PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Ellie miró a Grant, cuando éste dijo:<br />
—Bien, señor Hammond, todo ese dinero financiaría por entero nuestras expediciones<br />
de los próximos dos veranos.<br />
—Bien, bien —dijo Hammond con suavidad. Ahora parecía estar confundido, con los<br />
pensamientos puestos en otra cosa—. Quiero que esto resulte agradable... Bien, les<br />
enviaré el reactor de la compañía, para que les recoja en ese campo de aterrizaje que<br />
está al este de Choteau. ¿Sabe a cuál me refiero? Está sólo a unas dos horas en<br />
automóvil desde donde se halla usted. Estén allá a las cinco de la tarde de mañana, y les<br />
estaré esperando. Les llevaré directamente. ¿Pueden, usted y la doctora Sattier, alcanzar<br />
ese avión?<br />
—Creo que podemos.<br />
—Bien. Lleven poco equipaje. No necesitan pasaportes: ya me encargo de eso. Hasta<br />
mañana —concluyó Hammond, y colgó.<br />
COWAIN, SWAIN Y ROSS<br />
El sol del mediodía se derramaba copiosamente en el estudio jurídico de «Cowan,<br />
Swan y Ross», en San Francisco, dándole a la oficina una alegría que Donald Gennaro no<br />
sentía. Escuchaba el teléfono y miraba a su patrón, Daniel Ross, frío como un enterrador,<br />
con su traje oscuro de rayas finas.<br />
—Entiendo, John —decía Gennaro—. ¿Y Grant accedió? Bien, bien... Sí, eso me<br />
parece algo excelente. Mis felicitaciones, John. —Colgó el teléfono y se volvió hacia<br />
Ross—. Ya no podemos confiar en Hammond. Está sometido a demasiada presión. El<br />
EPA le está investigando, está atrasado en la construcción de su finca de recreo de Costa<br />
Rica y los inversores se están poniendo nerviosos. Ha habido demasiados rumores de<br />
que se suscitaron problemas allá. Demasiados obreros murieron. Y ahora este asunto de<br />
un pro-compsit-como-sea en tierra firme...<br />
—¿Qué quiere decir eso? —preguntó Ross.<br />
—Quizá nada. Pero «Hamachi» es uno de nuestros principales inversores. La semana<br />
pasada recibí un informe del representante de «Hamachi» en San José, la capital de<br />
Costa Rica: según el informe, una nueva especie de lagartija está mordiendo a los niños<br />
en la costa.<br />
Ross parpadeó:<br />
—¿Una nueva lagartija?<br />
—Sí. No podemos hacer bromas con esto. Tenemos que inspeccionar esa isla de<br />
inmediato. Le he pedido a Hammond que ordene inspecciones semanales del lugar<br />
durante las próximas tres semanas.<br />
—¿Y qué dice Hammond?<br />
—Insiste en que nada está mal en la isla. Afirma que funcionan todas las medidas de<br />
seguridad.<br />
—Pero usted no le cree —dijo Ross.<br />
—No —contestó Gennaro—. No le creo.<br />
Donald Gennaro había llegado a «Cowan, Swain», con antecedentes en el Banco de<br />
inversiones. Los clientes de Cowan, Swain, pertenecientes al ramo de la alta tecnología,<br />
con frecuencia necesitaban capital y Gennaro les ayudaba a conseguir el dinero: una de<br />
sus primeras misiones, allá por 1982, había sido acompañar a John Hammond mientras el<br />
viejo, a la razón de setenta años, reunía los fondos para iniciar la sociedad anónima<br />
«InGen». Finalmente, reunieron alrededor de mil millones de dólares, y Gennaro<br />
recordaba ese trabajo como una carrera enloquecedora.<br />
—Hammond es un soñador —comentó.