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Profr. Alejandro Williams Rivas

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Por: Eugenia María Jenner Goytortúa,<br />

Profesora de Inglés<br />

En la historia del arte nos encontramos corrientes que cronológicamente<br />

se suceden pero que son totalmente contrarias, como<br />

por ejemplo la corriente barroca y la neoclásica. El arte es sin<br />

duda manifestación del quehacer humano y refleja nuestra tendencia<br />

de ir de un extremo al otro en nuestra ideología. Cuando<br />

lo sabio sería tomar lo mejor de cada teoría y sí... estar abiertos<br />

al cambio pero no desechar lo bueno que se tiene y crear una<br />

corriente ecléctica... que tome lo mejor de cada una.<br />

Esto ha ocurrido en el terreno de la educación, cuando al ver la<br />

represión y autoritarismo en la que vivieron generaciones pasadas,<br />

se pasó a la ausencia de autoridad para con los hijos con<br />

las respectivas consecuencias que esto trae y se añora de alguna<br />

manera ese control perdido por parte de los padres.<br />

Alguna vez escuché a una abuelita decir, “mis padres me controlaban<br />

con la mirada... y eso era bueno... lo único que cambiaría<br />

sería la violencia utilizada y la falta de comunicación que había<br />

entre nosotros, mucho lo tuve que aprender en la calle y no de<br />

la mejor manera”.<br />

John K. Rosemond en su libro Por que lo mando yo trata el concepto<br />

de autoridad como un valor muy importante en el educador,<br />

como una condición imprescindible para el adecuado manejo<br />

del desarrollo de los niños. Hace énfasis en que los educadores<br />

debemos ser una autoridad y que al establecer los límites dentro<br />

de los cuales el ser humano se pueda desarrollar de una manera<br />

óptima, éste puede moverse con libertad fortaleciendo su autonomía<br />

y autoestima dentro de ese marco.<br />

Entre otros aspectos valiosos de este libro el autor plantea que al<br />

conseguir la disciplina es difícil que sus hijos lo desesperen, y es<br />

más fácil ejercer cualquier virtud en un marco de ecuanimidad.<br />

Pero el concepto de disciplina es bastante polémico y hasta<br />

subjetivo, cada persona puede dar su propia definición. Para<br />

efectos de este artículo la definición de disciplina planteada por<br />

el Centro Integral de Servicios Educativos (CISE) me pareció interesante,<br />

amplia y acertada. La define como “el conjunto de<br />

normas, decisiones, prácticas y estrategias que se llevan a cabo<br />

para que los hijos aprendan un auto-control inteligente así como<br />

formas maduras y responsables de conducta que les ayuden a<br />

superar los obstáculos a lo largo de su vida”.<br />

Plantea también la importancia de encontrar el justo medio entre<br />

ser autoritario y ser permisivo. CISE también plantea que<br />

especialistas coinciden que los padres excesivamente permisivos<br />

generan en el niño conductas rebeldes y desafiantes; por el contrario,<br />

los niños tratados con un marcado autoritarismo se tornan<br />

pasivos, sumisos y dependientes.<br />

“El justo medio es donde se encuentra la virtud” (Aristóteles).<br />

Un anciano sabio hacía la analogía entre la educación y la equitación:<br />

“el caballo se debe manejar con maestría, a veces se<br />

tiene que soltar la rienda, pero sólo lo justo para que no se<br />

desboque y a veces ajustarla, pero sólo lo justo para no hacerlo<br />

relinchar”.<br />

Queda claro que la disciplina es un valor, lo que muchas veces<br />

no queda claro es el medio para lograrla. Se me ocurre nombrar<br />

conceptos que han sido exitosos para lograrla como la constancia,<br />

la congruencia, la consistencia, la comunicación efectiva, la<br />

objetividad, el acercamiento afectivo, los hábitos.<br />

Pero también tenemos conceptos peligrosos que se han utilizado<br />

con el lema de que “el fin justifica los medios”, como la agresión<br />

y el miedo.<br />

Dorothy Corkille Briggs nos dice que un indicador de éxito en<br />

la educación se mide por el nivel de autoestima que maneje el<br />

educando. Partiendo de esta premisa, consideramos la autoestima<br />

como un valor que debe ser cuidado, atesorado y nunca<br />

sacrificado en aras de la disciplina. Por lo que el uso de la violencia<br />

como método para el establecimiento de límites es muy<br />

caro en términos de salud mental ya que genera neurosis y mina<br />

la autoestima.<br />

Me gusta el ejemplo de que la extirpación de un tumor del cerebro<br />

no justifica la extirpación del cerebro mismo. Así que, para<br />

que los hijos aprendan un auto-control inteligente, el conjunto<br />

de normas, decisiones, prácticas y estrategias jamás debe de<br />

extirpar la autoestima.<br />

Muchos padres piensan que inspirando miedo están ejerciendo<br />

su autoridad, cuando lo que están consiguiendo es moldear la<br />

conducta a un precio muy alto que genera resentimiento, inseguridad<br />

y lejanía. Tal vez es el camino corto y de alguna manera<br />

cómodo, pero entorpece la comunicación, medio imprescindible<br />

para contactar a nuestros hijos física, mental y espiritualmente.<br />

Existen diferentes niveles de agresión que van desde el lenguaje<br />

corporal, las etiquetas, descalificaciones orales, hasta insultos,<br />

golpes, etc. De hecho muchas veces estas estrategias provocan<br />

el efecto contrario deseado ya que se refuerzan conductas negativas,<br />

en lugar de motivar conductas positivas.<br />

Cualquier tipo de violencia es poco deseable pero menos deseable<br />

es la violencia que proviene de figuras afectivas pues<br />

se generan conflictos internos y lo más preocupante es que se<br />

convierten en modelos a seguir, frecuentemente se copian los<br />

patrones de generación en generación.<br />

Selma Fraiberg de la Wayne State University en Estados Unidos<br />

hizo diversas investigaciones sobre los casos más severos<br />

de agresividad humana y el desarrollo mental de los adultos.<br />

Dice que los niños que son rechazados o traumatizados antes<br />

de los seis años de vida, pueden desarrollar una personalidad<br />

antisocial.<br />

Actualmente es una preocupación de la educación de vanguardia<br />

el educar para la paz. Pero si no luchamos contra las agresiones<br />

que se viven dentro de la familia, que es la célula de la sociedad,<br />

será difícil alcanzarla a nivel mundial.<br />

Antes de practicar cualquier tipo de agresión como estrategia<br />

para lograr la disciplina, las siguientes preguntas pueden resultar<br />

valiosas para analizar estrategias más seguras que refuercen<br />

nuestra autoridad.<br />

• ¿Tengo claro el conjunto de normas, decisiones, prácticas y<br />

estrategias para lograr la disciplina?<br />

• ¿Si lo tengo claro yo, lo he comunicado claramente?<br />

• ¿Qué tan constante soy en la aplicación de estas normas, decisiones,<br />

prácticas y estrategias?<br />

• ¿Qué tan consistente soy con otros niveles de autoridad involucrados<br />

en la educación?<br />

• ¿Qué tan congruente soy entre lo que predico y lo que practico?<br />

• ¿Soy objetivo en mis apreciaciones?<br />

• ¿Soy capaz de separar mis conflictos emocionales de mi labor<br />

de educador?<br />

• ¿Mantengo un acercamiento afectivo efectivo?<br />

• ¿Soy sensible a las necesidades individuales?<br />

Conclusión<br />

Las personas que ejercen una autoridad efectiva no necesitan<br />

usar la violencia, ni física ni psicológica. Luego entonces, puede<br />

decirse que el uso de la violencia es sólo el resultado de no<br />

saber ejercer efectivamente la autoridad.<br />

La disciplina no se contrapone con el amor, al contrario, lo<br />

complementa. Sin embargo, nada que mine la autoestima debe<br />

ponerse en práctica como estrategia para alcanzarla.<br />

La definición de disciplina menciona normas, decisiones, prácticas<br />

y estrategias que se llevan a cabo por parte de los educadores<br />

pero el objetivo es que paulatinamente los hijos practiquen<br />

un auto-control que los llevará a la autonomía y a tener las<br />

herramientas necesarias para vivir una vida plena.

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