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Los favoritos del viejo lobo-BP - The Dump

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Estábamos, claro está, deseando desembarcar pero entre nosotros y aquella pacífica<br />

escena se interponía una dificultad.<br />

Había una gran franja de aguas revueltas entre nosotros y la playa, el oleaje de la costa,<br />

producida por hileras regulares de olas montañosas que se dirigían a toda prisa para<br />

morir en la playa, en la cual ninguna embarcación ordinaria podría sobrevivir.<br />

Pero los marinos nativos comprendieron cómo afrontar esto y no muy tarde vimos las<br />

barcas surfear, saliendo como pequeños escarabajos arrastrándose sobre las aguas.<br />

Cada barca llevaba alrededor de veinte hombres sentados a lo largo de cada borda,<br />

empuñando cada hombre una pala corta, trabajando todos juntos como un mecanismo<br />

de relojería y cantando una misteriosa canción mientras hundían sus palas en el agua<br />

empujando hacia <strong>del</strong>ante a su gran embarcación.<br />

UN REMO COMO TIMÓN<br />

En la popa permanecía en pie el timonel, sosteniendo un gran remo con el cual dirigía el<br />

barco, de modo que lo colocaba sobre las olas en el ángulo apropiado sin ser arrojado<br />

por ellas.<br />

Era realmente diversión mezclada con una considerable excitación el desembarcar en<br />

una de estas barcas, ya que conforme te acercabas más y más a la orilla el rugido <strong>del</strong><br />

rompedero era más y más alto y empezabas a pensar que desearías no haber venido. Y<br />

cuando te situabas entre las olas, la barca parecía precipitarse contigo y los remeros<br />

gritaban su canción y manejaban sus palas con doble furia, de modo que uno se sentía<br />

también excitado y venía a ser como una montaña rusa asociada a una inmersión en un<br />

tobogán de agua. Uno quería gritar con la diversión y se sentía bastante apenado<br />

conforme el barco embarrancaba en la playa, como precipitado por cien tipos queriendo<br />

impulsarlo sano y salvo, lejos de todo posible daño.<br />

NEGROS QUE PARECÍAN LLENOS DE ALEGRÍA<br />

Después de haber tomado tierra en la barcas surferas nos encontramos en una vasta y<br />

caótica ciudad compuesta de pequeñas cabañas construidas a lo largo de carreteras<br />

polvorientas, con una población negra que parecía llena de alegría, con grandes bocas<br />

sonrientes que mostraban sus más que blancos dientes. Ellos eran capaces de mantener<br />

sus dientes más limpios que la mayoría de chicos ingleses, pero espero que los lobatos<br />

no serán ganados en esto por los negritos de ninguna manera, y así limpiaréis vuestros<br />

dientes cada mañana y cada tarde como ellos hacen.<br />

Ellos no poseen cepillos de dientes ordinarios hechos de marfil y cerdas como nosotros,<br />

ni tienen farmacias donde poder comprarlos, así que hacen lo que unos lobatos con<br />

recursos hacen cuando no tienen algo que necesitan…se lo fabrican.<br />

Toman un trocito de palo <strong>del</strong> tamaño de un lápiz grueso y amartillan su final<br />

aplastándolo entre dos piedras hasta que se deshilacha en muchas fibras como las de una<br />

brocha. Usando este final ellos frotan sus dientes arriba y abajo y así los mantienen<br />

blancos y limpios y no sufren de dolor de muelas.<br />

Aunque este país está habitado por nativos es una parte <strong>del</strong> Imperio Británico, y está<br />

regulado por un Gobernador Británico y unos pocos comisionados y oficiales de policía.<br />

La gente es buena, un pueblo bien educado y que tienen escuelas muy parecidas a las<br />

nuestras de aquí y ahora entre los muchachos tienen sus tropas de scouts y sus manadas<br />

de lobatos, de modo que podéis estar seguros de que serán buenos súbditos <strong>del</strong> Rey.<br />

Pero sólo unas pocas millas hacia el interior los nativos eran muy rebeldes. Allí, aunque<br />

estuviesen bajo la protección Británica, estaban regulados por su propio Rey, y no<br />

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