Del Arte Moderno al Arte Contemporaneo - Universidad ...
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artísticas y arquitectónicas con los v<strong>al</strong>ores del modo de vida de la llamada<br />
democracia occident<strong>al</strong>.<br />
La arquitectura moderna en Ecuador asomó entonces como un innegable<br />
símbolo de progreso y desarrollo, pero, poco a poco, dicho avance fue<br />
mostrando su adjetivo: se trataba, simbólicamente desde luego, del progreso,<br />
desarrollo y avance del capit<strong>al</strong>ismo dependiente o neocoloni<strong>al</strong>. Esta<br />
arquitectura, que comenzó a llegar por acá en los años treintas con el Art Déco,<br />
(vuestra catedr<strong>al</strong>, construida después del terremoto, tiene una marcada<br />
influencia de esta corriente europea de entreguerras), comenzó a modificar<br />
nuestras ciudades. Es indudable que en términos de comodidad, sanidad,<br />
sencillez form<strong>al</strong>, estabilidad y, en fin, en muchos otros aspectos, la arquitectura<br />
moderna trajo ventajas en relación a la que aquí se hacía entonces. Pero<br />
también es cierto que la misma, así como sus lineamientos urbanos, destrozaron<br />
el patrimonio tangible de nuestras ciudades, convirtiendo a muchas de ellas en<br />
conglomerados anónimos y genéricos que niegan el sentido mismo de lo que es<br />
la ciudad.<br />
Ustedes deben saber por ejemplo que aquí, en Ambato, el tristemente<br />
recordado terremoto no causó tanta destrucción de su arquitectura vernácula<br />
como lo hizo el Arq. Sixto Duran B<strong>al</strong>lén, quien <strong>al</strong> decretar con su Plan<br />
Regulador las famosas “líneas de fábrica”, promovió un urbanismo <strong>al</strong> servicio<br />
del automóvil.<br />
Claro está que ni esas formas abstractas ni la intención de sus creadores,<br />
buscaron emp<strong>al</strong>mar con esos intereses que, de artístico no tenían nada. Fueron<br />
más bien los ideólogos cultur<strong>al</strong>es del capit<strong>al</strong>ismo quienes descubrieron la<br />
potenci<strong>al</strong>idad de los lenguajes abstractos para sus campañas de despolitización<br />
de las artes latinoamericanas y sus llamados en favor del arte por el arte,<br />
desligado de la vida y sus contingencias.<br />
Las oligarquías bananeras, cacaoteras, pesqueras, no esperaron mejor<br />
noticia: adoptaron dichas formas como representativas suyas y del progreso que<br />
lideraba su país emblema. Su actitud influyó mucho, para m<strong>al</strong>, pues se produjo<br />
en medios cultur<strong>al</strong>es y universitarios en donde la discusión de la estética<br />
moderna es incipiente, poco an<strong>al</strong>ítica y colonizada.<br />
Por su parte, el imperi<strong>al</strong>ismo a través del Museo de <strong>Arte</strong> <strong>Moderno</strong> de NY,<br />
de la CIA y de sus embajadas, se empeñaron en difundir dichas corrientes como<br />
sinónimo de lo moderno, en contra de las ricas manifestaciones plásticas que<br />
hasta bien entrado el siglo XX se habían desarrollado en México, el Caribe, en<br />
los países andinos, Brasil, Argentina… y, como hemos visto, en Ecuador<br />
también. En este punto, los arquitectos debemos recordar el llamado Estilo<br />
Neocoloni<strong>al</strong> que fue apocado por las corrientes modernistas. No es que dicho<br />
estrilo sea una <strong>al</strong>ternativa a la arquitectura moderna, pero en todo caso fue una<br />
manifestación que buscó apoyarse en una tradición distinta. Como ejemplo de<br />
dicho estilo nos quedan entre otros pocos edificios, la sede de la Casa de la<br />
Cultura, en Quito, y la misma casa de su mentor, Benjamín Carrión.<br />
La imposición de la que hablo no fue fácil ni tot<strong>al</strong>.<br />
La tradición artística crítica de nuestra modernidad es fuerte y, si bien<br />
surgieron expresionistas abstractos, copiones y reproductores de formas<br />
exóticas, el asunto no se definió tot<strong>al</strong>mente a favor de estos últimos. Hoy que el<br />
tiempo ha pasado, constatamos cuáles son las obras de esos tiempos que han<br />
sobrevivido y se mantienen como referentes de nuestro patrimonio artístico.<br />
No obstante la resistencia cultur<strong>al</strong>, se debe reconocer que las formas<br />
contrarias a los deseos de afirmar nuestras especificidades han incidido en la