Cuentos del pájaro dragón - Fundación Gypaetus

—De acuerdo.
—Vale, entonces tú vete por ahí —dijo señalando la montaña donde vivían los
quebrantahuesos.
Así que el niño fue a la montaña, la subió y en ese mismo instante vio a los
quebrantahuesos, que parecían muy hambrientos. Entonces, Juan abrió la mochila
y sacó unos cuantos huesos y se los dio. El más pequeño, fuerte, bonito, con plumas
blancas y negras se hizo amigo del niño.
Entonces, se oyó un disparo.Y el chico dijo:
—¡Uf!, menudo tiro ha disparado mi padre —se dio la
media vuelta y vio al quebrantahuesos más viejo herido y
después vio que no había sido su padre, sino otros cazadores
que habían disparado de lejos.
Entonces, Juan espantó a los quebrantahuesos para que
se fueran y no los atraparan.
Después, el chico cogió al herido y se lo llevó para intentar
curarlo. Cuando llegó a casa intentó limpiar la sangre
de la herida, pero como el quebrantahuesos estaba muy
viejo se murió al poco rato. Juan lo enterró en el campo,
al lado de un pino.Al día siguiente se despertó muy
tarde y vio que su padre no estaba. Desayunó, se
vistió y se fue al campo a buscarlo con su mochila
llena de comida para su amigo el quebrantahuesos.
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