PARQUE JURÁSICO - Fieras, alimañas y sabandijas
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Ellie tenía razón: eran como las casamatas circulares nazis de las antiguas películas<br />
bélicas.<br />
En ese momento oyeron una explosión sorda, y Grant hizo los papeles a un lado:<br />
—De vuelta al trabajo —dijo.<br />
—¡Fuego!<br />
Se produjo una leve vibración y, después, curvas de nivel amarillas cruzaron a través<br />
de la pantalla del ordenador. Esta vez la resolución fue perfecta, y Alan Grant tuvo una<br />
fugaz visión del esqueleto, muy bien definido, el largo cuello arqueado hacia atrás: se<br />
trataba, de modo incuestionable, de un velocirraptor joven, y parecía hallarse en<br />
perfecto...<br />
La pantalla quedó en blanco.<br />
—¡Maldita sea, odio los ordenadores! —comentó Grant, parpadeando bajo el sol—.<br />
¿Qué ha pasado ahora?<br />
—He perdido la entrada del integrador —explicó uno de los muchachos—. Sólo tardaré<br />
un minuto.<br />
El muchacho se inclinó para mirar la maraña de cables que iban hasta la parte trasera<br />
del ordenador portátil de pilas. Habían colocado el ordenador sobre un cajón de cerveza,<br />
en la cima de la Colina Cuatro, no lejos del dispositivo al que llamaban Golpeador.<br />
Grant se sentó en la ladera de la colina y miró su reloj. Le susurró a Ellie:<br />
—Vamos a tener que hacer esto a la antigua.<br />
Uno de los muchachos alcanzó a oírlo y contestó:<br />
—¡Oh, Alan!<br />
—Miren —dijo Grant—, tengo que tomar un avión. Y quiero el fósil protegido antes de<br />
irme.<br />
Poca gente entendía que, una vez que se empezaba a exponer un fósil al aire, había<br />
que continuar, o arriesgarse a perderlo. Los visitantes imaginaban que el paisaje de las<br />
tierras malas era inmutable pero, a decir verdad, se estaba desgastando todo el tiempo,<br />
literalmente ante los ojos del observador: durante todo el transcurso del día se podía oír el<br />
entrechocamiento de guijarros que caían rodando por la ladera desmenuzada de la colina.<br />
Y siempre existía el riesgo de un temporal: hasta un chaparrón breve arrastraría un fósil<br />
delicado. Por eso, el esqueleto parcialmente expuesto de Grant estaba en peligro, y había<br />
que protegerlo hasta que el paleontólogo volviera.<br />
Por lo común, la protección de los fósiles consistía en tender una tela impermeable<br />
sobre el emplazamiento de la excavación y abrir una zanja alrededor del perímetro del<br />
emplazamiento, para controlar el drenaje del agua. La cuestión era saber lo grande que<br />
debía ser la zanja que precisaba el fósil del velocirraptor: Para decidirlo estaban<br />
empleando tomografía sonora con ayuda del ordenador, o CAST (1). Éste era un nuevo<br />
procedimiento, en el que el Golpeador disparaba un balín blando de plomo al suelo,<br />
produciendo ondas de choque que el ordenador leía y con las que armaba una especie de<br />
imagen radiográfica de la ladera. El grupo de Grant había estado utilizando ese<br />
procedimiento durante todo el verano, con distintos resultados.<br />
Ahora, Golpeador se encontraba a seis metros de distancia: era una gran caja plateada<br />
sobre ruedas, con una sombrilla en la parte superior. Parecía un carrito de helados,<br />
incongruentemente estacionado en las tierras malas. El Golpeador tenía dos jóvenes<br />
asistentes que le estaban cargando el siguiente perdigón blando de plomo.<br />
Hasta entonces, el programa CAST se limitaba a localizar la extensión de los hallazgos,<br />
ayudando al equipo de Grant a excavar de manera más eficiente. Pero los muchachos<br />
afirmaban que, dentro de unos pocos años, sería posible generar una imagen tan<br />
detallada que la excavación sería redundante: se podría obtener una imagen perfecta de<br />
los huesos, en tres dimensiones, y prometía un nuevo mundo de arqueología sin<br />
excavaciones.