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la madre teresa <strong>de</strong> calcuta<br />
grandiosidad. Si <strong>de</strong> verdad queremos ser suyos y servirle,<br />
<strong>de</strong>bemos permitirle que se sirva <strong>de</strong> nosotros para proclamarle<br />
como Él quiere.<br />
Pero, con esto, estoy anticipando la conclusión en mucha<br />
mayor medida <strong>de</strong> la que correspon<strong>de</strong> al principio <strong>de</strong><br />
un libro. Así que volvamos a empezar por el principio.<br />
• . •<br />
Tuve el privilegio <strong>de</strong> conocer a la <strong>Madre</strong> <strong>Teresa</strong> cuando<br />
yo era todavía estudiante. En aquella época yo trabajaba<br />
estrechamente con el obispo eslovaco exiliado Pavol<br />
Hnilica, que vivía en Roma y apoyaba a la Iglesia clan<strong>de</strong>stina<br />
en el antiguo bloque <strong>de</strong> los países <strong>de</strong>l Este, a través <strong>de</strong><br />
la organización benéfica Pro Fratribus, que él había fundado.<br />
Conoció a la <strong>Madre</strong> <strong>Teresa</strong> en 1964, en el Congreso<br />
Eucarístico <strong>de</strong> Bombay, y es probable que, ya entonces, se<br />
diera cuenta <strong>de</strong>l tipo <strong>de</strong> persona que era ella. Por eso, empezó<br />
a insistir al Papa Pablo VI para que la invitara a ir a<br />
Roma y, finalmente, lo consiguió. El obispo Hnilica también<br />
contribuyó a que se estableciera en Roma, en el barrio<br />
<strong>de</strong> Tor Fiscale, la primera fundación, o casa, <strong>de</strong> las<br />
hermanas <strong>de</strong> la <strong>Madre</strong> <strong>Teresa</strong>.<br />
Como yo trabajaba con el obispo, estuve presente<br />
cuando la <strong>Madre</strong> <strong>Teresa</strong> vino a visitarlo, y también cuando<br />
el obispo Hnilica la visitó a ella en San Gregorio, su<br />
fundación <strong>de</strong> Roma; pero entonces preferí permanecer en<br />
un segundo plano. Yo tendía a pensar que lo mejor era<br />
que la <strong>de</strong>jara tranquila, sobre todo porque aquellos encuentros<br />
me parecían una especie <strong>de</strong> asedio para la <strong>Madre</strong><br />
<strong>Teresa</strong>, <strong>de</strong>bido al elevado número <strong>de</strong> visitantes checos<br />
y eslovacos que siempre acompañaban al obispo Hnilica.<br />
Roma, por supuesto, estaba llena <strong>de</strong> personajes célebres<br />
<strong>de</strong> interés. Sin darme cuenta, encasillé también a la<br />
<strong>Madre</strong> <strong>Teresa</strong> en esa categoría. Pero, en mi primer en-<br />
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