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—Tenemos un trabajo para usted, señor Forge. Será bastante difícil, me temo,<br />
pero sospecho que un goblin con sus obvias habilidades lo considerará un desafío<br />
a su altura. Es una reliquia familiar de valor incalculable, como verá. Durante<br />
mucho tiempo la creí perdida. Curioso, ¿verdad, cómo las cosas tienden a aparecer<br />
cuando más las necesitas? Ha sido horrendamente dañada por, er, vándalos. Pero<br />
si hay algo que crea usted que puede hacer para ayudar le estaremos<br />
eternamente... agradecidos.<br />
La voz fina farfullaba de nuevo cuando el hombre pálido comenzó a girar la silla<br />
de en medio. De repente, Forge deseó no ver en absoluto lo que había en ella.<br />
Deseó huir, o al menos apartar la mirada. Sabía que si lo hacía, probablemente le<br />
matarían. Observó y escuchó, y cuando la silla se giró por fin, la voz finalmente se<br />
hizo inteligible.<br />
—¡Mostradme ante éeeeel! —jadeó con su fea, diminuta y rota voz—.<br />
¡Mostradmeeee! —Y comenzó a reír con la risa alta, aguda y rota de un hombre<br />
concienzudamente loco, una risa fragmentada y retorcida.<br />
El retrato no era grande. Estaba casi absolutamente destruido. Solo quedaban<br />
unas pocas trizas y jirones: la comisura de la boca; dos dedos de una delgada y<br />
pálida mano; un solo ojo reluciente y rojo. Había sido desgarrado. El reverso del<br />
marco mostraba docenas de cuchilladas profundas y pinchazos.<br />
—¡Haced que me repaaaaareeeee! —gritó el retrato con su fina voz insectil—.<br />
¡Hazlo Luciuussss! ¡Haz que me repareeeee....!<br />
—Será un placer para él, mi señor —sonrió el hombre pálido, levantando la<br />
mirada hacia Forge, con los ojos húmedos, refulgentes.<br />
—¿M-mi señor? —dijo Gregor, como sorprendido al oír al diezmado retrato<br />
hablar tan claramente—. ¡Aún sigue aquí! ¡Pero creíamos...!<br />
—¡Eso no imporrrrrrta! —chilló el retrato de Voldemort—. ¡El Guardián está en<br />
camino! ¡El legado de nuestro antepasado está al alcance de la mano!<br />
¡Veeeeeenganza!<br />
Gregor parecía desesperadamente perdido ante este súbito giro de los<br />
acontecimientos.<br />
—¿Pero... pero cómo le encontraremos, mi señor?<br />
—Noooo lo hareeeemos... —siseó el retrato. El sonido de su voz rota agitó un<br />
jirón del lienzo. Forge temía la visión de esta horrible cosa, temía lo que le iban a<br />
pedir que hiciera. Pero lo que más tenía era lo que esa cosa iba a decir a<br />
continuación.<br />
La pintura suspiró profundamente y dijo, en una exhalación: