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Los favoritos del viejo lobo-BP - The Dump

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tranquila desde el momento que sintió que yo estaba firme en la silla y en el momento<br />

que le pedí que avanzara lo hizo como un corderito, fue <strong>del</strong>icioso montarla.<br />

Pero ese era su inconveniente. Cuando quiera que quisiera montarla era una tremenda<br />

lucha entre ella y su mozo de cuadras. Fue sólo una o dos semanas más tarde cuando<br />

averigüé el secreto.<br />

Andaba explorando en solitario lejos <strong>del</strong> resto de la columna cuando, por accidente, se<br />

me cayó el revolver. Así que desmonté de un salto para recogerlo. Entonces, de repente,<br />

un mal pensamiento vino a mi cabeza, “¿Cómo voy a ser capaz de montarla de nuevo<br />

sin que nadie le sujete la cabeza?”<br />

Bien, tenía que hacer algo así que me armé de valor e intenté hacerlo sin ninguna ayuda.<br />

FUI A ELLO SIN TITUBEAR<br />

A menudo me he dado cuenta de que si tienes alguna tarea difícil o peligrosa, casi nunca<br />

es tan mala como parecía cuando te pones a hacerla. Cuanto más te fijas en un trabajo<br />

desagradable menos te gusta. Vas a ello sin titubeos y resulta bastante sencillo. Y así lo<br />

hice en este caso. Lo logré con bastante facilidad.<br />

Hagarene no mostró la más ligera irritación cuando me subí. Lo intenté una y otra vez y<br />

entonces descubrí que ella no tenía ninguna objeción a que la montara. Lo que objetaba<br />

era que alguien le sujetase la cabeza mientras lo hacía. Así que nunca más dejé que el<br />

mozo la sujetase y en consecuencia siempre se mostraba bastante amable y amistosa.<br />

Bueno, cuando digo eso quiero decir que era bastante amistosa “conmigo”. Pero en una<br />

ocasión que quería que uno de mis hombres llevara un mensaje por mí, le pedí que<br />

montara en mi caballo y cabalgara con él. Se subió muy bien de un salto pero de algún<br />

modo a Hagarene no le gustaba y lo desmontó el doble de rápido.<br />

Sí, ella era así. Tenía sus gustos y sus manías.<br />

Pero ella nunca fue desagradable conmigo después de aquel primer encuentro, excepto<br />

una vez y eso fue, o realmente así lo creo, porque perdió el control por un momento.<br />

AQUELLA MANIOBRA DEL TERREMOTO<br />

Acabábamos de regresar de un largo día de marcha y hombres y caballos estaban<br />

cansados y sedientos. Era mi deber vigilar que mis hombres montaran sus caballos hasta<br />

el abrevadero antes de llevarlos a los establos. Estaba sentado perezosamente sobre<br />

Hagarene, y ella había trabajado lo suficiente como para que se sintiese contenta de que<br />

hubiese terminado la marcha. De repente volvió a realizar la maniobra <strong>del</strong> terremoto de<br />

nuevo, enviándome fuera de la silla, de modo que caí al suelo sobre mis manos mientras<br />

mis pies permanecían en los estribos. Entonces, exactamente igual que antes, ella<br />

permaneció totalmente quieta, así que me encaramé de nuevo en la silla ¡sin haberme<br />

caído <strong>del</strong> caballo! Estuve a punto de ser multado porque si un oficial cae de su caballo<br />

durante una formación tiene que pagar una multa al Oficial. Pero no fui multado esta<br />

vez porque no llegué a caerme, mis pies nunca estuvieron en el suelo.<br />

TRAS EL JABALÍ SALVAJE<br />

Lo que más le gustaba a Hagarene era el “Pig-sticking”, es decir la caza <strong>del</strong> jabalí.<br />

Era tan rápida e inteligente cuando cabalgaba sobre terreno abrupto tras un jabalí, que<br />

casi gana la Copa Challenge de “Pig-sticking”.<br />

Éramos cuatro en competición. ¡Qué emoción!<br />

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