<strong>La</strong> <strong>draga</strong>, <strong>una</strong> <strong>herramienta</strong> <strong>imprescindible</strong> En el reiterado y permanente intento de hacer crecer a la isla Nazar Anchorena, convencidos de que es la salida al problema del crecimiento vegetativo que enfrenta el <strong>Club</strong>, la CD entendió, resolvió e inició la construcción de <strong>una</strong> <strong>draga</strong>. A tal efecto, contrató los servicios del Sr. Horacio Mirassou, especialista de reconocido prestigio en la materia para encarar la construcción de la misma. Nadie puede aseguramos por cuánto tiempo podremos disponer de la actualmente en uso. Pero sí sabemos que la Ellicott tiene <strong>una</strong> capacidad de <strong>draga</strong>do muy limitada en razón de su baja potencia y su antigüedad, y que no podemos <strong>draga</strong>r a más de tres metros de profundidad, lo que significa que en días de marea alta (y no necesariamente excepcional), la <strong>draga</strong> permanece parada. Teniendo en cuenta que estamos rodeados de un río de aporte y pensando que deberán <strong>draga</strong>rse en el menor tiempo posible 4.000.000 m3 para concretar la isla Nazar Anchorena es que nos largamos a construir esta <strong>draga</strong>... que no es ni más ni menos que otro de los desafíos que el <strong>Club</strong> ha encarado a través de toda su historia. <strong>La</strong> <strong>draga</strong> está siendo construida en el galpón Montes de Oca por personal contratado a tal efecto y con la colaboración del personal que trabaja en nuestros talleres a las órdenes del Gerente de Mantenimiento, Ing. Comellas. Si bien es cierto que su crecimiento tiene relación directa con las finanzas del <strong>Club</strong>, acelerando o retardándose su construcción según el estado de las mismas, confiamos, atento al estado en que se encuentra, que su botadura será realidad en un futuro cercano. Los antecedentes Puede decirse que las características geográficas del <strong>Club</strong> y su ubicación nos han obligado a <strong>una</strong> compañía casi permanente y necesaría: la <strong>draga</strong> ha sido siempre en el Náutico <strong>una</strong> presencia ineludible y buscada. El <strong>Club</strong> está apoyado sobre años de trabajo de <strong>draga</strong>do y lo que hoy pisamos como tierra firme no hace mucho estaba en el fondo del río. Si las crecientes nos perjudican menos que antes es gracias a la labor ininterrumpida efectuada en el <strong>Club</strong> prácticamente desde su fundación por las distintas <strong>draga</strong>s que por aquí pasaron. En la mayoría de los casos, se trataba de unidades facilitadas en alquiler por la Dirección de Hidráulica de la Provincia de Buenos Aires, pero este nuevo desafío encarado por las autoridades del —77— <strong>Club</strong> tiene antecedentes que señalan claramente y desde sus orígenes la necesidad de disponer de esta <strong>herramienta</strong> útil y de permanente necesidad para su crecimiento. Así es: ya en 1915 —a cinco años de la fundación del CNSI—, la Comisión Directiva de entonces construyó <strong>una</strong> <strong>draga</strong> que funcionó durante varios años. Esta unidad estaba montada sobre un casco prestado y por este motivo terminó siendo desmantelada cuando el propietario del mismo finalmente lo vendió. Hacia mediados de la década del 60 aparece otra <strong>draga</strong>, también de propiedad del <strong>Club</strong>, sobre la que no se tienen muchos datos, pero de la que algún memorioso recuerda algunos. Se llamaba “Benjamin Nazar Anchorena” y era <strong>una</strong> casco de hierro de unos 8x4 m, pintado con antióxido, que amarraba generalmente al lado del puente de acceso, por entonces de madera. Técnicamente era <strong>una</strong> <strong>draga</strong> de succión con cortador, con un motor semidiesel, sin propulsión y con dos pilares que se hincaban. Con su aporte se rellenó parte de la cancha de golf y prácticamente toda la Punta Norte, cuando ese sector era <strong>una</strong> selva y sólo llegaban hasta allí varias zorras que trabajaban con un tendido Decauville. Esta <strong>draga</strong> era manejada por un empleado de apellido Cascaro y según los datos recopilados, fue vendida al <strong>Club</strong> de Velas Rosario. Poco después, el <strong>Club</strong> encaró uno de los proyectos más ambiciosos de su historia, la compra de cien hectáreas de terreno anegado que veinte años después es un paraíso que sigue creciendo ininterrumpidamente: la isla Alberto Nazar Anchotena, así bautizada en homenaje a quien fuera su incansable impulsor. ¿Cómo se logró el cambio? Por supuesto que con el aporte de <strong>una</strong> <strong>draga</strong>. En el año 1972, recién adjudicada la entonces Isla “B”, la Comisión Directiva presidida por Alberto Nazar Anchorena e integrada entre otros por D. Alberto Obarrio, D. Sergio Isla Casares y D. Jorge Tomás Salas, decidió comprar <strong>una</strong> <strong>draga</strong>. Se publicaron avisos en los diarios y hasta se avanzó en la negociación de <strong>una</strong> denominada Flandria, que finalmente no se concretó. Ante la imposibilidad de comprar <strong>una</strong>, de allí en más se alquiló, y de esta manera se ha venido trabajando hasta hoy. Un estudio detallado de las necesidades del <strong>Club</strong> en tal sentido y sus costos han decidido a la CD a optar por su construcción, como el medio más seguro y a la larga menos oneroso para seguir creciendo. REVISTA NÁUTICO Nº 172 - ABRIL DE 1992