera explicado nadie.<br />
La solución <strong>de</strong>l problema <strong>de</strong> la enseñanza<br />
primaria no ofrece dificultad alguna, porque<br />
bastaría con un <strong>de</strong>creto cerrándole las<br />
puertas <strong>de</strong> las escuelas a los muchachos<br />
92
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
menores <strong>de</strong> siete años, pues ya está<br />
sabido que <strong>de</strong> los <strong>de</strong> cinco a los seis años<br />
un muchacho no pue<strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r en una<br />
escuela sino a echar ajos, a silbar y a buscar<br />
a quien pellizcar en la banca.<br />
Prohíbase la concurrencia a las escuelas<br />
primarias <strong>de</strong> los muchachos <strong>de</strong> cinco y <strong>de</strong> seis<br />
años y quedarán veinte mil <strong>de</strong> éstas, libres<br />
para dar cabida a los que se están quedando<br />
por fuera y quedarán libres alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong><br />
tres mil profesores que podrán <strong>de</strong>stinarse a<br />
educar a los que hoy, necesariamente, tienen<br />
que quedarse por fuera.<br />
La <strong>Universidad</strong> Nacional también pue<strong>de</strong><br />
cerrarse por dos años como lo hicieron en<br />
la Argentina durante el primer gobierno <strong>de</strong><br />
Hipólito Irigoyen, pues a nadie se le ocurre<br />
que en Colombia no hace falta, por lo menos<br />
con carácter urgente, abogados, médicos o<br />
ingenieros.<br />
Con esas sumas se podría prospectar<br />
una política <strong>de</strong> educación nacional no<br />
copiada <strong>de</strong> otros países, y que nos llega<br />
<strong>de</strong>sadaptada como las ruanas mal medidas,<br />
sino una política <strong>de</strong> educación acor<strong>de</strong> con<br />
93
las características autóctonas <strong>de</strong>l pueblo,<br />
por ejemplo, con inclinaciones agrarias, bien<br />
encausadas y bien <strong>de</strong>sarrolladas.<br />
Esa es la gran necesidad <strong>de</strong>l día: la <strong>de</strong><br />
darnos cuenta <strong>de</strong> que somos y tenemos que<br />
ser un país mo<strong>de</strong>stamente agrícola y vivir <strong>de</strong><br />
lo que sembramos y producimos, y que para<br />
ello es indispensable capacitar al elemento<br />
humano, para que la tarea le resulte más<br />
fácil y más productiva.<br />
No es que al agricultor colombiano,<br />
por pobre o por rico que sea, se le oculte<br />
la significación que tiene la maquinaria<br />
mo<strong>de</strong>rna como contribución al abaratamiento<br />
y al volumen <strong>de</strong> las cosechas.<br />
Eso lo sabemos todos, pero lo que pasa<br />
es que en nuestros campos no se pue<strong>de</strong><br />
montar una máquina <strong>de</strong> afeitar o <strong>de</strong> picar<br />
pasto porque el día que se dañe, si se daña<br />
al día siguiente, si se maneja mal, hay que<br />
ir a la ciudad y contarle a todo el mundo el<br />
inmenso <strong>de</strong>sastre que se ha sufrido para que<br />
alguien por fin indique dón<strong>de</strong> vive un técnico<br />
mecánico, a quien hay que llevar y traer en el<br />
automóvil, pagándole una suma consi<strong>de</strong>rable<br />
94
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
por apretar un tornillo o aflojárselo un poco.<br />
Un minúsculo daño en el trapiche acaba<br />
con las ganancias <strong>de</strong> la semana, y el arreglo<br />
<strong>de</strong> una piladora, grava la carga <strong>de</strong> café más<br />
<strong>de</strong> lo que la grava el viaje a los Estados<br />
Unidos.<br />
Pero eso no es <strong>de</strong>fecto que no pueda<br />
corregirse con un plan educacional que<br />
borre por mucho tiempo, por lo menos los<br />
gastos suntuarios y la disciplina suntuaria,<br />
en el estudiantado que están encareciendo y<br />
<strong>de</strong>sviando la orientación pedagógica.<br />
Por ejemplo, ahora se trata <strong>de</strong> patrocinar<br />
a la muchachada estudiantil para que<br />
concurra a unos juegos intercolegiados, lo<br />
que tampoco hallo conveniente, ni mucho<br />
menos oportuno.<br />
Y ya que <strong>de</strong> estas cosas <strong>de</strong> enseñanza<br />
estamos hablando, convendría que<br />
estudiáramos un hecho que ha pasado<br />
<strong>de</strong>sapercibido <strong>de</strong> todos y que sin embargo,<br />
tiene una trascen<strong>de</strong>ntal significación. Me<br />
refiero al cambio <strong>de</strong> texto en el catecismo,<br />
pues se <strong>de</strong>salojó <strong>de</strong> la enseñanza al<br />
95
celebérrimo y popularísimo Padre Gaspar<br />
Astete, para reemplazarlo por uno que no le<br />
llega a los tobillos, con perdón <strong>de</strong>l mitrado<br />
autor.<br />
El Padre Astete había logrado un triunfo<br />
no sólo como expositor moral, sino <strong>de</strong> la<br />
dialéctica, y nuestra niñez está perfumada<br />
<strong>de</strong> gratas recordaciones en torno a aquel<br />
librito pequeño <strong>de</strong> sesenta y dos páginas y<br />
mo<strong>de</strong>sta pasta amarilla que abríamos un día,<br />
bajo el afán <strong>de</strong> la ignorancia y en don<strong>de</strong> se<br />
nos iluminaba el alma cuando leíamos:<br />
96<br />
- ¿Sois cristiano?<br />
- Sí, por la gracia <strong>de</strong> Dios.<br />
Pues bien: el nuevo catecismo acabó con<br />
la sencillez ejemplar <strong>de</strong> esta contestación y<br />
entra a explicar mazamorrudamente, lo que<br />
significa la palabra cristiano, por qué lo soy y<br />
cuáles son las ventajas espirituales <strong>de</strong> serlo.
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
CANTINFLAS<br />
Indudablemente, hemos ido perdiendo<br />
mucho en materia <strong>de</strong> sensibilidad artística<br />
y hemos <strong>de</strong>jado relajar los más nobles y<br />
fundamentales conceptos <strong>de</strong> la vida.<br />
Lo estoy diciendo porque no me explico,<br />
ni puedo explicarme jamás, el que un payaso<br />
<strong>de</strong> la categoría <strong>de</strong> Cantinflas pueda atraer la<br />
atención <strong>de</strong>l público tan estruendosamente<br />
como lo atrajo en Bogotá y en Me<strong>de</strong>llín.<br />
97
Los que vimos a Charles Chaplin, que<br />
no necesitamos estar muy viejos para ello,<br />
puesto que todavía se repiten sus prodigiosas<br />
cintas, no po<strong>de</strong>mos explicarnos cómo en<br />
pocos lustros <strong>de</strong>scendiéramos tanto, según<br />
el grito adolorido <strong>de</strong> Gaspar Núñez <strong>de</strong> Arce.<br />
Los críticos más autorizados <strong>de</strong>l cine,<br />
al estudiar la obra y la figura <strong>de</strong> Charles<br />
Chaplin, han llegado a afirmar que el autor<br />
cinematográfico pasará a la historia con la<br />
categoría que ocupa César en la guerra.<br />
Pero es que en este, todo es distinción,<br />
originalidad, novedad, sutileza, propiedad,<br />
y al revés <strong>de</strong> lo que pasa en Cantinflas,<br />
Charles Chaplin suscita la admiración y<br />
la risa, no por el bastoncito enclenque o<br />
las botas extravagantes o el bigote <strong>de</strong> dos<br />
puntas o el sombrero redondo, sino por<br />
un conjunto armonioso <strong>de</strong> acciones, <strong>de</strong><br />
gestos, <strong>de</strong> a<strong>de</strong>manes, <strong>de</strong> miradas que dan<br />
como resultado, al principio, la risa suave,<br />
bondadosa y serena, y luego la risotada<br />
monumental.<br />
Charles Chaplin pue<strong>de</strong> quedar <strong>de</strong> pie,<br />
estático, inmóvil en el escenario y a pesar <strong>de</strong><br />
98
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
eso provoca hilaridad.<br />
En Cantinflas, lo que hace reír es lo que<br />
hace reír en los borrachos, en los bobos y<br />
en los locos; la camisa afuera y los calzones<br />
caídos.<br />
Arreglen a Mario Moreno las faldas <strong>de</strong> la<br />
camisa, póngale una correa a los calzones,<br />
y verán <strong>de</strong>saparecer inmediatamente los<br />
títulos que invocan sus admiradores para<br />
risas.<br />
Todos los que quisieron imitar a Charles<br />
Chaplin cayeron en el ridículo y ninguno tuvo<br />
a costa suya el menor éxito.<br />
En Me<strong>de</strong>llín, durante la corrida bufa en<br />
la que actuaba Cantinflas, un borracho <strong>de</strong>l<br />
tendido <strong>de</strong>l sol se arrojó al ruedo vestido a lo<br />
Cantinflas, y por una ironía <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino, que<br />
es el mayor castigo que ha recibido el cómico<br />
mejicano a lo largo <strong>de</strong> su vida <strong>de</strong> payaso, el<br />
toro <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> envestirle y se volvió hacia el<br />
espontáneo, mientras el policía que se había<br />
lanzado <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l irreverente espectador,<br />
agarraba a Cantinflas <strong>de</strong> un brazo para<br />
sacarlo a la policía por intruso.<br />
99
Esto no hubiere pasado con un gran<br />
cómico que llevara en sí mismo el sentido <strong>de</strong><br />
la humorada, que es la <strong>de</strong>sproporción entre<br />
la realidad y el concepto.<br />
Aquí, bastó con que un antioqueño que<br />
tenía sus tragos en la cabeza se sacara las<br />
faldas <strong>de</strong> la camisa, se soltara los pantalones<br />
y se lanzara al ruedo para que Cantinflas<br />
pasara a segundo término, no solamente<br />
ante los espectadores sino ante el mismo<br />
toro.<br />
100
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
BENITÍN Y ENEAS<br />
La muerte <strong>de</strong> Harry Coway, el famoso<br />
humorista que hizo célebre su seudónimo<br />
<strong>de</strong> Bud Fisher, es un golpe mortal para la<br />
prensa, especialmente para la americana,<br />
que lo tuvo como colaborador permanente.<br />
Hace treinta años Bud Fisher entregó<br />
tímidamente a un diario cubano su primer<br />
dibujo con Benitín y Eneas.<br />
Pocos meses más tar<strong>de</strong>, los dos<br />
personajes eran tan populares en América,<br />
101
como lo pudieran ser por esos mismo días<br />
Wodrow Wilson, Hipólito Irigoyen o Juan<br />
Vicente Gómez, los hombres <strong>de</strong>l día que<br />
ocupaban las primeras planas <strong>de</strong> los diarios.<br />
Los dos atarvanes, el alto y el bajo, con<br />
su calvicie prematura el uno, y el otro con su<br />
peluquín orondo, se hicieron a la simpatía<br />
universal y llegaron a ser muy pronto dos<br />
filosofías, dos sistemas, dos métodos y dos<br />
maneras <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un mundo que se hundía<br />
en el caos por falta <strong>de</strong> filosofías, <strong>de</strong> métodos,<br />
<strong>de</strong> sistemas y <strong>de</strong> maneras.<br />
Benitín y Eneas llegaron a formar así para<br />
el lector, una especie <strong>de</strong> rinconcito amoroso<br />
y <strong>de</strong>leitable, don<strong>de</strong> el ánimo se acercaba a<br />
<strong>de</strong>scansar y a sonreír un poco, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
las noticias <strong>de</strong>tonantes y los artículos <strong>de</strong><br />
fondo.<br />
Aquellos dos amigotes en mangas<br />
<strong>de</strong> camisa, serenos, afables y sencillos<br />
han sido durante estos largos años <strong>de</strong><br />
tragedia, un refugio espiritual como el <strong>de</strong><br />
aquellos dos humil<strong>de</strong>s labriegos a quienes<br />
Jorge Clemenceau, el tigre, iba a buscar<br />
frecuentemente para extasiar su mente en el<br />
102
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
contacto con dos inteligencias <strong>de</strong>sprevenidas<br />
que <strong>de</strong>sconocían las hurañas muecas<br />
con que la suerte estaba amenazando<br />
cotidianamente al mundo.<br />
Porque Benitín y Eneas jamás se han dado<br />
cuenta <strong>de</strong> que Europa y América han sufrido<br />
tanto, <strong>de</strong> que el mundo pa<strong>de</strong>ciera la última<br />
guerra, <strong>de</strong> que Adolfo Hitler sucumbiera<br />
dramáticamente al escuchar cerca <strong>de</strong><br />
sí el terrible avance <strong>de</strong> las tropas rusas,<br />
<strong>de</strong> que la China hubiera caído en manos<br />
<strong>de</strong>l comunismo, <strong>de</strong> que Benito Mussolini<br />
pereciera en una triste aventura y menos<br />
aún, se percataron <strong>de</strong>l proceso lamentable<br />
<strong>de</strong> Núremberg y <strong>de</strong>l drama insondable <strong>de</strong><br />
Kateremburgo.<br />
Por encima o por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> esos<br />
tremendos sucesos, Benitín y Eneas han<br />
seguido llevando su vida apacible y mo<strong>de</strong>sta<br />
<strong>de</strong> hogar, <strong>de</strong>dicados a sencillos placeres<br />
familiares y discutiendo, mientras la lluvia<br />
cae afuera, el lugar don<strong>de</strong> <strong>de</strong>be colgarse<br />
el teléfono, el color que <strong>de</strong>be dársele a la<br />
pared <strong>de</strong>l dormitorio o el libro que <strong>de</strong>ben leer<br />
conjuntamente durante la dulce siesta <strong>de</strong>l<br />
mediodía.<br />
103
Por eso, cuando el tiempo pase y la<br />
actualidad no sea sino el recuerdo <strong>de</strong> una<br />
pesadilla pavorosa, las gentes sensatas,<br />
durante las tertulias a la luz <strong>de</strong>l fogón y en los<br />
atar<strong>de</strong>ceres apacibles, hablarán <strong>de</strong> Benitín<br />
y Eneas como <strong>de</strong> dos sabios maestros <strong>de</strong>l<br />
buen vivir y cumbres <strong>de</strong> la filosofía, tal como<br />
nosotros hablamos hoy con la admiración y<br />
cariño <strong>de</strong> Plotino, el hombre que mientras el<br />
mundo entero se <strong>de</strong>smoronaba trágicamente,<br />
dialogaba con sus discípulos sobre las cosas<br />
<strong>de</strong>l espíritu a la sombra benévola <strong>de</strong> los<br />
plátanos.<br />
104
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
MARDINE<br />
El profesor Mardine tuvo la gentileza <strong>de</strong> ir<br />
a mi casa en una <strong>de</strong> las noches pasadas y dar<br />
allí una <strong>de</strong>mostración <strong>de</strong> sus capacida<strong>de</strong>s<br />
múltiples como prestidigitador, como mago<br />
<strong>de</strong>l ilusionismo, <strong>de</strong>l mentalismo, etc.<br />
Tengo que confesar que le pongo pocas<br />
bolas, como se dice vulgarmente, a esta<br />
clase <strong>de</strong> conocimiento y capacida<strong>de</strong>s.<br />
Des<strong>de</strong> muy niño me aburrí <strong>de</strong> ver convertir<br />
un pedazo <strong>de</strong> cinta en una paloma y un huevo<br />
en una serpiente.<br />
105
Pero el profesor Mardine no es nada <strong>de</strong><br />
eso.<br />
Conmigo estaban aquella noche algunos<br />
eminentes amigos y todos ellos se quedaron<br />
sorprendidos <strong>de</strong> las capacida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> magia <strong>de</strong><br />
este profesor sin pretensiones y sin orgullos.<br />
La transmisión <strong>de</strong>l pensamiento, que ha<br />
sido una <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s conquistas <strong>de</strong> la<br />
humanidad y por la cual la ciencia tanto luchó<br />
y se esmeró, tiene en el profesor Mardine una<br />
cumbre, una verda<strong>de</strong>ra cumbre.<br />
No hay rendija por don<strong>de</strong> pueda colarse<br />
ni la habilidad ni la picardía, para restarle<br />
méritos a las <strong>de</strong>mostraciones que allí hizo y<br />
<strong>de</strong> las cuales quedamos todos sorprendidos.<br />
Por ejemplo, entre las diversas pruebas<br />
con que <strong>de</strong>mostró su capacidad y su ciencia<br />
Mardine, pue<strong>de</strong> anotarse la <strong>de</strong> la visión a<br />
través <strong>de</strong> los cuerpos opacos que repitió por<br />
seis veces con verda<strong>de</strong>ro acierto, seguridad<br />
y maestría.<br />
La transmisión <strong>de</strong>l pensamiento para<br />
adivinarle la edad, el lugar <strong>de</strong> nacimiento<br />
y otros <strong>de</strong>talles a una persona, con la sola<br />
106
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
ayuda <strong>de</strong> que ella lo vaya escribiendo en el<br />
suelo, estando el profesor perfectamente<br />
vendado e incapacitado para valerse <strong>de</strong> sus<br />
ojos, fue algo que <strong>de</strong>spertó la curiosidad y la<br />
admiración <strong>de</strong> los médicos que estaban allí.<br />
No sé cómo los ricos <strong>de</strong> Bucaramanga<br />
no se dan el gusto <strong>de</strong> reunirse <strong>de</strong> noche<br />
en sus casas y llevar un espectáculo tan<br />
manual, tan distinguido y tan útil para pasar<br />
unas horas <strong>de</strong>liciosas como las pasamos en<br />
casa, admirando y aplaudiendo al profesor<br />
Mardine.<br />
Por mi parte, siendo un escéptico <strong>de</strong><br />
todo esto, tengo que <strong>de</strong>clarar que pasé unas<br />
cuantas horas alegres y que sentí, y siento hoy<br />
una gran admiración por este ilustre maestro<br />
<strong>de</strong>l ocultismo, <strong>de</strong> la magia y <strong>de</strong>l ilusionismo<br />
que visita Bucaramanga, actualmente.<br />
107
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
LA TARJETA DE INVITACIÓN<br />
Pasó en estos días por los telones <strong>de</strong><br />
los teatros <strong>de</strong> Bucaramanga una película<br />
mejicana titulada “El Divorcio” basada en la<br />
novela <strong>de</strong>l mismo nombre <strong>de</strong> Polbu Bourguet.<br />
Hace bastante, cuando leía novelas, leí El<br />
Divorcio, pero ya no recordaba nada <strong>de</strong> ella.<br />
Y ahora me he <strong>de</strong>tenido en la película por un<br />
<strong>de</strong>talle: el protagonista <strong>de</strong> la novela y <strong>de</strong> la<br />
película, que es el marido, sufre una crisis<br />
espectacular cuando su mujer, aleccionada<br />
moralmente por un sacerdote que es un<br />
109
confesor, le reclama que acudan a celebrar<br />
el matrimonio católico, porque la sociedad<br />
los está consi<strong>de</strong>rando como amancebados,<br />
ya que por motivos legales, apenas están<br />
casados por lo civil.<br />
No podían haberlo hecho <strong>de</strong> otra manera<br />
porque vivía el primer esposo, pero el día que<br />
muere comienza el inquietante asedio <strong>de</strong><br />
aquella esposa a la cual, por fin el marido le<br />
reprocha explicándole que acudir en solicitud<br />
<strong>de</strong>l matrimonio católico sería tanto como<br />
reconocer que no estaban casados.<br />
Me hace caer en cuenta esta<br />
argumentación <strong>de</strong>l novelista francés y <strong>de</strong>l<br />
peliculero mejicano, el caso especialísimo<br />
<strong>de</strong> Rafael Núñez, que tampoco pudo celebrar<br />
su matrimonio católico porque vivía la<br />
primera esposa, doña Dolores Gallego, y<br />
los periodistas radicales les fueron crueles<br />
con sus ataques a su ilustre matrona, doña<br />
Soledad Román <strong>de</strong> Núñez, a quien llamaban<br />
la bagarrana <strong>de</strong>l traidor.<br />
Pero el ilustre filósofo y el genial escritor<br />
que fue Rafael Núñez no se <strong>de</strong>jó amarrar <strong>de</strong><br />
las apariencias, y cuando murió en Panamá<br />
110
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
la primera esposa y los mismo radicales<br />
esperaban la invitación al matrimonio<br />
católico para comprobar con ella, que Rafael<br />
Núñez no era sino un amancebado, el<br />
solitario <strong>de</strong>l cabrero los <strong>de</strong>jó con un palmo<br />
<strong>de</strong> narices y repartió una tarjeta que <strong>de</strong>cía:<br />
Rafael Núñez saluda a uste<strong>de</strong>s atentamente<br />
y tiene el honor <strong>de</strong> participarles que el 23 <strong>de</strong><br />
los corrientes, ante los altares <strong>de</strong> la Iglesia<br />
<strong>de</strong> San Pedro Claver, elevará a la condición<br />
<strong>de</strong> sacramento el matrimonio que <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
hace años tiene contraído con doña Soledad<br />
Román <strong>de</strong> Núñez.<br />
111
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
ALGO SOBRE BUCARAMANGA<br />
Enrique Santos, Calibán, viene publicando<br />
una serie <strong>de</strong> crónicas interesantísimas sobre<br />
lo que vio en Alemania, que acaba <strong>de</strong> visitar y<br />
<strong>de</strong> don<strong>de</strong> regresa bien impresionado.<br />
Se duele, entre otras cosas, <strong>de</strong> haber<br />
encontrado en Bogotá las anomalías que<br />
todos conocemos y lo hace refiriéndose a<br />
la estructura urbana <strong>de</strong> Hamburgo, don<strong>de</strong><br />
encontró una ciudad estupenda, construida<br />
con criterio metódico y científico.<br />
113
Anota los inconvenientes <strong>de</strong> la manera<br />
como se proce<strong>de</strong> entre nosotros para la<br />
construcción <strong>de</strong> barrios, especialmente los<br />
resi<strong>de</strong>nciales, y tiene palabras agrias contra<br />
quienes tuvieron esa empresa en la Bogotá<br />
<strong>de</strong> ayer y <strong>de</strong> antes <strong>de</strong> ayer.<br />
En Bucaramanga, es mucho lo que hay<br />
que <strong>de</strong>cir sobre el particular.<br />
Hay que salir a recorrer la ciudad por<br />
los alre<strong>de</strong>dores, meterse en los escondrijos<br />
que ella tiene, por los lados <strong>de</strong>l cuartel<br />
y <strong>de</strong> Morrorrico, <strong>de</strong> Campo Hermoso y<br />
la Pedregosa, para saber lo que se está<br />
haciendo y lo que no se está haciendo.<br />
Nosotros no tenemos en la actualidad una<br />
dirección inteligente y activa que responda<br />
<strong>de</strong>l progreso urbano <strong>de</strong> Bucaramanga y hay<br />
que ver la cantidad <strong>de</strong> casuchas que están<br />
colgándose como latas <strong>de</strong> sardinas en las<br />
cercanías <strong>de</strong> la urbe, dándole un aspecto<br />
lamentable.<br />
Bucaramanga tenía fama <strong>de</strong> ser la ciudad<br />
<strong>de</strong> los parques y los suyos se consi<strong>de</strong>raban<br />
los más bellos <strong>de</strong> Colombia; mentiras, puras<br />
mentiras.<br />
114
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
Cuando éramos una población <strong>de</strong> veinte<br />
mil habitantes y podíamos rego<strong>de</strong>arnos <strong>de</strong><br />
los cuatro arbolitos <strong>de</strong> carabela <strong>de</strong>l Parque<br />
<strong>de</strong> García Rovira y <strong>de</strong>l Samán <strong>de</strong>l parque<br />
Antonia Santos y <strong>de</strong> los ocho sarrapios <strong>de</strong>l<br />
Parque <strong>de</strong> los Niños, podríamos creer que<br />
teníamos bonitos parques.<br />
Pero hoy la civilización nos ha cogido<br />
<strong>de</strong>sprevenidos y no bastan las palmas y los<br />
sarrapios y los almendros para construir<br />
parques atrayentes y novedosos, como tienen<br />
hoy las gran<strong>de</strong>s ciuda<strong>de</strong>s.<br />
Para distracción <strong>de</strong> los niños hemos<br />
clavado unas cuantas ruedas <strong>de</strong> Chicago<br />
aquí y allá, pero eso no es nada.<br />
Convendría, como lo insinúa para Bogotá<br />
Enrique Santos, que nos <strong>de</strong>cidiéramos a<br />
formar, por ejemplo, un pequeño jardín<br />
zoológico en el que los muchachos que<br />
salieran a pasear los domingos con sus<br />
tíos y tías encontraran una cabra, un oso<br />
hormiguero, un armadillo, un mico, una<br />
perezosa, en fin, un ejemplar siquiera <strong>de</strong><br />
cada una <strong>de</strong> las especies que andan por<br />
montes y montañas, asequibles fácilmente a<br />
la cacería humanitaria.<br />
115
Nosotros no po<strong>de</strong>mos aspirar a tener<br />
elefantes y dromedarios en nuestros jardines<br />
zoológicos, ni hay para qué tenerlos, porque<br />
cada uno <strong>de</strong>be vestirse con lo suyo, pero<br />
ese jardín zoológico comenzaría a ser una<br />
novedad, una gran novedad en la población.<br />
Afortunadamente, sabemos que <strong>de</strong> estas<br />
cosas habrá <strong>de</strong> imponerse nuestro buen<br />
amigo, el doctor Gilberto Serrano Martínez,<br />
quien ha <strong>de</strong>dicado su nobilísimo espíritu al<br />
servicio <strong>de</strong> la ciudad en estos menesteres.<br />
Pero a él hay que ayudarlo y la ciudad <strong>de</strong>be<br />
convencerse <strong>de</strong> que si no quiere quedarse<br />
atrás en esta vuelta al mundo que es la vida<br />
mo<strong>de</strong>rna, tiene que ponerse en pie <strong>de</strong>s<strong>de</strong> por<br />
la mañana, afanarse, moverse y cepillarse<br />
meticulosamente para darle impresión <strong>de</strong><br />
urbe mo<strong>de</strong>rna, ya que en muchos aspectos<br />
lo es y merece serlo.<br />
116
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
EL FERROCARRIL DE PUERTO<br />
WILCHES<br />
Ahora que viene un nuevo administrador<br />
<strong>de</strong>l Ferrocarril <strong>de</strong> Puerto Wilches, conviene<br />
hablar algo sobre lo que ha sido esta obra<br />
para Bucaramanga y para los Santan<strong>de</strong>res, y<br />
sobre lo que ha podido ser.<br />
Porque hay que convenir en que si el<br />
general Solón Wilches y los iniciadores <strong>de</strong> la<br />
magna empresa <strong>de</strong>spertaran hoy a la vida y<br />
fueran a transitar por la línea <strong>de</strong>l Ferrocarril,<br />
cogiendo un carro en Bucaramanga y yendo<br />
117
a trasbordar en el Café Madrid, para seguir<br />
<strong>de</strong>spaciosamente por entre estaciones<br />
mediocres y sin atractivos, darían un grito<br />
<strong>de</strong> alarma y se sentirían engañados por el<br />
<strong>de</strong>stino.<br />
El Ferrocarril <strong>de</strong> Puerto Wilches no entró<br />
<strong>de</strong> lleno al corazón <strong>de</strong> los santan<strong>de</strong>reanos y<br />
no logró <strong>de</strong>spertar en ellos la atracción <strong>de</strong>l<br />
río y <strong>de</strong> la selva, amaño porteño, exquisito y<br />
novedoso, y el afecto y la inclinación al viaje<br />
y al <strong>de</strong>porte.<br />
118<br />
En Bucaramanga, todo mundo <strong>de</strong>cía:<br />
- Cuando haya Ferrocarril al Río<br />
Magdalena me iré todos los sábados a<br />
pasar allí el fin <strong>de</strong> semana.<br />
Y nadie, absolutamente nadie lo hace.<br />
Porque, entre otras cosas, el tránsito por<br />
esta vía es una hazaña heroica <strong>de</strong> las que<br />
quedan en la historia <strong>de</strong> un pueblo flotando<br />
entre emociones y aspavientos.<br />
Los que conocimos la línea <strong>de</strong>l Ferrocarril<br />
en los tiempos <strong>de</strong> su construcción, llegamos a<br />
concebir sobre ella, en torno a ella, ilusiones
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
reconfortantes porque veíamos la cantidad<br />
<strong>de</strong> gente que, por conocer el Río Magdalena<br />
y su ciénaga, hacía un viaje <strong>de</strong> tres días a<br />
caballo. Y lo merecía el espectáculo.<br />
Yo recuerdo la emoción que me produjo<br />
la primera vez que lo presencié, aquel<br />
espectáculo mañanero, cuando <strong>de</strong> tres a<br />
cuatro se sale hasta la orilla <strong>de</strong>l río a ver la<br />
llegada <strong>de</strong> canoas y lanchas y barquetas<br />
cargadas <strong>de</strong> pescado, que se va extendiendo<br />
en la playa para su expendio en gran<strong>de</strong>, y<br />
junto con ese trajín, ar<strong>de</strong>n los fogones para<br />
las fritangas y para el café tinto y a lo lejos<br />
se escucha, <strong>de</strong> cuando en cuando, el lento<br />
alarido <strong>de</strong> un buque que reanuda su marcha<br />
temprano.<br />
Pero nadie, absolutamente nadie se<br />
atreve a coger hoy una maleta <strong>de</strong> viaje y<br />
sentarse en un vagón <strong>de</strong>l Ferrocarril <strong>de</strong> Puerto<br />
Wilches para exponerse a que en una <strong>de</strong> sus<br />
estaciones salgan bandoleros, lo bajen, se<br />
lo lleven a la selva, lo roben y lo asesinen<br />
<strong>de</strong>scaradamente, y a los seis meses an<strong>de</strong>n<br />
repartidas por ahí, las fotografías <strong>de</strong>l cadáver<br />
sin manos y sin pies, encontrado cerca a la<br />
quebrada La Cristalina, por un piquete <strong>de</strong>l<br />
ejército o por unos exploradores.<br />
119
Unos cuantos mozos <strong>de</strong> trabajo y <strong>de</strong><br />
imaginación, han fundado junto a la línea,<br />
algunos hatos <strong>de</strong> ganado que parece<br />
que prosperan y mejoran, pero yo mismo<br />
he captado en sus apreciaciones sobre<br />
empresas, el ánimo dubitativo con que las<br />
sostienen y la poca fe con que aguardan su<br />
porvenir.<br />
Son aquellas incipientes fundaciones <strong>de</strong><br />
doscientas o trescientas cabezas <strong>de</strong> ganado,<br />
que no tienen nada parecido con las que se<br />
fundan por hombres <strong>de</strong> esa talla moral, en<br />
los lugares en don<strong>de</strong> el elemento humano<br />
no ha <strong>de</strong>generado hasta las proporciones<br />
en que lo hizo <strong>de</strong>generar este bandolerismo<br />
agresivo y cruel que por allí amenaza a los<br />
hombres <strong>de</strong> bien.<br />
Bucaramanga no sabe lo que ha perdido<br />
con esta contaminación <strong>de</strong>l ferrocarril, que<br />
lo pue<strong>de</strong> recapacitar un poco y caerá en<br />
cuenta hoy, <strong>de</strong> que estamos perdiendo la<br />
vía y que todas las activida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l tránsito<br />
y <strong>de</strong> la carga se están encaminando hacia<br />
la carretera <strong>de</strong> Barrancabermeja, que el día<br />
en que esté asfaltada, liquidará sin que nos<br />
120
JUAN CRISTÓBAL MARTÍNEZ<br />
<strong>de</strong>mos cuenta lo que fue un ensueño <strong>de</strong><br />
largos años y en torno a lo cual libró la raza,<br />
gestas memorables que la engran<strong>de</strong>cieron y<br />
la glorificaron.<br />
Bucaramanga no se ha preocupado por<br />
darle expansión a su existencia buscándole<br />
sitios que la atraigan en los días <strong>de</strong> fiesta y<br />
en los fines <strong>de</strong> semana, y hacia los cuales<br />
pueda irse confiadamente a pescar, cazar,<br />
a bañarse, a saltar, a gritar, a recitar, a<br />
disciplinar el alma para <strong>de</strong>spués volver en<br />
la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l domingo con i<strong>de</strong>as nuevas y<br />
sentimientos nuevos, alegres y satisfechos.<br />
Por eso, hemos <strong>de</strong>scuidado la Mesa <strong>de</strong><br />
Ruitoque y los Altos <strong>de</strong>l Mortiño, y hemos<br />
<strong>de</strong>sconocido la acogedora sabana <strong>de</strong> Motoso<br />
y nos hemos olvidado <strong>de</strong> los baños <strong>de</strong> Cara<br />
<strong>de</strong> Perro <strong>de</strong>l Río <strong>de</strong> Girón y el pozo <strong>de</strong> Pailas,<br />
y solamente ahora unos cuanto ricachones<br />
se resolvieron a edificar unas casa en la<br />
Mesa <strong>de</strong> los Santos para irse los domingos a<br />
comerse alegremente el mercado.<br />
Cuando se lee a Alfonso Dau<strong>de</strong>t en sus<br />
hermosos cuadros sobre la vida parisiense,<br />
se siente una provocación infinita <strong>de</strong> echarse<br />
121
a cuestas todas estas sabanas, todos estos<br />
páramos, todas estas selvas y todos estos<br />
ríos, y viajar a París a repartirlos entre aquellas<br />
familias burguesas que los domingos salen<br />
hacia las afueras <strong>de</strong> la gran metrópoli y<br />
don<strong>de</strong> encuentran la sombra <strong>de</strong> un árbol, se<br />
quitan el saco y se tien<strong>de</strong>n a charlar y a gozar<br />
con el pensamiento <strong>de</strong> que están pasando<br />
un día <strong>de</strong> vacaciones en el campo.<br />
Porque cuenta Alfonso Dau<strong>de</strong>t que en<br />
París, la mayor <strong>de</strong>sgracia que le pue<strong>de</strong> caer<br />
a una familia es la <strong>de</strong> tener que almorzar el<br />
domingo en la misma mesa y en el mismo<br />
comedor y bajo el mismo techo don<strong>de</strong><br />
almuerzan los lunes, los martes y los viernes…<br />
Nosotros no hemos caído en la<br />
cuenta <strong>de</strong> lo que para el rendimiento<br />
<strong>de</strong> la capacidad humana significan esa<br />
expansiones campesinas y agrarias que<br />
son goce insuperable <strong>de</strong> otros pueblos<br />
y por eso, precisamente por eso hemos<br />
<strong>de</strong>jado <strong>de</strong>slumbrar todos estos motivos <strong>de</strong><br />
expansión entre los cuales hubiere figurado<br />
con brillo y con emoción el <strong>de</strong>l Ferrocarril <strong>de</strong><br />
Puerto Wilches.<br />
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Colección<br />
Biblioteca Mínima Santan<strong>de</strong>reana<br />
N° 1. Cuento. Tomás Vargas Osorio<br />
N°2. Poesía. Tomás Vargas Osorio<br />
N°3. Poesía. Ismael Enrique Arciniegas<br />
N°4. Prosas. Jaime Barrera Parra<br />
N°5. Cuentos. Elisa Mújica<br />
N°6. Cuentos. Enrique Otero D´Costa<br />
N°7. Versos y prosas. Luis Enrique Antolínez<br />
N°8. Poesía. Alfonso Acevedo Díaz