Boletín PUENTE nº 76 - Fundación Agape
Boletín PUENTE nº 76 - Fundación Agape
Boletín PUENTE nº 76 - Fundación Agape
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
la información y el dialogo posterior todos contentos a la espera de que llegue el domingo<br />
día veintiuno.<br />
Ya es domingo. A las 6´30 de la mañana llegamos a la prisión los tres capellanes en el<br />
autobús que nos va a llevar a Cuatro Vientos y que nos trasladará de un lugar a otro. Sin<br />
más me dirijo a la puerta de entrada. El guardia civil que está de servicio se asusta un poco<br />
al ver llegar un autobús y tres personas a esa hora. Hablo con él y avisa al Jefe de Servicio.<br />
Desde la Torre me abren las puertas, pues no hay funcionarios en los rastrillos a esa hora, y<br />
voy hacia ingresos para aligerar la salida, ya que es necesario que a las siete estemos todos<br />
en el autobús para poder estar en Cuatro Vientos a las ocho de la mañana que es la hora<br />
que nos han indicado.<br />
Una vez en ingresos los internos ya están allí. Es el momento de la huella y la foto.<br />
Terminado todo el protocolo, acompañados por un funcionario salimos de la prisión. A las<br />
siete en punto todos en el autobús rumbo a Cuatro Vientos. Todos contentos y felices, para<br />
ellos va a ser una experiencia única, tal y como lo ponen de manifiesto. Los primero repartir<br />
las mochilas y las camisetas preparadas para este día, por delante el escudo de la Orden y<br />
por detrás el logotipo de la JMJ.<br />
A las siete y media comienza a amanecer y desde el autobús contemplamos la salida del<br />
sol. A las ocho llegando a Cuatro Vientos. Por todos los lados riadas de personas. La<br />
explanada abarrotada de gente. Nosotros nos dirigimos al lugar asignado; no andando, sino<br />
en autobús, ya que tuvimos la gran suerte de que el autobús entrara hasta el aparcamiento<br />
que había detrás del altar, junto a los autobuses de los cardenales, obispos y la prensa. Sin<br />
duda un gran privilegio ya que no tuvimos que andar, pues el sector donde vamos a estar se<br />
encuentra a penas a cien metros.<br />
Llegamos, bajamos del autobús, nos dirigimos a la entrada del sector, nos recibe una<br />
persona de la organización y una chica joven, policía, nos pide la identificación. Como no<br />
tenemos DNI enseño la hoja de filiación de cada uno que me han dado en la Prisión y nos<br />
acomodamos en el lugar asignado. Una vez allí, son las ocho y cuarto, la cara de todos es<br />
de sorpresa. Cientos y cientos de jóvenes que se está levantando. Todo lleno de esterillas,<br />
tiendas de campaña, jóvenes tumbados… La pregunta surge inmediatamente, ¿aquí se va a<br />
celebrar una misa?, pues mirándolo fríamente la impresión era que todo lo contrario; el<br />
ambiente parecía más bien de un concierto de rock. Pero no. Allí iba haber una gran<br />
celebración; una gran manifestación de fe. Poco a poco re recoge todo, los jóvenes se van<br />
acomodando y a las nueve de la mañana cuando llega el Papa todo cambia. Los jóvenes en<br />
pie para comenzar la gran fiesta.<br />
Mientras miramos de un lado para otro, comentamos lo que estamos viendo y los<br />
sentimientos que surgen en cada uno, nos colocamos en el lugar que creemos oportuno, a<br />
la espera de que de comienzo la celebración. Nos hacemos algunas fotos, nos sentamos en<br />
el suelo y una sorpresa-anécdota. Se acerca a nosotros un voluntario y nos dice: ―por favor<br />
tienen que dejar libre este lugar ya que está reservado para unos presos que van a venir de<br />
la cárcel‖. Nos miramos unos a otros y sin decir ni una sola palabra nos colocamos un poco<br />
más adelante. La cosa estaba bien clara: nadie se había dado cuenta de que ellos eran los<br />
presos. En ese momento y en ese lugar eran dieciocho personas más que había venido a<br />
celebrar la Eucaristía.<br />
A las nueve y media da comienzo la celebración. Estamos relativamente cerca del altar pero<br />
no vemos al Papa. Menos mal que allí mismo tenemos una pantalla gigante en la cual<br />
podemos ver todo. Con todos los jóvenes allí presentes participamos en la Eucaristía y la<br />
vivimos con gran intensidad. Para todos nosotros aquello era algo impensable. ¿Quién nos<br />
iba a decir dos meses antes que íbamos a estar con un millón y medio de jóvenes en torno<br />
al Papa participando en la misa de clausura de la JMJ?. Sin duda alguna que en aquel<br />
momento éramos unos privilegiados. De entre mil ochocientos internos yo, con otros<br />
diecisiete más, estaba aquí, libre, sin barrotes ni muros que aprisionen mi libertad, cantando,<br />
rezando y celebrando la fe.<br />
<strong>Boletín</strong> <strong>PUENTE</strong> <strong>nº</strong> <strong>76</strong> Página 20