Cuentos del pájaro dragón - Fundación Gypaetus

Cuando se hizo de noche Nano, Sergio y Carlos fueron a la cueva a ver cómo
estaba Tono, vieron que estaba bien y le quitaron la venda, comprobaron que la
herida estaba bien y se fueron a ver otros quebrantahuesos. Lorenza se fue a la
cueva de Tono y su familia y les dejó un montón de comida. Al día siguiente, Tono
ya no sentía dolor en la herida y quería volar, probó a volar y lo consiguió.
Su familia le siguió para revolcarse en el barro y después, se fue a Suiza a unas
montañas muy altas donde hizo nuevos amigos. Uno se llamaba José, otro Javier
y los otros se llamaban Manu, Emilio, Sergio, Daniel y una hembra llamada Laura.
Tono se enamoró de Laura a primera vista y siempre le acompañaba a todos lados
porque no quería Tono que le pasara nada a Laura. Laura se encariñó con Tono.
Un día, Laura se iba a comer un hueso que tenía veneno y Tono le dijo:
—¡No te lo comas!
Y no llegó a comérselo. Laura le pidió que si podía hacer algo por él.
—Pues muchas gracias Tono —dijo Laura.
—No ha sido nada mujer —dijo Tono.
Laura le dio un beso en la cara a Tono y se fueron
los dos a la cueva a comerse los huesos, cuando
anocheció se fueron a dormir muy cansados
después del día tan ajetreado.
Al día siguiente, Tono y Laura se fueron al campo
para revolcarse en el barro y divertirse.
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