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presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

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PRESENCIA DEL PENSAMIENTO ACALITENSE CONTEMPORÁNEO XI.<br />

JOSÉ ANTONIO GUTIÉRREZ GUTIÉRREZ: Una visión universal de la historia<br />

regional.<br />

por Gabriel Gutiérrez Pantoja.<br />

I.<br />

Del rancho a la academia.<br />

Una de las expresiones de orgullo que son evidentes en el proceso de vida de<br />

todo individuo es el recuerdo y reconocimiento de sus orígenes. Ello se hace<br />

patente en el ser y sentir de José Antonio Gutiérrez Gutiérrez, quien inicio su vida<br />

en un pequeño rancho, jalicience, pero el estímulo paterno lo orientó a seguir otros<br />

derroteros que concluyeron en la vida académica.<br />

Nació en la población de Jalostotitlán, Jalisco, el 10 de enero de 1936. Su familia<br />

vivió la mayoría <strong>del</strong> tiempo en un rancho de su propiedad, de los tantos que hay<br />

en los Altos de Jalisco y sólo por temporadas cortas se trasladaba al pueblo luego<br />

de recoger la cosecha, mientras llegaba la temporada de preparar las tierras para<br />

la siembra.<br />

Sus padres, pequeños propietarios, fueron Felipa Gutiérrez, quien apenas sabía<br />

firmar, y Juan, ambos de origen campesino y con elemental preparación escolar<br />

ya que se dedicaban al campo, a la producción agrícola, que apenas daba para<br />

comer y vestir pobremente; para satisfacer las necesidades indispensables.<br />

Aunque tenía escasos conocimientos escolares, su padre sabía leer y escribir y<br />

los rudimentos de matemáticas; le gustaba leer sobre todo temas religiosos y de<br />

historia. Los libros o folletos que caían en sus manos los devoraba conforme el<br />

tiempo se lo permitía. Mientras descansaban debajo de un árbol, o por las noches,<br />

reunía a la familia para contarles historias de vivencias o de lo que había leído u<br />

1


oído. Tenía una brillante memoria ya se acordaba fácilmente de cuanto le habían<br />

contado o también sus experiencias. Era una de las formas para que los hijos<br />

supieran lo que pasaba fuera de aquel reducido mundo en que vivían. No se<br />

conformaba con lo que oía o le decían sobre religión, moral y cumplimiento ético,<br />

sino que lo razonaba, le daba vueltas, de una u otra manera, para entenderlo<br />

conforme a su nivel y criterio.<br />

Una o dos vacas y dos o tres bueyes eran el patrimonio familiar, el que<br />

frecuentemente disminuía cuando Juan Gutiérrez tenía que vender alguno de los<br />

animales para pagar alguna deuda contraída por la compra de maíz; ya fuera<br />

porque se habían perdido las cosechas debido a la falta de agua o las heladas, o<br />

por la compra de ropa para los hijos.<br />

Ese era el ambiente social que había vivido José Antonio antes de salir a estudiar<br />

fuera <strong>del</strong> núcleo familiar, pues era de los rancheros, que estaban acostumbrados<br />

a levantarse antes de que saliera el sol para irse a desarrollar las labores <strong>del</strong><br />

campo: ordeñar, cuidar el ganado, cortar leña, hacer carbón, abrir zanjas,<br />

sembrar, cultivar la tierra, remendar los aperos de labranza, etc. Desde que tuvo<br />

uso de razón ayudó a las labores <strong>del</strong> rancho, pues era una familia numerosa y<br />

todos debían trabajar para obtener los recursos que les permitiera medio vivir.<br />

Casi siempre se comía en el lugar de labores y no se regresaba a la casa sino<br />

hasta el anochecer.<br />

Luego de cenar, había en la familia la costumbre de rezar las oraciones o el<br />

Rosario antes de acostarse; esto fue un mandato que jamás olvidó Don Juan<br />

Gutiérrez hasta su muerte. Todo eso fue una parte considerable <strong>del</strong> aprendizaje<br />

de José Antonio en sus cortos años de la vida campesina. En más de alguna<br />

ocasión prestó sus servicios a alguno de los vecinos <strong>del</strong> rancho para sembrar, por<br />

lo que recibía escasamente un peso a la semana, el resto <strong>del</strong> trabajo lo hacía al<br />

lado de sus padres y hermanos.<br />

A los 7 años comenzaría su aprendizaje escolar para leer y escribir y a recibir los<br />

conocimientos de su padre, quien se preocupaba porque, al menos, eso<br />

aprendieran. Aunque el conocimiento familiar era superficial en cuanto a la<br />

información escolarizada, la experiencia de la vida, acumulada de generación en<br />

generación, para la realización de las actividades agrícolas, era mucha por lo cual<br />

a pesar de lo duro de las faenas, siempre se disponía de lo necesario.<br />

A los 10 años entró a una de las escuelas <strong>del</strong> pueblo para obtener lo que en esos<br />

años era lo má<strong>xi</strong>mo, la primaria, logrando terminarla a los 14 años. Luego, tuvo<br />

una oferta laboral que rechazó, sobre ello afirma: “Se me invitó al terminar la<br />

primaria a que me habilitara como maestro rural, pero mis aspiraciones eran<br />

mayores y rechacé la oferta”. Antes, de los 12 años falleció su madre, pérdida que<br />

incidió en su vida de forma bastante acentuada. Ello se identifica en la siguiente<br />

idea: “Sin el amor y cariño materno, mi vida fue taciturna, reservada, poco<br />

emotiva, porque así era el carácter mi padre.”<br />

Sobre su progenitor afirma que: “El había sufrido mucho durante la revolución y la<br />

cristiada. Al atacarlo la influenza española, quedó sordo y eso lo hizo muy<br />

taciturno y reservado, aunque tenía una plática muy amena cuando se abría. En la<br />

cristiada estuvo a punto de que lo colgaran los federales por sospechar de él que<br />

ayudaba a los cristeros; no tomó las armas, pero sí defendió la religión, la Iglesia y<br />

a los cristeros siempre que fue necesario. Nos inculcó una moral rígida,<br />

2


intransigente; una honradez firme y un sentido <strong>del</strong> deber también rígido. Aceptaba<br />

faltas y nos perdonaba, pero no faltaba una cueriza para que nos acordáramos de<br />

lo que habíamos hecho mal. Muy pocas veces ecuché en el hogar malas palabras;<br />

tampoco recuerdo pleitos entre mis padres. El sentido <strong>del</strong> honor era profundo, no<br />

se aceptaba doblez y menos la mentira. Rara vez mi padre tomaba una copa y<br />

nunca en su vida llegó a emborracharse. En esto y en la jugada nos recalcaba<br />

mucho para que no cayéramos en el vicio, porque nos decía, ambos destruyen lo<br />

que el hombre más debe apreciar. Y aquí quiero reclacar, que mi padre fue un<br />

auténtico alteño. A este hombre lo entendemos en cuanto que para él el centro de<br />

su vida está en la iglesia, en su mente y en su corazón está antes que todo, el<br />

cumplir con su Iglesia. Es de los que nadie ni nada lo aparta de su camino<br />

religioso. Y es a tal grado su religiosidad que nunca se ha conmovido tan<br />

profundamente por los asuntos políticos, sino en las épocas en que ha estado en<br />

juego la cuestión religiosa.<br />

Se dice que la época que más lo ha conmovido es la Reforma y la Cristiada y que<br />

se le ha visto impasible ante las demás revoluciones o rebeliones políticas. Puede<br />

o no pelear y tomar las armas, pero por las cuestiones religiosas, se siente<br />

impulsado ciegamente a tomar las armas para defender su religión.” 1<br />

El Doctor Gutiérrez fue el quinto de una familia de ocho, dos mujeres y seis<br />

hombres. De todos los hermanos de José Antonio, solo el más pequeño es<br />

profesionista; dos terminaron la primaria y los demás solamente saben leer,<br />

escribir y contar pues es lo que su padre les enseñó en el hogar. Seis de ellos<br />

salieron <strong>del</strong> rancho en busca de mejores perspectivas, de los cuales tres son<br />

residentes en los Estados Unidos desde hace muchos años y dos viven en la<br />

ciudad de Mé<strong>xi</strong>co.<br />

La afición de su padre a los relatos y a la historia fue lo que le despertó, desde<br />

temprana edad, la curiosidad por el estudio de la Historia, por viajar, conocer<br />

otros lugares; por saber tantas y tantas cosas desconocidas para su entorno.<br />

Como en el pueblo no había más instituciones escolares que la primaria, y se<br />

despertó su interés por continuar con otros estudios, luego de terminar ese nivel<br />

básico a los 14 años, en septiembre de 1951 salió a estudiar en el Seminario que<br />

los religiosos Agustinos Recoletos tenían en el pueblo de San Felipe <strong>del</strong> Progreso,<br />

Estado de Mé<strong>xi</strong>co, donde cursó latinidad y los estudios corespondientes a<br />

Secundaria. De ahí pasó a la ciudad de Querétaro para continuar los estudios en<br />

el plantel que dicha orden tenía en ese lugar donde cursó lo que se llama<br />

Humanidades, es decir, Filosofía, y los correspondientes a la Preparatoria, aunque<br />

sin reconocimiento oficial. Fue en estos años que se aficionó a la Historia y a partir<br />

de entonces, se desarrolló su interés por dedicarse a los estudios de esa<br />

disciplina.<br />

En 1958 salió a continuar los estudios a España; en Marcilla, Navarra, completó el<br />

ciclo de la carrera eclesiástica, obteniendo por revalidación <strong>del</strong> Instituto de<br />

Educación de España, el título de Maestro Au<strong>xi</strong>liar en Letras.<br />

A su regreso a Mé<strong>xi</strong>co, abandonó la carrera sacerdotal y se dedicó a trabajar por<br />

unos años en la docencia y en otras áreas. Su interés por dedicarse de lleno a la<br />

docencia, le obligó a buscar la forma de obtener los papeles que toda institución<br />

1 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Mecanuscrito. S/f.<br />

3


e<strong>xi</strong>ge; así fue como, una vez cursada la Preparatoria, se inscribió en la <strong>UNAM</strong>, en<br />

la Facultad de Ciencias Políticas, en la carrera de Sociología, la que terminó en<br />

1981. Aunque era aficionado a la historia, prefirió primero estudiar Sociología<br />

porque le interesaba el contacto con la problemática social vigente; ya que<br />

también como capellán que era de la Cruz Roja vivió en carne propia el 2 de<br />

octubre, conoció las tragedias de las familias y los heridos, así como las de<br />

algunos presos políticos. Dice que “me tocó vivir el problema <strong>del</strong> 68 en todo<br />

sentido, pues aunque no era estudiante siempre estuve presente en sus<br />

manifestaciones y conocí mucho de ese movimiento por los mismos líderes.” 2<br />

Incluso refiere que un allegado hizo de su conocimiento que por sus simpatías<br />

hacia el movimiento estudiantil, la policía política de la época contaba con<br />

registros e información sobre su persona y que potencialmente podría ser acusado<br />

de algunos de los <strong>del</strong>itos propios de la época.<br />

Como complemento y gran au<strong>xi</strong>liar de la Sociología vio a la Filosofía, por lo que<br />

además de los estudios realizados en seminarios, determinó también obtener la<br />

licenciatura en Filosofía por la Universidad Valle de Atemajac, de Guadalajara.<br />

Mientras hacía los anteriores estudios, trabajó por unos años en el gobierno<br />

federal en la Secretaría de Gobernación, adquiriendo profundos conocimientos de<br />

la burocracia y de la política. En ese medio estuvo hasta 1982, año en que se<br />

trasladó a Aguascalientes.<br />

A invitación de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, en 1982 se incorporó<br />

como profesor en la carrera de Sociología, donde impartió las cátedras de<br />

Sociología e Historia, y desde entonces se desempeña en labores de docencia e<br />

investigación. Paulatinamente fue incursionando de manera plena en la<br />

investigación y se ha dado su tiempo para dedicarse a ella. Concretamente se ha<br />

especializado en historia regional, particularmente sobre Aguascalientes y los<br />

Altos de Jalisco, en donde más frecuentemente ha incursionado, abordando<br />

diversas temáticas pero dándo un especial énfasis a cuestiones de tipo religioso.<br />

De 1987 a 1989 estudió la Maestría en Historia en la <strong>UNAM</strong> y luego el Doctorado.<br />

A partir de 1990 ingresó al Sistema Nacional de Investigadores, nivel II, en el que<br />

continúa.<br />

De su vida personal cabe destacar que contrajo matrimonio desde 1969, en donde<br />

se procrearon 3 hijos, dos de ellos casados, que afirma: “son mi orgullo”.<br />

Su incursión en los estudios históricos ha dejado una buena cantidad de libros,<br />

artículos y opúsculos, en los que se rescatan los diversos aspectos sociales de<br />

Aguascalientes y la región alteña, además de un estudio sobre Ocampo,<br />

Guanajuato, donde además de hacer estudios paleográficos sobre documentos<br />

que ha compilado y hacer precisiones e interpretaciones de las ideas plasmadas<br />

en los escritos revisados, le ha dado, como ya se indicó, particular énfasis en los<br />

aspectos relacionados con actividades de los religiosos en su labor social, la<br />

historia regional en torno a un personaje, un grupo familiar o una población, como<br />

veremos en su producción bibliográfica, hemerográfica y documental. Gran parte<br />

de éste escrito, reproduce algunas de las principales ideas que describen las<br />

generalidades de sus textos o que se exponen en sus trabajos, producto de<br />

innumerables horas de investigación.<br />

2 Ibdem.<br />

4


II.<br />

La historia regional. Producción bibliográfica.<br />

Como ya se dijo, la producción bibliográfica de José Antonio Gutiérrez, se ha<br />

ocupado de uno de los aspectos poco cuidados <strong>del</strong> desarrollo social en el país, la<br />

historia regional. Pero sus ideas no solo se circunscriben a rescatar los datos de<br />

diversas organizaciones sociales, personajes y regiones de Aguascalientes y los<br />

Altos de Jalisco, sino también los enmarca dentro de hechos históricos que tienen<br />

relevancia nacional e internacional de conformidad con la época. Una de sus<br />

primeras monografías publicadas, fue acerca de la tierra que lo vio nacer y crecer<br />

en su primera infancia: Jalostotitlán. Bajo el título: Jalostotitlán a través de los<br />

siglos, se reúnen escritos que le dan al texto gran relevancia. Uno de ellos es el<br />

PRÓLOGO <strong>del</strong> Filólogo, antropólogo e historiador, de origen italiano, Gutierre<br />

Tibón, a la sazón, profesor <strong>del</strong> biografiado. Ahí dice que:<br />

“Los Altos de Jalisco se distingue por muchos aspectos peculiares en el mosaico<br />

me<strong>xi</strong>cano; por su gente física e intelectualmente privilegiada, cuyo espíritu de<br />

lucha e ingeniosas iniciativas compensan con creces la pobreza de su tierra.” 3 .<br />

Luego manifiesta su deseo de que los que se fueron a Estados Unidos regresen,<br />

afirma que:<br />

“Quisiera que esta gente excepcional, “fiel a su espejo diario”, se quedara en su<br />

patria enriqueciéndola con su esfuerzo. Necesitamos a los alteños, una de las<br />

columnas <strong>del</strong> Mé<strong>xi</strong>co <strong>del</strong> mañana en el cual desempeñarán, en todas las<br />

actividades, un papel relevante. Es imperioso que no vuelvan al terruño con sus<br />

familias, en sus amplios automóviles, sólo en ocasión de las fiestas patronales,<br />

sino que regresen <strong>del</strong> país <strong>del</strong> norte a sus amados Altos, para cumplir con su<br />

destino me<strong>xi</strong>cano en la tierra de sus mayores.” 4<br />

Luego resalta la personalidad <strong>del</strong> autor <strong>del</strong> libro y su obra, dice:<br />

“Jalostotitlán, una de las comunidades con más tradición en los altos de Jalisco,<br />

tiene la suerte de que uno de sus hijos más aventajados, maestro universitario,<br />

haya dedicado sus desvelos a la elaboración de una historia de su pueblo.<br />

Conozco el libro y me entero con vivo beneplácito que está por salir a la luz<br />

pública. El licenciado José Antonio Gutiérrez es historiador de vocación; sabe<br />

documentarse a fondo; juzga con serenidad los acontecimientos, a menudo<br />

dramáticos, de Jalos a través de los siglos. Su visión no es la de los vencedores ni<br />

la de los vencidos. Su sentido ético lo hace buscar constantemente la verdad<br />

histórica sin pasión partidaria y le ayuda a discernirla con más transparencia.” 5<br />

3<br />

Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio Jalostotitlán a través de los siglos. Mé<strong>xi</strong>co. Programa de la Comisión<br />

Editorial: Universidad Autónoma de Aguascalientes. 1985.<br />

4<br />

Tibón, Gutierre. PRÓLOGO. Ibdem. P. I.<br />

5<br />

Ibdem. P. II<br />

5


Después de destacar la obra en su entorno histórico y geográfica indica que: “La<br />

obra <strong>del</strong> profesor Gutiérrez tiene otro aspecto positivo: es de grata lectura, por la<br />

fluidez y el estilo ameno que ha sabido infundirle. Quisiera que otros hombres de<br />

día que conocen la importancia de las historias locales el contexto de una nueva<br />

historia general de Mé<strong>xi</strong>co, vista con perspectiva nueva a vísperas <strong>del</strong> tercer<br />

milenio, investiguen, elaboren y compongan libros fehacientes acerca <strong>del</strong> pasado<br />

de sus comunidades, siguiendo el luminoso ejemplo de nuestro autor.” 6<br />

Ese prólogo va seguido de la PRESENTAClON <strong>del</strong> autor, fechada en el mes de<br />

Diciembre de 1984, en Aguascalientes, Ags., donde hace algunas refle<strong>xi</strong>ones<br />

sobre la obra histórica; afirma que: “No cabe duda que escribir una historia contrae<br />

una responsabilidad inmensa, porque la tarea es de suyo grande. No solamente<br />

es una obra augusta. Lleva ya en sí lo difícil y comprometedor que contiene esta<br />

ciencia. Posiblemente más la historia de un pueblo, de una villa o de una ciudad,<br />

porque se pretende presentar un cuadro vivo de todos los acontecimientos<br />

pasados y porque la mayoría se reducen a un corto número de hechos<br />

importantes y excelsos.<br />

En el declinar y nacer de los hechos acontecidos debe e<strong>xi</strong>stir siempre sencillez y<br />

animación como en toda obra, sin caer en la vulgaridad. Y como no todas las<br />

épocas son fecundas en hechos, es evidente que no se puede e<strong>xi</strong>gir a toda obra el<br />

mismo interés, como quiere la inmensa mayoría de lectores. Claro está que el<br />

autor debe ver y tener en cuenta estas deficiencias para no hacer caer su<br />

narración en la monotonía.<br />

La historia se debe respetar. Y es lo que he procurado a través de estas páginas.<br />

Podrá darse una mala apreciación en algún suceso o continuar relatándolo<br />

erróneamente por adolecer de las fuentes que lo esclarezcan, pero nunca<br />

intención de tergiversar y falsear los hechos. El historiador debe referir la verdad.<br />

Y esta verdad debe ser completa para que siga siendo la Historia maestra de la<br />

vida, y no mera crónica de los crímenes, locuras y miserias de la humanidad.<br />

Se debe ir al fondo de la cuestión y no pararse en minucias o errores de<br />

interpretación. Pero confieso que a través de estas páginas el lector va a encontrar<br />

demasiadas minuciosidades. Admitiré su reproche sin el propósito de retractarme,<br />

que la historia de un pueblo adquiere cuerpo con minuciosidades. A lo pequeño no<br />

podemos e<strong>xi</strong>girle grandes cosas: tampoco de nuestro pueblo podemos e<strong>xi</strong>gir<br />

grandes hechos.” 7<br />

En seguida se refiere al contenido de su trabajo, que es referido con la consabida<br />

modestia que caracteriza al investigador; sobre él dice: “No me considero<br />

historiador, simplemente un apasionado de la Historia. Y como tal, he tenido<br />

oportunidad de consultar obras y documentos de suma importancia para nuestra<br />

Historia de Jalos. De todo lo leído he tomado pacientemente nota, que una vez<br />

ordenado, me he decidido editar. Confieso que ha resultado harto difícil, porque<br />

las fuentes en las que me he documentado son escasas.<br />

Difícil tarea la historia de un pueblo: en nuestro caso, de Jalostotitlán: conciente de<br />

ello la emprendo con el fin de que conozcan su pasado tanto las generaciones<br />

actuales jalostotitlenses, como las futuras. También ha motivado escribir estas<br />

6 Ibdem. P. II<br />

7 Ibdem. P. III.<br />

6


páginas el inmenso cariño que siento por Jalos y para que al leerlas todos sientan<br />

lo mismo por la tierra que nos vio nacer.<br />

Aunque escriba sobre lo ya trillado, mi deseo es que el lector encuentre algo<br />

nuevo en estas páginas: para repetir lo mismo, mejor no se escribe.<br />

Mi plan es presentar una visión completa de la Historia de Jalostotitlán. Inicio el<br />

relato desde los acontecimientos más remotos: orígenes <strong>del</strong> hombre en América,<br />

sus posibles primeros pobladores, las tres razas más importantes prehispanas,<br />

etc.<br />

Procuro no concretarme a relatar los hechos acontecidos en Jalos. Uno de éstos a<br />

los regionales y nacionales. Quizá esta manera de historiar la vida de un pueblo<br />

extrañe, pero antes que nada quiero dar a conocer la Historia de Jalos a nivel<br />

nacional, estatal. En otras palabras: incardinarla a la Historia de Mé<strong>xi</strong>co y de<br />

Jalisco. De ahí que la titule Jalostotitlán a través de los siglos.<br />

He dividido el trabajo en épocas, procurando guardar la debida imparcialidad. Por<br />

eso he procurado narrar los sucesos tal como sucedieron y corroborarlos con las<br />

citas de ilustres historiadores o con los mismos factores de los hechos.<br />

Pese a los propósitos de imparcialidad, admito haber incurrido en errores, porque<br />

las fuentes a que recurrí, quizá no fueron las adecuadas o las mal interpreté.<br />

También quiero hacer notar la prolijidad de algunos capítulos, lo que redundará en<br />

cansancio <strong>del</strong> lector. Pero lo hago para darle mayor fi<strong>del</strong>idad. Quizá también se<br />

trate algún tema poco relacionado con la obra. La razón es lograr una mejor<br />

comprensión no sólo de nuestra historia particular que relatamos, sino también de<br />

la Historia de Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Valga lo anterior no de disculpa, sino para evitar malas interpretaciones de hechos<br />

relatados.” 8<br />

Además la INTRODUCClON, está salpicada de diversos <strong>pensamiento</strong>s producto<br />

de su recuerdo; donde se relata la historia y también está pletórica de párrafos<br />

poéticos. De inicio afirma que: “Antes de entrar en materia quiero dejar vagar mi<br />

mente en aras de una pincelada, de un cuadro que con frecuencia brota en todo<br />

jaleño. Quiero antes un vistazo a mi pueblo. Es el recuerdo que pulula en los ratos<br />

de quietud, en noches silenciosas. Es la imagen de nuestro pedazo de tierra que<br />

nos vio nacer, que nos vio crecer y que vio, también, coronar nuestros ideales<br />

infantiles y de juventud.<br />

Estoy de descanso en mi pueblo. Y yo que llevo esta obra en mi mente, quise<br />

grabarme este cuadro general de Jalos. No hay mejor mirador que el Cerro de<br />

Cantera. Es una tarde de Octubre. De esas tardes templadas, sin lluvia, aunque<br />

todavía con nubes. Llega hasta mí el murmullo cadencioso de las aguas <strong>del</strong> río,<br />

que va mordiendo, zigzagueante, al pueblo y lo divide en dos. Octubre, con sus<br />

lunas que invitan al amor y al canto. Octubre, olor a elote, a milpa, a Santamaría;<br />

olor a plantas y flores agrestes, que las flacas tierras producen en temporada de<br />

lluvia. Octubre de atardeceres poéticos y noches bañadas de luna.<br />

Toda persona ajena a la vida <strong>del</strong> pueblo se lleva una grata impresión a primera<br />

vista. Quienes hemos nacido y crecido en él, no podemos sino sonreír, una<br />

sonrisa triste, melancólica, porque sabemos que la mayor parte <strong>del</strong> afloro es<br />

8 Ibdem. P. IV.<br />

7


desolador. Sólo se ve vida en contados espacios. El resto son pedregales y<br />

tepetate que hieren la vista con su blancura.<br />

Jalostotitián visto desde el cerro de la Cantera se antoja una ciudad de mediana<br />

amplitud. Tiene apro<strong>xi</strong>madamente 20.000 habitantes y es cabecera <strong>del</strong> Municipio<br />

<strong>del</strong> mismo nombre. Es una pequeña ciudad provinciana, llena de defectos y de<br />

cualidades. Está abierta al futuro y sueña en días de grandeza.<br />

Cuanto mi vista aprecia son lugares de gratos recuerdos. Recuerdos infantiles, de<br />

juventud, de madurez. La dureza y mezquindad de esta tierra han forjado a<br />

nuestra gente con una reciedumbre característica en los alteños. Gente ávida de<br />

trabajo, con ansias de superar en la vida.<br />

El canto alegre de un grupo de jóvenes desvía mis recuerdos. Son los jóvenes que<br />

hacen a un lado las rudezas <strong>del</strong> trabajo cotidiano y de la misma tierra, para<br />

entregarse a un rato de esparcimiento. Tarde de octubre, de paseos campestres,<br />

de tatemas...<br />

Pero vuelvo a pensar en lo que veo. Ahí está la Parroquia centenaria al centro <strong>del</strong><br />

pueblo. Es la expresión viva de la cultura franciscana, la imagen inconfundible de<br />

que la sandalia franciscana se estacionó años atrás con miras a la cristianización y<br />

civilización de los valerosos tecuexes jalostotitlecas.<br />

Ha sido el centro de los acontecimientos y testigo de la mayor parte de su historia.<br />

Sus torres aplastadas desdicen la arquitectura de las iglesias en la región, no de<br />

esa arquitectura misional franciscana. Quisieran penetrar, pero nunca llegan a<br />

dominar las alturas.<br />

Anexa al templo, la casa parroquial y dependencias para las organizaciones<br />

religiosas. Todo modernizado, la mano de los últimos párrocos ha sabido<br />

remozarlo para bien de la feligresía.<br />

En lo más alto <strong>del</strong> pueblo se levanta, enhiesto, el Santuario de Guadalupe; domina<br />

perfectamente el extenso caserío que sube y baja por las lomas hasta las orillas<br />

<strong>del</strong> río.<br />

Junto a él están el Hospital-Asilo y la Escuela Particular, con sus modernas<br />

dependencias para artes y oficios. Todo en las alturas es bullicio, porque allí<br />

estudian los hombres <strong>del</strong> mañana.<br />

En el centro <strong>del</strong> pueblo, el templo <strong>del</strong> Corazón de Jesús, cerrado casi siempre<br />

para no empolvar su decoración. La plazuela, el mercado, los portales, etc.<br />

Destaca, igualmente, perros bravos con su capilla <strong>del</strong> Rosario, expresión de la<br />

vieja leyenda <strong>del</strong> arriero que motivó su construcción. Más hacia el centro, la<br />

Presidencia Municipal sujeta a prueba de incendios. La Plaza de Armas orgullosa<br />

de su quiosco enteramente remozado. Todo es testigo de intercambios amorosos,<br />

recuerdo de las alegres serenatas agostinas y carnavalescas y ahora dominicales.<br />

Alrededor sus alegres portales en fiestas y tristes y solitarios en los días<br />

ordinarios.<br />

Por Huachilisco, el antiguo Hospital, actualmente abandonado. Reducido local,<br />

testigo de sufrimientos y de luto para todos. En lontananza el Panteón, con sus<br />

torres que se lanzan hacia el infinito, guardián de los restos de nuestros seres más<br />

queridos.<br />

No me resisto a escalar el cerro de Buenos Aires. Y otra breve meditación. Lo<br />

corona una cruz misional deteriorada por los años. Buenos aires, paz y religión:<br />

cruz que desafía las tempestades y los años.<br />

8


Abajo, la antigua Plaza de Toros, reducido embudo, recuerdo y legado de<br />

Donaciano Lomelí. Al pie, el arroyo de Juana la Chata, con su barro y sus cuevas.<br />

Nido de leyendas. En su cauce la capilla <strong>del</strong> Refugio que amortigua la<br />

precipitación de las aguas en tiempos torrenciales. No son ajenos a mi<br />

observación los modernos edificios. A lo lejos, Támara con sus leyendas<br />

prehispánicas: tesoros, terror, bandidos... También lugar de días de campo.<br />

Es de noche. Mi vista no alcanza a distinguir más. Las tinieblas se echan encima.<br />

Y entonces son heridas con las potentes lámparas eléctricas. Jalostotitlán, quedas<br />

en mi recuerdo en el peregrinar de mi vida.” 9<br />

El recorrido por la historia de la población abarca, en un primer periodo, desde la<br />

época prehispánica; en el primer capítulo se enmarca a Jalostotitlán desde los<br />

orígenes <strong>del</strong> hombre en América; los primitivos pobladores y sus costumbres,<br />

religión, cultura.<br />

El capitulo segundo está referido a Chimalhuacan y el tercero a los Tecuexes,<br />

donde se revisan sus orígenes, costumbres, religión, lengua, cultura y ruinas.<br />

El cuarto capítulo se dedica a los Caxcanos, Chichimecas y Huachichiles, sus<br />

costumbres y religión. Además de que se dan referencias de otras razas.<br />

En el capitulo quinto se hace una descripción de los aztecas, la gran<br />

peregrinación, las costumbres, e influencia entre estos pueblos.<br />

Un segundo período es el de la Conquista. Los capitulos VI y VII se refieren a la<br />

conquista de Nueva Galicia y la de Jalostotitlan 1530-1541, y el VIII a la<br />

insurreccion de 1541 (el mixtón, que era un cerro escarpado con planicie arriba).<br />

En el capitulo IX, el autor hace algunas consideraciones sobre la conquista y<br />

sobre Jalostotitlán después de la conquista; en el siguiente se ocupa de la<br />

evangelización de Jalostotitlán y la ética evangelizadora.<br />

La época colonial se narra en los capítulos <strong>del</strong> XI al XIII, donde se describen los<br />

acontecimientos de los siglos XVI, XVII Y XVIII.<br />

En el período <strong>del</strong> Mé<strong>xi</strong>co independiente que se describe en los capítulos XIV a<br />

XVIII se tratan aspectos de la independencia, el tránsito de la independencia a la<br />

reforma y el imperio, el lapso de la república a la revolución de 1910 y un periodo<br />

que comprende de 1910 a 1930, concluye con un capítulo sobre jalostotitlan en la<br />

actualidad.<br />

En el texto se inserta también un apéndice grafico, que da cuenta de las<br />

numerosas impresiones fotográficas y algunos bosquejos de mapas que ilustran el<br />

texto, además de la consabida bibliografía.<br />

En 1991, el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, a través de la<br />

Delegación Aguascalíentes para la Educación Básica publicó Historia Mínima de<br />

Aguascalientes, un texto elaborado como apoyo didáctico de la Primaria para<br />

Adultos. En él se hacen los formales reconocimientos al Secretario de Educación<br />

Pública: Lic. Ernesto Zedillo Ponce de León; al Gobernador Constitucional <strong>del</strong><br />

Estado de Aguascalientes: Ing. Miguel Ángel Barberena Vega; a la Dirección<br />

General: Lic. Fernando Pérez Correa; a la Dirección de Educación Básica: Profra.<br />

Celia Solís Sánchez; a la Delegación Aguascalientes: Profra. Rosa Irene Garza<br />

Castañeda; a la Coordinación Técnica: Lic. Laura E. Prianti Cantón y Lic. Berenice<br />

Castellanos Luja; a la Coordinación Estatal: Lic. Yolanda Ramírez Carballo; y se<br />

9 Ibdem. Pp. V-VIII.<br />

9


presenta como Colaborador al Mtro. José Antonio Gutiérrez Gutiérrez; la<br />

Adaptación Histórico-Pedagógica se reconoce a la Lic. Mizra Patricia Garduño de<br />

la Cruz; la Coordinación Editorial a la Lic. Maritza Ordaz Sánchez; asimismo se<br />

hacen los reconocimientos correspondientes por la Corrección de Estilo, la<br />

Fotografía, el Diseño Gráfico, y la Tipografía y formación<br />

La PRESENTACIÓN, da cuenta de la participación institucional, pero no exalta el<br />

nombre <strong>del</strong> autor; la razón la explica el Dr. Gutiérrez, quien señala que con el<br />

argumento de que el INEA pagaba la edición, se considera al texto como obra de<br />

la institución, y al autor simplemente se le reconoce como colaborador en la<br />

misma. No obstante, luego de hacer los reconocimientos protocolarios, se expone<br />

el contenido <strong>del</strong> texto, en el cual se identifica la forma de expresión <strong>del</strong> autor; ahí<br />

se señala que: “El gobierno <strong>del</strong> estado de Aguascalientes y el Instituto Nacional<br />

para la Educación de los Adultos, con el propósito de que los adultos me<strong>xi</strong>canos<br />

enriquezcan significativamente su educación básica, se han propuesto la<br />

publicación y difusión de obras escritas por autores estatales sobre temas de<br />

interés regional.<br />

Una de esas obras es la Historia Mínima de Aguascalientes dirigida al pueblo de<br />

esta entidad y, en particular, a los adultos estudiantes de educación básica y a los<br />

agentes educativos que los apoyan en su aprendizaje.<br />

Esta Historia Mínima de Aguascalientes presenta los hechos más relevantes que<br />

se han llevado a cabo en el estado a través de cada periodo histórico, Así<br />

veremos cómo el suelo aguascalentense fue asiento de varios pueblos<br />

prehispánicos entre ellos los caxcanes y los tecuexes que alcanzaron culturas<br />

aldeanas y tuvieron características muy propias.<br />

Durante la Época Virreinal Aguascalientes fue un gran centro comercial lo que le<br />

permitió gozar de una bonanza económica la cual se reflejó en las magnificas<br />

edificaciones que hoy distinguen a la ciudad de Aguascalientes.<br />

El Periodo Formatívo reviste singular importancia para este estado pues fue en<br />

ese tiempo cuando logró su autonomía y se estableció como el estado libre y<br />

soberano de Aguascalientes.<br />

Durante la etapa armada de la Revolución el pueblo aguascalentense se distinguió<br />

por sus hombres y sus caudillos, quienes lucharon por liberar a los campesinos de<br />

las injusticias y atropellos de los hacendados y las autoridades.<br />

En esa época Aguascalientes fue escenario de un hecho de gran trascendencia, la<br />

Convención de Jefes de la Revolución, suceso que definió, en gran medida, el<br />

destino de la nación.<br />

La Historia Mínima de Aguascalientes es pues, el testimonio de un pueblo que ha<br />

creado un modo de ser propio y ha consolidado sus valores sociales para dar una<br />

herencia de paz y justicia a las nuevas generaciones.<br />

El gobierno <strong>del</strong> estado de Aguascalientes representado dignamente por el ing.<br />

Miguel Ángel Barberena Vega demuestra una vez más su interés por cultura y la<br />

educación con el apoyo prestado a la realización de esta obra, la cual será un<br />

valioso aporte para quienes por medio <strong>del</strong> estudio superen su diario vivir.<br />

10


El Instituto Nacional para la Educación de los Adultos y quienes han participado en<br />

la investigación, adaptación y revisión de esta obra, están seguros de que, a<br />

través <strong>del</strong> mejor conocimiento de esta historia, usted reafirmará la confianza y el<br />

amor que tiene por su estado y su país.” 10<br />

El contenido, aunque es sintético, comprende toda una gama <strong>del</strong> desarrollo<br />

histórico de la entidad; en el Capítulo I, encabezado como EL TIEMPO<br />

PREHISPANICO, están los siguientes apartados: Los primeros pobladores;<br />

Primeras evidencias <strong>del</strong> hombre en Aguascalientes; Proceso de sedentarización;<br />

Los olmecas; La época clásica; Cultura de El Cuarenta; Otras culturas clásicas de<br />

la región" aguascalentense”; Ultimo periodo indígena; Los caxcanes; Sociedad y<br />

política entre los caxcanes; Rasgos culturales; Los pueblos zacatecas, guamares y<br />

huachichiles; Manifestaciones culturales.<br />

El Capítulo II comprende LA ERA VIRREINAL: Llegada de los españoles; La<br />

conquista de Tenochtitlan; Exploraciones al occidente; Conquista espiritual; La<br />

encomienda; La conquista de la región aguascalentense; La guerra <strong>del</strong> Mixtón<br />

(1540-1541); Fundación de la villa de Aguascalientes; Fundación de otras<br />

poblaciones en la región; El desarrollo minero; Otras actividades económicas; Arte<br />

Colonial aguascalentense; Organización social durante la Colonia.<br />

En el Capítulo III Llamado EL PERIODO FORMATIVO, contiene: Antecedentes de<br />

la Independencia; Inicio <strong>del</strong> movimiento Independiente; Continuación de la lucha<br />

por la independencia; Decadencia <strong>del</strong> movimiento; Consumación de la<br />

Independencia; Los primeros gobiernos Independientes; Cambios en el gobierno;<br />

El centralismo; La invasión norteamericana; Continuación <strong>del</strong> federalismo; La<br />

Revolución de Ayutla; Guerra de Reforma o de Tres Años; La intervención<br />

francesa; Aguascalientes durante la intervención; Fin <strong>del</strong> imperio.<br />

En el Capítulo IV calificado como EL TRAMO MODERNO, aborda los siguientes<br />

eventos: La República restaurada; La Rebelión de Tuxtepec; El porfiriato;<br />

Situación agrícola; Otras actividades económicas; Vías férreas; Oposición política<br />

al gobierno; Primeros brotes de rebeldía en Aguascalientes.<br />

El Capítulo V se refiere a LA REVOLUCIÓN con el contenido de: Antecedentes<br />

revolucionarios; Inicio de la lucha armada en Aguascalientes; Organización <strong>del</strong><br />

gobierno Maderista; La lucha contra el huertismo; La lucha de facciones; La<br />

Constitución de 1917; Hacia la organización nacional; La guerra cristera;<br />

Aguascalientes en los años treinta; Gobiernos de Aguascalientes de 1940 a 1952.<br />

El texto concluye con una Cronología y Agradecimientos a Jesús Gómez Serrano,<br />

entonces director <strong>del</strong> Instituto Cultural de Aguascalientes, Nestor Duch Gary, a la<br />

sazón director de Geografía <strong>del</strong> INEGI; al profesor Felipe Martínez Rizo y al<br />

Museo Regional de Historia. No obstante en ninguna parte se le da el crédito<br />

como autor <strong>del</strong> texto al Dr. Gutiérrez.<br />

10<br />

Gutiérrez Gutiérrez José Antonio "Historia Mínima de Aguascalientes", INEA, Aguascalientes, 1991.pp. 5-<br />

6<br />

11


La primera obra monográfica referida sobre la historia de Jalostotitlán, tiene un<br />

perfecto complemento con un texto publicado once años después que se produjo<br />

con la autoría de Juan Macías Gutiérrez, titulado: Cuadro estadístico de la<br />

municipalidad de Jalostotitlán 1880. 11<br />

Este es un documento que el Dr. Gutiérrez Gutiérrez, encontró en la municipalidad<br />

al que enmarcó con un amplio estudio introductorio.<br />

La Introducción la inicia con un parágrafo de Macías Gutiérrez en el que dice: “A la<br />

memoria de nuestros antepasados, forjadores de Jalostotitlán, que vivieron y<br />

murieron amando su terruño.”<br />

Luego expone una serie de ideas resaltando la riqueza que conlleva el recuerdo<br />

<strong>del</strong> terruño; sobre ello dice que: “El arraigo a la tierra es el tronco común que une a<br />

los jalostotitlenses. Por circunstancias muchas veces inexplicables, avatares <strong>del</strong><br />

tiempo, despego y hasta resentimiento, vivimos en países o regiones extraños<br />

alejados de la familia; pero en el fondo, guardamos nuestra identidad con Jalos,<br />

con la sociedad que nos vio nacer o tenemos nuestras raíces. Este asimiento al<br />

origen, orgullo de "ser", conciencia de "formar parte" de este pueblo nuclear<br />

alteño, nos convierte en nacionalistas, porque sentimos, defendemos y traemos<br />

dentro las tradiciones locales que son las más me<strong>xi</strong>canas. Y por eso, al sentir el<br />

jalón de nuestro origen volvemos con frecuencia a ver a esta tierra donde todos<br />

somos una familia. Sentimos verdadero orgullo de ser, de proceder de Jalos,<br />

porque sabemos de dónde venimos, que es una familia de luchadores, de gente<br />

que nunca se da por vencida; porque vemos estos principios más que en el físico,<br />

en el temperamento y en el espíritu.<br />

Mientras mas conozcamos su historia, mejor conservaremos la adhesión al origen,<br />

a la tierra de nuestros mayores, al terruño que nos vio nacer. Cuando lejos, su<br />

recuerdo pulula en los ratos de quietud, en las noches silenciosas, la imagen de<br />

este pedazo de tierra en que vimos la primera luz, crecimos y coronamos nuestros<br />

ideales infantiles y de juventud, difícilmente se borran las indisolubles ligas que ha<br />

creado. Este amor a Jalos incita a que quienes conservamos alguna raíz, nos<br />

interesemos por profundizar en su historia y porque otros también la conozcan.<br />

Nos empeñamos por que gente extraña la conozca, que estudie nuestra<br />

comunidad y la ofrezcan con una perspectiva nueva en vísperas <strong>del</strong> tercer<br />

milenio”. 12<br />

No obstante esas primeras ideas sobre la pertenencia al terruño, expone su<br />

preocupación sobre las influencias exógenas, ello lo expone de la siguiente<br />

manera: “Nos angustia ver cómo se destruyen valores e historia, y que<br />

autoridades y sociedad se desentienden de enseñar nuestros valores a la niñez y<br />

juventud. Seamos realistas, la cultura alteña está soportando golpes demoledores<br />

de sus propios hijos. Los cambios e influencias que aprenden nuestros<br />

coterráneos en el país <strong>del</strong> norte y que vienen a imponer, están arruinándola y<br />

acabando con ella. Vemos con dolor que de no hacer algo, y pronto, quizá nos<br />

toque verla morir bajo el influjo anglosajón. De no rectificar el camino,<br />

posiblemente presenciemos su fin y seremos quienes registremos su muerte. ¡Es<br />

11 Macías Gutiérrez, Juan. Cuadro estadístico de la municipalidad de Jalostotitlán 1880. Jalisco, Mé<strong>xi</strong>co<br />

Amigos de la Historia de los Altos de Jalisco. 1996.<br />

12 Ibdem. P. 7<br />

12


tiempo de esforzarnos porque ésto no ocurra! Quienes vislumbramos este peligro,<br />

debemos reclamar con energía una esmerada atención al problema.<br />

A los alteños nos gusta defender y exaltar con pasión lo nuestro, nuestra tierra<br />

fuera; en cambio en nuestro lugar de origen dejamos que la conculquen ideas<br />

extrañas en aras de una libertad mal entendida. Es tiempo de acabar esta<br />

campaña de transculturación traicionera. La libertad de costumbres que con<br />

frecuencia hace perder la mesura, hay que reclamar, no es sino una<br />

instrumentada campaña por colonizarnos también culturalmente. Pero como dice<br />

el refrán, no es culpa <strong>del</strong> indio, sino de quien lo hace compadre. El camino para<br />

que recupere el alteño su identidad está en conocer a fondo su historia, su cultura.<br />

Sólo así fortalecerá su ser y no perderá el rumbo.” 13<br />

A partir de esa Arenga, describe el origen y motivo de esas ideas. Afirma que:<br />

“Hace unos meses tuve la suerte de encontrar arrumbado y polvoriento, mezclado<br />

entre papeles que hacen referencia a comunicados de las autoridades<br />

eclesiásticas de Guadalajara y cofradías de jalos, el manuscrito "Cuadro<br />

Estadístico de la Municipalidad de Jalostotitlán", de Juan Macías Gutiérrez. El<br />

documento, bastante maltratado, más que por el uso por el tiempo, se encuentra<br />

en los Archivos de la Biblioteca Pública <strong>del</strong> Estado de Jalisco, Fondos Especiales.<br />

Ahora que se pone por primera vez en circulación este documento lleno de amor y<br />

enseñanzas nuestras, es una ocasión oportuna para e<strong>xi</strong>gir que se atienda la<br />

conservación de la cultura alteña. Da tristeza que mientras se exaltan los valores<br />

nacionales y locales a bombo y platillo en el extranjero, nuestras autoridades y<br />

nosotros mismos la escarnecemos en la propia tierra; que seamos candil de la<br />

calle y oscuridad de la casa.<br />

Para quienes nos dedicamos a esta clase de estudios, encuentros como éste son<br />

motivo de alegría. De inmediato pensé en su publicación, y aprovechando el<br />

interés de Amigos de la Historia de los Altos de Jalisco, A. C., por apoyar estudios<br />

de esta naturaleza informé <strong>del</strong> hallazgo y propuse que consideraran en su<br />

programa 1a publicación <strong>del</strong> Cuadro como un obsequio al pueblo de nuestros<br />

mayores. Aceptada la sugerencia me comprometí a preceder lo de una<br />

introducción que aportara la biografía <strong>del</strong> autor una breve panorámica de lo que<br />

era ese jalos <strong>del</strong> siglo pasado, el jalos de Juan Macías Gutiérrez, y algunos<br />

comentarios rectificativos más que críticos.<br />

Indudablemente hubiera sido satisfactorio para su autor haber visto publicada la<br />

obra, pero no encontró un mecenas. Los años pasaron y se perdió su memoria, al<br />

extremo que sólo la hemos conocido de referencia porque el manuscrito se guardó<br />

sin las debidas anotaciones en una caja cualquiera de archivo. Por lo que<br />

representa este primer bosquejo de Historia de Jalostotitlán, llevaba años<br />

interesado en conocerlo, en encontrarlo; pero había fracasado pues únicamente<br />

e<strong>xi</strong>ste un original y, como queda dicho, hasta de éste se había perdido el control.<br />

Este hallazgo guarda para mí una doble satisfacción: haber dado con el<br />

documento y preparar su edición. Gracias a los Amigos de la Historia de los Altos<br />

de Jalisco A.C. podemos entregar por vez primera a los jalostotitlenses y a<br />

quienes aman la historia regional, este primer esbozo histórico sobre jalostotitlán.<br />

Estamos seguros que por su contenido, lectura amena y refle<strong>xi</strong>ones resultará<br />

13 Ibdem. P. 8<br />

13


provechosa a nuestra juventud tan necesitada de profundizar en el pasado.<br />

Aunque hace más de cien años que se escribió, siguen siendo válidas sus<br />

enseñanzas y su lectura no resulta anacrónica, pues muchos de sus datos<br />

servirán para reforzar nuestras tradiciones y darán luz a quienes emprendan<br />

cualquier tipo de estudio sobre el municipio, o quiera reafirmar su conocimiento<br />

histórico. Esto y no otra cosa ha motivado a Amigos de la Historia de los Altos de<br />

Jalisco, A.C. a ponerlo en circulación.<br />

La publicación de Cuadro Estadístico de la Municipalidad de Jalostotitlán 1880 no<br />

lleva ningún interés lucrativo; es un homenaje a su autor, a Jalostotitlán, pueblo<br />

ancestral y genearca de la región. Quiero manifestar a nombre de los<br />

jalostotitlenses nuestro agradecimiento a esta asociación, grupo que se<br />

enorgullece en tener sus raíces en el Rancho de la Media Hanega. Al hacer este<br />

esfuerzo por poner en manos de esta sociedad alteña el primer esbozo de Historia<br />

sobre Jalostotitlán, hacemos votos por que su lectura coadyuve para recuperar<br />

nuestra identidad que peligra ante el influjo anglosajón.” 14<br />

Luego de esa referencia a la obra, expone algunos datos biográficos <strong>del</strong> autor.<br />

Señala que: “A mediados de marzo de 1931, Juan Macías Gutiérrez enfermó de<br />

fiebre, y el grupo de amigos acostumbrado a reunirse en la Plazuela a diario, echó<br />

de menos su amena plática. Con la entrada de la primavera se agravó, y el 22 se<br />

le administraron los sacramentos de la penitencia y extramaunción, recibió el<br />

viático y se le aplicó la indulgencia plenaria. Al día siguiente el pueblo supo de su<br />

muerte con profundo pesar. Los funerales de cuerpo presente se celebraron en la<br />

parroquia con asistencia de lo más granado de la sociedad jaleña; de ahí partió el<br />

cortejo como era costumbre entonces con el cuerpo a hombros hacia el<br />

cementerio municipal, donde fue sepultado el 24 de marzo.<br />

Las últimas oraciones las pronunció el recordado señor cura D. Apolinar Santacruz<br />

en la capilla <strong>del</strong> cementerio, donde se le dio el postrer adiós. Quienes le<br />

acompañaron hasta su última morada no pudieron ocultar su dolor y tristeza. Don<br />

Juanito dejaba en la sociedad de Jalos un hueco difícil de llenar. Sus familiares y<br />

amigos lo despidieron con sentidas expresiones, y más de uno no se aguantó y<br />

recordó ante el grupo sus méritos, relevantes virtudes; su erudición en Historia<br />

local y desempeño de arduas tareas al servicio de la sociedad. Contaba al morir la<br />

expresiva edad de 84 años; bajaba al sepulcro amado, admirado y apreciado de<br />

todos los jaleños.<br />

¿Qué puedo decir en esta introducción a su obra que ahora pone en manos de los<br />

jalostotitlenses la Asociación Amigos de la Historia de los Altos de Jalisco, A. C.?<br />

Sabemos relativamente poco de Juan Macías Gutiérrez, el autor de este Cuadro<br />

estadístico de Jalostotitián, dado a conocer en 1880 y primer esbozo histórico de<br />

nuestra patria chica. Me gustaría ser más profuso en estos datos biográficos de<br />

quien primero escribió la historia de jalostotitlán pero no es posible satisfacer este<br />

prurito por no contar con la adecuada información. Lamentamos la pérdida de los<br />

archivos municipales que hubieran podido darnos alguna luz sobre nuestro<br />

personaje. ¡Qué más hubiera querido ahora que conocemos por primera vez su<br />

trabajo! Me van a perdonar los lectores ser tan breve en estos datos biográficos de<br />

14 Ibdem. Pp. 8-10.<br />

14


don Juan Macías Gutiérrez. Esta es, en síntesis, la biografia <strong>del</strong> autor de Cuadro<br />

Estadístico de la Municipalidad de Jalostotitlán.<br />

Juan Macías Gutiérrez nació en Jalostotitlán durante la invasión norteamericana,<br />

al finalizar el año de 1846. Estaba emparentado por ambos lados con familias de<br />

mediana posición y muy orgullosas de su prosapie española. Reza así su partida<br />

de bautismo que se encuentra en el Libro No 28 de Bautismos de la Parroquia, a<br />

folia 147.<br />

En la parroquia de Jalostotitlán a veinte y seis días de diciembre de mil<br />

ochocientos cuarenta y seis. Yo el R. P. Fr. Nicolás Arriaga teniente de cura<br />

Bauticé solemnemente y con licencia <strong>del</strong> Sr, Cura propio Br. D.Alejo Gonzalez a<br />

José Juan de un día de nacido. Nacido a la una de la mañana en este pueblo hijo<br />

legítimo de D. Jesús Macías y de Dña. Guadalupe Gutiérrez. Abuelos paternos<br />

Narciso Macias y Luisa González, abuelos maternos Julián Gutiérrez y Gertrudis<br />

Tostado. Padrinos Luis Gutiérrez a quien impuse en su obligación y parentesco<br />

espiritual y firmé con el Sr. Cura. Por orden <strong>del</strong> Ilmo. Sr. Arzobispo en su visita<br />

Práxedis Vázquez.<br />

Formó parte José Juan de la generación nacida en los tristes días de la invasión<br />

norteamericana, de la generación de me<strong>xi</strong>canos que cargó con la deshonra de<br />

saber que Mé<strong>xi</strong>co perdía la mitad <strong>del</strong> territorio, consecuencia de la más injusta y<br />

deshonesta guerra que ha sufrido en su historia; pero también orgullosa de haber<br />

sido la más patriota y que entregó su sangre en defensa de la unidad patria ante el<br />

colonialismo de los poderosos. Su niñez se desenvolvió en ambiente provinciano:<br />

de paz, de religiosidad y cierta holgura económica. Jalos figuraba en el mapa<br />

nacional como tantos otros pueblos, de escasa importancia y abandonado a su<br />

suerte”. 15<br />

Luego, El Dr. Gutiérrez hace algunas referencias a la vida social <strong>del</strong> Jalostotitlán<br />

de la época:<br />

“De vida pacífica y sólo turbado por alguna rara noticia nacional, las frecuentes<br />

asonadas promovidas por los generales ambiciosos y deshonestos, o por el<br />

bandolerismo. Cualquiera de esas era lo que cambiaba el pesado y provinciano<br />

ritmo de vida de Jalos. Los más de sus habitantes trabajaban el campo, y sólo un<br />

escaso porcentaje se ocupaba en los hilados o esperaba la leva para enrolarse en<br />

la vida militar. Los cambios políticos los recibía siempre tarde por el poco<br />

desarrollo de las comunicaciones. Eso sí, siempre debía estar dispuesto a atender<br />

los distintos ejércitos que transitaban de una parte a otra, fieles al gobierno en<br />

turno. Debió aprender a leer y escribir en la escuela de primeras letras sostenida<br />

por la municipalidad, o en alguna de las escuelitas que nunca han faltado en jalos.<br />

Para esos años habían logrado sustanciales a<strong>del</strong>antos las escuelas municipales,<br />

gracias a la vigilancia de la Junta de Instrucción Primaria; hasta se comenzaban a<br />

abrir escuelas dominicales y nocturnas gratuitas para llevar a las masas los más<br />

simples conocimientos. Por la cultura que manifiesta en la Estadística, nos permite<br />

pensar que tuvo acceso a obras poco asequibles a la generalidad de la población<br />

y que su inquietud por el saber es digna de resaltar.<br />

Esta vida tranquila y de paz era perturbada con mucha frecuencia por el<br />

bandolerismo. Esta lacra se manifestó en forma alarmante en la región en los<br />

15 Ibdem. Pp. 11-13.<br />

15


subsecuentes años a la guerra contra Estados Unidos, su atrevimiento y<br />

descaradas correrías paralizaron el anémico comercio. El gobierno estatal se vio<br />

obligado a expedir severos decretos para reprimir los grupos de malhechores. Se<br />

mencionan las siguientes "causas que sostienen a los ladrones": falta de<br />

ocupación para multitud de brazos, emigración incesante hacia Jalisco por las<br />

circunstancias desgraciadas de los otros Estados, el descuido de los funcionarios<br />

públicos, la poca actividad de los vecinos y la falta de una policía rural y urbana.<br />

También vendrían a turbar la paz social jalisciense el cólera morbus y la escasez<br />

de semillas que el Estado sufrió en 1852, "dos plagas terribles que nos afligieron".<br />

Por fortuna éstas lograron paliarlas la caridad y ayuda de personas acomodadas<br />

que se prestaron a socorrer a enfermos y surtir semillas a precios cómodos.<br />

Sin duda fue la Guerra de Reforma la que estremeció a fondo la aparentemente<br />

tranquila vida provinciana. En efecto, después de publicada la Constitución en<br />

1857, Mé<strong>xi</strong>co entró en una sangrienta lucha fratricida. Y por si fuera poco,<br />

numerosas gavillas de bandoleros sembraron terror e intranquilidad; Jalos no<br />

estuvo ajeno, pues su historia registra el gran saqueo de los días 2 y 3 de marzo<br />

de 1862. Estos acontecimientos traumaron de por vida al joven José Juan de<br />

apenas 15 años y marcaron en él una huella imborrable; algunos pasajes de su<br />

obra manifiestan ese triste fondo y parecen redactados en el fragor de los<br />

sucesos.” 16<br />

Luego de ese marco histórico, el Dr. Gutiérrez Manifiesta sus opiniones e<br />

interpretaciones sobre el escrito; primero dice:<br />

“Como tantos otros me<strong>xi</strong>canos, manifiesta gran repulsión a esas guerras<br />

fratricidas, reunión monstruosa de la religión con el asesinato y el saqueo, grito de<br />

muerte y desolación; resonarán de por vida con un eco pavoroso en sus oídos.<br />

Esto leemos en su Estadística:<br />

'los sucesos <strong>del</strong> 2 y 3 de marzo de 1862 vinieron a trastornar de una manera muy<br />

notable la suerte de esta población, y con profunda tristeza se vio desaparecer de<br />

entre sus hijos a la flor de la juventud, de esa juventud entusiasta y patriota que<br />

después de haber sostenido con raro heroísmo el ataque de mas de dos mil<br />

bandidos durante veintidós horas, acaudillados por hombres sin conciencia ni<br />

respeto a la humanidad, y que cuando los defensores estaban reducidos a su<br />

único atrincheramiento que era una finca, y consumidas las ultimas municiones,<br />

sacrificaron sus preciosas vidas al furor de aquellos caníbales, y todo por el amor<br />

a su patria, familia e intereses.”<br />

Aunque parco en la descripción de esos hechos, se deja llevar de la exageración<br />

pues magnifica más de lo debido los hechos. Digo ésto porque según los registros<br />

de libros parroquiales, dignos de fi<strong>del</strong>idad, sólo murieron l7 jaleños y 27 forasteros.<br />

Y de ellos encontramos a 3 solamente de 18 y 20 años; los demás contaban con<br />

un promedio de 30 años. Y como si no fueran suficientes penas, meses después<br />

se viviría la deshonra de la intervención francesa y la imposición de Ma<strong>xi</strong>miliano<br />

como emperador, que estuvo sostenido por las fuerzas expedicionarias y el partido<br />

conservador. Aunque no lo dice, nuestro biografiado da a entender que comenzó a<br />

trabajar en el Municipio desde muy joven, y muy probablemente durante el<br />

imperio. Por eso, al triunfo de la República se vio precisado a renunciar porque así<br />

16 Ibdem. Pp. 13-14.<br />

16


lo ordenaba la ley de 14 de agosto de 1867. Esta decía que toda persona que de<br />

alguna manera hubiera colaborado con el gobierno <strong>del</strong> imperio automáticamente<br />

debía quedar excluida de la nómina de empleados municipales o estatales. Hay un<br />

decreto <strong>del</strong> gobierno <strong>del</strong> Estado en que, a consulta de la vigencia <strong>del</strong> edicto 232<br />

de la Secretaría de Gobernación en referencia a una orden <strong>del</strong> 17 de enero que se<br />

refiere a este espinoso asunto, y que el Ministro de Gobernación autorizó que se<br />

readmitieran a los ex empleados que estuvieran dentro de esta prohibición con<br />

una simple rehabilitación. Esto, debido a que los municipios se vieron en<br />

problemas para cubrir los puestos por falta de personal capacitado, o que al<br />

menos supiera leer y escribir.” 17<br />

En seguida de hacer sus interpretaciones sobre algunas de las referencias <strong>del</strong><br />

documento, vuelve a las referencias biográficas, pero matizadas con opiniones<br />

propias:<br />

“En 1871 José Juan se casó con la joven aguascalentense Bernarda Martínez<br />

Gutiérrez, de cuyo matrimonio sobrevivieron cinco vástagos. Para esas fechas ya<br />

se encontraba laborando de planta en el Municipio, cuyas autoridades estaban<br />

empeñadas en sacar a Jalos de la postración en que había quedado en 1862.<br />

Precisamente va a ser su experiencia y conocimientos <strong>del</strong> Municipio lo que<br />

inclinará a las autoridades locales a encargarle la elaboración de la Estadística en<br />

1880.<br />

Es difícil saber si se expresa con sinceridad o son frases hechas, cuando<br />

manifiesta que tan honrosa comisión debió ser encomendada a otra persona,<br />

“porque e<strong>xi</strong>sten en esta población hombres dignos y de distinguido talento que<br />

pudieran haber desempeñado satisfactoriamente tan <strong>del</strong>icada misión”. Pensamos<br />

que hay modestia en sus expresiones, pues en su trabajo manifiesta talento y<br />

conocimientos suficientes; también que lo hace por el gran amor “al suelo que<br />

recibió los primeros ayes” de su juventud y “el postrer gemido” de mis mayores.<br />

Para mí la reiterada manifestación de ser “el último de los hijos de Jalostotitlán” es<br />

una de tantas expresiones, aunque no deja de hacer meritorio el trabajo por ser<br />

hombre de escasos estudios. Aceptamos que es el amor a la patria chica lo que le<br />

empuja a hacer “algo por su felicidad y bienestar”; y este trabajo lo considera<br />

valiosísimo para ello.<br />

Resulta difícil seguir paso a paso la vida de Juan Macías. Sabemos que su trabajo<br />

tuvo una positiva acogida en la sociedad y el Municipio, y que laboró en éste como<br />

encargado <strong>del</strong> catastro. Hay un comunicado de noviembre 30 de 1907 a los<br />

señores Aranda y Cuevas, de Encarnación de Díaz, en que les informa el estado<br />

que guarda la testamentaría <strong>del</strong> difunto D. Francisco J. Albi a quien D. Francisco<br />

Lomelí Sánchez había entablado juicio por deudas pendientes. Pensamos que,<br />

aunque se pierda la pista de don Juan, siguió colaborando en los gobiernos<br />

derivados de la Revolución, ya que nunca salió de su pueblo natal. Debido a que<br />

los archivos municipales fueron quemados durante la "cristiada", nos es difícil<br />

constatar su colaboración hasta los últimos días de su vida. Sabemos que llegó a<br />

una edad avanzada, 84 años, y que murió apenas iniciada la primavera de 1931.<br />

Así reza su partida de defunción que se encuentra a fojas 159v, <strong>del</strong> Libro 31 de<br />

Entierros de la Parroquia de Jalostotitlán.<br />

17 Ibdem. Pp. 14-15.<br />

17


En Jalostotitían a veinticuatro de marzo de mil novecientos treinta y uno sepulté<br />

en el Cementerio Municipal de este lugar, el cadáver de Juan Macías, de ochenta<br />

y cuatro años de edad, viudo que fue de Bernarda Martín <strong>del</strong> Campo (sic), hijo<br />

legítimo de Jesús Macías y de Guadalupe Gutiérrez, originario y vecino de este<br />

lugar donde murió ayer, a las siete y treinta y cinco minutos de la noche, de fiebre;<br />

el párroco que suscribe le administró los sacramentos de Penitencia,<br />

Extramaunción y Viático; le aplicó la indulgencia plenaria.- lo firmé- -Rubrica:<br />

Apolinar Santacruz.” 18<br />

Para concluir el marco introductorio, José Antonio Gutiérrez hace algunas<br />

referencias a “El Jalostotitlán <strong>del</strong> Siglo XIX”, donde resume la estructura política y<br />

económica de dicha población, enmarcada en el desarrollo de la historia nacional.<br />

Ahí afirma que:<br />

“El 13 de junio de 1821 Pedro Celestino Negrete y Antonio Gutiérrez y Ulloa<br />

proclamaron la independencia de la provincia de Guadalajara. Y el 27 de<br />

septiembre de él al entrar triunfante en la ciudad de Mé<strong>xi</strong>co el Ejército Trigarante,<br />

que representaba la concreción de los diversos grupos que habían enarbolado la<br />

bandera <strong>del</strong> Plan de Iguala, todo Mé<strong>xi</strong>co sellaba con júbilo su autonomía de<br />

España. Jalostotitlán también celebró con regocijo el trascendental suceso. Un<br />

horizonte de porvenir, de buenaventura se abría para todos.<br />

Pero pronto la Historia Nacional comenzó a producir grandes sorpresas. A la<br />

Regencia seguiría un Primer Imperio, el de Iturbide, que cuando aún no cumplía<br />

un año de vida desapareció, pues cambió precipitadamente a República. Una<br />

lacra resaltará desde el momento en que Mé<strong>xi</strong>co se independiza: deslealtad en<br />

sus políticos. Derramarán sangre fratricida, se prostituirán y hasta venderán<br />

girones patrios; Mé<strong>xi</strong>co sufrirá en sus hijos que dirigirán la política una gran falta<br />

de principios patrios y también corrupción e inmoralidad en los jefes militares.<br />

En cuanto a Jalisco, el 21 de julio de 1823 un bando de la Diputación Provincial<br />

informaba haber llegado el momento de erigir la Provincia de Guadalajara "en<br />

Estado soberano federado con los demás de la gran Nación Me<strong>xi</strong>cana, con el<br />

nombre de Estado Libre de Xalisco"; y un mes después de que Mé<strong>xi</strong>co jurara su<br />

primera Constitución, la de 1824, el 18 de noviembre hacía lo mismo Xalisco con<br />

su Constitución particular. El 24 de enero de 1825 se hacia cargo <strong>del</strong> gobierno <strong>del</strong><br />

Estado Don Prisciliano Sánchez, primer gobernador constitucional. El<br />

establecimiento o sistema de gobierno entrañaba la lucha por la solución los<br />

graves problemas sociales, económicos y políticos heredados. Centró sus<br />

esfuerzos en implantar la enseñanza básica, de las ventajas que arrojaría al país<br />

un mayor grado de escolaridad. Esta tentativa prohijó en muchos remozadas<br />

esperanzas de un promisorio futuro.<br />

El Estado quedó conformado en 8 cantones y 27 partidos, a su vez se dividieron<br />

en municipios. Jalostotitlán fue incluido en el Cantón de Lagos y formó parte <strong>del</strong><br />

Partido de San Juan de los Lagos. La Constitución Estatal e<strong>xi</strong>gía un mínimo de mil<br />

para que una población pudiera constituirse en municipio. Por contar más <strong>del</strong><br />

mínimo de la población e<strong>xi</strong>gida por la Constitución estatal, Jalos no tuvo problema<br />

para figurar desde el 1er momento en la lista de ayuntamientos. La estadística <strong>del</strong><br />

Libre de Jalisco de Victoriano Roa asigna a jalos más de 1,500, 4 haciendas y 32<br />

18 Ibdem. Pp. 15-17.<br />

18


anchos; y la agricultura era el giro que brindaba la naturaleza a sus habitantes y<br />

no era despreciable la cría de ganado mayor y caballos de buena calidad.<br />

Sin embargo, el problema para Jalos no fue cubrir el número de almas requerido<br />

por la Constitución, sino conformar sus autoridades con normalidad y desarrollar<br />

su administración. Decía Prisciliano Sánchez en su primer informe de gobierno:<br />

"apenas se encuentra en ellos quién sepa mal leer y peor escribir, y no en pocos<br />

se dificulta hallar número suficiente para la renovación anual y cesación bienal en<br />

los destinos de los alcaldes, regidores y síndicos".<br />

A la falta de gente preparada se agregaba la de arbitrios. La diputación Provincial<br />

había autorizado en 1821 a los Ayuntamientos introducir a sus fondos los<br />

productos de la pensión cobrada por degüello de reses, por reconocimiento de<br />

pesas y medidas, por asiento de plazas en los mercados, por el uso <strong>del</strong> fiel y<br />

arriendo de solares así como tierras <strong>del</strong> fundo legal y algunos otros arbitrios<br />

particulares. Pero el producto de todos estos ramos era tan poco que la mayoría<br />

de los ayuntamientos apenas alcanzaban a cubrir los gastos muy precisos de<br />

escuela y secretaría. Ante esta realidad ordenaría Prisciliano Sánchez, que los<br />

escasos frutos que producían sus fondos se aplicaran de preferencia en la<br />

creación y sostenimiento de escuelas de primeras letras; y si alguno no llegaba a<br />

producir 200 pesos anuales, no tuviera secretario con sueldo y que su función la<br />

desempeñara un regidor.<br />

La poca industria textil con que Jalos contó a fines de la colonia se vino abajo por<br />

la guerra de Independencia. Ni en Jalos ni en otras partes lograba levantarse;<br />

manifestaba Justo Corro en su informe de 1829, que en todos sus ramos la<br />

industria se encontraba en un estado decadente por falta de numerario para su<br />

fomento y por la introducción de tejidos por los puertos. Esto ha reducido a la<br />

miseria a muchos jaliscienses que se mantenían anteriormente con sus<br />

manufacturas". Tomó la importante decisión de arreglar los caminos que habían<br />

quedado inservibles por tantos años de guerra. Al reconstruirse el camino real,<br />

Jalos vio activar su comercio que estaba casi muerto, y de nuevo contempló el<br />

pasar de diligencias y recuas de acémilas y mulas cargadas de productos en<br />

distintas direcciones.<br />

Debido a los constantes levantamientos y al desatado bandolerismo la<br />

administración jalisciense no lograba consolidarse; y una de las zonas más<br />

afectadas fue la franja formada por la ruta Guadalajara-Jalos-SanJuan se vio<br />

dislocada permanentemente por todo tipo de grupos alzados, gavillas de<br />

bandoleros o pronunciados que seguían a este o aquel jefe, a esta o aquella<br />

bandera, a determinado Plan tan socorrido en esos años. Decía Herrera y Cairo<br />

en su informe de 1831 "Un Estado que en otros tiempos llevaba un nombre<br />

glorioso entre todos los de la Federación, que se había singularizado por los<br />

a<strong>del</strong>antos de su ilustración, y que su opinión era decisiva en los grandes asuntos<br />

de la República, lo encuentro obscurecido, abatido, nulo en fin, y a merced <strong>del</strong><br />

primer ocupante". Y como si eso fuera poco nuestro pueblo se vio azotado en<br />

1833 por el cólera morbus que llevó al sepulcro a muchas víctimas, así como por<br />

las gavillas <strong>del</strong> bandolero Méndez; tanto desquició la región que en julio de ese<br />

año se reunieron los comandantes de Lagos, S. Miguel, y S. Juan para poner<br />

remedio.<br />

19


Al cambiar el gobierno <strong>del</strong> país de federalista a centralista, el jaliciense decretó la<br />

supresión de los ayuntamientos, salvo en las cabeceras cantonales o<br />

departamentales. Precisamente el 6 de abril de 1837 el gobernador interino <strong>del</strong><br />

Departamento de Jalisco, Antonio Escobedo, acordó dividir el distrito de Lagos en<br />

dos partidos, quedando Jalos en el de Teocaltiche. También en lugar de los<br />

cabildos e<strong>xi</strong>stentes se crearía una oficina para meros trámites llamada "Sección<br />

Municipal".<br />

El Estado iniciaría 1840 con esa división; eran en total 8 distritos que, a su vez, se<br />

dividían en departamentos, Jalos quedó en el Distrito de Lagos, Departamento de<br />

San Juan. Un censo parroquial de 1841 da al pueblo 1,616 habitantes y 15,296 a<br />

toda la jurisdicción parroquial; en el perímetro entraban 5 pueblos, 4 haciendas y<br />

59 ranchos. Manuel López Cotilla describe así a Jalostotitlán en sus Noticias<br />

geográficas y Estadísticas <strong>del</strong> Departamento de Jalisco publicadas en 1842.<br />

"Pueblo antiguo, al cual estuvo subordinado el de Sanjuan en lo civil hasta el año<br />

de 1640, y en lo eclesiástico hasta 1769 en que se erigió aquel en curato. Aunque<br />

su población sólo es de 1 616 habitantes, la de su parroquia es todavía de<br />

consideración. Tiene dos juzgados de paz, administración de correos,<br />

subpreceptoría de rentas y escuela municipal. La principal industria de sus<br />

habitantes es la agricultura y los tejidos ordinarios de algodón y lana... Mitic,<br />

pueblo subordinado inmediatamente al anterior así en lo civil como en lo<br />

eclesiástico, Tiene un juez de paz y 512 habitantes cuyo giro es la agricultura...<br />

San Nicolás, con 198 habitantes y las demás circunstancias <strong>del</strong> inmediato...<br />

Teocualtitán, pertenece en lo eclesiático a jalostotitlán; tiene un juzgado de paz y 1<br />

200 habitantes dedicados a la labranza y al hilado de algodón y tejido de mantas..,<br />

San Gaspar tiene una población de 1 100 habitantes y las otras circunstancias <strong>del</strong><br />

que acaba de expresarse los indígenas de este pueblo posee bastantes terrenos<br />

de buena calidad.<br />

Pasaban los años de independencia, pero Mé<strong>xi</strong>co no lograba tomar rumbo; al<br />

contrario, cada vez caía en desaciertos aberrantes, en más cuartelazos. Las<br />

décadas posteriores a la independencia fueron para el país las más dramáticas de<br />

su historia, pues además de sufrir la ambición y la felonía de muchos de sus hijos,<br />

tuvo que hacer frente a las ambiciones yankis. De la derrota con los Estados<br />

Unidos, la guerra más injusta que el mundo moderno ha visto contra una nación,<br />

se derivó la pérdida de más de la mitad <strong>del</strong> territorio. Jalos colaboró con alrededor<br />

de 50 hombres para defender la patria ultrajada; y como todo Mé<strong>xi</strong>co sintió la<br />

derrota nacional y lloró la muerte de sus hijos.<br />

Ni la honda pena de ver reducida la patria a la mitad y la amarga experiencia de<br />

desunión fue suficiente para hacer recapacitar a los me<strong>xi</strong>canos. Hacía falta algo<br />

más que cimbrara su alma para cambiar la faz de Mé<strong>xi</strong>co. Fue precisamente el<br />

Plan de Ayutla de 1854, que en su origen se vio como otro levantamiento más,<br />

sucesorio de los que habían ocurrido desde la consumación de la independencia.<br />

Sólo con los años se pudo apreciar el profundo significado de este movimiento.<br />

Para no ser excepción este movimiento de cambio tuvo necesidad de<br />

desencadenar una revolución, costumbre invariable que ha seguido Mé<strong>xi</strong>co en la<br />

consecución de toda mejora socioeconómica.<br />

Al triunfo <strong>del</strong> Plan, los liberales procuraron plasmar esos ideales en la Constitución<br />

de 1857. Secuente a las innovaciones liberales devendría una intranquilidad<br />

20


política que obscurecería el panorama; y es que buena parte de la sociedad<br />

me<strong>xi</strong>cana se opuso a las reformas. En diciembre ocurriría el levantamiento de<br />

Tacubaya <strong>del</strong> general Félix Zuloaga que desconocía la Carta Magna y el gobierno.<br />

La Guerra de Tres Años entre conservadores y liberales tomaba rumbos<br />

sangrientos y de desastre. Cientos de me<strong>xi</strong>canos comenzaron a caer defendiendo<br />

una u otra bandera.<br />

Se derramó mucha sangre. Y si al principio la victoria pareció inclinarse de la parte<br />

conservadora, para 1860 la balanza se encontraba totalmente de parte de los<br />

liberales; dueños de la situación el 1º de enero de 1861 Juárez regresó a la<br />

capital, después de tres años de peregrinar con el gobierno a sus espaldas.<br />

Lamentablemente el triunfo liberal no trajo la solución a los problemas nacionales<br />

ni locales. Por ejemplo, la sociedad jalostotitlense quedó más dividida que antes;<br />

los odios y las venganzas aparecieron por doquier; los liberales achacarían la<br />

muerte de sus deudos a los conservadores y, éstos, a los liberales.<br />

Múltiples fueron los problemas que encontró Juárez a su regreso; sobre todo un<br />

bandidaje incontrolable que asesinaba, robaba y asolaba los campos; incendiaba<br />

ciudades y pueblos y cometía toda clase de fechorías. Lo peor era que las arcas<br />

públicas se encontraban vacías. Mé<strong>xi</strong>co se encontraba sin un centavo para pagar<br />

las deudas extranjeras; por lo que se vio obligado a suspender los pagos de la<br />

deuda externa. Esto motivó que España, Francia e Inglaterra enviaran una<br />

expedición para reclamar el pago de sus deudas. España e Inglaterra retiraron sus<br />

demandas, no así Francia; así fue que comenzó la "intervención francesa" con la<br />

subsecuente imposición de Ma<strong>xi</strong>miliano de Habsburgo como emperador de<br />

Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Fue este año de 1862 en que ocurrieron en jalos los hechos <strong>del</strong> 2 y 3 de marzo<br />

que con detalle describe Juan Macías en su Estadística Municipal. Durante el<br />

Segundo Imperio Jalos, como todos los pueblos de Los Altos, se adhirió a éste.<br />

Ma<strong>xi</strong>miliano se mantuvo en el gobierno gracias al apoyo de los soldados franceses<br />

y no por el que los me<strong>xi</strong>canos le ofrecieran; por eso desde que comenzaron a<br />

regresar a Europa los contingentes franceses el Imperio comenzaría a venirse<br />

abajo. El último reducto de Ma<strong>xi</strong>miIiano fue Querétaro donde fue sitiado, y la<br />

madrugada <strong>del</strong> 15 de mayo de 1867 caería con sus principales generales. El<br />

epílogo de esta aventura tuvo su desenlace en el Cerro de las campanas el 19 de<br />

julio; al ser fusilados Ma<strong>xi</strong>miliano, Miramón y Mejía el Segundo Imperio también<br />

quedaba sepultado.<br />

A partir de 1867 inició lo que la Historia Me<strong>xi</strong>cana llama la República Restaurada.<br />

Apoyado en la paulatina aplicación de la Constitución de 1857 y Leyes de<br />

Reforma, el país comenzó una verdadera metamorfosis. En realidad, será con<br />

Porfirio Díaz que las revueltas militares y el bandolerismo dejarán de desquiciar el<br />

orden. Durante los años intermedios Mé<strong>xi</strong>co no logró levantar su economía, pues<br />

las huellas de los trastornos revolucionarios, inmoralidad, miseria, vicio, deshábito<br />

al trabajo y un constante estado de inseguridad, continuaron carcomiendo el<br />

ambiente político.<br />

¿Cuál era el panorama de Jalos en vísperas de que Juan Macías escribiera su<br />

Estadística? El Jalos postrado por los hechos <strong>del</strong> 2 y 3 de marzo de 1862,<br />

paulatinamente fue mejorando, pues aunque los daños materiales fueron notables<br />

al ser la cuota de vidas humanas reducida, variante que incide directamente en el<br />

21


progreso de un pueblo. Pienso que Juan Macías exagera al relatar estos hechos.<br />

Si deveras Jalos hubiera quedado arruinado, difícilmente hubiera podido lograr en<br />

tan corto tiempo obras como dos portales, plazuela, embellecimiento de la plaza<br />

de armas, reconstrucción de la casa consistorial y otras mejoras; más si tenemos<br />

en cuenta que eran años de estrechez económica. El hecho de que la Legislatura<br />

<strong>del</strong> Estado erigiera al Municipio Departamento en 1872, es prueba de que contaba<br />

con lo requerido para este tipo de instituciones políticas.<br />

Es un hecho que en 1880, año en que Juan Macías escribe su Estadística<br />

Municipal, Jalostotitlán no había dejado de ser un pueblo pacífico, provinciano,<br />

olvidado como tantos en el mapa nacional. Y aunque envuelto en el fragor y el<br />

ruido de los que se mueven en todas direcciones, siguió siendo el pueblo inmóvil<br />

de sus varios siglos de e<strong>xi</strong>stencia. Y frente a la inestabilidad mantenía su espíritu<br />

de arraigo y su amor a la soledad; para defenderse de los embates<br />

modernizadores, <strong>del</strong> ruido, se reconcentraba en el silencio y la meditación. Era un<br />

pueblo estático, poco progresista, que no cambiaba de costumbres; hermético e<br />

impenetrable para los de fuera y hasta para algunos de sus propios hijos. Los<br />

hogares conservadores eran un recinto amurallado; no penetraban a él más que<br />

los parientes o los amigos, con los que se había cultivado la amistad por<br />

generaciones. Los talleres artesanales se manejaban por los de una misma<br />

dinastía y hasta la gente humilde de los barrios guardaba su casa como un huerto<br />

sellado.<br />

El intercambio de servicios y el cultivo de las relaciones entre varios componentes<br />

sociales de la población se hacían en base a ayuda mutua y consideraciones<br />

recíprocas; las jerarquías de clases sociales se mantuvieron intactas. Ya se<br />

observa la tendencia escapista" de los jaleños que aspiraban a abrir su camino y a<br />

liberarse de la rigidez ceremoniosa, sin que faltaran las ambiciones una mejoría<br />

económica. Así se ha dado el fenómeno de que, a pesar de ser prolífico, casi no<br />

aumentara su población y siguiera su mismo aspecto de "pueblo inmóvil", en el<br />

que no se operaban cambios en su aspecto esencial.<br />

En fin, grandes hechos no ocurrían; seguía pareciendo como si hubieran pasado<br />

los años, como si lo que se llama progreso se hubiera detenido en sus puertas de<br />

entrada y la pequeña villa siguiera durmiendo para conservarse igual a sí misma.<br />

Aún cuando, Juan Macías menciona cómo las autoridades que habían regido<br />

destinos de nuestro pueblo, se habían consagrado a su mejoramiento, es mucho<br />

decir que había entrado al progreso. Pero ¿para qué describir en detalle esos<br />

momentos, si los lectores saborearán al leer la obra su situación? En lugar de<br />

extenderme por explicar esta panorámica <strong>del</strong> Jalos de 1880, mejor dejo a los<br />

lectores que lo aprecien por sí mismos. Sin embargo, no quiero terminar estas<br />

notas sin hacer unos comentarios introductorios sobre la obra que nos ocupa.” 19<br />

Finalmente, el Doctor Gutiérrez hace algunas referencias al contenido de “La obra”<br />

y su similitud con otras de la época. Señala que:<br />

“Las estadísticas, compilación clasificada de datos sobre hechos físicos o morales<br />

que se prestan a numeración, o recuento y comparación de cifras a ellos<br />

referentes, tan extendidas en los campos de la investigación, tuvieron su origen<br />

como ciencia particular en el siglo XVIII. Nacieron principalmente de la necesidad<br />

19 Ibdem. Pp. 18-25.<br />

22


de estudiar, de conocer el campo de los hechos sociales para enseñar los<br />

métodos de recolección e interpretación de los numéricos. Con los años se fueron<br />

conformando en parte de la economía política, como cuerpo teórico fundamentado<br />

en la idea de que e<strong>xi</strong>ste un orden natural en los fenómenos económicos.<br />

Aunque aplicadas sin la precisión que ahora conocemos, se comienzan a manejar<br />

en Mé<strong>xi</strong>co en la colonia, durante los años de ensayo de las reformas políticas y<br />

administrativas emprendidas por los gobiernos borbónicos, a partir de la segunda<br />

mitad <strong>del</strong> siglo XVIII cuando se pretendió cancelar una forma de gobierno e<br />

imponer otra que permitiera extraer mejor los beneficios materiales. Esa fue la<br />

razón de que se multiplicaran los informes, visitas y relaciones geográficas para<br />

mejor conocer el contenido y producción de los dominios en los últimos cincuenta<br />

años de gobierno español. Ejemplo de informes <strong>del</strong> siglo XVIII son Descripción de<br />

la Diócesis de Guadalajara de indias, de Mateo José de Arteaga (1770);<br />

Descnpción y Censo General de la Intendecia de Guadalajara de José Menéndez<br />

Valdés (1793), Relación de Provincias de Jacobo Ugarte y Loyola (1792). En el<br />

XIX, Estado Económico de la Intendencia de Guadalajara, de José Fernando de<br />

Abascal y Sousa (1803); Libro de la Razón General de la Hacienda Nacional de<br />

Antonio Gutiérrez y Ulloa (1823); Estadística <strong>del</strong> Estado Libre de Jalisco de<br />

Victoriano Roa (1825), y Noticias Geográficas y Estadísticas <strong>del</strong> Departamento de<br />

Jalisco, de Manuel López Cotilla (1843).<br />

Las estadísticas han ido aparejas al desarrollo <strong>del</strong> <strong>pensamiento</strong> económico. A lo<br />

largo <strong>del</strong> siglo XIX la recolección de estadísticas fue estimulada por los gobiernos<br />

me<strong>xi</strong>canos para obtener material suficiente para desarrollar programas<br />

económicos, pues se esperaba que el conocimiento más profundo de los hechos<br />

de un sistema económico enriquecía el <strong>pensamiento</strong> En el caso de Jalisco,<br />

cuando aún no se lograba la independencia, Gutiérrez Ulloa trabajó por años para<br />

formar la Razón General de la Provincia de Guadalajara y por eso se avocó a<br />

recabar toda información de los archivos locales, esfuerzo que dio a conocer al<br />

año siguiente de la independencia, en 1822.<br />

Al pasar a ser Jalisco Estado federativo (21 de junio de 1823), el recién instituido<br />

gobierno conoció la necesidad de contar con estudios estadísticos, principalmente<br />

para demarcar los límites de diversos partidos en que se había dividido su<br />

territorio. Victoriano Roa no haría sino aprovechar los estudios de Gutiérrez Ulloa<br />

e informes parroquiales y con ellos conformaría la Estadística <strong>del</strong> Estado Libre de<br />

Jalisco. Es en esta obra en que encontramos por primera vez la descripción<br />

minuciosa de cada uno de los cantones, departamentos y municipios en que el<br />

Estado acababa de constituirse; también detalladas noticias sobre población,<br />

agricultura, industria, comercio, montes, valles, minerales, aguas, temperaturas,<br />

situación local de los pueblos, vientos y distancias. La Estadística de Victoriano<br />

Roa es un concentrado de lo que los ayuntamientos contestaron al requerimiento<br />

de la circular de de abril de 1822. Este les pedía "diesen todas las noticias<br />

correspondientes a tan útil objeto, acompañándoles para el mejor acierto, una<br />

planilla de preguntas y mo<strong>del</strong>os para la formación <strong>del</strong> censo…”<br />

Otro trabajo estadístico integral <strong>del</strong> Estado es el de Manuel López Cotilla (1843),<br />

que le fue encargado por la junta de Seguridad Pública <strong>del</strong> entonces<br />

Departamento de Jalisco a conocer lo necesario que era para el desempeño de<br />

sus atribuciones. Este trabajo intentó subsanar las deficiencias de los hasta<br />

23


entonces realizados al respecto y aprovechar el concentrado formado en 1841, <strong>del</strong><br />

que el Ministro de Guerra y Marina expresaría haberlo "hallado redactado con el<br />

orden y método que sería de desear, se adoptasen en los demás departamentos".<br />

Ahora se procuró detallar y explicar más las noticias sobre las particularidades<br />

posibles y rectificar con exactitud la población, distancias y principales fuentes<br />

productivas. Un grupo de expertos recorrió los distintos pueblos y comunidades en<br />

busca de una información fiel; no se puede negar que lograron un trabajo meritorio<br />

coordinados por Manuel López Cotilla.<br />

En el caso particular de Los Altos, también se realizaron trabajos importantes de<br />

información en algunas municipalidades. Conocemos la Estadística de San Juan<br />

de los Lagos de Benigno Romo (1837), remitida a la Diputación <strong>del</strong> Departamento<br />

de Aguascalientes. Es un informe detallado de la jurisdicción que los<br />

sanjuanenses acompañan con la solicitud de ser aceptados como parte <strong>del</strong> recién<br />

creado Departamento. Nos extraña su proceder; pero debemos entender que en<br />

esos años no había la fuerte identidad hacia los Estados que ahora conocemos.<br />

Además de eso, los sanjuanenses se vieron impelidos a buscar un mejor apoyo y<br />

reconocimiento que el que recibían <strong>del</strong> gobierno jalisciense; también era una<br />

abierta protesta a los desprecios que recibían de los comerciantes de Guadalajara.<br />

Este trabajo contiene un escueto pero minucioso informe de la villa y su<br />

jurisdicción. Curiosamente sólo la población de San Juan y su jurisdicción solicita<br />

su ane<strong>xi</strong>ón a Aguascalientes. Para impresionar mejor detalla el área física de<br />

SanJuan, la importancia de su feria y su nutrido comercio, así como el número de<br />

habitantes y productos que en la jurisdicción se dan y se exportan. La respuesta<br />

que tuvieron los sanjuanenses a este intento de separación fue negativa por la<br />

dificultad de incorporar un territorio que no colindaba a Aguascalientes; pero<br />

también porque el gobierno de Jalisco reaccionó satisfactoriamente a sus<br />

demandas.<br />

Al año siguiente levantaría similar Estadística Teocaltiche que acababa de ser<br />

elevado a Partido. Algunos han querido ver en esto las mismas intenciones de San<br />

Juan. Pero no encontramos ninguno que nos haga pensar así, por lo que<br />

pensamos se trata de un informe referente al Departamento de reciente creación;<br />

es decir referentes a Teocaltiche, Paso de Sotos y Mexticacán. Es menos extenso<br />

y detallado que el de San Juan; pero dentro de su sinteticidad, guarda la<br />

información imprescindible. Hace la aclaración de que no aparece lo concerniente<br />

a Xalos, San Gaspar, Mitic, Cañadas y Temacapulín que acababan de ser<br />

agregados a Teocaltiche.<br />

El Cuadro Estadístico de Jalostotitlán de Juan Macías Gutiérrez es un informe que<br />

se encuadra muy avanzado el siglo. Fue preparado en respuesta a las<br />

instrucciones de las circulares 3897 y 4296 remitidas por la Secretaría de<br />

Fomento, de fechas 23 de julio y 28 de agosto de 1878. Como manifiestan las<br />

mencionadas instrucciones, su objeto fue cuantificar la riqueza de Jalos para<br />

mejor explotar los recursos naturales; y, por qué no, para fomentar el amor al<br />

trabajo, la inmigración y la economía. En la intervención francesa ya se entendían<br />

los estudios estadísticos como la mejor alternativa para desarrollar el progreso,<br />

pues "reducen a positivos valores cuanto e<strong>xi</strong>ste en una sociedad, demostrando<br />

con exactitud cuanto esa sociedad vale física y moralmente". Por lo que no es de<br />

extrañar que don Juan Macías inventariara cuanto se merecía de nuestro Jalos:<br />

24


montañas, ríos, animales, plantas, recursos naturales, edificios públicos y<br />

privados, población de la cabecera, pueblos, haciendas y ranchos; industria,<br />

comercio, agricultura, escuelas, administración pública. No falta en el trabajo una<br />

breve síntesis histórica, clima y clase de tierras para mejor ubicar al lector<br />

Para concluir esta presentación unos comentarios a la obra. Queda dicho que<br />

motivó el Cuadro Estadístico de la Municipalidad de Jalostotitlán una instrucción<br />

de la Secretaría de fomento. Al recomendar la municipalidad el trabajo a Juan<br />

Macías Gutiérrez, éste aprovecha la oportunidad para dar a conocer<br />

históricamente el suelo que recibió los primeros ayes "de su juventud" y el postrer<br />

gemido "de sus mayores". Late en todo el trabajo un objetivo: "hacer algo por la<br />

felicidad y bienestar" de Jalos, donde "todos somos una misma familia”. De<br />

entrada, exterionza lo importante que es la familia en la sociedad; "la dulce imagen<br />

de un padre, las caricias y besos de una madre, los largos días de la niñez<br />

pasados bajo la vigilancia amiga de un hermano o de una hermana, son recuerdos<br />

todos que siguen al hombre hasta el sepulcro, que alimentan su ingenio, dominan<br />

sus pasiones, le regocijan en los días de bienandanza y son en la adversidad el<br />

primero y último de sus consuelos".<br />

Juan Macías manifiesta inseguridad, miedo a fracasar en la comisión, aunque<br />

también evidencia satisfacción. No deja de señalar sus escasas luces, su<br />

impreparación. No obstante, entrega su trabajo confiado en que los jalostotitlenses<br />

lo aceptarán con benevolencia y sabrán disimular todos los defectos. ¿Es real esa<br />

insuficiencia para llevar a cabo un trabajo así, o es mera pose? Nos quedamos<br />

más bien con lo segundo.<br />

Después de una dedicatoria sentimentalista impregnada de amor a la patria chica,<br />

muy al estilo <strong>del</strong> romanticismo reinante, hace el autor una síntesis histórica de<br />

Jalostotitlán, sin llegar a fundamentar sus aseveraciones en documentos<br />

archivísticos. Muestra inseguridad en muchas de sus afirmaciones. Por ejemplo,<br />

confiesa desconocer la fecha de la fundación de Jalos y, por el contrario, dice de<br />

Mitic que fue fundado en 1301; erróneo porque para entonces hacía más de siglo<br />

que los me<strong>xi</strong>cas habían pasado por la región. Y en cuanto a la conquista y<br />

<strong>presencia</strong> española en Jalos ninguna mención hace. El autor considera a Jalos<br />

población importante durante la colonia porque San Juan de los Lagos y San<br />

Miguel el Alto estuvieron sujetos eclesiásticamente a él. Efectivamente, Jalos tuvo<br />

el privilegio de ser escogido como cabecera de la parroquia Tecuexe erigida en<br />

1572. Decía este año al rey el Obispo neogallego Don Francisco Gómez de<br />

Mendiola al referirse a Teoqualtiche: tiene otra vicaria a cinco leguas que es la de<br />

los Tecuexes….hasta dos meses que se hizo vicaría y beneficio diviso por partido<br />

a pedimento de los naturales que dijeron padecer necesidad de una doctrina y se<br />

le quitaron siete pueblos que eran <strong>del</strong> vicario de Teoqualtich y puso en ellos nuevo<br />

vicario..." Los Siete pueblos tecuexes desmembrados por las autoridades para<br />

crear la citada parroquia fueron: Xalostotitlán, la cabecera, asentado en la ribera<br />

<strong>del</strong> río <strong>del</strong> mismo nombre; Tlazintla o San Gaspar de los Reyes orillas <strong>del</strong> río San<br />

Juan, a unos pasos donde se junta éste con el verde, <strong>del</strong> cual la historia dice<br />

haber sido fundado por Fray Miguel de Bolonia con indios cristianos traídos de<br />

Juchipila; en la misma junta de ambos ríos, San Nicolás; Mitic, importante<br />

cacicazgo entonces asentado un poco más arriba a la orilla <strong>del</strong> río San Juan;<br />

25


Mezquitic (hoy San Juan de los Lagos), Teocaltitán, centro religioso tecuexe<br />

prehispánico, y Atoyonalco (hoy San Miguel Alto).” 20<br />

Posteriormente al referirse concretamente al contenido <strong>del</strong> texto, el Dr. Gutiérrez<br />

inserta nuevamente sus interpretaciones en la relación con algunos de los párrafos<br />

expuestos en la obra. Ahí destacan las siguientes ideas:<br />

“Más a<strong>del</strong>ante afirma haber venido abajo Jalos por la guerra de independencia y<br />

las constantes revueltas que se sucedieron en el Mé<strong>xi</strong>co independiente; también<br />

que cayó en la inactividad, la inercia y el marasmo, situaciones prohijadas por la<br />

guerra, el incendio y la desolación. Nos cuesta aceptar plenamente la siguiente<br />

apreciación, que de 1855 en a<strong>del</strong>ante Jalos se encarriló por la senda <strong>del</strong> progreso.<br />

"En el año de 1860 y 61 Jalostotitlán presentaba un aspecto muy diferente <strong>del</strong> que<br />

tenía: se podía augurar un porvenir risueño y bonancible". Difícil que ocurriera así<br />

en Jalos, cuando todo el país se hallaba desquiciado por las luchas entre liberales<br />

y conservadores. Nos preguntamos ¿se trata aquí de que el autor intenta resaltar<br />

la obra de los liberales? ¿Demostrar su conformidad con el gobierno en turno, con<br />

el gobierno reinante <strong>del</strong> que depende su vida económica? En fin nos induce a que<br />

pensemos en que estaba conforme con la historia oficial más que con la verdad.<br />

La descripción de los hechos <strong>del</strong> 2 y 3 de marzo de 1802 es uno de los pasajes<br />

más dramáticos, más realistas y mejor logrados. Dentro de su concisión dicen todo<br />

lo que se puede decir de hechos de tal naturaleza. La lectura de esos párrafos<br />

emociona y se quisieran aceptar tal como los describe el autor. Pero la historia no<br />

se escribe con apasionamiento, sino con el corazón frío y la mente sujeta a la<br />

realidad para evitar posteriores rectificaciones. No coincidimos con el autor y<br />

pensamos que en la descripción de estos hechos también exagera. Jalos era una<br />

población lo suficientemente grande; y sólo con la destrucción total hubiera podido<br />

soportar la muerte de su juventud. Estamos de acuerdo que lloró con dolor la<br />

desaparición de algunos de sus jóvenes; que muchos hogares jaleños lloraron la<br />

muerte de algún deudo y que quedaron sin protección.<br />

Pero dista mucho de afirmar que vio desaparecer "la flor de la juventud, de esa<br />

juventud entusiasta y patriota que después de haber sostenido con raro heroísmo<br />

el ataque de más de dos mil bandidos, durante veintidós horas..., sacrificaron sus<br />

preciosas vidas al furor de aquellos caníbales".<br />

Expliquémonos. En esas Fechas Mé<strong>xi</strong>co apenas comenzaba a formar sus milicias<br />

para hacer frente a la inminente invasión francesa. Aún no había llegado el<br />

momento en que aparecieran en el mapa nacional ejércitos multitudinarios; y<br />

menos que "dos mil bandidos" estuvieran presentes en una sola acción. De ser<br />

así, Jalos no hubiera vivido para contarlo. Quise cerciorarme a fondo sobre estos<br />

hechos y acudí a los archivos parroquiales. Me encontré en el Libro de<br />

Defunciones que solamente registra las partidas de 17 jaleños caídos en estos<br />

días y 27 Forasteros. ¿Se entiende una cuota tan corta de muertos en una acción<br />

en que interviene ese número de bandoleros y con la saña que el autor describe?<br />

De una u otra forma fueron actos reprobables y merecían un castigo ejemplar.<br />

Sabemos que el gobierno <strong>del</strong> Estado envió al coronel Estanislao Balcázar con<br />

instrucciones de incendiar la Villa de San Juan al menor manifiesto de rebelión o<br />

desquite al castigo. Como más de alguno desearía conocer el nombre de los<br />

20 Ibdem. Pp. 26-31.<br />

26


caídos en los hechos <strong>del</strong> 2 y 3 de marzo de 1802, los enumero a continuación:<br />

Severiano Lomelí, de 29 años; Catarino Pérez, de 30; Félix Casillas, de 18;<br />

Valentín Tostado, de 24; Felipe Mena, de 22; Francisco Sánchez, de 28; Joaquín<br />

Delgadillo, de 29; Pablo Pedroza,de 25; Romualdo Barba, de 62; Felipe Morales,<br />

de 18; Pelagio Gutiérrez, de 30; Mateo Gaspar, de 42; Nazario Cordero, de 29;<br />

Teodoro Gutiérrez de 40; Angel Sánchez, de 61; Valentín Carmona, de 20 y<br />

Gregorio Lomelí, de 31.<br />

Encontramos en el Cuadro Estadístico información como que "generalmente las<br />

autoridades que han regido los destinos de este lugar se han consagrado al<br />

mejoramiento de los edificios públicos y plazas"; que junto con ellas, los jaleños,<br />

amantes como son, <strong>del</strong> progreso y engrandecimiento, "lograron que en 1863 y 64<br />

se fabricara un bonito portal al norte de la plaza de armas, y en 1872 construyeran<br />

de mampostería las hermosas fincas y portal que tan agraciada perspectiva<br />

prestan a la plazuela <strong>del</strong> "Progreso" que se halla frente a la parroquia". No hace<br />

mención de la parte que tuvieron los eclesiásticos que estuvieron esos años al<br />

frente de la parroquia. Nosotros acotamos que D. Francisco Villalvazo, D.<br />

Mascorro y D. Praxedis Vázquez inyectaron entusiasmo por la mejora <strong>del</strong> pueblo.<br />

Los libros parroquiales refieren de este último que no se cansaba de animar a<br />

todos a empedrar las calles, efectuar otras mejoras y embellecer a Jalos.<br />

Me parece de muy buen gusto la descripción físico-geográfica que hace Juan<br />

Macías de la jurisdicción. Se lee con agrado lo que dice <strong>del</strong> clima, tipo de tierras,<br />

montañas e hidrografía en general. Lo mismo su relato geopolítico. Nos es grato<br />

saber que en ese año la población contaba con 5,485 habitantes y que los<br />

pueblos, haciendas y ranchos que conformaban la jurisdicción hacían subir a esta<br />

a 20,621 almas. Y cuando describe los tres sectores económicos en que basaba<br />

su economía, nos sorprende la industria con que contaba Jalos y los canales de<br />

comercialización de ésta, así como la agro-ganadería, que también florecía.<br />

Finalmente, repasando con agrado cada uno de los apartados que dedica a las<br />

plantas y riqueza animal; también el dedicado a la instrucción: 5 escuelas<br />

primarias pagadas con fondos municipales y 6 por particulares. Toda esta<br />

información la resume en sendos cuadros al final.<br />

No quisiera abundar más en estos comentarios, pues los jalostotitlenses<br />

conocerán en detalle al Jalos de 1880 al leer el Cuadro Estadístico. Pero no quiero<br />

terminar sin hacer mención de los datos que Juan Macías trae sobre religión,<br />

costumbres, administración pública, ramo político, de hacienda, militar, municipal,<br />

empleados eclesiásticos, personas tituladas, templos y capillas, etc., por ser<br />

imprescindible para conocer al jalos <strong>del</strong> siglo XIX. El Cuadro Estadístico termina<br />

con una vista general <strong>del</strong> municipio, pieza entre ejercicio literario, sociohistórico y<br />

fisico-geográfico<br />

El Cuadro Estadístico guarda una metodología preestablecida en un mo<strong>del</strong>o<br />

instrumentado por el gobierno central. Sigue las líneas comunes que observan<br />

Ensayo Estadístico de la Municipalidad de Arándas, de Ramón Sánchez (1878), y<br />

Cuadro General Estadístico de Paso de Sotos, de Benito Esparza (1878); y quizá<br />

de otros muchos municipios jaliscienses de entonces cuyos trabajos<br />

desconocemos. Cuando leemos alguno de éstos, encontramos una exagerada<br />

similitud como si se copiaran la información. No es eso sencillamente cada uno de<br />

27


los autores responde al mo<strong>del</strong>o preestablecido por el gobierno de la República<br />

para recabar las estadísticas nacionales.<br />

Dentro de su corta cultura, Juan Macías Gutiérrez consideró a la historia como<br />

maestra de la vida, estudio necesario para conocer a las naciones y los individuos;<br />

indispensable para entender las experiencias <strong>del</strong> pasado que deben ser guía en lo<br />

venidero. Por eso se esmeró porque la juventud jalostotitlense conociera sus<br />

apuntes no porque fueran de él, sino porque son historia y porque la historia<br />

señala la forma de acrecentar y multiplicar los focos de verdad; porque es en ella<br />

en que el hombre se apoya para recuperar la acción efectiva, aprovechar aciertos<br />

y rectificar errores. Por algo reitera haber escrito su Estadística con el propósito de<br />

decir la verdad, patriotismo y amor a Jalos, por los valiosos servicios que<br />

acarrearía a la juventud jalostotitlense.” 21<br />

Varias de las ideas expuestas en la nota introductoria aparecen en la Dedicatoria<br />

<strong>del</strong> Autor, Juan Macías Gutiérrez, fechado en Jalostotitlán, el 25 de Mayo de 1880,<br />

quien dice: “Al recibir de esa Honorable Corporación la difícil comisión de formular<br />

el Cuadro Estadístico de la Municipalidad de Jalostotitlán he deseado<br />

ardientemente el que tan honorífica comisión hubiera sido confiada a otra persona,<br />

no por un egoísmo culpable de resistirme a hacer un servicio al suelo que recibió<br />

los prmeros ayes de mi juventud y el postrer gemido de mis mayores; no por<br />

cierto, sino porque e<strong>xi</strong>sten en esta población hombres dignos y de distinguido<br />

talento que pudieran haber desempeñado satisfactoriamente tan <strong>del</strong>icada misión.<br />

Pero ya que esa Ilustre Asamblea ha tenido a bien confiar a mi humilde persona<br />

un encargo de tan alta importancia, yo por mi parte he procurado hacer los<br />

esfuerzos posibles y que han estado al alcance de mi corta inteligencia para<br />

desempeñar tal encargo por el que, sólo aguardo por recompensa, tengáis la<br />

bondad de aceptarlo.<br />

Yo, el último de los hijos de Jalostotitlán no debería a jamás haber emprendido en<br />

manchar su nombre con un cuadro tan imperfecto como éste, pero amo a mi<br />

patria, y en proporción a mi poca inteligencia siempre he deseado hacer algo por<br />

su felicidad y bienestar. Con gusto recuerdo que aquí todos somos una misma<br />

familia; que la familia es la fuente <strong>del</strong> bienestar de las naciones y de los<br />

ciudadanos; que Dios ha hecho sagrado para nosotros el hogar doméstico y ha<br />

derramado en nuestros corazones e infundido en nuestra alma la piedad filial y el<br />

amor fraterno porque no se podría sostener la familia sin el desinteresado y<br />

recíproco amor de sus miembros. La dulce imagen de un padre, las caricias y<br />

besos de mi madre, los largos días de la niñez pasados bajo la vigilancia amiga de<br />

un hermano o de una hermana, son recuerdos todos que siguen al hombre hasta<br />

el sepulcro, que alimentan su ingenio dominan sus pasiones, le regocijan en los<br />

días de bienandanza y son en la adversidad el primero y último de sus consuelos<br />

¡Sentimientos tranquilos, virtudes sin brillo deslumbrador que se encuentran con<br />

un carácter más poético en la infancia de los pueblos, pero que deben también<br />

encontrarse en los pueblos adultos, so pena de dejar a la vida humana sin<br />

encanto, a la familia sin vínculos de unidad y a la nación sin fuerza positiva!<br />

Pongo, pues, a disposición de esa Ilustre Corporación el pequeño Cuadro<br />

Estadístico de mi amada patria, confiado en que por benevolencia que caracteriza<br />

21 Ibdem. Pp. 31-35.<br />

28


a cada uno de sus dignos miembros, tendrán a bien disimular las muchas faltas<br />

que en él se encuentran, y que esto es sólo efecto de la insuficiencia de mi talento<br />

para desempeñar dignamente un cuadro de tan alta importancia y que yo deseara<br />

ardientemente fuera una obra digna de ser presentada ante el Supremo Gobierno<br />

<strong>del</strong> Estado.” 22<br />

El documento de 77 cuartillas, ocupa más de la mitad en la nota introductoria, el<br />

resto, se puede apreciar en el índice, contiene: Municipalidad de Jalostotitlán,<br />

p.41; Extensión, p. 42; Fundación, p. 43; Clima, Terrenos y Límites, p. 44;<br />

Montañas, pp. 44-45; Hidrografía, p. 46; Población y Población dividida, pp. 47-48;<br />

Industria 48, Comercio 49-50; Agricultura, p. 50-54; Instrucción primaria, p.54;<br />

Riqueza, p.55; Capitales registrados, Tesoro municipal y Enfermedades<br />

endémicas, están el la p.56; Medios comunes de subsistencia, Alimentos<br />

comunes, Bebidas, Religión y Costumbres, están en la p. 57; Administración<br />

pública, en la p. 58; Registro civil p. 59; Templos y capillas, pp. 59-60; Vista<br />

general <strong>del</strong> municipio, pp. 61-63; y descripción general de las comisarías de<br />

Cañadas, Temacapulín y Teocaltitán, en las pp. 63 y 64, terminando con una<br />

breve conclusión en las páginas 64 y 66. con la rúbrica <strong>del</strong> autor y la fecha 26 de<br />

Mayo de 1880. y 13 cuadros estadísticos, de los cuales el 12 no contiene<br />

información. Hay finalmente un Croquis de Jalostotitlán de fines <strong>del</strong> siglo XIX,<br />

explicado por el arquitecto Alfredo Gutiérrez. Ese documento de Macias Gutiérrez,<br />

sirvió de base para elaborar otro documento histórico basado en la investigación y<br />

las aportaciones personales de José Antonio Gutiérrez.<br />

Otro de los temas en los que ha concentrado su actividad el autor es sobre<br />

algunos aspectos eclesiásticos de Aguascalientes. Uno de los escritos publicado<br />

en 1997, en la colección Contemporáneos fue La Labor Social de la Iglesia<br />

Católica en Aguascalientes, en cuya edición colaboraron la Diócesis de<br />

Aguascalientes y el Instituto Cultural de Aguascalientes. La PRESENTACION la<br />

hace el otrora obispo de Aguascalientes Rafael Muñoz Núñez. En ella dice que:<br />

“En el umbral <strong>del</strong> siglo XXI, y en vísperas de que nuestra Diócesis de<br />

Aguascalientes se haga centenaria por primera vez, pareció muy oportuno y hasta<br />

necesario, editar este libro para rescatar de nuestra natural mala memoria<br />

histórica personas y sucesos que en el mundo social de nuestra historia diocesana<br />

han dado e<strong>xi</strong>stencia y brillo a este rico renglón de nuestro ser y de nuestra<br />

realización pastoral. Este rescate no pretende de ninguna manera agotar el<br />

riquísimo tesoro que contiene la acción social de la Diócesis en su primer siglo, es<br />

sólo una especie de muestreo, y con muchas limitaciones en cuanto al mismo<br />

contenido, al estilo literario, a las fuentes y a otros aspectos. Las fuentes en donde<br />

fueron abrevadas las acciones sociales aquí descritas, han sido los archivos<br />

Diocesanos de Guadalajara y de Aguascalientes, algunos parroquiales y otros<br />

particulares. Extraer de tales fuentes estas muestras, dan, por su propio peso, un<br />

valor muy grande a este libro. Se creyó que editar esta historia era oportuno y<br />

hasta necesario, no únicamente por las fechas que están por llegar, sino porque<br />

tiene gran interés para los agentes de pastoral, ya sean sacerdotes, religiosas o<br />

laicos, pues ellos encontrarán aquí sus raíces y mo<strong>del</strong>os para lograr su identidad<br />

pastoral, tan necesaria hoy día, y motivos de inspiración para realizar en el<br />

22 Ibdem. Pp. 38-39.<br />

29


presente, con celo y atingencia, el tramo de la historia que deben llevar al cabo en<br />

la actualidad. Igualmente será de mucha utilidad para toda persona que quiera<br />

adentrarse, sin prejuicios ni objetivos preconcebidos, en el mundo de la pastoral<br />

social de la Iglesia Católica. En fin, hay que reconocer, por una parte, la bondad<br />

de Dios manifestada en las personas y en los sucesos que esta obra presenta, así<br />

como la de todos aquellos que hicieron posible esta edición, de manera muy<br />

particular la <strong>del</strong> investigador de los hechos narrados en esta obra.” 23<br />

A la Presentación sigue el Proemio a cargo <strong>del</strong> autor, elaborado en Aguascalientes<br />

en la primavera de 1997. Primero señala el objetivo de texto y su finalidad<br />

histórica:<br />

“El presente estudio sobre la labor social de la Iglesia Católica en Aguascalientes<br />

es una aportación a las conmemoraciones que la Diócesis prepara para celebrar<br />

sus cien años de vida como entidad autónoma. La Diócesis de Aguascalientes fue<br />

creada por el papa León XIII en 1899 por decreto consistorial <strong>del</strong> 27 de agosto de<br />

ese año, el cual fue ejecutado por el visitador apostólico, Ilmo. Sr. doctor D.<br />

Nicolás Averardi, arzobispo de Tarso, el 3 de noviembre <strong>del</strong> mismo año.” 24<br />

En seguida, el autor establece los parámetros geográficos de la diócesis. Indica<br />

que: “Originalmente se le asignaron seis parroquias: dos en la ciudad, la Asunción<br />

y el Encino; y cuatro foráneas: Asientos, San José de Gracia, Calvillo y Jesús<br />

Maria, y sus límites se constriñeron al territorio ocupado por el estado. En 1907<br />

conseguiría monseñor Fray José Ma. de Jesús Portugal que se reconociera como<br />

parte de la Diócesis a la zona zacatecana que desde antiguo perteneció a la<br />

parroquia de Asientos y que se agregaran las parroquias de Ojuelos y Paso de<br />

Sotos (hoy Villa Hidalgo) <strong>del</strong> estado de Jalisco. En 1925 fueron agregadas por<br />

decreto de la Sta. Sede las parroquias de Encarnación y Teocaltiche, junto con las<br />

recientemente creadas de Bajío de San José, Mechoacanejo y Belén <strong>del</strong> Refugio.<br />

En la actualidad cuenta con una extensión apro<strong>xi</strong>mada de 11,200 kilómetros<br />

cuadrados, 5,589 que comprende el estado de Aguascalientes y 5,611 los estados<br />

de Jalisco y Zacatecas, más un pequeño pueblo <strong>del</strong> estado de Guanajuato. La<br />

Diócesis está ubicada en la zona Centro-Occidente de la República Me<strong>xi</strong>cana. A<br />

este espacio los geógrafos lo suelen llamar de transición entre la aridez <strong>del</strong> norte,<br />

el húmedo tropical <strong>del</strong> Pacífico y la sequedad de los altos valles <strong>del</strong> Altiplano. La<br />

parte occidental entra en la Provincia de la Sierra Madre Occidental (Subprovincia<br />

de las Sierras y Valles Zacatecanos); la parte norte a la Provincia de la Mesa<br />

Central (Subprovincia <strong>del</strong> Llano de Ojuelos-Aguascalientes); y la parte sur está<br />

incluida en la Provincia <strong>del</strong> Eje Neovolcánico (Sub provincia de Los Altos de<br />

Jalisco). Su espacio está ocupado por tierras semiáridas y es abundante en<br />

llanadas y elevaciones de escasa consideración, las que van a terminar en las<br />

estribaciones de la Sierra Madre Occidental, en el occidente; en la Sierra de<br />

Zacatecas, por el norte, y en el oriente-occidente, en la región de los Altos de<br />

Jalisco. La mayoría de estas tierras son pobres, capaces de dar vida apenas a<br />

pequeños arbustos xeróficos y a plantas como mezquites, huizaches, garruños,<br />

matorrales y zacates propios de las zonas semidesérticas, a excepción de algunos<br />

23 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. La labor social de la Iglesia Católica en Aguascalientes. Aguascalientes,<br />

Ags., Mé<strong>xi</strong>co. Instituto Cultural de Aguascalientes. 1997.<br />

24 Ibdem. s/p.<br />

30


pequeños oasis o joyas. En el centro, este y oriente predominan las planicies y<br />

lomeríos con pendientes de relativa pequeñez, y al sur y occidente los suelos<br />

bastante accidentados. Hidrológicamente forma parte de la cuenca Lerma-<br />

Santiago, abundante en corrientes en el subsuelo. En todas las estaciones sufre el<br />

hombre carencia de agua. Las anteriores circunstancias permiten calificar a la vida<br />

regional de insegura y precaria, aun cuando e<strong>xi</strong>sta una aparente prosperidad.<br />

Secuencia de esta rudeza de la tierra, la alimentación de su gente es frugal y<br />

e<strong>xi</strong>ste en un gran porcentaje de hogares un régimen alimentario que raya en la<br />

subalimentación; esta frugalidad no es precisamente virtud, sino pobreza a secas.<br />

Las tierras flacas son responsables de la pobreza en que, vive su gente y de que,<br />

contra todo, se someta con resignación a los imponderables geológicos, a la<br />

diversidad de los climas y la escasez de agua. Es en esta perspectiva que el lector<br />

encontrará el desarrollo de las acciones sociales <strong>del</strong> católico que se historian en el<br />

presente trabajo.” 25<br />

Luego refiere la aportación <strong>del</strong> texto, dice que:<br />

“La. labor social de la Iglesia Católica en Aguascalientes presenta un panorama<br />

histórico de los cien años de vida de acción social de la Diócesis como entidad<br />

autónoma, y como no e<strong>xi</strong>ste un estudio de esta naturaleza, es su propósito<br />

también llenar ese hueco; manifestar y esclarecer conclusiones a la luz de la<br />

metodología y los a<strong>del</strong>antos científicos y reafirmarlos, aprovechando los<br />

documentos que guardan los archivos. Partimos de una realidad, la e<strong>xi</strong>stencia de<br />

una gran riqueza de materiales, aunque de difícil acceso y complicado manejo por<br />

el desorden en que se encuentran; lo que motivó, en cierta forma, que el tiempo<br />

de la investigación se alargara. Desde que nos propusimos realizar un análisis<br />

exhaustivo, hubo oportunidad de manejar un acervo suficiente para conseguir un<br />

producto integral; también para que los interesados en conocer la historia de la<br />

cuestión social católica aguascalentense encuentren referencias suficientes. Se ha<br />

pensado también en que el estudio motive a los futuros estudiosos, y sea au<strong>xi</strong>liar<br />

que coadyuve a desentrañar las variadas facetas de la acción social católica, para<br />

así entender mejor la esencia de nuestra sociedad contemporánea. Estudiar los<br />

hechos sociales católicos acontecidos en Aguascalientes en un lapso tan largo,<br />

resulta compromiso pesado y riesgoso; pero de suficiente importancia para la<br />

historiografía y la sociología regionales, porque amplía y enriquece el panorama<br />

conocido, porque lleva a conocer el vivir, pensar y actuar de esta sociedad en la<br />

que estamos inmersos en tramo tan esencial para nuestra historia nacional, de la<br />

Iglesia Me<strong>xi</strong>cana y local.<br />

Pensamos que no debemos conformarnos en la actualidad con lo que se ha<br />

escrito o investigado sobre la Historia de Aguascalientes; hacen falta nuevas<br />

aportaciones, más hallazgos, interpretaciones y logros. Desde esta perspectiva,<br />

pensamos que se vuelve cada vez más necesario conocer los periodos<br />

contemporáneos formativos de nuestra sociedad, que hay necesidad de<br />

desentrañar los fenómenos que de una u otra forma han incidido en ella para<br />

poder comparar y contrastar el todo. Es en este contexto que el estudio analiza el<br />

transitar de los aspectos sociorreligiosos. Cuando nació la idea de llevar a cabo<br />

este trabajo surgieron interrogantes como estos: ¿cuáles fueron los antecedentes<br />

25 Ibdem.<br />

31


de la acción social católica diocesana?, ¿cuál su formación y desarrollo?, ¿qué<br />

influencias e ideologías la dominaron? y ¿cuál su incidencia? Difícil ha resultado<br />

satisfacer cada una de las interrogantes por su complejidad. El estudio procura dar<br />

respuesta con apoyo en los documentos archivísticos. Más de una vez se procura<br />

conciliar posiciones ideológicas y hacer que brille la verdad histórica. Pero<br />

fundamentalmente ubicar en el justo lugar la acción social de la Iglesia diocesana,<br />

tantas veces minimizada, ignorada o negada. La historia nos enseña que toda<br />

realidad humana no es sino la expresión amplia intergrupal; que cuando se historia<br />

el actuar de los grupos con parcialidad y se le desviste de la envoltura humana y<br />

religiosa, suele condensar conflictos y desavenencias. El historiador está obligado<br />

a paliar estos conflictos, apoyado siempre en la verdad y valiéndose de los<br />

documentos archivísticos. El estudio procura principalmente fijarse en la verdad,<br />

pues su objetivo es esclarecer los errores, y matizar los contrastes que afloran en<br />

los diversos lapsos que se historian. Con objeto de alcanzar este propósito tiene<br />

muy presente el papel desempeñado por la Iglesia en la identidad regional, por ser<br />

ésta parte de su esencia. Las pautas geográficas sólo proporcionan una base<br />

natural; de ahí la necesidad de entender las cuestiones sociales y humanas que<br />

caracterizan a este todo geopolítico. Se ha encontrado una realidad en el análisis<br />

de los elementos: que más de una ocasión la coerción y la libertad de acción<br />

manifiestan ser intereses comunes que trascienden a las instituciones y grupos, y<br />

que dinamizan la acción total política y religiosa; pero es claro que la relación hizo<br />

posible esto. Las tendencias fueron simples partes; que conviene tenerlas<br />

presente para facilitar el entendimiento de la estructuración histórica <strong>del</strong> trabajo.<br />

Cuando se analiza la labor social católica, el grado de participación <strong>del</strong> individuo y<br />

la Iglesia en el entorno institucional, sectorial y grupal, se hace sin desfasar esta<br />

acción <strong>del</strong> contexto mundial, nacional y regional. En cierta forma, se trabaja en el<br />

estudio por pulsar si la participación ha sido producto de una conciencia histórica o<br />

mero resultado de influencias exógenas; y por ello se interpreta el grado de<br />

participación en el entorno. Considerando que se analizan los acontecimientos <strong>del</strong><br />

hombre que ha vivido en un largo lapso, repasa el proceso de hombres e<br />

instituciones inmersos en la Diócesis, en el país y en la Iglesia universal.<br />

Conforme se va vislumbrando esta problemática, nos acercamos a esta<br />

conclusión: que es producto de un proceso histórico integral, que debió sortear<br />

situaciones en pro y en contra, pero que consigue aglutinarlas en el todo; en<br />

nuestro caso, la historia de la Diócesis Aguascalentense.” 26<br />

Propone el autor la necesidad de exponer la misión de la iglesia católica por ello<br />

dice: “Ahora bien, nos parece difícil entender la acción social de la Iglesia, si antes<br />

no hacemos unas breves consideraciones sobre su misión. En primer lugar hay<br />

que decir que ésta tiene una misión trascendental. Lo puramente humano entra en<br />

sus planes, en cuanto que tiene relación con la santificación de sus miembros.<br />

Aun así, ello no es obstáculo para que por su carácter eminente de directora y<br />

realizadora de la salvación de los hombres, vele porque tales problemas no se<br />

resuelvan de manera inadecuada y perjudicial. Esto explica por qué más de una<br />

vez ha descendido de su alto pedestal, para alentar al hombre hacia el recto<br />

camino, para que más fácilmente realice su salvación. Se preguntará más de un<br />

26 Ibdem.<br />

32


lector ¿para qué ocuparnos de una monografía sobre lo social, si sabemos que la<br />

misión esencial de la Iglesia es sobrenatural? Si lo humano no tuviera<br />

consecuencias en lo divino, valdría esta observación. Pero como la recta solución<br />

de los problemas humanos depende de los sobrenaturales, debe actuar<br />

directamente en la sociedad en que vive y alentar constantemente las empresas<br />

<strong>del</strong> bien común, y estando el campo de los problemas sociales y económicos tan<br />

relacionado con la salvación, para bien o para mal, la Iglesia ha tenido la<br />

necesidad de actuar y difundir muy claramente su doctrina social, para orientar las<br />

actividades sociales y económicas <strong>del</strong> hombre; sobre todo si consideramos que la<br />

Iglesia de Aguascalientes no es una excepción. Otro asunto que considero<br />

imprescindible tocar desde ahora, es lo que entendemos por acción o cuestión<br />

social, puesto que este trabajo va a informar de los logros y preocupaciones<br />

sociales de la Iglesia diocesana. Aunque el texto explica en diversos lugares el<br />

sentido en que se toma la cuestión social, a<strong>del</strong>antamos que en el estudio se toma<br />

cuanto compete a lo social, partiendo desde la perspectiva de la integridad de la<br />

misión docente de la Iglesia: lo religioso, la acción caritativa, la educativa y<br />

específicamente la social, a la luz de la experiencia acumulada por ésta a través<br />

de los siglos. Su perspectiva específica es la teología moral aplicada a los<br />

problemas sociales; esto es lo que hace que la opinión pública informada no<br />

considere a la doctrina social de la Iglesia como una posición ideológica<br />

cualquiera. Es saludable poder distinguir hoy, que ni es una ideología o teoría, ni<br />

el diseño de un sistema social o económico concreto, o un ejercicio de poder<br />

acumulado, ni la legitimación de intereses creados, ni una utopía idealizada o una<br />

agenda moral abstracta para las colectividades humanas, sino una enseñanza<br />

evangélica. La encíclica Sollicitudo rei socialis expresa: No es una ideología, sino<br />

la cuidadosa formulación <strong>del</strong> resultado de una atenta refle<strong>xi</strong>ón sobre las complejas<br />

realidades de la vida <strong>del</strong> hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la<br />

luz de la fe y de la tradición eclesial. Es importante hacer notar, que la doctrina<br />

social de la Iglesia contiene una categoría propia. Expresa una refle<strong>xi</strong>ón sobre la<br />

realidad social que, iluminándola con la luz <strong>del</strong> Evangelio, ofrece pautas para<br />

desarrollar una conducta social práctica, puesto que se inspira al mismo tiempo en<br />

la teología y en la realidad social. En sustancia, es una aplicación de la teología,<br />

sobre todo de la teología moral a las preguntas éticas que formulan las sociedades<br />

humanas. Cito de nuevo a Juan Pablo II: “lo que intenta la doctrina social la Iglesia<br />

es guiar de este modo a los hombres para que ellos mismos den su respuesta,<br />

con la ayuda también de la razón y de las ciencias humanas, a su vocación de<br />

constructores responsables de la sociedad terrena.” Congruentes con esto, sería<br />

equivocado pensar en que la doctrina social de la Iglesia es una solución<br />

intermedia entre el mar<strong>xi</strong>smo y el capitalismo. Definitivamente no promueve una<br />

ideología alterna de un sistema social original, porque éste no es su campo de<br />

acción, ni tampoco su competencia. Insistimos en que su papel es interpretar el<br />

valor moral de las actividades sociales, ofrecer orientaciones de la dignidad<br />

humana. Si en algún momento pudo tomarse como una opción ideológica frente al<br />

socialismo, comunismo o capitalismo, Juan Pablo II nos saca de la duda: “la<br />

doctrina social de la Iglesia no es una "tercera vía" entre el capitalismo liberal y el<br />

colectivismo mar<strong>xi</strong>sta, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones<br />

menos contrapuestas radicalmente”.Cuando comienza a estructurarse la doctrina<br />

33


social de la Iglesia, pareció que iba a quedar registrada como otra más de sus<br />

doctrinas; pero por su experiencia acumulada, se le ve ahora más como un<br />

proceso creciente y continuo que responde a la experiencia de los cristianos, que<br />

han tratado de entender sus responsabilidades en sociedades diversas. Escribe<br />

Hervé Carrier: “considerada desde este ángulo, la enseñanza de la Iglesia en lo<br />

social aparece ahora como un esfuerzo pausado, prudente y creciente para<br />

entender y acompañar espiritualmente la experiencia social de la familia humana.<br />

No es sólo teórica sino eminentemente práctica, porque está abierta a las<br />

sucesivas aplicaciones históricas ya una constante renovación, a medida que la<br />

refle<strong>xi</strong>ón cristiana examina las situaciones y los desafíos éticos de cada sociedad”.<br />

Algo también importante que quiero dejar en claro es que la Iglesia, además de<br />

que ha enseñado a las sociedades, también ha aprendido de ellas. ¿Acaso no es<br />

la historia de la Iglesia un proceso de influencias e interacciones recíprocas?<br />

Tacharíamos de ignorante al que negara a ésta no haber dejado clara huella en<br />

las sociedades sucesivas, o que ésta no ha sido marcada por las transformaciones<br />

históricas de las culturas, el progresivo desarrollo de las ciencias, artes, técnicas<br />

de producción y comunicación. Igual ocurriría si negara su acción sobre la<br />

sociedad en más de un nivel. Negar que la sociedad occidental nada debe a ésta,<br />

que la cimentación de los valores de justicia y caridad en nada hacen referencia a<br />

ella es ignorar la historia. ¿Se puede ocultar en la actualidad una enseñanza<br />

explícita social de la Iglesia, su real influencia sobre el comportamiento y las<br />

estructuras socioeconómicas?. Definitivamente no, porque sería desconocer el<br />

desarrollo de la historia.<br />

La doctrina social de la Iglesia ha sido un ininterrumpido quehacer social<br />

acontecido en coyunturas históricas diversas; por eso afirmarnos que su<br />

enseñanza ha influido profundamente en la realidad social.” 27<br />

Para sustentar esas ideas hace un recorrido desde la Iglesia primitiva donde los<br />

primeros cristianos estaban convencidos de que su ejemplo de vida podía cambiar<br />

las sociedades, que se consideraban alma <strong>del</strong> mundo, hasta nuestros tiempos<br />

donde los católicos laicos desarrollan una doctrina social propia, orientada a<br />

comprender los nuevos problemas sociales y formularles soluciones adecuadas a<br />

la luz <strong>del</strong> Evangelio que da vida a organizaciones de compromiso católico en favor<br />

de los obreros, los pobres y los marginados. Añade que:<br />

“el compromiso social cristiano es más que secular. La revolución industrial<br />

prohijó con sus complejos problemas puntos de vista divergentes y soluciones<br />

encontradas; pero ahora ni las ideologías socialistas o liberales tomaron por<br />

sorpresa a la Iglesia. Providencialmente aparecería la encíclica Rerum novarum,<br />

piedra angular de la doctrina social católica, que aborda y formula los principios<br />

para solucionar todo tipo de problemas sociales, teniendo muy presente la<br />

situación de los obreros. La Rerum novarum es un importante logro histórico<br />

porque señala la transición de la doctrina social de la Iglesia. Después de León<br />

XIII, aparecerán documentos, encíclicas, exhortaciones, cartas ocasionales,<br />

declaraciones y discursos que muestran cómo la enseñanza social de ésta ha<br />

estado asociada a la experiencia y refle<strong>xi</strong>ón de las generaciones cristianas; que<br />

aunque experiencia inconclusa, alerta sobre los problemas de la evolución de las<br />

27 Ibdem.<br />

34


sociedades humanas. Los análisis recientes han estructurado esquemas para una<br />

mejor solución de los problemas actuales, indicio claro de que la Iglesia ha estado<br />

atenta a cualquier interrogante de la familia humana.” 28<br />

Concluye diciendo que:<br />

“…esperamos que este trabajo coadyuve a un mejor conocimiento <strong>del</strong> transcurrir<br />

de la acción social diocesana. Aunque pareciera por su amplitud que satisface las<br />

e<strong>xi</strong>gencias de cualquier lector, falta mucho aún por hacer, por desentrañar, porque<br />

esta acción de la diócesis ha sido fecunda. Muchas deficiencias se van a<br />

encontrar; pero dentro de esto esperamos que sea útil; y hasta pensamos en su<br />

interés al sugerir su publicación como una manifestación más de las fiestas<br />

centenarias que prepara la Diócesis. No perdamos de vista que el tiempo<br />

historiado aquí atañe a un tramo importantísimo para la historia nacional: a la<br />

Iglesia se le repudia, se le despoja de sus bienes y hasta es perseguida. Pero lo<br />

más trascendente es que pudo realizar culminantes obras y reformas sociales con<br />

la palabra y el ejemplo. Considero también su utilidad e interés por ser la historia<br />

<strong>del</strong> laicado aguascalentense incorporado a la misión evangelizadora de lo social.<br />

Resalta en el trabajo la hora <strong>del</strong> laicado, que se caracteriza por el interés creciente<br />

que los católicos manifiestan por los problemas religiosos. No exageramos si se<br />

hace notar, que ésta se a<strong>del</strong>antó en Mé<strong>xi</strong>co, debido a las circunstancias en que<br />

entró la Iglesia con la aplicación de las Leyes de Reforma. Por ejemplo,<br />

encontramos ya en el siglo XIX en manos de los laicos ciertas áreas, que en otros<br />

países se ceden hasta después de 1930 al extenderse la Acción Católica. En<br />

Mé<strong>xi</strong>co se debió este a<strong>del</strong>anto a las severas restricciones legales, que no le<br />

permitieron realizar un trabajo libre. Hemos visto convertida en realidad la hora <strong>del</strong><br />

laicado en nuestros días, gracias a los lineamientos conciliares ya las visitas de<br />

Juan Pablo II a Mé<strong>xi</strong>co. Espero, pues, que su lectura ayude a romper el tabú por<br />

abordar este tipo de temas, a limar tantas aristas eclesiásticas mal interpretadas o<br />

atacadas por desconocer su labor. Vivimos tiempos que reclaman un<br />

comportamiento distinto, que consideremos desde un ángulo más positivo muchos<br />

prejuicios heredados. ¿Por qué debemos seguir sujetos a una fortuita<br />

consecuencia -aunque histórica y coyuntural- de más de siglo y medio de<br />

liberalismo operante en Mé<strong>xi</strong>co, y que sigue celoso de su pureza y de que nadie<br />

intente alegar título para intervenir en la vida política nacional? Hay que romper<br />

definitivamente esa exclusividad; hay que ventilar nuestra historia, escrita muchas<br />

veces por trasnochados. ¡Qué bueno que las cosas están cambiando y que<br />

despierta la atención de los investigadores el quehacer de la iglesia, cualquiera<br />

que sea su área! Más de una vez he pensado: ¿no tendrá que ver con este<br />

cambio el fracaso <strong>del</strong> liberalismo me<strong>xi</strong>cano en muchos aspectos y la pulverización<br />

de otros tantos que se habían tenido por años como tabú?. El lector encontrará en<br />

este estudio un trabajo que habla concretamente de la Iglesia y de sus<br />

actividades. No encierra cariz político, ni es una salida oportunista; es<br />

sencillamente un trabajo académico, una aportación a la historiografía regional,<br />

que se propone en el fondo conducir al lector a un mejor entendimiento de la<br />

historia local y de nuestra sociedad. No quiero terminar este proemio sin dejar<br />

patente mi agradecimiento a los que de una u otra forma me apoyaron. En forma<br />

28 Ibdem.<br />

35


especial agradezco a mi Universidad Autónoma de Aguascalientes, que en todo<br />

momento me brindó su apoyo; también a monseñor Rafael Muñoz Núñez, obispo<br />

de la diócesis, y al vicario general, Pbro. Miguel Medina, promotores y entusiastas<br />

animadores de la obra, así como al padre Lizalde por sus aportaciones y paciencia<br />

en leer. Por supuesto que agradezco la gentileza de los encargados de los<br />

distintos archivos: de la Mitra, parroquiales, Histórico <strong>del</strong> Estado, Municipal; a<br />

Carlos A. Salas, Religiosas de la Pureza, Maestras Católicas y personal <strong>del</strong> Centro<br />

Social Navarrete. Mi reconocimiento para todos” 29<br />

El capitulado está compuesto por los siguientes contenidos: el primero se refiere a<br />

La acción social de la iglesia a la luz de los documentos pontificios,<br />

particularmente de León XIII, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Paulo VI y Juan Pablo II.<br />

El segundo Capítulo trata los Antecedentes de la obra social de la Diócesis de<br />

Aguascalientes de los cuales se hace una Conceptua1ización; se le ubica en un<br />

Contexto macrohistórico; en un Contexto histórico nacional; para en seguida<br />

describir los Antecedentes de la Acción Social Católica en Mé<strong>xi</strong>co y los<br />

Episcopados <strong>del</strong> Ilmo. D. Pedro Espinosa y Dávalos y D. Pedro Loza y Pardavé de<br />

quienes se destaca su Labor religiosa, su colaboración en Hospitales y orfanatos,<br />

su Labor educativa y su Labor social.<br />

En el Capítulo tercero se describe La obra católico-social de la Diócesis (1899-<br />

1930); su Marco histórico y la Labor social <strong>del</strong> episcopado <strong>del</strong> lImo. Sr. D. Fray<br />

José María de Jesús Portugal y Serratos y <strong>del</strong> Sr. D. Ignacio Valdespino y Díaz.<br />

El cuarto Capítulo comprende, Desde los arreglos Iglesia-Estado al Concilio<br />

Vaticano II<br />

Aborda su Marcohistórico; el Episcopado de los llmos. O. José de Jesús López y<br />

González y O. Salvador Quezada Limón, en sus primeros años. Finalmente en el<br />

Capitulo quinto se describe De la clausura <strong>del</strong> Concilio Vaticano II a nuestros días.<br />

Siguiendo en el orden cronológico de edición, se publica otro de sus textos que es<br />

titulado “Pinceladas históricas Acatiquenses”, cuya finalidad es hacer una<br />

descripción histórico-geográfica <strong>del</strong> Acatic, una población de los altos de Jalisco,<br />

donde participan algunos historiadores de la región, además <strong>del</strong> Dr. Gutiérrez<br />

quien, como hemos visto, está estrechamente ligado a la misma. En la portada<br />

aparecen como colaboradores José Antonio Gutiérrez G.; Candido González<br />

Pérez; y Ana Rosa González Pérez.<br />

El texto no tiene un índice general y la nota introductoria es de María Antonieta<br />

Hernández Solís, la cual titula ACATIC EN LA HISTORIA.<br />

En ella se exponen las diversas inquietudes sobre el quehacer de la historia y<br />

cómo se apoyó el texto de referencia, por lo ilustrativo que tiene para conocer la<br />

estructuración de ese escrito, hemos considerado necesario incorporar esas ideas<br />

en la descripción <strong>del</strong> que empieza con una anécdota. En ella se dice:<br />

“Alejandra Moreno Toscano, directora <strong>del</strong> Archivo General de la Nación entre 1977<br />

y 1982 se preguntó sobre el papel de los archivos y en definitiva, el sentido y<br />

utilidad de la historia.<br />

Con ese motivo, para ayudarse a resolver la cuestión que se propuso, hizo una<br />

junta de historiadores en La Paz en 1980. En la Asamblea de la minúscula<br />

29 Ibdem.<br />

36


metrópoli de la parte sur de Baja California, diez de ellos contestaron a la pregunta<br />

que se les formuló así:<br />

La historia ¿para qué? Las respuestas están en un libro llamado como la pregunta.<br />

He aquí algunas de ellas:<br />

- Ninguna respuesta a las preguntas que hoy pueden formularse respecto a la<br />

situación presente es posible, en ausencia <strong>del</strong> saber histórico.<br />

- La historia da un sentido a la vida <strong>del</strong> hombre al comprenderla en función de<br />

una totalidad que la abarca y de la cual forma parte: la comunidad restringida de<br />

otros hombres primero; la especie humana después y, tal vez, en su límite la<br />

comunidad posible de los entes racionales y libres <strong>del</strong> universo.<br />

No sabemos qué tan conforme estuvo Doña Alejandra Moreno Toscano con las<br />

sesudas y variadas respuestas que deben haberle dado. Lo importante de esta<br />

anécdota está en que dicha persona compartió, comparte con el resto de nosotros<br />

la preocupación en torno de "lo histórico", por un lado, y por otro lado, su relación<br />

con la vida, con nuestra vida personal, breve y atada por fuerza a un lugar y una<br />

época. ¿Tiene acaso lo personal algo que ver con la historia? Mas aún, ¿la<br />

historia de mi pueblo, tiene alguna importancia fuera de nuestro poblado? en otras<br />

palabras, ¿mi historía y La Historía suelen encontrarse alguna vez?<br />

Podemos también plantearnos la pregunta de otro modo ¿qué es lo histórico? lo<br />

histórico es lo que ha merecido recordarse, o lo que hemos podido guardar o<br />

rescatar <strong>del</strong> pasado, que es una pequeña parte <strong>del</strong> quehacer humano.<br />

Una última pregunta: ¿y quién hace la historia?” 30<br />

Después se refiere a las estrategias <strong>del</strong> historiador para realizar la historia. Sobre<br />

ello dice: “El historiador no puede menos que seleccionar, y la tela de donde<br />

selecciona se llama tiempo; tiempo y lugar.<br />

Por ello, nuestra historia empieza con la geografía.<br />

La configuración <strong>del</strong> territorio me<strong>xi</strong>cano tan lleno de sierras y otros obstáculos, ha<br />

sido desfavorable para la unidad nacional; ha ayudado a la formación de más o<br />

menos 200 regiones con características inconfundibles. Algunas tienen nombres<br />

propios como el Valle <strong>del</strong> Yaqui, la Huasteca, los Tuxtlas, Altos de Jalisco,<br />

Chontalpa, Costa Grande, Bajío, la Laguna, etc. Nuestras regiones me<strong>xi</strong>canas<br />

son entidades cambiantes con características ecológicas, económicas, históricas y<br />

culturales que reconocen como cabeza a una ciudad mercado.<br />

Por otro lado, la naturaleza de nuestra ubicación en el continente ha hecho de<br />

nuestra historia como nación independiente una secuencia de batallas que han<br />

sido noticia quizá en exceso. Las abundantes relaciones de las batallas de<br />

Hidalgo, Morelos, Santa Ana, los Niños Héroes, Alvarez, Degollado, Miramón; los<br />

triunfadores <strong>del</strong> cinco de mayo, Porfirio Díaz, Manuel González, Sóstenes Rocha,<br />

Alvaro Obregón, Pancho Villa, Felipe Ángeles nos da la impresión de que todo se<br />

resuelve así.<br />

Sin embargo, además de la historia nacional e<strong>xi</strong>ste otra historia, la historia regional<br />

o microhistoria. Mé<strong>xi</strong>co no es un país sólo preponderantemente urbano, sino<br />

también multialdeano. Aquí, se hacen notar los municipios rurales, los terruños, las<br />

30 Hernández Solís, María Antonieta. ACATIC EN LA HISTORIA. En Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Et.<br />

Al. Pinceladas históricas acatiquenses. Guadalajara, Jal., Méx. Luna Hnos. 1997. pp. 5-6.<br />

37


tierrucas, las parroquias o matrias; se trata de espacios breves y poco poblados,<br />

en promedio diez veces menores que una región.<br />

Y ya en este marco, la provincia de "las costumbres" se ha vuelto cada vez un<br />

mayor centro de interés histórico. El ejemplo mayúsculo es el de "Historia de las<br />

cosas de la Nueva España" de fray Bernardino de Sahagún.<br />

En el presente, una de las cinco áreas de mayor interés en el mundo histórico es<br />

el de la vida cotidiana, lo acostumbrado por los hombres en su diario vivir: la<br />

comida y sus modos de prepararla y comérsela; la confección y uso de la ropa; la<br />

casa, el mobiliario doméstico, las medicinas <strong>del</strong> hogar, que abarcan un campo<br />

referido a las mentalidades ideas y valores: el reino de las creencias es vecino al<br />

de la crianza y la educación. Los modales que se infunden al niño antes de<br />

meterlo a la escuela son un tema digno de la historia, aunque hasta ahora poco<br />

historiado, y que parte de lo que aprendimos los me<strong>xi</strong>canos junto con la señal de<br />

la cruz.” 31<br />

Luego de hacer esas refle<strong>xi</strong>ones plantea resaltar la labor de quien hace la historia:<br />

“Así por este camino, empezando con la historia hemos llegado al personaje que<br />

hace historia, el historiador, el que se tropieza con la historia. La historia puede<br />

hacerse, debe hacerse, aun sin documentos escritos cuando no los hay. A base<br />

de todo aquello que el ingenio <strong>del</strong> hombre historiador puede utilizar para fabricar<br />

su miel a falta de flores normales; con paisajes y tejas, con formas de campos y<br />

malas yerbas, con eclipses de luna, con dictámenes de piedras....En una palabra<br />

con todo aquello que es <strong>del</strong> hombre, sirve al hombre, expresa al hombre, denota la<br />

<strong>presencia</strong> <strong>del</strong> hombre.<br />

Por ello, para los etnohistoriadores inicialmente, conocer la tradición oral que se<br />

mantiene en formas de leyendas, anécdotas, dichos, mitos, rumores, canciones,<br />

corridos, es tanto como encontrarse con una mina de piedras preciosas.<br />

Se dice que en casi todos los pueblos y etnias se da por lo menos un "memorioso"<br />

que recibe de otro anterior las hazañas mayores de su gente, le agrega otras y 35<br />

enriquecidas las trasmite de boca a oído, a través de las generaciones. Con el<br />

uso de grabadoras, podemos ahora aún guardar la voz de estos historiadores de<br />

su pueblo.<br />

¿Qué queda entonces de la utilidad de la historia? Según Don Luis González,<br />

historiador nacional e historiador de su pueblo de San José de Gracia nos dice:<br />

probablemente poca para resolver los problemas de la niñez y de la adolescencia.<br />

Pero quizá mucha para desenredar los líos en que se meten los adultos. Y añade:<br />

la historia, debe sacársela de la escuela donde sólo sirve para martirizar niños y<br />

devolverla a la plaza pública donde se reúnen los adultos y los viejos deseosos de<br />

aplazar la muerte y aun suprimirla, con la ayuda de los muertos.” 32<br />

Con ese criterio para la construcción histórica, la autora concluye:<br />

“La historia de Acatic que ahora abordamos está vista a partir de las tres épocas<br />

canónicas de la historia de Mé<strong>xi</strong>co: la pre-hispánica, la colonial y la independiente.<br />

A ésta, añadimos el capítulo correspondiente a la Cristiada.<br />

Ahí encontramos el retrato hablado de los acatiquenses que vivieron la hecatombe<br />

de la conquista; nos encontramos con los nombres de los primeros pobladores<br />

31 Ibdem. Pp. 6-7<br />

32 Ibdem. P. 7-8.<br />

38


españoles y la forma que fue tomando su estilo de vida compartida con los<br />

"naturales", y que fue transformándose a la manera <strong>del</strong> ranchero español. La lista<br />

de los nombres de las haciendas y rancherías son una historia en si misma.<br />

Desde entonces encontramos a los historiadores y memoriosos locales; a los<br />

caballeros andantes y a los revolucionarios; a los artistas y a los poetas; a los<br />

mártires y a sus líderes. En los sabrosos pié de página de la Cristiada el pueblo<br />

de Acatic nos habla desde su historia.<br />

El oficio de historiar abarca a muchos artesanos: el historiador mayor, José<br />

Antonio Gutiérrez Gutiérrez y la investigadora de los archivos Ana Rosa González<br />

Pérez; las autoridades <strong>del</strong> Ayuntamiento de Acatic que se han dedicado a revelar<br />

los rollos guardados de su historia familiar, así como su editor Cándido González<br />

Pérez Acatiqueño y Alteño, en ese orden.<br />

Estamos seguros de que este primer intento de hacer historia en Acatic, va a<br />

despertar muchos recuerdos y memorias que eventualmente irán conformando<br />

una historia más amplia de esta parte de Los Altos de Jalisco.” 33<br />

En seguida está el texto elaborado por José Antonio Gutiérrez G. que le da el título<br />

a la monografía. Inicia con la ubicación geográfica y la descripción <strong>del</strong> Periodo<br />

prehispánico; luego sigue con lo que titula como El tramo colonial y el tercer<br />

apartado es Acatic después de la independencia, el cual concluye con la<br />

expresión <strong>del</strong> autor que dice:<br />

“Me hubiera gustado explayarme más en estos hechos; pero lo dejo para cuando<br />

más a<strong>del</strong>ante realice una monografía detallada de Acatic, que espero sea en un<br />

tiempo no lejano. Por ahora doy fin a estas semblanzas históricas acatiquenses.<br />

Concluye su escrito con su rúbrica y la referencia de su ubicación en<br />

Aguascalientes, durante la primavera de 1997. Las descripciones de los diversos<br />

apartados están acompañadas de algunas fotografías. 34<br />

En seguida se encuentra un texto titulado Acatic durante la cristiada cuyo autor fue<br />

Candido González Pérez, y se hace referencia que el escrito había sido publicado<br />

en 1993 en Estudios Jaliciences. Número 13. El texto concluye con diversos<br />

Anexos como un par de corridos, la reproducción de algunos documentos,<br />

referencias, geográficas y económicas, y documentos legales cuyo trabajo parece<br />

haber sido el de Ana Rosa González Pérez, pues el único registro de su<br />

participación, es el mencionado en la nota introductoria.<br />

Una narración histórico-biográfica la encontramos en otro de los textos de José<br />

Antonio Gutiérrez Gutiérrez Decires y contradiciones de un caudillo insurgente: P.<br />

Pablo José Calvillo (1772-1816), <strong>del</strong> Valle de Huajúcar, hoy Calvillo,<br />

Aguascalientes. El escrito está precedido por una PRESENTACIÓN de José<br />

Guadalupe Ramírez Pérez, integrante <strong>del</strong> Consejo Editorial de Textos<br />

Universitarios, <strong>del</strong> Centro Universitario de los Altos, y responsable de la edición.<br />

La finalidad y entorno <strong>del</strong> texto la describe el Dr. Gutiérrez en su PRÓLOGO,<br />

fechado en Aguascalientes, Aguascalientes, en el verano de 1997, donde afirma<br />

que:<br />

“Cuando aún no salía a luz el libro A Dios lo que es de Dios, que resume trabajos<br />

sobre personajes al servicio de la iglesia católica me<strong>xi</strong>cana desde una perspectiva<br />

33 Ibdem. P. 9.<br />

34 Ibdem. Pp. 9-78.<br />

39


de análisis laico, ya habia comenzado a trabajar la biografia <strong>del</strong> padre Pablo José<br />

Calvillo. Sin proponérmelo, agregaba a esta galería el nombre de un miembro más<br />

de la Iglesia a la historia de Mé<strong>xi</strong>co, el aguascalentense, padre Pablo José<br />

Calvillo.<br />

Mé<strong>xi</strong>co, con una fuerte carga de tradición católica, ha tenido en el sacerdote un<br />

guía, un elemento excelente en la organización de la sociedad. Momento tan<br />

relevante como la guerra de independencia no fue una excepción. Contó con una<br />

nutrida cuota de clérigos, ya que por su <strong>presencia</strong>, era difícil que este hecho<br />

sucediera sin previo consentimiento de este sector.<br />

Es de hacer notar, que no ha e<strong>xi</strong>stido momento en la historia de Mé<strong>xi</strong>co en que el<br />

clero católico advierta cuanto puede acontecer, por que su <strong>presencia</strong> ha sido<br />

determinante en los rincones más apartados <strong>del</strong> territorio. Y es que no sólo ha<br />

estado habilitado para el ejercicio de la fe y salvación de las almas, sino también<br />

asumido prácticas de orden civil y no pocas de orden económico.<br />

Sin duda alguna, su participación fue de lo más relevante en el movimiento de<br />

independencia. En esa galeria apenas ha resaltado hasta ahora la figura <strong>del</strong> padre<br />

Calvillo, arquetipo de caudillo militar que movió multitudes y apoyó con entusiasmo<br />

en la motivación por la redención social, por emancipar a Mé<strong>xi</strong>co <strong>del</strong> yugo de<br />

España. Yo diría que ha sido oscura, irrelevante, no ya para la historia nacional,<br />

sino para la misma <strong>del</strong> estado de Aguascalientes y su tierra natal, Calvillo. Nuestro<br />

móvil para acercarnos al padre Calvillo no ha sido otro que conocerlo mejor,<br />

ubicarlo en el lugar que le corresponde en la historia de Mé<strong>xi</strong>co y en la de nuestro<br />

estado. O si se quiere, darlo a conocer a la historia tal como fue, para entenderlo<br />

mejor.<br />

Pienso que conociendo a nuestro biografiado, comprenderemos mejor la<br />

mentalidad de quienes lucharon por la independencia; que estando al tanto <strong>del</strong><br />

padre Calvillo, clérigo representativo <strong>del</strong> criollo regional de su tiempo, de paso<br />

entenderemos al criollo que se involucró en la gesta. En fin, creo que conociendo<br />

a este personaje que pasó <strong>del</strong> ámbito religioso al político y que respondió hasta en<br />

forma contradictoria y compleja a una coyuntura de cambio, entenderemos mejor<br />

este tramo histórico de Mé<strong>xi</strong>co.<br />

El padre Calvillo, como tantos otros de su tiempo, fue un hombre demasiado<br />

inquieto para conformarse con la cotidianidad. Su trayectoria ilustra<br />

magníficamente el comportamiento de ciertos sectores durante esos años de<br />

lucha, particularmente <strong>del</strong> clero que abrazó la insurgencia.<br />

40


Confiamos en que la reconstrucción de la historia de Pablo José Calvillo,<br />

contribuya a conocer más de cerca lo que fue la aventura humana de los hombres<br />

de la insurgencia. Igualmente esperamos que la lectura de esta biografía permita<br />

ubicar a los aguascalentenses en el lugar que le corresponde en la historia <strong>del</strong><br />

estado. Este estudio no está desarrollado en un sentido romántico como lo<br />

estilaron los biógrafos de la forma, los que presentan a Pedro Parga como un<br />

héroe perfecto, sino que procura apegarse a la documentación archivística, sin<br />

mitos. No queremos que el joven aguascalentense se forje héroes románticos,<br />

sino hombres que tuvieron cualidades y defectos, que cayeron y se levantaron;<br />

pero que, no obstante, encierran una gran lección histórica, que son ejemplo a<br />

seguir.” 35<br />

Esas notas preliminares se complementan con el esbozo sintético <strong>del</strong> texto que se<br />

hace en la Introducción. Ahí señala que: “El aguascalentense, presbítero Pablo<br />

José Calvillo, es registrado por los historiadores me<strong>xi</strong>canos como uno de los<br />

muchos miembros <strong>del</strong> bajo clero novohispano que se lanzaron a la lucha por<br />

conseguir la independencia de Mé<strong>xi</strong>co de España. En el mapa neogalaico es uno<br />

de los sacerdotes que respondieron al llamado de la libertad, aparece en las<br />

referencias de la época como luchador por la independencia; pero en forma fugaz,<br />

inconstante, casi fantasmal. Las referencias de los autores que han escrito sobre<br />

esta gesta son escasas y poco satisfactorias sobre él. Confunden su nombre,<br />

ignoran su lugar de nacimiento, edad, años de labor sacerdotal y lugares donde la<br />

ejerció; y hasta la fecha de su muerte.<br />

Gracias a algunos estudios recientes sobre este caudillo de la independencia, y a<br />

una serie de datos que he logrado encontrar en diferentes archivos eclesiásticos<br />

locales, de la Real Audiencia de Nueva Galicia que guarda la Biblioteca <strong>del</strong> Estado<br />

de Jalisco en Guadalajara y de la Mitra de la misma ciudad, estoy en posibilidad<br />

de ampliar lo que de este personaje se conoce. Sea esta biografia <strong>del</strong> padre<br />

Calvillo una aportación a la historia de Aguascalientes, para que nuestra juventud<br />

conozca a este ilustre hijo de la tierra donde le ha tocado en suerte nacer.<br />

Al tener esta biografía en la mano, es fácil que cualquiera se pregunte por su<br />

objetivo. Nuestro intento es dibujar la trayectoria de Pablo José Calvillo, cuyo<br />

destino fue sencillo pero trágico. Situar con precisión los puntos verdaderamente<br />

importantes por los que pasó; mostrar, cómo bajo la presión de una determinada<br />

circunstancia, su impulso tuvo que amortiguarse, así como plantear el problema de<br />

sus relaciones con la colectividad y la Iglesia, que fue su problema capital. Esto es<br />

lo que pretendemos en este retrato biográfico.<br />

No es nuestra intención idealizar a este personaje, ni a los demás que aparecen<br />

en el relato, sino retratarlo objetivamente, con sus virtudes y defectos, como ser<br />

humano. Queremos contribuir, desde esta perspectiva, a una mejor comprensión<br />

de su vida y obra. Como tantos otros personajes eclesiásticos que figuran en esta<br />

lucha, Pablo José no fue un lívido asceta, ni la encarnación de la adusta rectitud;<br />

tampoco un hombre cruel e intolerante como más de una vez suelen representar a<br />

35 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Decires y contradicciones de un caudillo insurgente P. Pablo José<br />

Calvillo (1772-1816), <strong>del</strong> Valle de Huajúcar, hoy Calvillo, Aguascalientes Mé<strong>xi</strong>co. Universidad de<br />

Guadalajara, Centro Universitario de los Altos. 1997. pp. IV-V.<br />

41


estos personajes con mando militar que olvidan su raíz de eclesiásticos. Ni duda<br />

cabe, portaba defectos de carácter y más de una irregularidad de conducta. Y es<br />

que por encima de todo era un hombre; un hombre que conquistó con el sacrificio<br />

de su vida el derecho a tener un lugar entre los caudillos patrios, por haber<br />

contribuido a forjar la independencia. Estoy consciente de que intentar realizarla<br />

en tan corto espacio, me e<strong>xi</strong>ge consentir, de antemano, en enormes sacrificios,<br />

porque la poca información documental nos limita a reducir el espacio que<br />

quisiéramos ocupar en biografiar vida y hechos de tan señero personaje para la<br />

historia de nuestro estado. Y es que eso y más merece su papel de héroe, pastor,<br />

inspirado conductor social y caudillo de la gesta nacional por la independencia.<br />

También reconozco que, abordar la biografía de un personaje tan distante y de<br />

quien tenemos escasa información, encierra enorme dificultad y compromiso. Sin<br />

embargo, al escribir este ensayo, me he fijado este propósito: conocer, en detalle,<br />

primero a Pablo José, hombre señero en la primera etapa de la insurgencia,<br />

ignorado por los aguascalentenses y malinterpretado por la historia, por no haber<br />

tenido la suerte de encontrar a alguien que desentrañara su trayectoria; y luego,<br />

darlo a conocer para que nuestra sociedad y la historia lo ubiquen en su justo<br />

lugar.<br />

Todo estudio de influencia, como es el presente, plantea un grave problema. El ser<br />

humano, el individuo cuyas acciones se tratan de explicar ¿hasta que, punto se<br />

dejó mo<strong>del</strong>ar en sus partes vivas por quienes lo estudian? hay hombres que<br />

sufren la impronta tan dócil y completamente, que se anonadan o por lo menos se<br />

confunden, se desenvuelven en los demás. Otros permanecen cerrados,<br />

impenetrables, inaccesibles. Todo parece resolvérseles; nada les hace mella.<br />

Pablo José se presta a esto y más; se presta en su complejidad viva a muchas<br />

interpretaciones. Diría que no se da a ninguna, pero que toma de todas y resuelve<br />

encontrarse consigo mismo en su conciencia enriquecida.<br />

En honor a la verdad, nuestra historia nacional, y algunos historiadores<br />

particulares, no han dejado de hacer referencias al Pablo José sacerdote,<br />

entregado a su ministerio en Juchipila, Teul y erróneamente en Colotlán; al héroe<br />

de la primera etapa de la Guerra de Independencia; pero a sus años de teniente<br />

de cura, en Jesús Maria y Aguascalientes, ninguno se ha referido. Sin embargo,<br />

estas referencias han sido demasiado escuetas y plagadas de errores históricos.<br />

Es más, hasta le han cambiado de nombre. ¿Porqué? Por la sencilla razón de que<br />

es más fácil seguir a los autores que le han dedicado algún análisis, que realizar<br />

una concienzuda investigación archivística. En este contexto, no debe extrañarnos<br />

que, de origen, caigan en los mismos imperdonables errores.<br />

Confieso, que di crédito originalmente a todas esas referencias biográficas de los<br />

autores. Sin embargo, al haber tenido la oportunidad de hurgar diversos archivos<br />

locales y de Guadalajara, y encontrar referencias sobre nuestro personaje que<br />

están en desacuerdo al parecer de los historiadores, me he propuesto rectificar<br />

más de una y ratificar otras; de que es necesario poner muchas cosas en claro y<br />

corregir errores garrafales, comenzando por el nombre. Es decir, que no se trata<br />

de José Maria como invariablemente lo registra la historia nacional, sino de Pablo<br />

José.<br />

Veo también otra cosa. Todos sus biógrafos se han centrado, y concretado a<br />

reseñar la actuación de Pablo José, como caudillo líder de “cinco a siete mil indios<br />

42


flecheros de Colotlán”, discutible afirmación; También que fue fusilado al caer en<br />

manos de los realistas, afirmación imperdonable. Se tocará en este ensayo uno y<br />

otro punto y se documentará verdad sobre estos asuntos. Igualmente se tocarán<br />

otras cosas que se han pasado por alto. Por ejemplo, a un Pablo José eclesiástico<br />

y pastor de almas; a un Pablo José rebelándose contra la situación reinante.<br />

Como también al Pablo José replegado sobre si mismo, una vez que decide<br />

indultarse y que muere en la paz de un convento abjurando de sus extravíos.<br />

Es decir, quiero hablar en esta biografía <strong>del</strong> joven Pablo José en el Seminario. De<br />

su fogosidad y formación ideológica; de su actividad pastoral y comportamiento<br />

con las comunidades en que desarrolló su ministerio. De la nueva manera de<br />

pensar, sentir y practicar las obligaciones políticas y sociales, así como de su<br />

retorno a la vida clerical. Y, desde luego, de lo que aportó a Mé<strong>xi</strong>co: nueva manera<br />

de pensar, sentir y practicar las obligaciones políticas y sociales, que al no lograr<br />

aplastar el despótico gobierno español, se convirtió en nueva forma de actuar para<br />

Mé<strong>xi</strong>co como ente autónomo políticamente. En fin, quiero presentar al Pablo José,<br />

que fue parte importante de un hecho mundial y nacional: dar vida a un país en el<br />

mapa americano, a Mé<strong>xi</strong>co, cuyo espíritu se adhiere desde entonces a la<br />

mentalidad de los pueblos libres.<br />

Está fuera de duda, que es interesante estudiar y dar a conocer a Pablo José<br />

después de tantos años de su actuar; al menos en cuanto compete a la historia de<br />

Aguascalientes por habérsele ignorado. Más de una ocasión me he preguntado<br />

¿Porqué, se ha exaltado más de lo debido a un Pedro Parga, que para los<br />

historiadores de la independencia fue un personaje <strong>del</strong> montón, un soldado<br />

anodino y de quien se ignoran sus acciones más simples? En cambio ¿Porqué se<br />

ha ignorado? ¿Porqué no se ha estudiado a nuestro biografiado <strong>del</strong> que<br />

conocemos varios hechos y quien llegó a ostentar el grado de Mariscal de Campo<br />

y Capellán de los Ejércitos Insurgentes? ¿Será porque a nuestra historia oficial e<br />

historiadores les ha interesado otro tipo de héroes, aun cuando adolezcan de<br />

méritos históricos? Paradojas de quienes hacen e imponen la historia, con la<br />

intención de subsanar este imperdonable olvido en la historia de Aguascalientes,<br />

presentaré en las siguientes páginas al Pablo José Calvillo en las distintas etapas<br />

de la vida; sobre todo al Pablo José que sirvió de teniente de cura cerca de dos<br />

años en Jesús María, y que estando en este lugar cuelga la sotana y empuña el<br />

fusil a fines de octubre de 1810, para ir en busca de la libertad de Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Dar, a conocer al Pablo José de 1798, cuando en la primavera de ese año fue<br />

ordenado sacerdote, en Guadalajara, por D. Juan Ruiz de Cabañas, y que días<br />

después se incorporó al ministerio en el curato de Juchipila. Al Pablo José vicario<br />

de el Teul, que aprendió <strong>del</strong> D. José Norberto Pérez, cura peninsular y gran<br />

alentador <strong>del</strong> absolutismo y tradiciones españolas, a desarrollar obras sociales<br />

entre los indígenas y menesterosos. A un Pablo José teniente de cura en<br />

Aguascalientes, que se esmeró por atender las comunidades indígenas de San<br />

Marcos y Jesús María, o que dirigió las huestes insurgentes. Digo que en cada<br />

una de sus etapas fue el mismo, porque cuando se replegó hacia sí, después <strong>del</strong><br />

indulto aunque tropezó con un mundo hostil, tal ser no se desdobló. Yo diría que<br />

es, cuando vemos crecer y afirmarse al Pablo José público, admirado y denostado<br />

a la vez, perseguido y apreciado de quienes le estimaban, cuya imagen llevó hasta<br />

el sepulcro en 1816.<br />

43


Quiero, en fin, que el lector y la juventud aguascalentense conozcan al Pablo José<br />

que pudo nacer y ensimismarse ante la historia patria, de no haber firmado el<br />

indulto. Quiero que todos veamos a un Pablo José complejo; a un Pablo José<br />

clérigo y caudillo, glorificado y vilipendiado. Que veamos a una personalidad<br />

política y religiosa, calificada para comunicarnos una comprensión nueva de la<br />

verdadera naturaleza de los héroes de la Independencia, aún cuando haya caído<br />

en la debilidad <strong>del</strong> indulto. No quiero que con este análisis lo encajonemos<br />

escuetamente en el dominio social y político y le dejemos de dar su lugar como<br />

religioso. No quiero que el lector olvide que, antes que servidor público, fue<br />

clérigo, carácter que ni aún en el tiempo de insurgencia negó. La turbia, la<br />

prodigiosa época de Pablo José, tan lejana a la nuestra, la debemos creer siempre<br />

pró<strong>xi</strong>ma. Y es que no debemos creer, que el tipo de hombres como Pablo José,<br />

pensaban de una manera diferente a nosotros, aunque e<strong>xi</strong>stan diferencias muy<br />

personales. Como irá demostrando el desarrollo de esta biografía, no nos va a ser<br />

difícil encontrar, dentro de las diferencias que el momento histórico e<strong>xi</strong>gía, más de<br />

una semejanza con nuestro hombre y sociedad actuales. He ahí la necesidad de<br />

conocer a este hombre hasta ahora ignorado; lo pide así la Historia de<br />

Aguascalientes para que sirva de ejemplo a nuestra niñez y juventud.<br />

Quiero hacer una observación final. Sigo, con frecuencia, un mo<strong>del</strong>o causal en<br />

esta biografía. Es decir, que nuestro personaje en su complejidad presenta algún<br />

tipo de resistencia a determinado orden social, o a alguno de sus representantes.<br />

Estado, iglesia, sociedad, en el supuesto de que ésta se puede percibir como<br />

privada. Aún cuando se considera este instrumento analítico demasiado romo en<br />

sí para ofrecer explicaciones interesantes en cuanto al motivo de rebelión, no<br />

impide que podamos aducir como causa el conflicto social por estar siempre<br />

presente en este tipo de personajes.” 36<br />

Con ese interés en la mente, El Dr. Gutiérrez desarrolla en el capitulado los<br />

siguientes Tópicos: I. El Hombre y su medio;<br />

II. Prolegómenos e inicio de la Guerra de independencia;<br />

III. Pablo José Calvillo. De Peña Colorada a Guadalajara;<br />

IV. Jesús Maria y Pablo José Calvillo;<br />

V. Pablo José; Caudillo de la independencia;<br />

VI. El Repliegue;<br />

VII. De nuevo en el ministerio sacerdotal.<br />

En los párrafos concluyentes <strong>del</strong> último capítulo, se da cuenta <strong>del</strong> ocaso de la vida<br />

<strong>del</strong> insurgente, para rectificar la creencia de que murió fusilado; ello lo describe el<br />

Dr. Gutiérrez de la siguiente manera:<br />

“Conservaba en su corazón la más viva preocupación por los que había<br />

abandonado, por el pequeño rebaño que por un tiempo se le había confiado.<br />

Soportaba mal su aislamiento, pero más la inacción; e impaciente de conocer los<br />

sucesos de otra manera que por cartas, insistió en que se le permitiera volver a las<br />

actividades sacerdotales. Pero las autoridades eclesiásticas siguieron tercas en<br />

tenerlo enclaustrado.<br />

Esto y la acentuación de sus males coadyuvaría a que la crisis de salud se le<br />

complicara. Arreció su antiguo padecimiento de mal de piedra y se le complicó el<br />

36 Ibidem. Pp. 1-6.<br />

44


golpe que había recibido al caer de un caballo cuándo anduvo en la insurgencia.<br />

Por prescripción facultativa requirió que se le hiciera operación quirúrgica de<br />

pecho. Fue trasladado por los frailes de Guadalupe a Zacatecas e internado en el<br />

Hospital de la Santa Veracruz de los religiosos juaninos, para su intervención y<br />

atención. Se le proporciono la mejor asistencia médica que había en la ciudad<br />

minera; pero desgraciadamente le sobrevino gangrena a la que no pudo vencer la<br />

ciencia médica de entonces. Pablo José moriría en la ciudad minera el 6 de abril<br />

de 1816.” 37<br />

Como resultado de ese recorrido histórico-biográfico, el autor presenta las<br />

siguientes CONCLUSIONES:<br />

“Sin duda, Pablo José atisbó el panorama en el umbral <strong>del</strong> sepulcro, y vio a su<br />

alrededor más ruinas que é<strong>xi</strong>tos, pues la insurgencia había llenado al país de<br />

ruinas, de las que él no era el único responsable. Otros con él, aparte de él,<br />

clérigos, militares, campesinos, indios y castas, habían coadyuvado a que Nueva<br />

España se encontrara en condiciones libres. A no dudar, también reconoció el<br />

esfuerzo brutal, demoledor, de la causa: el gobierno español puesto en entredicho,<br />

expulsión de miles de novohispanos de varias regiones; las divisiones<br />

exasperando los antagonismos políticos sobreexaltando las oposiciones<br />

nacionales; el gobierno real monolítico dividido en trozos, dañado certeramente en<br />

su estructura. Las ruinas eran vastas. Se preguntaría ¿qué había construido, qué<br />

había edificado la insurgencia? ¿Qué había sido el movimiento desde el 16 de<br />

septiembre 1810?<br />

Rememoró en los últimos momentos de su vida, que la insurgencia y con ella él,<br />

había partido alegre, confiada en que millones alcanzarían la emancipación, el<br />

bienestar social. También que él no tuvo é<strong>xi</strong>to; o si había tenido, en esos<br />

momentos era parcial, si no de desastre. Allí seguía el viejo imperio español<br />

sentado sobre las mismas bases aun cuando habían sido cimbradas. Los Tratados<br />

de Córdoba iban a rubricar ese ideal, un Mé<strong>xi</strong>co autónomo; pero faltaba todavía<br />

recorrer un largo trecho y derramar más sangre fratricida. Al no lograr ver<br />

realizadas esas aspiraciones probablemente entristecieron a Pablo José su<br />

postrer instante en este mundo.<br />

Le entristecio no haber visto librado a Me<strong>xi</strong>co <strong>del</strong> yugo de España, ideal que tantas<br />

contrariedades le había acarreado ¡Libertad!…, sin duda esta palabra lo había<br />

sacudido con gran vigor mas de una vez. Cierto que a quienes la habían abrazado<br />

les había favorecido pero en su lecho de muerte no pudo cantar victoria porque<br />

seguía señoreando ese yugo Dificilmente podía olvidar que había renunciado a él<br />

por el indulto; pero se alegraba que a su muerte el edificio <strong>del</strong> despotismo no<br />

quedaba impóluto y de que se veía más al alcance la emancipación que el<br />

afianzamiento de las cadenas.<br />

España, y con ella Nueva España, atisbaban ya un país imaginario, una<br />

contrahechura irrisoria de edificio. En lugar de la "gema más preciada", de la obra<br />

más hermosa y duradera que había ideado la Corona, Pablo José atisbó una<br />

patria grande, venturosa, o quizá una llena de escombros, de abrojos. Sin<br />

embargo, no cabe duda de que se fue al sepulcro convencido de que su obra era<br />

37 Ibdem. P. 126.<br />

45


un eslabón que soldaría, años después, firmemente, al Mé<strong>xi</strong>co por el que muchos<br />

derramaban su sangre.<br />

En estas conclusiones hay que decir, que los méritos espirituales <strong>del</strong> padre<br />

Calvillo, de este sacerdote que siempre procuró ser un “buen sacerdote”, aunque<br />

en determinado momento traicionó su voto, se decidió vestir la casaca militar y a<br />

abrazar las armas, podrán estar compensados y hasta saldados ante la justicia<br />

divina. Pero los que aportó como adalid de la gran causa de la Independencia,<br />

ciertamente que no lo están. Me pregunto ¿quién se acuerda de glorificar la<br />

memoria de don Pablo José Calvillo, el vencedor <strong>del</strong> fiero y sanguinario cura de<br />

Matehuala, Francisco Alvarez, el "cura chicharronero"? No solo la Historia y los<br />

me<strong>xi</strong>canos apenas nos acordamos, sino que se ha llegado hasta a ignorar su<br />

nombre; hasta permanece desconocido éste, al igual que su lugar y fecha de<br />

nacimiento. Y si figuran modestas referencias, esas alusiones no tienen mas que<br />

una línea: calificarlo de traidor, de desertor a la causa por haberse decido por el<br />

indulto.<br />

Podemos juzgar al padre Calvillo de débil, sin convicciones por haberse indultado.<br />

Pero aun así, no impide que lo califiquemos de patriota. Dio a Mé<strong>xi</strong>co talento,<br />

valor, salud; enseñó a los indígenas normas de industria, agricultura, artesanía; les<br />

indicó como aprender las artes. ¿Porqué juzgarlo con una visión roma, con rasero<br />

más riguroso que a otros? Me pregunto, y lo hago para que quienes lean esta<br />

biografla reestructuren la Historia de nuestro Estado y de Mé<strong>xi</strong>co, ¿No se<br />

acogieron al indulto Aldama, Francisco Severo Maldonado, Rossains, Serrano,<br />

Espinosa, Villagrán, Vargas, Guzmán, el doctor Coss y otros muchos? ¿No se<br />

acogieron al indulto cientos de sus compañeros y miles mas de insurgentes?. Y<br />

sin embargo, la Historia Patria y de los propios Estados de donde son originarios<br />

les han dado un lugar en la galería de los héroes y caudillo nos dieron patria y<br />

libertad.<br />

Pablo José, junto con Hidalgo y demás héroes, es padre fundador de Mé<strong>xi</strong>co,<br />

como es Simón Bolivar de Colombia y Venezuela, o Washington de Estados<br />

Unidos. No se le puede restar importancia a nuestro biografiado. No queramos<br />

verlo como a un Zapata, figura revolucionaria, sino como parte de quienes<br />

fundaron, de quienes llevaron a cabo el proyecto de la nacionalidad me<strong>xi</strong>cana, <strong>del</strong><br />

Estado independiente. No queramos que para hacerlo figurar en la galería de<br />

heroes, le despojemos su carácter sacerdotal y lo presentemos como quiere la<br />

historia oficial lo mas laico posible. Nos guste o no, debemos conservarle sus<br />

raíces históricas, que no son otras que ser católico, eclesiástico.<br />

Nuestra aportación contiene descubrimientos y subrayados de cosas que estaban<br />

olvidadas, o que se han arrumbado en la sombra; afirmamos que el padre Calvillo<br />

no fue un renegado o que tuvo que ajustar cuentas la sociedad, ni tampoco un<br />

fracasado porque en un momento pidió el indulto. Al contrario, dentro de esos<br />

deslices hay que ver en él, al hombre que salta a la palestra y pasa de la guerrilla<br />

a la gran polémica ideológica y ética. Pablo José era un hombre y como tal<br />

debemos considerarlo. Yo diría más, debemos considerarlo como sacerdote y<br />

cristiano que tomó en ese momento una seria responsabilidad: coadyuvar en la<br />

insurgencia propuesta por Don Miguel Hidalgo, por los jóvenes militares criollos<br />

como Allende, Aldama y Abasolo, como muchos de sus hermanos en el<br />

sacerdocio.<br />

46


Insistimos, queremos que el lector encuentre en esta biografia a un padre Calvillo<br />

de carne y hueso; y es como hemos procurado construirlo a partir de elementos<br />

que no han tenido en cuenta los historiadores, o que han merecido poca<br />

importancia para la historiografia tradicional. El lector se va a encontrar con<br />

detalles incómodos y que no hacen de él, el perfecto Padre de la Patria difundido<br />

en los libros oficiales. Caso concreto, el aspecto sombrío de la solicitud de indulto.<br />

Pero en contraparte, se va a enfrentar a sus manifestaciones de arrepentimiento<br />

de la sangre que derramó o fue causa de que otros la derramaran. Pero, insisto,<br />

no es una traición, sino actos de un ser humano. Como sacerdote, como católico,<br />

no quería morir fuera de la Iglesia; por eso busca el perdón, que en aquellas<br />

circunstancias no lo podía lograr sin antes indultarse.<br />

Es justo que después de tantos años la Historia nacional y <strong>del</strong> Estado den ya el<br />

lugar que corresponde al padre Calvillo. Para mi, Pablo José Calvillo es uno de los<br />

caudillos, de los padres de nuestra independencia. Al vivir, hablar y mostrarse<br />

como era, creó, como tantos otros, numerosas situaciones generadoras de hecho,<br />

de consecuencias políticosociales que coadyuvaron a la independencia de Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Por haberse involucrado, por haber debilitado y disminuido material y<br />

políticamente al imperio español; por haber creado condiciones propicias para el<br />

nacimiento de un nuevo país; por haber provocado el afianzamiento de una idea<br />

de nación; por todo esto y por muchas otras cosas, es indudable que merece el<br />

agradecimiento de los me<strong>xi</strong>canos y aguascalentenses.<br />

Podemos saludar, con derecho, al Pablo José Calvillo héroe, forjador de la<br />

nacionalidad me<strong>xi</strong>cana, hombre notable de nuestro Estado. El Mé<strong>xi</strong>co de Hidalgo,<br />

de Morelos, de Guerrero, no puede desentenderse de él, como tampoco el<br />

Aguascalientes de Jesús Terán o José Maria Chávez Estado. El papel que<br />

representó en la justa y su significado no se puede decir a estas alturas, que nada<br />

tuvo que ver con la forja de la emancipación y autonomía de Mé<strong>xi</strong>co; por ésta y<br />

otras razones, su colaboración debe entrar en la Historia Patria.<br />

Pensamos que el espíritu de Pablo José no cesa de flotar sobre las aguas<br />

me<strong>xi</strong>canas, sobre el espíritu de nuestro Estado. Porque ¿cuáles son los hechos<br />

verdaderamente esenciales de la Historia de Mé<strong>xi</strong>co, de nuestro Estado en el<br />

sentido amplio de la palabra Historia? ¿Cuáles, si se prefiere, las maneras de ser<br />

mas características <strong>del</strong> <strong>pensamiento</strong> y de la sentimentalidad me<strong>xi</strong>cana o<br />

aguascalentense? ¿Acaso no alumbran para nosotros, con una luz reveladora, sus<br />

chispazos de caudillo, su conocimiento, por poco refle<strong>xi</strong>vo que fuera, la obra, la<br />

ideología de este prócer insurgente?<br />

Aunque para el sentir me<strong>xi</strong>cano, y aún para no pocos historiadores, todas las<br />

revoluciones han tenido un cariz individualista y, por tanto, son obra de caudillos,<br />

en la insurgencia como en todas las que ha vivido nuestro país, fueron muchos los<br />

hombres que con su heroicidad y genio lograron realizar este edificio. Pablo José y<br />

miles de ignorados anónimos fueron quienes hicieron surgir sobre las ruinas <strong>del</strong><br />

viejo orden, la nítida figura <strong>del</strong> Mé<strong>xi</strong>co Independiente. Pensamos que debemos<br />

aceptar con fle<strong>xi</strong>bilidad positiva todas esas personas, relaciones y hechos que<br />

estructuraron al Mé<strong>xi</strong>co emancipado. Los hombres gregarios giran en redondo,<br />

pero sobre un orden reverenciado de sus héroes. Y en todo esto colaboró Pablo<br />

José de una u otra manera.<br />

47


Me pregunto, en este complejo de hechos, de ideas y de sentimientos, ¿alguna<br />

vez podremos hacer exacta división de lo que corresponde a Pablo José? Dificil<br />

tarea. El nacionalismo me<strong>xi</strong>cano es una concepción de la vida, Y es en toda la<br />

vida me<strong>xi</strong>cana donde habría que estudiar la obra de Pablo José. En este orden de<br />

ideas nuestro biografiado es, en sentido estricto, uno de los padres de la<br />

me<strong>xi</strong>canidad y <strong>del</strong> espíritu me<strong>xi</strong>cano.<br />

En la justa medida histórica hay parte <strong>del</strong> espíritu de Pablo José. Haríamos mal en<br />

negarle su parte, en dejar de hablar de él como hacedor de nuestra me<strong>xi</strong>canidad,<br />

por el sólo hecho de haber caído en la tentación <strong>del</strong> indulto. Insisto, Pablo José<br />

sembró suficientes ideas y realizó hechos para contar con una hermosa<br />

supervivencia. Lo último que se le puede acusar es de haberse hecho, por<br />

razones de é<strong>xi</strong>to, de oportunismo o miedo, lacayo dócil y au<strong>xi</strong>liar <strong>del</strong> despotismo.<br />

Aún en sus últimos días mostró que no era político y que su é<strong>xi</strong>to no dependía de<br />

batallas o de negociaciones. Quizá comprendamos mejor su situación y nos<br />

expliquemos sus actuaciones, cuando refle<strong>xi</strong>onemos en la realidad y experiencia<br />

cotidiana que vivio: clérigo aburguesado, sujeto a una estricta vigilancia jerárquica<br />

y de las autoridades reales.<br />

La lectura y evocación imparcial, objetiva, de los hechos de quienes emprendieron<br />

la lucha por la Independencia, debe enseñarnos a valorarlos en una proporción<br />

justa, en su medida humana. Esta empresa tan noble no necesita que la<br />

envolvamos en papeles oropelados, en humos fantásticos; ni que la<br />

conceptualicemos como cuadros románticos o miticos. Tampoco que idealicemos<br />

a los personajes. La Independencia la hicieron hombres de carne y hueso; aunque<br />

sí estaba obsesionado por la emancipación de Mé<strong>xi</strong>co. No pretendia defender la<br />

tesis de que cada uno debe disponer libremente de sus facultades, ni proclamar<br />

los derechos de la razón humana por encima de unas normas establecidas, de un<br />

pasado secular. Pretendía, buscaba librar a un pueblo que seguía sojuzgado,<br />

atado a los grilletes servilistas.<br />

Pienso que resulta para nosotros más gratificante y positivo el ejemplo de aquellos<br />

hombres, cuando somos capaces de limpiarles tantas "piadosas adherencias" que<br />

la exaltación y el amor de algunos historiadores les han negado. Veámoslo desde<br />

el perfil humano que a cada cual les corresponde; tomárnoslo como lo que fueron:<br />

hombres con cualidades y defectos; inclinados al heroísmo y a la venganza, al<br />

sacrificio y a la villanía. Es de esta forma como he querido presentar al padre<br />

Pablo José Calvillo, después de conocer las características humanas que de él<br />

dan los historiadores y los documentos analizados.<br />

Antes de terminar, quiero hacer estos señalamientos que ayudarán al lector a<br />

comprender mejor la presente biografia. Pablo José entraña, entre otras cosas, el<br />

testimonio vivo de una gran parte <strong>del</strong> clero me<strong>xi</strong>cano de entonces que alentó de<br />

manera profunda la independencia. También, que esa situación prohijó un<br />

ambiente de discordia punzante entre los más de siete mil clérigos que vivían<br />

entonces en la Nueva España y que esta sirvió de fermento para llevar las cosas<br />

hasta donde llegaron. No se puede negar que la <strong>presencia</strong> física e ideológica de<br />

aquel clero, resultó instrumento esencial para el é<strong>xi</strong>to final de la lucha.<br />

Sólo me resta manifestar un último deseo. Cuando el lector extienda su vista por<br />

estas páginas, quiero que admire con respeto y emoción de me<strong>xi</strong>cano, más que<br />

los hechos que enturbian la imagen <strong>del</strong> padre Calvillo, lo que aporta al ser<br />

48


nacional. Que guarde y manifieste respeto a este sacerdote que prendió, atizó y<br />

sostuvo el fuego de la libertad, aunque nuestro biografiado no logró paladearla. Es<br />

tiempo que nuestra Historia Nacional y <strong>del</strong> Estado le otorguen el lugar que le<br />

corresponde; es tiempo de resarcir esta imperdonable omisión. Prolonguemos<br />

hasta los extremos actuales su figura. Apreciemos con sangre fría y convencidos<br />

que su destino es parte de Mé<strong>xi</strong>co y <strong>del</strong> Estado.” 38<br />

Un texto complementario y sintético sobre el personaje referido se publica en la<br />

revista Aries bajo el título de “El aguascalentense más significativo de la<br />

Insurgencia. P. PABLO JOSÉ CALVILLO JIMÉNEZ (1772-1816).<br />

En la Primera Parte, el Dr. Gutiérrez afirma: “Me siento satisfecho y privilegiado de<br />

escribir <strong>del</strong> aguascalentense más significativo de la Insurgencia, Pablo José<br />

Calvillo Jiménez.<br />

Pienso que escribir de estos Aguascalentenses es de gran importancia para el<br />

estado y para cualquier comunidad me<strong>xi</strong>cana, porque reviven la memoria histórica,<br />

el pasado que es raíz <strong>del</strong> presente. Para Aguascalientes como para tantas otras<br />

comunidades que forman el mosaico nacional, el arraigo a la tierra es el tronco<br />

común que une. Este asimiento al origen, este orgullo de ser, esta conciencia de<br />

formar parte de Aguascalientes nos convierte en nacionalistas, porque sentimos,<br />

defendemos y traemos dentro las tradiciones locales que son las más me<strong>xi</strong>canas.<br />

Mientras más conozcamos su historia, la historia de sus hombres, mejor<br />

conservaremos la adhesión al origen, a la tierra de nuestros mayores, al terruño<br />

que nos vio nacer.<br />

Angustia ver cómo se destruyen valores e historia, y que autoridades y sociedad<br />

se desentienden en enseñar nuestros valores a la niñez y juventud. Seamos<br />

realistas, las culturas locales y regionales están soportando golpes demoledores<br />

de sus propios hijos. Los cambios e influencias que aprenden nuestros emigrantes<br />

en el país <strong>del</strong> norte y que vienen a imponer, están acabando con ésta, con lo<br />

nuestro, con nuestra cultura local.<br />

Vernos con dolor que de no hacer algo, y pronto, quizá nos toque verla morir bajo<br />

el influjo anglosajón. De no rectificar el camino, posiblemente presenciemos su fin<br />

y seamos nosotros quienes registremos su muerte en el libro de la Historia. ¡Es<br />

tiempo de esforzarnos porque esto no ocurra! Quienes vislumbramos este peligro,<br />

debemos reclamar con energía una esmerada atención al problema y así<br />

queremos hacerlo en estos momentos. Demandamos una lucha frontal contra la<br />

invasión de culturas exóticas, americanismo o cualquier otro ismo, que más que<br />

ennoblecer destruyen nuestro ser histórico. No seamos simples mirones;<br />

actuemos con decisión y unidos. Y creo que una de las formas positivas de actuar<br />

es dando a conocer a nuestros hombres ilustres.<br />

En esta ocasión conocerán a uno de los hijos más preclaros <strong>del</strong> Estado: el padre<br />

Pablo José Calvillo, que además de que fue capellán de los ejércitos insurgentes,<br />

llegó a Mariscal de Campo y uno de los caudillos más significativos de la primera<br />

etapa de aquella gesta. Principalmente quiero rescatarlo para la historia nacional,<br />

<strong>del</strong> estado y de Calvillo como lo que fue; dignificarlo ante la historia, pues es triste<br />

que quienes han escrito la historia nacional y local no solamente confundan el<br />

nombre, pero ni siquiera precisan fecha y lugar de nacimiento. Nuestra motivación<br />

38 Ibdem. Pp. 127-133.<br />

49


para acercamos al padre Calvillo fue conocerlo mejor para ubicarlo en el lugar que<br />

le corresponde en la historia de Mé<strong>xi</strong>co y de nuestro Estado. O si se quiere, darlo<br />

a conocer a la historia tal como fue para mejor entenderlo.<br />

Fue histórica la participación <strong>del</strong> clero en el movimiento de Independencia; y en<br />

esa galería figura como estrella de primera magnitud el padre Calvillo, arquetipo<br />

de caudillo militar que movió multitudes, apoyado y motivado por la redención<br />

social, por emancipar a Mé<strong>xi</strong>co de España. Pienso que conociendo, que estando<br />

al tanto <strong>del</strong> padre Calvillo, clérigo representativo <strong>del</strong> criollo regional de su tiempo,<br />

de paso entenderemos al criollo que se involucró en la gesta. En fin, pienso que<br />

conociendo a este ilustre calvillense que pasó <strong>del</strong> ámbito religioso al político y que<br />

respondió hasta en forma contradictoria y compleja a una coyuntura de cambio,<br />

entendemos mejor esta coyuntura histórica nacional. A través de éste escrito no<br />

podemos ver al padre Calvillo en toda su amplitud y magnificencia. ¡Me hubiera<br />

gustado dar a conocer a ustedes al personaje en todas sus facetas! Pero ya que<br />

no es posible por las circunstancias mencionadas, comienzo por decirles que<br />

Pablo José no sólo fue un caudillo que guió "cinco a siete mil indios flecheros de<br />

Colotlán", discutible afirmación; o que merodeó como caudillo y molestó al<br />

gobierno virreinal; y menos que fue fusilado al caer en manos de los realistas,<br />

afirmación imperdonable. Quiero que conozcan al Pablo José eclesiástico y pastor<br />

de almas; a un Pablo José rebelándose contra la situación reinante; a un Pablo<br />

José replegado sobre sí mismo, una vez que decidió indultarse y que murió en la<br />

paz de un convento abjurando de sus extravíos.<br />

En obvio <strong>del</strong> espacio escrito de que disponemos, paso a hacerles una breve<br />

semblanza de este ilustre hijo de Calvillo. Pablo José Calvillo Ximénez nació en<br />

los primeros días de marzo de 1772 en la estancia "Peña Colorada", <strong>del</strong> Valle de<br />

Huejúcar, <strong>del</strong> matrimonio formado por Don Vicente Calvillo y Doña Gerónima<br />

Ximénez codueños de la hacienda de San Nicolás. Hacía apenas unos meses que<br />

el obispo Fray Antonio Alcalde había erigido la Parroquia de San José de Huejúcar;<br />

y corno no contaba con iglesia fue bautizado en la capilla de San Nicolás de la<br />

citada hacienda que hacía de iglesia parroquial, el 5 de marzo de ese año.<br />

Pablo José aprendió a leer y escribir bajo la férula de la familia en la misma<br />

estancia de Peña Colorada y hacienda de San Nicolás. Creció entre labores <strong>del</strong><br />

campo y rezos y recibió los rudimentos de latín de su tío y padrino el Dr. Joaquín<br />

Calvillo, así como la inclinación a la carrera eclesiástica. Es probable que<br />

estudiara antes de ir al seminario de Guadalajara en Zacatecas, en el Colegio de<br />

San Luis Gonzaga donde su tío José Antonio Calvillo era rector. Nos hace pensar<br />

lo anterior, porque lo encontramos en Guadalajara hasta 1795, dónele al siguiente<br />

año fue promovido a las primeras órdenes eclesiásticas y ordenado sacerdote por<br />

el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas y Crespo en la iglesia <strong>del</strong> Convento de la<br />

Merced de la capital tapatía el 24 de mayo de 1798.<br />

El primer acto de la vida de Pablo José terminó con su ordenación sacerdotal. El<br />

segundo nos trasladará a sus diversos ministerios; primero lo encontramos en<br />

Juchipila inmediatamente después de su ordenación: Juchipila fue fragua, pues<br />

tuvo los primeros contactos con grupos indígenas y conoció de sus penurias y el<br />

abandono en que se les tenía. De Juchipila pasó adscrito a Ojocaliente, con<br />

residencia en la hacienda de San Jacinto, donde duraría escasos dos años. Para<br />

1803 lo encontramos en Tlaltenango, con residencia en el pueblo indígena de<br />

50


Tepechillán, de donde pasaría a Teúl donde tuvo la suerte de contar con la<br />

compañía y amistad <strong>del</strong> benemérito sacerdote D. José Norberto Pérez, que<br />

construyó el magnífico templo parroquial de grandeza y belleza arquitectónica, y<br />

promovió obras sociales y alentó la enseñanza de acuerdo a las circunstancias y<br />

tiempos.<br />

Para 1808 lo encontramos en Aguascalientes; luego se le encomendaría el<br />

cuidado <strong>del</strong> pueblo de indios de Jesús María por contar con la suficiente<br />

experiencia para tratar a grupos indígenas. La documentación estudiada indica<br />

que fue bien aceptado y que cumplió con creces la encomienda. Nada hay que<br />

desdiga en su ministerio, aun cuando permaneció solo; ni siquiera en el momento<br />

en que se enfrentó a un intento de sublevación <strong>del</strong> pueblo a principios de 1810. Es<br />

más, se habla de entrega y que no dio motivo a escándalo. Se dio e hizo amar de<br />

todos. Por la situación que se vivía, pensamos que fue en Jesús María donde<br />

maduró la idea de tomar partido por la libertad de los indígenas, de los<br />

marginados, por la Independencia.<br />

Las preguntas que nos hacemos ante esa decisión son: ¿Importaba tanto al padre<br />

Calvillo la Independencia como salvar su amia, o sustituir una situación personal<br />

por otra envuelta en la vorágine de la política? ¿Sustituir un sistema de gobierno<br />

que se inclinaba por renegar de raíz una historia de tres siglos? Sí y no. Porque no<br />

es que se abismara como un egoísta en su meditación. La circunstancia de estar<br />

al frente de un pueblo indígena, de vivir en carne propia su situación, su abandono<br />

y degradación lo llevaron a ver las cosas de forma distinta. Es una de las razones<br />

que se declare contra su obispo que ve más el momento de satisfacer a su rey y<br />

representantes, que atender los reclamos de las masas marginadas que<br />

conformaban las castas e indios.<br />

Estos actos nos informan con exactitud de lo que era para el padre Calvillo, en<br />

esos días decisivos, la noción misma de independencia. Reniega de las leyes de<br />

la obediencia y rompe con un voto que lo había estigmatizado de por vida al ser<br />

ungido sacerdote en 1798. Brotó en su interior la violencia y refino su odio; y por<br />

eso no pudo cumplir con esa ley, con esas promesas. La promesa sacerdotal se<br />

convirtió en su cruz en la que se sintió clavado. ¡Cómo buscó por todas partes<br />

algo para anonadarla, una forma de eludirla!<br />

¡Cuánto daríamos por conocer el trazo de su evolución interior, la curva firme o<br />

elástica que traduce a la vez los movimientos de <strong>pensamiento</strong> y de conciencia de<br />

este hombre!. Si así fuera, estaríamos en posibilidades de marcar, con un trazo<br />

fuerte, las articulaciones maestras de su personalidad y descifrar su mentalidad y<br />

esfuerzo real que hizo por coadyuvar a una revolución que prohijó al Mé<strong>xi</strong>co<br />

autónomo. El hecho es que en octubre de 1810 el padre Calvillo, ulcerado por las<br />

nuevas doctrinas que reprimía con cierto asco, maduró en su interior la pasión<br />

vehemente por la Independencia: desarrolló una decisión por hacer frente a los<br />

abusos y crímenes españoles. Y aquí nos preguntamos ¿cómo ese hombre,<br />

preocupado ante todo por la vida interior y la religiosidad, se fue saliendo<br />

bruscamente de sus <strong>pensamiento</strong>s y de sus piadosas preocupaciones y<br />

ocupaciones? ¿Cómo explicar de acuerdo a lo poco que sabemos de él su<br />

evolución, la transformación brusca de un sacerdote que se ufanaba de rectitud,<br />

en tribuno que guía a las multitudes? ¿Fueron los acontecimientos los que lo<br />

51


indujeron a rebelarse, a desertar <strong>del</strong> sacerdocio o fue porque ansiaba resolver el<br />

drama de los pobres?<br />

Seguimos sin descifrar lo que inclinó a Pablo José a cambiar de vida. Lo que sí es<br />

cierto, que dejó Jesús Mana para unirse a los insurgentes entre el 26 y 29 de<br />

octubre de 1810, pues para el lo. de noviembre lo encontramos en Jerez. A partir<br />

de entonces renunció a su carácter sacerdotal, al pasado, aunque sin quererlo no<br />

definitivamente, y se fue a organizar a los pueblos de los cañones y frontera de<br />

Colotlán, levantiscos y simpatizantes con la revuelta, donde en pocos días<br />

cosechó un considerable ejército. De allí salió para Huejúcar para dirigirse luego a<br />

Jerez y Zacatecas, donde en estos días se encontraba Rafael Iriarte bajo cuyas<br />

órdenes se puso y los acompañó a San .Luis Potosí para confirmar el<br />

levantamiento dirigido por los legos Fray Luis Herrera y Juan Villerías.<br />

Después de San Luis volvió a la frontera de Colotlán para organizar a los<br />

indígenas y luego se dirigió hacia la capital tapatía, a donde acudió con un ejército<br />

de 7 mil indios flecheros y otros muchos criollos, que serían los que dirigiría en la<br />

triste batalla de Calderón <strong>del</strong> 17 de enero de 1811 en la que fueron derrotados<br />

estrepitosamente los insurgentes; cayeron muertos más de 18 mil y doble número<br />

fueron heridos. El padre Calvillo volvió a la región de los cañones y tuvo en<br />

permanente alarma a las fuerzas realistas hasta el 7 de abril en que fue derrotado<br />

por el general realista Pedro Celestino Negrete cerca de Colotlán. La derrota que<br />

sufrió a manos de Negrete fue el declinar de su estrella como caudillo. Se retiró a<br />

la sierra de Tayahua para asimilar sus fracasos y recuperarse de los padecimientos<br />

que sufría: un golpe que sufrió andando a caballo y piedra en la orina.<br />

Fueron estos meses de retiro en la sierra lo que lo hizo pensar en dejar la vida<br />

insurgente ya por sus enfermedades, o porque deseaba poner en paz su<br />

conciencia. Este repliegue así, es la etapa más oscura y difícil de juzgar <strong>del</strong> padre<br />

Calvillo, y tiene como epílogo la solicitud <strong>del</strong> indulto y perdón de las penas<br />

canónicas. ¿Qué influenció en sus sentimientos y persona para dar este paso?<br />

¿Fueron realmente momentos de infidencia para Pablo José, o reencuentro como<br />

otros opinan?.” 39<br />

En la Segunda parte, continúa su descripción así: “Cuando surge en su interior la<br />

decisión de dar la espalda a la insurgencia e indultarse, el panorama que vivía<br />

Pablo José era negro; la duda, la desesperación, el desánimo corroían su alma. Y<br />

por si fuera poco, la incertidumbre de conciencia y los fracasos insurgentes<br />

estaban a la orden <strong>del</strong> día; sobre todo le hería en lo más profundo la excomunión,<br />

la espada más aguda y herible de la Iglesia. Eran muchas y muy fuertes las<br />

presiones que soportaba entonces; y ante ello cualquier hombre aunque tuviera<br />

alma de acero era fácil de vacilar.<br />

Estoy seguro que comprendemos mejor el paso que da al solicitar el indulto, si<br />

pensarnos en la situación en que había caído y en los escrúpulos de conciencia y<br />

sensibilidad religiosas. Hasta nos atrevemos a pensar que estaba obligado a dar<br />

ese paso por sus escrúpulos, como clérigo y porque su carácter de hombre<br />

apasionado así se lo e<strong>xi</strong>gían. O que ¿acaso el mundo debe estar necesariamente<br />

39 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. “El aguascalentense más significativo de la Insurgencia. P. PABLO<br />

JOSÉ CALVILLO JIMÉNEZ (1772-1816). Aries. Aguascalientes. Año. XXI. Agosto de 1998. No. 247. Pp.<br />

29-30<br />

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poblado de héroes, de hombres que derraman su sangre por un ideal? De ninguna<br />

manera.<br />

Desde esta perspectiva, pensamos que cuando escribió la solicitud de indulto, lo<br />

hizo porque se sentía desconcertado con su actuar. Se aceptaba pecador y<br />

transgresor a una promesa que había hecho libremente al recibir la unción<br />

sacerdotal. Había pecado a fondo y ahora quería resarcir su culpa. Pienso que<br />

nada tienen de fáusticos estos actos de los que se confesaba culpable y<br />

transgresor, porque se trataba de un sacerdote que durante años se consideró<br />

observante, fiel cumplidor de las leyes de la Iglesia. Sabía que el trámite sería<br />

penoso y violento, porque todos lo acusarían de renegado, de traidor al<br />

sacerdocio, al gobierno establecido y a la insurgencia; pero estaba decidido, pues<br />

el tiempo había sido buen consejero. Si desde abril había dejado la vida<br />

revolucionaria, pensamos que cuatro meses fueron tiempo suficiente para<br />

refle<strong>xi</strong>onar, para decidirlo a cambiar, para dar el paso.<br />

El histórico documento de indulto debió redactarlo en septiembre de 1811, pues el<br />

9 de octubre lo firmaba el gobernador de Nueva Galicia José de la Cruz. Y como<br />

se movían las cosas, nos hace pensar que contó con amigos influyentes y<br />

poderosos que movieron el asunto, pues como se comportaba Cruz perdonar a un<br />

cabecilla como el padre Calvillo era impensable en una persona como el<br />

gobernador de Nueva Galicia. Y así fue como este hombre que había probado las<br />

mieles <strong>del</strong> triunfo, de los halagos y la fama, declinó todo eso y cayó derrotado por<br />

los remordimientos de conciencia; quizá sería más correcto decir que no resistió<br />

los escrúpulos, que no quiso traicionar su conciencia.<br />

Una vez que recibió el perdón <strong>del</strong> gobierno, solicitó a las autoridades eclesiásticas<br />

la suspensión de las censuras canónicas, que pesaban sobre él por haber tomado<br />

las armas, derramar sangre, quitar la vida a seis personas, así como haber<br />

entregado a otras seis a las armas <strong>del</strong> rey y por el desacato de celebrar y de actos<br />

"que la temeridad inaudita de mi conducta cometió en aquellas infelices<br />

circunstancias", por lo que "lloro y lloraré por mis días", decía en su solicitud. El<br />

decreto de perdón fue firmado por el gobernador <strong>del</strong> obispado D. José Gómez y<br />

Villaseñor el 4 de enero de 1812.<br />

Después de pasar días amargos mientras decidía pedir o no el indulto, de soportar<br />

el peligro de ser enviado al cadalso y de recibir la suspensión de las penas<br />

canónicas, Pablo José se retiró por unos meses a recuperar su espíritu y cuerpo<br />

maltrechos por las circunstancias con su amigo el cura de Mezquitán, Pablo Solís;<br />

en Zacatecas viviría otros meses antes de ser destinado a Aguascalientes. La<br />

pregunta es ¿cómo fue su vida una vez que tuvo en sus manos el indulto y el<br />

perdón de la Iglesia? Nuevamente quisiéramos poder contar con un diario o algo<br />

parecido que narre paso a paso estos significativos años; pero al no ser posible<br />

echaré mano de lo poco que sus biógrafos cuentan y haré algunas refle<strong>xi</strong>ones<br />

para mejor entender a este hombre martirizado por los remordimientos e ingratitudes<br />

a que se vio sometido en el último lapso de su vida.<br />

Al principio anduvo a tientas. Tal vez apenas quiso darse cuenta de las<br />

consecuencias históricas que arrastraría su actitud. Pablo José hombre de<br />

conciencia <strong>del</strong>icada puso todo en manos de Dios, de su Dios a quien tanto debía y<br />

agradecía su misericordia. Cuando se convenció de que los meses de caudillo<br />

insurgente fueron circunstanciales, préstamo de un corazón rebosante de caridad,<br />

53


se dedicó en cuerpo y alma al ejercicio de su promesa rota. Se mueve, actúa, y<br />

consigue le reintegren a su amado Aguascalientes para, ocuparse de los<br />

desprotegidos, las castas y los indios. Abrió su corazón y los ojos a las cosas que<br />

le rodeaban y volvió a retomar con intenciones puras su antigua vida <strong>del</strong> modo<br />

más natural. Claro que ahora su visión quedaría reducida, porque ya no eran las<br />

mismas circunstancias de años atrás; ahora había por todas partes conspiradores<br />

contra él. Por eso al retornar a Aguascalientes en el verano de 1814, lo encontró<br />

solitario, escabroso. Vivió valientemente en la Villa por unos meses en medio de<br />

una sociedad que no aceptaba su proceder. Con tan tremenda carga encima, su<br />

vida se fue deteriorando, se fue volviendo mediocre. No podía resultar otra cosa<br />

de los odios, las enfermedades y la acumulación de los años. Sin embargo, se<br />

aprestó a enseñar y catequizar; a distribuir sacramentos y cumplir lo mejor posible<br />

con su vida sacerdotal.<br />

Aunque su ministerio quedó restringido al cuidado de las castas e indios, se sintió<br />

contento pues era la forma de mostrar que cumplía con sus obligaciones. Y abrió<br />

el surco y empujó hacia <strong>del</strong>ante para recuperar su deteriorada situación; y se sintió<br />

motivado por embajadas de humildes indios jesúsmarianos y sanmarqueños que<br />

lo animaban y hacían sencillos obsequios. Hasta se sorprendió de que aún<br />

hubiera gente que lo quería y apreciaba, y que ignoraba el odio. En fin, volvió a<br />

sentirse un hombre útil, bueno en medio de los que lo odiaban. Pablo José buscó<br />

y halló el único remedio para recuperar el lugar que le correspondía en la sociedad<br />

como sacerdote: actuar de acuerdo con su madre la iglesia. Así fue como destruyó<br />

un pasado que lo enturbiaba; así fue como se ilusionó en recobrar su situación, su<br />

buen nombre, su lugar en la comunidad.<br />

Pero todavía le quedaba por sufrir otro trago amargo. Cuando creía haber<br />

recuperado la paz interior y exterior y se disponía a gozarla, tropezó en una de las<br />

calles de la Villa de Aguascalientes con el exaltado y furibundo realista Bernardino<br />

Díaz de Cosío, con quien tuvo un altercado al repeler un intento de atropello; en<br />

mala hora se topó a quien se opuso en Jesús María cuando los indios <strong>del</strong> pueblo<br />

se sublevaron contra los dragones. Fue aprehendido y juzgado; en el juicio que se<br />

le abrió no fueron respetados los derechos humanos en lo más mínimo y se abusó<br />

de él por su pasado.” 40<br />

Luego <strong>del</strong> trabajo biográfico y reivindicador de Pablo José, la siguiente publicación<br />

se difunde de manera similar al “Cuadro Estadístico de la Municipalidad de<br />

Jalostotitlán, 1580”, pues se recupera como un documento valioso el “Cuadro<br />

general estadístico de San Miguel de los Alcalanes, de su Edición Oficial de 1879”,<br />

que fue editado por el Centro Universitario de los Altos de la Universidad de<br />

Guadalajara, en 1997, y precedido también por una introducción de José Antonio<br />

Gutiérrez Gutiérrez, con la presentación a cargo <strong>del</strong> Rector de esa institución.<br />

La PRESENTACIÓN, es una nota ilustrativa sobre la región y el origen <strong>del</strong> nombre<br />

de la municipalidad. El Rector, Rodolfo Gutiérrez Zermeño, hace las siguientes<br />

apreciaciones: “De la familia náhuatl, los tecuexes escogieron la meseta de Los<br />

Altos como asiento en el siglo VI y VII de nuestra era, y crearon entre otros los<br />

40 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. “El aguascalentense más significativo de la Insurgencia. P. PABLO<br />

JOSÉ CALVILLO JIMÉNEZ (1772-1816). Aries. Aguascalientes Año. XXI. Septiembre de 1998. No. 248.<br />

Pp. 30-31<br />

54


poblados de Acatic, Tepatitlán, Temacalpulín, Xalostotitlán, Teocaltitán Mitic,<br />

Mezquitic y Atoyonalco….La conquista de la zona fue lenta y difícil tanto por la<br />

resistencia de los indigenas como por la naturaleza de su geografía. Paralela a la<br />

conquista y con el establecimiento de los primeros pobladores hispanos, Fray<br />

Miguel de Bolonia, levanta la primera ermita y da por patrón <strong>del</strong> pueblo de<br />

Atoyonalco a San Miguel, que posteriormente se conoce como San Miguel de Los<br />

Alcalanes, en alusión a la familia Alcalá que junto con los Padilla y los Rábago son<br />

reconocidas como las familias troncales que la tradición oral registra; y que<br />

posteriormente es acreditado por el método genealógico a partir <strong>del</strong> siglo XVI.<br />

La estrategia de la corona española para la colonización de Los Altos consistió en<br />

poblar la región con campesinos españoles a los que se les otorgó, por mercedes<br />

reales, algunas caballerías de tierra que posteriormente se fueron incrementando,<br />

favorecida por la escasa población indígena, y la organización social de los<br />

colonos, en especial las alianzas matrimoniales y el sistema de herencia.<br />

No es claro en qué momento San Miguel de los Alcalanes cambia a San Miguel el<br />

Alto. Sin embargo, en 1879 en que se registra un censo socioeconómico, se habla<br />

de 11,678 habitantes, con dos haciendas de tamaño considerable y más de 90<br />

ranchos o unidades de producción.<br />

La cronología de las fuentes históricas, económicas, sociales, regionales y<br />

educativas constituyen una historia fascinante. El Centro Universitario de Los<br />

Altos, se honra en reeditar la edición oficial de 1879 <strong>del</strong> Cuadro General<br />

Estadístico de San Miguel de los Alcalanes, acompañada de una introducción <strong>del</strong><br />

Dr. José Antonio Gutiérrez Gutiérrez, cuya lectura reubica y esclarece el<br />

documento histórico, y que también nos proveé de una lectura de gran<br />

significación.<br />

La edición de esta Colección de Cuadernos Regionales 2 está concebida a partir<br />

de los siguientes criterios:<br />

- Proveer un margen de investigación sobre la historia y presente de la<br />

Región de Los Altos, como una alta prioridad que nos permita conocer, entender y<br />

apreciar nuestro entorno.<br />

- Conocer con propiedad, las particularidades de esta Región en su<br />

distribución de la tierra y los medios de producción que son el marco de refle<strong>xi</strong>ón<br />

obligado para toda actividad económica.<br />

- Vincular la investigación con la enseñanza y en una perspectiva de<br />

interdisciplinariedad.<br />

- Ofrecer a los cientificos sociales que trabajan esta región el espacio y<br />

reconocimiento por su participación en el avance <strong>del</strong> estudio de la región alteña.” 41<br />

En el ESTUDIO INTRODUCTORIO, se explica la finalidad de difundir los<br />

documentos que dan cuenta de la evolución histórica de los Altos de Jalisco,<br />

además de describir, dentro de su contexto histórico la obra referida. El Dr.<br />

Gutierrez dice que:<br />

“En el Primer Simposium "Los Altos de Jalisco a fin de siglo" efectuado en junio de<br />

1996 en el Centro Universitario de Los altos, de Tepatitlán, se vio la necesidad<br />

impostergable de continuar con el análisis de las ciencias sociales de la Región de<br />

41 - "Cuadro Estadístico de San Miguel de los Alcalanes 1879.", Estudio Introductorio, José Antonio Gutiérrez<br />

Gutiérrez Guadalajara, Centro Universitario Los Altos, 1997.<br />

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los Altos. También la conveniencia de publicar estudios históricos antiguos o<br />

recientes de las municipalidades alteñas para coadyuvar a comprender el pasado<br />

y presente. En la actual coyuntura que vivimos son necesarias este tipo de<br />

reuniones para afianzar y cimentar el arraigo a la tierra de origen.<br />

Amigos de la Historia de los Altos de Jalisco, A. C. inició con buenas intenciones y<br />

entregó a los lectores alteños en agosto <strong>del</strong> año pasado el "Cuadro Estadístico de<br />

la Municipalidad de Jalostotitlán, 1580". En esta ocasión el Centro Universitario de<br />

Los Altos, en coordinación con el Ayuntamiento de San Miguel el Alto, preparó el<br />

"Cuadro General Estadístico de San Miguel de los Alcalanes, 1879". Para que el<br />

lector obtenga una comprensión más sustanciosa y rica, le anteceden estas notas<br />

históricas de San Miguel el Alto y algunas consideraciones.<br />

Por circunstancias muchas veces inexplicables, avatares de la vida, despego y<br />

hasta resentimiento, el sanmiguelense ha vivido, o vive, en países o regiones<br />

extrañas al lugar de origen. Pero en el fondo guarda identidad, asidero al origen, a<br />

su "ser", porque trae y siente en el fondo el arraigo a la tierra, que es lo que lo une.<br />

Y siempre que es necesario defiende sus tradiciones, porque siente el jalón a ese<br />

origen. Vuelve a la tierra de origen porque ve que en ella todos son una familia.<br />

Manifiesta el orgullo de ser, de proceder de San Miguel el Alto, porque sabe de<br />

donde procede, porque ve en ello el temperamento y espíritu de sus mayores. Y<br />

esto es mucho para él; lo es todo.<br />

Este ser puede enfriarse y hasta llegarse a perder, cuando se olvida o deja de<br />

conocer su historia, la adhesión a su origen. El conocimiento de la historia nos<br />

permite tener siempre presente ese ser, ese origen, pues es lo que motiva a<br />

conservar la raíz. He ahí la importancia de tenerla presente. Más en estos tiempos<br />

en que los valores históricos son combatidos por enseñanzas que distorsionan<br />

nuestro origen. No podemos ocultar que influencias nocivas están destruyendo<br />

esta conciencia histórica; y de no rectificar el camino, es posible que la presente<br />

generación sea quien sepulte esta rica memoria alteña. Nada más oportuno<br />

para que el sanmíguelense reaviva esta conciencia histórica que echar una<br />

mirada a su pasado.<br />

La pequeña comunidad prehispánica de Atoyonalco que a fines de la Colonia tomó<br />

el nombre de San Miguel el Alto, fue fundada por los tecuexes, pueblo procedente<br />

<strong>del</strong> norte y de respetable antigüedad. De la familia náhuatl, los tecuexes<br />

escogieron la Meseta de Los Altos como asiento. Estudios antropológicos señalan<br />

como probables fechas de asentamiento de estos en Los Altos los siglos VI y VII<br />

de nuestra era. Los poblamientos tecuexes, Acatic, Tecatitlán, Temacalpulín,<br />

Atoyonalco, Xalostotitlán, Teocaltitán Mitic y Mezquitic, estuvieron asentados en la<br />

rivera de los ríos, porque aprovechaban las partes aledañas para sembrar, cazar y<br />

pescar; y para recolectar frutos xerófilos. Fueron pueblos modestos.<br />

De estudios realizados en la región, se infiere que pudieron e<strong>xi</strong>stir en aquellas<br />

sociedades campesinos cultivadores, lapidarios, alfareros, tejedores o curtidores;<br />

todos sabían cazar, pescar y recolectar. Los tecuexes basaron sus actividades<br />

socioeconómicas en la agricultura y la guerra. Conocieron y cultivaron el maíz,<br />

frijol, patolas, chile; el maguey o metl y el pochotl o algodón. El machacador o<br />

partidor lo emplearon para el aprovechamiento de las frutas de cáscara dura; la<br />

coa para el cultivo <strong>del</strong> campo y el hacha de garganta para todo tipo de faenas,<br />

principalmente en las relacionadas con el campo: corte de arbustos para jacales, o<br />

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ahuecamiento de troncos para guarda de alimentos. Los restos de algunos centros<br />

religiosos, Teocaltitán y Cerros de La Corona y El Bolón, nos permite pensar que<br />

fueron muy religiosos; y algunas ruinas de albarradas de piedra, que fortificaban<br />

para defenderse de invasiones.<br />

Los tecuexes fueron conquistados por diversos movimientos, a partir <strong>del</strong> año 1200<br />

de nuestra era. Pero es muy probable que sus asentamientos no fueron ocupados<br />

por ningún otro grupo mesoamericano tradicional, pues conservaron autonomía y<br />

cultura propias. En los años inmediatos a la Conquista estos asentamientos<br />

tecuexes formaron parte <strong>del</strong> amplio corredor frecuentado por los chichimecas que<br />

bajaban <strong>del</strong> norte hasta la altura de Atotonilco y Ayotlán.<br />

En referencia a la conquista y época colonial, hay consenso en que los primeros<br />

españoles que pisaron Los Altos fueron Pedro Almíndez Chirinos y su grupo de 30<br />

de a caballo y 50 infantes que se hicieron acompañar de mil indios au<strong>xi</strong>liares<br />

me<strong>xi</strong>canos y tarascos. Almíndez Chirinos había recibido comisión en Coyán de<br />

"entrar por el Valle de Acatic, Tzapotlán, (hoy zapotlanejo) y Chichimecas y se<br />

internara sesenta o setenta leguas, sólo reconociendo la tierra...hasta Comanaja".<br />

Inferimos que fue entonces que tocaron Atoyonalco, al salir de Acatic en<br />

dirección al Cerro Gordo. Esto debió ocurrir a principios de 1530, antes que los<br />

españoles entraran en el Valle de Atemajac.<br />

Días después saldría una segunda expedición comandada por Cristóbal de Oñate,<br />

para que recorriera la zona noroeste de Los Altos hasta Zacatecas; debieron<br />

visitar los pueblos de Cuquío, Acatic, Yahualica, Manalisco y Mexticacán hasta<br />

llegar a Nochistlán, de donde regresaron sin noticias importantes, y con la<br />

novedad de que la región era muy escabrosa y pobre. Estas primeras excursiones<br />

de los españoles por la caxcana y pueblos tecuexes resultaron muy penosas. "Lo<br />

que el veedor halló (Chirinos), fueron muchas barrancas y ríos, y malos pasos...;<br />

anduvimos diez y siete días de camino, que los catorce no pudimos salir de la<br />

barranca <strong>del</strong> río Grande". Efectivamente, en catorce días de recorrido no<br />

anduvieron tres a caballo, necesitando ir a pie por sendos despeñaderos, muy<br />

fatigados y hambrientos.<br />

La colonización de Los Altos se llevó en forma muy lenta, porque la escasa<br />

población indígena los hizo poco atractivos; por esta razón acudieron los<br />

españoles a establecerse a cuenta gotas. Ningún peninsular se atrevió a<br />

asentarse en Los Altos antes de la Guerra <strong>del</strong> Mixtón (1539-41). Quizá el primero<br />

fue Juan Vázquez Zermeño que recibió tierras en las cercanías de Teocaltitán en<br />

1543, Estancia de San Salvador, que junto con los sitios El Astillero y El<br />

Comedero darían origen al puesto Manga de Piedra. Cinco años después<br />

encontramos la entrega de las tierras que formaron el puesto de El Amole.<br />

El capitán Francisco de Mota se estableció en el puesto de El Aguila en 1563; y<br />

unos años después lo haría Juan de Monteverde cerca de El Aguila, "en un arroyo<br />

que va a Lagunillas..., donde están unos manantiales que bajan a Villa Florida".<br />

Sabemos que antes de terminar el siglo, durante el gobierno <strong>del</strong> Dr. Santiago de<br />

Vera, llegaron algunos más; entre ellos Francisco Gutiérrez de Mendoza que<br />

recibió un sitio de ganado mayor y 6 caballerías de tierra, que dieron origen a la<br />

Hacienda de Nacaspiloya, las que su hijo Miguel Gutiérrez acrecentaría en 1632.<br />

Insistimos, la emigración española a la región y jurisdicción de San Miguel el Alto<br />

fue poco nutrida. Por ejemplo, un informe dirigido al rey en 1571 por Don.<br />

57


Francisco Gómez de Mendiola obispo de Nueva Galicia, menciona que el recién<br />

erigido Beneficio de los Tecuexes quedó conformado por los pueblos indígenas de<br />

Xalostotitlán, Mitic, San Gaspar, Atoyonalco, Mezquitic y Teocaltitán, y registra<br />

apenas 8 vecinos españoles. Y en cuanto a la población indígena casi<br />

desapareció en la conquista y colonización por la crueldad de los conquistadores,<br />

las frecuentes epidemias, la esclavitud, mal trato, o porque muchos de ellos<br />

emigraron a las estancias y puestos de españoles para trabajar. Atoyonalco como<br />

los demás pueblos regionales se vio en la necesidad de ser repoblado en el siglo<br />

XVII.<br />

Paralela a la conquista se inició la evangelización regional, aunque no en forma<br />

sistemática en los primeros 10 años. Será partir de la fundación <strong>del</strong> Convento de<br />

Juchipila (1542) en que Fray Miguel de Bolonia y Fray Ántonio de Segovia<br />

atenderían a estos pueblos formalmente. Escribe el padre Tello de Fray Miguel de<br />

Bolonia, que "desde Juchipila administraba más de cincuenta leguas de largo y<br />

cuarenta de ancho a todos los indios que en ella se contenían, andando siempre a<br />

pie, con un bordón y un poco de maíz tostado para comer, que este era el mayor<br />

regalo que usaba para sustento de su trabajado cuerpo, porque de ahí se iba a<br />

Nochistlán, Xalostotitán, Teocaltech y todas aquellas provincias..."<br />

De trascendencia para la evangelización de los pueblos comarcanos tecuexes fue<br />

la fundación de Tlacintla (San Gaspar), pueblo cercano a Xalostotitlán, por el<br />

padre Bolonia con indios nochtecas cristianos, pues sirvieron de ejemplo y<br />

colaboraron en la enseñanza <strong>del</strong> cristianismo. Este misionero enviaba desde ahí a<br />

grupos de jóvenes a<strong>del</strong>antados a instruir a los indígenas de los distintos pueblos<br />

como Atoyonalco. Refiere la tradición que fue el padre Fray Miguel de Bolonia<br />

quien les levantó la primer ermita y dio por patrón a San Miguel.<br />

Atoyonalco conservó todas las características de asentamiento indígena en la<br />

Colonia, aunque pronto dejó el nombre de Atoyonalco por San Miguel. Igual que<br />

Xalostotitlán, primero dependió <strong>del</strong> encomendero Francisco de Bobadilla, y a su<br />

muerte pasó a manos de Rodrigo de Frías que es como trascendió al siglo XVII en<br />

que pasa al dominio <strong>del</strong> rey y recibió tierras comunales. En lo espiritual quedó<br />

inscrito al beneficio de Los Tecuexes creado en 1571 con cabecera en<br />

Xalostotitlán. Políticamente estuvo sujeto primero a Teocaltiche y luego a Santa<br />

María de los Lagos. La Descripción de Hernando de Gallegos en 1584 registra<br />

dependientes <strong>del</strong> Corregimiento de Teocaltiche San Gaspar, Mitic, San Juan<br />

Mezquitic, Teocaltitán, San Miguel, Xalostotitlán, Temacapulín, Tepactitlán y<br />

Acatic. Como observamos ya para este año había cambiado el nombre.<br />

Es difícil conocer su desarrollo demográfico; pero como todos estos pueblos sufrió<br />

una gran merma en la conquista y por las constantes epidemias que azotaron a<br />

los pueblos indios. El primer padrón que nos ha llegado, el levantado por el cura<br />

de Xalostotitlán Br. Juan Gómez de Santiago en 1679, le asigna 72 gentes de<br />

confesión y comunión y 28 de solo confesión, distribuidas en 30 familias; no<br />

registra los menores de edad. Precisamente es D. Juan Gómez de Santiago quien<br />

pidió en la visita pastoral que hizo a Xalostotitlán el Ilmo. Sr. D. Juan Santiago de<br />

León Garabito, febrero de 1681, autorización para edificar una capilla más amplia,<br />

la que se bendijo con grandes fiestas en 1695.<br />

Desconocemos otros padrones hasta el de 1770 en que la población de San<br />

Miguel es ya alta en comparación al siglo anterior. El de este año registra 398<br />

58


gentes de dos años para arriba, más 6 familias ausentes y 72 mulatos e indios<br />

naborios. Debemos suponer que había aumentado en las estancias y ranchos<br />

circunvecinos, porque para fines de la década era ya Ayuda de Parroquia y<br />

contaba con vicario de planta para la atención espiritual. El padrón de 1783<br />

menciona etnia y calidad de todos los feligreses casados; pero no registra las<br />

comunidades indígenas. Por la hambruna y la peste sufrida en la década bajó su<br />

población. Un informe <strong>del</strong> teniente de alcalde de Xalostotitlán en 1793 menciona<br />

tener San Miguel 135 tributarios, y en total 350 individuos, los "cuales los más<br />

comenzarán en breve a tributar".<br />

El Censo General de la Intendencia de Guadalajara., 1789-1793, de Menéndez<br />

Valdés es el primer documento en que menciona al pueblo como San Miguel el<br />

Alto, y dice ser "reducción de naturales con 128, ocupados en sus siembras". Hay<br />

que hacer notar, que desde 1632 encontramos continuidad en los nombres de<br />

alcaldes indios, y que eran los que organizaban las fiestas <strong>del</strong> pueblo Y trabajan<br />

en la construcción de su iglesia; se nota principalmente en la nueva comenzada en<br />

1773 a iniciativa <strong>del</strong> Br. Miguel de la Encarnación Gutiérrez Coronado, vicario<br />

domiciliario; nos referimos al Santuario de la Purisima que sustituyó a la humilde<br />

capilla que les había construido el padre Fray Miguel de Bolonia y luego rehecha<br />

entre 1681-1695, y luego sede de la Ayuda de parroquia. En esta situación de<br />

pueblo indio encontró el siglo XIX y Guerra de Independencia al San Miguel el<br />

Alto.<br />

La jurisdicción de San Miguel el Alto fue en el siglo XVIII receptora de muchos<br />

vástagos de familias troncales de Jalostotitlán; se multiplicaron los descendientes<br />

de Juan Vásquez Zermeño y Francisco Gutiérrez de Mendoza; llegaron en el siglo<br />

XVII vástagos de González de Hermosillo, Ramírez de Hermosillo, Gutiérrez de<br />

Laris, Martín <strong>del</strong> Campo, Ornelas de Mendoza, Márquez, Jiménez de Castro, Mota<br />

Padilla, Orozco Agüero, Reynoso, Camarena, etc. Los Rábago se hicieron de la<br />

Hacienda de Necaspiloya en el siglo XVIII; uno de sus miembros, Vicente, sentó<br />

plaza en el Cuerpo de Dragones de N. Galicia con sede en Aguascalientes y se<br />

distinguiría como jefe realista durante la Independencia. Los Alcalá que se<br />

establecieron en las ceranías <strong>del</strong> pueblo que llegaron a dar el nombre a este en el<br />

siglo XIX, son de mediados <strong>del</strong> siglo XVIII.<br />

Y así llegamos al siglo XIX en que San Miguel el Alto adquiere su fisonomía.<br />

Todavía pueblo indio, en 1802 su alcalde y el teniente de cura solicitaron al obispo<br />

D. Juan Cruz Ruiz de Cabañas autorización para construir un nuevo templo, "por<br />

ser demasiado pequeño el entonces e<strong>xi</strong>stente y por estar aumentando, año por<br />

año, el número de habitantes”.<br />

Entendemos que efectivamente fue en aumento el pueblo, pues en 1807 la<br />

mesada que recogió entre los vecinos el teniente de cura Br. Luis Mena, fue<br />

suficiente para sostener una escuela para hombres. Pero hay que tener presente<br />

que no dejaba de ser pueblo de indios.<br />

Ese desarrollo que comenzó a ver el siglo algo lo detuvo, la Guerra de<br />

Independencia, aunque no mucho pues el padrón parroquial de 1817 registra 433<br />

habitantes de confesión y comunión. Otra cosa que debemos tener presente es,<br />

que por la situación de peligro que se vivía, muchas familias de ranchos se<br />

establecieron en el pueblo para mejor protegerse; lo que originó su españolización<br />

automática y debieron ser bastantes, porque a pocos meses de consumada la<br />

59


Independencia solicitaron los sanmiguelenses la erección <strong>del</strong> Ayuntamiento. Si. D.<br />

Antonio Gutiérrez y Ulloa, Presidente de la Diputación Provincial accedió el 19 de<br />

febrero de 1822, fue porque contaba con el requisito principal que e<strong>xi</strong>gia la<br />

Constitución de Cádiz, tener mínimo mil habitantes.” 42<br />

Luego de esa documentada referencia sobre el origen de la municipalidad, el autor<br />

hace una descripción de SAN MIGUEL EL ALTO EN MEXICO INDEPENDIENTE.<br />

Sus referencias las remonta a la segunda década <strong>del</strong> siglo XIX, sobre ello dice:<br />

“El 13 de junio de 1821 Pedro Celestino Negrete y Antonio Gutiérrez y Ulloa<br />

proclamaron la independencia de España de la Provincia de Guadalajara; y el 27<br />

de septiembre, con la entrada a la ciudad de Mé<strong>xi</strong>co <strong>del</strong> Ejército Trigarante, que<br />

representaba la concreción de los diversos grupos que habían enarbolado la<br />

bandera <strong>del</strong> Plan de Iguala, todo Mé<strong>xi</strong>co sellaba su autonomía <strong>del</strong> gobierno<br />

español. San Miguel como todos los pueblos alteños se unió al regocijo general y<br />

celebró con entusiasmo tan fausto acontecimiento.<br />

La historia de San Miguel el Alto sigue la misma trayectoria que los demás pueblos<br />

de la región y Estado de Jalisco. Como hemos dicho, a los pocos meses tuvo el<br />

gusto de contarse entre los Ayuntamientos que conformarían el Estado de Jalisco.<br />

Sus primeros años fueron de estira y afloja por precisar sus límites con<br />

Jalostotitián y San Juan de los Lagos, y porque los indígenas declinaran su<br />

oposición para que los blancos pudieran asentarse en las tierras comunales. La<br />

prudencia y buenos oficios de las autoridades municipales y eclesiásticas lograron<br />

una satisfactoria concreción; y para 1830 e<strong>xi</strong>stía ya poco rechazo de los<br />

indígenas.<br />

No he podido cuantificar la población exacta con que contaba San Miguel el Alto<br />

en el momento de ser erigido Ayuntamiento. La Estadística de Jalisco de<br />

Victoriano Roa de 1822 trae la población global <strong>del</strong> Departamento de San Juan al<br />

que quedó sujeto. Menciona que contaba con una hacienda, la de Necaspiloya, y<br />

88 ranchos. Dice también: "los habitantes de esta demarcación son generalmente<br />

dedicados a los trabajos <strong>del</strong> campo (maíz, trigo, frijol), y muy pocos al tejido de<br />

lana y algodón en lienzos ordinarios". No era despreciable la cría de ganado<br />

mayor.<br />

Conforme se iban sorteando los escollos, las autoridades se esmeraban en que el<br />

Ayuntamiento contara con lo indispensable: casa consistorial, escuelas y policía.<br />

Para 1829 el pueblo contaba con policía bien organizada, de escuela municipal y<br />

calles debidamente <strong>del</strong>ineadas. Al comenzar la década de 1830 la cabecera tenía<br />

1,221 habitantes y 4,107 el municipio. Paso importante en su desarrollo fue la<br />

erección de la Parroquia; el obispo de Guadalajara D. José Miguel Gordoa la<br />

desmembró de la parroquia madre, Jalostotitlán, el 2 de septiembre de 1832 y<br />

nombró primer cura a D. Francisco González Rubio.<br />

Lamentablemente Mé<strong>xi</strong>co comenzó pronto a producir sorpresas, y las<br />

perspectivas halagüeñas que los me<strong>xi</strong>canos se forjaron al independizarse de<br />

España, se desvanecieron paulatinamente. A la Regencia seguiría un Primer<br />

Imperio, el de Iturbíde, que cuando aún no cumplía un año desapareció, porque se<br />

trocó precipitadamente a República. Pronto hubo de comenzar a derramarse<br />

sangre fratricida, a darse la deslealtad en sus hombres, a prostituirse; llegan al<br />

42 Ibdem. Pp. 1-14.<br />

60


extremo de vender jirones patrios. Mé<strong>xi</strong>co empezó a sufrir en sus gobernantes y<br />

dirigentes gran falta de principios patrios, corrupción e inmoralidad en los jefes<br />

militares.<br />

En cuanto a Jalisco, un Bando de 21 de julio de 1823 informaba haber llegado el<br />

momento de erigir la Provincia de Guadalajara en Estado soberano federado con<br />

los demás de la Nación Me<strong>xi</strong>cana, con el nombre de "Estado Libre de Xalisco". El<br />

Estado quedó conformado en 8 Cantones y 27 Partidos, los que a su vez se<br />

dividieron en municipios. San Miguel el Alto quedó incluido en el Cantón de Lagos<br />

y formó parte <strong>del</strong> Partido de San Juan de los Lagos. Y un mes después que<br />

Mé<strong>xi</strong>co jurara su primera Constitución, la de 1824, el 18 de noviembre hacía lo<br />

mismo Jalisco con su Constitución particular. El 24 de enero de 1825 se hacía<br />

cargo <strong>del</strong> gobierno <strong>del</strong> Estado don Prisciliano Sánchez, primer gobernador<br />

constitucional. El establecimiento <strong>del</strong> nuevo sistema político entrañaba una lucha<br />

sin cuartel por solucionar los graves problemas sociales, económicos y políticos<br />

heredados.<br />

Centró el Estado sus esfuerzos en desarrollar la enseñanza básica, seguro de las<br />

ventajas que traería un mayor grado de escolaridad. Esta iniciativa prohijó en<br />

muchos remozadas esperanzas por lograr un promisorio futuro. El problema que<br />

escocía entonces a todo me<strong>xi</strong>cano era el analfabetismo. Decía Prisciliano<br />

Sánchez en su primer informe de gobierno: "apenas se encuentra en los<br />

municipios quién sepa mal leer y peor escribir, y en no pocos se dificulta hallar<br />

número suficiente para la renovación anual y cesación bienal en los distintos de<br />

los alcaldes, regidores y síndicos". Si eso pasaba en los núcleos más<br />

representativos de las poblaciones, que podemos pensar <strong>del</strong> pueblo en general.<br />

No menos preocupante que la falta de gente preparada para los Ayuntamientos<br />

era la escasez de arbitrios. Aún cuando la Diputación Provincial había autorizado<br />

en 1821 a los Ayuntamientos introducir a sus fondos los productos cobrados por<br />

deguello de reses, reconocimiento de pesas y medidas, asiento de plazas en los<br />

mercados, uso <strong>del</strong> fiel de arriendo de solares y fundo legal y algunos otros arbitrios<br />

particulares, su producto era tan e<strong>xi</strong>guo que muchos de ellos apenas alcanzaba a<br />

cubrir los muy precisos gastos de escuela y secretaría. El gobernador don<br />

Prisciliano Sánchez ordenaría que se aplicaran de preferencia a la creación y<br />

sostenimiento de escuelas de primeras letras; y si alguno no llegaba a reunir<br />

200 pesos anuales, no tuviera secretario con sueldo y que su función la<br />

desempeñara un regidor. Este fue el caso de San Miguel.<br />

La escasa industria artesanal en San Miguel de fines de la Colonia se vino abajo<br />

con la guerra de Independencia; por más que los primeros ayuntamientos<br />

trabajaron por levantarla, fue imposible por falta de numerario y la abierta<br />

introducción de tejidos extranjeros por los puertos. Decia el gobernador D. Justo<br />

Corro en su informe de 1829, que el problema "había reducido a la miseria a<br />

muchos jaliscienses que se mantenían anteriormente con sus manufacturas". Con<br />

objeto de reavivar el comercio se determinó arreglar los caminos que habían<br />

quedado inservibles por tantos años de guerra. Benefició a San Miguel porque<br />

hubo temporadas en que se desvió el paso de diligencias y recuas cargadas de<br />

productos.<br />

Pero estos paliativos no fueron suficientes para reanimarlo; como la proliferación<br />

<strong>del</strong> bandolerismo y el continuo deambular de grupos armados inconformes con la<br />

61


situación política, creció la intranquilidad. Decía el gobernador Herrera y Cairo en<br />

su informe de 1831: “Un Estado que en otros tiempos llevaba un nombre glorioso<br />

entre todos los de la Federación, y que su opinión era decisiva en los grandes<br />

asuntos de la República, lo encuentro obscurecido, abatido, nulo en fin, y a<br />

merced <strong>del</strong> primer ocupante". Y por si fuera poco, San Miguel se vio azotado en<br />

1833 por el "cólera morbus" que llevó al sepulcro alrededor de 300<br />

sanmiguelenses.<br />

Pero aquella gente tesonera no se arredró y siguió trabajando por el progreso de<br />

su pueblo. En el censo de 1832 registró el municipio 6,667 habitantes; es<br />

gratificante mencionar que el incremento de la educación, una de sus principales<br />

preocupaciones, se resolvía satisfactoriamente; para 1835 contaba con una<br />

escuela lancasteriana que tenía registrados 113 alumnos. La década que para<br />

otros pueblos alteños había sido de retroceso, para San Miguel ascendente; un<br />

censo de 1839 asigna al pueblo 1,168 habitantes y al municipio 6,735.<br />

Al cambiar el país de federalista a centralista, el gobierno de Jalisco suprimió los<br />

ayuntamientos, salvo los de las cabeceras cantonales y departamentales; San<br />

Miguel quedó como sección municipal y fue incorporado al Departamento o<br />

Partido de San Juan de los Lagos. El Estado inició 1840 con esa división. San<br />

Miguel por su parte contiuó por el camino <strong>del</strong> trabajo y el ascenso poblacional; el<br />

censo de 1842 asigna a la municipalidad ya 8,008 habitantes. López Cotilla lo<br />

describe así en sus noticias Geográficas y Estadísticas <strong>del</strong> Departamento de<br />

Jalisco publicadas en 1842: "San Miguel el Alto fue erigido en cabecera de curato<br />

el año de 1832, perteneciendo antes al de Jalostotitlán <strong>del</strong> que era vicaría. Tiene<br />

dos juzgados de paz, subreceptoría de rentas y escuela municipal. Su población<br />

es de 1,800 habitantes dedicados a la agricultura y tejidos de mantas, habiendo<br />

producido su fondo propio en el año de 1840 la cantidad de 388 pesos 6 reales”.<br />

Registra las haciendas de Nacaspiloya, la Palma, el Astillero, Miranda y Tres<br />

Palos y 41 ranchos.<br />

Mé<strong>xi</strong>co seguía sufriendo la ambición y felonía de muchos de sus hijos que le<br />

causaba serios problemas. Producto indirecto de aquellos malos gobiernos fue la<br />

injusta guerra con el vecino país <strong>del</strong> norte, y aún cuando el patriotismo despertado<br />

fue un ejemplo de los me<strong>xi</strong>canos, la incapacidad de nuestros gobiernos hizo que<br />

fracasara la defensa patria. Todos recordamos con tristeza las consecuencias de<br />

esta guerra Injusta, la más injusta que el mundo moderno ha visto contra una<br />

nación. San Miguel colaboró con 50 hombres para reforzar le defensa de la patria<br />

ultrajada; y como todo Mé<strong>xi</strong>co sintió la derrota nacional y lloró la muerte de sus<br />

hijos y la pérdida de la mitad <strong>del</strong> territorio. En ese año de 1847 celebrará sus<br />

fiestas con tristeza; ni siquiera el remozamiento de la magnifica plaza de toros de<br />

dos pisos que le había construido D. Apolonio Macías en 1841 levantó el ánimo de<br />

los sanmiguelenses.<br />

Ni la honda pena de ver reducida la patria a la mitad y los fracasos de todo orden<br />

detuvo la desunión, el desorden. Para colmo de males infestaron la jurisdicción<br />

numerosas gavillas de bandidos; a cualquier hora <strong>del</strong> día atacaban los ranchos y<br />

hasta el pueblo. Los años siguieron pasando sin que llegara la tranquilidad.<br />

Aunque se prometia que la subida al gobierno de este o aquel personaje traería la<br />

anhelada paz y cambio de Mé<strong>xi</strong>co, no ocurría. Ya se había acostumbrando a vivir<br />

una permanente situación de intranquilidad. Por eso, al conocer el levantamiento,<br />

62


el de Ayutla en 1854, lo vio como otro sucesorio a los que había visto desde la<br />

Independencia. No le pasó por la mente que el Plan de Ayutla cambiaría la faz de<br />

Mé<strong>xi</strong>co; sólo con los años pudo apreciar el profundo significado de este<br />

movimiento. Para no ser excepción este movimiento de cambio tuvo también fue<br />

una revolución, costumbre invariable que Mé<strong>xi</strong>co ha seguido para conseguir toda<br />

mejora socioeconómica.<br />

San Miguel se declaró por el Plan de Ayutla en septiembre de ese año, y<br />

nuevamente entró la división en el pueblo, la que se ahondó a partir <strong>del</strong> juramento<br />

de la Constitución en 1857. Conservadores y liberales se declararon guerra a<br />

muerte y se desató la Guerra de Tres Años, tan sin sentido pero de fatales<br />

consecuencia para Mé<strong>xi</strong>co. San Miguel entró otra vez en completa anarquía; corrió<br />

sangre fraterna a raudales y decenas de sanmiguelenses cayeron por defender<br />

una u otra bandera. De un día para otro se sucedían gobiernos, o conservadores o<br />

liberales. Los dos primeros años pareció inclinarse la victoria de parte de los<br />

conservadores; pero para 1860 la tendencia era a favor de ellos liberales. Cuando<br />

en octubre de 1860 Márquez fue derrotado en Calderón y Guadalajara tomada por<br />

los liberales, se restableció el gobierno liberal en el Estado. Las autoridades<br />

conservadoras huyeron <strong>del</strong> pueblo dejando acéfalo el gobierno municipal.<br />

Dueños los liberales de la situación nacional, el 18 de enero de 1861 regresó<br />

Juárez a la capital, después de tres años de peregrinar con el gobierno a sus<br />

espaldas. Lamentablemente no trajo la solución de los problemas nacionales ni<br />

locales el triunfo liberal. Quedó la sociedad sanmiguelense más dividida antes de<br />

la guerra y se desataron las venganzas por doquier. Los liberales achacaban la<br />

muerte de sus deudos a los conservadores y estos a los liberales.<br />

Múltiples fueron los problemas que encontró Juárez al retornar al gobierno; el peor<br />

que halló las arcas públicas vacías, sin un centavo para hacer frente a los gastos<br />

más precisos y menos para atender la deuda extranjera. Se vio en la necesidad de<br />

suspender los pagos, acción que motivó el reclamo de España, Francia e<br />

Inglaterra, enviando una expedición militar para e<strong>xi</strong>gir el pago de sus deudas.<br />

España e Inglaterra se retiraron, no así Francia. Esto ocasionó la "intervención<br />

francesa" de tan triste memoria y fatales consecuencias, pues se nos impuso a<br />

Ma<strong>xi</strong>miliano de Habsburgo como emperador.<br />

De 1862 a 1868 San Miguel vivió momentos de terrible intranquilidad, porque se<br />

desató un incontrolable bandolerismo; se asesinaba, robaba, incendiaba y<br />

cometía toda clase de fechorías en el pueblo y los ranchos; se vió también a<br />

merced de los distintos grupos liberales y conservadores. Fue seriamente<br />

castigado por las gavillas de Juan Soto, José Cuéllar y <strong>del</strong> sanmiguelense Má<strong>xi</strong>mo<br />

González que operaban de acuerdo con el famoso bandido hidrocálido Juan<br />

Chávez. Como todos los pueblos de Los Altos, San Miguel se adhirió al imperio de<br />

Ma<strong>xi</strong>miliano y sus gobiernos estuvieron sostenidos por los soldados franceses y<br />

no pocos me<strong>xi</strong>canos que le ofrecieron sus servicios. Tuvo la suerte de contar en<br />

esos años difíciles con el párroco D. Miguel Ma. Mijárez, exclaustrado franciscano<br />

que había llegado de párroco 1854, quien con una conducta atinada y prudente<br />

logró atenuar las diferencias partidistas.<br />

A partir de 1867 inició lo que la Historia de Mé<strong>xi</strong>co llama República Restaurada.<br />

Quedó triunfante el partido liberal en el Estado con el abandono por los<br />

conservadores de la ciudad de Guadalajara y el triunfo de la Coronilla. San Miguel<br />

63


y todos los pueblos de Los Altos volvieron al control liberal desde abril de ese año.<br />

El apólogo <strong>del</strong> efimero Imperio de Ma<strong>xi</strong>miliano tuvo su desenlace en el Cerro de<br />

las Campanas el 19 de julio. Al ser fusilados Ma<strong>xi</strong>miliano, Miramón y Mejía el<br />

Segundo Imperio también selló su muerte.<br />

Apoyada la República Restaurada en la paulatina aplicación de la Constitución de<br />

1857 y Leyes de Reforma, Mé<strong>xi</strong>co comenzó una verdadera metamorfosis; aunque<br />

va a ser hasta los gobiernos de Porfirio Díaz cuando las revueltas militares y el<br />

bandolerismo dejan de desquiciar el orden. Durante los años intermedios el país<br />

no logró levantar su economía, porque las huellas de los trastornos<br />

revolucionarios, la miseria, el vicio, el deshábito al trabajo y la inseguridad aún<br />

latente siguieron carcomiendo el ambiente político.<br />

Como todo el país y la región, San Miguel fue entrando paulatinamente al orden,<br />

no sin antes sufrir las desavenencias partidistas y hacer frente al bandolerismo<br />

que había prohijado tantos años de desolación. Pero dentro de esos problemas,<br />

no descuidó su embellecimiento; consiguió llevar a feliz término el templo<br />

parroquial que había recibido en los cimientos, el cual fue dedicado el 23 de mayo<br />

de 1870 con grandes muestras de regocijo; meses después moriría D. Miguel Ma.<br />

Mijárez tan querido para los sanmiguelenses y que había prodigado desvelos y<br />

sudores en la construcción de su magnífica parroquia.<br />

¿Qué podemos decir <strong>del</strong> crecimiento poblacional de San Miguel? Apenas hay de<br />

donde echar mano al respecto después de 1839. El padrón de este año asigna al<br />

pueblo 1,168 habitantes. Será hasta 1875 en que de nuevo encontremos cifras de<br />

su población. Nos percatamos, que aún cuando vivió años de continuas luchas,<br />

bandolerismo y hasta epidemias, no dejó de crecer. El padrón de enero de este<br />

año le asigna al pueblo 3,120 almas y a la parroquia 11,000. También<br />

encontramos que no se había olvidado la educación; había en el pueblo dos<br />

escuelas parroquiales, una de niños y otra de niñas.<br />

Desde esta perspectiva, podemos observar que San Miguel el Alto llega a 1779 en<br />

que se publica El Cuadro General Estadístico de San Miguel de los Alcalanes,<br />

aparece con características de un pueblo provinciano, pacífico, olvidado como<br />

tantos otros en el mapa nacional. Y aunque se aprecia en él un interés por<br />

entrar en la órbita <strong>del</strong> "progreso", seguía siendo un pueblo íntimo, inmóvil en su<br />

ser tradicional. Se observa que pese a la inestabilidad de tantos años, los<br />

sanmiguelenses mantuvieron su arraigo y amor a las raíces; su inclinación a la<br />

concentración, al silencio, a la meditación. En este análisis previo se percibe ser<br />

un pueblo estático, poco progresista, que no cambió de costumbres; hermético e<br />

impenetrable para los de fuera y hasta para algunos de sus propios hijos.<br />

Los hogares sanmiguelenses manifiestan ser recinto amurallado; que no<br />

penetraban a ellos más que los parientes o los amigos, con los que se<br />

cultivaba la amistad por generaciones. Hasta la gente humilde de los barrios<br />

guardaba su casa como un huerto sellado. Lo bueno que ya se había logrado la<br />

cohesión entre los indígenas y el resto de la población. Las jerarquías sociales se<br />

mantenían, aún cuando el intercambio de servicios y cultivo de las relaciones entre<br />

los componentes, se desarrollaban en base a la mutua ayuda y consideraciones<br />

recíprocas. Hasta ese 1879 no se había observado la tendencia "escapista" de los<br />

que aspiraban a abrir su camino y a librarse de la rigidez ceremoniosa; aunque no<br />

faltó más de un ejemplo de ambición para una mejora económica. Pénsamos que<br />

64


como en los otros pueblos alteños aún cuando en los sanmiguelenses se daba el<br />

fenómeno prolífico y aumentaba su población, guardaba su aspecto de "pueblo<br />

inmóvil" en donde era difícil operaran cambios substanciales socio-culturales.<br />

Hechos trascendentales no ocurrían en su seno y se vivía como si no hubieran<br />

pasado los años; como si lo que se llama progreso se hubiera detenido a sus<br />

puertas. Vivía durmiendo para conservarse igual a sí mismo. Aún cuando su<br />

historia insiste en que desde el momento en que se le distingue con la categoría<br />

de Ayuntamiento, sus autoridades se habían consagrado a su mejora, es mucho<br />

decir que había entrado en la órbita <strong>del</strong> progreso. Asi era San Miguel el Alto en<br />

1879. Para terminar estas notas introductorias damos un vistazo al trabajo que las<br />

motivaron.” 43<br />

Finalmente el autor hace una exposición sobre LA OBRA, la cual inicia con un<br />

cuestionamiento:<br />

“¿Por qué el Cuadro General Estadístico de San Miguel de los Alcalanes? las<br />

estadísticas, compilación clasificada de datos sobre hechos físicos o morales que<br />

se prestan a numeración, o recuento, comparación de cifras a ellas referentes tan<br />

extendidos en los campos de la investigación, tuvieron origen en el siglo XVIII.<br />

Nacieron de la necesidad de estudiar y conocer el terreno de los hechos sociales<br />

para enseñar los métodos de recolección e interpretación de los numéricos. Los<br />

años la han convertido en parte de la economía política, como cuerpo teórico<br />

fundamentado en la idea de que e<strong>xi</strong>ste un orden natural en los fenómenos<br />

económicos. Sin la precision que ahora conocemos, comenzaron a usarse en<br />

Mé<strong>xi</strong>co a fines de la Colonia, durante los años de ensayo de las reformas políticas<br />

y administrativas emprendidas por Carlos III, al determinar cancelar la vieja forma<br />

de gobierno e imponer una nueva que permitiría extraer mejor los beneficios<br />

materiales<br />

Al devenir la Independencia se estimuló su uso por los gobiernos me<strong>xi</strong>canos para<br />

obtener información suficiente para el desarrollo de programas económicos. A<br />

eregirse Jalisco en Estado federativo, sus primeros gobiernos conocieron la<br />

necesidad de echar mano de ellas. Una circular de 22 de abril de 1822 de la<br />

todavía Provincia de Guadalajara, pedía a los ayuntamientos “diesen todas las<br />

noticias correspondientes a tan útil objeto" Victoriano Roa se encargó de vaciar en<br />

su Estadística <strong>del</strong> Estado Libre de Jalisco toda esa información detallada de<br />

cantones, departamentos y municipios. Aquí encontramos noticias sobre límites,<br />

población, agricultura, industria, comercio, montes, valles, minerales, temperatura;<br />

situación local de los pueblos, haciendas y ranchos, vientos y distancias. En fin<br />

todo lo importante de cada comunidad.<br />

Este trabajo pionero sirvió de base a los gobiernos estatales para implementar los<br />

primeros programas de desarrollo económico, de asistencia social y educación. Y<br />

aunque no se pudo hacer mucho por las circunstancias difíciles en que entró el<br />

país, fue un esfuerzo meritorio que potenció la admistración pública. Algunos de<br />

nuestros pueblos alteños realizaron trabajos estadísticos en la tercera década <strong>del</strong><br />

siglo. Conocemos la Estadística de San Juan de los Lagos, de Benigno Romo<br />

(1837), que contiene un minucioso informe de la villa y su jurisdicción.<br />

Curiosamente esta estadística fue elaborada para solicitar su ane<strong>xi</strong>ón a<br />

43 Ibdem. pp. 15-31.<br />

65


Aguascalientes por no encontrar el debido apoyo <strong>del</strong> gobierno jalisciense, y en<br />

protesta abierta a los desprecios que los comerciantes recibían de Guadalajara.<br />

También preparó Teocaltiche su Estadística, aunque no con los fines que lo hizo<br />

San Juan. Es menos extensa y detallada que la anterior; pero guarda la<br />

información imprescindible.” 44<br />

Luego de hacer una referencia al cuadro estadístico de Jalisco elaborado por<br />

López Cotilla, describe el contenido <strong>del</strong> de San Miguel de los Alcalanes, indicando<br />

los criterios que se establecieron para su elaboración.<br />

Para concluir el largo estudio introductorio, que ocupa poco más de la mitad <strong>del</strong><br />

texto, afirma: “En conclusión, este Cuadro General Estadístico guarda una<br />

metodología preestablecida. Se sujeta a un cartabón, a mo<strong>del</strong>o instrumentado por<br />

el gobierno central. Lo que pretende el Gobierno de la República es recabar datos<br />

estadísticos nacionales, y lo logra en este caso. Dentro de su escasa profundidad<br />

es un estudio válido, necesario para entender la historia pasada de San Miguel el<br />

Alto. Es historia que permite acrecentar la conciencia histórica, acrecentar los<br />

focos de verdad en que la presente generación sanmiguelense debe apoyarse<br />

para recuperar ese origen, ese ser alteño; para aprovechar aciertos y rectificar<br />

errores.<br />

Conscientes las autoridades municipales actuales de San Miguel el Alto de su<br />

valor histórico, se han propuesto publicar este Cuadro General Estadístico de San<br />

Miguel de los Alcalanes conjuntamente con el Centro Universitario de Los Altos,<br />

para que su lectura sirva de refle<strong>xi</strong>ón y reafirme las raices sanmíguelenses.<br />

Aunque hace más de cien años que se escribió, siguen siendo válidas sus<br />

enseñanzas, su lectura no debe resultar anacrónica, pues muchos de sus datos<br />

sirven para reforzar las tradiciones y dar abundante luz a quien emprenda<br />

cualquier estudio sobre San Miguel el Alto o quiera reafirmar su conocimiento<br />

histórico.<br />

Nuestro agradecimiento al Dr. Tomás Martínez Saldaña por facilitar el documento<br />

que encontró en una biblioteca <strong>del</strong> vecino país <strong>del</strong> norte. Pienso, como piensa el<br />

gobierno municipal de San Miguel el Alto y el Centro Universitario de Los Altos, en<br />

la importancia de que lo conozcan los sanmiguelenses y los alteños por el valor<br />

que encierra. Además de reavivar nuestra conciencia histórica, nuestro origen,<br />

incita a reforzar ambas cosas. Hago votos porque coadyuve a recuperar la<br />

identidad sanmiguelense que peligra ante el influjo anglosajón.” 45<br />

Junto con su rúbrica y la referencia de que el escrito se hizo en Aguascalientes,<br />

Ags., en la primavera de 1997, concluye su participación para dar paso a la<br />

reproducción <strong>del</strong> documento que se ha venido refiriendo.<br />

44 Ibdem. Pp. 31-33<br />

45 Ibdem. Pp. 42-43.<br />

66


Un trabajo derivado <strong>del</strong> contenido de esa excelsa introducción, lo presenta en las<br />

Memorias <strong>del</strong> Segundo Simposium organizado por el Centro Universitario de Los<br />

Altos sobre “Los altos de Jalisco a fin de siglo”. Ahí se concentra en el tema<br />

DESENVOLVIMIENTO DE UN PUEBLO ALTEÑO EN EL SIGLO XIX. EL CASO<br />

DE SAN MIGUEL EL ALTO, donde estructura su presentación con gran parte de la<br />

información de la referida INTRODUCCIÓN.46<br />

Otra de las regiones que también han sido parte <strong>del</strong> interés <strong>del</strong> Dr Gutiérrez es la<br />

de Aguascalientes, y particularmente los aspectos de Sociedad y Política, a la que<br />

dedica uno de sus escritos, referido a su región de influencia hasta 1810. La<br />

publicación de este escrito también fue promovido para su edición por los Amigos<br />

de la Historia de los Altos de Jalisco, A. C., y el mismo autor. 47<br />

En el PROEMIO, ubicado en Aguascalientes el verano de 1998, el autor resalta las<br />

aportaciones de los estudios regionales. Afirma que:<br />

“De unos años para acá la historiografía me<strong>xi</strong>cana se ha visto enriquecida con<br />

numerosos estudios regionales; lo que refleja la preocupación de los especialistas<br />

por ahondar en el conocimiento de las distintas regiones que conforman el mapa<br />

nacional que, en palabras de Wigberto Jiménez Moreno, “corresponden a la<br />

misión de un Mé<strong>xi</strong>co múltiple". El presente estudio se agrega a esta lista y<br />

pretende satisfacer el interés de quienes desean conocer el Altiplano Centro-<br />

Occidente de Mé<strong>xi</strong>co, con enfatización en Aguascalientes, durante la Colonia. No<br />

es un estudio definitivo, ni exhaustivo, sino una apro<strong>xi</strong>mación histórica sobre esta<br />

región, que a fines de la colonia conformaban Aguascalientes y parte de Juchipila,<br />

Santa María de los Lagos, Pinos y Cuquío. Presenta al lector un análisis<br />

sociohistórico en un amplio lapso que va desde la aparición <strong>del</strong> hombre en la<br />

región hasta el advenimiento de la Guerra de Independencia. Se toma a<br />

Aguascalientes como el epicentro por ser el asentamiento que en la Colonia más<br />

dinamizó a esta región; también porque el papel que desempeñó hasta 1810<br />

estuvo por sobre los otros asentamientos que historiamos.<br />

46 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. “Desenvolvimiento de un pueblo alteño en el siglo XIX. el caso de San<br />

Miguel el Alto”en Memorias <strong>del</strong> Segundo Simposium organizado por el Centro Universitario de Los Altos<br />

sobre “Los altos de Jalisco a fin de siglo”. Comp. Cándido González Pérez. Centro Universitario de los Altos,<br />

Universidad de Guadalajara. 1997. pp. 57-74<br />

47 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Aguascalientes y su región de influencia hasta 1810 sociedad y<br />

política. Mé<strong>xi</strong>co. Universidad de Guadalajara, Sistema de Educación Media Superior. 1998.<br />

67


Entra en el estudio el propósito de un análisis exhaustivo de las diversas<br />

instituciones, a través de lo cual se procura lograr el objetivo de la Filosofía de la<br />

Historia: conocer al hombre regional constructor de su sociedad en la sucesion <strong>del</strong><br />

tiempo y el espacio. Conviniendo con Luis González y González “se acota una<br />

incontable multitud de hechos, siempre y cuando tengan un valor para nosotros”<br />

Otro propósito es que la sociedad regional actual conozca la historia de sus raíces<br />

y se identifique mas con su pasado y con el ser nacional, pues como escribiera<br />

Alfonso Reyes “muchas cosas nacionales se entenderían mejor procediendo a la<br />

síntesis de los conflictos y sucesos registrados en cada región". Y recordando a<br />

Cicerón que propugnó porque la Historia fuera “maestra de la vida”, aspira a<br />

recuperar los valores pasados, desde el ángulo <strong>del</strong> interés regional y nacional. Los<br />

estudios regionales se han vuelto necesarios para entender la historia nacional,<br />

pues si la regional se desconoce, seguirá siendo incomprensible la nacional; y lo<br />

mismo podemos decir de las estatales.” 48<br />

En seguida se refiere al contenido <strong>del</strong> trabajo y las interpretaciones que de él<br />

deriva. Señala que:<br />

“Este trabajo es producto de una búsqueda y una refle<strong>xi</strong>ón que le interesa<br />

determinar el desarrollo geopolítico de la región hasta 1810. La extensión temporal<br />

y temática nos permite considerar con mayor atención las diversas causas que<br />

hicieron posible la conformación de la sociedad regional. El análisis se detiene en<br />

el proceso integral por el que el hombre regional transitó y buscó la adecuación de<br />

sus intereses con los <strong>del</strong> gobierno e Iglesia y la concreción para lograr una<br />

realidad concreta. De ahí que se reitere en explicar el acomodo peculiar <strong>del</strong><br />

emigrante ante la necesidad de preservar la población indígena, indispensable<br />

para el desarrollo y demostrar que la actividad económica fue el eslabón necesario<br />

para el funcionamiento social en su conjunto.<br />

El actuar de la historia, de una historia regional, suele condensar conflictos de<br />

difícil esclarecimiento cuando se desviste de la envoltura humana; por ello<br />

priorizamos cuanto atañe al hombre. Pero como no es la única problemática en la<br />

conformación de cualquier historia, no se eluden variantes como geografía,<br />

asentamientos, religión, cultura, porque únicamente así podremos conocer el todo<br />

geopolítico. Es en este contexto que resultan válidas las anteriores apreciaciones;<br />

es por eso que también pretende el estudio reforzar las diversas tesis e hipótesis<br />

que sobre la historia de la región se han vertido, con el apoyo de nuevos hallazgos<br />

archivísticos y a la luz de una perspectiva más acorde con el quehacer<br />

investigativo.<br />

En Sociedad y Política en Aguascalientes y área de influencia (1575-1810), se<br />

explica el logro cohesivo por el análisis de las diversas instituciones y elementos,<br />

donde percibimos un fuerte nexo de intereses que trascienden a los grupos que<br />

dinamizaron el todo. Es decir que las relaciones entre grupos, localidades y<br />

subregiones posibilitaron la realidad, en cuyo fondo las diversas tendencias fueron<br />

sólo simple concreción de las partes. Esta hipótesis e<strong>xi</strong>gió un análisis concienzudo<br />

<strong>del</strong> grado de participación <strong>del</strong> hombre regional en el seno de su entorno, sectorial<br />

o grupal, sin desfasarlo <strong>del</strong> contexto novohispano o neogalaico; desde la<br />

48 Ibdem. P. 4.<br />

68


perspectiva de que la <strong>presencia</strong> de esos elementos representaron acción,<br />

dinamismo, concreción.<br />

Conforme el lector se adentre en los acontecimientos <strong>del</strong> hombre regional,<br />

percibirá un largo tránsito histórico en cuyo espectro desfilarán situaciones<br />

producto de un proceso que supo sortear diferentes problemáticas y que, en última<br />

instancia, dieron vida a esta historia regional. En más de una ocasión se hace<br />

énfasis en la dicotomía prehispánico-colonial, con el objeto de subrayar que la<br />

continuidad y la discontinuidad ofrecen ejemplos de complejidad en los procesos<br />

sociales que perfilan dicha historia. Nuestra hipótesis es que cada grupo integrado<br />

a través de los asentamientos que emergieron durante la colonia controló la vida y<br />

actividades políticas y económicas, y que un permanente movimiento plurirregional<br />

consolidó la conciencia social e ideológicamente controlada por la Iglesia.<br />

La documentación analizada nos facilitó el camino para definir y esclarecer<br />

problemáticas como las relaciones económicas y sociales de las etnias con los<br />

grupos locales y gobierno y la estructura misma <strong>del</strong> proceso histórico. Estos<br />

fenómenos que pudimos documentar en una forma más o menos amplia nos<br />

condujeron a ratificar la hipótesis de que las autoridades manipularon y adecuaron<br />

permanentemente a la realidad cotidiana la legislación de la Corona sin beneficio<br />

apenas para las etnias.” 49<br />

En cuanto a la estructura <strong>del</strong> texto, el autor indica que:<br />

“El trabajo se divide en siete capítulos. En el primero ubicamos al lector poco<br />

avezado en la geografía regional con una descripción físico-geográfica, donde se<br />

subrayan los imponderables geológicos y se menciona la forma en que<br />

colaboraron para definir al hombre regional. Opinamos que el control que sobre el<br />

espacio ejerció éste, a través de las redes de rutas que cruzaron la región,<br />

configuró en el mismo ciertas características; también que no podremos entender<br />

su realidad, sino tomando en cuenta las articulaciones de este hombre con los<br />

diversos elementos que tuvieron que ver con los hechos.<br />

El capítulo segundo aborda el tiempo prehispánico, donde el lector encontrará<br />

información sobre los orígenes <strong>del</strong> hombre y su transición al sedentarismo;<br />

también se mencionan algunas de las manifestaciones culturales que se<br />

desarrollaron en la región. El capítulo se detiene en ciertos aspectos que<br />

consideramos relevantes; también pondera, con las debidas reservas, las<br />

manifestaciones socioculturales porque consideramos afectaron la historia<br />

posterior. La <strong>presencia</strong> como grupos regionales vio su fin político en la conquista<br />

no cultural y socialmente, pues muchos de sus rasgos y costumbres han pasado a<br />

formar parte de la vida colonial y actual.<br />

El capítulo tercero se dedica a reseñar la conquista e inicio de la colonización; una<br />

vez señalados los antecedentes <strong>del</strong> pueblo conquistador, se pasa a hacer una<br />

amplia descripción de la conquista de Occidente y la región. Si se subrayan<br />

algunos de los elementos de la España conquistadora es porque representan<br />

rasgos definitivos que caracterizaron la estructura de la sociedad motivo de<br />

nuestro estudio. Al final, se externa más de una consideración sobre la conquista.<br />

Real choque de dos mundos, de dos ideologías.” 50<br />

49 Ibdem. P. 5<br />

50 Ibdem. p. 6.<br />

69


En el capítulo cuarto se aborda el marco histórico, la primera etapa de la<br />

formación de la sociedad regional y el poblamiento definitivo de la región, así<br />

como los aspectos sobresalientes en la sociedad regional y el quinto sobre los<br />

asentamientos regionales que se dividen en sur-oriente de la región donde están<br />

Jalostotitlán, San Juan de los Lagos y Teocaltiche; El norte y centro de la región<br />

que comprende Santa María de los Lagos, Ojuelos, Unión de San Antonio, Villa de<br />

la Encarnación, Aguascalientes y Asientos; y el noroeste de la región donde están<br />

Rincón de Romos, San José de Gracia, San José de Huejúcar, hoy Calvillo,<br />

Juchipila, Jalpa y Nochistlán, con los cuales, dice el autor se conforma el meollo<br />

<strong>del</strong> estudio. Además se “Analizan la formación de la sociedad regional que se da<br />

en el marco de una coyuntura histórica bien significativa, como fue la <strong>presencia</strong> de<br />

una población que se propuso como objetivo solucionar la definitiva pacificación<br />

<strong>del</strong> territorio norte neogallego y el problema <strong>del</strong> abasto alimentario, y de<br />

instrumentos de trabajo para las zonas mineras que se fueron descubriendo a<br />

partir de 1546. Se enfatiza en la acción de una población pionera y fundación de<br />

asentamientos que, al desarrollar la agroganadería y el comercio, concretan el<br />

definitivo poblamiento y surgencia de la sociedad. Desfila en sus páginas la<br />

radicación de los diversos troncos genearcas que se apropian de la tierra y<br />

practican diversas actividades, así como el desarrollo de 1os diversos<br />

asentamientos humanos.<br />

También se subraya en los aspectos sobresalientes de la naciente sociedad:<br />

apego a la tierra, a la familia y una religiosidad rayana en intolerancia. Opinamos<br />

que esta sociedad, pese a la evolución de los tiempos, ha seguido conservando<br />

sus particularidades frente a otras regiones que conforman el mosaico nacional.<br />

Creímos oportuno hacer mención en éste capítulo <strong>del</strong> papel de la Iglesia, porque<br />

fue la institución más efectiva y eficaz de control; si Castilla fue quien descubrió y<br />

conquistó, la que hizo realidad la conquista de América fue la Iglesia, pues su<br />

colaboración cristalizó el más grande de los objetivos de España: la expansión<br />

jurisdiccional. El gobierno español la utilizó y buscó su apoyo en todo momento y<br />

su poder temporal e ideológico fue una realidad innegable.<br />

En el capítulo sexto se hace un análisis de la fase borbónica y subraya en lo que<br />

la Ilustración y las Reformas Borbónicas representaron para los regionales. Se<br />

hace una breve mención <strong>del</strong> papel de los sectores productivos en la economía<br />

regional durante el siglo y se sintetiza la problemática social en este último tramo<br />

<strong>del</strong> dominio español. El séptimo y último se ocupa de presentar un panorama de lo<br />

que fue la organización <strong>del</strong> gobierno virreinal. Señalamos que de haber sido<br />

Nueva España un reino más de la Corona debió contar con suficiente autonomía;<br />

pero no fue así, pues las decisiones que se tomaban favorecían más a la Metrópoli<br />

que a ésta. El capítulo pasa al final revista de las dos instituciones que hicieron<br />

posible esta realidad: el Ejército y la Iglesia.<br />

Al tocar el problema geográfico se hace aparecer a la región físicamente<br />

homogénea; también vislumbramos una homogeneidad socioeconómica, gestada<br />

a lo largo <strong>del</strong> proceso de integración social. Esta hipótesis que pareciera al lector<br />

algo lógico, no es motivo para que la tomemos como un supuesto sustancialista, o<br />

algo ya e<strong>xi</strong>stente como sería el caso geográfico, porque no siempre estuvo ahí.<br />

No. La problemática histórico-social analizada jamás quisimos que cayera en el<br />

determinismo, en lo sustancialista, porque sabemos -y así lo pretendemos<br />

70


demostrar-, que los hechos relatados no muestran meros accidentes ocurridos<br />

como referencia fáctica, sino acciones de los hombres en el tiempo y el espacio.<br />

Menos queremos que se tome como omnicomprensivo, pues el análisis de la<br />

problemática, consistente o no, más bien hace que el lector infiera que en lo social<br />

se dio homogeneidad no fácticamente, sino por las acciones <strong>del</strong> hombre regional<br />

que fue impelido a obrar de una u otra forma como respuesta a los momentos<br />

coyunturales.” 51<br />

Finalmente refiere las fuentes y apoyos con los que contó para la elaboración de la<br />

obra: “Las fuentes proceden principalmente de los Archivos de Instrumentos<br />

Públicos de la Propiedad de Guadalajara, Ramos Tierras y Aguas y Gobierno;<br />

Real Audiencia de Nueva Galicia, Fondos Especiales y Ramo Criminal; Archivo<br />

General de la Nación, Ramo Mercedes; Archivo Histórico <strong>del</strong> Estado de<br />

Aguascalientes; Archivo de Notarías y Ayuntamiento de Zacatecas y Archivos<br />

Parroquiales y Municipales de los diversos pueblos que se ubican en el área<br />

estudiada. Se trabajaron principalmente los legajos que guardan testimonios y<br />

papeles de los colonizadores y mercedatarios; en forma especial los que se<br />

refieren a mercedes, compra-ventas, juicios, probanzas y testamentos. También<br />

se echó mano de obras que, de alguna manera, hacen referencia a la región,<br />

como crónicas, relaciones y obras recientes.<br />

Escribió el doctor Gregorio Marañón: “La historia no se hace sólo de datos, sino<br />

también de interpretaciones. Los mismos hechos, vistos por los historiadores de la<br />

Edad Media, <strong>del</strong> Renacimiento, de los siglos XVII y XVIII y los decenios liberales<br />

que han seguido a la Revolución Francesa, aparecen con significados<br />

completamente distintos ante el observador actual”. Por encima de cualquier<br />

tendencia ideológica, se ha procurado elaborar conclusiones que esclarezcan la<br />

verdad histórica, apoyadas en documentación de primera mano. Barthelot afirmó<br />

en 1880 que “el universo carece de misterios”; pero al analizar decenas de<br />

documentos nos encontramos que aún hay en el mundo muchos misterios sin<br />

resolver, porque ha sido tergiversada la Historia. Coadyuvar a encontrar la<br />

dimensión histórica es posible cuando se está dispuesto a servir a la verdad.<br />

Las deudas son muchas. Quiero manifestar que pudo convertirse en realidad este<br />

trabajo gracias a los oportunos apoyos de la Universidad Autónoma de<br />

Aguascalientes; y al Sistema de Educación Medio Superior de la Universidad de<br />

Guadalajara y Amigos de la Historia de los Altos de Jalisco, A. C., que unen sus<br />

esfuerzos para coeditar y dar cabida en un programa editorial. Mi agradecimiento<br />

a cuantos han hecho posible su publicación.” 52<br />

Luego <strong>del</strong> recorrido por la estructura descrita, el autor concluye que:<br />

“…esta apro<strong>xi</strong>mación histórica….no soslaya fallas metodológicas, de apreciación<br />

o información; queda abierta a cualquier rectificación, Lo más importante es que el<br />

lector refle<strong>xi</strong>one para que, al refrescar su memoria histórica, verifique su rumbo y<br />

coadyuve a que esta sociedad haga lo mismo. Es anhelo muy personal que las<br />

enseñanzas que el lector encuentre en este trabajo coadyuven a recuperar la<br />

efectiva y real acción de la Historia, pues ella es la única que señala la forma de<br />

acrecentar y multiplicar los focos de la verdad. No olvidemos que la mediatización,<br />

51 Ibdem. Pp. 6-7.<br />

52 Ibdem. Pp. 7-8.<br />

71


sea cual sea, se ha convertido en obstructor grillete de toda verdad. Por eso<br />

nuestro deseo que Aguascalientes y su región de influencia hasta 1810. Sociedad<br />

y Política colabore para que la verdad se convierta en realidad. ¡Ojalá que así<br />

ocurra!” 53<br />

Uno de los estudios regionales que dan cuenta de una estirpe, que no le es ajena<br />

al autor, es el titulado LOS GUTIÉRREZ DE LA MEDIA HANEGA DE<br />

XALOSTOTITLÁN. LOS ORÍGENES. Para su edición hubo también la<br />

colaboración de Amigos de la Historia de los Altos de Jalisco, A C., y el mismo<br />

autor José Antonio Gutiérrez Gutiérrez. 54<br />

El texto inicia con una PRESENTACIÓN que está a cargo de Melesio Gutierrez<br />

Pérez Ubicado en Tlalpan, D.F, y fechado en Agosto de 1998. Por la importancia<br />

que tiene el conocer los fundamentos que permitieron la elaboración de éste<br />

escrito, reproduciremos la misma. Ahí el autor dice que:<br />

“Tratar de conocer el pasado de la familia es un reto que siempre implica el riesgo<br />

de saber algo que no nos guste o que preferiríamos no saber; pero cuando<br />

decidimos investigar el pasado familiar, lo hicimos porque de alguna manera<br />

estamos orgullosos de nuestros antepasados y de la forma de ser que nos<br />

heredaron.<br />

Este trabajo fue realizado por José Antonio Gutierrez, doctor en Historia e<br />

investigador de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, pariente nuestro por<br />

una línea paralela al fundador de la dinastía que nos ocupa: José María Gutiérrez.<br />

Esta es una historia regional de una familia común en Mé<strong>xi</strong>co, pues en este siglo<br />

hemos pasado de ser un país rural a ser un país predominantemente urbano. En<br />

este caso están la mayor parte de las familias me<strong>xi</strong>canas.<br />

El autor investigó en los documentos disponibles en las parroquias y en los<br />

testamentos. Su principal aportación es darnos luz sobre los antepasados de la<br />

familia y en general de los alteños. No está aún resuelta la pregunta que nos<br />

planteamos: ¿Cómo y por qué llegó una raza de hombres y mujeres bien dotados<br />

genéticamente (lomolargos, los llamaban los chaparritos <strong>del</strong> Bajío) a colonizar una<br />

región tan poco productiva como la región de los Altos de Jalisco.<br />

La respuesta que da la gente poco conocedora de que ahí se perdió un regimiento<br />

francés está totalmente descartada: No se ha encontrado ningún indicio de<br />

franceses en la región. La respuesta que propone José López Portillo y Weber de<br />

que ahí se estableció una comunidad cefardita (]udíos conversos) como gracia<br />

concedida por Felipe II a la nodrizejudía de su hija, no ha sido comprobada. Hay<br />

que investigar más a los primeros aragoneses que José Antonio descubre como el<br />

origen familiar. El mérito de nuestra familia es haber sobrevivido con decoro y<br />

dignidad en un medio tan difícil, hasta que José María Gutiérrez llegó a consolidar<br />

una importante hacienda en la región de Jalostotitlán: la Media Hanega; al grado<br />

de heredar a todos sus hijos el "Don" con que todos fueron conocidos y<br />

respetados en la región, desde los Altos de Jalisco, hasta León, Gto. Todos ellos<br />

hombres de trabajo y de empresa, religiosos como todos los alteños, tercos hasta<br />

conseguir lo que se proponían, a veces a costa de la vida, austeros, a veces hasta<br />

53 Ibdem. P. 312.<br />

54 Cfr. Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Los Gutiérrez de la Media Hanega de Xalostotitlán los<br />

orígenes. Guadalajara, Jal., Méx. Amigos de la Historia de los Altos de Jalisco. 1998.<br />

72


la tacañería, iracundos e irritables cuando veían amenazados sus principios o su<br />

dignidad, pero sobre todo hombres buenos. No siempre cariñosos porque la<br />

austeridad se aplicaba también a los sentimientos. Responsables, duros y<br />

cumplidores.<br />

No fue lo mismo con sus hijas. Relegadas como todas las mujeres de su tiempo,<br />

sufrieron la ira de su padre que no permitía la mínima transgresión a la disciplina<br />

familiar. Pero se templaron en la dureza <strong>del</strong> medio y respondieron a su destino<br />

igualmente que los hombres.<br />

Uno de los méritos mayores de los Gutiérrez fue saber buscar y escoger esposa.<br />

Ellas toleraban sus defectos, refrenaban sus iracundias y complementando sus<br />

cualidades, sabían orientar a la familla y hasta al jefe de la misma. Conocí a tres<br />

de estas mujeres (ya viudas) y aún las recuerdo como ejemplo de mujeres buenas<br />

pero con carácter. Las mujeres de la familia nunca han sido "dejadas".<br />

Lo que sabemos de la familia es por conocimiento directo o por tradición oral,<br />

porque los Gutiérrez no escribieron nada ni en la primera, ni en la segunda<br />

generación. Hemos encontrado una carta de mi abuelo Jesús a su hermano y<br />

compadre Casiano desde Estados Unidos y dos preciosas cartas de José<br />

Francisco, enrolado en el ejército de Emiliano Zapata, dirigidas a su padre Don<br />

Tiburcio, poco antes de ser fusilado a los 18 años en Michoacán.<br />

En cambio las mujeres de la segunda generación escribieron sus sentimientos en<br />

dos libritos que todos deberíamos leer. Crucita, la esposa <strong>del</strong> general<br />

revolucionario, conocida en Acapulco por sus obras sociales, escribió una sátira<br />

familiar llamada la Gutierrada, en donde muestra su ingenio y sus frustraciones,<br />

Lupe, en cambio, escribió poesía llena de ingenuidad con la nostalgia de su niñez<br />

vivida en el rancho de la Media Hanega. A las mujeres que todavía vivieron en el<br />

rancho les daba por cantar; y no lo hacían mal, acompañadas por mi abuelo con el<br />

acordeón.<br />

La revolución y sus consecuencias afectaron de lleno a la familia en sus bienes y<br />

en sus personas: Un soldado zapatista fusilado en Michoacán, mi tío Refugio<br />

fusilado sin juicio por sospecha de ser cristero (que no lo era), mi abuelo y mi<br />

padre asesinados por los abigeos agraristas que querían sus tierras para no<br />

producir nada, mi tío José Gregorio (después médico) que sí fue cristero y con el<br />

grado de General le tocó entregar las armas <strong>del</strong> ejército cristero al Gobierno; y,<br />

con la pérdida de los medios de sustento, la desbandada para buscar cada quien<br />

su destino en diversas partes de la República. León, Mé<strong>xi</strong>co, San Luis Potosí,<br />

Guadalajara, Monterrey, Tijuana y muchas otras ciudades han recibido a estos<br />

alteños austeros y emprendedores, que, sin perder sus tradiciones, se han<br />

adaptado al modo de ser de la gente <strong>del</strong> lugar.<br />

Les fue mejor a los que abandonaron el medio rural a tiempo. Otro tío José Maria,<br />

después de estudiar en el seminario de San Juan de los Lagos, vino a Mé<strong>xi</strong>co en<br />

plena revolucion para estudiar Derecho y se estableció en Tacubaya, en donde<br />

pronto se formó un importante núcleo familiar, al que de cuando en cuando<br />

llegaban otros parientes que veníar a probar fortuna en Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Sin temor a equivocarme, puedo asequrar que los hombres y mujeres de las<br />

actuales generaciones conservan el mismo perfil que nuestros antepasados, pero<br />

han eliminado el aislacionismo ancestral de los alteños y aunque permanece una<br />

tendencia individualista, se han abierto totalmente al mestizaje, pues las actuales<br />

73


generaciones se han casado con árabes, rusos, franceses, norteamericanos,<br />

negros africanos, venezolanos y por supuesto con todas las variantes mestizas de<br />

Mé<strong>xi</strong>co. El criollismo no cabe en la familia, pues aunque hace tiempo hubo<br />

tendencias endogámicas, eso fue, más que otra cosa, un resultado <strong>del</strong> aislamiento<br />

en que vivían.<br />

La familia ha crecido mucho. Hoy los que llevamos genes de José María Gutiérrez<br />

sumamos varios miles. La mayor parte, adaptados al medio urbano, se han<br />

convertido en profesionistas, empresarios y prestadores de servicios. Algunos ya<br />

son líderes en lo que hacen. Otros, seguramente están trabajando para<br />

conseguirlo, porque ésta es una familia de hombres y mujeres de lucha. Algo en el<br />

subconsciente profundo nos dice que debemos seguir el ejemplo de nuestros<br />

antepasados. Espero que este libro reafirme este concepto en nuestra mente.<br />

Este libro está escrito por un historiador y por lo tanto es muy formal. Poco analiza<br />

el costumbrismo y por supuesto no resalta los rasgos negativos. Mucho menos<br />

entra a cuestionar si algunos decires fueron reales o leyenda, ¿E<strong>xi</strong>stió realmente<br />

aquel bandido llamado "El Maravillo", que según decires le dejó al fundador de<br />

esta dinastía encargado un morral de dinero que escondió en el pozo de la<br />

hacienda, porque lo venían siguiendo los rurales, conviniendo que si no volvía al<br />

cabo de un año podía quedarse con él?<br />

¿Fue cierto que mi abuelo Jesús dejó enterrados dos botes de pesos oro, en la<br />

troje, y que, después que lo mataron ningún miembro de la familia pudo encontrar,<br />

a pesar de que por la noche salían flamas en un cierto rincón y que después de<br />

vendido lo que quedaba de la hacienda de "El Salto", los sacó Refugio el que fue<br />

administrador?<br />

Recuerdo estas y otras leyendas que nos contaban cuando éramos niños. Ahora,<br />

yo prefiero creer que los bienes de mi bisabuelo los consiguió, como bien describe<br />

el historiador, con trabajo, tesón, inteligencia y disciplina.<br />

Sí creo conveniente consignar el ánimo festivo de la familia ante la vida y ante sus<br />

desdichas. Por ejemplo cuando la tía Crucita estaba muriendo en Acapulco y le<br />

pidió (ordenó) a su sobrina que la fueran a enterrar con la banda <strong>del</strong> "Chile frito"<br />

tocando su música. Lo cual se cumplió.<br />

Este libro se logra gracias a la cooperación económica voluntaria de un grupo de<br />

miembros de la familia, pero sobre todo gracias al entusiasmo de los que<br />

integramos, por iniciativa de Gonzalo "Amigos de la historia de los Altos de Jalisco,<br />

A.C." al trabajo intenso de Chema, que con David mi hermano visitaron varias<br />

veces Jalostotitlán, a la orientacion y los documentos que aportaron Pepe y<br />

Agustín, al trabajo <strong>del</strong> Padre Adolfo para integrar el árbol genealógico y a la guía<br />

histórica de Carmita. Lo cual demuestra que los Gutiérrez hemos dejado atrás el<br />

individualismo para trabajar en equipo.” 55<br />

El PRÓLOGO sí está a cargo <strong>del</strong> autor y en él nos dice:<br />

“El libro que tienes en tus manos es un trabajo genealógico; un estudio local que<br />

te da a conocer a los Gutiérrez de la Media Hanega, rancho ubicado en el<br />

Municipio de Jalostotitián, de Los Altos de Jalisco. Es la historia de una genealogía<br />

que tiene su origen en la colonización española, su conformación en los siglos<br />

XVII-XVIII, y que se concreta en el siglo XIX, en este rancho en que viven y<br />

55 Ibdem. Pp. 6-9.<br />

74


mueren los patriarcas de la generación actual, José María e Higinia y sucede la<br />

diáspora de su prole.<br />

Está ideado, pensado y escrito para el numeroso linaje de don José María<br />

Gutiérrez e Higinia Barba. Responde al interés de AMIGOS DE LA HISTORIA DE<br />

LOS ALTOS DE JALISCO, A. C. por fomentar los estudios históricos regionales y<br />

al deseo de conocer su origen familiar que tiene su cuna en este rancho alteño, y<br />

que desean trascenderlo para evitar se pierda el asimiento al origen.<br />

Es común que el hombre dedique parte de su tiempo en escudriñar el pasado,<br />

para conocer y buscar el origen y las huellas de sus ancestros. Lo hicieron los<br />

griegos, los romanos y todos los pueblos <strong>del</strong> mundo cristiano con San Agustin y la<br />

Iglesia. Mé<strong>xi</strong>co no ha sido una excepción; y desde el siglo XIX ha utilizado y<br />

aprovechado los procedimientos técnicos más racionalmente para llevar a cabo<br />

este tipo de investigaciones. En nuestros días son comunes los estudios<br />

genealógicos; diría que los me<strong>xi</strong>canos vivimos momentos de euforia, pues aquí y<br />

allá se trabaja en busca de las raíces ancestrales, en dar respuesta a los orígenes,<br />

al pasado.<br />

Desde el principio hasta el fin, en la parte intelectual y material es obra mía; por<br />

eso lleva tantos defectos en todos los aspectos, y contiene fallas. Pero aunque así<br />

es, encierra entrañable amor a la tierra, al origen, y un deseo porque la memoria<br />

histórica perdure tanto en los Gutiérrez de la Media Hanega como en otras<br />

genealogías que de una u otra forma hacen relación a ésta, así como a todos los<br />

que procuran no se pierdan los valores tradicionales, la conciencia <strong>del</strong> origen, de<br />

que forman parte de un lugar en el que han tenido asiento sus mayores.<br />

Desde el punto de vista temático, no hay un antecedente bibliográfico que haya<br />

abordado con especificidad este tema familiar. La elección no ha sido fortuita,<br />

pues después de una serie de <strong>del</strong>iberaciones con los directivos de la Asociación, y<br />

luego de casi dos años de labor archivística, llegamos a la determinación de que el<br />

tema era lo de menos; lo que importaba era rescatar esta historia familiar en<br />

beneficio de la historiografía y genealogía regionales. El material conjuntado<br />

manifiesta que, efectivamente, hay suficiente información para estructurar una<br />

obra así sobre los Gutiérrez de la Media Hanega hasta 1900. Desde esta<br />

perspectiva, el trabajo cumple con un encargo y satisface un prurito personal; por<br />

eso la abordo como propio y con intenso cariño.<br />

La revisión y análisis de decenas de documentos han permitido retroceder hasta el<br />

siglo XVI, hasta Francisco Gutiérrez de Mendoza y Ana González Florida que<br />

llegaron a Jalostotitián el último cuarto <strong>del</strong> siglo XVI, que es de donde proceden en<br />

línea directa Cristóbal Gutiérrez de Mendoza y María Luisa González de Laris, que<br />

se establecieron a fines <strong>del</strong> siglo XVII en Estancia Vieja. Confieso que es más lo<br />

que se ignora que lo que hemos llegado a saber de esta dinastía. No obstante ello,<br />

siento que el caso de los Gutiérrez de la Media Hanega coadyuva a conocer la<br />

trayectoria histórica <strong>del</strong> hombre alteño y a dejar una impronta imborrable <strong>del</strong><br />

caracter costumbres y conciencia colectiva de la sociedad Jalostotitlense y alteña<br />

Al definir el concepto de region expresamos que junto con el concepto geográfico<br />

y orográfico es una creacion <strong>del</strong> hombre y <strong>del</strong> medio Es el resultado de un proceso<br />

historico integrador o si se quiere un area de vida común, o un principio de<br />

organización social. Y sólo de forma convencional se han situado los límites que el<br />

75


municipio de Jalostotitlán tenía en 1855 cuando José María Gutiérrez e Higinia<br />

Barba se casan y establecen en la Media Hanega.<br />

Tomamos como centro <strong>del</strong> relato la <strong>del</strong>imitación <strong>del</strong> espacio y asentamiento de<br />

José María e Higinia en la Media Hanega; el hilo conductor sobre el que se articula<br />

y cimenta son las fuentes archivísticas. Por tratarse de un estudio genealógico,<br />

hemos procurado mantener en todo momento un adecuado equilibrio entre los<br />

aspectos globales que atañen a la totalidad de la región alteña y al análisis de la<br />

diversificación local. Son las fuentes las que en todo momento aconsejan acentuar<br />

o no el prisma general o particular según el interés <strong>del</strong> tema a desarrollar; <strong>del</strong><br />

tramo o tramos a historiar.<br />

En los momentos de definir los límites de nuestra microregión, nos detenemos en<br />

algunos aspectos de la histona espacial para mejor entender su proceso histórico.<br />

Para estudiar éstos. Optamos por un criterio esencialmente geopolítico en que se<br />

tienen en cuenta los factores geográficos, culturales, económicos y religiosos. En<br />

lo físico comprende lo que en el siglo XIX era la municipalidad de Jalostotitlán<br />

subdividido ahora en tres municipios, Valle de Guadalupe, Cañadas de Obregón y<br />

el mencionado, más una franja de San Miguel el Alto y San Juan de los Lagos con<br />

una superficie apro<strong>xi</strong>mada de 1,000 kms., cuadrados. En su vertiente geográfica<br />

ofrece todas las características de la conocida región natural de los Altos de<br />

Jalisco; una planicie matizada de ondulaciones y lomerios, de pequeños planes<br />

con uno que otro oasis, con uno que otro cerro.<br />

Espero que el lector encuentre no una descripción genealógica lacónica y fría, sino<br />

que deguste la personalidad de cada uno de los actores, la <strong>del</strong> hombre alteño<br />

reflejada en ellos. Más aún, que vea al jalostotitlense en la vida de cada uno de los<br />

Gutiérrez, sus orígenes y peripecias en el tiempo y el espacio; que conozca los<br />

patrones de vida, tradiciones y mentalidades, rasgos comunes en el hombre<br />

alteño, así como su personalidad que aglutina mucho de cultura nacional. Que<br />

perciba a profundidad todo eso de bueno que legaron y que hoy, en vísperas <strong>del</strong><br />

siglo XXI, aún proyectan sobre esta sociedad particular como esa me<strong>xi</strong>canidad,<br />

esa imagen de ranchero que sigue aún tan viva. Es decir, que perciba que estos<br />

hombres <strong>del</strong> relato siguen siendo protagonistas de la historia regional y local como<br />

hace tres, dos o un siglo.<br />

Agradezco el apoyo brindado por la Asociación «Amigos de la Historia de los Altos<br />

de Jalisco, A. C.; cuyo consejo lo forman David Gutiérrez Pérez, José Ma.<br />

Gutiérrez Trujillo, Melesio Gutiérrez Pérez, Julio y Gonzalo Gutiérrez Trujillo, José<br />

Francisco Gutiérrez Espinoza y Agustín Gutiérrez Espinoza que supieron mover<br />

los hilos para que no faltaran recursos e interés, a la Dra. Carmen Vázquez<br />

Mantecón por sus valiosas sugerencias; al arquitecto Tarcicio Ramírez Gutiérrez<br />

que nos brindó su amistad y petaquilla de documentos viejos y a Rosalinda<br />

Gallegos Ramos por su dedicación y cuidado en preparar este material; finalmente<br />

agradezco a mi institución, la Universidad Autónoma de Aguascalientes, que me lo<br />

permitió. Sin sus apoyos y otros de esta extraordinaria genealogía que tiene como<br />

raíz la Media Hanega no hubiera sido posible; este autor es un simple instrumento<br />

que puso su empeño, tesón y conocimientos para llevarlo a feliz término. ¡Gracias<br />

a todos!” 56<br />

56 Ibdem. Pp. 10-12.<br />

76


Concluye este prólogo con su rúbrica y la referencia de su origen en<br />

Aguascalientes. Ags., verano de 1998. El contenido <strong>del</strong> capitulado se describe de<br />

la manera siguiente:<br />

CAPÍTULO PRIMERO.- XALOSTOTITLÁN<br />

1.-EL MEDIO GEOGRÁFICO<br />

2.- LAS TIERRAS FLACAS<br />

CAPÍTULO SEGUNDO.- LOS CAMINOS DE SUS POBLADORES<br />

1.- LAS RUTAS<br />

2.- DE ESPAÑA A JALOSTOTITIÁN<br />

3.-EL PAPEL DE LA IGLESIA EN LA FORMACIÓN DE LA SOCIEDAD ALTEÑA<br />

4.-LAS RAÍCES<br />

5. - LA SOCIEDAD CRIOLLA O MESTIZA<br />

6.-SAN JUAN DE LOS LAGOS Y LOS GUTIÉRREZ<br />

CAPÍTULO TERCERO.- LA FAMILIA Y LA TIERRA<br />

1.-ESTANCIA VIEJA.<br />

2.-LAS ESTANCIAS Y LOS RANCHOS<br />

3.- LA MEDIA HANEGA<br />

CAPÍTULO CUARTO.- LOS ANCESTROS CERCANOS<br />

1.-MARCO HISTORICO<br />

2.-LA MEDIA HANEGA DE JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ<br />

3.- PRIMERA ETAPA DEL MATRMONIO GUTIÉRREZ-BARBA<br />

4.- SEGUNDA ETAPA DE LA FAMILIA GUTIÉRREZ-BARBA<br />

5.- GENEALOGIA<br />

CAPÍTULO QUINTO.- ESCENAS DE LA VIDA ALTEÑA<br />

1.-AMOR Y APEGO A LA TIERRA<br />

2.- RELIGIOSIDAD<br />

3.- LAS FIESTAS<br />

4.- LA CHARRERIA<br />

CONCLUSIONES<br />

El texto, como ya se dijo en la presentación, corresponde a un riguroso trabajo<br />

histórico, propio de su autor, y está acompañado de múltiples fotografías y<br />

diversos documentos como ANEXOS, además de un ÁRBOL GENEALÓGICO.<br />

Otro de sus trabajos sobre la iglesia en Aguascalientes, es el volumen, referido<br />

como primero, titulado HISTORIA DE LA IGLESIA CATÓLICA EN<br />

AGUASCALIENTES, y dedicado a la PARROQUIA DE LA ASUNCIÓN.<br />

En su INTRODUCCION, expone las dificultades para realizar investigaciones<br />

sobre ese tema y sus antecedentes, dice que:<br />

“Quien se interese por conocer la Historia de la Iglesia católica en Aguascalientes<br />

se encuentra con información dispersa y de difícil acceso, porque lo que hay son<br />

artículos aparecidos de este o aquel tópico en revistas o periódicos locales. Esto y<br />

la invitación de las autoridades eclesiásticas que preparan la celebración <strong>del</strong><br />

centenario de la Diócesis me motivó a trabajar en ello. El lector ya cuenta con una<br />

primera entrega, La labor social de la Iglesia católica en Aguascalientes, publicada<br />

por el Instituto Cultural de Aguascalientes en coedición con el Obispado en 1997.<br />

Esta segunda corresponde a la Parroquia de la Asunción de las Aguas Calientes,<br />

desde su fundación hasta la erección de la Diócesis en 1899. Ambos estudios<br />

sobre la Iglesia local pretenden llenar el hueco que e<strong>xi</strong>ste en la historiografía en<br />

77


área tan importante. La Historia de la Parroquia de la Asunción de las Aguas<br />

Calientes, se ha fijado como objetivo analizar el actuar <strong>del</strong> hombre, eclesiástico o<br />

laico, que gestó esta historia particular; su grado de participación en el entorno y<br />

su relación con las diversas instituciones eclesiales. Es la perspectiva <strong>del</strong> hombre<br />

y las instituciones desde la evangelización hasta 1899. Partimos de que es<br />

producto de un proceso histórico, que ha sido posible obtener después de analizar<br />

en el entorno acciones y contenidos ideológicos y sociales tomados<br />

retrospectivamente. Se esfuerza por presentar el panorama uniforme de una<br />

historia particular forjada en la expansión e interacción de los individuos. Es de<br />

hacer notar que, como acontece en toda historia nacional, por necesidad de<br />

comprensión hacemos aquí más de una distinción, quizá apenas perceptible. Se<br />

habla de estilos de vida secular o personal, que se desparrama matizado como<br />

dicen los antropólogos en las características intrasociales, y que no dejan de<br />

relacionarse con la dinámica de los acontecimientos ocurridos en el tiempo y<br />

espacio historiado, en bien de la cohesión. Este trabajo es el primero en su género<br />

que historia integralmente la vida de la parroquia y que rescata el abundante<br />

material e<strong>xi</strong>stente para dar a conocer la institución. He procurado tomar en cuenta,<br />

si no todas las fuentes, un buen número de ellas para apreciar su verdadero valor.<br />

Al realizar este trabajo pasaron por mis manos documentos originales<br />

valiosísimos, la mayor parte de ellos desconocidos; y si no se tomaron todos en<br />

cuenta, sí se aprovecharon debidamente como base <strong>del</strong> relato. Se ha procurado<br />

realizar los acontecimientos con un criterio más académico que emotivo, de<br />

acuerdo a las variaciones naturales que los acontecimientos han sufrido de<br />

generación en generación y con la plena conciencia de quien vive sus<br />

consecuencias. En el análisis <strong>del</strong> material se ha tenido presente el sentido que<br />

tiene para la Iglesia y para los católicos la historia: que tiene inteligibilidad sólo<br />

desde la fe, aunque incluya en su ámbito lo profano y lo material. Quiero hacer<br />

notar a los que piensan o quieren ver su ámbito constreñido a sólo lo religioso o lo<br />

sagrado, que con frecuencia nos apoyamos en las influencias sociales y<br />

culturales, corrientes ideológicas y factores político-económicos para mejor<br />

entender la perspectiva general. No se debe perder de vista que es tarea propia<br />

de los fieles y de la Iglesia trabajar por el cristianismo <strong>del</strong> mundo en que se<br />

mueven y, por tanto, no puede ignorar el mundo en que vive el cristiano ni<br />

tampoco resignarse a un quietismo social. La historia no es producto de<br />

momentos, aunque algunos de éstos puedan jugar un papel trascendente, sino<br />

sucesión de fenómenos que abarcan hasta siglos. Desde esta perspectiva, la<br />

Parroquia de las Aguas Calientes nunca estuvo aislada, porque no fue simple<br />

ejecutora de normas locales. Participó en una amplia interacción política, religiosa,<br />

cultural y económica. Fue actora y gestora en su entorno de hechos<br />

trascendentes; hasta coadyuvó en muchos nacionales y regionales. ¡Qué bueno<br />

que la Iglesia reconoce en la conducta de su pueblo intenciones y acciones no<br />

siempre religiosas o espirituales y que acepta que en ellas se mezcle lo material,<br />

el pecado! Matizar estos campos es difícil y <strong>del</strong>icado para un historiador laico. Es<br />

incómodo deslindar hechos que alcanzan una coloración ambigua en<br />

determinados momentos; pero porque se dan, estamos obligados a interpretarlos<br />

a la luz de la historia. La correcta interpretación de cada uno de los hechos debe<br />

ser la garantía de que estamos haciendo verdadera historia y es que es deber <strong>del</strong><br />

78


investigador académico manejar situaciones así y au<strong>xi</strong>liarse de una doble óptica;<br />

descifrar lo propiamente religioso, pero también sus incidencias; subrayar lo<br />

intelectual al mismo tiempo que el marco en que se encuentra. Desde cualquier<br />

perspectiva que se vea esta Historia de la Parroquia de la Asunción de las Aguas<br />

Calientes encierra complejidades por ser producto de instancias diversas. Resulta<br />

comprometedor relatarla luego de conocer la abundancia de información; he ahí la<br />

razón de tantas horas metido en archivos, descifrando papeles. Me siento<br />

satisfecho porque en estos documentos de primera mano fundamento el relato.<br />

Así tomada, considero que los sucesos narrados arrojan luz; que la obra contiene<br />

enseñanzas y es de utilidad. Por convenir al plan de estudio trazado, el relato<br />

inicia desde la evangelización, para luego transitar en la vida de la parroquia hasta<br />

1899. Se hace una división cronológica y de temas para un ágil manejo de su<br />

lectura.” 57<br />

El primer capítulo da un Panorama histórico de la Evangelización y Fundación de<br />

la Iglesia me<strong>xi</strong>cana, se refiere al marco geográfico, a la región, al descubrimiento y<br />

conquista material y espiritual de Mé<strong>xi</strong>co y Occidente describe los inicios de la<br />

Iglesia regional, la Fundación de la Iglesia neogalaica y La Iglesia neogalaica y<br />

regional en la segunda mitad <strong>del</strong> siglo XVI y ubica al lector en los antecedentes en<br />

que se origina la institución historiada.<br />

El segundo relata la fundación de la Parroquia y su desarrollo en el siglo XVII, su<br />

Perspectiva geopolítica, la Razón de la fundación de Aguascalientes y su<br />

evolución en el siglo XVII, su consolidación material, la Vida social y política. El<br />

pueblo de indios de San Marcos, la Erección de la Parroquia. el Marco eclesial, la<br />

Presencia de los obispos neogalaicos en este lapso, las Obras materiales. Los<br />

hospitales de indios. Comunidades religiosas. Los carmelitas. Los franciscanos<br />

descalzos o dieguinos. Los mercedarios. Los juaninos. Labor pastoral y<br />

administrativa. Las cofradías.<br />

Un tercer capítulo nos narra la historia de la parroquia durante el siglo XVIII, en<br />

que pueblo y eclesiásticos impregnados de religiosidad y cultura obsequiaron con<br />

magníficas obras arquitectónicas y de arte a la Villa de la Asunción de<br />

Aguascalientes. Luego de describir un Marco histórico general, se hace un repaso<br />

de Aguascalientes en el siglo XVIII y se entra en el tema con el planteamiento de<br />

la duda de si es ¿Parroquia de la Ascención o Asunción? Luego se describe la<br />

parroquia en la primera mitad <strong>del</strong> siglo XVIII, el Panorama histórico parroquial, la<br />

Presencia de los prelados neogalaicos en la historia de Aguascalientes <strong>del</strong> siglo<br />

XVIII. La parroquia y sus párrocos en la primera mitad <strong>del</strong> siglo, sus párrocos. Las<br />

obras materiales. El templo parroquial y obras debidas a D. Manuel Colón de<br />

Larreátegui, el Templo de la Merced, la Labor administrativa y pastoral, la<br />

Administración parroquia, la Labor pastora1 Obra de ornato y accesorios en la<br />

parroquia. Templo de San Marcos. Templo de San José. Templo de El Encino.<br />

Santuario de Guadalupe. Templo de la tercera orden y Camarín de San Diego.<br />

San Juan Nepomuceno. Labor administrativa. Labor pastoral.<br />

57 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Historia de la Iglesia Católica en Aguascalientes Volúmen I Parroquia<br />

de la Asunción de Aguascalientes [Guadalajara, Jal., Méx.] Universidad de Guadalajara-Universidad<br />

Autónoma de Aguascalientes. 1999. pp. 13-15<br />

79


El último y cuarto capítulo habla de una Iglesia local que en distintos tiempos vivió<br />

diversas problemáticas; de la Colonización y origen de Iglesia regional, y sobre<br />

todo de una Iglesia que la promulgación de las Leyes de Reforma y el ascenso <strong>del</strong><br />

liberalismo trastocó de raíz.<br />

Sobre la parróquia en el siglo XIX, trata los siguientes aspectos: Marco histórico<br />

nacional y local. Los prelados diocesanos en la historia de la Iglesia de<br />

Aguascalientes en el siglo XIX. La parroquia y sus párrocos en el siglo XIX.<br />

Coyuntura de encrucijada. Las Leyes de Reforma. La parroquia al triunfo liberal.<br />

República restaurada. Labor administrativa y pastoral. La obra material en el siglo<br />

XIX. Templo de San Ignacio. Y otras obras.<br />

El trabajo termina informando cómo, después de sufrir serios quebrantos, se ve<br />

rejuvenecida en el último cuarto <strong>del</strong> siglo XIX, gracias a la concertación y apertura<br />

<strong>del</strong> régimen porfirísta. Explica que:<br />

“He procurado fundamentar el estudio en una fehaciente documentación<br />

archivística local y foránea, y en obras publicadas o no, que de alguna manera<br />

hacen referencia y encierran valor histórico. Sobresale el análisis de los archivos<br />

de la Mitra de Aguascalientes y Guadalajara, Real Audiencia de Nueva Galicia,<br />

Archivo Histórico <strong>del</strong> Estado y archivos parroquiales <strong>del</strong> área. ¡Ojalá cumpla con<br />

las expectativas esperadas!.” 58<br />

El escrito lo rubrica y lo ubica en Aguascalientes, Ags., en la primavera de 1999.<br />

Como en el caso de las Estadísticas ya referidas, hay otro escrito que le sirve de<br />

base para realizar un amplio estudio sobre la región, son Los cuadernos de visita<br />

<strong>del</strong> laguense Mateo José de Arteaga a 17 pueblos <strong>del</strong> sur de Jalisco en 1767. A<br />

quien se considera uno de los forjadores de la Diócesis de Aguascalientes. La<br />

edición <strong>del</strong> texto se presenta como un homenaje para Arteaga en el centenario de<br />

la misma. Tanto el PROLOGO como el ESTUDIO INTRODUCTORIO, están a<br />

cargo <strong>del</strong> Dr. Gutiérrez. En el primero, el prologuista nos dice:<br />

“Conocemos de Mateo José de Arteaga Descripción de la Diócesi de Guadalaxara<br />

de Indias, obra que se ha convertido en documento de consulta obligada para los<br />

historiadores que quieren conocer el territorio norte de Mé<strong>xi</strong>co y sur de los Estados<br />

Unidos durante la segunda parte <strong>del</strong> XVIII en la Colonia. Pero este que ahora sale<br />

a la luz había permanecido ignorado en los Archivos <strong>del</strong> Arzobispado de<br />

Guadalajara en espera de una institución que apoyara su edición. Más de algunos<br />

investigadores lo habían consultado y hasta se había buscado patrocinador para<br />

publicarlo; ninguno se había interesado. Ahora que el Sistema de Educación<br />

Media Superior de la Universidad de Guadalajara manifestó su interés y ofreció<br />

sus buenos oficios para involucrar a algunos de los municipios en su edición, me<br />

complace que corra a mi cargo su preparación, estudio introductorio y<br />

paleografiado.” 59<br />

Luego cuenta las penurias que significó poder divulgar este documento: “No fue<br />

fácil encontrar un mecenas, pues desde hace dos años que tuve la suerte de<br />

contar con una fotocopia <strong>del</strong> documento, gracias a la benevolencia <strong>del</strong> padre J.<br />

58 Ibdem.<br />

59 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Los cuadernos de visita <strong>del</strong> laguense Mateo José de Arteaga a 17 pueblos<br />

<strong>del</strong> sur de Jalisco en 1767 [Guadalajara, Jal., Méx.] Universidad de Guadalajara : Universidad Autónoma<br />

de Aguascalientes 1999<br />

80


Jesús de León, encargado <strong>del</strong> archivo <strong>del</strong> Arzobispado, toqué puertas para<br />

encontrar interésados; unos prometían que sí, pero no decían cuándo y otros<br />

definitivamente rechazaron patrocinar la edición. Por eso ahora que la Universidad<br />

de Guadalajara lo ha considerado de interés para su programa editorial, me alegro<br />

de que se conozcan las 17 comunidades descritas y que los niños y jóvenes<br />

originarios de ellas sientan más arraigo a su tierra de origen, al conocer los hechos<br />

ocurridos hace 232 años. Y es que mientras más conozcan su historia, se<br />

compenetren de ella, mejor conservarán la adhesión al origen, a la tierra de sus<br />

mayores, al terruño que los vio nacer ahora que estamos por entrar al tercer<br />

milenio. No hay nada mejor para reavivar la memoria histórica tan olvidada y<br />

deteriorada en nuestros días como valorar al pasado. Para quienes nos<br />

dedicamos a hacer historia, es motivo de alegría que hechos como los que se<br />

relatan en estos Cuadernos, se publiquen y que uno sea el conducto para hecerlos<br />

llegar al público, al lector. Tenemos la esperanza de que su contenido resulte<br />

provechoso y que no lo tomen como algo anacrónico, sino algo que sirva, para<br />

reforzar esa memoria histórica. Hago votos porque coadyuve a recuperar la<br />

identidad de estas comunidades que peligran ante el influjo anglosajón.” 60<br />

En el Estudio Introductorio, el Dr. Gutiérrez señala que: “El momento en que<br />

ocurre la visita de Mateo José de Arteaga a los curatos de Zacoalco, Tizapán,<br />

Teocuitatlán, Sayula, Atoyac, Techolutla, Amacueco, Cocula, Ameca, Ahualulco,<br />

Etzatlán, Ostotipaquillo, Magdalena, Tequila, Tala, Tlajomulco y Poncillán, es la<br />

década de 1760 y a escasos años de subir a trono de España Carlos III,<br />

encarnación viva <strong>del</strong> despotismo ilustrado, constructor de la modernidad y el más<br />

genuino exponente de las Reformas Borbónicas en el vasto imperio español. Era<br />

Virrey de la Nueva España el Marqués de la Croix, gobernador de la Nueva Galicia<br />

D. Francisco Galindo y Quiñones, y obispo D. Diego Rodríguez de Rivas y<br />

Velasco.<br />

La encomienda de tan <strong>del</strong>icada comisión en la persona de Mateo de Arteaga, se<br />

derivó <strong>del</strong> aprecio que D. Diego Rodríguez de Rivas tenía de él y, también, porque<br />

reunía los méritos suficientes por sus vasta cultura y probada ilustración, como lo<br />

demuestran los documentos que ahora damos a conocer y en su Descripción de la<br />

Diócesi de Guadalajara de Indias, que es considerada por los estudiosos de la<br />

Ilustración un mo<strong>del</strong>o de obra <strong>del</strong> criollo ilustrado. Ambas obras reflejan el carácter<br />

de su autor y la personalidad de D. Diego Rodríguez que fue quien conformó en<br />

gran medida la personalidad de Mateo José.<br />

D. Diego Rodríguez de Rivas y Velasco era oriundo de Riobamba, Ecuador, y<br />

estudió licenciatura "in utroque jure", en Guatemala, de donde fue su padre<br />

Gobernador, Capitán General y Presidente de la Real Audiencia, luego pasaría a<br />

Alcalá de Henares para graduarse de doctor en ambos derechos. Carlos III lo<br />

propuso en 1760 para el obispado de Comayagua, Honduras. Al quedar vacante el<br />

obispado de Guadalajara por muerte <strong>del</strong> franciscano D. Fray Francisco de San<br />

Buenaventura Martínez de Tejada, fue promovido de Camayagua a éste por<br />

Clemente XIII, en consistorio de 29 de marzo de 1762, <strong>del</strong> que tomó posesión a<br />

través de su apoderado, el Deán de la catedral, Dr. D. Ginés Gómez de Parada, el<br />

12 de septiembre de 1763, haciendo su entrada a la sede en febrero 24 <strong>del</strong> año<br />

60 Ibdem. P. 7<br />

81


siguiente. Una vez que se libró de recepciones, que por su natural frugal y austero<br />

odiaba, y de enterarse de la administración de la diócesis, en 1765 programó el<br />

inicio de su visita pastoral; en marzo la anunciaría por edicto. Sobresale en éste la<br />

exhortación que hace a los curas "para excusarse de inquietud y sobresalto por el<br />

visitador y visita, solicitud de promociones y comidas, licores y regalos, que yo y<br />

mas familiares estamos acostumbrados a vivir comiendo lo que ofrece el país y el<br />

tiempo". También recomendará no pedir subsidio a sus feligreses para la<br />

manutención <strong>del</strong> visitador; "y mucho menos los curas de indios, cuya pobreza los<br />

hace acreedores de los socorros de sus curas y excepto, por ley de Indias, de las<br />

más pequeñas contribuciones". Luego de Semana Santa inició la visita por las<br />

parroquias <strong>del</strong> centro y norte de las diócesis. Cuando a principios de 1767 se<br />

encontraba en uno de sus recorridos, desde Santa Ana Acatlán comunicaría al Dr.<br />

Mateo José de Arteaga la comisión para hacer la visita a los mencionados<br />

pueblos, "por cuanto que le ocurrieron negocios graves que piden con urgencia su<br />

personal asistencia en Guadalajara y para entender en ellos no le es posible<br />

continuar su visita sin que se originen perjuicios graves al interés de Dios Ntro.<br />

Señor y al Rey".<br />

Aunque no los menciono, es muy probable que esos negocios que lo hicieron<br />

volver con urgencia a la sede fué el espinoso destierro de los jesuitas, asunto que<br />

con tanto sigilo se fraguaba. Cabe recordar aquí que fue e1 26 de junio en que el<br />

Capitán General de la Nueva Galicia, don Francisco Galindo y Quiñónez, se<br />

encargó de arrestar y enviar a los jesuitas avecindados en el reino a la ciudad de<br />

Mé<strong>xi</strong>co, para, de allí, ser remitidos a Veracruz y transportarlos a Europa. Hay que<br />

decir a favor de nuestro prelado que desoyó las órdenes reales y au<strong>xi</strong>lió y socorrió<br />

a los jesuitas que camino <strong>del</strong> destierro pasaron por Guadalajara; más aún, fue el<br />

único de los prelados novohispanos que tuvo los pantalones para protestar por tan<br />

despótica orden.<br />

Este fue el personaje que directamente intervino en la comisión encomendada a<br />

Mateo José; es decir, ejecutar la visita pastoral a las 17 parroquias mencionadas,<br />

de cuyas acciones se derivan los cuadernos que el lector tendrá el gusto de leer.<br />

Hay que decir que estos cuadernos de visita signados por el laguense y otros<br />

muchos padrones formarán el acervo que utilizará nuestro personaje para escribir<br />

la Descripción de la Diócesi de Guadalaxara de Indias, que lleva su firma y que ha<br />

recorrido el mundo como obra mo<strong>del</strong>o de un criollo ilustrado. Conozcamos a este<br />

hombre.” 61<br />

Con el en encabezado de “EL HOMBRE.”, se hace la revisión biográfica <strong>del</strong> autor<br />

de los Cuadernos. Sobre él dice:<br />

“Mateo José de Arteaga nació en la Hacienda Ciénega de Mata, casa solariega <strong>del</strong><br />

Máyorazgo de Rincón Gallardo, que pertenecía en lo civil a la Alcaldía Mayor de<br />

Santa María de los Lagos y en lo eclesiástico a la Parroquia de Aguascalientes, el<br />

20 de septiembre de 1725. Reza su partida de bautismo:<br />

"En la hacienda de Ciénega de Mata en veintinueve de septiembre de mil<br />

setecientos y veinte y cinco años de licencia Parroquia el Br. Dn. Joseph Feijoo<br />

Cura Beneficiado <strong>del</strong> Pueblo de Xalostotitlán, Baptesó y puso los Stos. Óleos y<br />

crisma a Matheo español hijo legmo. de Dn. Miguel de Arteaga y Dñá. María<br />

61 Ibdem. Pp. 9-11.<br />

82


Teresa Rincón Gallardo vecinos de esta Hacienda; nació el día veinte <strong>del</strong><br />

corriente, fueron sus padrinos el licenciado Dn. Sebastián Feijoo Centellas<br />

Canónigo de la Sta. Iglesia Catedral de la Ciudad de Guadalajara y Dña. Ignacia<br />

García Rojas, y para que conste lo firmé como teniente de cura de este Partido.-<br />

Miguel Mauza de Zuñiga"<br />

Por línea paterna, Mateo José fue nieto de don Pedro de Arteaga y doña Josefa<br />

de Rivero originarios de la Villa de Deso, en Guipúzcoa, nobles hidalgos venidos a<br />

menos. Por la materna fueron sus abuelos los dueños <strong>del</strong> Mayorazgo Ciénega de<br />

Mata, don Manuel Rincón Gallardo y doña Micaela Feijoo Centellas, hermana <strong>del</strong><br />

Oidor de la Audiencia de Guadalajara, licenciado Francisco Feijoo Centellas; todos<br />

cristianos de calificada nobleza. Consta en el libro Tercero de Matrimonios que sus<br />

padres habían sido velados en la capilla de la hacienda el 28 de febrero de 1724<br />

por el licenciado D. José Tenorio de Castro, cura beneficiado de la villa de Lagos,<br />

por comisión expresa <strong>del</strong> Dr. D. Diego Estrada Carbajal y Galindo, Marqués de<br />

Uluapa, Vicario General <strong>del</strong> obispado de Guadalajara.<br />

Su infancia y primeros años los pasó en Ciénega de Mata y Aguascalientes donde<br />

tenía el mayorazgo residencia, edificio que había sido levantada por el licenciado<br />

Pedro Rincón de Ortega luego de fundar el mayorazgo en 1657. Estudió gramática<br />

y retórica en la escuela fundada por los mercedarios en 1665, "con tanta<br />

aplicación y aprovechamiento que mereció que su maestro lo dejara sustituto y<br />

explicando a sus condiscípulos siempre que hacia algunas ausencias de clase".<br />

Como el ambiente cultural de la Villa; resultó estrecho para las aspiraciones de la<br />

familia y <strong>del</strong> mismo Mateo José, salió a continuar estudios.a la capital virreinal. En<br />

octubre de 1740 lo encontramos ya inscrito en el Real Colegio de San Ildefonso de<br />

los jesuitas, de los que recibió la enseñanza ilustrada; allí se entregó a los<br />

estudios de latinidad y filosofía en los que hizo grandes progresos pues se<br />

menciona su Relación de Méritos diversas intervenciones en público y suplencia<br />

de maestros en clase. De San Ildefonso pasó al Colegio de San Pedro y San<br />

Pablo, también de los jesuitas, donde obtuvo el primer lugar y un premio de<br />

distinción al terminar los estudios de filosofía. Como en San Ildefonso, aquí<br />

también se distinguió como polemista y figuró frecuentemente como sustituto en la<br />

clase, "cuando el maestro hacía ausencias". Se infiere que hizo grandes progresos<br />

pues su Relación consigna que el Rector le aconsejó "hacer oposición a las<br />

Summulas el día en que se seguía a leer de turno en su refectorio, de en el que<br />

hizo otras cinco oposiciones a todo lo escrito"; también refiere que defendió en su<br />

examen general doce conferencias sabatinas, "siendo nombrado para la primera<br />

de Lógica por haber enfermado el día de ella el que había de sustentarlas".<br />

También sabemos por la Relación que Mateo José fue asiduo a "oponer luego que<br />

se acababan las disputas". Así, en el Colegio de San Pedro y San Pablo defendió<br />

el "Primero de toda Lógica", al terminar el primer año; y en el segundo "las<br />

Conferencias que llaman de Phísica". Obtuvo el primer lugar y el premio "in recto<br />

et in solidum"; más aún, se le distinguió como sustituto en la clase siempre que<br />

faltaba el maestro. Muy joven comenzó a acumular títulos y distinciones: Bachiller<br />

en Artes en 1743 y en Cánones, 1747; fue llamado a colaborar en el Colegio de<br />

Sta. María de Todos los Santos a los 20 años, no sin antes presentar "oposición".<br />

Este colegio lo distinguiría también como rector, conciliatorio y con el puesto de<br />

tesorero por dos años; dice la Relación que resultó para la institución un excelente<br />

83


administrador, pues "aumentaron considerablemente las rentas <strong>del</strong> Colegio". El 14<br />

de febrero de 1751 obtuvo por la Universidad el título de Licenciado, después de<br />

un brillante examen, <strong>del</strong> que salió aprobado por el jurado por unanimidad, "nemine<br />

discrepante". Finalmente, dos meses después, el 13 de abril, obtendría el grado de<br />

Doctor en Teología y Cánones. Así resume la Relación sus últimas actividades<br />

estudiantiles: "Ha argüido en muchos actos, así en la Real Universidad como en<br />

las Religiones de la ciudad de Mé<strong>xi</strong>co. Ha presidido diversos actillos de grados. Ha<br />

argüido de sinodal en tres exámenes de licenciados. Ha substituido cuatro veces<br />

la Cátedra de Prima de Cánones en la Real Universidad con ausencia o<br />

enfermedad de su catedrático y nombramiento <strong>del</strong> señor Rector. Fueron para él un<br />

orgullo sus triunfos en las aulas; pero al no tener é<strong>xi</strong>to en sus "oposiciones" y ver<br />

que se le regateaba el acceso a la Universidad buscó otros caminos para escalar<br />

posiciones y, a escasos 25 años, lo vamos a encontrar en posiciones elevadas <strong>del</strong><br />

servicio público y eclesiástico. Logró un puesto de abogado en las Reales<br />

Audiencias de Mé<strong>xi</strong>co y Guadalajara y nombramiento de defensor de los presos<br />

de la Inquisición. "Se examinó de abogado en la Real Audiencia de Mé<strong>xi</strong>co en<br />

donde y en la Curia Eclesiástica de aquella ciudad, ha defendido varios pleitos y<br />

despachado otros que por asesoría le han remitido los alcaldes ordinarios de<br />

aquella corte". También se incorporaría a la Curia de Guadalajara. Por las diversas<br />

referencias inferimos que desde que concluye los estudios Mateo José fue un<br />

hombre inquieto, luchador y deseoso de acumular glorias; también deducimos que<br />

ese espíritu inquieto lo hizo buscar relaciones importantes y presentar diversas<br />

"oposiciones". Es cita de la Relación. "Ha merecido de los Ilustrísimos y<br />

Reverendísimos Señores Obispos, la confianza de darle por examinado y<br />

aprobado para todas las órdenes y licencias de confesar y predicar que tienen en<br />

este obispado (Guadalajara), en el Arzobispado y en los obispados de Puebla y<br />

Michoacán, hasta para religiosas recolectas. El año pasado de setecientos<br />

cincuenta y uno, entré al Sínodo para los curatos <strong>del</strong> Sagrario de esta ciudad y su<br />

resulta. En la terna que se envió al señor vicepatrón, fui consultado en segundo<br />

lugar para la <strong>del</strong> Sagrario y en primer para su resulta, que lo fue el de<br />

Xalostotitlán". Sabemos que "opuso a la Colegiata de Guadalupe, al Cabildo de<br />

Puebla y Valladolid; dice su Relación: "Hice dos lecciones de hora con punto y<br />

término en oposición a las canongías Doctoral y Penitenciaria de la Insigne Real<br />

Colegiata <strong>del</strong> Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, la primera <strong>del</strong> Cap. "De<br />

testamente" y la segunda <strong>del</strong> Cap. "De Baptismo". Luego agregará: "Arguyó las<br />

cuatro veces que le tocó, expuso y sentenció los autos que le asignó la suerte y<br />

fue consultado con todos los votos en el tercero lugar con la Penitenciaría, en<br />

concurso de once opositores". Hizo otra lección de hora con puntos y términos <strong>del</strong><br />

Cap. "De restitutiones spoliatorum", en oposición a la canongía Doctoral de la<br />

Santa Iglesia de la Puebla; y como en la ocasión anterior arguyó las dos veces<br />

que le tocó e hizo el alegato jurídico sobre los autos que le ofreció la suerte". En la<br />

ciudad de Valladolid hizo otra lección con punto y término <strong>del</strong> Cap. "Relatum de<br />

officium et potestate judicii relegati"; y como era la norma "arguyó las dos veces<br />

que le tocó, expuso y sentencio los autos que le asignó la suerte y fue consultado<br />

con el mayor número de votos, en el tercer lugar en concurso de siete opositores.<br />

Los sinodales y la suerte fallaron entonces en su contra; quizá más que a sus<br />

conocimientos se debió a su juventud, pues apenas frisaba los 27 años. Pudo ser<br />

84


que por desánimo, hastío <strong>del</strong> ambiente estudiantil y clerical, o por necesidad,<br />

nuestro biografiado decidió acogerse a la casa solariega de Ciénega de Mata, con<br />

la familia, para olvidar sus fracasos; lo que aprovechó para au<strong>xi</strong>liar en la<br />

administración y ordenamiento de sus propiedades. Por los protocolos firmados<br />

por él y que obran en el Archivo Histórico <strong>del</strong> Estado de Aguascalientes, inferimos<br />

que estuvo muy activo. Poco le duró esa paz campirana: porque, fuera por<br />

influencia familiar o porque se comenzaban a fijar en él las autoridades<br />

eclesiásticas neogalaicas, a fines de 1753 se le entregaría en interinato el curato<br />

de San Matías de la Sierra de Pinos. Tomamos estos datos de su Relación: "Por<br />

ascenso <strong>del</strong> señor licenciado don Bernardo de Urizar a prebendado de esta Santa<br />

Iglesia, le hizo gracia el Ilustrísimo y Reverendísimo señor Obispo mi señor (D.<br />

Fray Francisco de San Buenaventura Martínez de Tejada), de nombrarlo cura<br />

interino, vicario, juez eclesiástico <strong>del</strong> Real y Mina de San Mathías de Sierra de<br />

Pinos". Ese entonces su "Relación de Méritos y Ejercicios Literarios", que tiene<br />

fecha de edición Madrid-Junio 4 de 1755, de la que hemos estado tomando los<br />

distintos datos personales. El tiempo que pasó en Pinos no lo desligó de los<br />

"negocios e intereses personales". No perdamos de vista que el Mayorazgo<br />

Rincón Gallardo se extendía por el actual Estado de Aguascalientes y parte de los<br />

de Jalisco y Zacatecas; es más, en la Parroquia de Pinos se ubicaban varias de<br />

las haciendas y ranchos de éste. Por lo que no debe extrañarnos que esa cercanía<br />

le impulsara a participar en negocios familiares e intereses comunes. Hay en los<br />

Archivos de Aguascalientes algunos poderes a su nombre de su tío el clérigo Juan<br />

Manuel Rincón Gallardo, <strong>del</strong> mismo titular <strong>del</strong> Mayorazgo Francisco Javier Rincón<br />

Gallardo y de otros personas que piden los represente en sus negocios; también<br />

hay de compraventa de bienes. Quiero hacer aquí notar, que no quitó el dedo <strong>del</strong><br />

renglón por escalar cuanto antes los altos puestos eclesiásticos. Sabemos que<br />

estando en Pinos presentó oposición a la vacante que por nombramiento <strong>del</strong><br />

doctor Antonio Flores de Rivera al Obispado de Nicaragua quedó vacua en el<br />

Cabildo tapatío. Su disertación versó sobre la nulidad <strong>del</strong> matrimonio; al acto<br />

propuso la discusión sobre el proceso seguido contra Pedro de Ocampo y María<br />

de las Nieves Carrasco, vecino de Zacatecas. Hay esta referencia al respecto:<br />

“Finalmente ha cumplido con los actos de la presente oposición, leyendo una hora<br />

de ampolleta con puntos y términos <strong>del</strong> Cap. "Juzqui conqueritur... de<br />

soliatonibus”. Arguyo las dos veces que le tocó e hizo un alegato jurídico sobre los<br />

autos que le asignó la suerte", y termina la cita: "Muy buen discurso, pero la<br />

Doctoral la ganó el doctor don Pedro Ignacio de Ibarreta, quién sustituyó al doctor<br />

don Antonio Flores de Rivera, Obispo electo de Nicaragua". Desconocemos con<br />

exactitud la fecha en que dejó el interinato de Pinos; debió ser a principios de<br />

1759, porque en abril de este año lo encontramos desempeñando ya la Secretaria<br />

<strong>del</strong> Obispado, por encargo <strong>del</strong> entonces prelado neogalaico, el franciscano Fray<br />

Francisco de San Buenaventura Martínez de Tejada, puesto que dejará a la<br />

muerte de este ocurrida el 3 de enero de 1761. Sin duda que este último cargo le<br />

permitió adentrarse más profundamente en los secretos de la política eclesiástica<br />

y civil y conocer más estrechamente las altas jerarquías. Inferimos lo anterior,<br />

porque a los pocos días fue nombrado por el Cabildo Sede Vacante beneficiario<br />

<strong>del</strong> Curato de Aguascalientes. Con ésto Mateo José vio satisfecha una de sus más<br />

anheladas aspiraciones: gobernar el curato en cuya jurisdicción se encontraba la<br />

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casa solariega, Cienega de Mata, la residencia habitual <strong>del</strong> Mayorazgo y gran<br />

parte de las posesiones. El curato de Aguascalientes había quedado vacante el 26<br />

de marzo de 1758 por ascenso a una prebenda tapatía <strong>del</strong> caritativo párroco, Dr.<br />

Manuel Colón de Larreategui, que lo había ocupado desde el 2 de septiembre de<br />

1733. Tan importante parroquia llevaba cerca de tres años con cura interino, el<br />

bachiller Miguel Antonio Gómez. Para estas fechas Mateo José se había dado a<br />

conocer lo suficiente en las altas esferas. Contaba con 31 años y la influencia de<br />

la familia que pesaba demasiado; por lo que no es extraño que el Cabildo Sede<br />

Vacante se fijara en nuestro personaje y accediera a las súplicas familiares para<br />

entregarle en propiedad el curato. El hecho está registrado en los libros<br />

parroquiales en los siguientes términos: "El día 22 de febrero de 1761 tomó<br />

posesión de este curato el Dr. Dn. Matheo Joseph de Arteaga originario de esta<br />

jurisdicción en la Ciénega de Mata..., sujeto en quien se admiró el mayor celo y<br />

anhelo a el Culto Divino, como lo publican las cuantiosas y bellísimas obras que se<br />

deben ver, así en esta parroquia como fuera de ella; pues se vienen en<br />

conocimiento, que erogó de gastos de ellas aun mucho más de lo que le produjo el<br />

curato, no siendo dueño ni de hacer una camisa, aun deshaciéndose de las<br />

preciosas alhajas de un uso"<br />

Conviene dejar asentado lo que nos dicen viejos documentos, que Mateo José<br />

esperaba más que un curato, una prebenda de la catedral neogalaíca o una mitra;<br />

sin embargo, mientras ésto llegaba, procuró hacer méritos. Y así los percibimos<br />

durante los siete años que estuvo al frente de la Parroquia de Aguascalientes. Más<br />

de uno de sus biógrafos ha resaltado en Mateo José al hombre emprendedor,<br />

empeñoso en acumular bienes y fama; al hombre experto en negocios<br />

inmobiliarios, más que la faceta de benefactor. No negamos que se dieron en él<br />

estas cualidades; sin embargo, pienso que lo que más honro a Mateo José al<br />

frente <strong>del</strong> curato fue su labor pastoral y caritativa. Dio muestras de ser un hombre<br />

desprendido; su sucesor en el curato dejó esta referencia: "no fue dueño de hacer<br />

una camisa". Y ésto quedó constatado en las numerosas obras por él promovidas<br />

y que a nuestro juicio han sido suficientes para hacerle figurar en la galería de los<br />

grandes benefactores que ha tenido Aguascalientes. Mateo José fue un hombre<br />

de espíritu emprendedor, cual fue el de aquellos ilustrados criollos de la segunda<br />

mitad <strong>del</strong> siglo XVIII; trabajó entusiastamente por el engrandecimiento de la Iglesia<br />

y sociedad local. Pergueñando las diferentes noticias que contienen los archivos<br />

locales, inferimos que fue un digno sucesor de don Manuel Colón de Larreategui.<br />

Desde el momento en que recibió el curato, se dedicó a embellecer el templo<br />

parroquial, a dotarlo de edificios dignos ya hacer otros templos o continuar los ya<br />

comenzados. Para que nuestros lectores conozcan mejor a nuestro personaje<br />

haré algunas referencias. Hay una nota de su puño y letra en el Libro de Gobierno<br />

que se refiere a la casa cural, una de sus primeras obras. "El año de 761 que entré<br />

yo, el Dr. D. Matheo Joseph de Arteaga de cura de esta Villa, encontré la casa de<br />

los curas por los suelos, arruinada e incapaz de servir y lo representé a el M. I. Sr.<br />

Deán y Cabildo sede vacante de la S. Iglesia de Guadalajara prometiendo que a<br />

mi costo fabricaría casa suficiente a los curas, con tal que se me diese licencia<br />

para fabricar toda la reja que cae a la plaza de tiendas y a espaldas un rejón, y<br />

que ésto fuese para la Archicofradía <strong>del</strong> Smo. Sacramento de esta parroquia, y<br />

conociendo la utilidad que resultaría a la Iglesia y a los curas me concedieron los<br />

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Sres. la licencia y fabriqué desde los cimientos a los curas una hermosa casa, y<br />

para la Archicofradía sus tiendas con sus trastiendas y portal y un mesón a quien<br />

pertenece también al cuarto que está inmediato a él con puertas a la calle, y gasté<br />

en todo más de 2,000 pesos"<br />

Esta obra fue muy alabada por el Obispo de Guadalajara, Don Diego Rodríguez<br />

de Rivas y Velasco, en la visita pastoral que hizo a Aguascalientes en agosto de<br />

1765. "El lImo. Sr. Don Diego Rodríguez Rivas aprobó la donación que hice a la<br />

Archicofradía de las tiendas, habiendo visto por sus propios ojos la hermosa casa<br />

de los curas, y experimentado a más de la utilidad de la Iglesia, la de los curas que<br />

se estaban sin casa ni más que un solar raso y ninguno lo había de fabricar a su<br />

costo y con su dinero, y hoy se hallan con casa, y con la limosna de un peso cada<br />

ocho días de la misa de renovación que antes no tenían más que cada quince<br />

días, con lo que costean quasi la pensión de las misas que tenían antes, y les<br />

quedó libre la casa para vivir, el despacho <strong>del</strong> lImo. Sr. Rivas lo tienen los<br />

mayordomos de la Archicofradía". La casa cural fue construida en el solar que D.<br />

Benito de la Canal y Lamadrid recibió en merced de la Audiencia de Guadalajara<br />

en 1631, hasta esta fecha muy poco aprovechado por los señores curas de<br />

Aguascalientes conviene hacer notar que, cuando el 2 de septiembre de 1733<br />

tomó posesión <strong>del</strong> beneficio curado don Manuel Colón de Larreategui, halló la<br />

Iglesia parroquial, actual catedral, "muy a los principios, y la fabricó con<br />

muchísimos afanes y trabajo saliendo personalmente por las haciendas y ranchos<br />

a recoger maíz para la construcción". A este benemérito eclesiástico tocó el honor<br />

de terminarla y dedicarla el 4 de octubre de 1738, "en cuyos días por las tardes<br />

celebraron los vecinos con comedia y las noches con fuegos y carros y después<br />

con seis días de lidia de toros y juegos de cañas". Sin embargo, mucho de su<br />

embellecimiento y ornamentación interna y externa se debió a José Mateo; varios<br />

de sus retablos fueron obsequiados por él y algunos de los que había dejado<br />

inconclusos Colón de Larreategui los terminó. Sabemos que el 17 de abril de 1763<br />

dedicó el de Ntra. Señora de los Dolores, ubicado en el crucero diestro de la<br />

iglesia parroquial, el que suplió a otro más pequeño; esta obra se hizo en la Villa<br />

por Juan García de Castañeda, hábil maestro egresado de los talleres de Felipe<br />

de Ureña, que vino a Aguascalientes en 1744 para instalar el retablo de madera<br />

<strong>del</strong> altar mayor traído de la ciudad de Mé<strong>xi</strong>co a lomo de mula, "en el que entraron<br />

para el dorado 189 libras de oro", y que se quedó a vivir en la villa. Al retablo se le<br />

agregó la estatua de San Miguel y <strong>del</strong> Santo Cristo, "que hice retocar por ser una<br />

de las primeras estatuas que tuvo la parroquia y la nombraban el Sto. Cristo de los<br />

Esparza, por haber sido regalado en la segunda decena <strong>del</strong> siglo XVII por don<br />

Lope Ruiz de Esparza". D. Lope Ruiz de Esparza uno de los primeros pobladores<br />

de Aguascalientes donó este Cristo para ser colocado en el Altar de San Lorenzo<br />

en el primer templo parroquial. Este altar o retablo fue costeado por él y consiguió<br />

el privilegio de que a él ya sus descendientes se les enterrara allí "sin pagar rotura<br />

de tierra a la fábrica". D. Lope murió el 22 de agosto de 1650 y, fue enterrado en<br />

dicho altar, así como su mujer Isabel Gabadi que murió el 30 de marzo de 1652.<br />

D. Antonio Rodríguez, "vecino <strong>del</strong> comercio de la Villa", donó para ello 1,500<br />

pesos y su esposa, Dña. Petra Martínez, la vidriera que costó 280 pesos. "Los<br />

cuadros <strong>del</strong> circulo costaron 160 pesos. Los hizo en Mé<strong>xi</strong>co el maestro D. Miguel<br />

Cabrera y para ello ayudó con 60 pesos <strong>del</strong> Francisco Flores. Dieron para el pago<br />

87


<strong>del</strong> oro y trabajo <strong>del</strong> dorado, el maestro García Castañeda 100 pesos, 40 don<br />

Vicente Mazon, 23 don Pedro Gutiérrez, 25 el mayorazgo D. Francisco Javier<br />

Rincón Gallardo y 14 don Nicolás Rojas; y para los demás costos de plata,<br />

colores, cola y oficiales ayudaron el Br. Felipe de Trillo, el Provisor don Mateo<br />

Prieto, don Antonio Martínez y el licenciado don Vicente Flores. y se completaron<br />

los gastos con otros donativos particulares, y con 100 pesos de limosna que pidió<br />

en la puerta de la iglesia el notario don Juan de Trillo. El mismo año, pero en<br />

septiembre 2, dedicó Mateo José el Retablo de los Purísimos Corazones de<br />

Jesús, María y José; encontramos esto al respecto en el Libro de Gobierno: "Fue<br />

el último que construyó en su vida el Mtro. D.Juan García de Castañeda; lo hizo<br />

todo con frontal, albortantes, can<strong>del</strong>eros y atriles por 2,000 pesos que le pagó D.<br />

Ignacio de Urruchúa, dueño de las haciendas <strong>del</strong> Pabellón y Espíritus Santo, quien<br />

a más de costear el retablo, lo adornó con la vidriera, manteles, palio,<br />

cornualturas, tarima, alfombra y puso de su bolso hasta la perga que está debajo<br />

de los manteles". Sabemos también que reestructuró el altar la Virgen de los<br />

Dolores. Esta imagen, obsequio <strong>del</strong> Br. Miguel de Cabos, había sido colocada en<br />

la iglesia el 5 de octubre de 1714 y D. Mateo José obsequió su altar. "Depositó la<br />

Sra. En la Capilla de la Hacienda hasta que acabado el crucero de la nueva iglesia<br />

se colocó en la capilla <strong>del</strong> lado <strong>del</strong> Evangelio. y para quitar las dudas que se<br />

pueden ofrecer en a<strong>del</strong>ante lo firmé y puse esta nota para la mayor claridad Doctor<br />

maestro Juan Carlos de Casa Sola".<br />

El activo Mateo José continuó embelleciendo el templo parroquial; por ejemplo, el<br />

retablo de San José, crucero siniestro, que se había bendecido en 1753 y que era<br />

obra de Juan García de Castañeda, resultaba pequeño, pues sólo tenía un cuerpo<br />

y medio de puento. Mateo José lo acrecentó, "hasta llenar todo el hueco; y se le<br />

pusieron las estatuas de San Benito Abad, San Juan de Dios, Sto. Domingo de<br />

Guzmán, San Pedro Nolasco, y la Purísima Concepción, y todos los lienzos de la<br />

vida <strong>del</strong> Sto. Patriarca hechos en Mé<strong>xi</strong>co por el maestro D. Miguel Cabrera. Se<br />

dedicó el día 19 de marzo de 1764". La Virgen de Guadalupe también contó con<br />

su retablo en la Iglesia Parroquial. Cuando llegó Mateo José para hacerse cargo<br />

de la parroquia, encontró uno que D. Andrés de Tello, dueño de la hacienda de<br />

Santiago, había encargado al maestro Juan García de Castañeda para colocarlo<br />

en la capilla de su hacienda con un costo de 1388 pesos; pero en 1752 obsequió a<br />

la parroquia y fue instalado en el altar de la Virgen de Guadalupe. Como al de<br />

Ciénega de Mata le pareció pequeño, lo completó y dedicó en 1764. Hay esta<br />

referencia en los Libros de Gobierno: "Este retablo lo dí y compuse a el Sr. de la<br />

Humildad y Paciencia y a Ntra. Sra. De Guadalupe le hice otro nuevo, que llega<br />

hasta la bóveda; lo construyó el maestro Joaquín Rodríguez, originario de esta<br />

Villa y se dedicó el 12 de diciembre de 1764". La imagen y el lienzo <strong>del</strong> retablo se<br />

trasladaron de la capilla de la hacienda de Santiago. A este año corresponde la<br />

bendición de la torre derecha <strong>del</strong> templo parroquial (única de que contó hasta<br />

1946 la actual Catedral) y las ocho esquilas <strong>del</strong> segundo y tercer cuerpo. "La torre<br />

se hizo en un año y a veinte días, su artífice fue el Mtro. Manuel de Reca, hijo de<br />

esta Villa, con balcones, esquilas y campanas; su costo de 7,000 pesos, de los<br />

cuales la fábrica me ayudó con costear toda la piedra y con 550 pesos que percibí<br />

en Guadalajara de los novenos que le salieran en los 63 y 64, también le echó<br />

doce balcones de fierro, uno en cada campanil". Otras obras en la parroquial<br />

88


debidas a nuestro biografiado fueron un frontal de plata y la puerta <strong>del</strong> Sagrario,<br />

bendecidos en marzo. "El frontal de plata que pesa noventa marcos, seis onzas,<br />

se hizo con el baldoquín de plata que había en la iglesia, y con cuarenta marcos<br />

más que compré con el dinero de la fábrica; lo hizo en esta Villa el Mtro. Fernando<br />

Palos; llevó de hechura 160 pesos... La puerta <strong>del</strong> Sagrario que pesa trece<br />

marcos, la hice con dinero de la fábrica y un copón de oro, que pesa tres marcos<br />

que di yo..." En julio bendijo el altar <strong>del</strong> Santo Cristo de la Misericordia, "que di yo,<br />

y aún está sin dorar". También fue obra de él una lámpara de Ntra. Sra. de los<br />

Dolores, que fue estrenada el 16 de marzo de 1769. "Esta lampara, con un peso<br />

de 16 marcos de plata, se debe a la e<strong>xi</strong>gencia <strong>del</strong> Sr. D. Matheo José de Arteaga,<br />

canónigo doctoral de la Iglesia Catedral de Guadalajara, quien llevó la antigua que<br />

tenía esta iglesia con el peso de 14 marcos". Mateo José intervino en la<br />

terminación <strong>del</strong> templo de San Marcos, dedicado en diciembre de 1763. "El día 15<br />

de diciembre de 1763 se dedicó la Iglesia de Ntra. Sra. <strong>del</strong> Pueblo de San Marcos,<br />

que se hizo con el trabajo de los indios y limosnas que se recogieron en el<br />

obispado. El día 15 de diciembre de 765 se dedicó la torre, el 15 de diciembre de<br />

767 el primer cuerpo de su primoroso retablo que se está siguiendo". Al año<br />

siguiente, 4 de octubre, dedicaba la primer capilla levantada en el Barrio de Triana,<br />

" que la hice a mi costo ayudado con algunas cortas limosnas". El actual templo<br />

que Aguascalientes construyó al milagroso Cristo <strong>del</strong> Encino, "Señor <strong>del</strong> Encino",<br />

se inició en 1773 a expensas y devoción de algunos vecinos y con las limosnas de<br />

los fieles y fue terminado en 1796. "Se concluyó a expensa y solicitud <strong>del</strong> actual<br />

cura, Br. Don Miguel María de los Ríos, a cuya consigna se concedió licencia y<br />

facultad por el M. I. y V. Deán y Sede Vacante a dicho cura para su bendición y<br />

dedicación de la Sacrosanta Imagen, y en su virtud se verificó una y otra en el día<br />

11 y 12 de marzo de dicho año de 1796, quedando también erigida en ayuda de<br />

Parroquia". También quedaría su sello en el Templo y Convento de San Juan de<br />

Dios. Cuando él se hizo cargo de la parroquia, los religiosos juaninos trabajaban<br />

en la reedificación de la iglesia y ampliación <strong>del</strong> convento-hospital, cuya fundación<br />

en la Villa había tenido afecto en 1684. La primera iglesia y hospital habían sido de<br />

modestas dimensiones; pero con la prosperidad y desarrollo de la Villa, se vio la<br />

necesidad de ampliar y mejorar las instalaciones e<strong>xi</strong>stentes. Encontraron en Mateo<br />

José un gran benefactor; el entonces prior, fray Bernardino de San Juan de Dios y<br />

Cabrera, lograría reestructurar integralmente hospital e iglesia, gracias a la<br />

"generosidad, amor y caridad" de José Mateo. Como agradecimiento, lo nombró la<br />

Orden hermano, "para que logre todos los beneficios espirituales que el señor por<br />

su misericordia infinita se ha dignado conceder a Ntra. Orden y Religión desde la<br />

Asunción de Pío V hasta el presente"; eso ocurrió en la visita que hizo a la Villa el<br />

Comisario General de la Nueva España. El libro 5° de Juntas registra el hecho: "Lo<br />

aceptamos y recibimos así en vida, como en muerte, es a saber, las misas,<br />

sacrificios, aniversarios, oraciones, sermones, ayunos, vigilias, abstinencias,<br />

disciplinas, penitencia, peregrinaciones y trabajos que padecen los religiosos de<br />

toda nuestra Orden y hermanos de ella... por lo mucho que a dicho Sr. se le debe<br />

a beneficio de este Convento-Hospital de la Villa de Aguascalientes en la fábrica<br />

<strong>del</strong> templo que a sus expensas se está reedificando, de cuya piedad se espera su<br />

construcción también en beneficio de los pobres enfermos que ocurran o sus<br />

enfermerías; y queremos que beneficiado su fallecimiento logre todos los sufragios<br />

89


como si en la actualidad fuese prelado local de alguno de los Conventos y<br />

presbítero de nuestra Orden, según y como previenen nuestras sagradas leyes y<br />

Constitución". La aportación económica proporcionada por Mateo José a los frailes<br />

juaninos fue cuantioso y gracias a ello iglesia y convento- hospital mejoraron<br />

muchísimo. La iglesia de San Juan de Dios, actual templo de San José,<br />

originalmente (última década <strong>del</strong> siglo XVII) fue un templo humilde y por las<br />

condiciones precarias en que los juaninos iniciaron en Aguascalientes (1684), su<br />

construcción fue casi toda de adobe y los techos de madera con una loza de<br />

mezcla. Por esta razón ya en 1735 se le hacían mejoras; "mandamos que<br />

respecto a hallarse la Iglesia de echarle nuevas maderas, por estar las que tiene<br />

amenazando ruinas y para poderlo hacer es necesario procurar el ahorro en<br />

algunos gastos". Se le continuaron haciendo mejoras, pero sin rectificar a fondo<br />

sus problemas, no siendo sino hasta en el mandato de Mateo José que se<br />

aprovechó para reestructurarla a fondo, así como ampliar algunas dependencias<br />

<strong>del</strong> hospital. La obra quedó concluida en 1767 y sería el mismo Mateo José quién<br />

la bendeciría. Hay esta razón en los libros de la Orden: "Por la misericordia <strong>del</strong><br />

Altísimo, y para que sea alabado, ensalzado y glorificado sepan aquí la noticia de<br />

cómo el día Jueves Santo que se contaron 16 de abril de 1767 años, se cantó la<br />

primera misa en la Nueva Iglesia de este Convento de Sr. Sn.José y Orden de N.<br />

P. S. Juan de Dios de la Villa de Aguascalientes, que se construyó a expensas y<br />

solicitud <strong>del</strong> Sr. Dr. Matheo José de Arteaga, cura propio, vicario Juez eclesiástico<br />

de esta dicha Villa, a quien la religión le vivirá agradecido, y cumplirá con lo que<br />

tiene prometido en señal de gratitud. Bendíjolo con su clero dicho Sr. Dr. el día<br />

Martes Santo 14 de dicho mes y año, y cantó la misa Fr. Bernardino Juan de Dios<br />

y Cabrera su actual administrador por quien fue dispuesto el Campo Santo que se<br />

acabó el mes de marzo de 1767.- Fr. Bernardino Juan de Dios y Cabrera". Sobre<br />

el mismo asunto encontramos la siguiente nota de puño y letra de Mateo José: "El<br />

día 16 de abril de 1767, Jueves Santo, se dedicó la Iglesia de el Hospital de San<br />

Juan de Dios, que hice a mi costo la enfermería que esta ya acabada se estrenará<br />

el día de San Juan de Dios de este año <strong>del</strong> 1767". En fin, el templo de San José y<br />

parte <strong>del</strong> hospital que conocemos actualmente, lo debemos a la munificencia y<br />

desprendimiento de Mateo José. En otro orden de cosas, queda también fuera de<br />

duda el celo pastoral de Mateo José, como consta en el Acta de Visita que<br />

realizara el obispo D. Diego Rodríguez Rivas de Velasco a la Villa, en agosto de<br />

1765 e infinidad de documentos. Reconoció el prelado su celo administrativo,<br />

aunque no dejó de hacerle las recomendaciones pertinentes. Una digna de<br />

mencionar es la concerniente a los abusos que las autoridades indígenas<br />

cometían con las viudas y muchachas indígenas y el poco cuidado que de ellas<br />

tenían.<br />

Ordenóle que metiera mano y vigilara escrupulosamente tan <strong>del</strong>icado asunto. "y<br />

para que eviten las torpezas y desórdenes de los Indios alcaldes, regidores y<br />

principales de los pueblos, que como si fuesen sucesores de las dichas y acciones<br />

de los casados, que mueren en sus pueblos, usan de las viudas y así dificultan el<br />

que ellas puedan pasar a segundas nupcias o estado ya desacreditadas, y<br />

reputadas por mugeres deshonestas: mando que el cura cele y mire el<br />

procedimiento de los alcaldes, regidores y principales con las viudas de tres<br />

pueblos (San Marcos, San José de Gracia y Jesús María); ya los que hallaran<br />

90


haber sido deshonestos y torpes con sus comercios con las tales viudas, los<br />

castigue, pidiendo au<strong>xi</strong>lio al alcalde mayor y alcaldes ordinarios, procediendo el<br />

dicho caso con la prudencia y la discreción correspondiente a materia de tanta<br />

gravedad e importancia, para el servicio de Dios y bien de los pueblos de los<br />

indios". También dejaría el prelado una recomendación a Mateo José sobre la<br />

actitud que debía observar con las jóvenes huérfanas indígenas: "y porque<br />

algunas de las muchachas indias de Doctrina que por huérfanas y no tener quién<br />

procure su bien y ponerlas en estado de matrimonio, sucede frecuentemente<br />

imposibilitarse para este estado, resultando embarazadas, sin poder averiguar<br />

quien violó su honestidad, y causa en primera ruina; que regularmente se imputa a<br />

cuantos después <strong>del</strong>la la comunicaron y así quedan sin castigo los que fueron<br />

causa de tantos pecados. Manda S. lIma., que a las muchachas de doctrina que<br />

sean huérfanas y no tengan parientes de quienes se pueda esperar solicitando su<br />

bien, y que parecieran ponerlas en estado de matrimonio, las cuide dicho cura<br />

poniéndolas en parte segura, <strong>del</strong> cuidado de alguna vecina <strong>del</strong> pueblo, o de esta<br />

Villa, que les enseñe los oficios mugeriles, las tenga en recogimiento y libre de que<br />

sean pervertidas, en ínterin que dicho cura hallare persona proporcionada con<br />

quien las pueda casar... Manda S. Sria. que el cura como padre y pastor de su<br />

grey, cuide <strong>del</strong> bien de las tales huérfanas y huérfanos, a quienes según sus<br />

cualidades aplicará a oficios y entrenamientos de que puedan vivir por sí y ganar<br />

con el trabajo honesto y decente su sustentación". Por cuanto llevamos dicho,<br />

inferimos que tanto la Parroquia como la sociedad aguascalentense de entonces<br />

fue deudora de mucho a don Mateo José de Arteaga en los años que le sirvió. Una<br />

de las grandes satisfacciones <strong>del</strong> doctor Arteaga fue la Comisión que recibió de su<br />

obispo a principios de 1767 de continuar la visita pastoral en su nombre a los<br />

pueblos <strong>del</strong> sur y norte de Jalisco, y que motivaron estos cuadernos que ahora<br />

estamos dando a conocer. Sin duda que la forma y perfección en que cumplió, le<br />

valió su pronto ascenso al Cabildo Tapatío. Mateo José dejó el curato el 28 de<br />

enero de 1768 para hacerse cargo en la cabecera episcopal de la Doctoral que<br />

había dejado vacante don Pedro Ignacio de Ibarrete, triunfador de éste en 1754 al<br />

ser promovido a la dignidad de Chantre. Quedó interinamente al frente de la<br />

parroquia aguascalentense, en forma interina, el licenciado Vicente Regalado <strong>del</strong><br />

Campo, hasta agosto 6 de 1769 en que se hizo cargo <strong>del</strong> beneficio curado el<br />

doctor don Vicente Antonio Flores Alatorre, otro benemérito aguascalentense.<br />

Mateo José tomó posesión de su canongía el 5 de abril y no tardaría en unirse a la<br />

labor administrativa diocesana con el obispo D. Diego Rodríguez Rivas, quien lo<br />

apreciaba profundamente por el excelente trabajo pastoral y material realizado. Se<br />

encargó en forma expresa de recopilar la información que el prelado debía<br />

presentar en el Cuarto Concilio Me<strong>xi</strong>cano a celebrarse en enero de 1771 y que<br />

consistía en material sobre teología y moral o sociográfico, concerniente a<br />

cuestiones doctrinales, obvenciones y de cuestión pastoral. Se habían celebrado<br />

en nuestra tierra hasta entonces tres concilios, los que habían legislado sobre las<br />

bases de la Iglesia me<strong>xi</strong>cana. El de ahora, más que al servicio de la Iglesia, trató<br />

los privilegios de la Corona; es decir, que el gobierno trabajó en esta asamblea por<br />

aplicar las medidas regalistas para mejor sujetar a la Iglesia. Por esta razón se ha<br />

calificado al Cuarto Concilio Me<strong>xi</strong>cano de la asamblea eclesiástica más regalista<br />

que ha vivido la Iglesia me<strong>xi</strong>cana. Conviene no olvidar que fue la Iglesia y religión<br />

91


católica las únicas admitidas por España en sus colonias y la primera estuvo<br />

íntimamente unida al Estado, porque el tan criticado Regio Patronato no le dejó<br />

otra opción. Recibía directamente <strong>del</strong> rey las disposiciones que debía guardar e<br />

intervenía en el nombramiento de obispos y curas y aún en las disposiciones <strong>del</strong><br />

culto y disciplina eclesiástica. Si estos seculares privilegios los habían interpretado<br />

los Austrias con más fle<strong>xi</strong>bilidad, los Borbones exageraron su regalismo. Felipe V<br />

(1700-1746) procuró, desde 1735, reintegrar al Estado todos los privilegios que, en<br />

su opinión. habían sido usurpados por Roma. Y aunque protestó el Papa y en un<br />

Breve pidió a los obispos que se opusieran a la consolidación de dichas<br />

pretensiones, el regalismo no detuvo su carrera, debiendo hacer Benedicto XIV las<br />

más amplias concesiones en el Concordato de 1753. En este contexto se puede<br />

afirmar, que el uno, dos y tres concilios me<strong>xi</strong>canos celebrados en el siglo XVI,<br />

trabajaron por sentar las bases de la iglesia en esta tierra; en cambio este cuarto<br />

más bien lo que hizo fue satisfacer los privilegios reales y no los pontificios.<br />

Escribió el jesuita Bayles sobre el Regio Patronato, que "el Pontífice quedóse con<br />

lo estrictamente preciso para que la cristianidad americana dependiera de Roma,<br />

fuese católica"; sin embargo, cabe decir que no fue <strong>del</strong> todo negativo, pues en<br />

opinión <strong>del</strong> mencionado autor, "gracias al Regio Patronato pudieron llenarse a<br />

aquellas regiones, con un ritmo que hoy causa asombro, de iglesias, religiosos y<br />

misiones, de monasterios y de doctrinas..." El Concilio IV Me<strong>xi</strong>cano fue anunciado<br />

por Carlos III como Patrono de la Iglesia Me<strong>xi</strong>cana, en agosto 21 de 1769, en un<br />

escrito conocido como "Tomo Regio". En seguida D. Diego Rodríguez se puso a<br />

trabajar y encargó a Mateo José que acumulara datos y más datos de las distintas<br />

visitas que había efectuado desde 1765; exhortó a curas y doctrineros a que<br />

hicieran llegar cuanto hacía referencia a pastoral porque todo era materia para<br />

informar y discutir en la pró<strong>xi</strong>ma asamblea conciliar. Todo iba viento en popa y<br />

cuando el obispo tenía todo preparado para marchar a la ciudad de Mé<strong>xi</strong>co, le<br />

sorprendió la muerte el l0 de diciembre de 1770 a la edad de 63 años y 16 de<br />

obispo. Como las sesiones conciliares estaban por iniciar, el Vicario Capitular en<br />

Sede Vacante, Dr. Ginés Gómez de Parada y su Cabildo, "otorgaron su<br />

representación al señor doctor don Joseph de Ortega y Rincón Gallardo, con<br />

voto", para que los representara ante tan señalada y regalista asamblea, quien<br />

debería estar en las capital <strong>del</strong> virreinato cuanto antes con todo lo concerniente a<br />

la diócesis, pues las sesiones se abrirían el 13 de enero de 1771. Así ocurrió y el<br />

de Ciénega de Mata estuvo puntual a la cita. Reza una nota marginal en los libros<br />

parroquiales de Aguascalientes: "En el año de 1771 fue destinado para asistir al<br />

Cuarto Concilio Provincial con Voto por la Sagrada Mitra de Guadalajara, que se<br />

hallaba vacante". En honor a la verdad el de Ciénega de Mata era la persona más<br />

indicada y competente para atender asunto de tamaña envergadura.<br />

El concilio fue inaugurado solemnemente en la fecha señalada por el arzobispo de<br />

Mé<strong>xi</strong>co, don Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón, quién presidiría las<br />

sesiones Como Presidente nombrado por el rey Carlos III. Nuestro personaje<br />

alternó y se codeó en tan importante asamblea con las más ilustres<br />

personalidades de la política e iglesia me<strong>xi</strong>cana de entonces. Estaban el<br />

mencionado Lorenzana y Butrón, que de Mé<strong>xi</strong>co pasó a la silla de To1edo como<br />

Primado de España y allí recibiría el capelo cardenalicio Como premio a su<br />

regalismo; don Francisco Fabián y Fuero, obispo de Puebla; don Fray Antonio<br />

92


Alcalde y Barriga, Obispo de Yucatán y luego de Guadalajara; el de Antequera,<br />

don Miguel Anselmo Alvarez Abreu; el electo de Durango, Fray José Díaz Bravo, y<br />

el representante de don Pedro Sánchez de Tagle, Obispo de Michoacán, canónigo<br />

Vicente de los Ríos, así como decenas de sabios eclesiásticos; todos brillantes<br />

teólogos y canonistas y por sus ideas ilustradas y regalismo. Muy cerca de los<br />

padres conciliadores estuvo vigilando cualquier movimiento e idea el Comisario<br />

Real, oidor Anselmo de Rivadeneyra. Fueron 126 las sesiones y se desarrollaron<br />

en la catedral de Mé<strong>xi</strong>co; y como escribió un autor, Mateo José se manejó como<br />

pez en el agua, pues conocía a todo el mundo, y todos le conocían. "Ahí sí que de<br />

mucho le sirvieron sus actos públicos y actillos y en constantes exámenes y<br />

oposiciones; ahí sí que era útil en los concedos, niegos, distingos y contradistingos<br />

de su escolástica". El Concilio terminó sus trabajos en noviembre de ese año. Los<br />

historiadores de esta asamblea hablan elogiosamente <strong>del</strong> de Ciénega de Mata. Lo<br />

que más llamó la atención de los padres conciliares y Comisario Real fue su obra<br />

Descripción de la Diócesi de Guadalaxara de Indias, escrita de puño y letra por<br />

Mateo José. La encontraron tan perfecta que Lorenzana se la llevó a España<br />

como mo<strong>del</strong>o. Es un voluminoso documento en donde se describen con detalle<br />

ciudades, villas, pueblos, curatos, doctrinas, misiones y cuantas familias y<br />

personas formaban la rica, próspera y extensa diócesis de Guadalajara, que<br />

abarcaba los territorios de Jalisco, Nayarit, Aguascalientes, Zacatecas, las<br />

Californias, Texas, Nuevo Mé<strong>xi</strong>co, Nuevo León, Tamaulipas y buena parte de San<br />

Luis Potosí. Es e1 padrón más fiel de cuanto encerraba en 1770 esta<br />

circunscripción eclesiástica novohispana; también es fiel ejemplo de la Ilustración<br />

y, desde luego, de lo que podía lograr un criollo ilustrado como lo fue Mateo José.<br />

Por ello se ha convertido en documento de consulta obligada para quienes desean<br />

conocer y entender la historia de este inmenso territorio de la Nueva España en el<br />

último cuarto <strong>del</strong> siglo XVIII. A todas luces, este Cuarto Concilio Provincial<br />

Me<strong>xi</strong>cano fue más que una asamblea eclesiástica, una reunión regalista, porque lo<br />

que hizo fue someter a los poderes conciliares a los caprichos <strong>del</strong> rey y e<strong>xi</strong>girles<br />

absoluta y ciega obediencia a sus instrucciones. Opinan los historiadores de la<br />

Iglesia me<strong>xi</strong>cana que en materia teológica, moral y pastoral sólo repitió lo<br />

ordenado en el Tercero. Los jesuitas dicen que como novedad se adhirió a las<br />

reiteradas presiones de Carlos III porque el Papa suprimiera la Compañía de<br />

Jesús y canonizara al archienemigo de ésta, el obispo D. Juan de Palafox y<br />

Mendoza; ambas cosas fueron solicitadas a los padres conciliadores en forma<br />

especial. Una vez clausurado el Concilio, Mateo José volvió a Guadalajara a<br />

seguir ocupando su canongía. Pero como ya había probado las mieles <strong>del</strong> poder,<br />

la lisonja y la gloria, no se contentó con lo que tenía y movió todas sus influencias<br />

para que Carlos III se fijara en él para cubrir la sede vacante tapatía, cosa que no<br />

consiguió por ser imposible para un criollo; al poco tiempo llegaba el nuevo Obispo<br />

don Fray Francisco Antonio Alcalde, que el de Ciénega de Mata aceptó con<br />

agrado y continuó su labor en el Cabildo. Gracias a las recomendaciones de<br />

Lorenzana Butrón, a los pocos años Carlos III lo premió por lo bien que se había<br />

portado en el Concilio. Por Cédula fechada en el Pordo el15 de marzo de 1775,<br />

fue presentado Mateo José para ocupar la Doctoral Carolingia <strong>del</strong> Cabildo<br />

Poblano, vacante por muerte de don Manuel Ignacio de Gorazpe y Padilla. Luego<br />

de arreglar los asuntos personales, marcho hacia Puebla para recibir su nueva<br />

93


prebenda. Hay esta información en los libros de Actas de Cabildo Angelopolitano:<br />

"Habiendo sido citados con cédula ante diem y ante mí el Pro Secretario,<br />

compareció el S. D. Matheo Joseph de Arteaga e hizo presentar un Real Título<br />

fechado en el Pardo a quince de marzo <strong>del</strong> corriente año de setenta y cinco,<br />

firmado de la Real Mano, sellado con el Real Sello, con las firmas de S. S. <strong>del</strong><br />

Real y Supremo Consejo de Indias y refrendado de Pablo García Mayoral,<br />

Secretario <strong>del</strong> Rey nuestro Señor, por el cual su majestad (que Dios guarde<br />

muchos años) se sirvió presentar a la Canongía Doctoral de esta Santa Iglesia<br />

Catedral, vacante por muerte <strong>del</strong> S. Dr. Dn. Manuel Ignacio de Gorazpe y la<br />

certificación de los Señores jueces y Oficiales Reales de la Real Hacienda y Caja<br />

de la Corte de Mé<strong>xi</strong>co de haber entrado así la mesada como lo correspondiente a<br />

diez y ocho por ciento de la conducción a España. y la colación de la expresada<br />

canongía la confirió el Ilmo. Sr. D. Victoriano López Gonzalo, <strong>del</strong> Consejo de S.<br />

M., dignísimo obispo de este Obispado, habiendo presidido renuncia que hizo en<br />

forma el expresado S. D. Matheo Joseph de Arteaga, de la canongía Doctoral de<br />

la Santa Iglesia Catedral de la ciudad de Guadalajara en la Provincia de la Nueva<br />

Galicia, que obtuvo, la que le fue admitida por dicho señor (D. Fray Antonio<br />

Alcalde) y declarada su vacante.., a los diez y nueve de agosto <strong>del</strong> corriente año".<br />

Una nota marginal en los libros parroquiales de Aguascalientes dice: "y después<br />

de haber desempeñado honrosamente tan alto empleo (asistente al IV Concilio<br />

Provincial) se sirvió la piedad <strong>del</strong> Rey de ascender a la Canongía Doctoral de la<br />

Santa Iglesia Catedral de la Puebla de que tomó posesión en el mes de junio <strong>del</strong><br />

año de 1775, en donde se halla logrando la mayor aceptación <strong>del</strong> lImo. Prelado de<br />

aquella Santa Iglesia; y sin embargo de tanta distancia, no se olvido de esta su<br />

Patria y Parroquia a la que está Socorriendo y fomentando continuamente". La<br />

doctoral angelopolitana la desempeñó Mateo José por espacio de 8 años y medio,<br />

durante el obispado de D. Victoriano López de Gonzalo. El 15 de marzo de 1784<br />

fue promovido a Maestrescuela, al ser ascendido el que la ocupaba a Arcediano<br />

de la Catedral Poblana. El Cabildo le encargó en esos años las obras de<br />

pavimentación de la Catedral, obra que desempeñó satisfactoriamente; casi logró<br />

enlozar toda la Catedral. Por muerte <strong>del</strong> arcediano don Antonio de los Ríos, el de<br />

Ciénega de Mata ocuparía su puesto el 30 de marzo de 1789. Este Segundo<br />

puesto escalafonario <strong>del</strong> Cabildo Poblano sería el má<strong>xi</strong>mo que ocuparía en vida;<br />

después de desempeñar casi 5 años tan honroso cargo, moriría en su domicilio de<br />

la ciudad de Puebla el 23 de agosto de 1794, a los 68 años de edad. Su última<br />

voluntad fue ser enterrado, “sin responsos ni convites”. Unos comentarios finales.<br />

Mateo José de Arteaga y Rincón Gallardo Se movió dentro de los parámetros<br />

comunes al ambiente eclesiástico de fines <strong>del</strong> siglo XVIII. Por su inteligencia,<br />

ideología y obras debemos considerarlo prototipo <strong>del</strong> clérigo criollo ilustrado y, por<br />

tanto, elemento antecesor de los que promovieron la Independencia de Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Por su gran cultura e ideas de vanguardia merece que lo evoquemos y sea<br />

conocido este ilustre laguense por los jaliscienses y por todos los me<strong>xi</strong>canos. Me<br />

refiero principalmente al hombre público y eclesiástico de que fue ejemplo en su<br />

vida y que queda ampliamente descrito hasta hora. Pero quiero también<br />

mencionar que fue un hombre en quien refulgió la caridad y la bondad. Es decir,<br />

que además de ser brillante canónigo que representó al clero neogalaico en el<br />

Cuarto Concilio Me<strong>xi</strong>cano y que se codeó con la flor y nata de la intelectualidad,<br />

94


también fue amoroso y caritativo pastor de almas en los curatos que le encargaron<br />

regentear. En todas partes se le admiró más su caridad, su amor por los pobres,<br />

su munificencia en la construcción, embellecimiento de iglesias y edificios y<br />

fundación de obras pías. Para mí, merece se señale en Mateo José tanto al<br />

"sujeto en quién se admira el mayor celo y anhelo al Culto Divino, como lo<br />

publican las cuantiosas obras que se deben ver, así en esta parroquia (de<br />

Aguascalientes) como fuera de ella"; al hombre que erogó "más de lo que produjo<br />

el curato" y que "no fue dueño ni de hacer una camisa", en expresión de su<br />

sucesor en el curato de Aguascalientes, Dr. Vicente Antonio Flores Alatorre, que al<br />

hombre público, mago de las finanzas y "experto en los negocios inmobiliarios".<br />

Esto nos conduce a ver en él a un hombre que supo combinar su inteligencia,<br />

inclinaciones y experiencias y adaptarse a las circunstancias. Creo que cabe aquí<br />

aplicar a Mateo José lo que el historiador francés Francois Chevalier escribió fue<br />

común en el clero criollo novohispano: "El presbítero labrador es uno de los<br />

personajes típicos de la Nueva España; unas veces completaban de ese modo los<br />

ingresos de una capellanía, y otras veces había sido ordenado precisamente "a<br />

título de patrimonio", es decir, por el hecho de estar dotado de una propiedad raíz<br />

capaz de asegurarle una vida "congrua", digna y conforme a su estado. Como<br />

gran parte <strong>del</strong> clero de entonces, Mateo José poseía labores y ganados y no debe<br />

extrañarnos que se ocupara de esos menesteres aún con frecuentes ausencias de<br />

su ministerio y en contra de lo establecidas por el Concilio Tridentino. Es que la<br />

explotación de las propiedades rurales era para no pocos la fuente más socorrida<br />

de ingresos, sin duda por ser lo que más se adaptaba a ese estado social.<br />

Aquellos graves labradores y criadores de ganados fueron elementos insustituibles<br />

en la economía y sociedad novohispanas; más concretamente en los criollos. Tan<br />

pronto se extendió este tipo de actividades, que en 1589 el Tercer Concilio<br />

Provincial Me<strong>xi</strong>cano debió legislar para meter al orden a aquellos eclesiásticos<br />

"doctos y graves labradores, criadores y mineros a los que se les encontraba<br />

adornados de guadrapos y caparazones si se trataba de prebendados, licenciados<br />

y doctores".<br />

Luego de esta amplia revisión biográfica <strong>del</strong> autor, el Dr. Gutiérrez se refiere a LA<br />

OBRA. Sobre ella dice: “He mencionado más de una vez en este Estudio<br />

lntroductorio, que la obra más conocida, -y hasta ahora la única- de Mateo José es<br />

la Descripción de la Diócesi de Guadalaxara de Indias, la que él mismo presentó<br />

por primera vez en el seno <strong>del</strong> Cuarto Concilio Provincial Me<strong>xi</strong>cano. También que<br />

llamó tanto la atención a su Presidente, el Arzobispo de Mé<strong>xi</strong>co D. Francisco<br />

Antonio de Lorenzona y Butrón, que se la llevó a España al hacerse cargo de la<br />

sede de Toledo como mo<strong>del</strong>o de este tipo de trabajos. Y en verdad que este texto<br />

rubricado punto por punto por Mateo José merece nuestro elogio, porque pasa la<br />

vista inquisidora por parroquias, iglesias y conventos, porque señala distancias,<br />

número de familias e individuos, pueblos, haciendas, ranchos o estancias de cada<br />

parroquia; en fin, porque contiene pelos y señales <strong>del</strong> extenso territorio que<br />

conformaba el Obispado de Guadalajara. Nueva Galicia había conocido antes de<br />

la Descripción de Mateo José varios trabajos similares y numerosos padrones<br />

particulares, fruto de cada una de las épocas en que se realizaron, pero que no<br />

todos se han podido conocer porque se perdieron. Recordamos aquí dos obras<br />

señeras, la Descripción Geográfica de los reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya<br />

95


y Nuevo León <strong>del</strong> Obispo Alonso de la Mota y Escobar, y la Descripción de la<br />

Nueva Galicia, de Domingo Lázaro de Arregui; ambas realizadas "por el bien<br />

común y que la tierra fuera a más y ahora se poblara"; una y otra dan a conocer el<br />

externo obispado, con material de primera. La de Mateo José va más allá, pues<br />

responde no tanto a la urgencia de conocer por conocer la tierra, sino a que, una<br />

vez conocida, explotarla mejor, que es lo que entendían por gobernar los reyes<br />

absolutistas de la segunda mitad <strong>del</strong> siglo XVIII.<br />

Ahora entrará un ingrediente más, muy importante, el conocimiento de las<br />

estadísticas, la compilación clasificada de datos sobre hechos físicos o morales<br />

que se prestan a numeración o recuento y comparación de cifras a ellos<br />

referentes, ciencia que había tenido origen y se había extendido en el mundo<br />

español en el siglo XVIII. Había nacido principalmente de la necesidad de estudiar,<br />

de conocer el campo de los hechos sociales para enseñar los métodos de<br />

recolección e interpretación de los numéricos y que, con los años, se fueron<br />

conformando en parte de la economía política como cuerpo teórico fundamentaron<br />

la idea de que e<strong>xi</strong>ste un orden natural en los fenómenos económicos. Aunque<br />

aplicadas sin la precisión que ahora conocemos, se comenzaron a manejar en<br />

Mé<strong>xi</strong>co durante los años de ensayo de las reformas políticas y administrativas<br />

emprendidas por el gobierno de Carlos III en la segunda mitad <strong>del</strong> siglo XVIII,<br />

cuando se pretendió cancelar una forma de gobierno e imponer otra que<br />

permitiera extraer mejor los beneficios materiales. Esa fue la razón de que se<br />

multiplicaran los informes, visitas y relaciones geográficas, para mejor conocer el<br />

contenido y producción de las colonias españolas de ultramar.<br />

Por esta razón las descripciones y visitas son más escrupulosas y,<br />

frecuentemente, pasan de lo particular a lo general; por eso, en la segunda mitad<br />

<strong>del</strong> siglo XVIII, encontramos numerosos informes y autos de visita de distritos o<br />

parroquias denominados “subalternos” y que cristalizan en obras como los<br />

Cuadernos de Visitas que nos ocupan. Mateo José no es pionero en este tipo de<br />

trabajos; lo anteceden Mallas de la Mota Padilla con su Historia <strong>del</strong> reino de la<br />

Nueva Galicia, José Antonio Villaseñor y Sánchez, autor de Theatro Americano,<br />

que hizo la primera descripción metódica y ordenada de la Nueva Galicia (1748)<br />

en su volumen II. Y, en lo eclesiástico, la visita de la diócesis practicada por el<br />

obispo franciscano D. Fray Francsco de San Buenaventura Martínez de Tejada, en<br />

cuyo momento el de Ciénega de Mata era Secretario <strong>del</strong> prelado.<br />

El expediente que contiene los Cuadernos de Visíta de los curatos que Mateo<br />

José atendió como Juez Visitador, registra 19 cuadernos y consta de 282 fojas;<br />

por razones lógicas dejo fuera los que corresponden a Chapala y Ajijic atendidos<br />

por el mismo Dr. D Diego Rodríguez de Rivas y Velasco. Cada cuaderno llevó el<br />

título y serie a la vez, de portada y están cuidadosamente cosidos; individualmente<br />

encierran un informe detallado de cada uno de los casos locales;<br />

fundamentalmente son asuntos de administración pastoral y derechos<br />

eclesiásticos, aunque también nos permiten conocer hechos y situaciones sociales<br />

y demográficas de las mencionadas comunidades y jurisdicciones <strong>del</strong> sur de<br />

Jalisco en la segunda parte <strong>del</strong> siglo XVIII. Los archivos parroquiales a que se<br />

refieren contiene estos autos en sus libros de gobierno. Este expediente que reúne<br />

los 19 es para el Archivo Arzobispal de Guadalajara una joya histórica y creo que<br />

lo es también para quienes estudiamos la vida social de Occidente. Sabemos<br />

96


perfectamente a quién se deben y que son producto de la visita general iniciada en<br />

1765 por D. Diego Rodríguez; es más, conocemos los documentos que<br />

propiciaron ésta, Edicto y Carta de marzo y mayo de 1765, y la metodología que<br />

debía aplicarse. Todo esto resulta de gran ayuda para mejor conocer e interpretar<br />

su contenido y que la información es fidedigna, ya que fue recogida y<br />

proporcionada por los respectivos párrocos y por quienes tenían que ver con cada<br />

una de las instituciones en ellos mencionadas. Por eso anteceden a los<br />

Cuadernos ambos documentados, así como el escrito en que Mateo José es<br />

nombrado Juez Visitador. Uno de los obstáculos a que se va a enfrentar el lector<br />

son los datos globales que no permiten identificar particularidades tan fácilmente.<br />

Pero debe tener presente que era la forma de realizar este tipo de informes:<br />

globalizaban el panorama general de cada una de las jurisdicciones. Creo de gran<br />

interés el que nos dan fichas exactas, localidades, instituciones y personajes que<br />

los administraban; y hasta tiene la cualidad de informar de categorías étnicas y<br />

administrativas, así como de logros o desajustes ocurridos alrededor de las<br />

fechas. En fin, aquí no hay duda de detectar la confiabilidad de los documentos,<br />

confiabilidad social y de personajes fundamentales para la historia. Cada uno<br />

constituye la base para la evolución de las prácticas religiosas y colaboración<br />

económica. ¿O no nos dice todo esto el señalamiento de obras y fuentes<br />

económicas de las parroquias y cofradías? Esto nos lleva a pensar que coadyuvó<br />

todo un equipo parroquial. Además, la unidad de datos a través de cada uno de<br />

los Cuadernos revela la <strong>presencia</strong> de un superior o coordinador cuidadoso y hasta<br />

e<strong>xi</strong>gente con sus colaboradores en cuanto al orden y totalidad de datos.<br />

Reiteramos, estos Cuadernos de Visita corresponden a los últimos años <strong>del</strong><br />

episcopado de Don Diego Rodríguez de Rivas y Velasco, y los 17 se ocupan de<br />

los curatos que por comisión encargó visitara Mateo José al no poder atenderlos el<br />

prelado en persona. No se salen <strong>del</strong> cartabón observado y <strong>del</strong>ineado en 1765,<br />

aunque merece que resaltemos que contienen muchas particularidades, sello <strong>del</strong><br />

de Ciénega de Mata; manifiestan que se interesa por conocer en detalle lo bueno<br />

y lo malo y, también, manifiestan una curiosidad inquisitiva, para poder tomar las<br />

providencias sobre cada uno de los problemas. Apreciamos que en ningún<br />

momento se aparta de las normas <strong>del</strong> edicto y carta dirigidos por el prelado a los<br />

párrocos y doctrineros de la diócesis en 1765; por lo tanto, la información de cada<br />

Cuaderno tiene mucho en común. Son reiterativos en satisfacer escrupulosamente<br />

lo que el Derecho Canónigo y las normas reales señalaban sobre las visitas<br />

pastorales. El Concilio de Trento ordenó que los obispos tenían la obligación de<br />

vivir en sus iglesias y que debían visitar sus diócesis una vez al año. El Concilio III<br />

Me<strong>xi</strong>cano Provincial (1585), hizo suya esta norma y la impuso como obligatoria a<br />

los obispos novohispanos. Las visitas involucraban toda la vida eclesiástica: los<br />

clérigos como los seglares, incluidos los religiosos en tanto que fueran curas<br />

doctrineros; culto y decoro de los templos, administración de beneficios,<br />

testamentos, capellanías, aniversarios; vida y costumbres de clérigos o no<br />

clérigos; todas esas cosas eran aspectos centrales de toda visita. Por su parte<br />

también el rey hizo suyas las recomendaciones <strong>del</strong> Concilio de Trento. La<br />

Recopilación de las Leyes de Indias, libro I, título VII, hablan sobre las visitas de<br />

obispos; de allí se derivó que en caso de no poderlo hacer personalmente<br />

nombraran Visitadores Comisionados como fue el caso de Mateo José. Pienso<br />

97


que esto coadyuvaba también a que la corona española satisficiera la necesidad<br />

que tenía de conocer la realidad americana, preocupación constante durante los<br />

tres siglos de la corona. Fue a través de cédulas y ordenanzas, de instrucciones y,<br />

cuestionarios que el Consejo de Indias elaboró un sistema periódico de<br />

información, llámense descripciones, relaciones geográficas o visitas pastorales,<br />

que debían suministrar los eclesiásticos. El caso de las Visitas Pastorales tenían<br />

un objetivo claro y específico: conocer los problemas, someterlos a un escrupuloso<br />

análisis para luego poder tomar las debidas recomendaciones. Lo importante era<br />

proporcionar "el debido alivio espiritual y temporal a los feligreses". Las<br />

Ordenanzas Generales de Fray Marcos Ramírez de Prado para el Obispado de<br />

Michoacán son muy expresivas al respecto: "Introducir la doctrina sana y católica y<br />

expeler las herejías; promover las buenas costumbres y corregir las malas;<br />

inflamar al pueblo con exhortaciones y consejos a la religión, paz e inocencia, y<br />

arreglar todas las demás cosas de utilidad de los fieles" Quiero hacer hincapié en<br />

que se diferencian estos Cuadernos de Visita de los Padrones también numerosos<br />

en esos años. Todo prelado estaba obligado a visitar su diócesis al menos una vez<br />

en su vida para mejor conocer a su grey y no dejar que los problemas se<br />

complicaran. Tenían un objetivo pastoral, ético principalmente; aunque también<br />

trataban asuntos sociales como el caso de las viudas y huérfanas de pueblos<br />

indios que involuntariamente aparecen en cada visita parroquial. Pero aunque ya<br />

se ha hecho mención, quiero insistir en que estas visitas contienen el sello<br />

personal <strong>del</strong> Sr. Rodríguez Rivas; llevan la sencillez pues no tiene empacho en<br />

exhortar a los curas a que "huyan de inquietudes y sobresaltos por el visitador y<br />

visita, solicitud de prevenciones y comidas, licores y regalos, que yo y mis<br />

familiares estamos acostumbrados a vivir comiendo lo que ofrece el país y el<br />

tiempo". Aunque Mateo José estaba acostumbrado a lujos, no le quedó más otro<br />

remedio que someterse a las normas anteriores; y a fe que las observó, pues en<br />

ningún momento se dijo nada en su contra.<br />

Deducimos que en ningún momento contraviene las órdenes de su prelado; y nos<br />

satisface observar en la lectura de los Cuadernos que también vigiló porque los<br />

curas se abstuvieran de pedir subsidios a sus feligreses para la manutención <strong>del</strong><br />

visitador y "mucho más los curas de indios (que eran varios de los visitados), cuya<br />

pobreza los hace acreedores de los sacramentos de sus curas y exceptos, por Ley<br />

de Indias, de las más pequeñas atribuciones...; la menos que el cura mendigue<br />

pollos ni gallinas, que no hay necesidad para tanta bajeza y abatimiento para un<br />

cura". Mateo José procuró que sus visitados huyeran de toda prodigalidad y<br />

desperdició, tanto como el de la mendicidad, "que estos extremos son prohibidos a<br />

los clérigos, cuyo procedimiento ha de ser honrado, virtuoso y de ejemplo para los<br />

seculares".<br />

Deducimos que los abusos con las viudas y huérfanos de pueblos indios eran dos<br />

asuntos que se habían recrudecido y que merecían toda la atención y soluciones<br />

drásticas. No es de extrañar que en cada auto de visita Mateo José mande en lo<br />

que toca a las viudas, que el cura cele y mire el procedimiento de los alcaldes<br />

regidores y principales, con las viudas de sus pueblos, "y los que hallare haber<br />

sido deshonesto y torpe en sus comercios con las tales viudas, los castigue<br />

pidiendo au<strong>xi</strong>lio al Alcalde Mayor y Alcaldes Ordinarios o Tenientes de su territorio,<br />

procediendo dicho cura con la prudencia y discreción correspondiente a materia<br />

98


de tanta gravedad e importancia para el servicio de Dios y el bien de los pueblos<br />

de los indios". En el asunto de las huérfanas no es menos e<strong>xi</strong>gente, porque muy<br />

pocas veces se castigaba al culpable de su deshonra; de ahí la especial<br />

recomendación porque el cura coloque "a las huérfanas indias entre gente que<br />

cuide de ellas, las enseñen "labores mugeriles y oficios" con que puedan vivir por<br />

sí y ganar en su trabajo honesto y decente para su sustentación", mientras<br />

llegaban al estado de matrimonio.<br />

Como ocurriría en la comunicación documental, las visitas observaban cierto<br />

orden; es decir, seguían determinadas "veredas". La diócesis había sido dividida<br />

desde su origen en 4; estos pueblos visitados por Mateo José parte corresponden<br />

a la tercera o "de tierra caliente" y parte a la cuarta. Como el lector apreciará, se<br />

mezclan parroquias y doctrinas; es decir, que la <strong>presencia</strong> de los frailes tenía aún<br />

su importancia. En nuestro caso son franciscanos los llamados "doctrineros", a<br />

cuyo cuidado se encontraban principalmente pueblos indígenas. Como había<br />

manifestado D. Diego Rodríguez Rivas a lo largo de su episcopado, Mateo José<br />

hace énfasis en la vida comunitaria practicada por los pueblos indígenas; también<br />

nos congratulamos de que se empeñara porque donde e<strong>xi</strong>stía una labor educativa<br />

ésta continuara; y donde no la había, se abriera. Era el espíritu ilustrado que tan<br />

profundamente había calado en él. Los cuademos de visita aquí comentados,<br />

guardan gran uniformidad en el desarrollo de los temas tratados. Es conveniente<br />

hacer notar, que éstos que son encargo expreso, contienen mucha iniciativa<br />

inquisitorial; y ésto es una aportación personal <strong>del</strong> de Ciénega de Mata. Quizá por<br />

eso en determinados tópicos resulta su trato perfecto y, por lo mismo, merecen<br />

nuestra admiración. Y es que contienen tal justificación, puntualidad, acercamiento<br />

y prevención, que satisface cualquier tipo de e<strong>xi</strong>gencia en cuanto a informes sobre<br />

población y problemática particular de cada una de las comunidades parroquiales<br />

visitadas.<br />

También quiero hacer hincapié en que, aunque se trata de una serie de visitas, de<br />

una serie de jurisdicciones en que la diócesis convencionalmente había sido<br />

parcelada: parroquias, doctrinas y misiones, podemos decir que verdaderamente<br />

se trata de una corografia o descripción pormenorizada de un territorio en que<br />

también se abordan asuntos políticos. No tenemos ejemplos anteriores tan<br />

perfectos en el área política, sino hasta Mateo José con su Descripción de la<br />

Diócesi de Guadalaxara de Indias más de una vez mencionada; esta me parece<br />

un ejemplo inimitable, porque el de Ciénega de Mata redacta la provincia con un<br />

criterio preciso y sistemático. Por algo las decenas de cuadernos de visita <strong>del</strong><br />

Señor Rodríguez Rivas serán materia prima y mo<strong>del</strong>o a seguir para él. No hay que<br />

olvidar que tanto el obispo como el laguense eran hombres ilustrados y conocían<br />

los trabajos que por las mismas fechas se estaban desarrollando en Europa.<br />

Aunque no podemos calificar a estos Cuadernos como trabajos de geografía o<br />

historia regional, porque no los concibió así Mateo José, tienen mucho de eso,<br />

porque abordan el estudio <strong>del</strong> hombre -de los hombres- y su medio físico y social y<br />

la interacción de ambos. Presenta el esquema de cada parroquia con prosa<br />

concisa y estilo elegante; y en momentos enumera características ajenas a los<br />

asientos de una visita pastoral. Pocos puntos y asientos escapan al interés <strong>del</strong><br />

autor; lo que permite apreciar en el de Ciénega de Mata un magnífico observador<br />

o captor de información y problemas. Las materias y asuntos de algunos de los<br />

99


curatos son excelentes; llega a penetrar a fondo en al realidad sociorreligiosa <strong>del</strong><br />

momento. La escritura en ningún momento pierde la emoción de la persona, de<br />

Mateo José, que directamente recabó los asuntos ocurridos en el mismo terreno;<br />

tanto más valor.<br />

En fin, no se puede negar calidad a estos Cuadernos de Visita; tampoco su gran<br />

valor histórico. El conocimiento <strong>del</strong> autor de la materia y problemática, permite que<br />

encontremos un trabajo tratado metódicamente; da cuenta muy completa de<br />

pueblos, apunta con regularidad y exactitud hasta los asuntos más insignificantes,<br />

así como las cifras de habitantes. Con frecuencia hasta hace más de lo que piden<br />

las normas de una visita; por ello los veo como algo más que una descripción<br />

precisa de estadísticas. Y esto es lo que esencialmente hace que los Cuadernos<br />

constituyan la mejor garantía de valor para una fuente histórica.<br />

Una última observación a los lectores. He querido que los textos conserven su<br />

originalidad en redacción, puntuación y ortografia; por eso están paleografiados en<br />

su estilo y ortografía original. Prefiero que los lectores sufran con su lectura, a<br />

adecuarlos a nuestra escritura española actual. Creo que es la mejor forma de<br />

gozar su frescura y las modalidades verbales de hace 232 años.” 62<br />

Los cuadernos de visita <strong>del</strong> laguense Mateo José de Arteaga a 17 pueblos <strong>del</strong> sur<br />

de Jalisco en 1767 estan enumerados como sigue:<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Zacualco.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Sayula.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Techaluta.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Atoyac.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Amacueca.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Teocuitatlán.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Tizapán.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Cocula.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Ameca.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de San Francisco de Agualulco.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Etzatlán.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Ostotipaquillo Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de<br />

Santa María Magdalena.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de Thequila.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de San Francisco de Tala.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de San Antonio de Padua de Thxomulco.<br />

Cuaderno de visita <strong>del</strong> pueblo de San Francisco de Poncitlán.<br />

También se publica el EDICTO PREVENCIONAL PARA LA VISITA DEL ILMO.<br />

SR. DIEGO RODRÍGUEZ; el documento mediante el cual pide el obispo a los<br />

curas desaparezcan en la visita anunciada festines, comilonas y gastos superfluos<br />

y el nombramiento de juez visitador al Dor. Dn Matheo Joseph de Arteaga.<br />

Los estudios sobre los Altos de Jalisco y Aguascalientes, le dieron la <strong>presencia</strong> al<br />

Dr. Gutiérrez para recibir la invitación que permitiera la descripción de otros<br />

municipios. Otro de sus textos es sobre la municipalidad de Ocampo, Guanajuato.<br />

El título de este trabajo es EL PASADO EN EL PRESENTE DE OCAMPO, con el<br />

cual se da testimonio de un pueblo que ha creado su propia historia y que se ha<br />

62 Ibdem. Pp. 33-40.<br />

100


desarrollado hasta convertirse en una comunidad progresista y dinámica, con la<br />

mirada hacia el futuro pero sin perder la memoria histórica. Entre las referencias<br />

históricas se dice que Ocampo estuvo habitado por indios guachichiles y<br />

chichimecas durante la época prehispánica y se convirtió en la época colonial en<br />

asiento de importantes haciendas agroganaderas que abastecieron por siglos a<br />

diversas regiones; el vestigio de esa bonanza económica se puede ver en la<br />

arquitectura colonial y post-colonial que se desarrolló en la localidad.<br />

En este texto se dice en la INTRODUCCIÓN: “El Cabildo Municipal de Ocampo,<br />

Gto., con el Dr. Gustavo Cortés al frente y la Secretaría de Cultura <strong>del</strong> Estado de<br />

Guanajuato a través de la Casa de Cultura Municipal, en colaboración con la<br />

Universidad Autónoma de Aguascalientes, unieron esfuerzos para la realización<br />

<strong>del</strong> presente texto, con el propósito de que la niñez y juventud ocampense tengan<br />

un primer acercamiento al estudio formal de la historia de Ocampo, misma que les<br />

permitira conocer mejor su pasado y tradiciones. El actual plan de estudios de<br />

educación nacional, otorga gran importancia al conocimiento que la niñez y<br />

juventud deben adquirir sobre el entorno inmediato: la localidad, el municipio. El<br />

aprendizaje de la historia es un elemento esencial de fortalecimiento al origen, y<br />

ayuda a que se tome conciencia de que Mé<strong>xi</strong>co se enriquece con la diversidad<br />

cultural, geográfica e histórica de las regiones <strong>del</strong> país.<br />

Esta historia de Ocampo, presenta los hechos más relevantes que se han llevado<br />

a cabo en la municipalidad a través de cada periodo histórico. Así, veremos como<br />

el suelo ocampense fue asiento de varios pueblos prehispánicos, entre ellos los<br />

guachichiles v chichimecas jonaces, que apenas alcanzaron culturas<br />

semialdeanas con características muy propias.<br />

Durante la época virreinal Ocampo fue un punto de abasto agroganadero que le<br />

permitió gozar de bonanza económica, la cual se reflejó en las diversas haciendas<br />

que se establecieron y que aún pueden apreciar los ocampenses. Es en este<br />

lapso que se establece Estancia de los Vaqueros, precedente <strong>del</strong> actual Ocampo.<br />

El primer siglo de vida independiente reviste singular importancia para Ocampo,<br />

pues fue en este tiempo cuando el Congreso <strong>del</strong> Estado lo erigió municipio y las<br />

autoridades eclesiásticas lo constituyeron en parroquia.<br />

En el lapso correspondiente al siglo XX se verán los distintos hechos acontecidos<br />

en Ocampo, como los de la Revolución de 1910 y conformación de los gobiernos<br />

post-revolucionarios; sobre todo su desarrollo hasta lograr convertirse en una<br />

comunidad progresista y dinámica, como lo es en la actualidad.<br />

La historia de Ocampo es pues, el testimonio de un pueblo que ha creado un<br />

modo de ser propio y ha consolidado sus valores esenciales y el presente texto<br />

tiene como propósito dar a conocer a los ocampenses esta herencia, a fin de que<br />

al reafirmar su memoria histórica afiancen sus orígenes.<br />

El gobierno <strong>del</strong> Estado demuestra una vez más su interés por la educación y<br />

cultura con el apoyo prestado a la realización de esta obra, la cual será un valioso<br />

aporte para quienes por medio <strong>del</strong> estudio y la lectura superen su diario vivir.<br />

El Cabildo Municipal, la Universidad Autónoma de Aguascalientes, la Casa de<br />

Cultura de Ocampo y quienes hemos participado en la investigación y realización<br />

de esta obra, Dr. José Antonio Gutiérrez, Mtro. Felipe de Jesús Ortega, Lic. Ma.<br />

Rosalina Gallegos, Lic. Dulce María Pérez de León González, María Edna Meza<br />

Pavía y Caliope Martinez, estamos seguros de que, a través <strong>del</strong> mejor<br />

101


conocimiento de esta historia, los ocampenses reafirmarán la confianza y el amor<br />

que tienen por Mé<strong>xi</strong>co, por su Estado y por su lugar de origen.” 63<br />

El contenido de los capítulos es el siguiente: Capítulo 1 Marco Físico, geográfico y<br />

social.<br />

Capítulo 2 El tiempo prehispánico. Capítulo 3 La era virreinal. Capítulo 4 El<br />

periodo formativo. Capítulo 5 La época moderna. Capítulo 6 La revolución.<br />

Capítulo 7 Ocampo contemporáneo. En ellos se describe el entorno y evolución<br />

histórica de dicho municipio.<br />

Otra de las obras de José Antonio Gutiérrez, en la que se rescatan diversos<br />

documentos y sirve de fuente de información sobre asuntos eclesiasticos en<br />

Aguascalientes es la publicada en tres volúmenes donde se conjunta una<br />

“Colección de documentos para la historia de la Diócesis de Aguascalientes”,<br />

producto <strong>del</strong> trabajo <strong>del</strong> Dr. José Antonio Gutiérrez Gutiérrez. En cada uno de ellos<br />

hay una nota anónima en la que se dice que: “Con motivo de los primeros cien<br />

años de vida de la Diócesis de Aguascalientes, la Comisión Organizadora de los<br />

festejos propuso, entre otras cosas, la publicación de una serie de documentos<br />

que encierran su historia encontrados en diversos archivos. La selección que se<br />

ha hecho tiene cariz acentuadamente religioso; aunque, también se vio la<br />

conveniencia de adjuntar documentos de contenido administrativo, político,<br />

económico, social y cultural que de alguna forma inciden en ella. Estamos<br />

convencidos que este arsenal de documentos, es un valioso acervo para la<br />

Historia Eclesiástica, Regional y Nacional; que los textos reunidos van a arrojar luz<br />

sobre el desarrollo histórico en general. También que muchos de ellos serán de<br />

gran utilidad para quienes hacen la historia religiosa y social de Aguascalientes.<br />

Este esfuerzo de recolección lleva el objetivo de clarificar y validar la verdad<br />

histórica, así como rectificar interpretaciones hechas por quienes han escrito la<br />

Historia de Aguascalientes, que por desconocimiento y escasa accesibilidad a los<br />

archivos resultaban incompletas.<br />

La recopilación y paleografiado estuvo a cargo <strong>del</strong> doctor José Antonio Gutiérrez<br />

G.”<br />

En la INTRODUCCION, expuesta en el Volumen I, el autor afirma que:<br />

“Investigadores de diversas instituciones y países han trabajado, de unos años<br />

para acá, por dar a conocer la importancia de los testimonios generados por la<br />

Iglesia como fuente para el conocimiento de la historia. Esto viene a referencia, a<br />

que gracias a estos trabajos, la visión <strong>del</strong> pasado laico y excluyente de la vida<br />

religiosa y <strong>del</strong> clero, que las cuestiones relativas al Estado predominaran sobre<br />

otros temas y a veces, consecuentemente convertidas en el "leit motiv" de los<br />

historiadores, comiencen a cambiar y permitan la entrada a temas eclesiásticos en<br />

la historia social. Hay que ser sinceros, esta visión parcial en nada había<br />

favorecido a nuestra historiografía por ser eso, parcial. Nos agrada que en las<br />

últimas décadas se estén dando estos cambios; que contemos con trabajos con<br />

esta nueva perspectiva y de esta índole, para mejor entender la historia social<br />

me<strong>xi</strong>cana y regional, y es que, como dice Andrés Lira, "no se trata de reivindicar el<br />

papel de la Iglesia, actor histórico condenado o desterrado; se trata de algo más<br />

63 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio, 1936 El pasado en el presente de Ocampo. Ocampo, Gto. Municipio<br />

de Ocampo, Gto. : Instituto Estatal de la Cultura : UAA 2000 p.166<br />

102


operante para entender a nuestro pasado, apreciando testimonios, dando cuenta<br />

de su procedencia, de su integración en diversas instituciones eclesiásticas". Al<br />

hacerlo, nos damos cuenta de su papel en la conformación <strong>del</strong> espacio geográfico,<br />

de las jerarquías sociales en las que el clero se ha involucrado como actor. Esta<br />

nueva versión, esta nueva forma de tratar fuentes eclesiásticas coadyuva a dar el<br />

valor que realmente tienen éstas, a dudar menos de estos testimonios, a darles su<br />

justo valor. También a que coadyuven a aceptar su influyo en la conformación de<br />

otros testimonios en los que también no e<strong>xi</strong>ste influencia religiosa alguna, ni<br />

intención de agentes <strong>del</strong> clero, ya que muchos de estos documentos recogen, a<br />

veces plenamente, e<strong>xi</strong>gencias que actúan fuera y que más de una vez contradicen<br />

al clero en sus pretensiones concretas. No es válido negar la calidad de las<br />

fuentes eclesiásticas porque consignaron los liberales <strong>del</strong> siglo XIX que la historia<br />

se había de hacer laica, quitando a la Iglesia de en medio, o porque había perdido<br />

la batalla política. Hay que ser honestos, nuestra historia no debe implicar su<br />

ausencia; y si así se actúa, resultará una visión incompleta. No esta bien<br />

desvirtuar la calidad de un testimonio tan rico como éste, las fuentes primarias<br />

eclesiásticas y su relación con la historia nacional <strong>del</strong> país. La iglesia novohispana<br />

y nacional y su clero e instituciones se han hallado a lo largo de siglos al centro de<br />

múltiples y variadas actividades de nuestra vida social. Los documentos que los<br />

archivos parroquiales y catedralicios han guardado, para registrar éstas, son ricos<br />

tanto para el historiador como para el público en general. Acercan a múltiples<br />

vertientes <strong>del</strong> pasado; a lo político y biográfico, como a la auténtica historia social:<br />

al estudio de la sociedad misma. No por obvio se ve el propósito de publicar esta<br />

Colección de Documentos para la Historia de la Iglesia de Aguascalientes. Para<br />

conocer y estudiar la historia social colonial, decimonónica y presente, los acervos<br />

archivísticos parroquiales y episcopales resultan de esencial importancia por su<br />

riqueza, porque en los diversos libros, crónicas religiosas, padrones,<br />

informaciones diocesanas y parroquiales o cuadernos de visita, encontramos la<br />

cotidianidad social y su significación; también los procesos inquisitoriales permiten<br />

que conozcamos esa cotidianidad de criollos, indígenas y castas, de creencias<br />

populares, prácticas, rituales asociados con la agricultura, así como el de sus<br />

fiestas o sensualidad; y hasta los conflictos e<strong>xi</strong>stentes hacia el interior de las<br />

distintas comunidades. Los registros parroquiales y demás materiales archivísticos<br />

son material de primera para rastrear y medir esa cotidianidad social de por sí<br />

compleja que desbordaban todos los mo<strong>del</strong>os que se le querían implantar. Pienso<br />

que esta Colección de Documentos puede ser un elemento importante para captar<br />

una visión comprensiva de estas fuentes; herramienta para el historiador que<br />

quiera acceder a aspectos históricos más ricos de los entornos regionales, como<br />

sería nuestro caso de Aguascalientes; e incluso llegar a conocer las<br />

transformaciones de la vida novohispana. La utilidad de estas fuentes es doble:<br />

ayuda a pensar en los proyectos sociales <strong>del</strong> régimen político y en la realidad<br />

social a la que respondían con sus conductas inconformes y los esfuerzos para su<br />

encauzamiento. La necesidad de la corona española de conocer la realidad<br />

americana fue preocupación constante durante los tres siglos de colonia, y fue a<br />

través de cédulas y ordenanzas, de instrucciones y cuestionarios que el Consejo<br />

de Indias elaboró un sistema periódico de información, llámense Descripciones,<br />

Relaciones Geográficas o Autos de Visitas Pastorales que debían suministrar los<br />

103


eclesiásticos. La Iglesia Católica siempre ha dado importancia a sus archivos, el<br />

Primer Concilio Provincial Me<strong>xi</strong>cano (1555) ordenó el establecimiento de los<br />

registros antes que el Concilio de Trento. A partir de entonces prescribió que los<br />

párrocos llevaran libros de bautismo y matrimonio tanto de indios como de<br />

españoles; las ordenanzas emanadas de los Concilios Segundo y Tercero<br />

ratificaron y completaron la disposición anterior, al establecer la necesidad de<br />

enlistar los entierros, y aunque en Mé<strong>xi</strong>co después de las Leyes de Reforma, los<br />

libros parroquiales no han tenido las mismas funciones, no por eso han dejado de<br />

ser fuente valiosa para cualquier tipo de situación. Más aún, ni con la separación<br />

Iglesia-Estado sus archivos quedaron desmantelados; siguieron cumpliendo una<br />

función sustantiva, porque todo y de todo iba a caer en sus estantes. Pese a los<br />

avatares de los tiempos, la Iglesia no ha dejado de e<strong>xi</strong>gir a los curas informes<br />

trimestrales, cuatrimestrales o anuales sobre administración y pastoral, y cada<br />

determinado número de años ordena que confeccionen padrones y levanten<br />

estadísticas de cada parroquia, como también de muertos cuando el país o una<br />

región es asolada por epidemias; más aún, hay hasta diarios que nos relatan día a<br />

día las incidencias de éstas. También ha tenido el cuidado de registrar otras<br />

calamidades, los hechos de cofradías y hermandades y cualquier acontecimiento<br />

notable. En fin, la importancia de los archivos eclesiásticos está fuera de duda,<br />

llámense catedralicios o parroquiales; todos propician una rica y multifacética<br />

historiografía. Constituyen grandes repositorios para la historia social nacional,<br />

regional y local; por ello se justifica este tipo de trabajos, pues encierra cualquier<br />

información sobre tradiciones, gobierno civil y eclesiástico, liturgia, pastoral y<br />

administración. Por lo general, no se ha reconocido suficientemente el papel<br />

preponderante de la Iglesia en la historiografía me<strong>xi</strong>cana, aunque es reconfortante<br />

que de unos años para acá, los estudiosos hayan iniciado una recapitulación al<br />

respecto y que se trabaja por reparar omisiones y silencios; por tomar posiciones<br />

interpretativas, por aceptar su papel trascendental; esto se debe a los esfuerzos<br />

por dar a conocer los documentos producidos por ella. Esta Colección de<br />

Documentos Inéditos y muy raros sobre la Iglesia Católica en Aguascalientes<br />

pretende coadyuvar a que los historiadores locales cuenten con más fuentes para<br />

mejor interpretar la historia. La conforman tanto documentos originales como ya<br />

publicados; creo que su valor está en que todos hacen referencia a la Iglesia local.<br />

¡Ojalá puedan dar un buen servicio y que, al leerse y analizarse, se aprecie mejor<br />

el lugar que a la Iglesia le corresponde en la Historia de Aguascalientes.”. 64<br />

En el Volúmen I. se reproducen documentos de los Siglos XVI y XVII. El INDICE<br />

<strong>del</strong> SIGLO XVI comprende 40 documentos y el <strong>del</strong> siglo XVII 34 que hacen un total<br />

de 74 documentos<br />

El Volúmen II, reproduce los documentos <strong>del</strong> Siglo XVIII, el cual contiene los<br />

documentos <strong>del</strong> 75 al 202. 65<br />

64 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Colección de Documentos para la Historia de la Diócesis de<br />

Aguascalientes. Vol. I. Siglo XVI y XVII. Universidad Autónoma de Aguascalientes/Obispado de<br />

Aguascalientes, 1999. Pp. 13-16.<br />

65 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Colección de Documentos para la Historia de la Diócesis de<br />

Aguascalientes. Vol. II. Siglo XVII. Universidad Autónoma de Aguascalientes/Obispado de Aguascalientes,<br />

1999.<br />

104


El Volúmen III, comprende los documentos <strong>del</strong> 203 al 353 <strong>del</strong> Siglo XIX. 66<br />

Además de su producción bibliográfica, el Dr. Gutiérrez ha colaborado en otras<br />

monografías que han sido producto de eventos académicos, ejemplo de ello es su<br />

participación en el TERCER SIMPÓSIUM Los Altos de Jalisco a fin de siglo,<br />

celebrado en el Centro Universitario Los Altos <strong>del</strong> Sistema de Educación Media<br />

Superior de la Universidad de Guadalajara, en Tepatitlán de Morelos, Jalisco el 23<br />

y 24 de junio de l999.<br />

En las MEMORIAS, Compiladas por Cándido González Pérez se publica el escrito<br />

“Xalostotitlán 1770” tomando como referencia el padrón formado ese año;<br />

argumenta su propuesta diciendo: “lo hago porque creo que al conocer la historia<br />

particular de cada una de las comunidades regionales, coadyuvamos a estrechar<br />

lazos históricos y a reafirmar la memoria histórica.<br />

La historia demográfica ha venido a descubrir nuevos caminos para la<br />

investigación <strong>del</strong> pasado y nos permite acercarnos a la historia integral de un<br />

pueblo, ciudad o región. En sentido estricto, no podemos hablar de la historia<br />

demográfica como una disciplina aislada, puesto que sus mejores frutos los<br />

rendirá sólo al apoyar y apoyarse en los hallazgos de la historia social y las<br />

estructuras económicas. Cuando intentamos reconstruir el pasado de cualquier<br />

población o región, las fuentes a que acudimos son los archivos, que conservan<br />

los documentos que registran los datos demográficos; para nuestro caso, hasta<br />

el siglo XIX han sido los parroquiales los que contienen el desarrollo <strong>del</strong> número<br />

de hombres a través <strong>del</strong> tiempo. No es mi intención abordar con amplitud el tema<br />

en un espacio como el que se me ofrece; daré sólo un acercamiento demográficosocial,<br />

tomando en cuenta, como digo, el padrón parroquial de Xalostotitlán de<br />

1770; trataré de identificar brevemente la dinámica poblacional <strong>del</strong> pueblo y su<br />

jurisdicción y hacer algunas apreciaciones sobre su evolución, concretamente al<br />

mencionado documento. Las conclusiones a que se pueden llegar aquí las<br />

debemos considerar como hipótesis aplicables únicamente al caso concreto de<br />

Xalostotitlán y su jurisdicción hasta al año mencionado.” 67<br />

Luego de establecer la <strong>del</strong>imitación a que se circunscribía la parroquia que era<br />

parte de la alcaldía mayor de Santa María de los Lagos, y que había sido erigida<br />

en 1572 con el nombre de Parroquia de los Tecuexes, establece su localización<br />

geográfica de conformidad con la información disponible. En seguida dice que:<br />

“los primeros inmigrantes hispanos y sus descendientes respondieron a las<br />

e<strong>xi</strong>gencias <strong>del</strong> medio que le resultó evasivo y de dificil control. Si esta microrregión<br />

guardó cohesión, se debió a las actividades <strong>del</strong> hombre, a las relaciones que en<br />

torno a él se tejieron. Fue en este escenario donde desarrolló su vida el<br />

jalostotitlense antes de 1770.<br />

La parroquia de Xalostotitlán, escenario en que ubicamos nuestros comentarios,<br />

fue creada en 1572 con el nombre de Parroquia de los Tecuexes por la Audiencia<br />

de Guadalajara y el obispo neogalaico, D. Francisco Gómez de Mendiola; quedó<br />

conformada con los pueblos Tecuexes de Xalostotitlán, Mitic, San Gaspar,<br />

66 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Colección de Documentos para la Historia de la Diócesis de<br />

Aguascalientes. Vol. III. Siglo XIX. Universidad Autónoma de Aguascalientes/Obispado de Aguascalientes,<br />

1999.<br />

67 José Antonio Gutiérrez Gutiérrez XALOSTOTITLÁN 1770. Memoria <strong>del</strong> III Simpósium "Los Altos de<br />

Jalisco a fin de siglo". Guadalajara, Jalisco. 1993.<br />

105


Atoyonalco, Mezquitic y Teocaltitán, y se le fijó cabecera al pueblo de Mitic. Esta<br />

sede se trasladaría a Xalostotitlán a principios <strong>del</strong> siglo XVII, una vez que éste<br />

dejó de ser de encomendero y pasó a cabeza <strong>del</strong> rey; Xalostotitlán fue el pueblo<br />

tecuexe que más se desarrolló en dicho siglo. El padrón más antiguo que le<br />

conocemos, el de 1679, registra para la cabecera 28 familias y 141 vecinos entre<br />

españoles, mulatos y mestizos, 15 esclavos y 209 indígenas establecidos en los<br />

barrios de Sta. Cruz, San Andrés, San Nicolás y Sta. Rosa. Completaban la<br />

nomina parroquial el pueblo indio de San Juan con 17 familias, 71 gentes y 4<br />

esclavos, a más de los pueblos indios: San Gaspar, 280 gentes; San Miguel<br />

(Atoyonalco) 110, Teocaltitán 78, Mezquitic 89 y San Juan de Naturales 128; en<br />

las 66 estancias había 602 gentes y 128 esclavos, y en los 53 ranchos, 319 gentes<br />

y 8 esclavos.<br />

Cuando se levantó el padrón de 1770, gobernaba España Carlos III; era virrey de<br />

la Nueva España D. Carlos Francisco de Croíx, marqués de Croix, que cargó en<br />

sus espaldas con el destierro de los jesuitas. Gobernaba la Nueva Galicia<br />

Francisco Galindo y Quiñones, fiel ejecutor de las órdenes reales, pero que<br />

descuidaba la observancia de las leyes que beneficiaban a los indios y que había<br />

creado los primeros cuerpos de milicias formales con enganches forzosos y levas.<br />

El obispado, que se extendía basta las Californias, Texas y Nuevo Mé<strong>xi</strong>co lo<br />

ocupaba Diego Rodríguez de Rivas y Velasco, hombre que lo mismo escribía<br />

pastorales en las que campeaba la más pura doctrina, que sabía de travesuras<br />

ingeniosas y único obispo novohispano que tuvo los pantalones para protestar por<br />

la expulsión de los jesuitas. Le molestaban los festines y los hartazgos, los<br />

fandangos y la pérdida <strong>del</strong> tiempo, por eso fustigó más de una vez a su clero que<br />

andaba en francachelas y en menesteres no propios de su estado.<br />

La parroquia de Xalostotitlán, que acababa de ser reestructurada el año anterior,<br />

al erigirse la de San Juan de los Lagos, se extendía por el territorio que<br />

actualmente comprenden los municipios de San Miguel el Alto, Valle de<br />

Guadalupe, Cañadas de Obregón con Temacapulin y el propio Jalostotitián.<br />

Estaba al frente de ella el Br. D. Tadeo Castor de Aguayo, que había llegado en<br />

1768 y permanecería hasta 1781 en que llegó el aguascalentense Dr. Pedro<br />

Nolasco Díaz de León. Le ayudaban en el ministerio los Brs. D. Miguel de la Garza<br />

Falcón, D. José Antonio González de Hermosillo, D. Manuel María de la<br />

Encarnación Gutiérrez coronado, D. Juan José Casillas y Cabrera, D. José Cayo<br />

Pérez Franco, D. Domingo González Rubio y D. Blas González de Hermosillo.<br />

Representaba a las autoridades reales, al alcalde mayor de Santa María de los<br />

Lagos, el Teniente de la Real Justicia D. Juan Antonio Gallardo, dueño de la<br />

estancia Ciénaga <strong>del</strong> Molino.<br />

Por la documentación analizada inferimos que Xalostotitlán era en 1770 un pueblo<br />

sin mucho orden en su urbanización; de casas sencillas, entre las que sobresalían<br />

una docena por su construcción, que pertenecían a las personas de más recursos.<br />

Los barrios indios hacían vida propia, dentro de su autonomía, era la población<br />

que más sufría los desastres naturales y la avaricia de los criollos, que era lo<br />

común en ese tiempo. Era un pueblo lleno de incomodidades y con mínima<br />

atención social; con escaso movimiento en los días de la semana, el comercio se<br />

reducía a siete u ocho tendejones donde se vendía de todo, sólo se intensificaba<br />

106


los domingos y días festivos, porque era cuando bajaban los rancheros y<br />

estancieros a oír misa y a mercar los viveres para la semana.<br />

No contaba con centros de salud, excepto el sencillo hospital de Indios de la<br />

Limpia Concepción, fundado por fray Miguel de Bolonia y Antonio de Segovia<br />

durante la evangelización de los naturales; tampoco con tabernas, porque estaba<br />

prohibido vender vinos y mezcales, aunque no faltaba alguna disfrazada de<br />

posada, que hacía de las suyas, a pesar de las serias prohibiciones en la materia.<br />

Sí contaba de un lugar destinado a plaza de toros, que se habilitaba de un día<br />

para otro cuando se celebraba alguna corrida de toros; y, por supuesto, su<br />

palenque, donde no faltaban gallos la mayoría de los domingos. No sobresalía<br />

ninguna otra cosa a no ser el templo parroquial, la pequeña capilla de Ntra. Sra.<br />

de la Expectación, y, al lado, el hospital de indios; y, por supuesto, los<br />

bullangueros barrios indios de Sta. Rosa, Santa Cruz, San Andrés y San Nicolás.<br />

El templo parroquial, cuya ampliación se había comenzado en 1728, estaba recién<br />

terminado, con sus dos torres aplastadas como las vemos ahora y su campana<br />

mayor que servía para llamar a la gente a las grandes festividades. Desde<br />

entonces, apenas ha sufrido cambios; sólo la ornamentación interna. Sigue<br />

señoreando en el horizonte alteño su estilo basilical de reminiscencias romanicas<br />

con profunda influencia misional franciscana, sin perder el espíritu indígena: "los<br />

indios la construyeron y la tristeza <strong>del</strong> vencido parece tratarse en su pesadez y en<br />

su inmovilidad". Como desde 1770, está ahí viendo pasar los siglos, la vida de los<br />

indios y de los blancos, de los ricos y de los pobres, de todos los jalostotitlenses.<br />

Las raíces de esta microsociedad se gestan en la prehispania y sc afianzan<br />

durante la colonización española, y los estudiosos coinciden en que fueron de<br />

origen sencillo y pobre. Resalta ser los descendientes viejos cristianos y sin<br />

mezcla de sangre judía o morisca; por eso pienso que no es correcto explotar la<br />

vanidad de nobleza e hidalguía en que con frecuencia caen quienes estudian las<br />

genealogías alteñas. Sin embargo, no se puede negar que se encontraba en todos<br />

honorabilidad, honradez y nobleza de corazón. Hicieron prodigios de valor y<br />

entrega al establecerse y desarrollar su vida cotidiana, en medio de tantas<br />

carencias materiales.<br />

Fueron sencillos labradores y criadores de ganados los pilares de esta sociedad<br />

local que siempre ha tenido a honra proceder de ellos. Aunque prevaleció la<br />

<strong>presencia</strong> indígena, caracterizaría a esta raza la poca mezcla de su sangre:<br />

criollos o mestizos de color blanco, estatura elevada, porte altivo y hombres rubios<br />

barbados. Esta constitución criollo-mestiza se debió al alto porcentaje peninsular<br />

de que procede y a que escaseó el mestizaje por la exagerada inclinación a la<br />

endogamia. Fue frecuente, al respecto, hacer consideraciones de "limpieza de<br />

sangre", "de leche" y otros tópicos de ese estilo; quizá por eso encontramos a<br />

aquellos criollos regatear el dominio con los peninsulares, con los mestizos, castas<br />

e indios. Esta realidad latente desde la colonización, se fue agudizando con los<br />

años y llegó al climax a finales <strong>del</strong> siglo XVIII y en vísperas de la guerra por la<br />

independencia. Así, en 1810, las palabras "gachupín" y "criollo" no designaba,<br />

como quería hacer pasar el arzobispo-virrey Francisco Javier de Lizana y<br />

Beaumont, a un español nacido en España o en América, ni eran como hermanos<br />

entre sí, o como un tío y un sobrino por ser ambos hijos de españoles. En realidad<br />

107


significaban simiente de emulación, envidias, resentimientos y, sobre todo,<br />

diversidad de opiniones en orden a la causa pública.” 68<br />

Luego de referir algunas de las características de los integrantes de la sociedad<br />

alteña, transcribe la información <strong>del</strong> censo referido expresa sus interpretaciones<br />

entre las que destaca que:<br />

“Aquella sociedad local de 1770, se movía alrededor de la familia y las prácticas<br />

piadosas. El entorno familiar era el centro, la célula básica, y el promedio en los<br />

matrimonios era de 6 a 7 hijos. Condicionaba la dimensión familiar la edad en el<br />

momento de los esponsales. Por una reconstrucción de las fichas detectadas en<br />

los libros parroquiales sabemos que ocurría el matrimonio para el hombre indígena<br />

y de castas alrededor de los 21 años; el español o criollo lo hacía unos tres años<br />

después, sin duda por razones sociales y económicas. La mujer criolla era más<br />

precoz; se casaba más temprano, hacia los 18 años, solicitada y protegida por el<br />

grupo; la/mujer perteneciente a castas muchas veces perdía un tiempo precioso<br />

en el concubinato o en la servidumbre, no solia llegar al altar sino después de los<br />

25 años.<br />

Al profundizar en su historia, nos encontramos ante un mundo profundamente<br />

religioso; podría, incluso, decirse que estaba copado por lo religioso, en donde uno<br />

de los sacramentos esenciales era el matrimonio….Hay que decir contra lo que se<br />

ha opinado con frecuencia, que aquel mundo alteño de la segunda parte <strong>del</strong> siglo<br />

XVIII, no se reducía al mundo de los criollos; había otro mundo tan activo o más<br />

que el anterior, el de los mestizos y mulatos, que cubría todos los rincones<br />

jalostotitlenses: ranchos, estancias y haciendas caían bajo el control laboral<br />

mestizo o mulato. Y parecido a los mundos anteriores estaba el indígena, el de los<br />

barrios y pueblos indios. Aun cuando las epidemias y malos tratos los habían<br />

diezmado, había en la parroquia cerca de 4,000 indígenas, número considerable<br />

frente a las 11,377 gentes que representaban el total de la población. Alrededor de<br />

los caseríos indígenas se encontraban las sementeras, que producían para<br />

alimentarse y pagar los tributos; y hasta se conjugaban con las milpas los frutos de<br />

Castilla y de la tierra, aunque sin alcanzar a competir con los propietarios criollos<br />

que habían penetrado más sus tierras comunales.<br />

Si hemos dicho que el jalostotitlense de entonces se movía alrededor de la familia,<br />

las prácticas religiosas y el trabajo; el carácter trabajador y religioso es lo que más<br />

ha distinguido al alteño; para él el trabajo es un hábito; la tierra inclemente, dura,<br />

de poco rendimiento lo obligó a estar pegado a ella, para poder extraerle su fruto.<br />

El alteño ama el trabajo como a su familia o sus tierras; es para él algo sagrado,<br />

parte de su vida….Este hábito de trabajo constante, lo han hecho tenaz; por eso,<br />

no le fue difícil dominar al medio, que ha requerido de grandes dotes de trabajo y<br />

de espíritu para poder vivir. Fue herencia de sus antepasados la constancia al<br />

trabajo. En fin, es una raza endurecida en él.<br />

¿Qué decir de su religiosidad? Sabemos por su historia que esta sociedad<br />

siempre ha vivido dependiente de la mano de Dios y que, por lo mismo, lo primero<br />

para sus hombres ha sido la religión, una religión sencilla, clara, porque su primera<br />

y última relación es con Dios. Pensamientos, sentimientos, trabajo, todo su ser y<br />

vida ha girado alrededor de Dios, porque lo espera todo de Dios y no hay nada sin<br />

68 Ibdem. Pp. 30-32.<br />

108


su religión; pienso que cualquier estudioso se vería en dificultades para<br />

entenderla, si la descobijamos de algo tan esencial como la religión. Si la tierra y<br />

los individuos es la materia prima que ha forjado la historia <strong>del</strong> alteño, la religión<br />

representa el cañamazo que la ha cohesionado y configurado; el alma, el<br />

elemento ideológico que ha permeado su ser, lo que ha logrado la concreción.<br />

Por eso tenían, en 1770, tanta importancia las Cofradías, las festividades y actos<br />

religiosos que desarrollaban éstas.” 69<br />

Hace una breve referencia sobre lo que representaba cada una de las festividades<br />

y actos religiosos en las Cofradías, según la apreciación que se encontró en el<br />

padrón de 1770. La más antigua e importante era la <strong>del</strong> Smo. Sacramento,<br />

fundada en la década de 1620 por el Ilmo. D. Fray Francisco de Rivera, y que<br />

cobijó a las personas más distinguidas <strong>del</strong> lugar; las principales festividades que<br />

auspiciaba eran Corpus y la Asunción <strong>del</strong> 15 de agosto; también significativa era la<br />

de la Expectación o Limpia Concepción; la de San Gaspar que celebraba, además<br />

de las fiestas que indicaban las constituciones, la de los Santos Reyes, la<br />

Asunción, San Francisco, San Juan Evangelista y Santiago; La cofradía de Mitic<br />

que celebra misa cantada de la octava de Corpus, con vísperas y precesión en la<br />

Iglesia de dicho pueblo, donde primero estuvo la cabecera, cuando en 1572 fue<br />

erigido el Beneficio de los Tecuexes, actual Parroquia de Xalostotitlán, se fijó<br />

como cabecera a Mitin, y por ello gozan <strong>del</strong> privilegio de tener patente en el día <strong>del</strong><br />

Divinísimo Señor Sacramentado. San Miguel (el Alto), desde noviembre de 1769<br />

había sido creado como Ayuda de Parroquia y se le había asignado como<br />

sacerdote fijo a D. Manuel María Gutiérrez Coronado, contaba con la Cofradía de<br />

la Visitación de Ntra. Señora. Como ocurría en todas, celebraban los cofrades de<br />

forma especial el día en que se cambiaban las autoridades, 2 de julio, y, por<br />

supuesto, las patronales de la Visitación; otras que también celebraban eran las<br />

de San Miguel, la Ascensión con procesión, Fieles Difuntos y otras menores.<br />

Finalmente, la cofradía de Temacapulin, que el año anterior había sido<br />

desmembrado de Tepatitlán y anexado a la parroquia; tenía la advocación de la<br />

Purísima Concepción y celebraba, como todas, el cambio de autoridades con<br />

actos religiosos especiales, así como lo especificado en sus constituciones. A<br />

más de las anteriores solemnizaba la fiesta de la Trinidad, Santos Reyes y<br />

Santiago Apóstol.<br />

Otro dato indica que como la instrucción <strong>del</strong> obispo pedía se informara si en la<br />

parroquia había conventos de religiosos, religiosas y colegios, el padrón manifiesta<br />

no haberlos; pero refiere que en algunas de las haciendas y ranchos de esta<br />

feligresía hay escuelas de ninos y niñas, con aprovechamiento y educación en su<br />

enseñanza de leer, escribir, contar, lo que le consta al cura.<br />

Concluye que “Para terminar, este padrón de la Parroquia de Xalostotitlán, de<br />

1770, encierra abundante información. Contiene, en detalle, el número de<br />

habitantes de 2 y más años, para arriba, su calidad y etnia, pueblos, ranchos,<br />

estancias y haciendas y muchos más datos que merecen ser conocidos por los<br />

investigadores de nuestra región, que quieran realizar estudios sociohistóricos<br />

locales y regionales. Lo anterior no es más que una síntesis <strong>del</strong> voluminoso<br />

documento de 180 hojas, cuyo original obra en el Archivo <strong>del</strong> Arzobipado de<br />

69 Ibdem. Pp. 33-35.<br />

109


Guadalajara, y que fue respuesta a un superior precepto <strong>del</strong> entonces obispo de la<br />

Nueva Galicia, Dr. Diego Rodríguez Rivas de Velasco, de fecha 23 de febrero de<br />

dicho año. Mi deseo es que resulte en beneficio de la juventud alteña y de los<br />

estudiosos de la Región de los Altos de Jalisco.” 70<br />

En un texto, resultado de una colaboración colectiva entre varias instituciones,<br />

como Asociados Numerarios de El Colegio de Jalisco; Consejo Nacional de<br />

Ciencia y Tecnología; Gobierno <strong>del</strong> Estado de Jalisco; Universidad de<br />

Guadalajara; Instituto Nacional de Antropología e Historia; EI Colegio de Mé<strong>xi</strong>co,<br />

A.C; Ayuntamiento de Zapopan; Ayuntamiento de Guadalajara y El Colegio de<br />

Michoacán, A.C, se recupera una parte de la historia de la región. Su título,<br />

“Aguascalientes y Los Altos de Jalisco: historia compartida”. En él colaboran<br />

diversos académicos.<br />

Resultado de ese evento quedó el texto donde la colaboración <strong>del</strong> Dr. José<br />

Antonio Gutiérrez, versa sobre “El mercado laboral en el siglo XVII en los altos de<br />

Jalisco-Aguascalientes.” De principio dice el autor que:<br />

“Cualquier tema que se investigue de la Colonia es interesante, porque este tramo<br />

de la historia de Mé<strong>xi</strong>co encierra mucho de lo que heredamos y vivimos en la<br />

actualidad. Hablar, en nuestro caso regional, <strong>del</strong> papel <strong>del</strong> mercado laboral,<br />

además de ser una necesidad, es una invitación a buscar la raíz de un problema<br />

latente de la República Me<strong>xi</strong>cana y de la zona alteño-aguascalentense, gestada en<br />

un espacio de transición, así calificado por los historiadores, debido a su ubicación<br />

geográfica en el altiplano, entre la franca aridez norteña y la humedad tropical <strong>del</strong><br />

Pacífico.<br />

Este estudio sobre el aspecto laboral en Aguascalientes y Los Altos apunta una<br />

solución parcial de un problema general. El hecho de conocer el funcionamiento<br />

de la mano de obra sigue siendo motivo de preocupación para quien estudia la<br />

historia de esta región. Para entenderlo mejor, pensamos que deberá conocerse la<br />

forma en que nacieron y se desarrollaron ambas sociedades. El escenario es<br />

doble y, por lo tanto, duplica nuestro trabajo al abarcar una duple unidad<br />

geográfica, aun cuando pensemos que ambas encierran homogeneidad en su<br />

entomo.<br />

Estas dos sociedades, formadas en el centro-occidente <strong>del</strong> país, sin dejar de lado<br />

su herencia prehispánica, tienen su esencia y ser en la Colonia; surgieron al<br />

asentarse el español en las mercedes entregadas por las autoridades; el elemento<br />

mestizo las caracterizó y las moldeó; de esa esencia nacieron las particularidades,<br />

lo que ahora las distingue en el mosaico nacional.<br />

Desde esta perspectiva, parece indispensable abordar el proceso desde su origen.<br />

La situación es problemática, ya que asonadas guerras, fuego, descuido,<br />

destrucción y la venta dc viejos papeles han causado la pérdida de la mayor parte<br />

de los documentos y expedientes. El siglo XVI es el que menos posibilidades tiene<br />

de información; aunque contiene acervos más completos, es difícil obtener una<br />

visión integral, al menos en este caso. Las actas de cabildos, fuentes de primera<br />

importancia, en ninguna de las comunidades alteñas han sobrevivido. Además, es<br />

de lamentar que en Aguascalientes todos los libros que corresponden al periodo<br />

70 Ibdem. P 45.<br />

110


colonial hayan desaparecido; sólo e<strong>xi</strong>sten algunas referencias en los protocolos<br />

que guarda el Archivo Histórico <strong>del</strong> Estado o en los libros parroquiales.<br />

Para entender el papel <strong>del</strong> mercado laboral en nuestras regiones es necesario<br />

hacer un breve relato sobre la demografía y la economía.” 71<br />

En seguida hace una descripción de la evolución poblacional en la región con los<br />

siguientes argumentos: “Los Altos y Aguascalientes no fueron áreas de<br />

asentamientos poblacionales nutridos en la época prehispana. Por ejemplo, Los<br />

Altos, más favorecido, apenas contaron con pequeños núcleos que alcanzaron en<br />

su mayor esplendor un régimen caciquil simple y dos o tres tlatoanazgos de cierta<br />

relevancia política: Teocaltiche, Acatic y Jalostotitlán. Aguascalientes sólo vio<br />

pasar pequeños grupos nómadas que, a lo más, llegaron a conformar rancherías o<br />

núcleos móviles donde se detenían en temporadas de recolección.<br />

La <strong>presencia</strong> española deterioró el panorama demográfico: trastocó el orden de la<br />

tierra y el destino de los indios. Las guerras, las enfennedades, la explotación y el<br />

brusco quebrantamiento de la vida indígena causaron fuertes bajas en la<br />

población natural. En nuestra región, una amarga rebelión -la <strong>del</strong> Mixtón,<br />

reprimida brutalmente- significó una pérdida masiva de gente. Woodrow Borah<br />

calcula el número de habitantes para 1548 en 169 421 para toda la Nueva Galicia;<br />

en 66 mil para 1570; en 29 mil para 1600, cifra que se apro<strong>xi</strong>ma a su minima<br />

expresión en 1650, con alrededor de 18500.<br />

La conquista trajo también pobladores: pequeños grupos de españoles, negros e<br />

indios quienes al procrear dentro o fuera <strong>del</strong> matrimonio, dieron lugar a nuevos<br />

grupos de sangre mezclada que por lo general, adoptaron la cultura y lengua<br />

española. Al buscdr una explicación a este fenómeno en Aguascalientes revise<br />

detalladamente los asientos de bautismos y matrimonios hasta 1650 y encontré<br />

esta tendencia en los 1 623 nacimientos registrados. 367 españoles (incluye a<br />

peninsulares y criollos) 128 mestizos 684 indios, 124 mulatos y 66 esclavos<br />

negros. Matrimonios durante el siglo se consignan alrededor de 550 De ellos 520<br />

fueron de indígenas, de los que 180 eran originarios de pueblos alteños. Estos<br />

grupos raciales mestizos, mulatos, indios y esclavos vivían en una relacion de<br />

explotacion pues la gente de razón obtenía su modus vivendi <strong>del</strong> trabajo de<br />

estos.” 72<br />

Sobre la economía afirma: “En referencia a la estructura económica, desde que<br />

llegaron los españoles se generó un sistema mercantilista que propugnaba el<br />

bienestar de la comunidad en su conjunto, aunque con interferencias radicales en<br />

los intereses privados la meta encauzaba en gran medida al comercio de<br />

exportación. A los nuevos colonos se les estimulaba como supuestas fuentes<br />

potenciales de riqueza y seguridad para el gobierno. Ellos satisfacían las<br />

necesidades peninsulares y mundiales de tintas, cueros, algodón, azúcar, cacao y<br />

tabaco, además de producir inmesas cantidades de metales preciosos.<br />

La estructura económica <strong>del</strong> periodo estuvo constituida por la agricultura, la<br />

minería y el comercio. La agricultura fue la más importante pues en ella se<br />

basaron los otros dos. Sin la producción local de alimentos, el mundo colonial no<br />

71<br />

Gutiérrez, José Antonio. “El mercado laboral en el siglo XVII en los altos de Jalisco-Aguascalientes.” En<br />

Ibdem. P. 15<br />

72<br />

Ibdem. Pp. 14-17.<br />

111


hubiera podido subsistir; más aún, sólo con la creación de fincas agrícolas<br />

capaces dc producir trigo, maíz, ganado y demás alimentos podía impulsarse la<br />

economía. La agricultura proporcionó las materias primas requeridas por los otros<br />

dos sectores; por eso, sólo mediante un estrecho vínculo con ella se podía tener<br />

una economía e<strong>xi</strong>tosa, pues los complejos protoindustriales, talleres, textiles,<br />

obrajes, también deben considerarse ligados a ésta.” 73<br />

Ya entrando en materia laboral señala: “En lo que respecta al fenómeno laboral, la<br />

conquista cambió el complejo sistema de trabajo indígena. Al traumatismo<br />

colectivo de la derrota, siguió la destrucción y desquiciamiento de las bases<br />

económicas y sociales que sostuvieron al sistema de producción indígena. La<br />

introducción de la encomienda obligó a los indios a dar tributo en especie y a<br />

ofrecer servicios personales a los conquistadores; esto fue lo que desmanteló el<br />

antiguo sistema de extracción de energías humanas.<br />

Vale advertir que la encomienda tuvo poca connotación en nuestras regiones de<br />

estudio por rendir demasiado poco y porque, hacia fines <strong>del</strong> siglo XVI y principios<br />

<strong>del</strong> XVII, varias de ellas volvieron a manos de la Corona. En consecuencia, los<br />

pocos indios quedaron libres. Sin embargo, fue suficiente para que el sistema<br />

laboral fijara los cimientos de la economía occidental, por ser superior su peso al<br />

que representaron los pueblos cabeza real o de Su Majestad, que figuraban en las<br />

almonedas reales. Los pueblos en encomienda de ambas regiones a fines <strong>del</strong><br />

siglo XVI eran Tepatitlán, Zapotlán de los Tecuexes (hoy Zapotlanejo), Acatique y<br />

Temacapulín, de Juan de Zaldivar; Yahualica, de Juan de Segovia; Jalostotitlán,<br />

de Rodrigo de Irías; y Atotonilco, de Andrés de Valdivia, que registraban 1 790<br />

almas encomendadas. Los pueblos pertenencientes a Su Majestad fueron<br />

Teocaltiche, Teocaltitlán, Mezticacán y Mezquitic, que tenían 1 300 tributarios.<br />

Conviene recordar que la encomienda se estableció para captar los tributos y la<br />

energía humana de los pueblos sometidos con la asignación particular de cierto<br />

número de pueblos y tributarios. En consecuencia se convirtió en la organización<br />

social más destructiva para el indígena ya que los obligaban a dar servicios<br />

personales y a trabajar sin límite en cualquier área. Aun cuando a la promulgación<br />

de las Leyes Nuevas (1542) se reorganizó la fuerza de trabajo al prohibir la<br />

esclavitud y pasar a los que estaban en ese estado a ser tributarios <strong>del</strong> rey y<br />

sustituír gran parte <strong>del</strong> tributo en servicio de la comida por dinero, las reformas en<br />

la reorganización laboral no mostraron ser tan eficaces como se esperaba, porque<br />

en varios lugares los indígenas siguieron prestando servicios personales a<br />

encomenderos y particulares.<br />

La aparición <strong>del</strong> repartimiento tampoco mejoró la situación laboral, puesto que las<br />

grandes mortandades volvieron el trabajo <strong>del</strong> indio indispensable por no cubrir las<br />

necesidades la misma importación de esclavos. Esto se debió a que el tributo en<br />

especie y en trabajo pasó a ser tributo en dinero. Al abolir el servicio personal<br />

gratuito de los indios y obligarlos a pagar gran parte de tributo en dinero, la Corona<br />

los coaccionaba a trabajar en las actividades económicas de los españoles a<br />

cambio de un jornal para pagar sus tributos.<br />

Esta decisión se materializó en el repartimiento forzoso de trabajadores. El indio<br />

se alquilaba a jornal y el español usaba de su fuerza aun cuando no lo hicíera<br />

73 Ibdem. Pp. 17-18.<br />

112


voluntariamente. Con razón se dice que si el periodo de la encomienda fue para el<br />

indígena el trastocamiento, el reparto forzoso significó su vinculación definitiva al<br />

proceso de desarrollo económico comandado por los españoles. Lo representativo<br />

<strong>del</strong> repartimiento estuvo en que el indígena asumió la función de reproducir con<br />

sus medios la fuerza de trabajo que requerían los españoles y en proporcionar,<br />

estacionalmente, los trabajadores que demandaban las estancias agroganaderas.<br />

La prohibición de hacer esclavos a los indios (1542), la liberación de miles de ellos<br />

en la siguiente década, la Supresión de los servicios personales (1549) y el<br />

derrumbe catastrófico de la población indígena por la gran epidemia de 1545-<br />

1547, hicieron <strong>del</strong> trabajo indígena el factor más escaso de la Colonia. Este<br />

fenómeno afectó principalmente el descubrimiento de minerales y su subsecuente<br />

bonanza. El peligro de que la producción de la plata cayera por la falta de energía<br />

indígena, se conjuró por la decisión gubernamental de importar esclavos africanos<br />

y por la conversión de los antiguos esclavos indios en trabajadores permanentes.<br />

A pesar de que la importación de esclavos aumentó, con dificultad se hubiera<br />

logrado el impulso general de no haber contando con el pueblo indígena. Gracias<br />

a la combinación esclavo negro-indígena, la minería y agricultura pudieron<br />

disponer de una planta permanente de trabajadores.<br />

Para asegurar una comunicación más elemental, fue preciso que al principio 1os<br />

pobladores alternaran las armas con los aperos de labranza para cultivar las<br />

estancias….Se hizo eficiente el proceso desde fines <strong>del</strong> siglo XVI y, a principios<br />

<strong>del</strong> XVII, muchos colonos españoles, encomenderos o no, se convirtieron en<br />

ganaderos y agricultores al disponer de vastas extensiones.<br />

Es claro que éstos, a pesar de la aversión al trabajo manual, constituyeron un<br />

grupo lleno de energía y muy emprendedor. Dado el escaso número inicial de<br />

indígenas y su disminución continua, los españoles pronto notaron que resultaba<br />

imposible vivir a expensas <strong>del</strong> ingreso indígena; entonces decidieron buscar<br />

fortuna por medio de una gran variedad de empresas agroganaderas y en la<br />

especulación <strong>del</strong> comercio local y regional. Enrique Florescano escribe que la<br />

formación <strong>del</strong> sistema colonial" o expansión de la hacienda a principios <strong>del</strong> siglo<br />

XVII da un marco de referencia para establecer la relación de las comunidades<br />

indígenas y el modo de producción dominante a fin de comprender sus diversas<br />

articulaciones. La agroganadería regional va a nutrirse con esclavos y mestizos e<br />

indios procedentes <strong>del</strong> área mesoamericana y de los pueblos más cercanos.<br />

En la organización <strong>del</strong> trabajo se introdujeron nuevas formas laborales,<br />

trabajadores libres asalariados y aparceros; en consecuencia, el indígena llegó a<br />

relacionarse profundamente con la hacienda y constituyó el rasgo dominante de la<br />

economía. Aunque la hacienda contaba con fuerzas permanentes de trabajo a<br />

través de los peones residenciales, periódicamente necesitó de la mano de obra<br />

de los pueblos indígenas. Las comunidades de ambas regiones cubrían sus<br />

propias necesidades básicas, pero también se veían impulsadas a procurar dinero<br />

para el pago de tributo; por eso vendían su trabajo.<br />

La importancia <strong>del</strong> trabajo indígena para los españoles y sus formas de obtención<br />

es asunto que no debe olvidarse en los estudios de historia colonial. La llamada<br />

mano de obra no calificada, obtenida mediante el repartimiento de los pueblos<br />

indígenas, era remunerada conforme a las escalas establecidas por las<br />

ordenanzas de la Audiencia. La necesidad de tener dinero para el pago <strong>del</strong> tributo<br />

113


hizo participar a los indígenas en el mercado o los obligó a vender su fuerza de<br />

trabajo. El fenómeno de los tapíxques poco manifiesto en nuestras regiones por<br />

contar con pocos pueblos indígenas, consistía en ordenar que determinado<br />

número de indios se pusiera al servicio personal de unidades domésticas<br />

españolas para limpiar y construir villas. Esta modalidad estuvo ausente en<br />

nuestras áreas por ubicarse los pueblos indios lejos de los asentamientos de<br />

hispanos.<br />

La modalidad más común adaptada por nuestro campo, fue la llamada naborios;<br />

es decir, indios que decidieron trabajar en forma permanente a cambio de un<br />

jornal y de medios de subsistencia. Esta mano de obra la conformaban indios<br />

procedentes de Teocaltiche, Mitic, San Gaspar y Jalostotitlán. La información al<br />

respecto proviene de estos pueblos y de las haciendas receptoras, principalmente<br />

las más cercanas a ellos, como Cieneguilla, Peñuelas, San Bartolo, Agostadero,<br />

Chapultepec. Fueron naturales que perdieron sus tierras o nacieron sin ellas, ya<br />

que descendían de los antiguos esclavos o de los recién liberados de la<br />

esclavitud, o eran producto de la mezcla racial. Individuos aculturados y con<br />

escasos lazos étnicos, sociales y culturales con la comunidad de origen. Gente<br />

acostumbrada al trabajo y al contacto con los españoles, pero sin vínculos<br />

económicos y sociales con sus pueblos. En la medida en que disminuyó la<br />

población indígena y los naborios se asentaron en forma permanente en estancias<br />

y haciendas agroganaderas, creció el fenómeno de los peones acasillados. A<br />

cambio de liberarse <strong>del</strong> tributo, se ataron a las haciendas mediante la obligación<br />

de residencia y las deudas acumuladas en la tienda de raya.<br />

La costumbre predominante era la asignación de las tareas más pesadas <strong>del</strong><br />

servicio doméstico (mozos, cocineras lavanderas, costureras, niñeras, nodrizas,<br />

tortilleras) y mozos carreteros a gente indígena <strong>del</strong> medio rural. Esta se extendió<br />

en la clase media urbana, donde hasta las más humildes familias tenían uno o<br />

más sirvientes indígenas. Y no era extraño que para los aprendices de las<br />

diversas profesiones artesanales y manuales se buscara en esta población a los<br />

futuros oficiales. Hay protocolos de contratos que indican que las familias<br />

entregaban a sus hijos a la enseñanza por determinados años a un maestro para<br />

que los convirtiera en profesionales. Estos carecían de libertad de movimiento y se<br />

consideraban como propiedad particular; además, se les sujetaba a largas<br />

jornadas de trabajo; sufrían toda clase de violencia y sólo recibían a cambio<br />

comida y habitación diaria, ropa alguna vez al año y una remuneración e<strong>xi</strong>gua y<br />

arbitraria.<br />

Antes de que se desarrollara una estructura propia agroganadera, ambas regiones<br />

solían abastecerse en lugares distantes, aunque siempre en cone<strong>xi</strong>ón con la<br />

minería. Las estancias y haciendas por lo general se establecieron con capitales<br />

mineros para suministrar productos a éstas. Llama la atención algunas<br />

descripciones <strong>del</strong> siglo XVII que mencionan la alternancia de maizales y estancias<br />

ganaderas, principalmente en Los Altos; también el esfuerzo que realizaron las<br />

haciendas por elevar sus rendimientos al construir obras hidráulicas que<br />

combinaron la tecnología agrícola <strong>del</strong> Viejo Mundo y Mesoamérica simbiosis<br />

importante en su desarrollo.<br />

En Aguascalientes hubo haciendas institucionales; tal es el caso de Cieneguilla de<br />

la Compañía de Jesús, cuya producción se encaminaba a surtir directamente sus<br />

114


necesidades y su sobrante lo hacía circular por las vías <strong>del</strong> mercado. Chapultepec,<br />

de los juaninos, no siguió la misma trayectoria porque siempre la arrendaron a<br />

particulares y fue explotada más con miras al mercado. En cuanto a las<br />

particularidades, como Las Peñuelas, San Bartolo, Paredes, Pabellón, etc.,<br />

aunque fueron autosuficientes, manejaron una combinación de autosuficienciamercado.<br />

Fue en el primer cuarto <strong>del</strong> siglo XVII cuando la fuerza de trabajo indígena vivió<br />

una fuerte presión, ya que el repartimiento, al convertirse en forzado, pasó a<br />

constituirse en un sistema de imposición, abuso y explotación. Este y, también la<br />

prohibición <strong>del</strong> repartimiento en 1633 por el virrey, marqués de Cerralvo, hicieron<br />

que el 'trabajador libre", naborio, peón o terrazaguero, tomara carta de<br />

naturalización en esta áreas; la base fueron los indios desposeídos y el mestizo,<br />

pues se vieron obligados a vender su fuerza de trabajo para subsistir, lo que<br />

incidió más en la transición <strong>del</strong> repartimiento a la contratación libre de<br />

trabajadores, la estabilización de mercados y empresas. Al tener las haciendas<br />

regionales una demanda continua de productos, la mano esclava negra se tomó<br />

insuficiente; entonces se echó mano <strong>del</strong> indígena naborio y castas, quienes ya no<br />

se verían sin trabajo en temporadas.<br />

Las más beneficiadas de la mano de obra alteña fueron las estancias, haciendas,<br />

cuadrillas de carretas y servicio doméstico, por resultar más baratos pues los<br />

esclavos tenían un valor en el mercado de hasta 400 pesos. Además, los<br />

indígenas eran personas carentes de recursos y sin defensas sociales y jurídicas -<br />

al deslígarse de su entorno indígena perdían toda fuerza ante la ley- y daban a los<br />

propietarios la posibilidad de ejercer sobre ellos cualquier tipo de presión. Eran<br />

una masa débil que podían manejar a su antojo y forzar a cualquier tarea; no<br />

tenían más alternativa para subsistir que alquilar sus brazos, pues la tierra se<br />

había pulverizado o entregado al blanco.<br />

Las estancias y haciendas se dotaron con instalaciones para la producción de<br />

viviendas para los trabajadores; configuraron núcleos que ordenaban la vida<br />

social. Sus propietarios lucharon por atraerlos con ofertas de dinero, ropa o<br />

a<strong>del</strong>anto salarial; así comenzó la gañanía -el peonaje acasillado-. El propietario<br />

determinaba la jornada de trabajo, el salario y su forma de pago, prestaciones y<br />

obligaciones a cumplir. Las personas que laboraban en el cultivo de maíz y trigo<br />

solían ganar un salario más alto, alrededor de cuatro gramos por día, o sea, cuatro<br />

reales por semana. Con la legalización de este tipo de trabajo en 1633 por el<br />

virrey, marqués de Cerralvo, los dueños de las grandes haciendas agrícolas y<br />

ganaderas dispusieron de una fuerza de trabajo permanente, no esclava, durante<br />

todo el año.<br />

Al igual que en otras áreas de Nueva España, la hacienda regional se solidificó<br />

con la conquista de esta clase de trabajadores….Es claro que la estabilidad y<br />

crecimiento de las haciendas les ofreció un orden social donde fincar su e<strong>xi</strong>stencia<br />

individual y familiar, que se les dificultaba o les era negado en los pueblos de<br />

origen. Para éstos, trocar su condición incierta por la de peón de hacienda no era<br />

caer más bajo, sino tener alimento diario, vivienda y un núcleo social donde vivir<br />

con otros hombres y familias.<br />

Un fenómeno apareció luego: como estas regiones no contaban con grandes<br />

asentamientos indigenas, las haciendas recurrieron a comprometer la mano de<br />

115


obra por medio de la renta parcial de sus tierras, con el acuerdo de que éstos<br />

apoyaran los trabajos estacionales de siembra, escarda y cosecha; se les nominó<br />

terrazgueros, medieros y aparceros. En Aguascalientes los pioneros de esta<br />

modalidad fueron los jesuitas de Cieneguilla, hábiles agrónomos.<br />

Este famoso latifundio colonial remonta su e<strong>xi</strong>stencia al siglo XVI y se formó con<br />

estancias localizadas entre Aguascalientes y Jalisco, entregadas al conquistador<br />

Hernán Flores de la Torre, a Diego Fernández de Proaño y Gerónimo de Orozco.<br />

Hacia l616 pertenecían a Juan de Zepeda, quien después vendió al maese de<br />

campo Vicente Zaldívar y Mendoza, cuya viuda, Ana Temiño de Bañuelos las dio<br />

en dotación para la fundación <strong>del</strong> Colegio Jesuita de Zacatecas; estos religiosos<br />

aparecen ya como propietarios en 1617. Con los años, la hacienda de San José<br />

de Cieneguilla se convirtió en uno de los grandes latifundios <strong>del</strong> país y sirvió como<br />

mo<strong>del</strong>o de tecnificación, organización y producción hasta la expulsión de los<br />

jesuitas en 1767<br />

La mejor manera de arraigar a esta gente era arrendándole un pedazo de tierra y,<br />

de paso, se disponía de una mano de obra suficiente para los propios cultivos.<br />

Más de un terrateniente llegó a ceder propiedades a título definitivo, para que esos<br />

núcleos indios fundaran pueblos libres, susceptibles de suministrar trabajadores<br />

para sus haciendas. Por ejemplo, el mayorazgo Ciénega de Mata cedió a fines <strong>del</strong><br />

siglo las tierras suficientes para fundar Jesús María, cercano a la villa de<br />

Aguascalientes.<br />

Otras haciendas que siguieron el ejemplo de los jesuitas fueron aquellas que<br />

recibieron un mayor número de indígenas de los pueblos alteños, que emigraban<br />

en busca de trabajo y un pedazo de tierra para cultivar como particulares. Por esta<br />

razón, el grueso de la mano de obra india, procedente de las comunidades<br />

alteñas, se colocó en estancias y haciendas que distribuían tierras como<br />

Cieneguilla. De alrededor de mil trabajadores indios salidos a lo largo <strong>del</strong> siglo<br />

XVII de Mitic, San Gaspar, Teocaltitlán, Atoyonalco, Acatic, Mexticacán, Tepatitlán,<br />

Yahualica y Teocaltiche, el 40% fue a parar en la hacienda de los jesuitas; el resto<br />

se distribuyó en las de Peñuelas, San Bartolo, Chapultepec, Agostadero, Pabellón,<br />

Santiago Chichimeco y otras que conformarian el mayorazgo Ciénega de Mata al<br />

morir el licenciado Rincón de Ortega, el 6 de enero de 1666 en la hacienda<br />

Peñuelas.<br />

Chevalier escribe que “las haciendas <strong>del</strong> siglo XVI agrupaban en el lugar mismo<br />

sus gañanes, laborios y peones en jacalitos situados alrededor de la iglesia y de la<br />

casa <strong>del</strong> amo". La base de estas formas laborales fue el trabajo familiar extendido<br />

a los menores, mujeres y hombres de edad avanzada, que a su vez favoreció la<br />

aculturación de jóvenes y niños que con el tiempo formaron nuevas filas de<br />

peones y jornaleros. Resalta el hecho de que los trabajadores rurales se sintieran<br />

atraídos por un salario monetario, completo con un ración adicional de maíz a la<br />

semana y, en algunos casos con otros alimentos y algo de ropa; fue común la<br />

entrega de un almud.<br />

También ocurría que no se diera una remuneración monetaria a cambio de un<br />

determinado trabajo. Pocos casos hablan de que los peones acasillados recibieran<br />

la totalidad de su retribución en dinero, sino parte en efectivo y parte en especies<br />

(maíz, legumbres, ropa). Más aún, la parte que debía pagarse en dinero no se<br />

hacía: el propietario abría una cuenta al trabajador en la que abonaba préstamos,<br />

116


el importe de ropa o alimentos que adquiría en la tienda de raya, los pagos por<br />

concepto de tributo, obvenciones religiosas y otros gastos: es decir, no había pago<br />

diario o semanal <strong>del</strong> salario, sino creación de un crédito a cuenta <strong>del</strong> salario<br />

pactado. No era, pues, un auténtico pago al trabajo pactado; sólo una parte<br />

mínima se entregaba en dinero. Más bien percibían medios de subsistencia<br />

parciales (préstamos, raciones, vivienda, usufructo de alguna tierra). Aunque la<br />

contratación de jornaleros estacionales y acasillados se establecía en términos<br />

monetarios, en realidad se trataba de prestaciones de trabajo a cambio de acceso<br />

a los recursos de la hacienda. Estos trabajadores jurídica y políticamente, fueron<br />

los hombres menos libres por más que su estatuto legal así lo manifestase. Era<br />

gente recluida en chozas, barracas y cuadrillas vigiladas, sin la posibilidad de<br />

abandonar su trabajo ni por la fuga.<br />

La conquista y la colonización trajeron cambios importantes en el sistema laboral y<br />

en las instituciones económicas y sociales, porque cualquier tipo de accion al<br />

respecto se articulo desde una perspectiva <strong>del</strong> mercado mundial. Dentro de este<br />

contexto, no debemos perder de vista que la comunidad indígena colonial la<br />

manejó el Estado, para asegurar el control de la población. Aunque hay diferentes<br />

facetas que parecen haber sido la continuidad de las formas de organización<br />

prehispánica, el resultado palpable fue la permanencia de una poblacion en su<br />

mayoría campesina, sujeta, política y económicamente al nuevo sistema, con una<br />

sobreexplotación de la fuerza de trabajo <strong>del</strong> campesino indígena. Aguascalientes<br />

fue región de atracción para esta mano de obra más que de expulsión; la afluencia<br />

humana procedió fundamentalmente de las comunidades caxcanes de Zacatecas,<br />

Nochistlán, Jalpa, Juchipila, Apozol y Tlaltenango y de las comunidades tecuexes<br />

alteñas, Teocaltiche, San Gaspar, Mitic, Acatic, Yahualica, Mexticacán y<br />

Atoyonalco.” 74<br />

En otro de sus textos referente de manera general a: “Los Altos de Jalisco:<br />

panorama histórico de una región y de su sociedad hasta 1821”; 75 expone sus<br />

consideraciones sobre el contenido en su PRESENTACIÓN, fechada en<br />

Aguascalientes, en el año de 1989, hace una serie de consideraciones sobre el<br />

trabajo <strong>del</strong> historiador, las concepciones y deseos personales para la región y<br />

algunos reconocimientos. Por principio dice: “Escribir una historia resulta una<br />

responsabilidad inmensa por ser una tarea compleja y porque lleva en sí lo difícil y<br />

comprometedor que contiene la ciencia histórica. Posiblemente, más la historia de<br />

una región, como Los Altos de Jalisco, por la dificultad que e<strong>xi</strong>ste en presentar un<br />

cuadro vivo de todos los acontecimientos ocurridos allí, ya que muchos de ellos —<br />

si no la mayoría— se reducen a un corto número de hechos "importantes". Sin<br />

embargo, esto no seria motivo suficiente para dejar de abordar un trabajo así<br />

sobre todo si se considera necesario para la historiografía regional, puesto que<br />

enriquecería el acervo e<strong>xi</strong>stente e ilustraría a sus habitantes.<br />

Una historia regional está encaminada a conocer el vivir, el pensar y el actuar de<br />

determinada región; en nuestro caso, el pensar, el vivir y el actuar de Los Altos de<br />

74 Ibdem. Pp. 18-26.<br />

75 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. LOS ALTOS DE JALISCO. Panorama histórico de una región<br />

y de su sociedad hasta 1821.Ed. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Dirección General de<br />

Publicaciones. Mé<strong>xi</strong>co. 1991. pp. 9-12.<br />

117


Jalisco desde la época prehispánica hasta 1821, en que ocurre la consumación de<br />

la Independencia de Mé<strong>xi</strong>co. En ese nacer y declinar de los hechos acontecidos<br />

no todas las épocas son fecundas; por lo que es evidente que no se puede e<strong>xi</strong>gir a<br />

toda la obra el mismo interés, como quisiera el autor y la inmensa mayoría de<br />

lectores. Sin embargo, sí debe e<strong>xi</strong>stir siempre sencillez y animación, no caer en la<br />

vulgaridad; el autor, consciente de estas dificultades, procuró tenerlas en cuenta<br />

para no permitir que la narración cayera en la monotonía.<br />

La historia siempre se debe respetar; y es lo que he procurado a través de estas<br />

páginas. No dudo que pueda darse mala interpretación, o que no se relate más de<br />

un suceso verazmente como quisiera por adolecer de las fuentes que los<br />

esclarezcan; pero nunca con la intención de tergiversar o falsear los hechos. El<br />

historiador está obligado a referir la verdad. Y esta verdad debe ser íntegra, clara y<br />

sin doblez para que la historia siga siendo "maestra de la vida" y no "mera crónica<br />

de los crímenes, locuras y miserias de la humanidad". Todo historiador debe ir al<br />

fondo de los hechos y no pararse en minucias o errores de interpretación. Es lo<br />

que creo haber intentado; pero confieso, que el lector va a encontrar en estas<br />

páginas demasiadas minuciosidades. Acepto el reproche, y hasta me pavoneo,<br />

porque sé que la historia de una región, cualquiera, adquiere cuerpo con<br />

"minuciosidades", con nimiedades.<br />

Desde el primer instante en que concebí esta historia de Los Altos de Jalisco<br />

estuve consciente de lo difícil que era la tarea; sin embargo, contra viento y marea<br />

la emprendí con el fin de que los alteños conocieran en forma general su pasado.<br />

Sé que más de un autor ha escrito sobre el tema y que voy a repetir más de un<br />

hecho; sin embargo, aunque escriba sobre lo ya trillado, mi deseo es que el lector<br />

encuentre "algo nuevo" en estas páginas. Siempre he pensado, que para repetir lo<br />

mismo, mejor no se escribe.<br />

A lo largo de los días en que trabajé en Los Altos de Jalisco. Panorama histórico<br />

de una región y de su sociedad hasta 1821, siempre tuve presente lo que muchas<br />

veces externó el doctor Gutierre Tibón en amenas pláticas tenidas a la sombra de<br />

los árboles de su jardín en Cuernavaca, y que quiso se asentaran en el prólogo<br />

que tuvo a bien hacer para mi obra Jalostotítlán a través de los siglos.<br />

Los Altos de Jalisco se distinguen por muchos aspectos peculiares en el mosaico<br />

me<strong>xi</strong>cano; por su gente física e intelectualmente privilegiada, cuyo espíritu de<br />

lucha e ingeniosas iniciativas compensan con creces la pobreza de la tierra.<br />

Quisiera que esta gente excepcional, "fiel a su espejo diario", se quedara en su<br />

"patria chica" y siguiera enriqueciéndola con su esfuerzo. Necesitamos a los<br />

alteños, una de las columnas <strong>del</strong> Mé<strong>xi</strong>co <strong>del</strong> mañana, en el cual desempeñarán,<br />

en todas las actividades, un papel relevante. Es imperioso que no vuelvan al<br />

terruño con sus familias, en sus amplios automóviles, sólo en ocasión de las<br />

fiestas patronales, sino que regresen <strong>del</strong> país <strong>del</strong> Norte a sus amados Altos, para<br />

cumplir con su destino me<strong>xi</strong>cano en la tierra de sus mayores.<br />

Ojalá algún día se cumpla esta expectativa <strong>del</strong> doctor Tibón! Más de una vez he<br />

pensado que resultaría más difícil, mientras no se conozca a fondo su pasado y el<br />

pasado de sus mayores. Me sentiría satisfecho, si la lectura <strong>del</strong> presente libro en<br />

algo coadyuvara.<br />

Amo con intensidad a Los Altos por haber nacido en ellos. Encierran para mí una<br />

atracción especial, porque en una de sus comunidades de más tradición,<br />

118


Jalostotitlán, nací, viví mi niñez y me hice hombre. Ha sido para mí una obsesión<br />

conocer las entretelas de su historia; por lo que no es extraño para mí haber<br />

dedicado muchas horas de estudio, de lectura e investigación para conocer su<br />

esencia, sus entrañas, su gente y cuanto en ella ha e<strong>xi</strong>stido. Cuanto me han<br />

enseñado, cuanto de ella he descubierto, se ha traducido en saber, en alegrías, en<br />

luces interiores. Tanto así, que la <strong>presencia</strong> de su imagen ha trascurrido con el<br />

afianzamiento de sus altos valores. Por todo ello en aras de este amor, quiero<br />

dejar testimonio palpable y abrir el camino para futuros estudios de su historia.<br />

Aunque pueda parecer una pretensión difícil de conseguir, ha sido mi intención<br />

manejar la imparcialidad; sin embargo, a pesar de esta buena intención, admito<br />

haber incurrido en subjetividades porque las fuentes en las que abrevé los hechos<br />

relatados no fueron, quizá, las adecuadas o porque las malinterpreté. La prolijidad<br />

de algunos temas, que podría redundar en cansancio para el lector, lleva un<br />

propósito: proporcionarle mayor fi<strong>del</strong>idad.<br />

Para más de algún lector parecerá que algunos temas tengan poca relación con<br />

Los Altos. Puede ser; pero tiene su razón, en cuanto que se procura alcanzar una<br />

mayor penetración, no sólo de la historia particular de Los Altos, sino también de<br />

la historia de Jalisco y de Mé<strong>xi</strong>co. Valga lo anterior no de disculpa, sino para evitar<br />

desviadas interpretaciones de los hechos.”<br />

Sus reconocimientos los expresa en el siguiente sentido: “No quiero terminar esta<br />

presentación sin dejar de agradecer a la Universidad Autónoma de Aguascalientes<br />

el apoyo que me brindó para llevar a feliz término esta obra. Igualmente agradezco<br />

las valiosas aportaciones y sugerencias de algunos de los miembros <strong>del</strong> Instituto<br />

de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de Mé<strong>xi</strong>co. En<br />

forma especial, mi reconocimiento al doctor Juan A. Ortega y Medina y a los<br />

maestros Carlos Martínez Marín y Alvaro Matute Aguirre. 76<br />

El PRÓLOGO, tiene la finalidad de resaltar la historia regional y la relevancia para<br />

las sociedades, así como el sentido y contenido <strong>del</strong> texto. Afirma que: “El<br />

interesado en conocer la historia de Los Altos de Jalisco se enfrenta ante una<br />

realidad: la escasez de estudios sobre la región contrasta con la gran riqueza<br />

historiográfica jalisciense. Es muy cierto, que a partir de 1973 algunos<br />

investigadores ajenos a la misma, comenzaron a incursionar en diversos tópicos;<br />

pero casi todos con una fuerte inclinación socioantropológica y no histórica. Por<br />

esta razón, quien necesite conocer y manejar la historia de la región se topa con<br />

escasa bibliografía y, muchas veces, la e<strong>xi</strong>stente, dispersa y de una calidad poco<br />

académica.<br />

En consideración a esta deficiencia me decidí a llevar a cabo, amado lector, el<br />

presente estudio, que pretende darte a conocer el marco histórico-social de Los<br />

Altos de Jalisco desde la época prehispánica hasta 1821 en que se consuma la<br />

Independencia de Mé<strong>xi</strong>co y, de paso, llenar de alguna manera el hueco e<strong>xi</strong>stente<br />

en este tipo de estudios. Los escasos análisis de quienes hasta ahora han<br />

estudiado la historia de la región, plantean diferentes tesis y llegan a diversas<br />

conclusiones sobre la formación histórica de Los Altos, Los Altos de Jalisco,<br />

Panorama histórico de una región y de su sociedad hasta 1821 no tiene la<br />

76 Ibdem.<br />

119


intención de desechar las diferentes tesis y conclusiones ya vertidas, sino más<br />

bien cimentarlas; y sólo corregir más de una apreciación cuando lo merezcan.<br />

En cuanto alteños nos han surgido interrogantes como ¿cuáles fueron nuestros<br />

antecedentes?, ¿cuál su desarrollo y formación?, ¿cuál la forma de vida, religión,<br />

cultura de esos primeros hombres? Para dar alguna respuesta pensé que era<br />

necesario entregarme a su estudio histórico. Una vez concretado éste propósito,<br />

partí de un objetivo para evitar desviaciones posteriores: profundizar lo más<br />

posible en todo lo que oliera a Los Altos. Pero esto, al parecer simple, se tornó<br />

demasiado complejo por la extensión de la entidad que me abocaba analizar; por<br />

lo que decidí partir de la siguiente realidad: que las diversas instituciones de la<br />

sociedad alteña y factores <strong>del</strong> poder —autoridad, iglesia, grupos económicos y<br />

culturales— tienen su propia historia.<br />

Los Altos de Jalisco. Panorama histórico de una región y de su sociedad hasta<br />

1821 encierra, pues, una finalidad: conocer y analizar el grado de participación de<br />

las instituciones mencionadas dentro <strong>del</strong> contexto histórico regional y nacional;<br />

pulsar si su participación fue producto de una real conciencia histórica o mero<br />

resultado de influencias exógenas, así como interpretar la actuación de las<br />

mismas. Siento que podría esclarecerse la situación de estos grupos<br />

heterogéneos y su frecuente interacción a través <strong>del</strong> trabajo, así como también<br />

que muchas de ellas carecieron de una definición histórica real en la influencia<br />

regional. Al menos así lo he podido interpretar desde mi personal punto de vista,<br />

con base en la documentación analizada referente al lapso estudiado.<br />

La obra se plantea un objetivo bien definido: dar a conocer la historia de Los Altos.<br />

En este sentido, no será sino un repaso <strong>del</strong> desarrollo histórico de la región<br />

inmersa en la Nueva Galicia y, extensivamente, en la Nueva España, tanto en lo<br />

referente a la economía, como a lo político y lo social hasta 1821, en que acontece<br />

la consumación de la Independencia. Parto de la tesis de que la problemática<br />

analizada es producto <strong>del</strong> proceso histórico de un todo. Consideradas las cosas<br />

así, sentí que sólo era posible por medio <strong>del</strong> análisis de las diversas instituciones<br />

que conformaron a la citada sociedad en el tiempo y en el espacio, sus acciones y<br />

contenidos ideológicos y sociales retomados retrospectivamente.<br />

No sale sobrando asentar, que mi intención es presentar las actividades alteñas<br />

con objetividad, sin faltar las refle<strong>xi</strong>ones pertinentes que lleven a encontrar el<br />

significado profundo y su tendencia histórica enmarcados en el proceso más<br />

amplio, la historia de Mé<strong>xi</strong>co y el comportamiento de esta sociedad como<br />

integrante de la neogallega y la me<strong>xi</strong>cana. Los fenómenos sociales, lo mismo que<br />

los materiales, sin duda alguna serán portadores de enseñanzas para quienes<br />

participan en ellos; pero más allá de este principio se precisa sacar de su estudio<br />

las conclusiones necesarias para la acción. A lo largo de la obra se recalca en el<br />

contrapunto de un pasado lejano y otro más cercano, en cuyo marco la<br />

continuidad y discontinuidad ofrecen un complejo hato de procesos sociales que<br />

perfilaron y mo<strong>del</strong>aron históricamente a la sociedad alteña. También se recalca en<br />

la dicotomía economía-política en el proceso de centralización <strong>del</strong> poder,<br />

demostrando la inserción de las formas políticas en las relaciones económicas y<br />

su manifestación en la práctica social.<br />

En la historia de Los Altos cada grupo social ingresó a través de los asentamientos<br />

humanos que surgieron durante la colonia; y dentro de éstos, se controló y se<br />

120


controla la vida política, la actividad económica y las fechas socialmente más<br />

importantes para el alteño. Fue en esos pequeños asentamientos en donde los<br />

rancheros realizaron sus encuentros cuando, pudientes o no, se trasladaban<br />

durante la época de lluvias a aquellas pequeñas poblaciones y ensanchaban los<br />

lazos políticos y familiares; así es como se conformó la estructura. Ese tipo de<br />

actividades, que tuvieron origen en las últimas décadas <strong>del</strong> siglo XVI, se<br />

mantuvieron con igual lozanía hasta la consumación de la Independencia. El<br />

resultado de éste dinámico y permanente movimiento fue el reforzamiento de la<br />

conciencia nacional y la consolidación de los asentamientos como centros de<br />

poder político, económico, ideológico y religioso. Precisamente el proceso de<br />

integración de la población rural con los núcleos urbanos tuvo su concreción en la<br />

más importante feria regional, la de San Juan de los Lagos, a donde concurrían<br />

los alteños desde la primera mitad <strong>del</strong> siglo XVII, junto a campesinos de diversas<br />

partes <strong>del</strong> país, en busca de los favores de la virgen y <strong>del</strong> intercambio comercial.<br />

El presente trabajo procura presentar a la meseta alteña como un todo, bajo el<br />

contexto de una historia particular que, además de contener contrastes, se forjó en<br />

su expansión e interacción. El basamento de los instrumentos de producción se<br />

gestaron en la tecnología cultural de una sociedad particular, cuyo dominio <strong>del</strong><br />

medio ambiente ocurrió, no como espacio biológico, sino por medio de las<br />

tradiciones sociales instrumentadas históricamente; estos fenómenos no<br />

desaparecerán con el cambio de gobierno. En éste órden de ideas veremos<br />

confirmado lo dicho arriba; que la historia de Los Altos fue, configurada, ya que la<br />

región se conformó como territorio político en la continuidad y discontinuidad de un<br />

devenir social.<br />

Entenderemos mejor éste trabajo, si abundamos en algunos conceptos e ideas. Es<br />

imposible olvidar cómo la heterogeneidad de un país tan extenso como Mé<strong>xi</strong>co, se<br />

manifiesta en la multitud de formaciones geológicas y de zonas climáticas, así<br />

como en las distintas formas de vivir de sus sociedades regionales y locales. Con<br />

frecuencia encontramos aldeas, pueblos, villas y ciudades cercanas en la distancia<br />

física, pero con estilos de vida que se distinguen y matizan a causa de las<br />

condiciones diversas que las acompañan. Los antropólogos intentan explicar esta<br />

heterogeneidad haciendo hincapié en las características intrasociales, que se<br />

relacionan con la dinámica de los acontecimientos sociales.<br />

No se discute que la pluralidad de los asentamientos humanos juega un papel de<br />

interdependencia dentro <strong>del</strong> proceso de consolidación social, nacional y regional.<br />

Sin embargo, es un hecho admitido que la organización de la vida social responde<br />

a fuerzas que trascienden los límites locales. Eric R. Wolf recalca la importancia<br />

de las relaciones intergrupales y de procesos de construcción de la nación para<br />

comprender cualquier aspecto de sociedad tan compleja, como la de Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Precisamente, por esta razón la obra tiene muy en cuenta los grados de<br />

aculturación y trasculturación, y la frecuente vinculación que se da entre las<br />

instituciones coloniales, como las mercedes y haciendas, mismas que influirán<br />

poderosamente en la formación de la sociedad regional, y dejará un poco al<br />

margen la opinión de que determinados asentamientos tienen una organización<br />

autónoma. Y es que en Los Altos de Jalisco la sociedad se estructuró mediante un<br />

proceso en que recurrieron no sólo factores endógenos, sino que tuvieron mucho<br />

que ver los exógenos en términos de marco microhistórico.<br />

121


Es decir que los patrones específicos que la configuren deberán comprenderse en<br />

la perspectiva de las relaciones que entabla la región con otras. No es otra la<br />

intención al destacar el papel que desempeñaron en la formación de la sociedad<br />

regional: mercedes, tenencia de tierra y relaciones comerciales extrarregionales,<br />

porque en el contexto de ese todo se vuelven comprensibles muchas<br />

características regionales.<br />

No sale sobrando decir, que el trabajo que tienes en tus manos busca tener la<br />

profundidad y extensión necesarias; la incursión a tiempos prehispánicos tiene su<br />

razón de ser, ya que de lo contrario resultaría difícil identificar y analizar todo el<br />

complejo proceso dentro de un marco constreñido a la colonia, hasta 1821. La<br />

historia, evidentemente, no es producto de momentos, aunque algunos de éstos<br />

puedan jugar un papel trascendental, sino sucesión de fenómenos que abarcan<br />

siglos.<br />

La organización de las actividades están relacionadas con una tradición, que con<br />

el tiempo se institucionalizó, apoyándose en los puntos de articulación entre la<br />

región y los centros mineros y comerciales colindantes. Los Altos fueron por años<br />

reserva de granos, generadores de mano de obra y productores de ganado para<br />

los centros mineros. La función regional resultó, por encima de todo, un ejercicio<br />

creador, y demandó que la gesta alteña buscara acceso a la obtención de<br />

mercados agrícolas y ganaderos inmediatamente después de la conquista, y a la<br />

tenencia de la tierra en forma privada, más tarde; por los excedentes producidos<br />

todo derivaría en una permanente actividad comercial. La anterior disponibilidad,<br />

aunque dependió de alternativas atractivas, debe tomarse en consideración, ya<br />

que el alteño necesitó complementar sus necesidades económico-sociales<br />

acudiendo a zonas externas.<br />

A la luz de la historia, la región de Los Altos nunca ha estado aislada, porque no<br />

ha sido mera ejecutora de normas locales; ha participado en una amplia<br />

interacción política, religiosa, cultural y económica, manifestando marcos<br />

normativos heterogéneos. De donde se infiere que sus características no han sido<br />

mero resultado <strong>del</strong> impacto de fuerzas externas, sino de procesos en los que<br />

intervinieron sus hombres en el tiempo y en el espacio. En este orden de ideas,<br />

este trabajo creemos brinda una importante perspectiva de comprensión<br />

totalizadora, en la que todos los pueblos con una etnia variada coadyuvaron, pese<br />

a sus limitantes que les marcaron las "tierras flacas", como escribiera Agustín<br />

Yáñez. Y dentro de esa congruencia de fuerzas y voluntades, pueblos y habitantes<br />

dispusieron adopter un mo<strong>del</strong>o de poblados y de prácticas sociales que,<br />

históricamente, respondieron al mecanismo socio-político que la región y el<br />

mo<strong>del</strong>o de gobierno pedían. El "grupo doméstico", más que la familia, organizaba<br />

la mayoría de las actividades agroganaderas como trabajo tipo en una agricultura<br />

de subsistencia; aunque, en última instancia, la gama completa de actividades<br />

e<strong>xi</strong>gió, andando los años, de un espacio más amplio. Y, pese a que la región<br />

siguió la pauta de un "gobierno indirecto" en el que las autoridades nativas eran<br />

co-rresponsables <strong>del</strong> dominio colonial, en la práctica se dio más bien un gobierno<br />

directo, en virtud de la hegemonía criolla. La historia de Los Altos de Jalisco<br />

resulta compleja. Le ha dado vida en forma muy especial la tierra, y en forma<br />

secundaria, el comercio. El movimiento de sus coloniales estancias, de sus típicas<br />

haciendas y de sus inconfundibles ranchos han <strong>del</strong>ineado y alterado ésta, porque<br />

122


han <strong>del</strong>ineado y alterado la vida <strong>del</strong> agricultor, ganadero, comerciante, arriero,<br />

ranchero y emigrante que, en nuestros días, se dirige hacia Estados Unidos.<br />

Indiscutiblemente, su historia es la misma historia de la tierra alteña, roja o<br />

tepetatosa, cubierta de madroños y mezquites o de raquítico zacate; es la historia<br />

<strong>del</strong> hombre asido a la tierra, la que no le permite la superación ni de ese mundo<br />

que le envuelve. Lo que escribiera Fernand Brau<strong>del</strong> en su obra El Mediterráneo y<br />

el mundo mediterráneo en la época de Felipe II se aplica bien a Los Altos, como<br />

región que juega en el contexto nacional un papel histórico bien definido, que cabe<br />

reconocer y que podemos captar repasando la historia de Mé<strong>xi</strong>co y siguiendo la<br />

línea de puntos de sus contornos geográficos: "No es esto, ni aquello, ni lo demás<br />

allá; no es un mundo que se basta a sí mismo, ni es prado con lindes bien<br />

definidas..."<br />

Para poder hacer factible el presente trabajo he tenido la oportunidad de echar<br />

mano de una gruesa masa de papeles en archivos, de estudios, de libros, de<br />

publicaciones. Unos de gran interés, otros con merecimientos menores; pero todos<br />

muy valiosos, porque en cada una de sus líneas he encontrado los gestos <strong>del</strong><br />

hombre: de los hombres prehispánicos, de los hombres pioneros <strong>del</strong> siglo XVI, de<br />

los hombres conformadores de las haciendas y los ranchos, instituciones que han<br />

forjado su historia, la historia de Los Altos. Trazar esa historia sin el conocimiento<br />

de las fuentes no hubiera sido posible; por eso me aboqué a hurgar cuanto papel<br />

sugiriera información sobre el tema. He de confesar mi satisfacción porque<br />

algunos archivos permanecen aún completos y con su documentación casi íntegra<br />

desde la colonia; otros no se pueden gloriar porque han sido castigados por las<br />

diversas calamidades y revueltas con que ha sido flagelada la región. Guardando<br />

la debida distancia, considero que el transcurrir de los sucesos arrojan utilidad, luz,<br />

enseñanza, principalmente porque he pretendido en su relato eliminar la historia<br />

convencional.<br />

A lo largo <strong>del</strong> trabajo se combinaron los mo<strong>del</strong>os de análisis macro y<br />

microhistórico, a los que considero de gran utilidad para una actividad como la<br />

presente, porque persigo el análisis y no la mera descripción de los sucesos. Los<br />

mo<strong>del</strong>os, más que descubrir la realidad, abstraen ciertos elementos y relaciones<br />

cruciales que nos llevan a conocer de manera precisa la entidad histórica de<br />

nuestra región. He tenido muy en cuenta para presentar al lector la historia de Los<br />

Altos el consejo de Fernand Brau<strong>del</strong>: que esta historia debe ser la historia <strong>del</strong><br />

acontecer <strong>del</strong> hombre alteño en sus relaciones con el medio, con su entorno; el<br />

acontecer de ese hombre con las cosas inanimadas, con los paisajes, con el<br />

trabajo agrícola y ganadero sujeto al dinamismo <strong>del</strong> tiempo y <strong>del</strong> espacio que lo<br />

transformó. Con toda intención parto de un marco físico-geográfico que familiarice<br />

al lector, por medio de un análisis de paisajes, imágenes y realidades que lo lleven<br />

a descubrir los rasgos permanentes; es decir, procuro que la geografía le dé<br />

respuesta a muchas de las interrogantes.<br />

He procurado, si no totalmente, al menos en parte, abordar la historia de los<br />

individuos alteños como "una historia de oscilaciones breves, rápidas y<br />

nerviosas... que es lo más rico en la humanidad". Es decir, quiero que el lector<br />

entre en contacto con la narración de "un tiempo geográfico, de un tiempo social y<br />

de un tiempo individual". En pocas palabras, pretendo seguir la forma de hacer<br />

historia de los "analistas", para quienes ésta no debe constreñirse al estudio de<br />

123


huertos sólidamente cerrados, en cuanto que "no es un dominio reservado<br />

exclusivamente a las responsabilidades individuales". Estoy de acuerdo, que en la<br />

conformación de la historia, los grupos y las agrupaciones ocupan un lugar<br />

significativo, como también la economía, el desarrollo poblacional y las<br />

ideologías.” 77<br />

Los contenidos de su trabajo se identifican en la secuencia <strong>del</strong> capitulado. En el<br />

Capítulo 1., se describe la SITUACIÓN FÍSICA Y GEOGRÁFICA DE LA REGIÓN<br />

DE LOS ALTOS DE JALISCO: Marco físico y geográfico de la región; Influencia<br />

fisicogeográfica en la caracterización y formación <strong>del</strong> hombre alteño; e Influencia<br />

fisicogeográfica en el poblamiento regional.<br />

El Capítulo 2., contiene LA FORMACIÓN DE LA SOCIEDAD REGIONAL:<br />

Antecedentes prehispánicos remotos; Los pueblos históricos; Los tecuexes; Los<br />

caxcanes; Los chichimecas; La <strong>presencia</strong> de los me<strong>xi</strong>cas en la región; La<br />

conquista de Los Altos por los españoles; La guerra <strong>del</strong> Mixtón, 1540-1541;<br />

Refle<strong>xi</strong>ones sobre la conquista; Marco histórico sobre la formación de la sociedad<br />

alteña; Adopción y adaptación <strong>del</strong> alteño a la tierra; Sur y el oeste de Los Altos;<br />

Norte y centro de Los Altos; Particularidades de la sociedad alteña; El papel de la<br />

Iglesia en la formación de la sociedad alteña; Consideraciones sobre la ética de<br />

evangelización; Las instituciones agrarias en la conformación histórica de la<br />

región; Papel de las diversas instituciones en el desarrollo economicosocial de la<br />

región.<br />

Su Capítulo 3., expone EL SIGLO XVIII Y LA MODERNIDAD: Marco general; La<br />

ilustración; Reformas Borbónicas; Brotes ilustrados en algunos núcleos de la<br />

sociedad 0criolla. La industria incursiona en Los Altos.<br />

En el Capítulo 4., narra LA SOCIEDAD ALTEÑA EN VÍSPERAS DE LA<br />

INDEPENDENCIA: El medio y el hombre en vísperas de la Independencia; La<br />

estratificación social; La problemática social en Los Altos; El bandolerismo, signo<br />

de una sociedad en crisis; Las instituciones de presión en Los Altos.<br />

Para concluir en el Capítulo 5 describe La GUERRA DE INDEPENDENCIA EN<br />

LOS ALTOS DE JALISCO: prolegómenos e inicio de la guerra de Independencia.<br />

Primera etapa. Hechos de armas ocurridos en Los Altos; Segunda etapa de la<br />

guerra de Independencia; Consumación de la Independencia; Consecuencias<br />

posrevolucionarias en Los Altos<br />

En sus REFLEXIONES FINALES, que son parte de el último capítulo, luego de<br />

resaltar una serie de eventos relacionados con la descripción realizada y antes de<br />

concluir su escrito afirma que:”Finalmente, quiero que el lector tenga presente que<br />

Los Altos de Jalisco. Panorama histórico de una región y de su sociedad hasta<br />

1821 expresa con frecuencia mi personal punto de vista, aunque reforzado a la luz<br />

de los documentos. Desde esta óptica personal pretendo que se convierta en un<br />

documento auténtico, real, objetivo, en el que explico y doy a conocer los hechos<br />

político-sociales de la región de Los Altos, a fin de que los alteños se identifiquen<br />

con sus raíces. Guardo la impresión de haber llegado a importantes<br />

apro<strong>xi</strong>maciones, gracias a la veracidad <strong>del</strong> acervo documental manejado; por lo<br />

cual espero que su lectura satisfaga al lector e<strong>xi</strong>gente. Retomar conceptos y datos<br />

de nuestro pasado histórico me permitieron formar un marco global,<br />

77 Ibdem. Pp. 13-20.<br />

124


principalmente porque no perdí de vista el papel tan importante de los rubros<br />

estudiados. Para mí, la enseñanza más palmaria que descubrí al escribirlo, fue la<br />

e<strong>xi</strong>stencia de un poder y autarquía locales inmersos en una élite criolla que ha<br />

trascendido pujante hasta ahora. Por otra parte, siento que podrían destacarse en<br />

el presente estudio las enseñanzas que nuestros alteños de hoy deberían<br />

aprovechar. Y es que todos estos hechos ocurridos en el lapso que historiamos<br />

contienen principios de refle<strong>xi</strong>ón por el aleccionamiento que aportan. Yo diría que<br />

si el alteño tiene memoria histórica, estamos ante la posibilidad de que, tanto<br />

enseñanzas como errores, cooperen a la rectificación <strong>del</strong> rumbo, ya que sólo<br />

mediante la refle<strong>xi</strong>ón histórica se es capaz de recuperar el destino.<br />

Finalmente, este panorama histórico alteño no soslaya el relato de aciertos o de<br />

fallas históricas; de ahí la importancia de que el regional aproveche aciertos y<br />

rectifique errores. Nuestra historia sigue señalándonos, que la Independencia de<br />

Mé<strong>xi</strong>co aún es una entelequia, ya que economía, cultura, ideólogía y organización<br />

siguen controladas desde el extranjero. Es hora de recuperar nuestra efectiva<br />

acción libertaria, apoyados en las enseñanzas de la historia, porque ella será la<br />

única que nos señalará la forma de acrecentar o multiplicar los focos de<br />

independencia. No olvidemos, que la mediatización, sea cual sea, se ha<br />

convertido en irrompible grillete obstructor de la libertad <strong>del</strong> país. Tenemos la<br />

palabra, querido lector.” 78<br />

De su constante trabajo histórico, extrajo y publicó en el No. 1 de FOLIO, órgano<br />

de difusión <strong>del</strong> Archivo Histórico <strong>del</strong> Estado de Aguascalientes. Su escrito se<br />

refiere al Padrón Parroquial de 1648.<br />

En la Presentación de la publicación el Director general <strong>del</strong> Archivo Histórico <strong>del</strong><br />

Estado, Angel Hernández Arias dice sobre el opúsculo que: “"FOLIO", primer<br />

número publicado pretende encaminar sus esfuerzos en la difusión de la archivalia<br />

documental sustentadora de nuestra historia, y alentar la permanente pasión por<br />

ese ayer.<br />

"FOLIO", espacio abierto para todos aquellos investigadores y cronistas de la<br />

cotidianidad pasada y presente que deseen aportar su esfuerzo en la confección<br />

de "la gran historia de Aguascalientes", por hacer….Es grato iniciar el primer<br />

número de "Folio" con el trabajo <strong>del</strong> Doctor José Antonio Gutiérrez Gutiérrez,<br />

destacado investigador de la Universidad Autónoma de Aguascalientes y miembro<br />

connotado <strong>del</strong> Sistema Nacional de Investigadores, con el tema "Aguascalientes a<br />

través <strong>del</strong> Padrón de 1648", por varias razones.<br />

Primero porque se trata de un soporte graficado en el momento en que<br />

Aguascalientes cumplía 73 años de haberse cedulado como villa, dejando atrás<br />

aquel viejo y difuso sitio o paso; venerable documento de 351 años de edad que<br />

nos muestra básicamente sus pobladores y su condición social.<br />

En seguida por tratarse de un documento valioso, desconocido, único y que<br />

además se reproduce en forma facsimilar.<br />

Por último, el excelente trabajo paleográfico y textos que acompañan a la presente<br />

edición, sin lugar a duda dará nuevas aportaciones para la historiografia local.” 79<br />

78 Ibdem. Pp. 539-540.<br />

79 Hernández Arias, Angel Presentación “Padrón parroquial de Aguascalientes 1770”, Aguascalientes,<br />

Archivo Histórico de Aguascalientes, 2001.<br />

125


En la Introducción, el Dr. Gutiérrez inicia con algunas refle<strong>xi</strong>ones sobre una línea<br />

<strong>del</strong> trabajo histórico. Señala que: “La historia demográfica abre nuevas<br />

posibilidades para la investigación <strong>del</strong> pasado y nos permite acercamos a la<br />

historia integral de un pueblo, ciudad o región. No podemos hablar de la historia<br />

demográfica como una disciplina aislada, puesto que sus mejores fiutos los rendirá<br />

sólo al apoyar y apoyarse en los hallazgos de la historia social y las estructuras<br />

económicas. Es esta la razón de que cuando se intenta reconstruir el pasado de<br />

cualquier población o región, una de las fuentes a donde debemos acudir son los<br />

archivos que conservan los documentos que registran los datos demográficos.<br />

Para Mé<strong>xi</strong>co hasta el siglo XIX han sido los archivos parroquiales o episcopales<br />

los que contienen el desarrollo <strong>del</strong> número de hombres a través <strong>del</strong> tiempo.<br />

Trabajos como los de Pierre Goubert, Louis Henry, Jean Menoret y Michel Fleury<br />

sobre demografia europea han despertado el interés por estudiar la de<br />

Latinoamérica y en Mé<strong>xi</strong>co ya es posible contar con investigaciones realizadas en<br />

este campo, como los trabajos de Sherburne F. Cook, Woodrow Borah y otros. En<br />

los últimos años hemos tenido la satisfacción de ver multiplicarse este tipo de<br />

trabajos a nivel nacional y regional.<br />

No es intención abordar a profundidad en este espacio que ofrece el Archivo<br />

Histórico <strong>del</strong> Estado el tema por su amplitud; se hará tan solo un acercamiento<br />

demográfico-social hasta 1648, que es cuando se elabora el padrón de<br />

referencia.”<br />

Luego habla sobre el documento en cuestión: “Al leer este primer padrón conocido<br />

de la Villa y jurisdicción de Aguascalientes que se encuentra en el Fondo de<br />

Adquisiciones <strong>del</strong> Archivo Histórico <strong>del</strong> Estado, el lector disfrutará y hará sus<br />

conjeturas. El objetivo de este trabajo y análisis es tratar de identificar la dinámica<br />

poblacional de la Villa hasta esa fecha, utilizando los registros parroquiales<br />

e<strong>xi</strong>stentes y hacer algunas apreciaciones sobre su posible evolución. Las<br />

conclusiones a que se pueda llegar aquí deberán considerarse como hipótesis<br />

aplicables únicamente al caso concreto de Aguascalientes y su jurisdicción en sus<br />

primeros setenta y cinco años de vida.<br />

La región a la que se refiere el presente estudio se circunscribe a los limites que<br />

en el siglo XVII tuvo la Parroquia de la Asunción de las Aguas Calientes localizada<br />

en el centro-occidente de la República Me<strong>xi</strong>cana y que abarca el actual Estado, y<br />

parte de Encarnación de Díaz. Hernando de Gallegos la describió en 1585 "más<br />

llana que montuosa, aunque toda ella tiene muchas quebraduras y tiene pocos<br />

ríos y arroyos; es falta de aguas, antes que abundosa; aunque no faltan las que<br />

son menester para los pobladores de ella". Hidrológicamente forma parte de la<br />

cuenca Lerma-Santiago, aunque por su clima más seco que húmedo y la ecología<br />

la calificamos de semidesértica. Los ríos y corrientes vierten sus aguas en el Río<br />

Verde, que en el paraje "Las Juntas", deposita sus caudales en el Río Grande de<br />

Santiago.<br />

La región fue conquistada por los españoles en 1530. Escribe Tello: "Luego que el<br />

capitán Nuño de Guzmán concluyó la guerra con los indios <strong>del</strong> Río Cuitzeo... envió<br />

al capitán Pedro Almíndez Chirinos hacia la parte norte... fuese arrimado a<br />

Comanja y a las Chichimequillas, que es lo que ahora se llama Lagos, donde<br />

había muchísimas poblaciones de gente... y tomó posesión... y cierto que no había<br />

pan y que había de padecer mucho, se fueron a unos pueblos tzacatecas...".<br />

126


Debió ocurrir esta expedición en las primeras semanas de 1530, mientras Nuño de<br />

Guzmán y la otra parte <strong>del</strong> ejército se posesionaban de Tonalá y Valle de<br />

Atemajac, pues en Semana Santa los distintos grupos de españoles se reunieron<br />

en Nochistlán para celebrar los actos religiosos, de donde se dirigían hacia el<br />

Pacifico hasta llegar a Culiacán. Se puede calificar de e<strong>xi</strong>tosa la conquista de<br />

Occidente, pues en menos de dos años Guzmán y su grupo hablan incorporado a<br />

la Corona Española un extenso territorio.<br />

La conquista que éste había realizado con un puñado de soldados peligró con la<br />

sublevación regional, a donde debió acudir en su au<strong>xi</strong>lio el mismo virrey Antonio<br />

de Mendoza; éste se presentó en Nochistlán para atacar a los rebeldes al mando<br />

de Tenamaxtle que se habían empeñolado en el Cerro <strong>del</strong> Mixtón. Después de<br />

varios días de lucha, los españoles lograron vencerlos y apoderarse <strong>del</strong> cerro el 8<br />

de diciembre de 1541; la muerte de más de 20,000 indígenas y la reducción de<br />

decenas a la esclavitud fue el trofeo de guerra con que regresó a Mé<strong>xi</strong>co el<br />

"prudente virrey". En las acciones llevadas por los españoles se cometieron<br />

muchas barbaridades: cacerías implacables de naturales que huían asustados a<br />

los montes, herradero de esclavos y venta de los mismos, actos de mutilación,<br />

violaciones, etcétera.<br />

La colonización y evangelización de los regionales se inició en forma sistemática<br />

después de la derrota <strong>del</strong> Mixtón, cuando los españoles se dedicaron a organizar<br />

su adininistración y buen gobierno. Fueron los franciscanos Antonio de Segovia y<br />

Miguel de Bolonia quienes se encargaron de ello, los que desarrollaron una<br />

intensa labor de convencimiento para hacer volver a los indígenas a sus antiguos<br />

pueblos; la reestructuración de éstos, fundación de ermitas y hospitales fue lo que<br />

mejor potenció los trabajos de colonización, organización y evangelización. En el<br />

avance colonizador fue factor decisivo establecimiento de estancias<br />

agroganaderas; lo anterior preparó para establecer en la región pueblos<br />

sedentarios que sirvieron de dique contra las tribus indómitas <strong>del</strong> norte. Este fue el<br />

origen de la sociedad colonial regional, la que se consolidaría con el hallazgo de<br />

los minerales zacatecanos en 1546 por Juan de Tolosa, y una vez que quedaron<br />

controlados los cañones zacatecanos, la región de los Altos de Jalisco y los<br />

pueblos Tecuexe-Caxcanos que se convirtieron en coto frente al peligro que<br />

representaba la movilidad de los chichimecas. Dice Mc Bride que "los primeros<br />

propietarios de las tierra en la región fueron agricultores procedentes de España,<br />

de los campos agrícolas comunales de Aragón y Castilla... Fueron realmente<br />

granjeros que prefirieron asentarse en pequeñas propiedades (dotaciones) para<br />

vivir en forma primitiva como sus vecinos los indígenas. Cuando las condiciones<br />

permitían se originaba el mestizaje; cuando no, la etnia española se conservó con<br />

poca o ninguna mezcla; lo último constituyó la generalidad... y constituyó el único<br />

ejemplo en el Nuevo Mundo de españoles que vinieron a ser reales colonizadores<br />

y que cultivaron la tierra con sus propias manos".<br />

En referencia a Aguascalientes e<strong>xi</strong>ste la hipótesis de que algunos de los que<br />

acompañaron al virrey Antonio de Mendoza en la campaña contra el Mixtón,<br />

mercedaron tierras y se establecieron definitivamente aquí; pudo ser. Es un hecho<br />

que en 1544 se asentó en el valle donde después se fundó la villa Catalina<br />

Gallegos, que recibió título de "un pedazo de tierra para estancia de ganado y una<br />

caballería, desde Compostela, <strong>del</strong> Gobernador de la Nueva Galicia Francisco<br />

127


Vázquez de Coronado. En la década de 1550 ocurren asentamientos de otros<br />

españoles en la región; antes de dejar el gobierno Antonio de Mendoza entregó<br />

tierras a Pedro Gutiérrez y Francisco Sánchez: "un sitio de estancia para ganado<br />

menor en los chichimecas blancos", cerca de donde ya se encontraban asentados<br />

Juan de Manzanares, García de Vega y Juan Bravo. Poco después recibiría<br />

tierras, <strong>del</strong> virrey Luis de Velasco, cerca de Ciénega Grande, Cuicillo, Sierra de<br />

Ibarra y Tepezalá Juan de Tolosa. Y en el Valle de Huejúcar, la Real Audiencia de<br />

Guadalajara hizo merced el 13 de noviembre de 1550 a Alonso Velasco, Diego<br />

Flores y Diego de los Ríos, tierras que posteriormente formarían parte de la<br />

Hacienda La Vaquería o Gaztambide.<br />

La emigración española continuó a la región; en la década de 1560, el fiscal de los<br />

chichimecas, Hernando González de Berrocal recibió "una estancia de ganado<br />

menor y otras tierras en Rincón de Nuestra Señora o Valle de Aguascalientes",<br />

que colindaban con las de Gaspar López, Francisco Guillén y Lorenzo de Padilla.<br />

Y por el camino GuadalajaraTeocaltiche-Zacatecas se establecieron en 1562<br />

Pedro de Alba y su mujer Beatriz de Castañeda, "en dos sitios de estancia para<br />

ganado menor, dos caballerías, dos huertas y dos solares", merced que entregó el<br />

Corregidor de Teocaltiche Henando Martel. En esta década encontramos<br />

establecidos en la jurisdicción de Encamación a Antonio Macías, Diego de Vivar,<br />

Diego Guerra Valdés, Juan Sánchez y Pedro Fernández.<br />

Antes de la fundación de Aguascalientes se habían establecido en el área Pedro<br />

Martínez "en un sitio de estancia de ganado mayor en el puesto de Peñuelas"<br />

donde ya vivía Nicolás Ramírez, Juan Navarrete "en la cañada que sale de<br />

Ciénega Grande", Bartolomé Sánchez y Martín de Navarrete cerca de las Bocas,<br />

Francisco Martín en la Sierra de Tepezalá, Alonso Dávalos en los términos de<br />

Tepezalá y Asientos, Diego de Portugal en las Enciniflas, Pedro Salazar, Juan<br />

Gallardo y Francisco Gómez en El Corral y Cañada de San Francisco.<br />

La fundación de otro asentamiento español después de Lagos (1563), se hacia<br />

necesaria para proteger a los estancieros <strong>del</strong> peligro chichimeca. En 1573 ordenó<br />

el Rey Felipe II al Presidente de la Audiencia de Guadalajara, doctor Gerónimo de<br />

Orozco, "tratar con algún hombre rico pueble algún pueblo en la frontera<br />

chichimeca"; propuso poblar dos lugares aparte de Lagos, pues veía la necesidad<br />

de proteger a colonos y viajeros. Esta fue la razón de la cédula que dio origen a<br />

nuestra ciudad, la que fue expedida anombre <strong>del</strong> rey por el doctor Gerónimo de<br />

Orozco el 22 de octubre de 1575, en la que encontramos su origen jurídico. "Por<br />

cuanto, por Juan de Montoro por sí y en nombre de Gerónimo de la Cueva y<br />

Alonso de Alarcón y otras muchas personas nos fue hecha relación, diciendo que<br />

ellos querían poblar una villa en el sitio y paso que dicen Aguas Calientes, junto a<br />

unas casas que dicen tener en dicho sitio Alonso de Avalos Saavedra, treinta<br />

leguas de la ciudad de Guadalajara y diez y seis de las minas de Zacatecas...", y<br />

de seguirse "gran servicio a Dios, y nuestro, y seguridad de los pasajeros que iban<br />

y venían de las dichas minas de Zacatecas y Guanajuato y otros pueblos<br />

comarcanos que por allí pasan a causa de las muertes y robos que en dicho sitio y<br />

su comarca los indios de guerra hacen... Se proveyó e mandó se hiciese el asiento<br />

y traza de la Villa, a la cual le pusimos y ponemos por nombre de la Ascención... a<br />

la cual señalamos y nombramos por términos suyos cinco leguás a la redonda con<br />

que ellas no entre ningún pueblo de españoles ni de naturales... Y nos pidieron y<br />

128


suplicaron... darle el título de Villa para que gozasen de las preeminencias,<br />

prerrogativas e inmunidades que las demás Villas de nuestros Reinos gozaban y<br />

les debían ser guardadas; y como tal villa pueda nombrar cada un año para la<br />

administración y de la nuestra justicia, dos alcaldes, cuatro regidores y un síndico<br />

procurador <strong>del</strong> Consejo de ella".<br />

Aguascalientes se enfrentó en su origen a muchos obstáculos, el principal ser<br />

tierra de guerra; por eso en sus primeros años no alcanzó a desarrollarse. En<br />

1585 ve Hernando Gallegos así a la villa: "A ocho leguas de este pueblo, está<br />

poblada la villa que llaman Nuestra Señora de la Ascención, donde está un fuerte<br />

que llaman Aguas Calientes. Y es de muy poca o ninguna población, porque no<br />

tiene más de los soldados que están en el dicho presidio, que son dieciséis, y un<br />

caudillo y dos vecinos, porque no se pueden tener en la dicha villa ninguna<br />

contratación ni valerse de sementeras, porque no dan lugar los indios chichimecas<br />

de guerra, que los matan y les hurtan los caballos y bueyes que tienen en<br />

cualquier parte <strong>del</strong> año". Y veinte años después Mota y Escobar la encuentra "la<br />

más pobre y humilde población de todo este reino", con apenas 12 vecinos "que<br />

sirven los más de ellos de mayordomos a los señores de las estancias de ganados<br />

mayores que hay en estas cercanías muy buenas y gruesas".<br />

Con el desarrollo de la agroganaderia y luego de que el oidor Gaspar de la Fuente<br />

instruyó que en la traza se debía fijar una plaza de 100 varas en cuadro y "en la<br />

escuadra frontera a la <strong>del</strong> sureste esté la iglesia, la Villa atrajo paulatinamente más<br />

vecinos. El auto de la primer visita pastoral, de agosto de 1612, dice que "la iglesia<br />

que está comenzada se acabe con brevedad, donde se puedan celebrar los oficios<br />

divinos". Su origen que había sido pobre y desordenado fue mejorando; para<br />

principios de la segunda década Arregui ya encontró avecindados entre 15 y 20<br />

españoles "y en sus contornos hay otros muchos en estancias y labores"; es decir,<br />

que ya contaba con alrededor de cien vecinos y ofrecía atractivos a los<br />

estancieros para hacer vida familiar. En busca de una mayor información revisar<br />

detalladamente los asientos de bautismos y matrimonios correspondientes a la<br />

primera parte <strong>del</strong> siglo XVII; en bautizos se encontró esta tendencia: españoles<br />

(incluye los criollos), 367; mestizos, 128; indios, 684; mulatos, 124 y esclavos<br />

negros, 66; de estos nacimientos ocurrieron en la villa 233,28 en el pueblo de San<br />

Marcos y el resto en la jurisdicción.<br />

Lo anterior nos lleva a pensar en el continuo proceso de mestizaje, que a la postre<br />

dominó el espectro social regional. En la segunda y tercera décadas se<br />

avecindaron entre otros Gaspar de Silva, Juan García, mayor de Castilla, que casó<br />

con Beatriz Gallegos, Miguel de Sierra que casó con Juana Martel, hija de Maria<br />

de Frías y Hernando Gallegos que habían emigrado de Teocaltiche en 1600.<br />

María de Frías construyó casa en un solar que le donó el cura de Teocaltiche, Br.<br />

Cristóbal Macías Barreto, "por las muchas buenas obras que debo y he recibido y<br />

recibo..., de dos que tengo en la Villa de la Ascención de Aguas Calientes que<br />

compré a Juan de Montoro y Juana de la Torre su mujer vecina de la dicha villa<br />

colinda con casa y solar que fue de Juan de Montoro padre <strong>del</strong> susodicho por la<br />

banda de arriba la calle real". También se establecieron Alonso de Torres y<br />

Constanza de Alvarado; Martín Fernández e Isabel de Grijalva y Velasco; Juan de<br />

Padilla, natural de Jerez ,que casó con Petrona de Siordia; Esteban Tejada y Luisa<br />

Delgadillo; Diego de Mateos de Ortega; Francisco Díaz, de Islas Canarias que<br />

129


casó con Isabel López hija de Juan López de Lizardi y Leonor Becerra; el<br />

castellano Francisco Rodríguez Montes de Oca, que casó con una hija de Lupe<br />

Ruiz de Esparza y Francisca de Gabadí en 1618; Juan Jiménez de Medina y<br />

María Segura; Luis de Medina y María Siordia; Sebastián Pérez y María de Jara;<br />

el castellano Francisco de Palacios, que casó con Magdalena Méndez Gamboa,<br />

hija de Baltasar Gamboa y Ana Méndez; el segoviano Manuel Martínez, que casó<br />

con María Rodríguez, hija de Juan de Montoro y Catalina de Ayala; el portugués<br />

Antonio González de Acosta, que casó con una india de Tlaquepaque; el<br />

extremeño Servando de Padilla, que casó con Agueda Torres de Tavera, hija de<br />

Nicolás Ramírez y Polonia de Torres; el murciano Ginés Valera, que casó con<br />

Juana de Espinosa, en cuya acta fungieron como padrinos el entonces alcalde<br />

mayor, capitán Juan de Meza y su esposa Antonia de Hijar y Bracamontes, y el<br />

casteHano Gaspar de Aguilera que casó con Bernarda Salado. También se<br />

avecindaron el sevillano Francisco Gómez que casó con Margarita Ruiz de<br />

Esparza, Juan Araiza que casó con Ana Lozano, el portugués Juan Bautista<br />

Maldonado que casó con Luisa de Vargas, el de Alpujarras Juan Hernández de<br />

Juárez, que casó con la india Agustina de la Cruz con dispénsa de relación<br />

espiritual. Varías de estas familias se convirtieron en troncos genealógicos de la<br />

sociedad aguascalentense.<br />

Pero no fueron solo inmigrantes españoles los que llegaron; sabemos por los<br />

libros parroquiales que también se dio un alto número de indígenas, negros y<br />

mulatos, esclavos o no; mano de obra destinada al servicio doméstico o para las<br />

estancias cercanas. El mayor número fue de indígenas: Juan Bautista y<br />

Magdalena, tarascos, criados de Luis González; Juan Baltasar y María, naturales<br />

de Mitic, criados de Juan de Gamboa; Gabriel y Beatriz, criados de Miguel López<br />

de Lizardi "en el molino de pan traer". Y en referencia a negros esclavos o<br />

mulatos, la inmigración fue también sustanciosa: María, esclava de Maria Frías;<br />

Gerónima, esclava de Esteban de Tejada; Juana Gallegos y Luisa Dávila, mulatas<br />

esclavas de Luis González; Pedro e Inés, esclavos de Isabel Holguín; Juan<br />

Bautista y Ana, angoleses, esclavos de Juan Bautista Conte; Emerenciana e<br />

Isabel Orozco, Martin y Magdalena de Peñalosa "mulatos ladinos", Gerónimo e<br />

Isabel Angola, Miguel de Castilla, Bartolomé Hernández y Magdalena de Silva<br />

mulatos libres, criados y esclavos de Juan Arias de Avillá; Francisco negro de<br />

Santo Tomé, Maria de Angola, Juan y Elena de Terranova, Juan Chiquito y<br />

Caridad, esclavos de Juan de Huerta y otros.<br />

Lo anterior nos lleva a suponer que la villa dispuso de los medios indispensables<br />

para ejercer una vida política y económica satisfactoria. El Aguascalientes de<br />

origen humilde y desordenado, a la vuelta de los años se hizo atractivo para sus<br />

moradores. Progresó porque en la jurisdicción se explotaron "gruesas estancias"<br />

ganaderas y de trigo y maíz; porque le escogieron como hospedaje obligado los<br />

comerciantes que introducían productos hacia Zacatecas y provincias internas y<br />

porque, al deprimirse la minería, algunos ricos mineros invirtieron sus ahorros en<br />

la compra de tierras; también porque con la conformación de haciendas se<br />

fomentó la producción para el mercado. Aunque la Villa no registra un desarrollo<br />

expansivo en esta primera parte <strong>del</strong> siglo XVII, mucha de su infraestructura es de<br />

entonces, como es el trazo urbano e hidráulico. El primer templo parroquial ya se<br />

encontraba terminado en 1625, las casas reales ya estaban en servicio antes de<br />

130


1650, así como el convento de San Diego. El pueblo de San Marcos quedó<br />

debidamente conformado; contaba con una pequeña iglesia y hospital para indios<br />

bajo la advocación de la Limpia Concepción; en éste los sanmarqueños se<br />

a<strong>del</strong>antaron a españoles y criollos, pues lograron contar con hospital antes que el<br />

Br. Diego de Quijas y Escalante invitara a los juaninos a fundar el Hospital de San<br />

Juan de Dios. Esta sociedad de la primera mitad <strong>del</strong> siglo XVII tenía ya<br />

manifestaciones lúdicas, cuyo centro de reuniones era la plaza. Como era<br />

costumbre las cofradías fueron varias; y al diversificarse el comercio aparecieron<br />

algunos gremios de artesanos: sastres, herreros, zapateros, barberos,<br />

sombrereros, carpinteros, albañiles o canteros. No faltaron problemas sobre la<br />

tierra y derechos <strong>del</strong> agua para riego, sobre herencia, por robo o injuria, o por<br />

incumplimiento a la palabra de matrimonio o al pago de deuda; aunque no faltaban<br />

eventos como los anteriores, era lo menos frecuente en esta sociedad.<br />

Es claro que en la historia todo procedimiento retrospectivo suele resultar casi<br />

siempre un anacronismo; pero aunque este fuera el caso, la búsqueda por los<br />

orígenes de Aguascalientes no se diluye. Esta forma de proceder descriptivo suele<br />

comenzar con una apro<strong>xi</strong>mación al escenario que nos interesa en conjunto, la Villa<br />

de Aguascalientes antes de 1650. No podríamos apreciar este escenario sin antes<br />

conocer algunos rasgos, sobre todo la secuencia de su evolución; por eso<br />

necesario es anteceder a la presentación <strong>del</strong> padrón de 1648 estas notas sobre el<br />

periodo inicial de la Villa, de difícil comprensión porque contamos con muy pocos<br />

elementos para ello. Antes de los registros parroquiales todo queda en mera<br />

hipótesis de cómo ocurrió; y analizando éstos es como con certeza podemos<br />

saber de la evolución poblacional. El hecho que Aguascalientes sea vecina de una<br />

región con tradición prehispánica, la tecuexe-caxcana, nos inclina a pensar en un<br />

desarrollo agrícola esencial, pero una balanza equilibrada entre ganadería y<br />

cultivos; aunque la cercanía de centros mineros también nos induce a considerar<br />

forzosamente en que la plata fue serio estimulante para la inmigración. Sin<br />

embargo, sabemos que todo lo anterior no fue único factor; sin que con eso<br />

queramos negar que la actividad agroganadera ocupó un lugar importante; de una<br />

u otra forma, el conjunto de elementos mencionados convirtieron a la región en el<br />

área más poblada de la Nueva Galicia. En esta primera parte <strong>del</strong> siglo XVII la<br />

inmigración de españoles responde al interés por mercedar tierras; no así a los<br />

otros núcleos que responden a una característica servil, pues se trata de núcleos<br />

formados por indígenas laborios que buscaron acomodo en estancias y los negros<br />

en casas particulares. Se trató de gente que buscaba su trasplante de las<br />

comunidades geográficas de origen o traídos como esclavos de lejanas tierras; así<br />

es como se fue dibujando la alcaldía y Villa de Aguascalientes.<br />

Otro fenómeno digno de mención es la importación de esclavos africanos en la<br />

primera parte <strong>del</strong> siglo XVII y que un alto porcentaje de éstos son mujeres; lo que<br />

acentúa las relaciones interétnicas fuera <strong>del</strong> matrimonio, al juntarse ilícitamente los<br />

negros con las jóvenes chichimecas apresadas en las “entradas” que no<br />

terminaron con la paz chichimeca. Aunque su número no fue elevado, estos<br />

grupos se aclimataron y se unieron a los establecidos en calidad de libres; lo<br />

mismo puede tratarse de peones, naborios, desarraigados o siguiendo a su<br />

patrón. Resalta que Aguascalientes paulatinamente pasa a ser punto de<br />

atracción, motor y receptor de población; por que este fenómeno fortalece<br />

131


sustancialmente la inmigración. La ilegitimidad no fue en todos los núcleos igual; el<br />

que más se acercó fue el mestizo que se diluyó a lo largo <strong>del</strong> siglo al corregirse la<br />

ilegitimidad. En cierto momento la amplitud <strong>del</strong> fenómeno de ilegitimidad puede<br />

parecer en Aguascalientes chocante, si pensamos en lo que para aquella sociedad<br />

fue tan importante el matrimonio. Sin embargo, las cifras encontradas en los libros<br />

no siempre lo atenúan; pero no es tan determinante y claro, en cuanto que tienen<br />

su origen en la importante introducción de esclavos africanos por las elevadas<br />

uniones libres. Encontramos que constituyen un neto contraste con el<br />

comportamiento de la población rural, y más concretamente la indígena, que<br />

desarrolla actividades terciarias y servicios en las que aparece como recurso<br />

constante la mano de obra femenina, doméstica o servil. Precisamente de éstas<br />

van a nacer la mayor parte de hijos fuera <strong>del</strong> matrimonio.<br />

En los núcleos criollos, encontramos un má<strong>xi</strong>mo respecto hacia ciertas reglas<br />

religiosas y sociales. La mujer de castas vivía casi siempre sin casarse y una de<br />

cada seis esclavas no tuvieron marido conocido; incluso en el caso de ser liberta o<br />

haber nacido libre se consideraba mancillada por la mancha original que<br />

acompañaba su ascendencia servil. Hay que decirlo, la superposición ilegitimidadesclavitud<br />

se empezó con más fuerza, pues cerca de las cuatro quintas partes de<br />

los esclavos aparecen como ilegítimos. En fin, el entrecruzamiento de razas se dio<br />

principalmente a través <strong>del</strong> concubinato; hasta podemos decir que esta marca<br />

ilegítima marchaba con fuerza propia; formaba parte de las costumbres, de la<br />

realidad de la sociedad local.<br />

El objetivo de este análisis apro<strong>xi</strong>mado es tratar de llegar a una dinámica<br />

poblacional local, la de Aguascalientes en sus primeras escasas ocho décadas de<br />

vida, utilizando las fuentes archivísticas de los registros parroquiales, que<br />

confirmamos con este primer padrón que conocemos, que muestra su estado<br />

demográfico en un momento dado y permite, al mismo tiempo hacer algunas<br />

apreciaciones sobre su posible evolución. Conocer la dinámica <strong>del</strong> aumento<br />

habitacional <strong>del</strong> núcleo urbano y rural de Aguascalientes se vuelve particularmente<br />

interesante si tenemos en cuenta su desarrollo desde los orígenes. Las<br />

conclusiones a que el lector pueda llegar aquí deberían ser consideradas como<br />

hipótesis aplicadas únicamente a esta región y a un momento; pero dentro de lo<br />

hipotético pretenden proporcionar una luz para investigaciones futuras que<br />

permitan llegar a conclusiones más profundas.” 80<br />

Posteriormente sobre el documento hace las siguientes apreciaciones: “El<br />

documento fascimilar que acompaña a estas notas "Padrón y lista de todos los<br />

vecinos de esta dicha Villa de Ntra. Sra. de la Asunción de Aguascalientes y su<br />

jurisdicción así de confesión y de comunión y demás personas con distinción de la<br />

casta y linaje de cada uno" consta de 14 fojas, incluida la que lleva el titulo y sirve<br />

a la vez de portada, no tiene encuadernación especial y se conserva completo en<br />

el Archivo Histórico de Aguascalientes, Fondo: Adquisiciones. Se trata,<br />

evidentemente de un censo local que incluye la población de toda la jurisdicción<br />

parroquial en 1648; su estructura es muy parecida a los conocidos de otras partes<br />

de entonces. Está organizado por casas y va listando individuo por individuo,<br />

80<br />

Gutiérrez G. José Antonio. “Padrón parroquial de Aguascalientes 1770”, Aguascalientes, Archivo Histórico<br />

de Aguascalientes, 2001.<br />

132


anotando si son de confesión y comunión ó solo de confesión y si son menores y<br />

la casta a la que pertenecen, expresa quién y en qué forma file elaborado, siendo<br />

el cura interino D. Hernando Calderón quien se hizo cargo de la parroquia al morir<br />

D. Diego de Torres y Ribera (1637-1648), a quien tocó tramitar la fundación de los<br />

carmelitas y su instalación en el convento construido por D. Agustín Rincón de<br />

Ortega y su esposa Dña. Isabel de Caballero. Pudo haberlo preparado para<br />

presentarlo en la visita pastoral que hizo a la Villa el Ilmo. Sr. D. Juan Ruiz<br />

Colmenero en la primavera de 1648. Está trabajado en base a las normas<br />

e<strong>xi</strong>stentes, sin apenas comentarios que nos permitan ilustrar la situación social <strong>del</strong><br />

momento; lo que interesaba era saber si se cumplía con los preceptos<br />

eclesiásticos y, desde luego, conocer parcialmente el estado de la población para<br />

poder ordenar las correcciones pertinentes.<br />

Como se aprecia el lector, es imposible cuantificar la edad de los empadronados,<br />

pues sólo maneja si son de confesión y comunión, de sola confesión y en algunos<br />

casos ni eso; no podemos cuantificar el número de infantes, pues estamos en<br />

duda de que aparezcan listados todos éstos. Por eso nos preguntamos ¿hasta<br />

qué punto es confiable su contenido? Es decir; ¿e<strong>xi</strong>ste correspondencia exacta<br />

entre la realidad y lo que aparece en él? No olvidemos que el origen y finalidad de<br />

este eran fundamentalmente eclesiásticos. Constituía la base para la evaluación<br />

de las prácticas religiosas, especialmente confesión y comunión pascuales y el<br />

pago de diezmos. Si lo vemos en el concepto que actualmente se maneja el<br />

padrón, podríamos encontrar innumerables fallas; pero en su momento cubrió las<br />

expectativas de quienes lo ordenaron, por lo que constituye un documento<br />

excepcional para conocer la Villa de Aguascalientes de 1648. Por esta razón se<br />

presenta tal como aparece por ser una importante aportación para los estudios<br />

demográficos de nuestra entidad.” 81<br />

Entre sus trabajos recientes está su colaboración en una monografía titulada:<br />

Centuria de logros y afanes. Aguascalientes Siglo XX, promovida por el Gobierno<br />

<strong>del</strong> Estado de Aguascalientes y editada en diciembre <strong>del</strong> año 2000. Su<br />

colaboración la titula: “Historia <strong>del</strong> pasado que se hace presente”, 82 y es el<br />

Capítulo I <strong>del</strong> texto, en el cual hace un recorrido sobre los principales aspectos <strong>del</strong><br />

desarrollo de la entidad durante el siglo pasado.<br />

Ahí destaca que: “La historia <strong>del</strong> Estado de Aguascalientes en el siglo XX, es la<br />

reafirmación de una historia secular, nacida <strong>del</strong> espíritu emprendedor y pionero de<br />

sus primeros habitantes en el siglo XVI y resultado <strong>del</strong> anhelo de las generaciones<br />

subsecuentes que, a invitación de esta tierra de clima generoso, cielo claro y aire<br />

transparente, se establecieron.<br />

Es el reflejo de la experiencia de aquellos primeros colonos que se asentaron en la<br />

segunda mitad <strong>del</strong> siglo XVI, de los que inmigraron en el siglo XVII para explotar<br />

los campos y para comerciar sus productos y de los que venían de allende el mar<br />

y regiones novohispanas y que hicieron de la Villa un centro dinámico. La<br />

concreción de esta sociedad colonial, acrecentada con una nueva oleada de<br />

81 Ibdem.<br />

82 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. “Historia <strong>del</strong> pasado que se hace presente”. En González González,<br />

Felipe. Et al. Centuria de logros y afanes. Aguascalientes Siglo XX. Edit. Gobierno <strong>del</strong> Estado de<br />

Aguascalientes. Diciembre <strong>del</strong> 2000. pp. 11-28.<br />

133


migrantes, en el siglo XVIII legó un comercio formal y obras como San Marcos, el<br />

Encino, Guadalupe, el Rosario y Catedral, prototipos <strong>del</strong> neoclásico y barroco.<br />

Sociedad que en el siglo XIX coadyuvó en la independencia <strong>del</strong> país y autonomía<br />

<strong>del</strong> estado; en la restauración de la república e implantación de la educación<br />

primaria y superior; así como la que colaboró al afianzamiento de las instituciones<br />

políticas, industrialización y crecimiento sostenido con la introducción <strong>del</strong><br />

ferrocarril, reavivación de las minas e industria siderúrgica, textil y harinera.<br />

La historia <strong>del</strong> siglo XX inicia para Aguascalientes con la irrupción de un<br />

crecimiento propiciado por el auge de los talleres ferroviarios, instalación de la<br />

fundición Central, de diversas fábricas de almidón, textiles y la tecnología en la<br />

agricultura -apertura de pozos artesanos que venían a hacer frente al gran<br />

enemigo temporal-, transformando su aspecto provincial y rural en estado<br />

industrial y comercial.<br />

Con la llegada de los Guggenheim y la instalación en 1902, de 12 hornos de<br />

reverbero, se observó el arribo <strong>del</strong> gran capital, oferta <strong>del</strong> trabajo, y un auge<br />

notable de todos los negocios en la capital y el estado. Esta industrialización de<br />

principios de siglo se cimentó en tres grandes corporaciones: la Gran fundición<br />

Central Me<strong>xi</strong>cana, los talleres de reparación <strong>del</strong> Ferrocarril Central y harinera La<br />

feria.<br />

Como este auge industrial y de comercio e<strong>xi</strong>gia de una infraestructura, pronto se<br />

fueron proporcionando los servicios que demandaba. En 1900 se organizó una<br />

compañía telefónica para dar servicio a los particulares, en marzo de 1901 se<br />

inauguraba el servicio con el intercambio de felicitaciones entre el gobernador<br />

Carlos Sagredo y Carlos García, director de la Compañía Telefónica de<br />

Aguascalientes, quedando comunicadas las ciudades de Zacatecas y<br />

Aguascalientes. Dos años después la Compañía habla instalado 171 aparatos y<br />

quedaba comunicada la ciudad capital con Rincón de Romos; Tepezalá, Asientos<br />

y Jesús María.<br />

Lo mismo ocurrió con el servicio de electricidad. Desde 1891 el gobernador<br />

Alejandro Vázquez <strong>del</strong> Mercado había instalado un sistema de alumbrado, luz<br />

eléctrica en lugar de los aparatos alimentados con petróleo y gasolina, en el centro<br />

de la ciudad. Luego en 1902, se fundaría una compañía eléctrica que absorbió el<br />

servicio, y en 1904 los antiguos tranvías de mulos fueron sustituidos por los<br />

eléctricos. El crédito tan necesario para el desarrollo industrial y de los servicios,<br />

también se estableció en la ciudad. En 1897 el Banco de Zacatecas abrió una<br />

sucursal en la ciudad, a éste se agregaron las <strong>del</strong> Banco de Londres y Mé<strong>xi</strong>co y<br />

Nacional de Mé<strong>xi</strong>co; y en 1902 un grupo de inversionistas potosinos fundaron el<br />

Banco de Aguascalientes. Este servicio bancario cubrió las necesidades de<br />

principios de siglo en el Estado.<br />

Todo lo anterior hizo de Aguascalientes un importante centro económico y de<br />

consumo, una ciudad en expansión, dueña de un comercio floreciente y dinámico<br />

y de una vida manufacturera bastante diversificada. Al mismo tiempo, la ciudad se<br />

convirtió en importante polo de atracción para grupos campesinos, porque ofrecía<br />

empleos, posibilidades de ascenso social y una gran variedad de productos de<br />

consumo.<br />

La ciudad crecía a la par que se industrializaba, se desarrollaban colonias y se<br />

abrían avenidas que hacían fácil y rápido el traslado hasta las zonas industriales.<br />

134


EL servicio de tranvías arrastrados por mulos, al electrificarse, hicieron que el<br />

aguascalentense se identificara con la modernidad.<br />

La arquitectura religiosa y civil se enriqueció; la primera con el templo de San<br />

Antonio, obra de Refugio Reyes, el que se bendijo en diciembre de 1908 con la<br />

asistencia <strong>del</strong> gobernador Alejandro Vázquez <strong>del</strong> Mercado y demás miembro de la<br />

élite local. Desde entonces el aguascalentense y turistas admiran su arquitectura<br />

de indefinible estilo, la audacia de Reyes por ser la expresión más lograda de su<br />

genialidad y eclecticismo. La arquitectura civil proyecta también la <strong>presencia</strong> de<br />

Reyes en multitud de edificios que aún se conservan, gracias al interés de los<br />

gobiernos e instituciones encargadas de la custodia de lo que hoy consideramos<br />

patrimonio cultural.<br />

La población <strong>del</strong> Estado creció de manera constante; el Censo de 1895 registró<br />

alrededor de 105,000 habitantes y en 1910 fueron censadas 120,500 personas.<br />

Las haciendas y ranchos en que tradicionalmente se concentraba la población,<br />

perdieron importancia a favor de la ciudad, lo que originó el transito de economía<br />

agrícola, a otra de corte más moderno en la que las actividades industriales y de<br />

servicios adquirieron relevancia. Un ejemplo fue la ciudad capital, que en 1895<br />

registró 30,000 habitantes, en el año 1900, 35,000 y en 1910, 45,000.<br />

Esta sociedad que había iniciado una profunda transformación en todos los<br />

aspectos a fines <strong>del</strong> siglo XIX; y que se había consolidado en la primer década <strong>del</strong><br />

siglo XX, gracias a una privilegiada ubicación por estar situada sobre un crucero<br />

clave <strong>del</strong> sistema de comunicaciones moderno que representaba el ferrocarril, vio<br />

desacelerar su progreso con la Revolución de 1910. Aun cuando no fue afectado<br />

como otros estados, la disputa entre las élites locales contra los revolucionarios y<br />

obreros afectó a la industria establecida, al tener que interrumpir sus operaciones<br />

normales en varias ocasiones debido a la carencia de materias primas y<br />

combustible.<br />

Hacia 1914, prácticamente estaba paralizada toda la actividad agrícola y los<br />

alimentos básicos escaseaban, y con la escenificación de la Convención Nacional<br />

Revolucionaria en Aguascalientes, que reunió a decenas de representantes de los<br />

principales ejércitos de Carranza, Villa y Zapata, las actividades normales de la<br />

ciudad se estropearon aún más.<br />

En 1917 se proclamó la Constitución que actualmente nos rige, de la cual<br />

sobresalen los artículos 3, 27 y 123; el primero establece la educación laica, el<br />

segundo proporciona las bases para la reforma agraria y el 123 equilibra las<br />

relaciones entre trabajadores y patrones. La situación de desestabilidad continuó<br />

basta 1920; hecho que se reflejó en la entidad, tanto que hubo 28 cambios de<br />

gobierno local. El primer gobernador constitucional fue Aurelio González, en cuyo<br />

mandato se elaboró la Constitución Política <strong>del</strong> Estado de Aguascalientes, con<br />

fecha 3 de septiembre de 1917. Durante estos años; los problemas de escasez de<br />

semillas, hambres y epidemias, provocaron que la población aguascalentense<br />

descendiera notablemente: de 120,511 habitantes que el estado tenía en 1910,<br />

bajó a 107,581 en 1921.<br />

En la siguiente década, conocida como de la organización nacional, la situación de<br />

Aguascalientes mejoró, pero no se resolvió <strong>del</strong> todo. La gubernatura de Rafael<br />

Arellano Valle (1920-1924), se distinguió por fomentar el desarrollo. Además de<br />

instalarse el alumbrado público y de atenderse el abastecimiento de agua en la<br />

135


ciudad, se fomentó la agricultura con la restauración de las principales presas. La<br />

industria metalúrgica se reavivó al continuarse las explotaciones de los minerales<br />

de Asientos y Tepezalá; también las, ramas industriales se recuperaron, algunas<br />

mandaron sus productos a los Estados Unidos y otras volvieron a competir con los<br />

otros estados. Luego de estos años de tranquilidad, las actividades entraron a un<br />

nuevo periodo de desequilibrio debido a la complicada situación política y<br />

económica, pues el radicalismo sindical y las medidas en contra <strong>del</strong> fanatismo<br />

católico propiciaron enfrenamientos públicos importantes. Una serie de huelgas y<br />

de movimientos subversivos perjudicaron profundamente las actividades<br />

productivas; la planta local de ASARCO determinó; en 1925, su cierre y decenas<br />

de obreros quedaron sin trabajo.<br />

El mayor problema de esta década fue el enfrentamiento <strong>del</strong> gobierno con la<br />

Iglesia, que tuvo como consecuencia que en algunas regiones <strong>del</strong> país se<br />

levantaran en armas grupos conocidos como cristeros, que defendían a la Iglesia<br />

de las disposiciones <strong>del</strong> Estado. En 1926, se inició la llamada guerra cristera<br />

propiciada por las medidas legales emitidas por el Estado, como limitar el número<br />

de sacerdotes con autorización para ejercer sus funciones religiosas y la e<strong>xi</strong>gencia<br />

de su registro ante las autoridades municipales.<br />

Por estas y otras medidas, los católicos organizaron manifestaciones que<br />

terminaron con sangrientos combates entre ellos y la fuerza pública. En<br />

Aguascalientes, el obispo Ignacio Valdespino y Díaz, fue expulsado por<br />

manifestarse contra el gobierno de Calles; las iglesias se cerraron y desapareció<br />

todo servicio religioso. Para 192.6 comenzaron a aparecer grupos cristeros en la<br />

entidad, el mayor número se encontró en Calvillito con José Velasco, Lucas López<br />

y otros, que hicieron de ese municipio su cuartel general. Durante el movimiento<br />

cristero en el estado se dieron cambios frecuentes de autoridades, las que hicieron<br />

entrega de tierras; los beneficiados con este reparto fueron armados y<br />

condicionados a unirse a la lucha <strong>del</strong> gobierno contra los cristeros.<br />

Aun cuando la guerra cristera perturbó la vida social y económica de<br />

Aguascalientes, no afectó como en otros lugares; la migración que el conflicto<br />

generó yacía nuestra entidad, significó enriquecimiento. Aquellos núcleos<br />

poblacionales, que debido al conflicto salieron de su lugar de origen, y que se<br />

asentaron en nuestro estado, coadyuvaron a conformar lo que luego serla la<br />

segunda cuenca lechera <strong>del</strong> país y gran centro distribuidor de ganado. EL éxodo<br />

de tantas gentes de los Altos de Jalisco reforzó los elementos torales de la cultura<br />

y de la sociedad.<br />

Al entrar en una etapa de tranquilidad debido a que bajaron las tensiones<br />

provocadas por la fase armada de la Revolución, y al acoger a una cantidad<br />

considerable de migrantes de los estados contiguos, al final de la década la<br />

población de Aguascalientes se recuperó. El censo de 1930 registró 132,900<br />

habitantes en el estado, e indicó que la población de la capital se había duplicado<br />

desde el último censo: 82,124 habitantes. También el gobernador Manuel Carpió<br />

organizó la hacienda y tesorería, reparó varios edificios públicos, construyó el<br />

Jardín Cholula y continuó con el reparto de tierras a los campesinos.<br />

Aguascalientes, como todo Mé<strong>xi</strong>co, entró en un proceso de cambios profundos en<br />

la social, lo económico y lo político.<br />

136


Durante el decenio de los años treinta, dominaba el ejido, al que caracterizaban<br />

los propietarios privados como una forma de robo, que convirtió a los ejidatarios<br />

en importante grupo de presión frente a la estructura agrícola tradicional,<br />

Aguascalientes entró en un periodo complicado y difícil en el que imperaron<br />

conflictos políticos y trascendentes cambios sociales, lo que le obligó a desarrollar<br />

un proceso de reestructuración económica y de infraestructura; además, como el<br />

sistema ferroviario se vio seriamente afectado por la depresión económica de<br />

Estados Unidos, los talleres locales de reparación y mantenimiento enfrentaron<br />

una situación financiera difícil.<br />

Pese a la situación anterior, las actividades comerciales florecieron debido a dos<br />

razones: a que la paz y la reestructuración económica presentaron condiciones<br />

que permitieron la recuperación de las empresas, y a que muchos de los<br />

migrantes que se establecieron en Aguascalientes, invirtieron el capital con que<br />

llegaron para iniciar una nueva actividad económica. Como resultado, la ocupación<br />

manufacturera aumentó en un 98% entre 1930 y 1940.<br />

En resumen, los cimientos <strong>del</strong> Aguascalientes moderno se construyeron durante<br />

esta época, siendo entonces que la infraestructura de la región se comenzó a<br />

fortalecer. El impulso mas importante vino de las políticas federales en pro de la<br />

agricultura y la ganadería, así como la inversión pública en la construcción de<br />

presas y sistemas de riego. Un sistema de carreteras, que corrió casi paralelo a<br />

las líneas ferroviarias, se inició también durante este periodo; los vehículos<br />

motorizados eran ya un elemento familiar dentro de la ciudad e influyeron sobre su<br />

diseño y desarrollo.<br />

La imagen básica de Aguascalientes en 1940 constituye un fondo de contraste<br />

esencial para entender su transformación durante el periodo de industrialización<br />

de Mé<strong>xi</strong>co, en el que se sustituyeron las importaciones. También su estructura<br />

social cambió profundamente con el desarrollo industrial, de comercio y de nuevas<br />

actividades manufactureras relacionadas entre sí, porque es cuando se acentúa el<br />

estilo de vida urbano.<br />

Este periodo de industrialización, que se extiende hasta 1970, y en el que la<br />

Revolución se institucionaliza, será de constante redefinición para el estado y la<br />

ciudad. Hasta 1960 lograría pocos beneficios de la inversión federal por<br />

considerarse la entidad como área no prioritaria para el desarrollo industrial y de<br />

servicios, tal vez por su tamaño y por un dinamismo económico menor, que se<br />

limitaba a su esfera de influencia regional.<br />

La población de Aguascalientes continuó creciendo aceleradamente a partir de<br />

1950, al mismo tiempo que se concentraba cada vez más en la capital, pues de<br />

1940 a 1970 se multiplicó por más de dos, aun cuando las tasas de crecimiento no<br />

fueron uniformes durante el periodo. En 1970 la mitad de la población vivía en la<br />

capital <strong>del</strong> Estado, debido a la concentración de actividades en ésta, trayendo<br />

como consecuencia la despoblación de las zonas rurales. El diseño urbano, junto<br />

con otros atributos de la ciudad, marcharon al ritmo marcado por las necesidades<br />

sociales.<br />

La expansión citadina fue notable después de que se amplió el sistema de agua<br />

potable y de que el fuerte impulso a las actividades económicas de principios de<br />

los sesenta comenzó a rendir frutos. Gran impacto causó la apertura <strong>del</strong> eje nortesur<br />

al construirse el boulevar José María Chávez, la avenida Héroe de Nacozari y<br />

137


la avenida López Mateos. Por vez primera, la ciudad contaba con una arteria<br />

principal que conectaba los accesos a las carreteras de Guadalajara y San Luis<br />

Potosí y con un anillo interior trazado sobre el perímetro externo de la ciudad que<br />

saltaba por primera vez las barreras naturales <strong>del</strong> casco urbano.<br />

No menos importante fue el impulso de los servicios urbanos: se reorganizaron la<br />

recolección de basura, la limpieza de las calles, los servicios policiacos y servicios<br />

de mercados, el sistema de agua potable, problema serio que ameritaba especial<br />

atención, e<strong>xi</strong>gió inversión para la apertura de nuevos pozos y excavaciones<br />

mayores de los e<strong>xi</strong>stentes con sistema de bombas y tubería. En 1967, el viejo<br />

problema de la falta de agua, fue parcialmente resuelto por el gobernador Enrique<br />

Olivares Santana, quién obtuvo <strong>del</strong> presidente Díaz Ordaz que la Secretaría de<br />

Recursos Hidráulicos donara la tubería necesaria para expandir la red de agua<br />

potable a 19 colonias populares.<br />

El periodo de modernización para Aguascalientes se había iniciado durante el<br />

gobierno moderado y reconciliador de Alberto <strong>del</strong> Valle y tomó cierto empuje con<br />

el de Jesús M. Rodríguez, que expidió la ley orgánica <strong>del</strong> poder ejecutivo, reformó<br />

el Código Penal, estructuró el Registro Público de la Propiedad, fijó el salario<br />

mínimo y creó el Departamento de Prevención Social; también introdujo el sistema<br />

de drenaje y agua potable en la capital, Cosío y Asientos, y embelleció la plaza de<br />

Armas. La recién fundada Junta Local de Irrigación, fomentó las obras de riego al<br />

tenderse diversos canales y perforarse 77 pozos.<br />

Durante el gobierno <strong>del</strong> profesor Edmundo Gómez Orozco y Benito Palomino,<br />

como interino, se terminó el reparto agrario, se fomentó la agricultura y se<br />

comenzó a industrializar la vid al fundarse algunas fábricas de vino; además se<br />

concluyeron las carreteras Aguascalientes-San Luis Potosí y Aguascalientes-<br />

Loreto y se continuó con la de Aguascalientes-Calvillo; se terminó el Hospital<br />

Regional, el Infantil y se edificaron varios centros de bienestar social. EL<br />

gobernador Luis Ortega Douglas reformó el sistema tributario y encontró oposición<br />

en su proyecto de construir las primeras avenidas: Héroe de Nacozari y primer<br />

Anillo de Circunvalación, los que no se verían terminadas sino hasta el periodo de<br />

Olivares Santana. Con Ortega Douglas también se avanzó en materia de caminos<br />

vecinales, que comunicaron varios municipios de la entidad con la capital <strong>del</strong><br />

estado y con la carretera Panamericana.<br />

El periodo <strong>del</strong> profesor Olivares Santana (1963-1968) marcará claramente el<br />

comienzo de una nueva era para Aguascalientes, pues el estado logró incrementar<br />

de manera sistemática los recursos de apoyo para el crecimiento económico. La<br />

iniciativa se basó en dos elementos fundamentales: el control político local y la<br />

explotación efectiva de redes jerárquicas. Como actor político, es reconocido en el<br />

estado como el organizador de un nuevo pacto social, que enlazó, a nivel regional;<br />

a la Iglesia católica; el gobierno, los campesinos, los empresarios y el movimiento<br />

obrero en un programa amplio de industrialización y desarrollo rural. En este<br />

proceso de institucionalización interactuaron el movimiento obrero organizado, los<br />

actores <strong>del</strong> sector agrícola, los trabajadores no manuales y los representantes de<br />

los intereses empresariales. El papel mediador desempeñado por el gobierno <strong>del</strong><br />

estado estaba estructurado de tal forma que podía manejar las inversiones y el<br />

gasto público para garantizar una relación de armonía interesada entre los<br />

diversos grupos.<br />

138


El gobierno de Olivares Santana contó con un proyecto fundamentado en ese<br />

nuevo pacto social, pues significaba al desembolso de fondos públicos para<br />

impulsar un proyecto de desarrollo basado en la modernización, la agricultura y de<br />

la industria locales tradicionales. La misma feria de San Marcos que hasta<br />

entonces apenas salía de lo regional, se convirtió en un acontecimiento nacional,<br />

al agregar a sus exhibiciones comerciales la presentación de los logros en la<br />

agricultura, la ganadería, la exhibición de la producción industrial y artesanal, y la<br />

expansión de las manifestaciones culturales y artísticas. En este contexto, el<br />

comercio representó un ingrediente significativo, debido a la ubicación de<br />

Aguascalientes y su acceso a la red de carreteras y el ferrocarril dentro de una<br />

región geográfica muy extensa. Las especialidades en las áreas asociadas a las<br />

comunicaciones y los transportes se integraron a la vocación comercial de la<br />

ciudad, de tal manera que ésta ofreció una amplia gama de oportunidades en las<br />

ventas de menudeo y mayoreo para una región más amplia que el propio estado.<br />

En este rubro, los servicios representaron un papel muy importante.<br />

La base actual de desarrollo industrial de Aguascalientes despegó en la década de<br />

1970, gracias a la estructura legada por el impulso <strong>del</strong> Estado sobre los elementos<br />

descritos. El fuerte impulso brindado a la industria Dedicada a la sustitución de<br />

importaciones, cedió su lugar a políticas económicas más preocupadas con la<br />

ampliación de oportunidades de empleo, inversión de capital externo y la<br />

modernización de la planta industrial, sin poner en el centro de su atención el<br />

mercado de consumo local o regional Este movimiento que surgió en la década de<br />

los ochenta, está firmemente enraizado en los esfuerzos previos de<br />

industrialización en el estado.<br />

Cabe aclarar que este proceso se fundamentó en los sectores tradicionales; es<br />

decir, la agricultura, la transformación de productos agrícolas en las industrias<br />

locales de alimentos y bebidas, los textiles, la confección de prendas de vestir y la<br />

industria metal-mecánica; todo ello afianzado por una actividad empresarial activa<br />

y firme. Como ya no era claro que las actividades agrícolas pudieran sostener la<br />

economía estatal, entonces se apostó a la búsqueda de capital extralocal que<br />

permitiera ampliar las fuentes de empleo y dinamizar la actividad económica. La<br />

promoción efectiva <strong>del</strong> crecimiento provocó cambios en la organización de la<br />

economía, en la estructura urbana y en la organización social y <strong>del</strong> trabajo.<br />

La industrialización de Aguascalientes en la década de los ochenta formó parte de<br />

un programa de ajuste nacional, a raíz de que el país entró en la profunda crisis<br />

que trajo como consecuencia un proceso de reestructuración y ajuste, que fue<br />

encauzado hacia un mo<strong>del</strong>o de desarrollo basado en la producción manufacturera,<br />

con gran participación <strong>del</strong> capital extranjero y la apertura de mercados, con la<br />

consecuente eliminación <strong>del</strong> proteccionismo. Como hemos visto, Aguascalientes<br />

reunía algunas características que la hicieron viable, como un clima de paz social,<br />

su ubicación geográfica privilegiada y las ventajas que representaba el área para<br />

la agroindustria, la industria electromecánica y servicios.<br />

Esta realidad encontró su anclamiento en dos esfuerzos concurrentes: las políticas<br />

federales de promoción industrial y los esfuerzos locales para arraigar en el estado<br />

lo que ofrecían dichos programas. Por ejemplo, los esfuerzos en la década<br />

anterior para dirigir la inversión federal hacia proyectos de infraestructura y<br />

desarrollo dentro <strong>del</strong> estado, rindieron frutos modestos en la década posterior,<br />

139


quedando clara la necesidad de inversiones adicionales que se encauzaron hacia<br />

una mejor distribución de la riqueza y una mayor actividad económica.<br />

El proyecto de industrialización de los ochentas se basaba en la economía local, y<br />

en las ventajas que al desarrollo nacional le ofrecía la especialización. Las áreas<br />

de más específicas resultaron ser: la agro-ganadería, los servicios, la<br />

construcción, la industria electrometálica, el transporte, las industrias <strong>del</strong> vestido,<br />

alimentos y bebidas. Los informes anuales de gobierno de los ochentas,<br />

manifiestan que el proyecto de desarrollo industrial se convertía en el principal<br />

objetivo de la administración. Hasta 1986, el crecimiento industrial fue el más<br />

impresionante, al haberse establecido grandes empresas, siendo las inversiones<br />

más notables en productos alimenticios, centros y plazas comerciales, dotación de<br />

infraestructura urbana y vivienda popular. También fue importante la<br />

infraestructura dedicada a la feria de San Marcos, como reconstrucción de la<br />

Plaza de Toros, área de actividades y construcción de hoteles de lujo.<br />

En las dos últimas décadas Aguascalientes vivió su gran transformación. La<br />

capital <strong>del</strong> estado rebasó el medio millón de habitantes, esto debido tanto a<br />

inmigración, como al crecimiento natural que en promedio, rebasaba los niveles<br />

nacionales. Aguascalientes pasó de ser un expulsor de población a un receptor en<br />

1990, aunque continuó teniendo importancia la emigración hacia los Estados<br />

Unidos, sobre todo de los Municipios de Calvillo y El Llano. Ha sido característica<br />

<strong>del</strong> estado su actividad económica en las áreas manufactureras. Sectorialmente la<br />

agricultura sufrió un grave descenso, no así la ganadería estabulada, pues en<br />

1990 Aguascalientes se convirtió en la segunda cuenca lechera <strong>del</strong> país. EL sector<br />

manufacturero resultó ser el más dinámico, siguiéndole la rama metal-mecánica;<br />

en cambio la industria textil sufrió una caida al entrar en un proceso de<br />

reestructuración.<br />

Los parques industriales se diversificaron al recibir industrias nacionales como<br />

Moto Diesel Me<strong>xi</strong>cana, La Perla, etc., y transnacionales como la Nissan, Texas<br />

Instruments, Xerox: y otras. Los empresarios locales también aprovecharon las<br />

oportunidades de expansión, como es el caso de la industria textil y la <strong>del</strong> vestido.<br />

Sin duda las empresas que más ofertan espacio laboral, de reciente instalación en<br />

Aguascalientes son la Nissan, Texas Instruments, Xerox y Moto Diesel Me<strong>xi</strong>cana<br />

que emplean a casi 8,400 personas. Texas Instruments fue la primer empresa<br />

importante de inversión extranjera en esta etapa, a ella siguieron Xerox, Moto<br />

Diesel Me<strong>xi</strong>cana y últimamente Nissan, que fue inaugurada en 1987 y que<br />

continuó expandiéndose, siendo en la actualidad la inversión japonesa más<br />

importante en Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Por otra parte, la actividad comercial ha constituido en los últimos años una parte<br />

fundamental para la sociedad aguascalentense, su participación se ha duplicado<br />

tanto en términos de empleo como en número de establecimientos debido<br />

principalmente al aumento de la demanda en un ciudad en franca expansión. Son<br />

ejemplo, la ampliación de un mercado especializado, la Central de Abastos y la<br />

apertura de tiendas de autoservicio de cadenas nacionales. Los servicios no<br />

quedaron a la zaga, pues se construyeron nuevas instalaciones para turismo,<br />

recreación, servicios gubernamentales y financieros. Digno de mención es el<br />

establecimiento en la entidad <strong>del</strong> Instituto Nacional de Estadística, Geografía e<br />

Informática (INEGI).<br />

140


En conclusión, la historia de Aguascalientes en el siglo XX es la de su<br />

transformación y reestructuración económica global, que ciertamente pudo haber<br />

seguido caminos diferentes en varias coyunturas históricas, pero es claro que<br />

siguió el mo<strong>del</strong>o <strong>del</strong> crecimiento orientado a la exportación. Un elemento que<br />

debemos contabilizar a su favor, fue que aprendió a combinar los lazos <strong>del</strong> sector<br />

público y de los empresarios.” 83<br />

En este recuento de la obra bibliográfica de José Antonio Gutiérrez se puede<br />

resumir el avance que lleva su voluminosa producción aún inconclusa. Pero a esa<br />

producción bibliográfica, se le suma su también vasta producción hemerográfica.<br />

83 Ibdem.<br />

III.<br />

La historia regional. Producción hemerográfica.<br />

141


La amplia producción bibliográfica, <strong>del</strong> Dr. Gutiérrez está acompañada también de<br />

colaboraciones en obras colectivas y en publicaciones hemerográficas, lo cual<br />

tiene, en su generalidad una temática coincidente con las monografías. Su<br />

exposición la haremos de manera cronológica de conformidad con su publicación.<br />

Uno de los escritos hemerográficos es el titulado: "Aguascalientes y su región de<br />

influencia hasta 1810", que se publicó en la revista Investigación y Ciencia, de la<br />

Universidad Autónoma de Aguascalientes. Este escrito es, en parte, una reseña<br />

<strong>del</strong> libro de nombre similar y también una explicación sintética para que se pueda<br />

comprender el origen de la entidad. Primero indica que la región estaba formada<br />

por “Aguascalientes y Juchipila y de parte de las de Santa María de los Lagos,<br />

Pinos, Cuquío y Taltenango.” Y añade que: “Se ha fijado como uno de los<br />

objetivos satisfacer el deseo de quienes desean conocer la historia desde la<br />

prehispania hasta el advenimiento de la guerra de independencia. Y figura<br />

Aguascalientes como epicentro <strong>del</strong> relato, porque consideramos a ésta villa como<br />

la que dinamizó y dio vida a la región durante la Colonia.” 84 Luego describe<br />

algunos de los aspectos básicos que se abordan en el escrito; hace una visión<br />

sintética <strong>del</strong> trabajo y reseña lo correspondiente al tiempo prehispánico. Concluye<br />

diciendo que “…nuestra región formó parte en los tiempos prehispánicos <strong>del</strong><br />

Occidente mesoamericano y fue asiento de varios pueblos, en los que<br />

encontramos cultura y formas de vida que fueron condicionadas por los elementos<br />

geográficos y por la influencia de las grandes culturas mesoamericanas como la<br />

teotihuacana y la Chupícuaro. También, que dentro de sus diferencias tuvieron<br />

características comunes a las <strong>del</strong> altiplano. Las condiciones semidesérticas de la<br />

región propiciaron que resplandeciera apenas una cultura semialdeana, propia de<br />

grupos cazadores-recolectores, a excepción de tecuexes, chalchihuites y<br />

caxcanes que alcanzaron un nivel aldeano y un orden de vida político caciquil. Es<br />

decir, que en ese largo lapso al hombre de nuestra región lo calificaron<br />

antropólogos, arqueólogos e historiadores de nómada y semialdeano, así como a<br />

sus culturas.” 85<br />

Otro de sus escritos en lamisma publicación es: "A propósito de la vida y obra de<br />

Mateo José de Arteaga". Este escrito se expone para aclarar algunas<br />

imprecisiones aparecidas en otro texto sobre el mismo pensador. Ello lo describe<br />

el Dr. Gutiérrez en las siguientes ideas: “Los presentes comentarios sobre la vida y<br />

obra de Matheo de Arteaga Rincón Gallardo, surgen a raíz de la aparición <strong>del</strong> libro<br />

de Vicente Ribes Iborra, "El norte de la Nueva España en 1770. Vida y obra de<br />

Mateo de Arteaga", que la Universidad Autónoma de Aguascalientes puso en<br />

circulación en la segunda mitad <strong>del</strong> año 1991. Van a versar esencialmente en los<br />

datos biográficos y obra artística y arquitectónica y no en su "Descripción de la<br />

Diócesi de Guadalaxara de Indias", porque es lo que merece rectificación. Todo lo<br />

que expongamos a continuación, queremos quede avalado por la documentación<br />

e<strong>xi</strong>stente en los archivos eclesiásticos. No debe extrañar el lector, que más de una<br />

nota sea demasiado extensa y hasta reiterativa.” 86<br />

84 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. "Aguascalientes y su región de influencia hasta 1810". Investigación y<br />

Ciencia. Universidad Autónoma de Aguascalientes. Año 3. No. 9. Agosto de 1993. pp. 4-7.<br />

85 Ibdem. P. 7.<br />

86 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio."A propósito de la vida y obra de Mateo José de Arteaga", en<br />

Investigación y Ciencia, núm. 10. Universidad Autónoma de Aguascalientes, Noviembre de 1993. pp. 80-90.<br />

142


Luego da sus argumentos para sustentar sus afirmaciones: “Sabemos que para<br />

conocer la trayectoria de este personaje aguascalentense de la Ilustración hasta<br />

1754, es necesario recurrir a su "Relación de Méritos" que elaborara siendo<br />

párroco de San Matías de la Sierra de Pinos, la que envió a la corte de Madrid en<br />

ocasión de que "opuso" a la Canongía Doctoral de la Catedral de Guadalajara, y<br />

que tiene fecha de 4 de julio de 1755.<br />

Hay algo que queremos acotar antes de entrar de lleno a lo que nos refiere la<br />

Relación. Se trata de la fecha <strong>del</strong> matrimonio de sus padres y que sería la primera<br />

de las rectificaciones que se harían a los datos biográficos que Vicente Ribes<br />

Iborra aporta. Miguel de Arteaga y María Teresa Rincón Gallardo, padres de<br />

Mateo, fueron velados en la capilla de la Hacienda de Ciénega de Mata el 28 de<br />

febrero de 1724 (y no en 1726 como asienta Vicente Ribes) por el Lic. D. José<br />

Tenorio de Castro, cura beneficiado de la Villa de Lagos por comisión expresa <strong>del</strong><br />

Dr. Diego Estrada Carvajal y Galindo, Marqués de Uluapa, Vicario General <strong>del</strong><br />

obispado de Guadalajara (Libro Tercero de Matrimonios de Ciénega de Mata).<br />

Una segunda rectificación previa sería en referencia a la fecha de nacimiento de<br />

nuestro biografíado Mateo de Arteaga nació en la casa solariega <strong>del</strong> Mayorazgo<br />

Rincón Gallardo el día 20 de septiembre de 1725 y no en 1727 como asienta el<br />

autor de referencia. El acta de bautismo se encuentra en el libro Cuarto de<br />

Bautismos (1724-1732) de la actual parroquia de Ciénega de Mata, o foja 21. Dice<br />

a la letra:<br />

Al margen<br />

Mateo, Español hijo legítimo.<br />

En la hacienda de Ciénega de Mata en veinteinueve de septieme de mil<br />

cetecientos y veinte y cinco años de licencia Parroqui elBr. Dn.Joseph Feijoo Cura<br />

Beneficiado <strong>del</strong> Pueblo de Jalostotitlán, Baptisó y puso los Stos. oleo y crisma a<br />

Matheo español hijo legmo. De Dn. Miguel de Arteaga y Dña. María Teresa Rinco<br />

Gallardo véanos de esta Hacienda; nació el día veinte <strong>del</strong> corriente, fueron sus<br />

Padrinos el licenciado Dn. Sebatián Feijoo Centellas Canónigo de la Sta. Iglesia<br />

Catedral de la Ciudad de Guadlajara y Dña. Ignacia García Rojas, y para que<br />

conste lo firmé como teniente de cura de este Partido. Miguel Mauza de Zúñiga.<br />

Por línea paterna, Mateo era nieto de don Pedro de Arteaga y de doña Josefa de<br />

Rivero originarios de la Villa de Desa, en Guipúzcoa, hidalgos pero venidos a<br />

menos. Por línea materna era nieto de don Manuel Rincón Gallardo y de doña<br />

Micaela Feijoo Centellas, hermana <strong>del</strong> oidor de la Audiencia de Guadalajara,<br />

Licenciado Francisco Feijoó Centellas. Todos cristianos viejos y de notoria y<br />

calificada nobleza.<br />

Por la relación de Méritos, sabemos que su infancia y primeros años los pasó en<br />

Ciénega de Mata, y que en Aguascalientes estudió gramática y retórica "con tanta<br />

aplicación y aprovechamiento que mereció de su maestro dejarle substituyendo y<br />

explicando a sus condiscípulos siempre que hacía algunas ausencias de la clase.<br />

Como el ambiente cultural de la Villa resultaba estrecho para las aspiraciones de<br />

su familia y <strong>del</strong> mismo Mateo, lo enviaron a continuar sus estudios a la ciudad de<br />

Mé<strong>xi</strong>co. En octubre de 1740 era inscrito en el Real Colegio de San Ildefonso de los<br />

jesuitas.<br />

Mateo se entregó de lleno a los estudios de latinidad y Filosofía. Se infiere que<br />

hizo grandes progresos, pues refiere en su Relación, que el Rector al poco tiempo<br />

143


le asignó "hacer oposición a las Summulas el día en que se concluyeren por haber<br />

faltado el que se seguía a leer de turno en su refectorio, en el que hizo otras cinco<br />

oposiciones a todo lo escrito" Defendió en su examen general doce conferencias<br />

sabatinas, "siendo nombrado para las primeras de Lógica por haber enfermado el<br />

día de ella el que había de sustentarlas.<br />

También encontramos en la Relación cómo Mateo José fue en el Colegio Má<strong>xi</strong>mo<br />

de San Pedro y San Pablo un hombre asiduo en "oponer luego que se acababan<br />

las disputas". Así, terminado el primer año defendió el "Primero de toda Lógica", y<br />

en el segundo “las Conferencias que llamar, de Phisica". Al terminar los estudios<br />

de Filosofía obtuvo el primer lugar y el premio "in recio et in solidum"; más aún, se<br />

le distinguió corno sustituto en la clase, "cuando el maestro hacía algunas<br />

ausencias".<br />

Mateo José fue acumulando títulos. En 1743 se graduó de Bachiller en Artes y el<br />

21 de abril de 1747 Bachiller en Cánones. Con esas distinciones en la mano fue<br />

llamado a colaborar en el Colegio de Santa María de Todos los Santos de la<br />

ciudad virreinal, no sin antes presentar "oposición". Este colegio lo distinguió como<br />

rector y conciliario pese a su juventud; también obtuvo el empleo por dos años de<br />

tesorero, resultando para la institución un gran administrador. Según versión de la<br />

Relación, "aumentaron considerablemente las rentas <strong>del</strong> colegio".<br />

El 14 de febrero de 1751 obtuvo título de licenciado por la Universidad Pontificia,<br />

después de brillante examen en que el jurado "nemine discrepante" lo aprobaba<br />

por unanimidad Finalmente, dos meses después, el 13 de abril, recibía el grado de<br />

Doctor en Teología y Cánones. Al parecer, se sentía orgulloso de sus triunfos en<br />

las aulas; refiere que llegó a "oponer" la cátedra de Teología en propiedad dentro<br />

de la Universidad, aunque no tuvo é<strong>xi</strong>to. Es por eso que pensó en buscar otros<br />

caminos para escalar posiciones.<br />

No solamente por su Relación sino también en su forma de actuar percibimos a un<br />

Mateo José inquieto, estudioso, sistemático, práctico y luchador. A escasos 25<br />

años lo encontramos ya que incursiona en el servicio público al ver que se le<br />

regatea el acceso a la cátedra en la Universidad. Se hace abogado de las Reales<br />

Audiencias de Mé<strong>xi</strong>co y Guadalajara, así como de los presos de la Inquisición. No<br />

deja pasar oportunidad para "oponer" a cualquier vacante eclesiástica<br />

novohispana o neogallega. Por ejemplo, entre 1751 y 1752 "opone" a una<br />

prebenda de penitenciario y doctoral de la Colegiata de Guadalupe; a una<br />

canongía de Puebla, a prebendado de la catedral de Guadalajara y de Michoacán,<br />

así como al curato de la Catedral neogallega y de Jalostotitlán. La suerte falló<br />

entonces en su contra, probablemente debido a su juventud, pues apenas frisaba<br />

los 25 años.<br />

Sea por desánimo o por necesidad, decide en ese año acogerse a la casa<br />

solariega familiar y trabaja con la familia en la administración y ordenamiento de<br />

sus bienes. Fuera por la influencia familiar o porque se comenzaban a fijar en él<br />

las autoridades eclesiásticas neogallegas, le encargaron interinamente el curato<br />

de Real de Minas de San Matías de Sierra de Pinos por ascenso <strong>del</strong> licenciado<br />

don Bernardo de Urízar a prebendado de la Catedral de Guadalajara. De ese<br />

entonces es su "Relación de Méritos y Ejercicios Literarios", que tiene fecha de<br />

edición en Madrid 4 de junio de 1755; otro ejemplar, como queda dicho, obra en la<br />

Mitra de Guadalajara.<br />

144


La oportunidad de estar cerca de su tierra y negocios le permiten participar de<br />

lleno en "sus intereses personales", como lo podemos constatar por diversos<br />

protocolos de esos años e<strong>xi</strong>stentes en el Archivo Histórico de Aguascalientes. Se<br />

desconoce con exactitud el tiempo que desempeñó el interinato de San Matías de<br />

Sierra de Pinos. Lo que sí es un hecho que el entonces obispo neogallego, fray<br />

Francisco de San Buenaventura Martínez de Tejada Diez de Velasco, se fijó en él<br />

para que se encargara de la Secretaria <strong>del</strong> Obispado; así es como lo encontramos<br />

ya en Guadalajara en el primer trimestre de 1759 desempeñando ese cargo, que<br />

dejará a la muerte <strong>del</strong> prelado, acaecida el 3 de enero de 1761.<br />

El 26 de mayo de 1758 había quedado vacante el beneficio curado de la Parroquia<br />

de la Asunción de Aguascalientes, por haber sido distinguido con una prebenda<br />

catedralicia tapatía el doctor Manuel Colón de Larréategui, el que había detentado<br />

desde el 2 de septiembre de 1733. Tan importante parroquia neogallega llevaba,<br />

pues, cerca de tres años con cura interino. Sin duda, el prestigio de Mateo José y<br />

la influencia económica de la familia hicieron que el Cabildo Sede Vacante se fijara<br />

en nuestro personaje para que se le entregara el beneficio.<br />

Así fue cómo Mateo José de Arteaga ve satisfecha una de sus más anheladas<br />

aspiraciones de su vida, regir el curato de Aguascalientes, en cuya jurisdicción se<br />

encontraba su casa solariega de Ciénaga de Mata, este hecho ocurrió apenas<br />

iniciado el año de 1761. La noticia está registrada en los libros de gobierno<br />

parroquiales en los siguientes términos:<br />

El día 22 de febrero de 1761 tomó posesión de este curato el Dr. Dn Matheo<br />

Joseph de Arteaga, originario de esta jurisdicción en la Ciénega de Mata..., sujeto<br />

en quien se admiró el mayor celo y anhelo al Culto Divino, como lo publican las<br />

cuantiosas y bellísimas obras que se deben ver, así en esta parroquia, como fuera<br />

de ella; pues se vienen <strong>del</strong> conocimiento, que erogó de gastos en ellas aun mucho<br />

mas de produjo el curato, no siendo dueño ni de hacer una camisa deshaciéndose<br />

de las precisas alhajas de su uso....<br />

Conviene dejar asentado aquí, y así nos lo dicen viejos documentos, que a lo que<br />

aspiraba Mateo José no era detentar la colación <strong>del</strong> curato de Ntra. Sra. De la<br />

Asunción, sino una prebenda <strong>del</strong> cabildo neogallego. Sabemos que "opuso" a la<br />

doctoral al quedar vacante por promoción <strong>del</strong> doctor Antonio Flores de Rivera al<br />

obispado de Nicaragua, con una disertación sobre la nulidad <strong>del</strong> matrimonio<br />

referente al proceso seguido por Pedro de Ocampo y María de las Nieves<br />

Carrasco, vecinos de Zacatecas. Muy bueno fue el discurso de Mateo José; pero<br />

la doctoral la ganó don Pedro Ignacio de Ibarreta. Es probable que como premio<br />

de consolación se le entregara la colación <strong>del</strong> mencionado curato; lo que resultó<br />

<strong>del</strong> agrado de nuestro biografiado.” 87<br />

En ese recuento biográfico, el Dr. Gutiérrez precisa el entorno en el cual se<br />

desenvuelve Mateo José Arteaga. Pero además señala otros aspectos con los que<br />

no coincide con Ribes Iborra; afirma que: “En el estudio introductorio al Norte de la<br />

Nueva Galicia en 1770, Vicente Ribes Iborra parece se propone resaltar más al<br />

hombre emprendedor y empeñoso en reunir dinero, predios y fama, al hombre<br />

experto en negocios inmobiliarios, que resaltar la faceta <strong>del</strong> benefactor. No<br />

negamos que en Mateo José resaltaron dichas cualidades; sin embargo, lo que<br />

87 Ibdem.<br />

145


más 1e honró fue la labor benefactora y pastoral y un reconocido<br />

desprendimiento, pues como dejó asentado su sucesor en el curato, "no fue dueño<br />

ni de hacer una camisa". Precisamente este trabajo lo que se propone es dar a<br />

conocer lo mucho que a él le debe Aguascalientes.<br />

Siete años al frente <strong>del</strong> curato de Aguascalientes parece un tiempo corto; sin<br />

embargo las diferentes obras promovidas por él resultan lo suficientemente<br />

importantes para hacerle figurar en la galería de los grandes benefactores que ha<br />

tenido la sociedad aguascalentense. Mateo José fue un hombre de espíritu<br />

emprendedor cual era el de aquellos ilustrados de la segunda mitad <strong>del</strong> siglo XVIII;<br />

y con tanta o más actividad febril trabajó por el engrandecimiento de la Iglesia y de<br />

su sociedad. Pergeñando las noticias en los documentos archivísticos, nos llevan<br />

a inferir que Mateo José fue un digno sucesor de don Manuel Colón de<br />

Larréategui.<br />

Desde el momento en que se hace cargo de la parroquia, se dedica al<br />

embellecimiento de la Iglesia parroquial y a la construcción de otros y dotación de<br />

edificios dignos. Traigo primeramente lo referente a la casa cural; hay una nota de<br />

su puño y letra al respecto:<br />

El año de 761 que entréyo, el Dr. D. Matheo José de Arteaga de cura de esta Villa,<br />

encontré la casa de los curas por los suelos, arruinada e incapaz de servir y lo<br />

representé a el M.I. Sr. Deán y Cabildo sede vacante de la S. Iglesia de<br />

Guadalajara prometiendo, que a mi costa fabricaría casa suficiente a los curas,<br />

con tal que se me diese licencia para fabricar toda la reja que cae a la plaza de<br />

tiendas y a espaldas un rejón, y que ésto fuese para la Archicofradía <strong>del</strong> Smo.<br />

Sacramento de esta parroquia, y conociendo la utilidad que resultaría a la Iglesia y<br />

a los curas me concedieron los Sres. la licencia y fabriqué desde los cimientos a<br />

los curas una hermosa casa, y para la Archicofradía seis tiendas con sus<br />

trastiendas y portal y un mesón a quien pertenece también el cuarto que está<br />

inmediato a él con puerta a la calle, y gasté en todo más de 2,000 pesos.<br />

La obra fue muy alabada por el Ilmo. Sr. Don Diego Rodríguez Rivas en la visita<br />

pastoral de 1765. El mismo dice en nota <strong>del</strong> Libro de Gobierno parroquial lo<br />

siguiente:<br />

El Ilmo. Sr. Don Diego Rodríguez Rivas aprobó la donación que hice a la<br />

Archicofradía de las tiendas, habiendo visto por sus propios ojos la hermosa casa<br />

de los curas, y experimentado a más de la utilidad de la Iglesia, la de los curas que<br />

se estaban sin casa ni más que un solar razo y ninguno lo había de fabricar a su<br />

costo y con su dinero, y hoy se hallan con casa, y con la limosna de un peso cada<br />

ocho días de la misa de renovación que antes no tenían más que cada quince<br />

días, con lo 'que costean quasi la pensión de las misas que tenían antes, y les<br />

quedó libre la casa para vivir, el despacho <strong>del</strong> limo. Sr. Rivas lo tienen los<br />

mayordomos de la Archicofradía.<br />

Conviene hacer notar, que cuando el 2 de septiembre de 1733 tomó posesión <strong>del</strong><br />

beneficio curado don Manuel Colón de Larréategui, halló a la Iglesia Parroquial<br />

"muy a los principios, y la fabricó con muchísimos afanes y trabajo saliendo<br />

personalmente por las haciendas y ranchos a recoger maíz para la construcción".<br />

A este benemérito clérigo tocó el honor de dedicarla el 4 de octubre de 1738, "en<br />

cuyos días por las tardes celebraron los vecinos con comedias y las noches con<br />

fuegos y carros y después con seis días de lidia de toros y juegos de cañas".<br />

146


Sin embargo, mucho de su embellecimiento es debido a Mateo José; así, varios<br />

de sus retablos se deben a él y otros inconclusos los terminó. Por ejemplo, el 17<br />

de abril de 1763 dedicaba el de Ntra. Sra. de los Dolores, crucero diestro de la<br />

Iglesia parroquial. El de referencia suplió a otro más pequeño; fue construido en la<br />

Villa por el maestro Juan García, originario de Mé<strong>xi</strong>co, "y en él entraron para el<br />

dorado 189 libras de oro". Al retablo se agregó la estatua de San Miguel y la <strong>del</strong><br />

Santo Cristo, "que le hice retocar por ser una de las primeras estatuas que tuvo la<br />

parroquia y la nombraban el St. Cristo de los Esparzas".<br />

El mismo año, pero el 2 de septiembre, don Mateo José dedicó el Retablo de los<br />

Purísimos Corazones de Jesús, María y José. La anotación al respecto <strong>del</strong> Libro<br />

de Gobierno dice así: Fue el último que construyó en su vida, el Mtro. D. Juan<br />

García de Castañeda; lo hizo todo con frontal, albortantes, can<strong>del</strong>eras y atriles por<br />

2,000 pesos que le pagó D. Ignacio de Urruchua, dueño de las haciendas <strong>del</strong><br />

Pabellón y Espíritu Santo, quien a más <strong>del</strong> dinero que pagó por dicho retablo lo<br />

adornó con la vidriera, manteles, palio, cornualturas, tarima, alfombra y puso de su<br />

bolso hasta la perga que está debajo de los manteles.<br />

El activo párroco siguió embelleciendo el templo parroquial. El retablo de San<br />

José, crucero siniestro, que se había estrenado en 1753 y que fue construido por<br />

el maestro Juan García resultaba pequeño, pues sólo tenía un cuerpo y medio de<br />

punto. Mateo José lo creció "hasta llenar todo el hueco; y se le pusieron las<br />

estatuas de San Benito Abad, S. Juan de Dios, Sto. Domingo de Guzmán, S.<br />

Pedro Nolasco y la Purísima Concepción y todos los lienzos de la vida <strong>del</strong> Sto.<br />

Patriarca hechos en Mé<strong>xi</strong>co por el maestro D. Miguel Cabrera. Se dedicó el día 19<br />

de marzo de 1764".<br />

El primero de los retablos en honor a la Virgen de Guadalupe fue obra <strong>del</strong> maestro<br />

Juan García, el que fue construido por instrucciones de D. Andrés de Tello, dueño<br />

de la hacienda de Santiago, para ser colocado en la capilla de dicha hacienda, a<br />

un costo de 1,388 pesos. Pero en 1752 fue trasladado a la parroquia y se instaló<br />

en el altar de la Virgen de Guadalupe. "Este retablo, anota don Mateo José, se lo<br />

dí y compuse a el Sr. de la Humildad y Paciencia y a Ntra. Sra. de Guadalupe le<br />

hice otro nuevo, que llegara a la bóveda; lo construyó el maestro Joaquín<br />

Rodríguez originario de esta Villa y se dedicó el día 12 de diciembre de 1764". La<br />

imagen y el lienzo <strong>del</strong> retablo original se trasladó de nuevo a la capilla de la<br />

hacienda de Santiago.<br />

También a ese año de 1764 corresponde el estreno de la torre parroquial, 12 de<br />

marzo, y las ocho esquilas <strong>del</strong> segundo y tercer cuerpo, obra también de Don<br />

Mateo José. "La torre se hizo en un año y veinte días, su artífice fue el Mtro.<br />

Manuel el Rico, hijo de ésta Villa, con balcones, esquilas y campanas; su costo de<br />

7,000 pesos, de los cuales la fábrica me ayudó con costear toda la piedra y con<br />

550 pesos que percibí en Guadalajara de los novenos que le salieron en los 63 y<br />

64, también le heché (sic) doce balcones de fierro, uno en cada campanil".<br />

Don Mateo José siguió embelleciendo el templo parroquial. El día 19 de marzo de<br />

1766 se estreno el frontal de plata; y el 25 <strong>del</strong> mismo mes la puerta <strong>del</strong> Sagrario.<br />

También en julio se bendijo el altar <strong>del</strong> Santo Cristo de la Misericordia, "que di yo,<br />

y aún está sin dorar", asienta nuestro biografiado. Se debe también a él la lámpara<br />

dedicada a Ntra. Sra. de los Dolores, que fue estrenada el 16 de marzo de 1769.<br />

147


Otras obras en las que también intervino Mateo José, fueron la Iglesia de San<br />

Marcos, dedicada el 15 de diciembre de 1763 que se convertiría en Ayuda de<br />

Parroquia en 1815, cuando era cura de la Asunción don José María Berrueco. El<br />

año siguiente, 4 de octubre de 1764, dedicaba la capilla que hizo en el Barrio de<br />

Triana; anota en el libro de Gobierno: "que hice a mi costo ayudado con algunas<br />

cortas limosnas". La actual iglesia <strong>del</strong> Señor <strong>del</strong> Encino se inició el año de 1773 a<br />

expensas y devoción de algunos vecinos y de las limosnas de los fieles, la que no<br />

sería finalizada sino hasta 1796.<br />

La Orden de los Juaninos distinguió a don Mateo José como hijo de ella, debido a<br />

que la reedificación de la iglesia <strong>del</strong> convento-hospital de San Juan de Dios se<br />

estaba llevando "a expensas de la génerosidad, amor y caridad <strong>del</strong> dicho Dr.<br />

Matheo". Eso ocurrió en la visita que el Comisario General de la Nueva España<br />

hizo a la Villa el 13 de septiembre de 1755. Nuestro biografiado recibió el escrito<br />

en que se le distinguía como Hermano de la Orden, "para que logre todos los<br />

beneficios espirituales que el Sr. por su misericordia infinita se ha dignado<br />

conceder a Ntra. Orden y Religión desde la Asunción de Pío V hasta el presente".<br />

Se le señaló sepulcro honorífico y a sus descendientes sanguíneos sepultura en la<br />

iglesia <strong>del</strong> convento si así lo quisieran. Firma el documento frav Guilllermo<br />

Gamboa. Comisario General de estas provincias de Nueva España. También le<br />

tocaría a don Mateo José de Arteaga bendecir la iglesia el 16 de abril de 1767.<br />

Queda fuera de toda duda el celo pastoral de don Mateo José. Así consta en el<br />

acta de la Visita Pastoral que realizara el obispo neogallego, D. Diego Rodríguez<br />

Rivas de Velasco a la Villa, en agosto de 1765. Cuando se hace referencia a los<br />

libros parroquiales, solamente se le dice: "el cura continúe el buen orden que ha<br />

observado en el asunto de paradas en los libros parroquiales". Reconoce el<br />

prelado que todo está en orden.<br />

Sin embargo, no todo lo tenía controlado, pese a ser un extraordinario<br />

administrador. Se le hizo una observación que le causó malestar; fue referente a<br />

las cuentas que dio el mayordomo de la fábrica espiritual de la parroquia,<br />

Francisco José Gómez. Le advierte, "que en el vino para decir Misa lo ha cargado<br />

a la fábrica a 6 reales cuartillo, y la cera a 8 y a 9 reales la libra; lo que resulta<br />

gravada en excesiva cantidad dicha Fábrica, pues en 18 meses ha gastado 3,189<br />

cuartillos de vino, y de cera ordinaria a 8 reales, 1 ,097 libras y a 9,276; y debiendo<br />

valer el vino cuando más a 4 reales y la cera a 6, precios corrientes y supremos de<br />

uno y otra; resulta con eso a favor de la fábrica 1,175 pesos". Se le hizo cargo de<br />

ello al Mayordomo y dispuso regresara la cantidad. Por esa razón, el obispo<br />

determinó que éste "no tuviera intervención alguna; para cuyo efecto le hará<br />

entrega al cura de °dos los libros, escrituras y demás papeles conducentes y<br />

pertinentes a dicha fábrica". Y como ocurrió en este caso, ordenó al cura don<br />

Mateo José metiera orden en todas las cofradías e<strong>xi</strong>stentes, que no eran pocas.<br />

Otra recomendación curiosa que aconteció en esa visita fue la referente a Nicolás<br />

de Arenas, Pedro, Felipe y Antonio Vázquez, de Ciénega de Mata que por no<br />

haber cumplido con el precepto anual de la Iglesia, ordenó se les requiriera y<br />

reconviniera para que lo hicieran dentro de ocho días; '"y en caso de rebeldía y<br />

contumacia, aprehenda sus personas y las ponga en la cárcel, implorando para<br />

ello el Real Au<strong>xi</strong>lio".<br />

148


Una recomendación también digna de ser referida fue la concerniente a los<br />

abusos que las autoridades indias cometían con la gente de dichos pueblos. El<br />

obispo e<strong>xi</strong>gió al cura que metiera mano en los abusos que con frecuencia<br />

cometían los indios alcaldes y algunas otras autoridades. Le deja recomendada en<br />

el acta de visita lo siguiente:<br />

Y para que eviten las torpezas y desórdenes de los indios alcaldes, regidores y<br />

principales de los pueblos, que como si fuesen sucesores de los dichos y acciones<br />

de los casados, que mueren en sus pueblos, usan de las viudas, y así dificultan el<br />

que ellas puedan pasar a segundas nupcias o estado ya desacreditadas, y<br />

reputadas por mugeres deshonestas: mando que el cura cele y mire el<br />

procedimiento de los alcaldes, regidores y principales con las viudas de tres<br />

pueblos; y a los que hallaren haber sido deshonestos, torpes con sus comercios<br />

con las tales viudas, los castigue, pidiendo au<strong>xi</strong>lio al alcalde mayor y alcaldes<br />

ordinarios, procediendo el dicho caso con la prudencia y discreción<br />

correspondiente a materia de tanta gravedad e importancia, para el servicio de<br />

Dios bien de los pueblos de los indios.<br />

Referente también al cuidado y bien de los indios fue la recomendación que dejó<br />

al piadoso cura, sobre la vigilancia que debía tener sobre las muchachas indias<br />

huérfanas. Le recomendó lo siguiente:<br />

Y porque algunas de las muchachas indias de Doctrina, que por ser huérfanas y<br />

no tener quien procure su bien y ponerlas en estado de matrimonio, sucede<br />

frecuentemente imposibilitarse para este estado, resultando embarazadas, sin<br />

poder averiguar quién violó su honestidad, y causa su primera ruina, que<br />

regularmente se imputa a cuantos después <strong>del</strong>la la comunicaron y así quedan sin<br />

castigo los que fueron causa de tantos pecados. Manda S. Illma, que a las<br />

muchachas de doctrina que sean huérfanas y no tengan parientes de quienes se<br />

pueda esperar soliciten su bien, y que procuren ponerlas en estado de matrimonio,<br />

las cuide dicho cura poniéndolas en parte segura, <strong>del</strong> cuidado de alguna vecina<br />

<strong>del</strong> pueblo, o de esta Villa, que les enseñe los oficios mugeriles, las tenga en<br />

recogimiento y libre de que sean pervertidas, en interir que dicho cura hallare -<br />

persona proporcionada con quién las pueda casar... Manda S. Sría. que el cura<br />

como padre y pastor de su grey, cuide <strong>del</strong> bien de las tales huérfanas y huérfanos,<br />

a quienes según sus calidades aplicará a oficios y entretenimientos de que puedan<br />

vivir por si y ganar con el trabajo honesto v decente su sustentación.<br />

Por lo dicho hasta ahora, inferimos que tanto la Iglesia como la sociedad<br />

aguascalentense de entonces fue deudora en mucho a don Mateo José de<br />

Arteaga, Por noticias <strong>del</strong> Libro de Gobierno, sabemos que abandonó la villa el 28<br />

de enero de 1768, y no el 17 de abril como asienta el señor Vicente Ribes Iborra.<br />

Esto, porque fue promovido a la Doctoral de la Catedral de Guadalajara, que había<br />

dejado vacante don Pedro Ignacio de Ibarreta a la dignidad de Chantre, triunfador<br />

de don Mateo José en 1754. Quedó al frente de la parroquia aguascalentense en<br />

forma interina el licenciado Vicente Regalado <strong>del</strong> Campo, hasta el 6 de agosto de<br />

1769 en que se hizo cargo <strong>del</strong> beneficio curado el doctor don Vicente Antonio<br />

Flores Alatorre.<br />

A partir de este momento, Vicente Ribes Iborra cae en un vacío de información<br />

sobre nuestro personaje; y hasta asienta "desconocer su destino exacto y los<br />

logros alcanzados en el desempeño de sus actividades". Pero no es así. El 5 de<br />

149


abril de 1768 Mateo José tomaba posesión de la Doctoral <strong>del</strong> cabildo de<br />

Guadalajara. Y desde el primer momento empieza0 a colaborar estrechamente en<br />

la labor eclesial con el Ilmo. D. Diego Rodríguez Rivas de Velasco, nacido en<br />

Riobamba, Ecuador, y entonces obispo de Guadalajara, esto ocurriría hasta su<br />

muerte acontecida el 10 de diciembre de 1770.<br />

Ya para cuando llegó a Guadalajara como Doctoral, Mateo José era considerado<br />

uno de los clérigos más identificados con el obispo D. Diego Rodriguez por el<br />

excelente trabajo pastoral y material que había realizado al frente <strong>del</strong> curato de<br />

Aguascalientes. Por ejemplo, su trabajo sobre el padrón y mapas de la feligresía<br />

resultó <strong>del</strong> agrado de las autoridades civiles y de su prelado. Esta información va a<br />

resultar la columna vertebral de la Descripción de la Diocesi de Guadalaxara de<br />

Indias, que con su firma presentó en el Cuarto Concilio Me<strong>xi</strong>cano. Efectivamente,<br />

como él confiesa, se basa en las respuestas, informes y constancias de libros de<br />

gobierno que obran en los archivos parroquiales, doctrinas y misiones.<br />

Conviene no pasar desapercibidos, que la Iglesia católica fue la única admitida por<br />

España en sus colonias, y por eso estuvo íntimamente unida con el Estado, ya<br />

que el tan conocido Regio Patronato, no le dejaba otra opción. La Iglesia recibía<br />

directamente <strong>del</strong> rey las disposiciones que debían guardarse para que se<br />

celebraran los concilios, o que se pusieran obispos y curas; aún intervenía en las<br />

disposiciones <strong>del</strong> culto y la disciplina eclesiástica.<br />

Si en tiempo de los Austrias las interpretaciones de los privilegios se tomaron con<br />

más fle<strong>xi</strong>bilidad con los Borbones se exageró el regalismo. Felipe V procuró desde<br />

1735 reintegrar todos los privillegios que, según él, habían sido usurpados por<br />

Roma. El papa tuvo que protestar, y lo hizo por un Breve a los obispos, para que<br />

éstos se opusieran a la consolidación de estas pretensiones. Sin embargo, el<br />

regalismo no se detuvo en su carrera y Benedicto XIV debió hacer las más<br />

amplias concesiones en el concórdato de 1753.<br />

En este contexto, podemos decir que los concilios uno, dos y tres me<strong>xi</strong>canos en el<br />

siglo XVI, pusieron las bases para el régimen de la Iglesia en estas tierras. Sin<br />

embargo, el IV tendrá un carácter muy diverso; se puede decir que estuvo al<br />

servicio de los privilegios de la corona y <strong>del</strong> regalismo y que no atendió las<br />

disposiciones pontificias. Carlos III y sus ministros regalistas de hueso colorado, lo<br />

que procuraban con estas asambleas plegarias, eran medidas legales para<br />

encadenar a la Iglesia lo más fuertemente posible. Por eso, el Concilio de 1771,<br />

además de señalado por los personajes que a él concurrieron, fue la asamblea<br />

eclesiástica más regalistas que ha <strong>presencia</strong>do la Historia de la Iglesia Me<strong>xi</strong>cana.<br />

Siendo ya Mateo José canónigo de Guadalajara, el rey Carlos III, en calidad de<br />

Patrono de la Iglesia de todos sus dominios, expidió el 21 de agosto de 1769 el<br />

texto conocido como Tomo Regio, en el que figuraban metas y métodos que<br />

debían guardarse en esa magna asamblea me<strong>xi</strong>cana. Nuestro biografiado fue<br />

llamado por su obispo, Diego Rodríguez de Rivas, para que le ayudara en el<br />

estudio y preparación de los materiales a presentar; y el de Ciénega de Mata dióse<br />

con pasión, como lo sabía hacer, a preparar con su obispo y clero cuanto la<br />

diócesis neogallega debía llevar a la asamblea. El material consistiría tanto sobre<br />

teología y moral, como sociográfico, o que concerniera a cuestiones doctrinales,<br />

subvenciones, emolumentos y de cuestión pastoral.<br />

150


Don Diego Rodríguez en sus visitas y por cartas pedia datos y más datos a todos<br />

los curas, doctrineros y misioneros. Acucioso como era no dejaba renglón que no<br />

investigara. Pero la muerte tenía otros planes y el obispo fue sorprendido por ésta<br />

el 10 de diciembre de 1770, cuando contaba 63 años de edad y 19 de Obispo. Por<br />

sede vacante, el Cabildo neogallego nombró Vicario Capitular al doctor Ginés<br />

Gómez de Parada. Y como las sesiones conciliares deberían de iniciar el 13 de<br />

enero de 1771, el Cabildo tapatío nombró como su representante a Mateo José de<br />

Arteaga para que asistiera con voto a tan señalada asamblea.<br />

Las sesiones conciliares fueron 126 y se desarrollaron en la catedral de Mé<strong>xi</strong>co;<br />

fungió como Presidente el arzobispo de la ciudad virreinal, D. Francisco Antonio<br />

de Lorenzana y Butrón, y bajo la férula <strong>del</strong> oidor Anselmo de Rivadeneira, que<br />

desempeñaba el cargo de Comisario Real. Tocó a nuestro biografiado codearse<br />

en el Concilio con muy ilustres personajes, como lo eran el mencionado señor<br />

Lorenzana, quien de Mé<strong>xi</strong>co pasaría como primado de España a la silla de Toledo,<br />

donde sería revestido con el capelo cardenalicio; Francisco Fabián y Fuero, obispo<br />

de Puebla y fray Antonio Alcalde y Barriga, entonces obispo de Yucatán y después<br />

de Guadalajara.<br />

El Concilio terminó en noviembre de ese año. Los historiadores de esta asamblea<br />

hablan elogiosamente de Mateo José. Lo que más llamó la atención de los padres<br />

conciliares <strong>del</strong> representante de la diócesis neogallega fue la “Descripción de la<br />

Diócesi de Guadalaxara de indias", que estaba escrita de puño y letra <strong>del</strong> de<br />

Ciénega de Mata. Se ha escrito, que llamó la atención a Lorenzana, que se la llevó<br />

a España como mo<strong>del</strong>o.<br />

La Descripción se compone de un voluminoso folio, en donde se describen con<br />

detalle ciudades, villas, pueblos, curatos, doctrinas, misiones y cuántas familias y<br />

personas formaban la rica y próspera Diócesis de Guadalajara, que abarcaba los<br />

territorios de Jalisco, Nayarit, Aguascalientes, Zacatecas, buena parte de San Luis<br />

Potosí, Coahuila, Tamaulipas, Nuevo León, Texas y las Californias. Las casi<br />

doscientas folias no son sino el padrón más fiel de cuanto encerraba en 1770 esta<br />

circunscripción eclesiástica novohispana. y un documento digno de ser conocido<br />

por quien desee entender la historia de un extenso territorio de la Nueva España<br />

en el último cuarto <strong>del</strong> siglo XVIII. En fin, la Descripción es un fiel ejemplo de la<br />

Ilustración y, también, de lo que podía lograr un criollo ilustrado, corno lo fue<br />

Mateo José de Arteaga.<br />

Mateo José volvió a Guadalajara una vez terminadas las sesiones conciliares para<br />

seguir desempeñando su canongía. Después de haber probado las mieles <strong>del</strong><br />

poder y la gloria, no se contentó con lo que tenía: por eso siguió moviendo sus<br />

influencias para lograr puestos más honrosos. Gracias a las recomendaciones de<br />

Lorenzana, Carlos III quiso premiar a su fiel servidor y a quien tan bien se había<br />

portado en el Concilio. Por Cédula fechada en el Pardo el 15 de marzo de 1775,<br />

fue presentado Mateo José para suceder en la doctoral Carolense que por muerte<br />

había dejado vacante en el Cabildo de Puebla don Manuel Ignacio de Goraspe y<br />

Padilla.<br />

La canongía doctoral carolense <strong>del</strong> obispado de Puebla la desempeñó Mateo José<br />

por espacio de 8 años y medio, en tiempo <strong>del</strong> Ilmo. Victoriano López de Gonzalo.<br />

El 15 de marzo de 1784 fue promovido a: Meestrescuela al ser ascendido el que<br />

ocupaba ese puesto a Arcediano. En esos años, el Cabildo le encargó las obras<br />

151


de pavimentación de la catedral, lo que hizo satisfactoriamente. Casi llegó a<br />

enlozar toda la iglesia.<br />

Por muerte <strong>del</strong> arcediano don Vicente Antonio de los Ríos, el 30 de marzo de 1789<br />

ocupa Mateo José el puesto de Arcediano. Este segundo puesto <strong>del</strong> cabildo<br />

poblano sería el má<strong>xi</strong>mo que ocuparía el de Ciénega de Mata. Después de casi<br />

cinco años de desempeñar tan honroso cargo, moriría en su domicilio de Puebla el<br />

23 de agosto de 1794 a los 68 años de edad.<br />

Unos comentarios finales. Aunque la vida de Mateo José se movió dentro de los<br />

parámetros comunes al ambiente eclesiástico, por su inteligencia e inquietud llegó<br />

a reunir suficientes títulos como para que lo evoquemos no sólo los<br />

aguascalentenses, sino cuantos ahora viven en el extenso contorno que fue la<br />

Diócesis de Guadalajara. La razón es, porque dio prez a su tierra y dejó un caudal<br />

de conocimientos para que mejor se conociera y más se apreciara la tierra que le<br />

dio el ser.<br />

Creo yo que e<strong>xi</strong>ste suficiente razón para ver en él no al hombre que refulge sólo<br />

"una década", como asienta Ribes Iborra, sino que su estela brilló gran parte de su<br />

vida. Es decir, que Mateo José no solamente fue el brillante canónigo que<br />

representó a la Diócesis neogallega en el Cuarto Concilio Me<strong>xi</strong>cano y que se<br />

codeó con la flor y nata de la intelectualidad ilustrada novohispana, sino que<br />

también fue pastor de las almas en los curatos que se le encargaron regenteara.<br />

Creemos que en todas partes se le admiró más su caridad, su amor por los<br />

pobres, que su munificiencia en la construcción de iglesias y edificios suntuarios.<br />

Es más honroso señalar en Mateo José al "sujeto en quien se admira el mayor<br />

celo y anhelo al Culto Divino, como lo publican las cuantiosas obras que se deben<br />

ver, así en esta parroquia como fuera de ella... ''; al hombre que erogó "más de lo<br />

que produjo el curato". Yo me pregunto, ¿acaso no es verdaderamente digno en él<br />

recordar, que "no fue dueño ni de hacer una camisa", en expresión de su sucesor<br />

en el curato de Aguascalientes, Vicente Antonio Flores Alatorre? ¿Acaso no es<br />

más admirable y honroso todo esto, que considerarlo "mago de las finanzas", o<br />

experto en "los negocios inmobiliarios", como hace notar Ribes Iborra?<br />

Ciertamente, no queremos con esto pedir que debio de haberse olvidado de los<br />

negocios familiares. No, porque era esa la costumbre de sus tiempos. No<br />

debemos de extrañar que sus biógrafos lo sigan considerando dueño de tierras y<br />

criador de ganados mayores y menores. Es que la explotación de las propiedades<br />

rurales fue la fuente de ingresos más socorrida en los eclesiásticos, sin duda por<br />

ser la más conveniente a su estado. Escribe Francois Chevalier: “El presbítero<br />

labrador es uno de los personajes típicos de la Nueva España; unas veces<br />

completaba de ese modo los ingresos de una capellanía, y otras veces había sido<br />

ordenado precisamente "a título <strong>del</strong> patrimonio", es decir, por el hecho de estar<br />

dotado de una propiedad raíz capaz de asegurarle una vida "congrua", digna y<br />

conforme a su estado".<br />

Como algunos de sus compañeros canónigos y prebendados, Mateo José poseía<br />

labores y ganados y se ocupaba de esos menesteres aun con frecuentes<br />

ausencias de su ministerio, pese a las reglas establecidas por el Concilio<br />

Tridentino sobre la materia. Aquellos graves labradores y criadores de<br />

ganados que representaron, en su tiempo, un elemento típico de la sociedad<br />

criolla. Tal fue la costumbre y tanto se extendió el mal, que el Tercer Concilio<br />

152


Me<strong>xi</strong>cano de 1589 tuvo que legislar y meter al orden a aquellos "doctos y graves<br />

labradores, criadores y mineros que se les encontraba adornados de gualdrapas y<br />

caparazones si se trataba de prebendados, licenciados o doctores.<br />

Otra cosa en que tampoco estamos de acuerdo con Ribes Iborra, es en calificar de<br />

incierta la estancia de Mateo José en Guadalajara. Ya se dijo como trabajó<br />

estrechamente con su obispo en la preparación de los materiales que debían de<br />

presentarse en el Concilio. A excepción de los meses en que se efectuó esta<br />

asamblea en la ciudad de Mé<strong>xi</strong>co, desde enero de 1768 y hasta 1775 en que<br />

recibió el nombramiento de doctoral de Puebla, vivió en Guadalajara.<br />

Por esta razón nos extraña que Ribes Iborra opine: "desconocemos su destino<br />

exacto y los logros alcanzados en el desempeño de sus actividades….Tan sólo<br />

indirectamente tenemos constancia de su estancia en dicha ciudad... Ni siquiera<br />

sabemos con exactitud si desde que abandonó Aguascalientes hasta que se<br />

instaló definitivamente como canónigo de Puebla Arteaga residió en Guadalajara".<br />

Lo que ocurrió es que Ribes Iborra no tuvo la atingencia de hurgar los archivos de<br />

la Mitra neogallega, donde e<strong>xi</strong>sten suficientes muestras de que sí vivió en<br />

Guadalajara, y que trabajó con el mismo ardor que le caracterizó toda su vida.<br />

Finalmente, quiero hacer notar también el error en que Ribes Iborra cayó al afirmar<br />

ser la primera ocasión que el lector me<strong>xi</strong>cano conoce su "Descripción". Escribe:<br />

"Tan sólo ahora doscientos años después que redactase su tratado sobre Nueva<br />

Galicia, nos es dado sacar a la luz el manuscrito que dormitaba en los anaqueles<br />

de la biblioteca municipal de la muy lejana ciudad de Toledo, en España".<br />

Se equivocó totalmente. La Descripción de la Diócesi de Guadalaxara de Indias no<br />

sale a la luz por primera vez en la publicación auspiciada por la Universidad<br />

Autónoma de Aguascalientes, sino que el público me<strong>xi</strong>cano la conocía desde<br />

1980, gracias que el doctor cronista de Guadalajara, Don Juan López, la insertó en<br />

su obra Nueva Galicia y Jalisco un esfuerzo continuado.<br />

En fin, valgan los presentes comentarios como rectificaciones históricas. Y quiero<br />

que nuestros lectores entiendan que no tienen otra razón de ser que colaborar a<br />

un mayor conocimiento de este ilustre Aguascalentense. En hora buena a la<br />

universidad Autónoma de Aguascalientes por la edición de este tan desconocido,<br />

como lo es la “Descripción de la Diocesi de Guadalaxara de Indias", hecha de<br />

puño y letra por nuestro biografiado. Ojala siga fomentando este tipo de trabajos, a<br />

fin de que la juventud forme cada día más su conciencia histórica”. 88<br />

88 Ibidem.<br />

153


Otro de sus escritos, que tiene también una gran relación con sus textos es el<br />

titulado "La labor social de la Iglesia Católica en Aguascalientes". 89 En él hace<br />

inicialmente una refle<strong>xi</strong>ón y crítica sobre los estudios de éste tópico; indica que:<br />

“Se ha dado por muchos años en Mé<strong>xi</strong>co un raro fenómeno en nuestros<br />

estudiosos: un desapercibimiento, un descuido por dar a conocer la obra de la<br />

Iglesia. Cuando pensamos en este fenómeno, creemos que se debe no a un<br />

desconocimiento de su labor o a que se le juzgue de poco interés, sino a un tabú<br />

por tocar o escribir cuanto huele a Iglesia, enseñoreando en nuestro ambiente<br />

desde las Leyes de Reforma. También puede ser porque se ha preferido seguir la<br />

corriente secularista que desde entonces domina en todas las esferas sociales. Y<br />

lo criticable es que los pocos que se han atrevido a escribir de la materia, ofrecen<br />

frecuentemente una imagen desvirtuada, pues se han concretado a estudiarla<br />

marginalmente o relacionada con la política. Hay sobrada razón para decir, que la<br />

historia de la Iglesia Católica en Mé<strong>xi</strong>co aún está por hacerse.<br />

Escribe Gabriel Le Bras, fundador de la sociología contemporánea de la religión<br />

en Francia: ignorar lo que pasa en la Iglesia es ignorar una parte notable de los<br />

factores de la vida nacional. Así es. Lo escrito por Le Bras contiene más realidad<br />

cuando lo aplicamos a nuestra historia nacional, porque la Iglesia Católica ha sido<br />

para Mé<strong>xi</strong>co determinante desde su fundación en la conquista.<br />

El trabajo: LA LABOR SOCIAL DE LA IGLESIA CATOLICA EN<br />

AGUASCALIENTES <strong>del</strong> que ahora informamos a la comunidad universitaria en las<br />

páginas de “Investigación y Ciencia", es un primer producto <strong>del</strong> proyecto general<br />

intitulado Historia de la Diócesis de Aguascalientes y una apro<strong>xi</strong>mación integral de<br />

una de las áreas de la historia de la Iglesia local. Y parafraseando a Le Bras,<br />

queremos con él conocer muchas de las cosas que han acontecido en la Iglesia,<br />

para no ignorar mucho de lo que ha pasado en nuestra vida regional.<br />

Su contenido es la historia de la acción de la Iglesia y de los católicos; pero<br />

también se resaltan en no pocos pasajes los intereses y las acciones de las<br />

instituciones que intervienen en la acción de ésta como ente regular. Es el<br />

quehacer social lo que condiciona sustancialmente el estudio; pero no deja de<br />

hacer referencia a la doctrina y sus lineamientos. Estaríamos más en lo correcto<br />

decir que estructuran su ser la concreción equilibrada de hechos, tradiciones,<br />

costumbres religiosas, estilos de gobernar y hasta las acciones particulares de<br />

instituciones y hombres.<br />

Este trabajo pretende llenar un vacío y romper el tabú a que nos referimos, que<br />

desde hace muchos años domina nuestro medio. Toma a "la cuestión social"<br />

como materia y a la labor cotidiana de la Iglesia local y su relación con la sociedad<br />

y el Estado; a la Iglesia como institución inmersa en la sociedad, porque<br />

pensamos que, aún con su autonomía, no escapa a los condicionamientos que le<br />

impone ésta; por eso la necesidad de analizarla para mejor entender a la sociedad<br />

aguascalentense. Se pretende, sea también una aportación a las<br />

conmemoraciones centenarias de la diócesis en sus cien años de vida como<br />

entidad.<br />

89 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. "La labor social de la Iglesia Católica en Aguascalientes", en<br />

Investigación y Ciencia, núm. 15, Universidad Autónoma de Aguascalientes, Agosto de 1995. pp. 25-32.<br />

154


El trabajo se limita a estudiar un territorio geográfico específico, el que conforma la<br />

Diócesis de Aguascalientes, que debe su erección a León XIII por Decreto<br />

Consistorial de 27 de agosto de 1899, ejecutado por el Visitador Apostólico, Mons.<br />

Nicolás Averardi, el 3 de noviembre <strong>del</strong> mismo. En su origen estuvo constituida por<br />

seis parroquias, dos de la ciudad, la Asunción y el Encino, y cuatro foráneas,<br />

Asientos, San José de Gracia, Calvillo y Jesús María. Es decir, que sus límites se<br />

constriñeron al Estado.<br />

Su primer obispo, D. Fray José María de Jesús Portugal y Serratos, conseguiría<br />

en 1907 que se reconociera como parte de ésta la zona zacatecana que desde<br />

antiguo perteneció a la parroquia de Asientos (lo que actualmente conforma la<br />

parroquia de Villa García), y que se agregaran las parroquias de Ojuelos y Paso<br />

de Sotos (hoy Villa Hidalgo) <strong>del</strong> Estado de Jalisco. En 1925 le fueron incorporadas<br />

por decreto de la Santa Sede las parroquias de Encarnación y Teocaltiche, junto<br />

con las recientemente creadas de Bajío de San José, Michoacanejo y Belén <strong>del</strong><br />

Refugio. Con estas agregaciones llega su territorio en la actualidad a una<br />

extensión apro<strong>xi</strong>mada de 11,200 km cuadrados, 5,590 que comprende el Estado<br />

de Aguascalientes y 5,611 de los Estados de Jalisco y Zacatecas, más un<br />

pequeño pueblo <strong>del</strong> Estado de Guanajuato.<br />

Físicamente el territorio está ubicado en el Centro-Occidente de la República<br />

Me<strong>xi</strong>cana, espacio calificado por los geógrafos de transición entre la aridez <strong>del</strong><br />

norte, el húmedo tropical <strong>del</strong> Pacífico y la sequedad de los altos valles <strong>del</strong><br />

Altiplano. Está conformado por tierras tierras semiáridas, capaces de dar vida<br />

apenas a arbustos xeróficos y plantas como mezquites, huizaches, garruños,<br />

matorrales y zacates propios de zonas semidesérticas a excepción de algunos<br />

pequeños oasis o joyas. Su situación sugiere que califiquemos a la vida regional<br />

de insegura y precaria, aun cuando e<strong>xi</strong>sta una aparente prosperidad. Las tierras<br />

flacas son responsables de la pobreza de su gente que, contra todo, se somete<br />

con resignación a los imponderables geológicos, a la diversidad de los climas y<br />

escasez de aguas.<br />

Es en esta perspectiva fisico-geográfica que el lector montrara el desarrollo de las<br />

acciones en LA LABOR SOCIAL DE LA IGLESIA CATOLICA EN<br />

AGUASCALIENTES por espacio de cien años. Se parte de una realidad, la<br />

diocesis como entidad autónoma y la e<strong>xi</strong>stencia de un gran acervo de materiales<br />

que han sido profundamente analizados. Es propósito entregar un producto total,<br />

para que los interesados en conocer y manejar la historia de la cuestión social<br />

católica aguascalentense posean referencias suficientes y fieles a la verdad<br />

histórica. También se ha pensado en que los futuros investigadores manejen el<br />

material y les sirva para desentrañar más aún las diversas facetas de la acción<br />

social católica, para mejor entender la esencia de nuestra sociedad<br />

contemporánea.<br />

El relato encierra el actuar <strong>del</strong> hombre de los hombres regionales, eclesiásticos o<br />

laicos-, que han vivido en el entorno de la diócesis, de sus comunidades<br />

parroquiales con sus contenidos. Historiar estos hechos acontecidos en la<br />

Diócesis de Aguascalientes y en un tramo tan largo representa compromiso<br />

riesgoso. Aun así, lo anotamos por su importancia para la historiografia regional y<br />

porque amplia y enriquece el panorama conocido, pues nos va a conducir a<br />

155


conocer el vivir, pensar y actuar de esta sociedad en que estamos inmersos en<br />

tramo tan esencial para la historia nacional, de la Iglesia me<strong>xi</strong>cana y local.<br />

Pensamos en que no deben hacernos caer en el conformismo los estudios<br />

históricos realizados sobre Aguascalientes. Hacen falta nuevas aportaciones, otros<br />

hallazgos, interpretaciones y logros para que podamos llegar a conocer su historia<br />

total. Desde esta perspectiva se vuelve cada vez más urgente y necesario conocer<br />

a fondo los distintos períodos formativos de nuestra sociedad; ahondar y desentrañar<br />

los fenómenos que de una u otra forma han incidido, para comprender y<br />

contrastar el todo. Es desde esta perspectiva que analiza la acción católico-social<br />

el presente estudio.<br />

Cuando nació la idea de llevar a cabo un análisis histórico de la ACCION SOCIAL<br />

DE LA IGLESIA CATOLICA EN AGUASCALIENTES, surgieron interrogantes<br />

como ¿cuáles fueron sus antecedentes?, ¿cuál su formación y desarrollo?, ¿qué<br />

influencias e ideologías dominaron?, ¿cuál su incidencia?, etc. Con apoyo en los<br />

documentos archivísticos procura darse respuesta. En determinados momentos<br />

mediatiza posiciones ideológicas para mejor apreciar la verdad histórica; pero por<br />

sobre todo se procura ubicar en el lugar justo la acción social de la Iglesia<br />

diocesana más de una vez minimizada y hasta ignorada o negada.<br />

La historia nos enseña que toda realidad humana no es más que una expresión<br />

amplia intergrupal. También que cuando el actuar <strong>del</strong> hombre se desviste de la<br />

envoltura humana y religiosa, o se enfoca con parcialidad, suele condensar<br />

conflictos y desavenencias. El historiador está obligado a paliar los desajustes<br />

ideológicos y sociales, apoyado en documentos de primera mano. He ahí el<br />

interés por fijarnos siempre en la verdad y que ésta conduzca a esclarecer los<br />

errores o los contrastes aflorados. Sería imposible conseguir lo anterior de no<br />

tener presente el papel que la Iglesia ha desempeñado en la identidad nacional y<br />

local, pues quiérase o no es parte nodal de su ser. Las pautas geográficas<br />

proporcionan bases importantes para la formación de toda sociedad; pero las<br />

cuestiones sociales y religiosas, las cuestiones humanas son lo que caracteriza<br />

ese todo geopolitico.<br />

Reiteramos en que es la concreción equilibrada de los hechos humanos lo que<br />

configura el estudio, la materia que conforma el todo; los intereses objetivos y<br />

subjetivos que incursionan hacia ese interior no desempeñan otro papel, que el de<br />

fieles depositarios, vigías escrupulosos de su desarrollo. De ahí que para nosotros<br />

cualquier elemento que huela a humano es materia clave. ¿O no, externar o<br />

conservar, defender o mostrar los hechos y acciones de individuos e instituciones<br />

responde a la construcción <strong>del</strong> relato histórico, puesto que procuran imponer una<br />

forma de pensar o actuar al resto de la sociedad civil o eclesial? Aunque inciden<br />

diversos elementos en las acciones relatadas, el cariz que de línea y define el<br />

estudio es lo católico, porque todo lo relatado propugna por conservar y cumplir<br />

las normas <strong>del</strong> magisterio de la Iglesia; por eso la reiteración de que lo católico<br />

define sus acciones.<br />

En el estudio se resalta el grado de participación de Iglesia e individuos en el<br />

entorno sectorial o grupal y se inserta ésta sin desfasarla <strong>del</strong> contexto mundial y<br />

nacional. Como se analizan acontecimientos por espacio de cien años, el<br />

quehacer de los hombres e instituciones diocesanas transcurrirá lenta o precipitadamente;<br />

aunque se rehuye desfase. En éste orden de ideas, se pulsa<br />

156


escrupulosamente si la participación <strong>del</strong> católico ha sido producto de una<br />

conciencia histórica o resultado de influencias exógenas. En obvio de un mayor<br />

entendimiento se interpreta el grado de participación macro y microhistóricamente.<br />

Y a medida que se devela la problemática, más nos convencemos de que la<br />

acción social monografiada es producto de un proceso histórico de situaciones<br />

diversas, pero que alcanzan su concreción en la diócesis aguascalentense.<br />

Las acciones que relata el estudio que comienzan a tener vida en la segunda<br />

mitad <strong>del</strong> siglo XIX, cuando la Iglesia nacional y local se ve impelida por las<br />

circunstancias a trabajar más directamente en los problemas sociales. Toman<br />

rumbo al definir León XIII la pastoral obrera en su encíclica "Rerum Novarum"; y<br />

crean cuerpo en nuestro entorno una vez que es creada la diócesis con su primer<br />

obispo D. Fray José Maria de Jesús Portugal y Serratos. Precisamente es en<br />

estos años que la sociedad católica aquicalitense mostrará su más alta concreción<br />

por el quehacer social.<br />

LA LABOR SOCIAL DE LA IGLESIA EN AGUASCALIENTES se sitúa en la<br />

convergencia de diversos hechos y experiencias sociales de la Iglesia me<strong>xi</strong>cana y<br />

regional y en un territorio específico. Coinciden con los de la sociedad civil y<br />

religiosa, mo<strong>del</strong>os en que se estructura. Hubiera resultado dificil llegar al meollo<br />

<strong>del</strong> estudio de no haber considerado la imbricación de la Iglesia local en la<br />

sociedad y su permanente interacción con las diversas instituciones, por ser éstas<br />

el elemento material que le ha dado vida. Vale decir que un análisis detallado de<br />

los hechos nos ha permitido afirmar ser el relato resultado de la simbiosis, de la<br />

estrecha relación Iglesia-sociedad acontecido en el tiempo y en el espacio.<br />

Es un error querer entender la historia de la labor social de la diócesis fuera <strong>del</strong><br />

ámbito social, porque Iglesia y sociedad no son entidades que han vivido<br />

separadas, aunque contengan parámetros propios, determinados. Está claro,<br />

entonces, que tampoco podremos analizar a la Iglesia local como ente ajeno a la<br />

sociedad, al país y a la Iglesia universal, porque siempre ha estado inmersa en<br />

estas entidades. Esta es razón suficiente para que nuestro estudio más de una<br />

vez externe una visión macrohistórico aunque sin rechazar parámetros laborales<br />

propios tácticas y estrategias.<br />

Para que resulte más expedito el entendimiento de la acción social católica que el<br />

estudio relata, hago estas breves consideraciones sobre la misión de la Iglesia.<br />

Esencialmente tiene ésta una misión trascendental, lo puramente humano entra en<br />

sus planes en cuanto que tiene relación con la santificación de sus miembros. Por<br />

su carácter eminente de directora y realizadora de la salvación de los hombres,<br />

está obligada a velar porque los problemas no se resuelvan de manera<br />

inadecuada y perjudicial. Lo que explica cómo más de una vez ha descendido de<br />

su alto pedestal para alentar al hombre en el recto camino, para facilitar la<br />

realización de su salvación.<br />

Más de uno se preguntará ¿para qué ocuparnos de una monografía sobre lo<br />

social, si sabemos que la misión de la Iglesia es esencialmente sobrenatural? Si<br />

lo humano no tuviera consecuencias en lo divino, valdría la observación. Pero<br />

cómo de la recta solución de los problemas humanos depende la de los<br />

sobrenaturales, debe actuar directamente en la sociedad en que vive y alentar<br />

constantemente las empresas <strong>del</strong> bien común. Y es que como las relaciones en el<br />

campo de los problemas sociales y económicos inciden en la salvación, para bien<br />

157


o para mal, tiene la necesidad de actuar y de difundir su doctrina social, para<br />

orientar las actividades sociales y económicas <strong>del</strong> hombre.<br />

Importa, quede claro cuál es el concepto de acción social que manejamos.<br />

Tomamos por acción o cuestión social cuánto compete a lo social, desde la<br />

perspectiva de la misión docente de la Iglesia, entre lo religioso, la labor caritativa<br />

y de enseñanza educativa y lo específicamente social, de ahí esta división de<br />

subtemas a lo largo <strong>del</strong> estudio. En ningún momento se pierde de vista que su<br />

perspectiva específica es la moral aplicada a los problemas sociales, pues esto es<br />

lo que precisamente hace que la sociedad se dé cuenta, de que la doctrina social<br />

de la iglesia no se considera, en modo alguno, una posición ideológica cualquiera<br />

como en más de un momento se ha considerado.<br />

Quiero dejar constancia que en la actualidad la doctrina social de la Iglesia se<br />

toma como una enseñanza evangélica; no es ni una ideología, teoría o diseño de<br />

un sistema social o económico concreto. ni un ejercicio de poder acumulado o la<br />

legitimacion de intereses creados, utopia idealizada o agenda moral abstracta a<br />

las colectividades humanas. La encíclica “Sollicitudo rei socialis” así la define: no<br />

es una ideología sino la cuidadosa formulación <strong>del</strong> resultado de una atenta<br />

refle<strong>xi</strong>ón sobre las complejas realidades de la vida <strong>del</strong> hombre en la sociedad y en<br />

el contexto internacional a la luz de la fe y de la tradición eclesial.<br />

La doctrina social católica tiene una categoría propia en el magisterio de la Iglesia.<br />

Expresa la refle<strong>xi</strong>ón sobre la realidad social iluminándola con la luz <strong>del</strong> Evangelio;<br />

ofrece las pautas para una conducta social práctica. También hay que decir que, a<br />

la vez que ofrece estas bondades, simultáneamente se inspira en la teología y en<br />

la realidad social. Es en sustancia, una aplicación de la teología, sobre todo de la<br />

teología moral, a las preguntas éticas que formulan las sociedades humanas. Lo<br />

que intenta es guiar de este modo a los hombres para que ellos mismos den su<br />

respuesta, con la ayuda también de la razón y de las ciencias humanas, a su<br />

vocación de constructores responsables de la sociedad terrena.<br />

Conscientes de esta forma de pensar y actuar de la Iglesia, inferimos la<br />

equivocación de no pocos que opinan ser la doctrina social católica una solución<br />

intermedia entre el mar<strong>xi</strong>smo y el capitalismo. Definitivamente no promueve una<br />

ideología al tema de un sistema social original, porque no es éste su campo de<br />

acción ni su competencia. Su papel es interpretar el valor de las actividades<br />

sociales, ofrecer orientaciones de la dignidad humana. La posición actual de la<br />

Iglesia en tan polémica cuestión es: La doctrina social de la Iglesia no es una<br />

"tercera vía" entre el capitalismo liberal y el colectivismo mar<strong>xi</strong>sta, y ni siquiera una<br />

posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente.<br />

Pareció en un principio que iba a quedar registrada como otra más de sus<br />

doctrinas; pero por su experiencia acumulada ahora se ve más como un proceso<br />

que se desarrolla, que como un conjunto de normas sociales, como un proceso<br />

creciente y continuo que responde a la experiencia de los cristianos que tratan de<br />

entender sus responsabilidades en sociedades y tiempos tan diversos. Escribe<br />

Herve Carrier: considerada desde éste ángulo, la enseñanza de la Iglesia en lo<br />

social aparece ahora como un esfuerzo pausado, prudente y creciente para<br />

entender y acompañar espiritualmente la experiencia social de la familia humana.<br />

No es sólo teórica sino eminentemente práctica, porque está abierta a las<br />

158


sucesivas aplicaciones históricas y a una constante renovación, a medida que la<br />

refle<strong>xi</strong>ón cristiana examina las situaciones y los desafíos éticos de cada sociedad.<br />

La perspectiva histórica que presenta LA LABOR SOCIAL DE LA IGLESIA EN<br />

AGUASCALIENTES de las diversas instituciones que han dado vida a la diócesis<br />

aquicalitense en el tiempo y en el espacio, encierra abundantes contenidos <strong>del</strong><br />

ejercicio religioso, quehacer de la caridad, la educación y lo social. El estudio se<br />

esfuerza por proporcionar una información integral de las particularidades y<br />

porque encuentre el lector fle<strong>xi</strong>bilidad en sus contenidos y porque resulten<br />

atractivos y utilizables a investigadores, estudiantes y sociedad en general.<br />

Desde que nació la idea de realizar este estudio, se pensó en la conveniencia de<br />

una suficiente claridad; así pasaría a ser au<strong>xi</strong>liar en el esclarecimiento de los<br />

problemas humanos. No se pierde de vista, que la misión de la Iglesia es<br />

fundamentalmente sobrenatural; pero como la recta solución de los problemas<br />

humanos es parte esencial, se vio la necesidad de incursionar a fondo en el<br />

campo de los problemas sociales y económicos tan relacionados con su misión.<br />

Por eso, se insiste en la necesidad de que la Iglesia difunda una doctrina como la<br />

social, para que oriente las actividades <strong>del</strong> individuo. No debemos pasar<br />

desapercibido, que estamos viviendo un acercamiento Iglesia-sociedad,<br />

precisamente porque ambas estructuras están convencidas de que la<br />

modernización se finca en el conocimiento y comprensión de la doctrina social<br />

católica. El hombre entiende mejor la naturaleza y funciones particulares, cuando<br />

más se intensifica el quehacer social.<br />

Se han ponderado dos grandes vertientes o bloques temporales y cuatro<br />

subtemas en la estructura <strong>del</strong> estudio. Los bloques son antes y después <strong>del</strong><br />

Concilio Vaticano II, en donde, además, aparecen tiempos cortos, variantes entre<br />

un episcopado y otro. Por esta razón, hasta se llega a manifestar el personal estilo<br />

de gobernar de cada prelado, porque es eso lo que estructura los lapsos<br />

específicos. El que unos manifiesten directrices ultraconservadoras y oposición a<br />

las transformaciones, indica que los logros no los debemos medir con el mismo<br />

rasero. Si nos sentimos más inclinados por los pragmáticos y conciliadores, es por<br />

encontrar en ellos un espíritu más abierto en sus proyectos de evangelización<br />

social.<br />

Todos los subtemas están relacionados con el quehacer eclesial: el religioso o de<br />

piedad, la caridad manifestada en hospitales y orfanatos, la educación y la<br />

cuestión social u obrera, en cuanto que la labor de la Iglesia incide en cualquiera<br />

de ellos. El esfuerzo por actuar en la comunidad integralmente, la obliga a atender<br />

todas las actividades y realizaciones que en una u otra forma se relacionan con su<br />

naturaleza y postulados de su misión. Además esta compleja acción eclesial<br />

guarda un sello, continuidad, estrecha observancia <strong>del</strong> magisterio eclesiástico,<br />

matizada a últimas fechas con la apertura, la renovación.” 90<br />

Luego de ésta serie de refle<strong>xi</strong>ones, describe someramente el contenido que<br />

abarca cinco capítulos. Luego, para concluir expresa la siguiente idea: “En fin,<br />

hemos querido coadyuvar con el presente estudio sobre la labor social de la<br />

Iglesia Católica en Aguascalientes a que los aguascalentenses conozcan mejor su<br />

historia. La amplitud con que se aborda parecerá satisfacer las e<strong>xi</strong>gencias de<br />

90 Ibdem. Pp. 25-28.<br />

159


cualquier lector: pero confieso que falta mucho por hacer. porque la acción social<br />

católica ha sido fecunda. Dentro de todas las deficiencias en que se cae,<br />

esperamos en su utilidad y hasta pensamos en que resulte de interés por lo novedoso<br />

<strong>del</strong> tema y porque es un estudio que analiza momentos que corresponden a<br />

un tramo en que la Iglesia repudiada por el Estado, despojada de sus bienes y<br />

perseguida, ha logrado realizar con la palabra y el ejemplo, trascendentes obras y<br />

reformas sociales.<br />

También se espera en su utilidad e interés, porque es la historia <strong>del</strong> laicado<br />

aguascalentense que se incorporó con pasión a la misión evangelizadora de lo<br />

social. Es de hacer notar que la hora <strong>del</strong> laicado, que se caracteriza por el interés<br />

creciente que los católicos manifiestan por los problemas religiosos, en Mé<strong>xi</strong>co se<br />

a<strong>del</strong>antó debido a las dificiles circunstancias en que entro la Iglesia con las Leyes<br />

de Reforma. Lo que no ocurrió en muchos países <strong>del</strong> mundo, en Mé<strong>xi</strong>co ya<br />

encontramos en el siglo XIX ciertas áreas en manos de los laicos, aunque<br />

consideremos la hora de los laicos de 1930 en a<strong>del</strong>ante, al fundarse la Acción<br />

Católica. No hay duda que las severas restricciones legales han obstruccionado y<br />

no le han permitido un trabajo libre; sin embargo, su caminar firme y decidido le ha<br />

permitido que geste una realidad laica en nuestros días.<br />

Aunque es posible que cuando el lector tenga en sus manos este trabajo, no<br />

resulte de su entera satisfacción. Lo que ocurre es que apenas sí se ha<br />

investigado la historia de la Iglesia local. Una enseñanza positiva que deseo para<br />

los lectores es que se decidan a hacer de lado de una vez el tabú de tratar o<br />

escribir sobre cualquier tema eclesiástico. Importa no olvidar que vivimos tiempos<br />

que e<strong>xi</strong>gen tratar desde cualquier ángulo y sin temor todo tipo de tema religioso o<br />

que tiene alguna relación con la Iglesia. ¿Por qué seguir sujetos a una mera<br />

consecuencia de décadas de liberalismo operante en Mé<strong>xi</strong>co, a un liberalismo que<br />

sigue celoso de su pureza y de que nadie intente alegar titulo para intervenir en la<br />

vida política desde arriba? Rompamos de una vez por todas tal exclusividad y<br />

ventilemos nuestra historia escrita muchas veces por trasnochados.<br />

¡Qué bueno que las cosas están cambiando y que despierta el interés, la atención<br />

de los investigadores el quehacer de la Iglesia en cualquiera de sus áreas! En<br />

cada página el lector encontrará un relato que habla, que le habla concretamente<br />

de la Iglesia local y de sus actividades sin tomar en cuenta ese tabú. No encierra<br />

intención ni cariz político u oportunismo; es simplemente una aportación a la<br />

historiografia regional que busca situar en su justo lugar la labor de la Iglesia y<br />

entender mejor nuestra sociedad.<br />

Por los lineamientos que ensenaran León XIII y sus sucesores, por las doctrinas<br />

conciliares y de la jerarquía nacional. Que se encuentra matizado por los avatares<br />

<strong>del</strong> tiempo y formas de gobernar de cada uno de sus prelados, ni duda cabe; pero<br />

hemos querido que no haya desfase en ningún momento entre las acciones<br />

eclesiales y vida social. Si en determinados momentos encontramos<br />

discontinuidad, se debe más bien a falta de medios económicos o humanos, lo<br />

importante es que trabaja coordinadamente en la actualidad; que puede moverse<br />

ya con libertad y que se ha adaptado a los cambios para mejor cumplir su<br />

responsabilidad.<br />

No quisiera terminar esta información sobre el análisis de LA LABOR SOCIAL DE<br />

LA IGLESIA CATOLICA EN AGUASCALIENTES sin manifestar este deseo per-<br />

160


sonal: que las enseñanzas que encuentre el lector coadyuven a un mejor<br />

conocimiento de la labor de la Iglesia local hacia la sociedad. Que contribuyan a la<br />

recuperación de su acción, pues es la Historia la única que nos señala la forma de<br />

acrecentar y multiplicar los focos de verdad. En fin, que colabore a que la verdad<br />

histórica se convierta en realidad para todos los aguascalentenses, a que se<br />

ubique en su justo lugar la labor de la Iglesia Católica en Aguascalientes. ¡Ojalá<br />

así sea!. 91<br />

Otro de sus rescates históricos de documentos poco conocidos para su<br />

divulgación es el que se expone en el escrito “Razon y ser de la descripcion de<br />

Domingo Lazaro de Arregui”, donde dice que:<br />

“Se trata de la Descripción de Nueva Galicia de Domingo Lázaro de Arregui,<br />

auténtica historia <strong>del</strong> pasado, a la que los autores la han considerado un análisis<br />

completo e inimitable de la microhistoria colonial. En el primer cuarto <strong>del</strong> siglo XVII<br />

el neogallego identifica caminos y veredas poblados y accidentes geográficos; fija<br />

su atención en los progresos de la agricultura, la ganadería y el comercio, pasa la<br />

vista inquisidora por las haciendas y estancias de ganado, investiga los métodos<br />

<strong>del</strong> cultivo, el tráfico de recuas que conducían los productos y mercader aporta, en<br />

fin, tan atinadas refle<strong>xi</strong>ones, que logra canalizar el acervo de datos hacia el<br />

estudio económico social de la infancia de la Colonia.” 92<br />

En seguida afirma que: “La Descripción tiene origen en un encargo oficial. Encierra<br />

una abrumadora curiosidad, la curiosidad de un Arregui geógrafo que, con la<br />

mirada de un hombre que busca precisiones estadísticas da a conocer la tierra<br />

que considera propia. Cuando el obispo neogalai Fray Juan <strong>del</strong> Valle (1607-1617)<br />

renuncia, dirigió a la Corte un informe <strong>del</strong> extenso obispado, en que hacia hincapié<br />

en la imposibilidad de ser visitado por un solo prelado por lo extendido y distante;<br />

por lo que convenía dividirlo en dos sacando de él una iglesia catedral que tuviese<br />

su asiento en la ciudad de Durango. El informe motivo una cédula real firmada en<br />

Madrid por Felipe III,14 de junio de 1621, que éncargaba al Presidente de la<br />

Audiencia de Guadalajara, licenciado D. Pedro de Otárola, hiciera la descripción y<br />

división <strong>del</strong> obispado.<br />

La Descripción nace de la necesidad de dividir en dos a la diócesis neogalaica. El<br />

proyecto de división se había esbozado desde principios de siglo; lo madura una<br />

carta <strong>del</strong> Consejero de Indias, D. Rodrigo de Aguiar y Acuña, que ordena al<br />

Presidente de la Audiencia hacer la descripción y pintura de esta tierra y lo<br />

convierte en realidad la mencionada cédula.<br />

Un somero análisis de la obra de Arregui nos permite inferir que no hacía falta un<br />

trabajo tan detallado para poner las mojoneras entre los dos obispados; para ello<br />

hubiera bastado una relación de los diezmos y unos cuantos datos topográficos.<br />

Es por eso que la debemos situar dentro de un plan general de información<br />

geográfica y estadística sobre una parte de los dominios españoles de ultramar, el<br />

Reino de la Nueva Galicia. También pensamos que complementa las diversas<br />

relaciones geográficas de 1579-1581 y la de Alonso de la Mota y Escobar (1605).<br />

91 Indem. Pp. 31-32.<br />

92 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. “Razón y ser en la Descripción de Domingo Lázaro de Arregui".<br />

Paráfrasis, núm. 1, Universidad Autónoma de Aguascalientes, 1996. Pp.<br />

161


Siendo obispo D. Matías de la Mota y Escobar había sugerido la necesidad de<br />

fraccionar la inmensa diócesis. Desde entonces comenzó Madrid a despachar<br />

escritos pidiendo informes sobre el asunto; pero las autoridades eclesiásticas no<br />

hicieron mucho caso, probablemente para no perder parte de sus diezmos. Seria<br />

al dejar la diócesis Fray Juan <strong>del</strong> Valle, cuando se tomarían cartas en el asunto. El<br />

Consejo de Indias le informaría: mucho se ha estima lo que decís cerca de la<br />

división de ese obispado... y así se executará la dicha división de ese obispado<br />

como cosa que conviene.<br />

La Descripción de la Nueva Galicia detecta asuntos demográficos, económicos y<br />

sociales que el autor conocía y lo que anota con verdadera fruición. Esta<br />

Descripción de principios <strong>del</strong> siglo XVII se convierte en material valiosísimo para<br />

los estudiosos de la historia novohispana. Además de ser un relato ameno, es un<br />

cuadro completo de la forma de vida de los neogallegos de entonces. Nos hace<br />

gustar y conocer costumbres como la degustación por el chocolate, el placer por el<br />

tabaco y por los baños de aguas termales. Informa de su disgusto general por el<br />

trabajo; en esto de trabajar nadie se trata mal. Igual que nos habla de la vida<br />

cotidiana, lo hace <strong>del</strong> clima, de las lluvias. En fin, Arregui se convierte en<br />

testimonio fehaciente de una persona que conocía muy bien la región; lo que<br />

constituye, en opinión de Francois Chevalier, la mejor garantía de valor de una<br />

fuente histórica.<br />

Pensamos que la obra de Arregui, tan lejana en el tiempo pero tan cerca por su<br />

contenido, justifica su importancia histórica y un comentario en nuestros días.<br />

Tiene la huella de los primeros cronistas de la conquista y un profundo amor a la<br />

tierra. Encierra el despertar de la sociedad neogalaica, esencia novohispana y<br />

cariño regional. Se le debe relacionar, con justicia, con el movimiento de cultura<br />

que inició con Vasco de Quiroga y que continuó en el siglo XVII con Sor Juana y<br />

Siguenza y Góngora, cuyas obras inspiran el amor a la tierra que los ve nacer y<br />

les da sustento.” 93<br />

Procede en seguida a exponer un esbozo biográfico de Arregui, aunque dice que:<br />

“Pergueñar la biografía de Domingo Lázaro de Arregui es asaz dificil por la<br />

carencia de documentos que nos permitan perfilarla como se merece.<br />

Desconocemos su lugar de nacimiento. José Ramírez Flores sospechó que su<br />

primer apellido era Lázaro y, quizá, de ascendencia indigena. Podría encerrar<br />

cierta verdad esta opinión, pues el juicio de intestado frecuentemente menciona a<br />

nuestro personaje simplemente Domingo Lázaro y no le agrega el Arregui.<br />

Carmen Castañeda opina: Nos inclinamos a pensar que su apellido completo<br />

debió ser Lázaro de Arregui ya que su hermano y sus hijos llevaban el Lázaro de<br />

Arregui en sus nombres. Chevalier supone que fue español por el profundo<br />

conocimiento que muestra de las costumbre españolas.<br />

Domingo Lázaro de Arregui fue por un tiempo vecino de Tepic, pueblo entonces<br />

de indios con algunos españoles, 14 a 16 vecinos como dice el, sujeto a la alcaldía<br />

mayor de Compostela. Antes de abrazar la carrera sacerdotal, siendo de capa y<br />

espada y soltero, tuvo dos hijos con una señora reputada por doncella de la que<br />

nunca dio a conocer el nombre por respeto de su calidad y deudos. Murió en el<br />

Real de Minas de San Bartolomé de la misma jurisdicción, de una tos grande que<br />

93 Ibdem. P. 73-75<br />

162


le dio con asma que le hízo rebentar algunas venas; de manera que pidiendo luz y<br />

diciendo que se moría echó mucha sangre por la boca de que vino a morir dentro<br />

de breve rato. De la hacienda de minas lo llevaron a enterrar a la iglesia de<br />

Compostela el 6 de febrero de 1636. Al morir sus hijos Andrés y Domingo eran<br />

aún jóvenes y su deseo fue que se tubiesen por nobles a los dichos mancebos.<br />

Por el juicio de intestado se sabe que era dueño de una lavor, Sto. Domingo de<br />

San Buenaventura, de seis caballerías de tierra con su saca de agua para lavor de<br />

trigo, de un sitio de estancia para ganado menor con dos caballerías de tierra<br />

llamada La Guásima y de una estancia para ganado mayor; también aparece<br />

dueño de una esclava negra llamada Andrea. Por sus bienes da pie a creer que<br />

fue un personaje de cierta categoría. Si su papel fue modesto en cuanto a<br />

haberes, no así en lo que se refiere a cultura, pues el encargo y los conocimientos<br />

vertidos en la obra manifiestan era dueño de una bien cimentada cultura general.<br />

El hecho de escribir un relato tan detallado de la Nueva Galicia, nos hace pensar<br />

que Arregui hacia tiempo vivía en este reino. Se sabe que en 1807 fue padrino de<br />

bautismo de más de 200 indios que los bautizó el padre Florián de Ayerve de la<br />

Compañía de Jesús y fundador de la misión de Atotonilco, entre los indios tebaca,<br />

en Sinaloa. También el empleo de muchas palabras indígenas y los elogios que<br />

<strong>del</strong> náhuatl hace, la lengua en sí más pomposa y en quien se hallan muchos<br />

tropos, frases y figuras, y modos de decir que la hacen elegante y con ornato<br />

retórico, nos hacen pensar en una larga estancia en Nueva España.<br />

A no dudar Domingo Lázaro de Arregui fue un hombre inquieto. Por la familiaridad<br />

conque describe la costa de Jalisco, Nayarit y Sinaloa inferimos que tomó parte en<br />

expediciones o entradas en busca de la pacificación de indígenas. Y yo he andado<br />

desde los puestos de Mochitiltic hasta las minas que nombran de Baymoa, casi<br />

200 leguas. En su obra alude más de una vez a expediciones guerreras y afirma<br />

conocer tatuajes de indios serranos por haberlos visto en algunas entradas que he<br />

hecho en sus guerras. En 1617 le encomienda el entonces Presidente de la<br />

Audiencia, Pedro de Otárola, ir a buscar y reunir a los indios que habían<br />

abandonado el pueblo ya reducido de Huajimic, Nayarit. Fui yo con 9 arcabuceros<br />

y 10 indios amigos a mi costa a volverlos a su pueblo.<br />

Sus relaciones con el obispo Fray Juan <strong>del</strong> Valle debieron ser cordiales. La<br />

Descripción está relacionada con asuntos eclesiásticos, aunque fue encargada por<br />

el Presidente de la Audiencia. Chevalier opina que si se puede decir que hay<br />

algunas probabilidades para que Arregui hubiese tenido un cargo, laico o no,<br />

relacionado con el obispado. Se aprecia de conocer el latín, las escrituras, los<br />

escritos de los Padres de la Iglesia y enseña en numerosas ocasiones un interés<br />

particular por los asuntos religiosos. Y cuando menciona los malos tratos que los<br />

indios sufrían a menudo toma la posición de cualquier ministro religioso. Este fue<br />

en breves palabras el autor de la Descripción de la Nueva Galicia, obra señera<br />

para la historiografia <strong>del</strong> siglo XVII.” 94<br />

En seguida de esta nota biográfica, expone el esbozo geográfico que hace<br />

Arregui de la Nueva Galicia, en 1621, que se extendia en donde hoy están<br />

asentados los Estados de Jalisco, Nayarit, Zacatecas, Aguascalientes gran parte<br />

de Sinaloa y una porción meridional de Durango y parte de San Luis Potosí.<br />

94 Ibdem. Pp. 75-77.<br />

163


En este altiplano vivían los chichimecas, que para los españoles, fueron aquï<br />

siguesus peores enemigos, porque destruían ranchos y haciendas, asaltaban<br />

caravanas o cortaban los caminos en busca de botín. En resumen, los españoles<br />

encontraron en N. Galicia un territorio menos favorable que el Anáhuac: con<br />

costas cálidas y serranías hostiles; llanuras sin fin que solo amparaban indios<br />

salvajes, y que de vez en vez alegran pequeñas joyas.<br />

Arregui ubica de entrada al lector en la región. Para él, la tierra neogeallega es lo<br />

má<strong>xi</strong>mo, casi un paraíso.” 95 La descripción geográfica comprende la orografía, el<br />

clima, la fauna y flora.que incluye a los árboles y plantas de la tierra que Nuestro<br />

Señor proveyó para la pobreza y flojedad de los que habitan estas tierras. 96<br />

En uno de sus estudios sobre el <strong>pensamiento</strong> religioso, conjuga los diversos<br />

aspectos de su formación académica, la historia, la religión y la filosofía. Ello lo<br />

hace en un escrito sobre uno de los pensadores relevantes <strong>del</strong> escolasticismo,<br />

titulado: "San Agustín ¿Padre de la Filosofía de la Historia?”, donde el Dr.<br />

Gutiérrez hace algunas disertaciones para sustentar la validez de esa idea;<br />

expone que:<br />

“Los estudiosos de la Historia de las Ideas nos hacen saber, que la expresión<br />

"Filosofía de la Historia" es de cuño relativamente moderno. Se dice que el filósofo<br />

francés Francisco M. Voltaire, fue quien la utilizó por primera vez en su sentido<br />

actual, como algo distinto de la interpretación teológica de la Historia. Voltaire<br />

escribió, que desde San Agustín a Bossuet, la Filosofía de la Historia no<br />

representó una teoría de la historía real en su limitación, riqueza y movilidad, sino<br />

sólo una doctrina de la historia basada en la revelación y en la fe.<br />

Aún cuando asi lo han manifestado muchos autores, en rigor no se puede<br />

considerar a Voltaire padre de la Filosofía de Historia, sino sólo quien acuñó<br />

expresión. No pocos hay que dicen que es Giambattista Vico quien merece esta<br />

paternidad, y para 1os pensadores cristianos es el ilustre Padre de la Iglesia San<br />

Agustín. En este ensayo voy a referirme a esa cuestión y procuraré demostrar,<br />

que la paternidad asignada al santo Hipona está suficientemente<br />

fundamentada." 97<br />

Con esa finalidad se hace una descripción apologética de la trayectoria intelectual<br />

<strong>del</strong> pensador: “San Agustín (354-430), uno de los grandes Padres de la Iglesia de<br />

Occidente y de quien se ha escrito que su inteligencia de águila se remontó por los<br />

campos de lo infinito, y que ni Sócrates, ni Platón, ni Aristóteles, ni ninguno de los<br />

grandes filósofos de la antigüedad hablaron jamás un lenguaje como el suyo, dejó<br />

a la humanidad un acervo tal de obras inmortales, que han sido reunidas en 18<br />

volúmenes. Dos son fundamentales y las más características: Las confesiones y<br />

La Ciudad de Dios. La primera escrita con el corazón rebosante de pasión mística<br />

por el Creador. La segunda, a la que haremos frecuentes referencias en este<br />

estudio, es una acabada apología <strong>del</strong> cristianismo, justificando la razón que asistía<br />

a los cristianos para atribuir la ruina <strong>del</strong> Imperio Romano a un castigo de Dios por<br />

los numerosos crímenes con que se había manchado el pueblo romano, y<br />

95 Ibdem. P. 77.<br />

96 Cfr. Ibdem. P. 80.<br />

97 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio."San Agustín ¿Padre de la Filosofía de la Historia?”, en Paráfrasis.<br />

Centro de Artes y humanidades. Universidad Autónoma de Aguascalientes. Año I. Núm. 2. 1996. pp. 21-36.<br />

164


efutando al mismo tiempo la opinión contraria de que la catástrofe se debía a la<br />

cólera de los dioses <strong>del</strong> paganismo por el abandono paulatino en que había ido<br />

cayendo su culto.<br />

La Ciudad de Dios, en la que el santo doctor invirtió catorce años en su<br />

composición, es la obra que ven como la primera de la Historia y por la que bien<br />

merece ser llamado padre de esta disciplina. La razón, por ser esta obra un caudal<br />

de ideas filosóficas, que barrunta ya la estructura de lo que ahora entendemos por<br />

Filosofía de la Historia.<br />

Han transcurrido casi XVI siglos desde la muerte de este gran filósofo, durante los<br />

cuales la inteligencia <strong>del</strong> hombre ha alcanzado triunfos asombrosos. De entonces<br />

a nuestros días, el hombre ha subyugado las fuerzas de la naturaleza, proclamado<br />

el dominio de la razón sobre las verdades antiguamente desconocidas, disipado<br />

las densas tinieblas que oscurecían el campo de la verdad; ha conquistado los<br />

espacios y logrado infinidad de é<strong>xi</strong>tos en la tecnología. Sin embargo, poco hubiera<br />

logrado por sí solo la inteligencia humana, de no haber estado alimentada por el<br />

impulso de una fe a la verdad, por las contribuciones de los hombres que de una u<br />

otra forma aportaron su saber. Mucho debe a la Filosofía de la Historia este<br />

inmenso bagaje de experiencias y conocimientos de la humanidad,<br />

a la que la<br />

Cultura Occidental Cristiana tiene como padre a San Agustín.”<br />

ominia más profundo<br />

98<br />

Para que la propuesta tenga un respaldo histórico, el autor hace un recorrido por<br />

los diversos momentos en que aparece la filosofía de la historia. Sobre ello dice:<br />

“La Filosofía de la Historia como un cuerpo de doctrina, como ciencia que tiene por<br />

objeto conocer las causas productoras de todos los conocimientos que en el<br />

mundo ocurren y, particularmente, de los que se refieren al desenvolvimiento de<br />

las sociedades y de la humanidad, no fue estructurada sino hasta el siglo XVII y<br />

XVIII, en que Vico y Voltaire le dieron ese carácter. Estas causas han sido<br />

erróneamente conocidas en varias épocas de la historia: en el vuelo de las aves,<br />

en el estampido <strong>del</strong> trueno, en los animales recién muertos y en otros mil<br />

fenómenos aberrantes. Aún cuando ahora vivimos momentos de grandes avances<br />

tecnológicos, no podemos gloriarnos de que nuestra época esté exenta de error.<br />

La versión tan extendida qué sostiene, que el <strong>pensamiento</strong> histórico comienza<br />

hasta los tiempos modernos, en el siglo XVIII, es una verdad a medias, porque, en<br />

realidad, la Filosofía de la Historia se origina en el cristianismo primitivo. Lo que la<br />

paulatina secularización hizo, fue terminar con su enramado escatológico.<br />

Pensamos que la estructuración secular de ésta, no debe desligarse de la idea<br />

cristiana. Su apreciación es necesariamente regresiva, porque la Historia se<br />

mueve hacia a<strong>del</strong>ante, porque comienza en la misma humanidad. La Historia y la<br />

Filosofla de la Historia tienen que ser creadas descubiertas una y otra vez por el<br />

hombre. Esta es la razón de que quienquiera hacer Historia y Filosofía de la<br />

Historia, debe tener presente a los antiguos y no desligarla <strong>del</strong> cristianismo y de<br />

San Agustín su má<strong>xi</strong>mo exponente. Del significado cristiano que la basa en el<br />

hecho trascendente y paradójico de la Cruz, el signo de ign<br />

que pudo conquistar el mundo pagano, oponiéndose a él.” 99<br />

98 Ibdem. Pp. 21-22.<br />

99 Ibdem. P. 23.<br />

165


En seguida regresa al sustento de su tesis: Para ello dice: “Nuestra pregunta es<br />

¿merece San Agustín ser llamado padre de Filosofia de la Historia?. La respuesta<br />

es afirmativa. Veamos el por qué. Hasta San Agustin, los antiguos historiadores no<br />

hicieron más que referir los sucesos, revistiéndolos de cierto carácter novelesco.<br />

Hasta el Hiponense, la historia se propuso relatar el engrandecimiento de los<br />

pueblos que se hacían descender de los dioses, o excitar la curiosidad<br />

presentando a importantes personajes en situaciones tan fantásticas como<br />

absurdas. La historia escrita antes que él, no estudia los sucesos de la<br />

humanidad su asiento principal, sino que limita a narrar los acontecimientos de<br />

cada pueblo en cuanto que formaba una asociación aparte, en cuanto que<br />

desligaba unos hechos de otros y los atribuía, con frecuencia y sin motivo, a<br />

causas sobrenaturales más bien que humanas. Podemos decir, que aquella<br />

historia era simplemente la historia de los romanos, de los griegos, de los persas,<br />

de cualquier otro pueblo, pero no la <strong>del</strong> hombre y de la humanidad.<br />

San Agustín<br />

es el primero que muestra, que los hechos de los pueblos se<br />

encadenan entre si, ya dependiendo unos de otros como dependen los efectos de<br />

la causa.<br />

Presenta a éstos uniéndose con estrechos vínculos, como procedentes de un<br />

mismo origen o sometidos a causas semejantes. Sostiene, que a la desolación y<br />

guerra suelen seguirse tiempos de decadencia, de postración y debilidad<br />

degradantes. Los hechos, los acontecimientos humanos no son para él debidos a<br />

la casualidad, sino que obedecen a causas conocidas o desconocidas, y en<br />

las<br />

cuales interviene, de algún modo, la Providencia y la determinación de los<br />

hombres. Este razonar agustiniano es materia de la Filosofía de la Hístoria.<br />

En el Hiponense, la filosofía y la teología ocupan una posición privilegiada con<br />

respecto a las otras ciencias, en cuanto que abordan cuestiones que no pueden<br />

ser resueltas con la simple base de los conocimientos empíricos; pero también, en<br />

ningún momento hace a un lado éstos. Todas las cuestiones trascendentes,<br />

referidas a las causas primeras y últimas, son para él de este carácter;<br />

permanecen plenas de significado, porque ninguna respuesta puede silenciarse.<br />

El <strong>pensamiento</strong> cristiano y hebreo dieron lugar a esta colosal cuestión. El vacío<br />

que pretende llenar el santo, cree que sólo lo logra<br />

la fe y la esperanza. La<br />

refutación agustiniana de la teoría de lo eterno, podría tener sólo é<strong>xi</strong>to en cuanto<br />

se limita a la deficiencia moral de la teoría pagana.<br />

En la Ciudad de Dios (412-416), mo<strong>del</strong>o de cualquier imaginable concepción<br />

histórica considerada cristiana, encontramos una muestra palpable de que San<br />

Agustín pensó desarrollar una Filosofía de la Historia, partiendo de una idea<br />

teológica. En sentido estricto, no es una Filosofía de la Historia, sino una<br />

interpretación dogmático-histórica <strong>del</strong> cristianismo. Pero como procura dar una<br />

muestra de ella con materiales de la Historia Sagrada y profana, involucra al<br />

conocimiento humano; y desde esta perspectiva hace Filosofla de la Historia.<br />

Expliquémonos. El Hiponense considera insatisfactoria la interpretación griega y<br />

romana de la historia, <strong>del</strong> mundo y de la vida, por constituir una explicación natural<br />

y razonable <strong>del</strong> universo; porque lo inevitable y visible en el orden fijo de los<br />

cuerpos celestes tuvo su mayor interés y valor. Siente que el mundo intelectual de<br />

los griegos y romanos estuvo dominado por la racionalidad <strong>del</strong> cosmos, y en éste<br />

no había lugar para la significación universal de un único e imputable<br />

166


acontecimiento histórico. En cuanto al destino <strong>del</strong> hombre en la historia, los<br />

griegos creyeron que éste dispone de sobrados recursos para afrontar con<br />

elevación de ánimo y serenidad de juicio cualquier situación; pero de ahí no<br />

pasaron. Les interesaba primordialmente el logos <strong>del</strong> cosmos, no el dios supremo,<br />

ni tampoco el significado de la historia. Para los pensadores griegos, una Filosofía<br />

de la Historia resultaría un contrasentido. La historia fue, para ellos, una historia<br />

política; y, como tal, materia de estudio para estadistas e historiadores. No para<br />

filósofos.<br />

La Ciudad de Dios es la representación significativa de una ciudad, verdadera y<br />

transhistórica, en donde el santo engloba la historia <strong>del</strong> mundo y la labor de la<br />

Iglesia a través de la verdad cristiana en etapas sucesivas y la difusión de la<br />

misma. El desarrollo de la obra evidencia que todo está sujeto a cambios. Lo que<br />

puede suceder es inapreciable si se compara con las alternativas religiosas de<br />

aceptar o rechazar a Cristo. La fe en él prescinde de todo desarrollo lineal; logra<br />

una integración no de la teología en la historia, sino de la fe de la Iglesia primitiva<br />

en la doctrina de la Iglesia establecida. Construye la historia universal, eliminando<br />

las expectaciones mesiánicas apocalípticas y chiliásticas (cristianas, judías y<br />

paganas) en el tiempo histórico. Aunque los acontecimientos profanos están<br />

separados, los relaciona a través <strong>del</strong> peregrinaje <strong>del</strong> cristiano en el siglo.<br />

San Agustin se distingue por la franqueza y sobriedad con que enjuicia al Imperio<br />

Romano. Cuando habla de los enemigos contra quienes se ha de defender la<br />

Ciudad de Dios, especifica que son los hijos de la Ciudad Terrenal (Roma), a los<br />

que reprocha<br />

el santo la ingratitud de que dan pruebas, olvidando que los que<br />

fueron perdonados por los bárbaros, obtuvieron gracia por aoogerse a los templos<br />

cristianos.<br />

"No los libraron sus dioses, afirma, que no podían hacerlo, y los libró<br />

la potencia<br />

<strong>del</strong> nombre de Cristo". Después de hacer una amplia exposición de los vicios de<br />

los romanos, los exhorta a que se arrepientan y hagan penitencia.<br />

Dentro <strong>del</strong> contexto genuino de la historia, de los 22 libros en que divide la obra<br />

sólo consagra los cuatro primeros a narrar la historia romana. Es historia verídica<br />

la que leemos. Critica las divinidades paganas y las torpezas y deshonestidades<br />

con que se les rendía culto. Insiste, especialmente, en la corrupción de los juegos.<br />

Para él, seria más decente y plausible que se leyeran en los templos paganos los<br />

libros de Platón, a que me ejercieran esos actos de crueldad y torpeza. Pasa<br />

revista a todas las guerras y calamidades padecidas por la República Romana<br />

desde su fundación, de las que no pudieron librarla sus falsas divinidades y<br />

rechaza las acusaciones dirigidas a los cristianos, culpándolos de los desastres.<br />

Manifiesta que la importancia real de la Roma Imperial es preservar la paz terrena<br />

como condición para la difusión Evangélica. Para él, los imperios ni son obra <strong>del</strong><br />

diablo ni están justificados por la ley natural como consecuencia de ser buenos; su<br />

origen hay que buscarlo en los pecados de los hombres, y su valor relativo en la<br />

conservación de la paz y de la justicia. Manifiesta más. Lo que realmente importa<br />

a la historia no es la grandeza transitoria de los imperios, sino la salvación o<br />

condenación de un mundo futuro.<br />

La grandeza y duración <strong>del</strong> Imperio Romano,<br />

escribe, no se encuentran en los é<strong>xi</strong>tos guerreros y menos en la protección de<br />

Júpiter y demás divinidades.<br />

167


Para los acontecimientos presentes y pasados, lo válido en el santo es la<br />

consumación final en el futuro: Juicio Final y Resurrección. Estos temas<br />

suprahistóricos de origen y destino corresponden al comienzo de la historia en la<br />

creación y pecado original. Para el obispo de Hipona, la historia es un interín entre<br />

la anterior revelación de su sagrado significado y su futura consecución. Es en<br />

esta perspectiva que encontramos incluida la historia profana de San Agustín. Lo<br />

extraño es, que de los 22 libros en que divide La Ciudad de Dios, sólo 4 tratan de<br />

lo que nosotros llamamos historia, cuyo significado depende de la prehistoria y la<br />

posthistoria, con un comienzo trascendente y un final definido. Es decir, que la<br />

historia es para él como un todo, sólo tiene un significado con referencia a un<br />

comienzo absoluto y a un fin; y tiene referencia su comienzo y terminación al<br />

acontecimiento central de ésta, la venida de Jesucristo, acontecimiento<br />

esencialmente escatológico.<br />

La substancia de la historia <strong>del</strong> hombre es universal para el santo, porque está<br />

unida y dirigida por un solo Dios y a un solo fin. He ahi el conflicto entre la Ciudad<br />

de Dios y la Ciudad Terrena; ambas ciudades no son idénticas a la Iglesia visible y<br />

al Estado, sino dos sociedades místicas constituidas por dos especies antagónicas<br />

de hombres. La ciudad terrena comienza con Cain, el fratricida; la funda el amor<br />

propio, que llega hasta menospreciar a Dios; la celestial, la de Dios, con su<br />

hermano Abel; la funda el amor de Dios, que llega al desprecio de sí mismo. Cain<br />

es el ciudadano de este siglo y, por su crimen, el fundador de la ciudad terrena.<br />

Abel, el peregrino en este siglo, peregrino hacia una meta no terrena. Para El<br />

Hiponense, y para todos los que piensan genuinamente<br />

en cristiano, el progreso<br />

no es más que un peregrinaje. La Iglesia se relaciona con los acontecimientos<br />

profanos, teniendo en cuenta su utilidad relativa para el servicio <strong>del</strong> propósito<br />

trascendente de la construcción de la casa de Dios.<br />

La ciudad terrena, juzgada por sus propias normas, está gobernada por la<br />

conveniencia, el orgullo y 1a ambición; la de Dios, por 1a regeneración<br />

sobrenatural. Una, temporal, mortal; la otra, es eterna inmortal. La Ciudad de Dios<br />

la define el amor de Dios; la terrena, el amor propio. Los hijos de la luz considera<br />

su e<strong>xi</strong>stencia terrena como un medio para gozar de Dios; los de la oscuridad,<br />

consideran a sus dioses como medio para gozar <strong>del</strong> mundo. De este modo, la<br />

Historia agustiniana es una lucha entre la fe y la falta de ella. El proceso histórico<br />

como tal nos muestra el ineluctable suceder final de las generaciones, aunque<br />

como una ordenación determinada de Dios.<br />

El Dios agustiniano de 1a historia es dintinto al hegeliano; es Señor de la misma y<br />

su providencia predomina sobre las intenciones de la historia, como el “ardid de la<br />

razón” de Hegel. El hombre sólo pueda discernir sobre fragmentos virlados, sobre<br />

aquellos que Dios se complace en manifestar. Es en este marco teológico que<br />

el<br />

Santo distingue épocas en la historia, ajustadas a los 6 días de la creación. Esta<br />

división observada hasta Sto. Tomás en el siglo XIII. Lo que para él importa desde<br />

el punto de vista escatológico es que el mundo ha sido creado y es temporal.<br />

Desde el punto de vista estrictamente religioso, no debemos, ni podemos esperar<br />

un particular interés de San Agustín en la historia profana en cuanto tal. Sin<br />

embargo, como ciudadano romano educado en Vrgilio y Cicerón, no fue insensible<br />

a la grandeza y virtud romanas, cuya historia fue también un medio para el<br />

designio divino; pero sí percibimos gran desapasionamiento. Insistimos, su tema y<br />

168


preocupación central es la escatológica de la historía de la fe, que es, por así<br />

decirlo, una historia secreta dentro de la historia secular, invisible y enterrada por<br />

aquellos que carecen los ojos de aquélla. Todo el acontecer histórico tórnase<br />

progresivo, significativo e inteligible únicamente por la expectación de un triunfo<br />

final más allá <strong>del</strong> tiempo histórico.<br />

Lamentamos que sea en este contexto donde encontramos el esbozo agustiniano<br />

de la historia <strong>del</strong> mundo como la parte más débil de la obra.Y es que El Hiponense<br />

descuida relacionar la primera causa, el designio providencial de Dios, a las<br />

causas secundarias que actúan en el proceso como tal. Los autores ven en esta<br />

debilidad la distinción de la teología de la Historia Política de Bossuet, más<br />

elaborada, y de la Filosofía de la Historia de Hegel, que prueban demasiado al<br />

encontrar garantías de salvación y é<strong>xi</strong>to en los acontecimientos históricos. Para el<br />

tiempo de San Agustín, estaría tan fuera de lugar una crítica histórica, como<br />

espera un historiador moderno un interés en el problema de la resurrección de los<br />

cuerpos….Para el Hiponense, todo tipo de historia, aún la política, debe de estar<br />

bajo el influjo y predicamento de un fondo teológico. Se aparta totalmente de<br />

Herodoto, para quien la principal preocupación consistió en dejarnos una relación<br />

de las cosas que habían acontecido....El santo doctor escribió una historia basada<br />

en la profecía y escatología cristianas, centrada en los acontecimientos<br />

suprahistóricos de la Creación. En cambio, Heródoto nos muestra una norma que<br />

se repite, regulada por una ley cósmica de compensación, principalmente por<br />

medio de la némesis que de tiempo en tiempo restaura el equilibrio de las fuerzas<br />

históricas naturales. El misionismo secular que atribuye el Santo a las naciones<br />

occidentales -nacional, social o racional-, se enraiza con la creencia religiosa de<br />

haber sido llamadas por Dios para realizar una determinada tarea de significación<br />

universal. Este había sido prohijado en los orígenes <strong>del</strong> cristianismo por la<br />

herencia y convicción religiosa hebrea de que el mundo está en peligro y que<br />

necesita de ser salvado y regenerado. En esta perspectiva, la historia tiene sentido<br />

para el Santo, cuando implica algún fin trascendente, más allá de los hechos<br />

reales. Muestra que los hechos de los pueblos se encadenan entre sí, ya<br />

dependiendo unos de otros como dependen de la causa, ya uniéndose con<br />

estrechos vínculos como procedentes de un mismo origen o sometidos a causas<br />

semejantes.”<br />

ceria su fundamento y su fin. Si no fuera así, el dicho de Cicerón de que<br />

100<br />

Con esas ideas, reafirma su tesis: “Una vez que hemos conocido en este breve<br />

análisis la forma de hacer historia de San Agustín, nos unimos a reconocer, con<br />

quienes asi lo hacen, la paternidad de la Filosofla de la Historia al Hiponense.<br />

Precisamente esta forma agustiniana de hacer Historia da un giro a los estudios<br />

de esta disciplina; explica los principios y las causas de los hechos, que es el<br />

verdadero fundamento de la Filosofía de la Historia. Supone la necesidad de esta<br />

narración y la funda en el estudio de sus causas, porque si no fuera así<br />

desapare<br />

"es la maestra de la vida", pasaría a ser simple narración que ofrece sólo una<br />

lectura de recreo y no representa ese carácter científico en que debe fundarse la<br />

Historia.<br />

100 Ibdem. Pp.24-29<br />

169


Que el punto de partida en San Agustín sea la interpretación cristiana de la<br />

Historia, es porque está fijada en el futuro como el horizonte temporal de un objeto<br />

y meta definitivos. Y es que en su tiempo, el cristianismo se vio en la necesidad de<br />

refútarla clásica noción <strong>del</strong> tiempo común corno ciclo eterno. Las exposiciones<br />

agustinianas las encontramos insertas en una teología de la historia, preocupada<br />

por la felicidad <strong>del</strong> hombre. Vemos lógicas sus expresiones, porque son para él los<br />

problemas escatológicos, no <strong>del</strong> Universo; de Dios y su significado sobre el<br />

hombre objeto de la creación divina....Cuando el santo escribe, que de todas las<br />

cosas visibles, el mundo es el mayor; de todas las invisibles, la más grande es<br />

Dios. Pero lo que es el mundo, nosotros lo vemos; lo que es Dios, lo creemos",<br />

manifiesta la tesis irreconciliable de antiguos y la incapacidad de refutarlos con<br />

argumentos teóricos, porque no e<strong>xi</strong>ste transición alguna de creer o ver, a menos<br />

que una directa visión de Dios sea realizada.<br />

Con San Agustín, el Universo antiguo pierde independencia divina, pero gana la<br />

perspectiva cristiana por su dependencia trascendente. Lo mismo pasa con el<br />

hombre, que más que procreación es una creación única y absoluta. La teoría de<br />

la repetición la califica como mera vicisitud y debe ser refutada.<br />

Precisamente porque las especulaciones sobre la Historia Universal fueron<br />

inauguradas por San Agustín, preservando la herencia de Atenas, Roma y<br />

Jerusalén, pensamos que con propiedad debe considerarse a este pensador y<br />

filósofo cristiano<br />

de los siglos IVy V de nuestra era padre de la Filosofía de la<br />

Historia y no buscar la paternidad en el siglo XVIII con Vico o Voltaire. Algunos<br />

creen que Bossuet puede recibir esa distinción. Pero realmente su Discurso<br />

Universal de la Historia (1681) es una Teología de la Historia, siguiendo el mo<strong>del</strong>o<br />

agustiniano.<br />

Efectivamente, la basa en la tesis que todo el curso de la historia humana está<br />

guiado por la Providencia. La obra<br />

de Bossuet se compara a La Ciudad de Dios,<br />

aunque no revela un mayor sentido de la historia <strong>del</strong> esplendor político y un mayor<br />

interés en la sucesión programática de causas y efectos. Por ser más hombre de<br />

Iglesia que San Agustín, su trabajo no es tanto una Ciudad de Dios, sino una<br />

Historia de la Iglesia triunfante.<br />

San Agustín en la antiguedad, como Hegel en el siglo pasado, son los dos<br />

hombres que han efectuado 1os intentos más notables en pro de una explicación<br />

sistemática de la historia a través de un principio: Dios o el Espíritu Absoluto. Una<br />

temprana muestra de esa revolución agustiniana es la obra de Orosio; en Siete<br />

libros de Historia contra los paganos afianzará las novedades manifestadas en La<br />

Ciudad de Dios.<br />

El principio de la guía providencial y su tema apologético son los mismos de San<br />

Agustín: es una historia de salvación, por la razón de que es la historia de una<br />

raza pecadora, que usó su libertad en contra de su Creador. Pero el trabajo de<br />

Orosio es de una más cuidada elaboración histórica: exposición de las pasiones y<br />

castigos <strong>del</strong> hombre pecador, que por su codicia ha prendido fuego al mundo.<br />

Orosio, como San Agustín, hace descansar su obra sobre la fe en un único Dios<br />

verdadero, revelado por un único acontecimiento,<br />

en una época determinada, el<br />

nacimiento de Cristo. Y es que para un creyente, como San Agustín u Orosio, la<br />

historia profana no es significativa en sí misma, sino un refiejo fragmentario de su<br />

170


sustancia suprahistórica, la historia de la salvación, determinada por un principio,<br />

un final, y también una parte central, sagrados.<br />

Será Bossuet (1627-1704) de los últimos grandes historiadores que mantiene y<br />

prueba, que todo el curso de la historia humana está guiado por la Providencia. En<br />

Discurso sobre la Historia Urnversal se propone demostrar, repasando los<br />

principales hechos históricos, que sólo la Religión Católica ha logrado triunfar de<br />

todos los obstáculos, y que sin ella hasta los más potentes imperios van a la ruina.<br />

Su penetración histórico-filosófica hace de Bossuet un auténtico filósofo de la<br />

historia. El Discurso es considerado como una de las más felices exposiciones de<br />

la doctrina providencialista sobre el acontecer histórico.”<br />

e la<br />

dad filosófica e histórica de todas las cortezas<br />

101<br />

Establecido el criterio de porqué San Agustín sí puede ser considerado el padre de<br />

la Filosofía de la Historia, se esgrimen las razones que indican que a los otros<br />

pensadores considerados en esa situación no se les puede dar tal reconocimiento.<br />

Sobre ello dice: “¿por qué a Voltaire no se le puede dar, en sentido estricto la<br />

paternidad de la Filosofía de la Historia? Por la siguiente razón. Diez años antes,<br />

Giambattista Vico (1688-1744) barruntó en su Ciencia nueva lo que ahora<br />

conocemos como Filosofía de la Historia. La vida de Vico fue una permanente<br />

búsqueda de la historia de la humanidad. Su obra Ciencia nueva es resultado de<br />

esa búsqueda, y es aquí donde encontramos que por primera vez comienza a<br />

tener cuerpo como doctrina o ciencia la Filosofía de la Historia y donde<br />

sugestivamente le da ese carácter. Vico es el primer hombre de Occidente qu<br />

proyecta como un conjunto sistemático de conocimientos, que tienen por objeto<br />

las causas productivas de todos los acontecimientos que en el mundo ocurren;<br />

particularmente los que se refieren al désenvolvimiento de las sociedades. Se<br />

anticipa a Voltaire, Herder, Hegel, Dilthey y Spengler, y aún a los más notables<br />

descubrimientos de la historia romana que debemos a Niebuhr y a Mommsen.<br />

Vico hace una historia socioreligiosa que revoluciona la hstoria de las ideas y<br />

filosofía de la cultura. Pone en tela de juicio el propio criterio de la verdad<br />

cartesiana, basándose en que el conocimiento real es un conocimiento causal; o<br />

lo que es lo mismo, que nosotros conocemos bien solamente aquello que hemos<br />

creado o causado….Para Vico, tales principios pueden llevarnos a conocer la<br />

historia por la interpretación constructiva. Es desde esta perspectiva que Ciencia<br />

nueva es al propio tiempo una filosofía y una historia de la humanidad. Y es<br />

posible, por la naturaleza <strong>del</strong> hombre y de las naciones, pues ambas son una<br />

naturaleza humana histórica, no fijada por propiedades físicas, que viene a<br />

hacerse, a ser por ley y desarrollo histórico….Para Vico, la historia no puede ser<br />

más cierta que cuando aquél que crea las cosas es también el que las escribe.<br />

Precisamente esta conversación de la verdad y de lo creado que realiza en el<br />

entendimiento de la historia, es lo que liberó a Giambattista <strong>del</strong> punto de arranque<br />

de Descartes y lo condujo a la ver<br />

que se muestran en el mundo humano: costumbres, leyes e instituciones.<br />

Renunciar a la verdad científica por la simple verosimilitud o verdad probable de la<br />

experiencia, desemboca en la "verdad de la certidumbre" Así es como redescubre<br />

los origenes de la historia a través de la propia mente y de su poder de<br />

relacionarlo con su propio pasado.<br />

101 Ibdem. Pp. 29-31.<br />

171


La operación trascendental y milagrosa que de San Agustín a Bossuet caracteriza<br />

la Providencia, Vico la reduce a un marco de referencia, contenido y sustancia;<br />

orden permanente y universal <strong>del</strong> mismo acontecer histórico. Vislumbra que el<br />

hombre crea el mundo histórico por su actividad; y su recurso no es una repetición<br />

cósmica, sino una estructura histórica con la connotación jurídica de apelación. En<br />

resumen, en Vico hay un rico esquema sociológico de la historia universal. No<br />

reemplazó, como Voltaire, Providencia por progreso, no introdujo como Bossuet la<br />

ortodo<strong>xi</strong>a en la Historia.<br />

Es cierto, que no deja de lado la revelación para entenderla; pero no la tergiversa<br />

como Voltaire con un punto de vista escatológico. Su idea esencial no es el<br />

progreso hacia una perfección, ni el ciclo cósmico de crecimiento y decandencia<br />

naturales, sino un progreso histórico cíclico. No se despoja de la teologia,<br />

ciertamente; pero los medios<br />

de la Providencia y la salvación son en sí mismos<br />

histórico-naturales. Desde esta perspectiva, desaparece en Vico la teología<br />

agustiniana de la Historia; ninguna Filosofia de la Historia en el sentido de Voltaire,<br />

para quien la distinción de la historia en sagrada y profana sirvió para el<br />

envilecimiento de lo primero. Con justa razón se ha calificado a su Historia de "una<br />

teología civil" racional.<br />

En sentido estricto, su <strong>pensamiento</strong> lo debemos ubicar en la línea fronteriza de la<br />

decisiva transición de la teología a la Filosofía de la Historia. Más correctamente<br />

seria decir, que su <strong>pensamiento</strong> es un arma revolucionaria inminente a fines <strong>del</strong><br />

siglo XVIII. Rompe con la idea de Bossuet y, por supuesto, con la de San Agustín,<br />

que sostienen que la historia se mantiene y prueba con la tesis de que todo el<br />

curso de la historia humana está gu¡ado por la Providencia, tesis negada por los<br />

librepensadores <strong>del</strong> tiempo de éste último.<br />

La versión tan extendida que sostiene, que el <strong>pensamiento</strong> histórico comienza<br />

hasta los tiempos modernos, concretamente en el siglo XVIII, es una verdad a<br />

medias, porque, en realidad, la Filosofía de la Historia se origina en el cristianismo<br />

primitivo; lo que la secularización hizo fue terminar con su entramado escatológico,<br />

como hemos manifestado. Efectivamente, la estructuración secular de ésta no<br />

debe desligarse de la idea cristiana. Su apreciación es necesariamente regresiva,<br />

porque ésta se mueve hacia a<strong>del</strong>ante, por que ésta comienza en sí mismo. La<br />

historia tiene que ser creada y descubierta una y otra vez por el hombre. Es por lo,<br />

que no debemos desligarla <strong>del</strong> cristianismo, y de San Agustín su má<strong>xi</strong>mo<br />

exponente, <strong>del</strong> significado crístiano que la basa en el hecho ascendente y<br />

paradójico de que la cruz, el signo de ignominia más profúndo, que pudo<br />

conquistar el mundo pagano, oponiéndose a él.<br />

Desde el siglo XVIII, se ha elaborado una Historia secularizando los principios<br />

teológicos y los aplica a un número siempre creciente de hechos empíricos.<br />

Parece como si las dos grandes concepciones, de la antiguedad y cristianismo,<br />

movimiento cíclico y dirección escatológica, hubieran agotado las consideraciones<br />

básicas para el entendimiento de la Historia.<br />

Los autores modernos encuentran que el Ensayo sobre las costumbres<br />

modernas y el espíritu de las naciones <strong>del</strong> francés, es la primera Filosofía de la<br />

Historia. Dicen que es así, porque encuentran que el principio relevante de la obra<br />

no lo constituye ya la bondad y la providencia divinas, sino la voluntad y la razón<br />

humanas. Pero pensamos que lo que hace Voltaire es oficializar la secularización<br />

172


de los estudios de la Historia. La gradual disolución de la creencia <strong>del</strong> siglo XVIII<br />

en la razón y el progreso, obligó a que la Filosofía de la Historia se desligara de su<br />

esencia teológica en que había abrevado hasta entonces. Es decir, que desde<br />

entonces, al negarle su paternidad teológica, su contenido, la hizo que se diluyera<br />

de tal forma, que ha llegado a manifestar cualquier <strong>pensamiento</strong> sobre la historia,<br />

algo que significa una interpretación sistemática de acontecimientos históricos,<br />

que se unifican en su sucesión y se dirigen hacia una idea fundamental no<br />

religiosa. La tesis relevante <strong>del</strong> Ensayo no la constituye ya la bondad y la<br />

Providencia divinas, sino la voluntad y la razón humanas. Se ha dicho, que la<br />

gradual disolución de las creencias y la fe <strong>del</strong> hombre occidental hacia la razón y<br />

el progreso, dejó a la Filosofía de la Historia sin hogar ni significado. E<strong>xi</strong>ste mucho<br />

de razón, porque a partir de Voltaire la Historia se convierte en una especie de<br />

archivo parcial de la experiencia humana; y como tal, resulta demasiado profunda<br />

y demasiado superficial para dar relieve apropiado a la grandeza <strong>del</strong> alma<br />

humana. Desde esta perspectiva, no hace sino aprobar o desaprobar el valor<br />

inestimable <strong>del</strong> hombre frente a las potencias terrenales. La naturaleza de los<br />

individuos y de las naciones puede ser hipnotizada por ciertos procesos<br />

universales; pero aún así, el cumplimiento y la realización de esto o aquello, y de<br />

que ellos sigan viviendo mientras otros perecen, requiere de ellos. En fin, se infiere<br />

desdeVoltaire, que el sentido común <strong>del</strong> hombre no pretende ver en el cañamazo<br />

de la historia humana el designio de Dios o <strong>del</strong> mismo proceso histórico; más aún,<br />

hasta se insiste en liberar al hombre de "la historia opresiva religiosa". Desde<br />

entonces, el hombre se ha preocupado por crear una actitud de escepticismo o de<br />

fe que tenga sus raíces en una experiencia histórica, aunque se halle separada de<br />

ella y la sobrepase en alcance. No nos extrañe que, con frecuencia, esta forma<br />

incite al hombre a soportarla con una resignación completa y una confiada<br />

esperanza. Cuando Troeltsch y Dilthey trataron de superar las presuposiciones<br />

dogmáticas de la teología y de la metafísica de la historia, su juicio se basó<br />

precisamente en su creencia dogmática en el valor absoluto de la historia como<br />

tal. Un ejemplo más de la forma en que ahora se piensa debe hacerse la Historia.<br />

Nietzsche escribió, que ésta no debe interpretarse como un testimonio<br />

ininterrumpido hacia un orden y fin morales por ser idea de tiempos pasados;<br />

también dice, que la naturaleza como prueba de bondad de lo divino, es una idea<br />

de tiempos pasados. ¡Qué bueno que tomemos estas opiniones como otras más!<br />

Pensamos que no sale sobrando seguir haciendo<br />

Historia como San Agustín y<br />

Bossuet por ser una manera muy positiva de conocer e interpretar al hombre y a<br />

las sociedades.”<br />

día y es motivo para que los<br />

102<br />

Continuando sus estudios sobre la historia, el Dr. Gutiérrez hace una descripción<br />

sobre: "La enseñanza de la historia en los seminarios y casas de estudios<br />

superiores de la Nueva España en el siglo XVIII".<br />

En su nota introductoria señala que: “El interés por conocer la historia de las<br />

mentalidades en el siglo XVIII ha crecido cada<br />

investigadores estudien aspectos y fenómenos que nos muestran las diversas<br />

facetas <strong>del</strong> fenómeno. Nos complace que temas y explicaciones insospechadas<br />

nos lleven a un replanteamiento, no ya como simple recuento, sino como<br />

102 Ibdem. Pp. 31-36.<br />

173


explicación coherente de los cómos y los porqués de la Filosofía Novohispana.<br />

Indudablemente esto nos acerca a su encuentro.<br />

Esta labor y explicaciones frecuentemente parciales, concretizan y aterrizan<br />

gracias al análisis concienzudo de los documentos que han permanecido, por<br />

siglos, en los archivos y bibliotecas. Reconocemos en este trabajo, un honorable<br />

empeño por entender nuestro pasado y mostrar cambios y permanencias,<br />

también, es una actividad que rompe los límites convencionales a los que estamos<br />

acostumbrados a encontrar en nuestras lecturas. Las enseñanzas y<br />

elucubraciones sobre la Historia de las Ideas en Mé<strong>xi</strong>co que inició el doctor José<br />

Gaos, está dando cada vez más frutos.<br />

La Nueva España que conoció y recibió las ideas renacentistas con los primeros<br />

misioneros, no perdió esa trayectoria. Que por muchos años haya despreocupado<br />

al me<strong>xi</strong>cano guardar esa memoria histórica, no quiere decir que reneguemos de<br />

esa herencia humanista; simplemente no hemos sido capaces de sopesarla<br />

suficientemente. Por eso es encomiable el esfuerzo que se hace por entenderla.<br />

¡Qué bueno que crezca este entusiasmo en los estudiosos y no decaiga, ni se deje<br />

de lado el estudio de las ideologías novohispanas! Quiero tocar,<br />

a continuación, el<br />

tema de la enseñanza de la Historia en el siglo XVIII. Para conocer cuál fue su<br />

tendencia, nada mejor que hurgar en algunos de los textos que las instituciones<br />

manejaban entonces. Voy a referirme a continuación a Norte crítico, <strong>del</strong> dominico<br />

Fray Jacinto Segura, lector de Artes en el Real Convento de Predicadores de<br />

Valencia, ampliamente difundido en el mencionado siglo.”<br />

<strong>del</strong> concepto<br />

e que la historia es "la pra<strong>xi</strong>s más exacta de la verdadera crisis, la<br />

103<br />

Luego hace una recapitulación <strong>del</strong> concepto filosofía de la historia de manera<br />

similar a la <strong>del</strong> escrito previo, sobre San Agustín, añade que: “…el <strong>pensamiento</strong><br />

occidental sobre la historia y enseñanza de la Filosofía de la Historia estuvo<br />

moldeado hasta el siglo XVIII, o bien por la concepción clásica <strong>del</strong> mundo, o bien<br />

por la fe cristiana en el reino de Dios. La interpretación que entonces se daba a la<br />

Historia era cristiana y teológica por derivación, puesto que se arrancaba <strong>del</strong><br />

substrato bíblico, que transforma la fe original en la salvación, apoyada en un<br />

patrón teológico, mediante el cual se supone que la historia se redime así misma y<br />

redime al hombre. Para el <strong>pensamiento</strong> de entonces la Filosofía de la Historia<br />

dependía enteramente de la teología de la Historia, en particular<br />

teológico de ésta como una historia de perfección y de salvación, que tiene origen<br />

en la fe cristiana y judía y no en un substrato anticristiano como ahora, cuyo eje<br />

está constituido por la laica noción <strong>del</strong> progreso. Entonces era el substrato<br />

teológico lo que le daba vida, no la creencia en un progreso siempre creciente,<br />

mediante el cual se supone que la historia se redime a sí misma.” 104<br />

Regresando al autor de la publicación referida y recuperando otras opiniones en<br />

las que se precisa su concepción de la historia, se señala: “El autor de Norte<br />

crítico dic<br />

enseñanza más eficaz para los aficionados a la Historia". Agrega: "tiene por<br />

objetivo influir con doctrinas, y ejemplo, para seguir la senda de la verdad y evitar<br />

103 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio."La enseñanza de la historia en los seminarios y casas de estudios<br />

superiores de la Nueva España en el siglo XVIII", en Paráfrasis, núm. 6, Universidad Autónoma de<br />

Aguascalientes, 1997.<br />

104 Ibdem.<br />

174


los extremos en que regularmente se tropieza, pues los estudiantes no reparan en<br />

creer cuántas fábulas inventaron sujetos ociosos con notable perjuicio de la<br />

verdad".<br />

Francisco Orti y Fíguerola, censor <strong>del</strong> obispado de Valencia manifestará este<br />

juicio. "El argumento de la obra es descubrirlas fuentes de la Historia en el estado<br />

en que se debe considerar de cenagosas o puras; es separar lo precioso de lo vil,<br />

diferenciado entre lo verdadero y lo falso, que tan ciegamente confunden muchos;<br />

y es en fin desterrar de la República de las Letras aquella falsa moneda de<br />

noticias fabulosas, que no hallándose legítima en la piedra de toque de la razón y<br />

de la verdad, se hace tanto más perniciosa, cuanto más corriente" Agregará, que<br />

entrega "una obra dirigida a principiantes, a novicios de la Historia; aunque nuestro<br />

modesto entender hay en ella una gran riqueza que esparce su copiosa<br />

condición”.<br />

El autor dirá en su nota introductoria, que la Historia consiste en la sola narración<br />

escrita con la verdad; y por esta razón dirige su obra contra los que "escriben<br />

mentiras por verdades de hecho", contra los libros de historia que más que<br />

enseñar "son derrumbadores para muchos, obras que conducen a ficción, no a<br />

realidades". De ahí que se proponga "encauzar a los históricos, a los novicios en<br />

la historia a que informen, formen y reformen el cuerpo de la Historia con mente<br />

crítica ". Advierte el autor su inconformidad con el título que imponen a su obra en<br />

Madrid. Según él, más que Norte crítico debían llamarse Reglas. Manifiesta<br />

"encontrar no poca diversidad" en los que tratan el tema, como el benedictino Juan<br />

Mabilón; pero resulta benéfico, pues en palabras de San Agustín "es útil hacer<br />

muchas y variadas obras aún de las<br />

mismas cuestiones", en beneficio de los<br />

"históricos". Como era costumbre, las múltiples citas latinas las trae en esta<br />

lengua, "a fin de que no se haga vulgar por razón de que ni la Crítica es para el<br />

vulgo, ni algunos asuntos que en él se elucidan". Y acota que, como en las<br />

facultades, deben preceder los primeros rudimentos, guarda en la obra la<br />

metodología de la división de temas.<br />

Nuestra tradición humanista novohispana conocía la importancia de la Filosofía de<br />

la Historia porque guardaba con celo el <strong>pensamiento</strong> de San Agustín. Sin<br />

embargo, encontramos que en el siglo XVIII, se toma como disciplina autónoma,<br />

fundamentalmente porque empezó a difundirse entre los jesuitas y otros, el<br />

racionalismo y la nueva filosofía de la natura, que aplicaron a una gama de<br />

conocimientos. Con razón surgió una ilustración criolla que impulsó la educación<br />

en todos los niveles, ya con cierto matiz racionalista y tendencia liberal radicales,<br />

concebidas para romper sus esquemas estamentales tradicionales.”<br />

ma a<br />

105<br />

Al referirse a la obra señala que: “Fray Jacinto Segura inicia con una amplia<br />

Instrucción en que toca diversos temas de interés y actualidad. Desde la<br />

perspectiva de que es un texto de enseñanza, parte <strong>del</strong> supuesto que en las<br />

facultades deberá preceder la noticia de lós primeros rudimentos, "en cuya práctica<br />

se debe seguir el método de los maestros insignes". En su caso toma de la<br />

antiguedad a Cicerón, a Tito Livio y Plinio; en lo relativo al cristianismo reto<br />

San Agustín y San Ildefonso. Hace una distinción de lo que se entiende por<br />

Historia, Anales y Efemérides. La Historia no sólo explica los hechos de larga<br />

105 Ibdem.<br />

175


duración, sino que también concilia los que expone, los compara y describe los<br />

lugares donde acontecen; los Anales sólo anotan brevemente los hechos por año;<br />

las Efemérides son una narración breve de las cosas que día a día ocurren.<br />

Se esmera porque los "nuevos históricos" capten la utilidad y necesidad de la<br />

Historia; porque no la tomen como mera ocupación infructuosa, "hija <strong>del</strong> ocio oque<br />

complace la inclinación y genio". Refuerza su aseveración con lo que Plinio dice<br />

en el prólogo a su Historia NaturaL "Se debe atender más a la utilidad de la<br />

Historia, que al gusto y diversión de los lectores”; y con lo que San Agustín dirá<br />

años después: "las noticias de la historia profana también son útiles para la<br />

inteligencia de algunos lugares de la Sagrada Escritura".<br />

El autor aconseja a los "históricos", desde el prólogo, que no caigan en la<br />

elegancia, uso de figuras y otros sainetes, pues impiden el aprovechamiento, la<br />

enseñanza y moralidad de la vida. "Los aficionados a la Historia escrita con<br />

adorno, y hermosura, de ordinario son ingenios superficiales, que no aspiran a<br />

buena erudición, y noticias de verdades, ni al provecho de la lección histórica". Y<br />

más a<strong>del</strong>ante agregará: "en la Historia, donde brilla la elegancia, y se reconoce el<br />

estudio de sus escritores dedicado a la elección de las palabras, y a lo florido, y<br />

hermoso <strong>del</strong> estilo, hay mucho que desconfiar en la verdad histórica". Pide tengan<br />

presente lo dicho por San Agustín: "Los insignes y buenos ingenios aman la<br />

verdad, no la palabrería ".<br />

Tomando en consideración la corriente bolandista, recomienda a los estudiantes<br />

eviten caer en esos defectos. El principal ornato de la Historia es para éstos "la<br />

verdad de<br />

sus relaciones. Si ésto falta, lo demás se reduce a una apariencia para<br />

la diversión ", Con ello sólo agradan el gusto popular y no el fruto de la Historia,<br />

cuya esencia es la verdad. "Los juiciosos no desaprueban la genial y nativa<br />

elegancia de los escritores, ni la que por largo estudio, y uso tienen adquirido, sino<br />

la estudiosa, y artificial, que se eleva más de lo que pide la Historia en su propio<br />

estilo "<br />

Es de gran importancia para el autor, que los "históricos", los aprendices de la<br />

Historia, se familiaricen con los escritores de Bibliotecas, y pone a su<br />

consideración una gruesa nómina. Sin embargo, se detiene en el ejemplo de Actis<br />

Sanctorum, <strong>del</strong> padre Juan Bolando y continuadores como ejemplo de hacer<br />

Historia con la verdad. Hay en estos estudios inmensa erudición y depuración de<br />

la verdad. Comenzada por el famoso jesuita, padre Heriberto Rosveydo y<br />

encargada su continuación<br />

al padre Bolando en 1630, en un siglo habían salido a<br />

luz cinco tomos de historia de santos, plenos de verdad histórica desde la<br />

aparición <strong>del</strong> primero en Amberes en 1658. La obra presenta un cuadro diario de<br />

santos y personajes, que de alguna forma brillaron por su santidad. Para<br />

conocimiento de los estudiantes hace el autor una apretada descripción de cada<br />

tomo de la obra.<br />

En la última parte de su Introducción, habla Fray<br />

Jacinto Segura <strong>del</strong> método en el<br />

estudio de los escritores históricos, o la metodología de los bolandistas."No ha de<br />

ser mucha y apresurada lectura el modo de hacer historia, sino con pausa y<br />

consideración que puedan retenerla en la memoria, y así evitar el desperdicio <strong>del</strong><br />

tiempo". Éstas son las primigenias consideraciones que el autor hace antes de<br />

entrar en lo que es la temática de Norte crítico.<br />

176


El material docente de Norte crítico está dividido en discursos. El primero lo dedica<br />

a la Crítica en Común. Siguiendo el método de entonces, en primer lugar procura<br />

que el estudiante de historia, o "histórico", entienda lo que significa en sí "crítica<br />

ojuicio discretivo". Según Cicerón, debe entenderse como la facultad de discernir<br />

las verdades y falsedades. Esta no debe ser tan benigna, que por piedad, o por<br />

cortesía no se atienda la verdad, o las relaciones que tienen mucha mayor solidez;<br />

ni tampoco jactanciosa y de vanidad en la censura de lo que enmienda, con ultraje<br />

o vituperio, ni con invectiva de desprecio. "En la historia le basta al crítico estar<br />

bien instruido con noticias ciertas, o las más sólidas para el aserto, o mejor<br />

conjetura: debe permanecer la verdad". Escribe San Agustín: "es mejor cualquier<br />

verdad, que lo que se puede fingir".<br />

Da por hecho la necesidad de la crítica en la historia para borrar la falsa idea de<br />

que en la historia humana no es necesaria la verdad. Escribió Juan Luis<br />

Vives: "la<br />

narración sin verdad no merece el nombre de Historia ", pues el fin pró<strong>xi</strong>mo de<br />

ésta es la verdad. Aún cuando e<strong>xi</strong>ste gran dificultad en aceptarla, la crítica debe<br />

e<strong>xi</strong>stir sin cortapisas. Como entonces se estilaba, aduce una serie de<br />

aseveraciones de diversos autores en su apoyo, que hace engorrosa su lectura en<br />

ciertos momentos. "Será todo una continuada probanza de la necesidad de la<br />

crítica para la pureza de la historia acudir a la fuente de los autores".<br />

Entre las fuentes de la crítica trae Fray Jacinto discursos de la cronología, "por<br />

razón de que liquida la verdad o falsedad de los sucesos la noticia <strong>del</strong> tiempo en<br />

que se refieren, o en que no cabe su verificación” de ahí la necesidad de que los<br />

estudiosos de la historia, la entiendan con claridad. Menciona estas reglas para un<br />

buen uso de la cronología: una correcta ubicación de los tiempos anteriores a los<br />

sucesos que se refieren, verificación de éstos, limitación de los sucesos a dichos<br />

tiempos y capacidad para aplicarlos. La correcta aplicación de la geografía la<br />

considera indispensable para hacer historia.<br />

Otro punto a que le da importancia, es la fe en los escritores. "Es principal para el<br />

concepto de la verdad..., porque este conocimiento de la fe histórica de los autores<br />

pertenece a lo directo de la crítica". Para apoyar su aseveración trae el ejemplo de<br />

los escritores griegos, latinos y principalmente cristianos, y aconseja apartarse o<br />

tener mucho cuidado con los sibiliticos y apócrifos que tanto distorsionan la<br />

historia. A este tema ocupa muchas páginas el autor. Menciona como ejemplo las<br />

Cartas de Séneca a San Pablo y de éste a Séneca, la Colección de las Actas de<br />

los Concilios, Actas de San Silvestre, la Colección de Epístolas y Decretales<br />

Romanos, Apócrifos Viterbienses, Vaticinios de Papas atribuidas al Abad<br />

Joaquín, Predicciones de San Malaquías, etc. En cuanto a Los Cronicones, Fray<br />

Jacinto Segura destina un apartado especial por considerarlos de importancia y<br />

por su utilidad para la historia. Pone como ejemplo a los bolandistas que a lo largo<br />

de años purificaron la copiosa información en ellos contenida. Dice: "Actis<br />

Sanctorum son de mucha distinción en esta materia, y de autoridad muy particular<br />

y muy grande; por esta causa dignísimos de especial mención". 24 Con esto no<br />

queremos decir que acepte a pie juntillas la validez de Los Cronicones 25; pero no<br />

por eso se niega a aceptar su valor después de una acuciosa crítica y depuración.<br />

Fray Jacinto Segura da fin a su Norte crítico con la parte que ocupa sobre la "Fe<br />

Histórica a los Santos Padres", testimonio humano. Para él: "la veracidad de esta<br />

clase de historiadores es cierta en alto grado; aunque como hombres no pudieron<br />

177


prescindir de alucinaciones naturales, lapsos de memoria, inadvertencias, pia<br />

afección y descuido. "Aunque no debemos tomarlos como materia en doctrina,<br />

merecen más crédito por su mejor crítica". Vuelve a poner como ejemplo a los<br />

autores de Actis Sanctorum.<br />

Al respecto, no deja de hacer referencia a lo que encierran las noticias históricas<br />

de Bulas, Breves y escritos de los Papas y las decisiones de los Concilios. "A<br />

nuestro juicio sólo pertenece lo accesorio, en que hay algunas noticias históricas y<br />

en grado de fe humana". La multicitada obra Actis Sanctorum de los bolandistas,<br />

es un ejemplo de correcciones históricas debidamente fundamentadas. Estas Actis<br />

dan ejemplo de una fundamentada crítica, de gran interés por la verdad histórica.<br />

Como buen dominico, no eludió el valor histórico de Santo Tomás de Aquino "en<br />

quien se advierte poca inteligencia sobre noticias pertenecientes a la historia";<br />

pero que conviene se instruya a los estudiosos de que se reconoce defecto en el<br />

uso de aquella. Y es que las noticias históricas que resaltan en sus escritos,<br />

aparecen no con el fin de comprobar su historicidad sino para explicar su sentido<br />

teológico. "Recurre el santo a la dispensación especial y revelación divina de ella...<br />

es más, la noticia histórica que Santo Tomás maneja para aprobar su doctrina es<br />

puramente afectiva, o se apoya en la autoridad de los Santos padres".<br />

El autor da fin a su Norte Crítico con el tema de la "la fe histórica en los escritores<br />

por su cercanía o distancia". La considera<br />

como una de las reglas fundamentales<br />

para la crítica histórica, para discernir las noticias y verdad históricas, puesto que<br />

"los autores contemporáneos a los sucesos son dignos de fe en la historia, porque<br />

permanece en ellos la pasión a lo notorio de la verdad, aún cuando no sean<br />

ajenos a narraciones de sucesos falsos por el afecto a describir los sucesos que<br />

más les convienen". Y como pasa en toda la obra, matiza sus aseveraciones con<br />

una lista interminable de ejemplos.<br />

En cuanto a la fe en los autores por distancia, admite que los hechos históricos<br />

están "más expuestos al engaño, a la equivocación, a la mala inteligencia de los<br />

sucesos por exceso o por defecto"; entonces hay que fijarse más en su bondad e<br />

inteligencia; y se fundamenta en la elección de libros eruditos. "En este género de<br />

testimonio la prudencia crítica admite como verdaderas las noticias que pasan a<br />

buenos y peritos escritores". Finalmente, no podía dejar de hacer referencia el<br />

autor a la fe en la tradición y los archivos. A lo primero dice, "no subsiste el<br />

argumento negativo, cuando la tradición legítima asegura la noticia... Las<br />

tradiciones populares merecen fe histórica si hay buenos indicios de su antiguo<br />

origen, de continuación, de común y como general consenso, y no contradicen los<br />

testimonios coetáneos o cercanos...<br />

Sin noticia cierta, no dejaría de ser<br />

imprudencia contradecir sin más la probanza".<br />

A lo segundo, dirá que la historia se afianza con los documentos que guardan los<br />

archivos. Ejemplo para los historiadores de entonces fueron las Actis Santorum,<br />

monumento de depuración archivística, y que como hemos insistido, se ha<br />

convertido en obra revolucionaria para la historia eclesiástica, y aún de la historia<br />

laica <strong>del</strong> Occidente Cristiano.”<br />

nde se<br />

106<br />

Para concluir el Dr. Gutiérrez señala que: “Lo que Fray Jacinto Segura procura en<br />

su Norte Crítico es apoyar la enseñanza de la Historia en los institutos do<br />

106 Ibdem. Pp.60-64.<br />

178


preparaban los aspirantes a la carrera eclesiástica. Por esta razón y porque para<br />

esas fechas la interpretación de la Historia en Occidente era esencialmente<br />

cristiana, el substrato que enseña y e<strong>xi</strong>ge es bíblico y patrístico. Lo secular, lo<br />

anticristiano, que comenzaba a barruntarse está fuera de cualquier plan. Se<br />

manifiesta reiteradamente, como hombre de fe, guardián de las enseñanzas de<br />

Cristo y de la Iglesia; su fuente la Biblia y la doctrina de los Santos Padres.<br />

La historia que propone aprendan los "históricos" es la que desarrollaron los<br />

Padres de la Iglesia; la que se basa en la profecía hebrea y en la escatología<br />

cristiana; una Teología de la Historia centrada en los acontecimientos<br />

metahistóricos de la Creación, Encarnación y Consumación. Insiste en que todos<br />

vean y aprendan en el cañamazo de la historia humana el designio de Dios; que la<br />

Historia es primordialmente una historia de salvación. Y en cuanto tal, de interés<br />

propio para profetas, predicadores y maestros. Y es que la búsqueda de su<br />

significado, no es más que la historia de la salvación; se origina en una fe en un fin<br />

último. No nos extrañe este proceder, porque en la era cristiana, al menos hasta<br />

entonces, la historia política misma estuvo bajo el predicamento de este precepto<br />

teológico. En algún sentido, el destino de las naciones se relacionó con una<br />

vocación divina o seudo-divina.<br />

Ciertamente, el intento de esclarecer la subordinación de la filosofía de la historia<br />

con la historia escatológica de salvación y consumación, no resuelve el problema<br />

de nuestro <strong>pensamiento</strong> histórico. Pero esta ilusión que se revela extrañamente<br />

presente, no puede ser invalidada por la fe que crea y resuelve el problema último<br />

de una e<strong>xi</strong>stencia cristiana aunque mundana. Las razones para la fe pueden<br />

basarse en un juicioso cálculo de racionalidad.<br />

Esta es la razón de que encontremos que la filosofía de la historia que se<br />

enseñaba a los futuros clérigos no fuera una filosofía de la historia como la<br />

entendemos ahora, sino una interpretación<br />

dogmática de la historia <strong>del</strong><br />

cristianismo, a semejanza <strong>del</strong> mo<strong>del</strong>o agustiniano. Aunque la verdad que se<br />

pretende mostrar en la historia es con base en materiales de la historia sagrada y<br />

profana; la e<strong>xi</strong>stencia terrena sólo es una representación significativa de la Ciudad<br />

de Dios verdadera y transhistórica. Es deber <strong>del</strong> hombre, tanto al que está<br />

gobernado por la conveniencia, el orgullo y la ambición, como al gobernado por la<br />

fe, conciliar por la resignación sobrenatural.<br />

179


En fin, es en este marco teológico en que el autor pretende que los estudiantes<br />

encuentren vigente la distinción de épocas históricas, ajustadas a los seis días de<br />

la creación. La primera se extiende de Adán al Diluvio Universal; la segunda desde<br />

Noé a Abrahán; la tercera, desde éste a David; la cuarta, desde David al e<strong>xi</strong>lio de<br />

Babilonia; la quinta, de aquí al nacimiento de Cristo; y, en fin, la sexta y última, de<br />

la primera a la segunda venida de Cristo, al fin <strong>del</strong> mundo. La sustancia de la<br />

historia <strong>del</strong> hombre, que es universal porque está unida y dirigida por un solo Dios<br />

y un solo fin, es un conflicto entre la ciudad de Dios y la ciudad terrena porque se<br />

identifica a la vez con dos especies antagónicas de hombres, el terrenal y el<br />

salvado por Cristo. En este contexto, no podemos menos que reconocer como<br />

esencia en la historia, la autoridad de la Biblia y la providencia divina que no<br />

admite direcciones. Por eso el hombre no debe olvidar que una de las<br />

obligaciones más perentorias es conciliar este problema.”<br />

con la<br />

hasta<br />

ran una auténtica indagación histórico-social.<br />

exclusiva, neta. Sin embargo, un<br />

107<br />

Del trabajo de recuperación de documentos sobre las descripciones neogallegas<br />

novohispanas, el Dr. Gutiérrez orienta una de sus investigaciones hacia el<br />

<strong>pensamiento</strong> social, pero en éste trabajo considera pertinente describir para el<br />

lector el mapa de Nueva Galicia; dice que éste: “se empezó a conformar<br />

inmediatamente después de la conquista de occidente, de acuerdo<br />

expedición de Nuño Beltrán de Guzmán. Fue, de hecho, el territorio conquistado<br />

por sus huestes lo que constituyó la base de su extensión primera, pues había<br />

logrado establecer sólidamente grupos de españoles que garantizaban la<br />

subsistencia <strong>del</strong> mecanismo necesario para mantener al indígena dentro de la<br />

doctrina cristiana y para conservar a los españoles en ella.<br />

Conviene dejar asentado que el reino de Nueva Galicia siempre fue un territorio<br />

precariamente definido. Parece que antes de 1574 sus límites se extendían hasta<br />

tocar con Querétaro. Después de esta fecha, se prolongaría tierra adentro<br />

cubrir una parte <strong>del</strong> actual estado de San Luis Potosí, mientras que hacia el norte<br />

llegaba hasta los minerales de Mazapil y Sombrerete, guardando más o menos los<br />

mismos límites que hoy separan Zacatecas de Durango….Nueva Galicia tuvo la<br />

suerte de que más de uno de sus hijos se interesara en historiarla, desde diversas<br />

perspectivas y a escasas décadas de que fue conquistada. Tal es el caso de las<br />

Descripciones geográficas <strong>del</strong> siglo XVI. Estos documentos fueron escritos en los<br />

años 1579-1584 y contienen el informe detallado de lo que en esos años eran las<br />

diversas jurisdicciones neogallegas, así como valiosa información geográfica. Y<br />

aunque a simple vista cualquier lector encuentra deficiencias en materia y forma,<br />

todos aceptamos que encier<br />

La Instrucción y Memoria dada a conocer por el gobierno de la Audiencia de<br />

Guadalajara para llevar a cabo la información, podemos considerarlas como “un<br />

programa renovador de la indagación histórica en el siglo XVI”. Es cierto que su<br />

objetivo no fue obtener una visión socio-histórica<br />

examen minucioso nos permite inferir la viva preocupación que ya en esos años<br />

acusa el gobierno metropolitano y virreinal por las causas de los hechos sociales.<br />

Con objeto de circunscribirnos lo más estrictamente a nuestro tema, aquí nos<br />

vamos a referir a los puntos relacionados directamente con la historia social.<br />

107 Ibdem. Pp. 64-65.<br />

180


De los cuatro documentos que nos proponemos comentar, las Relaciones <strong>del</strong> siglo<br />

XVI aparecen como las más deficientes e incompletas técnicamente. Y es lógico,<br />

pues en los años en que las realizaron los diversos autores, las herramientas de<br />

que se disponía eran demasiado simples; también puede deberse ese pobre<br />

resultado a que fueron elaboradas por distintas personas. Sí quiero resaltar, que<br />

desde estas Relaciones se procura distinguir al hombre de la costa <strong>del</strong> de el<br />

altiplano, también que los posteriores relatos y crónicas copiarán de éstas una<br />

inclinación por informar más de los naturales, que de los otros estratos. Tiene su<br />

razón de ser, porque su finalidad era aportar al gobierno instrumentos para mejor<br />

aprovechar los tributos.”<br />

de largo y ancho echada encima. Su dieta alimentaria era de maiz,<br />

añoles y criollos de la costa<br />

rcio usan las mercaderías de España y<br />

ni crian. “En todos los caminos<br />

108<br />

En seguida, el autor reproduce algunas notas extraídas de esas Relaciones <strong>del</strong><br />

siglo XVI, de cuatro documentos; en estas Relaciones se procura distinguir al<br />

hombre de la costa y <strong>del</strong> altiplano, su finalidad era aportar al gobierno<br />

instrumentos para mejor aprovechar los tributos.<br />

Acerca de los habitantes en la COSTA, se dice que los naturales usan la<br />

vestimenta de camisas, jubones, zapatos y sombreros, y unas mantas cuadradas<br />

en dos varas<br />

frijoles, ají, calabazas y trigo, y para sus curaciones tienen una raíz, que es a<br />

manera de zarzaparilla, la cual, en polvo y untada en las coyunturas, decían que<br />

quita las calenturas; el tipo de habitación, sus casas eran de adobe, los que<br />

podían, y los que no, de horcones, cercadas con carrizo y cubiertas con una yerba<br />

seca, larga a manera de paja de trigo entera. Los esp<br />

eran pocos, se dedicaban a recabar los tributos, a la siembra de trigo y maíz y a la<br />

cría de ganados. Son criadores y labradores.<br />

En la ciudad de Compostela, fundada y conquistada por Nuño de Guzmán en<br />

1530, de tierra templada, de los naturales, se consideraba que sus costumbres<br />

eran más malas que buenas; “son gente de muy bajos entendimientos, no se<br />

inclinan a valer y a ser algo más que lo que son. Ahora traen hábito de algodón,<br />

camisa y zaragüeles y una manta de lo mismo, cuadrada y anudada por las dos<br />

puntas puesta como capa. Algunos usan capotes y sayos y sombreros, como cada<br />

uno puede.” Sus alimentos eran el maíz, ají, calabaza, frijol, haba de la tierra y<br />

otras semillas y alguna carne de venado, conejo y culebras.<br />

Sus habitaciones eran casas de adobe y cubiertas con sobrados y cobertor de<br />

paja, entresuelos sin altos. Para su come<br />

de la tierra.<br />

A los naturales, se les califica como gente haragana y mal dada al trabajo sobre<br />

“las cosas de la virtud, se hacen tontos y locos y sordos y que no entienden son<br />

tan buenos cristianos que por dos reales harán los juramentos que les quieren<br />

hacer decir”; los enfermos se curan en sus casas; no hay colegios y los muchos se<br />

adoctrinan en la iglesia por el clérigo y fiscal.<br />

Los <strong>del</strong> altiplano andan por los montes y cerros a caza de animales, con los cuales<br />

se sustentan y con raíces de yerbas con la fruta de tuna y mezquite, que muelen<br />

en piedras y lo hacen pan, porque jamás siembran<br />

y parajes han hecho y hacen grandísimos daños, muertes y robos ansi en<br />

108 "El <strong>pensamiento</strong> social en las descripciones neogallegas novohispanas", en Saber Novohispano, Anuario<br />

<strong>del</strong> Centro de Estudios Novohispanos, Universidad Autónoma de Zacatecas, t. 2. 1995<br />

181


españoles como en otros indios nuestros amigos, despoblando pueblos y<br />

arruinándolo todo….Andan en cueros, sin género de vestido [...] Son indios de<br />

mediano cuerpo y entendimiento, sutiles para las maldades, antes inclinados al<br />

mal que al bien [...] No quieren ni han querido amistad con los españoles. Son<br />

viciosos en beber, se dirá de Juchipilá y Nochistlán,<br />

y se embriagan y son carnales<br />

y dados a mujeres, y es gente de poca bondad y de poca fe y caridad [...] Comen<br />

de los bastimentos y legumbres que su cosecha tienen y carne de vaca [...] y el<br />

que tiene posible anda vestido de paño.”<br />

De los habitantes <strong>del</strong> centro <strong>del</strong> altiplano (Teocaltiche, Lagos, Aguascalientes y<br />

Jalostotitlán) se les describe como de buenos cuerpos y disposiciones y muchos<br />

de buena razón y agudos de ingenio pues aprenden cualquier cosa fácil. Se<br />

sustentan de sementeras de maíz para vender y pagar sus tributos. Tienen sus<br />

casas en orden, donde crían gallinas y sus mujeres. Hilan algodón que se siembra<br />

y hacen camisas, zaragüillas, mantas y jubones, que es su ordinario vestir, aunque<br />

la mayor parte son inclinados<br />

a vestirse como españoles, pues traen sombreros de<br />

fieltro, herruruelas y calzones de paño, medias de lana y zapatos; y tienen<br />

caballos. Hacen sus casas de terrados, de adobes<br />

De los naturales de la amplia jurisdicción de Teocaltiche se dice que: sus juegos<br />

son el llamado patole, que es con cuatro cañuelas, en el suelo, sobre unas rayas y<br />

otro que es con una pelota de hule llamado ulama, que quiere decir “juego de<br />

nalgas", que es jugar a la pelota con las caderas o nalgas. Para sanarse usan<br />

Picietí que es tabaco y otras<br />

yerbas que ellos conocen, además de sangrarse, por<br />

haberlo visto a los españoles. Sus habitaciones son casas, pequeñas, de terrados,<br />

de adobes, que son ladrillos de tierra secos al sol.<br />

Los criollos y españoles <strong>del</strong> altiplano desarrollaban actividades agroganaderas,<br />

pero también se dedicaban al comercio.<br />

En Teocaltiche, los españoles cultivan maíz, frijol, chile, algodón, calabazas y<br />

magueyes que llevan a vender a Zacatecas. En Aguascalientes los soldados y su<br />

caudillo, no pueden hacer algúna actividad porque los indios chichimecas<br />

los<br />

matan y les hurtan los caballos y bueyes que tienen. Los mineros están miserables<br />

y cargados de deudas. La vivienda de los españoles <strong>del</strong> altiplano, son de adobe y<br />

tierra muerta, algunas de terrado. De Jalostotitlán un pueblo nuclear de los más<br />

antiguos de la zona, se dice que: "Sus casas son al modo de España, salvo que<br />

algunas <strong>del</strong>las están cubiertas de paja sin terrados. La contratación de los<br />

españoles desta provincia son las minas y el trato de mercancía de ropa de<br />

Castilla y de la tierra".<br />

a información<br />

ación es de pan hecho de maíz y cuando más algo de cacao, pesca y<br />

109<br />

Descripción geográfica de los reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo<br />

León, de Alonso de la Mota y Escobar es más completa en información social que<br />

las que acabamos de reseñar. La obra inicia con una ampli<br />

geográfica y sociológica de Nueva Galicia. Lo mismo que las <strong>del</strong> siglo XVI, el autor<br />

da más importancia a las cuestiones de los indios, que a las de los españoles o<br />

criollos. Mota y Escobar da una visión general, para después adentrarse en la<br />

tierra y sus moradores.<br />

De los naturales dice que son generalmente flemáticos, perezosos para trabajar.<br />

Su aliment<br />

109<br />

Ibdem.pp. 276-277.<br />

182


algunas raíces. Los indios que sirven entre españoles y en sus cercanías los<br />

imitan cuanto es posible en el trato y vestido de sus personas que es de paño.<br />

Las casas que habitan son de tres maneras: unas de gente muy pobre y agreste<br />

que son fabricadas de sólo paja a manera de tugurios; las otras son fabricadas de<br />

palizas y embarrados de barro. Otras son de adobe cubiertos de vigas.<br />

Mota y Escobar, hace mención de la situación social. De los naturales de la actual<br />

región de los Altos de Jalisco, dice que: “Viven estos indios de Tepatitlan de una<br />

granjería bien nueva y nunca oída, y es que como tienen tantos montes alrededor<br />

críanse en ellos gran suma de corzos y venados. Y de los de Jalostotitlan: 'Los<br />

indios queman un género de palmillas y se dan en lindas vegas conejos y<br />

codornices y hacen pesca en un río<br />

Caudaloso…la ciudad de Aguascalientes Son los vecinos de aquí muy pobres<br />

viven de mayordomos a los señores de estancias de ganados mayores que hay en<br />

estas cercanías muy buenas y gruesas, hay solo ganados, yeguas, caballos y<br />

mulas [...] Es la más pobre y humilde población de todo el reino.”<br />

idad de<br />

n pelos en la barba y en todo su<br />

o porque los regalasen y<br />

110<br />

Zacatecas 1604 -1606 era la ciudad más rica y poblada de la Nueva Galicia; Mota<br />

y Escobar observo' que el criollo zacatecano y de la zona de influencia "era más<br />

fuerte, más recio y de mayor trabajo que no los de otras partes, y ansi señalan en<br />

los oficios y ejercicios a que se inclinan y dan….Esto se debía a las características<br />

físico-geográficas y geológicas de la tierra. No deja de hacer notar, que el clima de<br />

Zacatecas es muy saludable. "Viven todos sanos y llegan muchos a muy larga<br />

vejez que aunque ayudan los buenos ayres y sus sustanciosos mantenimientos<br />

para ello, pero entiendo que la principal causa es el no haber aquí médico.”<br />

La Descripción de la Nueva Galicia de Domingo Lázaro deArregui, “proporciona<br />

datos sobre el trabajo de los indios, tan necesarios para la vida <strong>del</strong> reino.<br />

Frecuentemente insiste sobre los asuntos relacionados con ellos. Este aspecto es<br />

uno de los más interesantes y útiles de la obra. Nos habla con escrupulos<br />

su vida doméstica y enseres que tienen en cada casa (un metate o piedra de<br />

moler, una olla y un comal, una manta, un cuesconate o troje para el maíz, dos<br />

perrillos y algunas gallinas), que no deja lugar a duda sobre su captación de la<br />

situación de entonces. Habla de la geografía y temperamento; <strong>del</strong> mar y sus<br />

puertos, de la calidad <strong>del</strong> horizonte y sus propiedades; <strong>del</strong> aire y por qué la<br />

humedad corrompe las semillas; de los ríos y fuentes y los pescados que crían,<br />

etc. Sobre los indios dice que apenas tiene<br />

cuerpo, y los de la cabeza blandos y derechos, muestran ser de flaca<br />

naturaleza….ni para sí ni para nadie trabajan si no es mientras se lo están<br />

mandando, ni su ociocidad la acomodan sino a buscar algunas frutas o cosas con<br />

qué hacer vino….es gente extremo dejativa y sin ánimo,<br />

curan, que todo les aprovecharía porque ellos en sus casas tienen mala o ninguna<br />

cura y poco o ningún regalo: pues de parte de su nación con ponerle un poco de<br />

atole de maíz <strong>del</strong>ante al enfermo le han pagado sus más allegados, bébalo o no,<br />

que eso ha quedado a su voluntad.” No dejan de celebrar sus fiestas religiosas.<br />

“Son generalmente de mediana estatura, morenos o manera de gitanos, y muy<br />

lampiños, aunque en algunas provincias hay gente alta de cuerpo y de grandes<br />

ojos y razonable talle. Son todos gente humilde y de poco ánimo y por extremo<br />

110 Ibdem. P. 277<br />

183


tímidos; y así se sirven de ellos peor los que peor les tratan, con lo cual se sirven<br />

de ellos más los que tienen poca conciencia y poca sumisión a la justicia.<br />

Es gente inconstante y tan varia que si la dejasen a su voluntad con la religión<br />

cristiana sin el freno <strong>del</strong> temor, en dos años no la conocerían, por las<br />

supersticiones que la juntarían, y aun la dejarían <strong>del</strong> todo según de su modo se<br />

colige y por lo que vemos en los nuevos que se van descubriendo, que tan presto<br />

creen como decreen, y no adoran ni han adorado a dios conocido, sino hay una<br />

piedra que hallan y lo hacen y mañana a otra de diferente figura, y ordinariamente<br />

de animales, sin permanecer en ninguna.”<br />

a la<br />

es que<br />

idades.<br />

cedentes, en la de Menéndez Valdés encontramos<br />

se cría ganado vacuno, caballar y mular.<br />

ortación".<br />

111<br />

Describe sus formas de vestir, sus labores, la construcción de sus casas y los<br />

medios de subsistencia. La Descripción y censo general de la intendencia de<br />

Guadalajara, 1789-1793, <strong>del</strong> visitador José Menendez Valdés, responde<br />

má<strong>xi</strong>ma ilustrada de "conocer bien para gobernar bien".<br />

El trabajo es una geografía histórica, que aborda el estudio <strong>del</strong> hombre y <strong>del</strong><br />

medio físico y la interacción de ambos. Observa: clima, orografía, los cursos<br />

fluviales, las producciones vegetales y animales, la riqueza minera y forestal, la<br />

red de comunicaciones; la población en general, por castas, ocupación de sus<br />

habitantes; el comercio local y regional, las artesanías, las devociones populares y<br />

hasta algunos yacimientos arqueológicos. “En el recorrido de diecisiete mes<br />

el visitador hace, logra estructurar un estudio socio-histórico, en donde a cada<br />

paso manifiesta el espíritu proteccionista <strong>del</strong> gobierno. El "dar a cada uno lo suyo"<br />

que el bando le consigna, no significa sino escuchar al débil, amparar al indígena,<br />

evitar tropelías de autoridades locales, preservar los fundos de las comun<br />

No por nada Menéndez Valdés lleva consigo suficientes copias <strong>del</strong> famoso "Bando<br />

de gañanes" que el 3 de junio de 1784 había promulgado el virrey Matías de<br />

Gálvez. El bando debía ser leído en las haciendas, ranchos y pueblos, para que<br />

los peones y gañanes pudieran presentar quejas ante su posible incumplimiento.<br />

Como en las relaciones pre<br />

distinción entre el habitante de la costa y el <strong>del</strong> interior o altiplano. Una variante<br />

importante es que habla más ampliamente de los distintos estratos sociales y no<br />

sólo de españoles e indios como las anteriores; por ejemplo, las castas. Lo que<br />

nos permite alcanzar una perspectiva más amplia de los problemas sociales.”<br />

De Tepic, Acaponeta y Compostela, dice que son de temperamento caliente y<br />

húmedo, y por eso hay abundante maíz, frijol y algunos ingenios de azúcar, con<br />

algunas haciendas de campo en las que<br />

Los habitantes son poco inclinados al trabajo y propensos a las introducciones de<br />

la costa, en donde con poca fatiga proporcionan en la temporada de verano<br />

asegurar la manutención de todo el año, retirándose en tiempo de aguas a esta<br />

jurisdicción por ser un clima más benigno.<br />

El hombre <strong>del</strong> interior de Mascota, Tomatlán, Talpa, La Barca, Amula, Autlán,<br />

Sayula y otras regiones, "siembra trigo, maíz; se dedica a la industria de labranza,<br />

engorda de cerdos y cría de ganados" A los de los encuentra dedicados "al<br />

112<br />

comercio, siembra y fábrica de mezcales, valiéndose de la exp<br />

111 Ibdem. P. 280.<br />

112 Ibdem. P. 286.<br />

184


No deja de observar que "la desidia de las gentes es tanta que, sin embargo de las<br />

pródigas producciones de su suelo, se ven los más de los años combatidos de<br />

necesidad". Pese a ello "concurren a Talpa todo el año innumerables gentes a<br />

adorar a la Virgen y tributarle gracias por los grandes beneficios que se consiguen<br />

mediante su protección" 113<br />

Cuando habla de Juchipila y Nochistlán observa que las ruinas de La Quemada,<br />

son un monumento apreciable de la antigüedad, arruinado, <strong>del</strong> que se sirven para<br />

sacar piedras y formar potreros. Las 21,767 gentes de la jurisdicción de Juchipila:<br />

"se dedican a la labranza y cultivo de huertas de camote, cacahuate y algunas<br />

cañas; también a la cría de ganado, engorda de cerdos para jabón, tejidos de<br />

manta y curtiduría de pieles que benefician para hacer zapatos, siendo Nochistlán<br />

el pueblo más feliz de la jurisdicción".<br />

efinido de la Provincia de Religiosos<br />

114<br />

Sobre las gentes de San Felipe de Cuqulo, dice que se emplean en la labranza,<br />

tejidos de algunas mantas y engorda de cerdos; hacen loza ordinaria, jabón y el<br />

oficio de zapateros y obrajeros; hacen guitarras y Sillas. Y de los indios de Tonalá<br />

afirma que están dedicados a la fábrica de loza muy fina, que se comercia en el<br />

año como 30,000 pesos, y añade que con esta industria podrían ser el pueblo más<br />

feliz de la intendencia, pero no tienen ningún tino para gastar el dinero, pues con<br />

prodigalidad lo usan en sus continuas fiestas y embriagueces, lo que les hacer<br />

verse afligidos aun para la moderada contribución <strong>del</strong> tributo.<br />

El Dr. Gutiérrez concluye su disertación, con las siguientes consideraciones:<br />

“Finalmente, quiero terminar esta exposición <strong>del</strong> <strong>pensamiento</strong> social en las<br />

descripciones neogallegas diciendo que todos estos documentos son de<br />

extraordinario valor histórico, y que quien quiera conocer las sociedades que se<br />

desarrollaron en el territorio que conformó la Nueva Galicia en la colonia, necesita<br />

recurrir a su lectura. Con ello, no sólo conocerá el pasado histórico y social de este<br />

inmenso territorio, sino que también podrá apreciar la riqueza que encierran.” 115<br />

La referencia a otro de los documentos que estudia el autor lo expone en<br />

“Instrucción y doctrina de novicios para los conventos dieguinos de la Nueva<br />

España” 116 , en cual fue expuesto en un Encuentro de Investigadores <strong>del</strong><br />

<strong>pensamiento</strong> Novohispano.<br />

En su nota introductoria menciona que da a conocer la rara obra intitulada<br />

Instrucción y doctrina de novicios, sacada de la de San Buena ventura y de las de<br />

las provincias de descalzos <strong>del</strong> P San Francisco de San José y de San Pablo,<br />

añadida y ajustada al estilo de esta de San Diego de Mé<strong>xi</strong>co, cuyo autor es fr.<br />

José Veedor y fue publicada por la imprenta de Diego Fernández de León, Puebla,<br />

1685. Pero previo a su descripción da algunas referencias sobre el autor y los<br />

dieguinos o descalzos de San Francisco: “Poco se puede decir <strong>del</strong> hermano fr.<br />

José Veedor por carecer de datos sobre su origen de nacimiento y actividades.<br />

Sabemos que en ese año era predicador y d<br />

Franciscanos Descalzos de San Diego de Mé<strong>xi</strong>co. La obra le fue encargada por el<br />

113<br />

Ibdem. P. 287.<br />

114<br />

Ibdem. P. 287.<br />

115<br />

Ibdem. P. 288.<br />

116<br />

Gutiérrez Gutiérrez José Antonio. “Introducción y doctrina de novicios para los conventos dieguinos de la<br />

Nueva España”, en Memoria <strong>del</strong> XIII Encuentro Nacional de Investigadores <strong>del</strong> Pensamiento Novohispano,<br />

Aguascaliente. Ed. Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2001. pp. 78-88.<br />

185


Provincial fr. Sebastián de Castrillón y Gallo, en razón de que e1 manual de que<br />

disponían los conventos novohispanos publicada hacía 50 años se encontraba<br />

agotado. Como los descalzos franciscanos habían incorporado nuevos rezos y<br />

decretos, se optó por hacerle una revisión minuciosa e incorporarle las diversas<br />

novedades; los superiores encontraron en fr. Sebastián la persona idónea “por su<br />

mucho espíritu, y fervoroso celo <strong>del</strong> aprovechamiento de sus hermanos [y porque<br />

esas doctrinas] las había practicado siendo maestro de novicios, cuyos ardores le<br />

han durado toda la vida, como lo dicen y muestran sus ejemplares acciones y<br />

virtudes, y que lo sabe decir ahora también, como lo supo enseñar entonces".<br />

En cuanto a los descalzos franciscanos, conocidos como dieguinos en la Nueva<br />

España, diremos que la reforma <strong>del</strong> clero monacal se dio desde fines <strong>del</strong> siglo XlV;<br />

en franciscanos ocurría pocos años después de su fundación,<br />

al entrar en<br />

deterioro el espíritu de su fundador. Las causas de ésta se debieron a la<br />

decadencia espiritual por las guerras, cisma y las excesivas dispensas pontificias<br />

en materia de pobreza y al ingreso a los conventos de muchachos sin vocación, a<br />

veces niños y bastardos o segundones, que no veían en el claustro sino un modo<br />

de salir <strong>del</strong>ante de la vida. Las acusaciones contra la indisciplina y el desorden de<br />

monasterios y conventos tenían algún fundamento en la realidad, aunque muchas<br />

veces se refieran a hechos raros concretos.<br />

El sistema que casi todos los reformadores de las órdenes religiosas adoptaron en<br />

e1 Siglo XV, fue el de organizar dentro de ellas una rama nueva, en el caso<br />

franciscano la De Observancia. Y para llevarlo a cabo idearon algunos de sus<br />

miembros reformar un antiguo convento o establecer uno nuevo con personas<br />

verdaderamente fervorosas; de esos claustros saldrían grupos de religiosos que<br />

se introducirían en otros conventos, a los que infundían su nuevo espíritu.<br />

La Orden de san Francisco, tan terriblemente convulsionada en los siglos XIV y<br />

XV por el fanatismo de los espirituales, había caído en lastimosa postración<br />

disciplinar. En la segunda mitad <strong>del</strong> siglo XIV pulularon brotes reformistas y<br />

gestaron el gran movimiento de la Observancia provocando la división definitiva de<br />

la Orden en observantes y conventuales, determinando los primeros observar la<br />

Regla de San Francisco en toda su pureza. El gran promotor de los observantes<br />

fue san Benardino de Siena, la que promovería en Italia san Juan de Capistrano,<br />

san Jacobo de la Marca y el gran predicador Alberto de Sartiano.<br />

Fray Pedro de Villacreces emprendió la reforma en España el lema de los<br />

francicanos españoles fue reformar sin dividir y se mantuvieron sujetos al general<br />

y provinciales de la Orden. Su vida era austerisima habitaban lugares solitarios no<br />

comían carne ni bebían vino, andaban descalzos y dormían vestidos. Aprobada<br />

esta reforma por Alejandro VI en 1496, se<br />

extendió por España contando entre sus<br />

miembros en el siglo XVI a San Pedro de Alcantara, fray Juan de Zumarraga y<br />

muchos otros misioneros que evangelizaron Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Al extenderse la reforma luterana en Europa se manifestó el estado<br />

verdaderamente deplorable en que se encontraba la cristianidad a mediados <strong>del</strong><br />

siglo XV. Al estado caotico de sus costumbres de fines <strong>del</strong> siglo XV y principios <strong>del</strong><br />

XVI se añadió la mas profunda división religiosa promovida por el protestantismo.<br />

Frente a tan deplorable estado reaccionó la Iglesia con inusitada energía<br />

iniciándola en España el cardenal Francisco Ximénez de Cisneros con apoyo de<br />

los Reyes Católicos.<br />

Seria el Concilio de Trento (1545-1564) el que daría forma<br />

186


oficial, completa y definitiva a esta reforma. La reforma era uno de los puntos que<br />

más e<strong>xi</strong>gía una reforma fundamental; los padres conciliares la trataron en forma<br />

especial y el 4 de diciembre de 1564 dieron a conocer en Decreto formado por 22<br />

capítulos, con puntos tan trascendentes como obligación de la n, prohibición de<br />

cualquier propiedad privada, clausura, elección de los superiores.<br />

La Orden franciscana fue la que realizó una obra más intensa de reforma y con<br />

más tangibles; la de España se debió, principalmente, a san Pedro de Alcántara y<br />

se conoce como descalzos o alcantarinos. Su distintivo fue un extraordinario rigor,<br />

se abstenían de carnes, pescado, huevos y vino, iban descalzos y practicaban<br />

durísima penitencia; fue aprobada por Pío IV en 1562. Ésta fue la que llegó a<br />

Nueva España a la provincia de san Diego de Mé<strong>xi</strong>co, y se le conoció como<br />

descalzos franciscanos o dieguinos.”<br />

ra de<br />

n sus ritos, secretos y ceremonias, "sino que está tan conforme a ellas,<br />

astrillón y Gallo y está<br />

satisfacción de su religión, letras y experiencia, la<br />

el ánimo y sujeción <strong>del</strong><br />

117<br />

Luego de esa descreipción hace referencia a la obra, de la cual dice que: “La<br />

instrucción y Doctrina de Novicios es una obra sacada de san Buenaventura y de<br />

las instrucciones de la Provincias Descalzas de san Francisco; la preparó fr. José<br />

Veedor para los conventos dieguinos de la Nueva España, como el de san Diego<br />

de Aguascalientes. En el medio eclesiástico hay obligación de cualquier ob<br />

este tipo cuente con la licencia de esas autoridades; por eso inicia con la <strong>del</strong><br />

prelado local y la aprobación de las autoridades de la Orden. La licencia <strong>del</strong><br />

ordinario está expedida por el Dr. Gerónimo de Luna maestrescuela de la Iglesia<br />

Catedral, Provisor y Vicario General <strong>del</strong> Obispado de Puebla y tiene fecha 10 de<br />

marzo de 1685.<br />

Por 1os superiores suscriben la aprobación fr. Diego de Astudillo, definidor y<br />

predicador de la Provincia de san Diego. Asienta fray Diego que no encontró en<br />

ella cosa alguna contra la religión y costumbres que observa la Iglesia y la<br />

Provincia e<br />

que no se puede la más escrupulosa censura, disonancia, ni imperfección alguna”.<br />

La otra aprobación la signa el provincial, fr. Sebastián de C<br />

fechada en el convento de san Diego de la ciudad de Mé<strong>xi</strong>co el 20 de abril <strong>del</strong><br />

mismo año. Manifiesta que puede darla la estampa y reimprimirla, en atención a la<br />

falta por haberse consumido muchos cuerpos ella y en conformidad de la censura<br />

y aprobación de nuestro carísimo hermano fr. Diego de astudillo Predicador y<br />

Definidor habitual, a quien por la<br />

remitimos para que viese si en las adicciones a algunos puntos tenia cosa<br />

disonante a la sustancia de nuestro regular modo de vivir. La aprobación de fr.<br />

Diego de Astudillo y san José está fechada en Puebla el 2 de abril de 1685.<br />

En el prólogo, el autor manifiesta: por ser la herencia de nuestros antepasados la<br />

más firme fábrica espiritual y sabido fundamento para practicar la mas heroica de<br />

las virtudes, la perfección religiosa, y como es oficio <strong>del</strong> tiempo mudar las cosas o<br />

enmendar algunas, que siendo regulares no eran <strong>del</strong> estilo de esta Santa<br />

Provincia, o no eran conformes los ritos y ceremonias de la Iglesia... he puesto<br />

mano para adecuarlas y volverlas a imprimir después de casi cincuenta años... A<br />

todo lo cual, pedimos al nuevo religioso, que de veras emprende esta vida, mire<br />

las que aquí le enseñamos con sencillez para la quietud d<br />

dictamen.<br />

117 Ibdem. Pp. 78-80<br />

187


Les pide tomen en este sentido la doctrina por ser la que enseñó y practicó San<br />

Buenaventura para entrar en los gozos eternos de la gloria.<br />

La obra está dividida en dos partes. La primera la conforman 20 capítulos y versa<br />

de la instrucción y doctrina con que se han de crear los nuevos religiosos de la<br />

provincia de los Descalzos de san Diego de la Regular Observancia de los<br />

Menores de la Nueva España. La segunda parte que consta de 23 capítulos, trata<br />

de los oficios de comunidad.”<br />

quienes<br />

estro de novicios le avise <strong>del</strong> modo de proceder, para que<br />

e la persona y ropa.<br />

hebdomadario, que anunciaba en la tabla los oficios <strong>del</strong> convento<br />

lina<br />

ez, cual era la de<br />

118<br />

En seguida hace una síntesis <strong>del</strong> contenido, dice que el capítulo uno de la primera<br />

parte se refiere a lo que ha de hacer quien pide el hábito en la Provincia,<br />

deben tener por unos días su hábito secular, sean examinados y se vea el espíritu<br />

que traen y que se preparen examinando su conciencia, confesando y<br />

comulgando, y el ma<br />

después de tener el hábito no pretenda ignorarlo. Los capítulos dos y tres tratan<br />

de cómo debe el novicio pedir el hábito y aviso para tomarlo. En los siguientes<br />

capítulos están las normas para prepararse al vicio y a los oficios divinos, como<br />

entrar al coro y estar en él. Se les recuerda que el hebdomadario siempre tañe la<br />

campana para que todos se recojan en si mismos a oficios. El comportamiento <strong>del</strong><br />

religioso en el convento. La limpieza d<br />

Los capítulos siguientes se refieren al comportamiento personal <strong>del</strong> religioso quien<br />

debe ser templado en el comer y beber y recomienda que norme su vida religiosa<br />

por la templanza incluyendo el ejercicio de las penitencias en la Orden. El último<br />

capítulo de la primera parte habla de la oración y perseverancia en la virtud.<br />

La segunda parte de la Instrucción versa sobre los oficios divinos en la comunidad:<br />

los oficios <strong>del</strong><br />

cada sábado para la semana siguiente; los cantores, que programaban todo lo que<br />

en el coro se debía rezar de noche y de día; el lector, que daba las señales para el<br />

rezo <strong>del</strong> oficio y el acólito, cuya función era acompañar al hebdomadario.<br />

El último capítulo tiene algunas advertencias particulares, referente a la discip<br />

o penitencia de comunidad y a la Benedicta u oración para bendecir la comida al<br />

sentarse a la mesa.<br />

En sus Conclusiones, el autor dice que: “la Instrucción y Doctrina de Novicios es<br />

un texto sencillo, claro y sin rebuscamientos. La idea y espíritu <strong>del</strong> autor es de<br />

enseñanza: enseñar a los novicios 1o necesario para introducirlos a la vida<br />

religiosa. En este orden de ideas es un texto pedagógico, pero totalmente<br />

apegado a la Regla, Constituciones y costumbres que los Franciscanos<br />

observantes o descalzos guardaban.<br />

El autor maneja diversas herramientas para mover el corazón de los novicios a la<br />

perfección; sobre todo exalta la vida de perfección, de caridad, de penitencia y de<br />

pobreza. Para mejor convencer trae frecuentes ejemplos de su fundador y de<br />

quienes implantaron la vida de observancia. En fin, procura que el novicio,<br />

después <strong>del</strong> año de prueba, esté preparado para la vida de rigid<br />

los dieguinos.<br />

Mas allá de un compromiso docente, evidencia el autor un deseo de imbuir un<br />

verdadero espíritu de la observancia; y para hacer más efectivas sus enseñanzas,<br />

118 Ibdem. Pp. 80-81.<br />

188


emplea peculiares modos expresivos que, en consecuencia, llega a formular un<br />

universo de aleccionamiento muy propio de la observancia franciscana rígida.<br />

Una última lectura que percibimos, llamémosla histórica, nos permite penetrar en<br />

el mundo religioso de estricta observancia a la Regla y Constituciones primigenias.<br />

Quizá a no pocos nos cueste trabajo entender aquella vida. Este tipo de manuales<br />

los solían tener todas las órdenes religiosas, por ser indispensables para la<br />

formación. No se puede dejar de pensar que por esta necesidad las bibliotecas<br />

pueden tener variadas Instrucciones, de acuerdo a cada Orden, cuyas diferencias<br />

son de acuerdo al espíritu y desarrollo religioso de cada comunidad, y esto nos<br />

conduce a conocer la forma de vida que llevaban las distintas órdenes religiosas.<br />

Es decir que coadyuvaron a conformar la historia particular de cada una de ellas y<br />

a que nosotros conozcamos el ambiente en que los religiosos vivían; a conocer la<br />

historia de aquellos hombres cobijados en<br />

su contemporaneidad y especial forma<br />

de vida que observaban. Es decir, que estamos no sólo ante la vista de una<br />

Instrucción, sino ante una realidad compleja de sujetos sociales.<br />

En conclusión, en esta Instrucción y Doctrina de Novicios, como en todas las<br />

obras novohispanas de este tipo, podemos percibir más allá de su materia en sí,<br />

una posibilidad histórica y cultural que forjó una conciencia social religiosa. Más<br />

allá <strong>del</strong> discurso pedagógico religioso hay otras muchas cosas que definen, que<br />

traslucen el discurso de los superiores religiosos, tan importante para conocer la<br />

historia novohispana. Por eso la considero no como una obrilla de poca monta,<br />

sino como documento importante para la historiografía y literatura religiosaascética<br />

novohispana.”<br />

cia con su propio camposanto y hospedaban a los<br />

119<br />

En otra publicación periódica, el autor presenta el resultado de sus investigaciones<br />

de una institución, bajo el título de "Notas sobre el antiguo hospital de San Juan de<br />

Dios en Aguascalientes.” En éste escrito resalta la relevancia de los hospitales y<br />

las administraciones que comúnmente estaban a cargo de clérigos. Sobre ese<br />

aspecto, en la INTRODUCCIÓN se afirma que : “La conquista y colonización de<br />

Mé<strong>xi</strong>co representan acontecimientos extraordinarios en la historia <strong>del</strong> mundo<br />

occidental cristiano. En el fondo de estos actos que marcan el principio <strong>del</strong> drama<br />

de la europeización de 1os naturales hay un humanismo que estimuló las hazañas<br />

de muchos espíritus nobles y creadores, ejemplos de abnegación, de servicio<br />

social, de lucha y sacrificio, de ponderación y hermandad. Es el caso de la<br />

fundación y sostenimiento de hospitales.<br />

En ese terreno se escribió una de las más hermosas páginas de la historia de<br />

América y, en particular, de la historia de la Iglesia. Los hospitales desempeñaron<br />

un extraordinario papel social, sobre todo en momentos calamitosos como fueron<br />

las epidemias, que victimaron a millones de naturales. Sin estas instituciones<br />

probablemente las epidemias hubieran acabado con la población indígena. Los<br />

"hospitales de indios", que los misioneros fundaron y protegieron con tanto<br />

esmero, a fin de atender al indígena en sus males y ayudarlo espiritualmente al<br />

buen morir, desempeñaron un papel fundamental en esas épocas. Además<br />

contaban con frecuen<br />

peregrinos y viandantes necesitados.<br />

119 Ibdem. Pp. 88.<br />

189


Caso ejemplar fue el Hospital Real de San José de los Naturales, cuya fundación,<br />

acaecida pocos años después de la caída de Tenochtitlán, se atribuye al<br />

franciscano Fray Pedro de Gante. Consagrado al cuidado de los indígenas <strong>del</strong><br />

Anáhuac, admitía enfermos de ambos sexos, procurando su atención y curación.<br />

Refiérese que para su creación se utilizaron materiales y enseres ofrecidos por los<br />

franciscanos, más los que dispuso el rey, lo que le dio una solvencia comparable a<br />

la <strong>del</strong> Hospital de Jesús, fundado por Hernán Cortés en 1523. El Hospital Real de<br />

Naturales se distinguió por ser el primero en el que se manejaron juntas la<br />

medicina española y la indígena. Según Antonio Pompa y Pompa, en él se<br />

llevaron a la práctica las prescripciones <strong>del</strong> Libellos de Medicinalibos Indorum Herbis,<br />

de Martín de la Cruz y Juan Badiano, siendo además probable que en la<br />

aplicación terapéutica hayan participado Pedro Requena, Miguel García y Miguel<br />

Motolinia; estos últimos pudieron constituir el protomedicato a principios <strong>del</strong> siglo<br />

XVI, cuando la fama de los herbarios americanos permitió que el médico sevillano<br />

Nicolás Monardes publicara su Materia Indiana. Es seguro que en ella se basó<br />

Francisco Hernández, médico de Felipe II, para estudiar las plantas y los<br />

materiales terapéuticos que había recolectado en sus viajes y elaborar su obra<br />

Rerum Medicarum Novae Hispaniae Thesauros; más aún, en este Hospital Real<br />

de Naturales hizo las primeras autopsias encaminadas a descubrir la causa de la<br />

epidemia <strong>del</strong> cocoliztli.<br />

Con el paso <strong>del</strong> tiempo las instituciones hospitalarias se multiplicaron en las<br />

ciudades españolas y en los pueblos indios. Sabemos que la medicina indígena<br />

fue difundida por Hernán Cortés desde un principio y que se oficializó en 1541,<br />

cuando Carlos V dispuso que se fundaran hospitales en los pueblos…. Atendiendo<br />

esta ley, los padres <strong>del</strong> Primer Concilio Provincial Me<strong>xi</strong>cano incorporaron el<br />

siguiente mandato en las actas. "Porque es muy necesario, así para los indios<br />

pobres de los pueblos, como para los extranjeros que a ellos vienen, que haya un<br />

hospital, donde los necesitados sean recibidos y favorecidos, mandamos os<br />

empeñéis".<br />

Los franciscanos y agustinos se distinguieron por fomentar en los indígenas esta<br />

costumbre; los franciscanos, que fueron los evangelizadores de nuestra región,<br />

enseñaron a los naturales a levantar un hospital al lado de la iglesia. Leemos en la<br />

crónica de Fray Diego Muñoz: "levantaban un hospital a la Limpia Concepción de<br />

Ntra. Sra., con su respectiva capilla y en ella erigían la Cofradía de la Limpia<br />

Concepción". Gracias al trabajo comunitario y <strong>del</strong> gobierno real, y al empeño de<br />

los misioneros, estas instituciones se consolidaron económica y<br />

físicamente….Estos hospitales eran administrados por los propios<br />

naturales, bajo<br />

la. supervisión de los frailes, lo que no e<strong>xi</strong>mía su manejo de desacierto.”<br />

las goteras de la villa al irse estableciendo los<br />

120<br />

En seguida el autor expone los ANTECEDENTES HOSPITALARIOS EN<br />

AGUASCALIENTES, donde hace una descripción de las diversas instituciones<br />

hospitalarias que se fueron creando a través <strong>del</strong> tiempo: “La primer institución<br />

hospitalaria en Aguascalientes la encontramos en el pueblo o barrio de San<br />

Marcos, que había nacido en<br />

120 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. “Notas sobre el antiguo hospital de San Juan de Dios en<br />

Aguascalientes.” CALEIDOSCOPIO. Universidad Autónoma de Aguascalientes. Año 2. Núm. 4 juliodiciembre<br />

de 1998. pp. 109-112.<br />

190


indígenas que emigraban en busca de trabajo en estancias y casas particulares.<br />

Se ha dicho que fueron los tlaxcaltecas los que en 1604 fundaron el pueblo, pero<br />

es muy dudosa esta opinión, pues Mota y Escobar no lo menciona en su<br />

minuciosa Relación Geográfica, escrita entre 1604 y 1606. Tampoco se consigna<br />

la e<strong>xi</strong>stencia de este pueblo en el auto de la visita practicada por el canónigo<br />

Bartolomé de Arbide, en 1612, en la Descripción de la Nueva Galicia, de Domingo<br />

Lázaro de Arregui (1621), ni en los autos de las dos visitas que realizó el obispo<br />

Francisco de Rivera a la Villa en 1621 y 1627.<br />

Pero lo que de manera definitiva apuntala la idea de que el pueblo de San Marcos<br />

no fue fundado en 1604 es el hecho de que los libros parroquiales, que comienzan<br />

en 1601, no lo mencionan sino hasta después de 1620. Todo ello permite inferir<br />

que primero fue simplemente un barrio indígena de la villa de Aguascalientes, sin<br />

fundo legal, asentado en tierras cedidas por particulares o tal vez por el cabildo. Lo<br />

que también parece claro es que el nuevo asentamiento prospteró gracias a la<br />

complicidad o la simpatía de las autoridades y vecinos, que veían en los indios<br />

una forma de satisfacer sus necesidades de mano de obra.<br />

El nuevo barrio o pueblo fue conformándose poco a poco. Las primeras<br />

referencias a su e<strong>xi</strong>stencia en los libros parroquiales datan de 1622: "vecino <strong>del</strong><br />

pueblo de San Marcos de la villa"; "naturales de San Gaspar de Xalostotitlán y<br />

vecinos <strong>del</strong> pueblo de San Marcos"; "Lorenzo, hijo de Miguel y Ana, naturales de<br />

Apozol, vecinos <strong>del</strong> pueblo de San Marcos", son algunas de las leyendas<br />

asentadas en los documentos.<br />

191


En lo tocante al origen de los primeros pobladores de San Marcos puede afirmarse<br />

que no eran tlaxcaltecas, como se ha dicho, sino que provenían de pueblos más<br />

cercanos. Los libros parroquiales indican que venían de Nochistlán, Apozol, Jalpa,<br />

San Gaspar, Mitic, Teocaltiche, Chapala, Zacoalco, Querétaro y Colima. En cuanto<br />

a la raza, encontramos chichimecas, tarascos, me<strong>xi</strong>canos y curiosamente sólo un<br />

tlaxcalteca…. La primera ocasión que se asignaron tierras a los sanmarqueños fue<br />

en 1626, por mediación <strong>del</strong> alcalde mayor de la villa, Francisco Sarmiento….Los<br />

naturales que conformaron el pueblo procedían de lugares cristianizados por los<br />

franciscanos; por eso, cuando levantaron la capilla y al lado construyeron el<br />

hospital, lo puseron bajo la advocación de la Limpia Concepción, "singular patrona<br />

de nuestra sagrada religión". Esto debió suceder en la década de 1630, cuando el<br />

nuevo asentamiento estaba ya relativamente consolidado; por esa misma época<br />

debió también fundarse la Cofradía de la Limpia Concepción. Iglesia y hospital<br />

estaban ya en servicio en la década de 1640, como lo demuestra la partida de<br />

defunción de Cristóbal de Silva, indio viudo, que murió en el hospital. También la<br />

de Juan Francisco,<br />

indio me<strong>xi</strong>cano….Este pequeño hospital estuvo sostenido por<br />

los propios naturales de las limosnas y productos que salían de la cofradía, la cual<br />

era una herencia franciscana….La historia de este pequeño hospital de indios fue<br />

sencilla y pobre, pues en él se atendían en sus necesidades los 80 habitantes que<br />

más o menos tenía en esa época el pueblo. La única mejora de la que tenemos<br />

noticia data de 1673, cuando en su visita pastoral D. Francisco Verdín ordenó al<br />

cura de la villa, Br. Nicolás de Echerriaga, y al entonces mayordomo de la<br />

Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción, Sebastián Francisco, "se pongan<br />

dos camas aviadas de toda la ropa necesaria para los pobres enfermos".<br />

l. Sabemos que sus a<strong>del</strong>antos fueron lentos, pues en 1612, cuando visitó<br />

ue<br />

121<br />

Luego de ese recorrido por la fundación de las instituciones hospitalarias, el autor<br />

hace referencia a la fundación y desarrollo de Aguascalientes. Sobre ello afirma:<br />

“La villa de Aguascalientes, que había nacido legalmente con la ejecución de la<br />

cédula firmada el 22 de octubre de 1575 por el gobernador de la Audiencia de<br />

Guadalajara, Dr. Gerónimo de Orozco, era a principios <strong>del</strong> siglo XVII apenas un<br />

ensayo de asentamiento con perspectivas muy inciertas….al desarrollarse la<br />

agroganadería cambiaría paulatinamente el panorama. El aspecto físico de la villa<br />

comenzó a mejorar un poco después de 1609, cuando el oidor Gaspar de la<br />

Fuente ordenó su traza….de la segunda década en a<strong>del</strong>ante se establecieron<br />

cada vez más inmigrantes y….se continuó con la construcción <strong>del</strong> templo<br />

parroquia<br />

la villa el canónigo Bartolomé de Arbide a nombre <strong>del</strong> obispo D. Fray Juan Valle,<br />

ordenó al cura Agustín Ordóñez que "la iglesia que está comenzada se acabe con<br />

brevedad, donde se pueda celebrar los oficios divinos".<br />

Aún así el desarrollo de la villa fue lento. En 1621 Arregui censó 15 y 20 vecinos,<br />

"aunque en sus contornos hay otros muchos en estancias y labores. Es probable<br />

que en 1621 estuviera ya por terminarse el templo parroquial, pues la partida de<br />

bautismo de Nicolás, hijo de Diego Hernández de Hurtado y Luisa Carrizales y<br />

Vargas, fechada el 12 de febrero de ese año, así nos hace pensar. Dice: "este fue<br />

el primer bautismo que se celebró en la Iglesia nueva de esta Villa". Que<br />

Aguascalientes no dejó de crecer es un hecho, pues el primer padrón q<br />

121 Ibdem. Pp. 112-114.<br />

192


conocemos, el de 1648, levantado por el Br. Hernando Calderón, menciona 764<br />

habitantes, de los que eran 340 criollos, 263 indígenas, 93 mulatos y 45 esclavos;<br />

el pueblo o barrio de San Marcos contaba con 81 indígenas.<br />

¿Cuánto había crecido? Leemos en el acta de toma de posesión de los dieguinos<br />

<strong>del</strong> Convento de San Diego, lro. de febrero de 1661: "Estando a la puerta <strong>del</strong><br />

convento de Ntra. Señora de la Concepción que está fuera de esta villa en<br />

<strong>presencia</strong> <strong>del</strong> Licdo. Don Pedro Rincón de Ortega, patrón de él, me entregó el<br />

padre Cristóbal Muñoz de la Concepción, los autos y mandatos con la escritura de<br />

fundación... y en su virtud me pidió le diese posesión de la subrogación en el dicho<br />

convento..." Esto indica que la expansión física de la villa no llegaba más allá de<br />

los alrededores de la parroquia, la plaza y las casas reales. Sin embargo, aunque<br />

no conozcamos con exactitud su desarrollo demográfico, debió ser importante,<br />

pues contó en la segunda mitad <strong>del</strong> siglo XVII, antes de que se fundara el hospital<br />

de San Juan de Dios, con dos comunidades religiosas: San Diego y La Merced.<br />

Esta última abrió la primera<br />

escuela para niños y contaba en 1683 con 8<br />

eclesiásticos.<br />

Después de describir ese marco histórico, el autor centra su atención en una<br />

edificación, nos dice que: “La última de las fundaciones religiosas que se hicieron<br />

en la villa en el siglo XVII fue San Juan de Dios. La orden de los Hermanos<br />

Hospitalarios de San Juan de Dios, conocidos también como juaninos, fue fundada<br />

en 1540 por San Juan de Dios, quien antes había vivido una trágica vida militar y<br />

caído en descarríos sin cuenta. En Granada fue hecho preso por ciertas fechorías<br />

y conducido a un hospital, donde fue maltratado de diversas maneras, lo que lo<br />

hizo pensar seriamente en el trato que se daba a los enfermos mentales o<br />

incurables. Con objeto de ayudar y atender a éstos, alquiló una casa donde<br />

comenzó a alojarlos, naciendo así su obra, que no alcanzó a ver crecer, porque<br />

murió abogado en el río en 1550 al querer salvar a un niño que se ahogaba. La<br />

orden creció y fue aprobada el 1ro. de enero de 1572 por el Papa Pío V; en la bula<br />

que reconocía la fundación, le dio el nombre de Hermanos de los Enfermos; Sixto<br />

V la confirmó definitivamente en 1586. Los juaninos llegaron a Mé<strong>xi</strong>co en octubre<br />

de 1603 y a la Nueva Galicia en 1606, para encargarse de la dirección y<br />

administración <strong>del</strong> hospital de la Santa Veracruz, fundado por el primer obispo de<br />

la diócesis, D. Pedro Gómez Maraver en 1551. En 1608 fueron solicitados por el<br />

ayuntamiento de Zacatecas para que se hicieran cargo <strong>del</strong> hospital de San Juan<br />

de Dios.<br />

Nos extraña que transcurriera más de un siglo antes de que se fundara en<br />

Aguascalientes una institución de esta naturaleza, pues el gobierno y la Iglesia se<br />

empeñaron en dotar a todos los asentamientos de hospitales. Es probable que tal<br />

dilación se deba a la dificultad para encontrar el mecenas que una obra semejante<br />

necesitaba. Cuando fueron invitados los juaninos a Aguascalientes, la orden era<br />

ya muy conocida por su labor con los enfermos. La invitación fue hecha por el<br />

bachiller Diego de Quijas y Escalante, entonces comisario de la Inquisición en la<br />

villa, quien estaba al tanto de su labor en Zacatecas….Para la manutención <strong>del</strong><br />

hospital ofrecía imponer sobre su hacienda de San Nicolás de Chapultepeque<br />

un<br />

censo de 6 mil pesos de principal, que produciría un rédito anual de 300 pesos.<br />

El 7 de junio de 1684 el padre Pedro de Bolívar, Comisario General de la Provincia<br />

<strong>del</strong> Espíritu Santo de Nueva España, Islas de Barlovento, Guatemala y Filipinas<br />

193


informó al definitorio de la oferta <strong>del</strong> bachiller Quijas, <strong>del</strong> apoyo dado a esa gestión<br />

por el alcalde mayor, el regimiento y los vecinos de la villa, y <strong>del</strong> compromiso de<br />

Quijas de aportar otros 4 mil pesos: mil para principiar la obra, 1,500 en su casa y<br />

solares….500 para la botica y camas y mil para cálices, aras, ornamentos y lo<br />

demás necesario para la sacristía. Pedía el Br. Quijas que la advocación y nombre<br />

de la iglesia "sea <strong>del</strong> glorioso Patriarca señor San José y que en el día <strong>del</strong> glorioso<br />

Padre San Juan de Dios, se me haya de recibir en dicha iglesia como tal patrón,<br />

con silla y tapete... y desde luego se me nombre por tal patrón después de mis<br />

días de dicho Convento y Hospital"….Facultaron al padre Domingo de Santa María<br />

para recibir la donación y firmar las escrituras, "pactos y todas las demás cosas<br />

que para la permanencia de la dicha erección de hospital y fundamento bastante<br />

para curar enfermos y sustentar los religiosos que en ejercitar su sagrado<br />

ministerio se requieren"….<br />

Finalmente, el 3 de enero de 1685 se otorgó ante el escribano de Aguascalientes<br />

la escritura de donación.<br />

Los juaninos se instalaron en la villa en 1684 y al siguiente año fue nombrado prior<br />

de la comunidad fray Juan de Dios Patiño, quien se encargó de ejecutar los<br />

trabajos y demás diligencias conducentes; por eso figura en los protocolos como el<br />

fundador. En un informe dirigido a la Audiencia en 1686 solicitó la confirmación de<br />

la fundación, la que menciona estar concluida; el hospital contaba con "salas,<br />

iglesia, enfermería, celdas, cuartos para oficina y una huerta muy capaz que dicho<br />

padre (Patiño) tenía sembrada de trigo, en la que habían cabido tres fanegas y<br />

estaba cercada de tapias". Don Alejandro Topete <strong>del</strong> Valle dice que la suspirada<br />

autorización fue provista el 18 de marzo de 1686, lo cual no está muy claro,<br />

porque un siglo después el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas reprendería a la<br />

comunidad de la pésima administración de los bienes….Diego de Quijas alcanzó a<br />

ver casi terminada la obra de la casa-hospital, aunque de la iglesia sólo debió<br />

conocer los cimientos. En su testamento le encargó a su hermano el capitán<br />

Nicolás de Quijas que se observara lo referente a las donaciones a los juaninos al<br />

pie de la letra. D. Diego Quijas y Escalante murió el 9 de noviembre de 1686.<br />

El primer hospital no fue de grandes proporciones, sino modesto, pues sólo<br />

contaba con 5 celdas para los religiosos, 4 camas para enfermos (2 para hombres<br />

y 2 para mujeres) y una pequeña enfermería externa o consultorio con su botica.<br />

Los enfermos atendidos eran pocos, como lo sugieren los autos de las diversas<br />

visitas que los superiores hicieron en el siglo XVII y primera mitad <strong>del</strong> XVIII, en los<br />

cuales se dice que anualmente se atendían alrededor de 120 enfermos y que<br />

morían en las instalaciones alrededor <strong>del</strong> 30%. También se indica que el hospital<br />

era relativamente pobre, lo mismo que la iglesia, y que apenas se contaba con lo<br />

indispensable para salir de los compromisos económicos. En realidad respondía a<br />

las necesidades de una villa todavía poco poblada y carente de dinamismo<br />

comercial. No lo sabemos con precisión, pero de diversos informes eclesiásticos<br />

se infiere que contaba<br />

con mil habitantes más o menos y que toda la jurisdicción<br />

parroquial no rebasaba las 7 mil almas. No será sino basta el siglo XVIII cuando se<br />

construyeron el hospital y la iglesia tal como los conocemos en la actualidad.<br />

En la primera mitad <strong>del</strong> siglo XVIII, el hospital conservó su sencillez y pequeñez,<br />

quizá porque era suficiente para las necesidades de la población. En lo que los<br />

juaninos pusieron más interés fue en la construcción <strong>del</strong> templo. Estudiando los<br />

194


libros que se han salvado <strong>del</strong> convento-hospital de San Juan de Dios, supimos<br />

que el templo fue abierto al público en la última década <strong>del</strong> siglo XVII, aunque en<br />

condiciones precarias porque se había construido casi todo de adobe. El sucesor<br />

de Juan de Dios Patiño, fray Juan Cano, informó en 1691 que "había sufrido la<br />

fundación grandes atrasos por las grandes calamidades de los tiempos". Hay que<br />

decir que, al igual que los obispos, los superiores de la orden tenían la obligación<br />

de visitar las casas, pues así se lo señalaban sus constituciones. Estas visitas las<br />

realizaban cada 3 años para informarse de silos religiosos cumplían con lo<br />

prescrito por la orden, así como "para ver y saber si se cumple en todo con<br />

nuestro sagrado y loable instituto de la hospitalidad a que sumos llamados por la<br />

Divina Providencia, como es la asistencia de los pobres enfermos nuestros amos".<br />

En la visita hecha por el visitador general fray Luis de Rosas el 28 demayo de<br />

1700, se encontró al hospital en orden, no así a la iglesia, en la que recomendó se<br />

hicieran mejoras. Tanto el mencionado padre Cano como su sucesor, fray Melchor<br />

Sotomayor, la dotaron de altares, bancas, órgano realejo (manual), can<strong>del</strong>eros y<br />

"diversos lienzos de santos de pinceles distintos". Con estas mejoras quedó listo<br />

para su dedicación, acto que ocurrió el 5 de marzo de 1705. Después la iglesia fue<br />

reconstruida por completo. En 1741 el obispo Juan Leandro de Parada y el<br />

visitador general fray Antonio Mayoral la encontraron "con mucho aseo, limpieza y<br />

decencia".<br />

La prosperidad y el desarrollo de la villa volvieron necesario<br />

ampliar y mejorar las<br />

instalaciones. Los juaninos encontraron un gran benefactor en el Dr. Mateo José<br />

de Arteaga, que había recibido la parroquia a principios de 1761. Con su ayuda el<br />

prior Bernardino de San Juan de Dios Cabrera reestructuró el convento-hospital y<br />

la Iglesia; al primero se le declaró patrón, mientras que el padre Cabrera figura en<br />

los registros como "actual fundador". Fray Bernardino había sido prior <strong>del</strong><br />

convento de Cavite (Filipinas), maestro de novicios, prior de Zacatecas (en cuyo<br />

hospital hizo importantes mejoras) y de Guadalajara. Por su parte, Mateo José de<br />

Arteaga fue uno de los curas más distinguidos que ocuparon la parroquia de<br />

Aguascalientes, por su ilustración y por la gran obra material que en ella dejó.<br />

Ambos personajes lograron la reestructuración integral <strong>del</strong> hospital e iglesia de<br />

San Juan de Dios. La aportación de Arteaga fue determinante; de hecho, la<br />

reedificación <strong>del</strong> templo y oficinas, en 1765, se debió "a su generosidad, amor y<br />

caridad". La orden lo nombró hermano, "para que logre todos los beneficios<br />

espirituales que el Señor por su misericordia infinita se ha dignado conceder a<br />

nuestra Orden y Religión". También costeó la enfermería….La torre fue construida<br />

posteriormente por el padre Cabrera, cuando ya había dejado la parroquia el Dr.<br />

Arteaga, lo mismo que lo que quedaba pendiente <strong>del</strong> templo como sacristía,<br />

altares colaterales y de los cruceros, corredores<br />

y arcadas <strong>del</strong> claustro. Todo lo<br />

bendeciría en 1772 Vicente Flores Alatorre, quien sucedió en el curato al Dr.<br />

Arteaga, por haber sido promovido éste a una canonjía de la Catedral de<br />

Guadalajara.” 122<br />

En un último apartado, se describe la DECADENCIA Y FIN DEL HOSPITAL. “A<br />

partir de 1821, después de consumada la independencia nacional, la situación<br />

cambiaría por completo y todas estas instituciones resentirían los embates de los<br />

122 Ibdem. Pp. 117-122.<br />

195


liberales, que finalmente se tradujeron en la desamortización de los bienes<br />

eclesiásiticos y la aplicación de las Leyes de Reforma.<br />

En la época de la guerra de Independencia, el hospital prestó grandes servicios a<br />

la población. Cuando la villa fue tomada por los insurgentes y ocurrió la terrible<br />

explosión en el polvorín de éstos, el 12 de diciembre de 1810, el hospital acogió a<br />

muchos heridos, aunque ciertamente fue incapaz de atender a todos los<br />

damnificados. Su camposanto fue la última morada de muchos de los que<br />

perdieron la vida en esa ocasión….El hospital continuó abierto a toda eventualidad<br />

durante la lucha insurgente, en cuyos años hay frecuentes noticias de ingreso,<br />

liberación y muerte de enfermos y heridos en él atendidos. En 1814, hizo frente<br />

con gran caridad y entrega a la epidemia de viruela que azotó la villa, traída<br />

supuestamente por "los arrieros que de aquí entraban a comerciar". Con el<br />

propósito de contrarrestarla, el obispo Cabañas hizo llegar la vacuna, la cual<br />

"entregaron a facultativos que hay en este lugar y a los Padres <strong>del</strong> Hospital". Aún<br />

cuando se vacunó a buen número de población, no resultó lo suficientemente<br />

efectiva porque "no guardaron la dieta prescrita los convalecientes y por haber<br />

sido meses de mucha lluvia que impidieron se aplicara debidamente". Los libros<br />

parroquiales registran 1,575 muertes por viruela, siendo los meses que van de<br />

agosto a noviembre los más problemáticos, (235, 387, 290 y 251 decesos en cada<br />

uno). La parroquia gastó en compra de vacunas en Zacatecas 2,801 pesos, 4<br />

reales, y en limosna a enfermos 655 pesos 4 reales.<br />

Debido a los problemas de la guerra comenzo a faltar personal religioso para la<br />

atencion <strong>del</strong> hospital que se agudizaron despues de la consumación de la<br />

independencia, la que juro la villa el 6 de junio de 1821. Las cosas se complicaron<br />

para los juaninos, y en mayo de 1827 el hospital pasó a manos <strong>del</strong> ayuntamiento<br />

para mejor remediar la poca atención que recibían los enfermos. La entrega fue<br />

hecha por el padre Mariano Rodríguez <strong>del</strong> Castillo. Bajo esa nueva administración<br />

la institución atendió en 1833 a las victimas de la epidemia de cólera que atacó la<br />

ciudad; el azote se manifestaba con terribles calambres y constantes<br />

evacuaciones, que producían en pocas horas la muerte. La epidemia apareció a<br />

fines de abril y prendió fuertemente en julio, dándose en este mes alrededor de 20<br />

defunciones diarias. Un informe de las autoridades<br />

municipales enviado al<br />

gobierno de Zacatecas y que cita Bernal Sánchez refiere que "cerca de cinco mil<br />

habitantes de la ciudad desaparecieron” Lo creemos exagerado pero entre líneas<br />

percibimos la magnitud <strong>del</strong> problema, pues la villa perdió tal vez la sexta parte de<br />

su población, que en 1832 fue estimada en 36,595 habitantes, distribuidos en<br />

8,008 familias.<br />

La situación económica <strong>del</strong> hospital se agravó en 1838, cuando el ayuntamiento y<br />

la parroquia acordaron cerrarlo temporalmente.<br />

En el libro correspondiente se asienta: "Hasta hoy concluyen las partidas (de<br />

enfermos) por haberse cerrado este Hospital. Aguascalientes, abril 2 de 1838.<br />

Atanacio Rodríguez". Una institución tan importante para la ciudad no podía<br />

permanecer cerrada mucho tiempo; así lo vio la población y pidió su apoyo al<br />

obispo de Guadalajara, Diego Aranda, en la visita que hizo en noviembre de ese<br />

año. El obispo le pidió al cura Ignacio Pérez que tratara el asunto con el<br />

ayuntamiento y el hospital, resueltos los problemas económicos, fue reabierto en<br />

1839. En marzo de 1840, el padre Gordiano Alonso de Hinojos fue nombrado<br />

196


capellán <strong>del</strong> hospital….Tocó al padre Alonso hacer frente a la difícil situación que<br />

se presentó en 1847, cuando el país fue invadido por los norteamericanos. Como<br />

se puede leer en el siguiente comunicado eclesiástico, la ciudad entera se inquietó<br />

al saber que "los yankees muy pronto los vamos a tener aquí en esta ciudad; la<br />

feligresía se prestó gustosa a comenzar de nuevo sus novenarios a Ntra. Sra. de<br />

Guadalupe con letanías mayores y procesión. Yo no sé qué esperanza tengo de<br />

que esta Divina Señora nos va a favorecer".<br />

El padre Alonso estuvo al frente <strong>del</strong> nosocomio hasta su muerte, que ocurrió en<br />

marzo de 1854. Lo suplió el presbítero José Maria Gordoa. Hay en este año una<br />

solicitud <strong>del</strong> ayuntamiento para que se recibieran en el hospital a los enfermos de<br />

la cárcel, retribuyendo al establecimiento con los réditos de un capital de 15,000<br />

pesos fincado en la hacienda <strong>del</strong> Soyatal. Hubo cierta inconformidad porque la<br />

petición se refería a hombres y mujeres y el hospital era sólo para hombres; de<br />

abrirse también a mujeres subirían los gastos; sin embargo, al final fue aceptada la<br />

petición <strong>del</strong> ayuntamiento.<br />

Debemos mencionar aquí que la virtuosa señora doña Rosalía Monroy dejó parte<br />

de sus bienes para el hospital y para hacerle mejoras a la cárcel de mujeres; esos<br />

fondos fueron administrados por el nuevo capellán <strong>del</strong> hospital, el presbítero José<br />

Maria Gordoa, quien reedificó en lo preciso el edificio….Sin embargo, a raíz de la<br />

proclamación de la Ley Lerdo (ley de 25 de junio de 1856) el nosocomio entró en<br />

una etapa verdaderamente difícil. Para mejor hacer frente a los problemas<br />

económicos, el ayuntamiento formó un patronato para administrar más<br />

racionalmente los bienes que se le asignaron; de lo donado por la señora Monroy<br />

se destinaban<br />

2,400 anuales para el hospital de mujeres y 1,500 para el civil de<br />

hombres. Aún cuando no dejó de contar con aportaciones piadosas, su situación<br />

fue cada día más apremiante por el estado de guerra en que el país vivió por<br />

años; el director siempre estaba en las últimas pidiendo le asignaran algo mas<br />

para hacer frente a las necesidades más urgentes, La situación económica era tan<br />

difícil que el ayuntamiento y el gobierno <strong>del</strong> estado, en lugar de aumentar sus<br />

aportaciones, hacían frecuentes exhortos para reducir 1os gastos. En un<br />

comunicado fechado el 6 de diciembre de 1862 el gobernador le pedía al<br />

administrador <strong>del</strong> hospital que hiciera economías.<br />

Al turnarse su administración al ayuntamiento el nosocomio tomo el hombre de<br />

Hospital Civil. En 1862 parte <strong>del</strong> edificio fue destinado para Escuela de Artes y<br />

Oficios, pues el local que ocupaban ésta y el hospicio de pobres estaban en<br />

ruinas. La situación<br />

<strong>del</strong> hospital con el gobierno liberal restablecido empeoró y en<br />

mayo de 1863 nuevamente fue cerrado.<br />

Sin embargo, esta decisión fue muy criticada por el pueblo y el gobierno se vio<br />

obligado a dar marcha atrás, determinándose que el hospital siguiera abierto<br />

mientras no cambien las circunstancias, pero solo para heridos consignados por<br />

los jueces y para los soldados.<br />

Encontramos escasa información sobre el hospital a partir de este año hasta el<br />

triunfo de la República. Durante el efímero imperio de Ma<strong>xi</strong>miliano, continuó bajo<br />

el control <strong>del</strong> ayuntamiento;<br />

sin embargo, el párroco Francisco M. Vargas más de<br />

una vez lo au<strong>xi</strong>lió de su peculio y con fondos parroquiales. La institución encontró<br />

gran apoyo en las Conferencias de San Vicente de Paul, fundadas en la ciudad<br />

en<br />

1866; los socios coadyuvaban en toda urgencia con equipo sanitario, medicinas,<br />

197


alimentos y ropa. Como eran tiempos de lucha fratricida, se abrió en el hospital<br />

una sala especial, destinada a la atención de los cuerpos militares en tránsito. A<br />

solicitud <strong>del</strong> cabildo municipal fue nombrado capellán <strong>del</strong> hospital en estos años<br />

difíciles el padre Cesáreo Romo, con un sueldo de 30 pesos mensuales; D.<br />

Francisco M. Vargas visitaba a los enfermos todas las semanas, consolándolos y<br />

pidiéndoles resignación. Como la institución dependía en todo <strong>del</strong> gobierno, la<br />

Iglesia se abocó a restaurar sólo el templo, que había sido cerrado en 1871<br />

"porque la autoridad civil llegó a encontrarlo ruinoso".<br />

Con los recursos dejados por la señora Rosalía Monroy y el apoyo de otros<br />

aguascalentenses se levantó un edificio nuevo al oriente <strong>del</strong> templo. Las obras de<br />

ampliación se inauguraron en 1885; parte <strong>del</strong> edificio sirvió de asiento al Liceo de<br />

Niñas y la otra continuó desempeñando funciones hospitalarias hasta 1903,<br />

cuando se puso en servicio el nuevo hospital Miguel Hidalgo, inaugurado por el<br />

gobernador Carlos Sagredo. El propósito de esta nueva obra "la asistencia gratuita<br />

de enfermos indigentes, la de aquellos que en calidad de presos remiten las<br />

autoridades políticas y judicial, la de enfermos pensionistas y la de militares,<br />

quienes pagarán las estancias correspondientes. Por su parte, el edificio que<br />

albergó durante tanto tiempo las instalaciones <strong>del</strong> hospital de San Juan de Dios<br />

desempeñó a partir de entonces diversas funciones de carácter social,<br />

principalmente educativas.”<br />

uerra cristera en el <strong>pensamiento</strong> de los combatientes. El caso <strong>del</strong><br />

S.A.<br />

123<br />

En el marco <strong>del</strong> XXII Coloquio de Antropología e Historia Regionales, se expuso el<br />

trabajo: “La g<br />

general José Gregorio Gutiérrez” 124 , el cual es publicado posteriormente en las<br />

memorias.<br />

En ese texto se describe de manera sintética pero clara una biografía enmarcada<br />

dentro de un contexto social regional y nacional, resaltando particularmente los<br />

aspectos políticos, que dan una semblanza <strong>del</strong> movimiento cristero. Por sus<br />

características se reproducirá el escrito; el Dr, Gutiérrez señala que: “Para hablar<br />

de la Cristiada y para que esta se entienda en su plenitud, hay que hacerlo de las<br />

personas que tuvieron parte en ella o influyeron en cualquier forma. En esta<br />

ocasión el tema será sobre el general José Gregorio Gutiérrez, uno de los<br />

principales jefes de la División <strong>del</strong> Sur de Jalisco, que comprendía el sur <strong>del</strong> propio<br />

Estado, el occidente de Michoacán, mas los estados de Colima y Nayarit. Y para<br />

ello me voy a valer de su obra Mis recuerdos de la Gesta Cristera, publicada en<br />

Guadalajara en 1975, por Impresiones Comerciales,<br />

El hombre.<br />

El General y Dr. José Gregorio Gutiérrez nació el 27 de mayo de 1902 en el<br />

rancho La Media Hanega, Municipio de Jalostotitlán, que se ubica en el pleno<br />

corazón de Los Altos de Jalisco. Hasta la edad de 15 años vivió en la Media<br />

Hanega en el hogar paterno formado por su padre D. Dionisio casado en<br />

segundas nupcias, pues su madre murió al nacer José Gregorio; alternó en sus<br />

primeros años los estudios primarios con los trabajos <strong>del</strong> campo, actividades que<br />

123 Ibdem. Pp. 123-130.<br />

124 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. “La guerra cristera en el <strong>pensamiento</strong> de los combatientes El Caso <strong>del</strong><br />

General José Gregorio Gutiérrez”; en Memoria <strong>del</strong> XXII Coloquio de Antropología e Historia, Zamora,<br />

Colegio de Michoacán, 2000.pp. 109-117.<br />

198


desarrollo con empeño y laboriosidad cuidando la tierra flaca y los ganados. Pasó<br />

después al Seminario de San Juan de los Lagos de donde saldría a Guadalajara<br />

para estudiar medicina.<br />

En Guadalajara se relacionó con los dos grandes líderes católicos jaliscienses <strong>del</strong><br />

momento Anacleto González Flores y Miguel Gómez Loza, álteños de pura cepa y<br />

formó parte de la A.C.J.M. En la capital tapatía vivió en Santa Mónica 682, en la<br />

casa de asistencia atendida por doña Gerónima Sonora España, que el grupo<br />

bautizó como La Gironda en honor de doña Giro. El grupo de la Gironda lo<br />

formaban el maistro Cleto, Miguel Gómez Loza, Lorenzo Reynoso Padilla, Jorge<br />

Padilla Gutiérrez, José María Gutiérrez González, Jesús Gutiérrez Casillas, Pablo<br />

Navarro, José Regalado, Hilario Pérez. José G. Gutiérrez G., Manuel Hernández y<br />

J. Trinidad Flores y otros, todos profundamente involucrados con la causa cristera.<br />

Son sus palabras. Es decir, una docena de jóvenes que con el tiempo resultaron:<br />

un sacerdote, seis abogados, cuatro médicos y uno que también iba para médico y<br />

perdió el camino. Allí nadie tenía que pagar una cuota fija;<br />

cada uno aportaba lo<br />

que mas podía, y era aquella siempre e<strong>xi</strong>gua para conseguir la alimentación de<br />

todos a prorrata... Más de algún gato, hecho liebre por obra y gracia de las<br />

virtudes culinarias de Doña Giro, alegró las fiestas estudiantiles <strong>del</strong> falasterio, con<br />

las consiguientes lamentaciones de alguna bella tapatía de los alrededores que<br />

perdía la oportunidad de colgarle al gato cascabeles o prenderle el moñito de<br />

listón azul o rosa, mientras sus lánguidos ojos verdes asaltaban la ventana de los<br />

estudiantes.<br />

El grupo discutía de todo, se estudiaba y se cantaba, pues el maistro era un<br />

consumado tañedor de guitarra; también la camaradería <strong>del</strong> maistro Cleto<br />

introdujo círculos de estudio de superación cultural y doctrina social-católica. Más<br />

de una vez la casa era visitada por la policía.<br />

Reiteraba: el maistro que escuela,<br />

prensa y catecismo serán las armas invencibles de la potente organización Unión<br />

Popular; también aprendieron la práctica pacífica de boycot de Gandhi. Para dar a<br />

conocer sus objetivos fuera de la ciudad crearon la publicación semanal<br />

GLADIUM, con un tiraje de 150 mil ejemplares en cada edición. En Jalisco echó a<br />

andar el grupo la Unión Popular, bajo un plan de resistencia pasiva que oponía un<br />

frente de lucha decidido y tenaz contra los desmanes que el gobierno<br />

revolucionario cometía o comenzaba a cometer. La Unión Popular controlaba a<br />

mas de cien mil afiliados que se distribuían en todos los sectores sociales, desde<br />

la ciudad hasta el campo, y nadie quedaba inactivo.<br />

Al subir a la presidencia Calles y extremar la opresión contra la Iglesia y los<br />

católicos, se volvió inútil la oposición pacífica, y el maistro reconoció la necesidad<br />

de empuñar las armas para defender los derechos de la Iglesia y los católicos, lo<br />

que obligaron a abandonar el plan primitivo de la Unión Popular, para ordenar el<br />

enfrentamiento al callismo en los campos de batalla: y nos levantamos en armas<br />

escuchando la voz de nuestras conciencias. Fue entonces cuando la Liga<br />

Nacional Defensora de la Libertad Religiosa aceptó lanzar a las armas a la Unión<br />

Popular. Para pertrechar de armas a los numerosos voluntarios que diariamente<br />

se presentaban a darse de alta, se organizaron las Brigadas Femeninas Santa<br />

Juana de Arco sujetas a la disciplina militar; para ello se crearon tres divisiones, la<br />

de Occidente, la <strong>del</strong> Centro y la <strong>del</strong> Distrito Federal.<br />

199


Una de las primeras víctimas importantes <strong>del</strong> movimiento fue el Licenciado<br />

Anacleto González Flores, el entrañable maistro, que fue abatido por las bolas<br />

callistas en el Cuartel Colorado de Guadalajara, junto con los hermanos Vargas y<br />

Luis Padilla. Su muerte entristeció profundamente a José Gregorio y demás<br />

miembros de la Gironda; Jalisco y Mé<strong>xi</strong>co perdió a un gran líder y patriota, al gran<br />

líder de la resistencia pacífica, al Gandhi me<strong>xi</strong>cano como algunos lo han llamado.<br />

Involucrado totalmente en el movimiento cristero, José Gregorio abandonó<br />

Guadalajara el 2 de julio de 1927 para coordinar la entrega de pertrechos a los<br />

cristeros <strong>del</strong> Sur de Jalisco, quedando adscrito a la escolta <strong>del</strong> general Jesús<br />

Degollado Guizar. Aprovechó un pequeño paréntesis para pasar al solar paterno,<br />

el rancho de la Media Hanega para recibir la bendición de su padre D. Dionisio<br />

como tranquilidad espiritual, pues quería entregarse sin reservas a las peligrosas<br />

jornadas que la lucha armada requería. D. Dionisio, ranchero católico práctico,<br />

amante de la libertad y partidario de quienes defendían los derechos de Dios y los<br />

principios de la Iglesia Católica, recibió con alegría al hijo.<br />

Fue un momento<br />

difícil el que vivió José Gregorio en la casa paterna, sobre todo<br />

cuando enteró a D. Dionisio de su decisión. D. Dionisio hombre de pocas letras,<br />

pero de una lógica meridiana, le espetó esta pregunta cuando supo la decisión de<br />

José Gregorio ¿Qué motivos has tenido para cortar tus estudios con riesgo de<br />

perder tu carrera y abrazar esta causa que pone en peligro no sólo tu vida sino la<br />

de todos en esta casa? José aceptó la razón que tenía en reclamarle así su padre<br />

y lamentó truncar su carrera. Pero le dijo: como nos encontramos enfrentados a un<br />

caso grave y de conciencia que ha puesto en peligro a la Patria y a la Iglesia en el<br />

que como católico debo luchar contra la tiranía.... he decidido tomar las armas,<br />

porque no quiero<br />

ser esclavo; esa es la razón que me asiste para abandonar mis<br />

estudios y abrazar la defensa de la causa.<br />

D. Dionisio sonrió ante esa respuesta y convencido de que era una decisión<br />

convincente y de conciencia, le dijo: puedes estar tranquilo y quitado de la pena de<br />

todo lo que te he dicho porque no te estoy reprochando nada sino que ha sido un<br />

recurso <strong>del</strong> que me he valido para estar seguro de que sabes lo que estás<br />

haciendo. Como tú, veo con toda claridad la situación actual de Mé<strong>xi</strong>co y<br />

comprendo también la obligación que nos viene a todos como católicos de servir a<br />

esta causa que lucha por la libertad y me siento orgulloso de que voluntariamente<br />

hayas tomado tu el lugar que te corresponde. Cuenta con mi permiso, recibe mi<br />

bendición y que Dios te ilumine para que sirvas lealmente a nuestra causa y te<br />

libre de todos los peligros. D. Dionisio se puso de pie y sin añadir palabra se<br />

encaminó al barbecho a tomar el arado para rendir la jornada de la tarde.<br />

No se volvió a hablar mas <strong>del</strong> asunto y José Gregorio salió de la Media Hanega<br />

dos días después, luego de recibir de rodillas la bendición paterna, para tomar su<br />

puesto al lado <strong>del</strong> general Degollado quien lo nombró miembro de su Estado<br />

Mayor con el grado de mayor; era el mes de agosto de 1927. En los mandos<br />

cristeros José Gregorio tuvo una gran prestancia. Por ejemplo, cuando en julio de<br />

1928 los cristeros prepararon un atentado contra Obregón recién electo<br />

Presidente, encargaron a José Gregorio que seleccionara un grupo de 10 hombres<br />

para realizarlo durante un banquete que se le ofrecería en el Club El Paradero, de<br />

Guadalajara. No pudo realizarse el atentado, porque Obregón pasó de largo hacia<br />

la ciudad de Mé<strong>xi</strong>co. Refiere: no pudimos averiguar la verdadera causa <strong>del</strong><br />

200


cambiazo, pero sí quedamos convencidos que Dios lo tenía sentenciado y<br />

reservado su fin en la Capital de la República. En una de sus comisiones a<br />

Guadalajara cayó prisionero y fue conducido al panteón <strong>del</strong> Mezquitán para ser<br />

fusilado; cuando esperaba la descarga mortal se presentó su primo José Reynoso<br />

Gutiérrez con, 2,500 pesos en oro precio que había concertado con el inspector<br />

Borrallo. Volvió al sur, donde permaneció hasta los arreglos. Al morir el general<br />

Gorostieta fue nombrado Jefe de la Guardia Nacional el general Jesús Degollado,<br />

quien nombró a José Gregorio Jefe de la División <strong>del</strong> Sur, ascendiéndolo a general<br />

brigadier en cuyo puesto lo encontraron los arreglos.<br />

Llevó a cabo el licenciamiento de las tropas cristeras de la División Sur de Jalisco<br />

compuestas de unos tres mil hombres. Para José Gregorio como<br />

para la mayoría<br />

de los combatientes la orden fue cumplida con tristeza, porque después de tres<br />

años de lucha nada se consiguió. Como ocurrió a miles de cristeros, José<br />

Gregorio no confió en la palabra <strong>del</strong> gobierno y para salvar su vida emigró a la<br />

ciudad de Mé<strong>xi</strong>co donde murió cuando frisaba los noventa años, en 1989.<br />

Marco general.<br />

No voy a abundar en los argumentos previos que maneja José Gregorio para<br />

justificar el movimiento cristero, aunque si hacer un recuento de ellos para mejor<br />

entenderlo. Como es de todos sabido, algunos artículos de la Constitución fueron<br />

abiertamente rechazados por la Iglesia y los católicos por considerarlos contrarios<br />

a la libertad religiosa. El problema religioso era añejo en Mé<strong>xi</strong>co; se arrastraba<br />

desde la jura de la Constitución de 1857 y Leyes de Reforma y se había<br />

recrudecido con el Triunfo de la Revolución y Constitución de 1917 e hizo crisis<br />

durante el gobierno de Alvaro Obregón. Veamos un poco más en detalle su<br />

desarrollo.<br />

Con ocasión de la bendición de la primer piedra <strong>del</strong> monumento a Cristo Rey en el<br />

Cubilete, enero de 1923, la Secretaría de Gobernación turnó un telegrama al<br />

obispo de León, Mons. Emeterio Valverde y Téllez, en que le advertía que la<br />

ceremonia no alterara ni violara las disposiciones de la Constitución, en lo que<br />

ordena respecto a la celebración de cultos al aire libre. Debido a la protesta que<br />

sobre ello hizo la Federación Anticlerical Me<strong>xi</strong>cana<br />

y a que se reportó que los<br />

actos habían transgredido la Constitución, el gobierno me<strong>xi</strong>cano ordenó la salida<br />

<strong>del</strong> Delegado Papal, Monseñor Filippi, lo que causó la protesta <strong>del</strong> Vaticano. El<br />

gobierno de Obregón explicó haberlo hecho porque había violado la Constitución,<br />

tranquilidad pública y antecedentes históricas sobre actividades religiosas en<br />

política nacional.<br />

La tensión empeoró al ascenso de Calles a la Presidencia. Primero por el<br />

problema <strong>del</strong> Patriarca Pérez que se apoderó <strong>del</strong> templo de la Soledad en la<br />

ciudad de Mé<strong>xi</strong>co, que generó la siguiente protesta <strong>del</strong> Arzobispado Mora y <strong>del</strong><br />

Río: No podemos callar ante el escándalo ni ocultar el dolor de nuestra alma ante<br />

la prevaricación de dos mal aconsejados sacerdotes<br />

(Ignacio Pérez y Luis Monge)<br />

que, desconociendo la suprema autoridad <strong>del</strong> Romano Pontífice, Vicario de Cristo<br />

en la Tierra, apostaban precipitadamente en el abismo <strong>del</strong> cisma y la heregía. A<br />

raíz de esto nació en la ciudad de Mé<strong>xi</strong>co la Liga Nacional Defensora de la<br />

Libertad Religiosa y en Guadalajara la Unión Popular que tenían como fin<br />

conquistar la libertad religiosa y todas las libertades que se derivan de ella en el<br />

201


orden social o económico, por los medios adecuados... y resistir pasivamente los<br />

desmanes que la horda revolucionaria cometía o anunciaba cometer.<br />

El problema recrudeció en 1926 y Pió XI manifestó su inconformidad en carta al<br />

arzobispo Mora y <strong>del</strong> Río a las ordenaciones y mandatos <strong>del</strong> gobierno me<strong>xi</strong>cano,<br />

que distan tanto de buscar el bien común y no merecen el nombre de leyes. Pide<br />

al clero y asociaciones religiosas que se abstengan de toda participación en<br />

política, para que no deis ocasión a los adversarios de la fe católica, de considerar<br />

a vuestra religión como un partido o facción política... No por eso les queda<br />

prohibido el ejercer los derechos y cargos civiles, comunes a todos los<br />

ciudadanos: mas aún, tanto su fe como el bien común de la Religión y de la Patria<br />

e<strong>xi</strong>gen que se usen esos derechos y se ejerciten esos cargos.<br />

El mismo mes de febrero se dieron algunos atropellos que enardecieron a los<br />

católicos como fue la clausura de algunos colegios católicos y conventos en Villa<br />

de Guadalupe y expulsión de algunos sacerdotes en Jalisco por no tener permiso<br />

para ejercer, así como cierre de templos; al mes siguiente se le decretaría formal<br />

prisión al Obispo de Tulancingo, Mons. Manríquez y Zarate. Estos actos causaron<br />

serios tumultos y enfrentamientos contra la policía. En abril el Episcopado<br />

me<strong>xi</strong>cano dio a conocer una Carta Colectiva en que manifestaba su inconformidad<br />

ante la situación reinante; entre otras cosas decía: Si la Iglesia es una sociedad<br />

distinta <strong>del</strong> Estado, e independiente de él por su origen, por su naturaleza y por su<br />

fin, es evidente que la Iglesia no debe ni puede, sin traicionarse<br />

a sí misma, sin<br />

desobedecer a Dios, admitir inferencia alguna <strong>del</strong> Estado, ni en su doctrina, ni en<br />

su jerarquía, ni en su gobierno, ni en todos los medios necesarios y útiles para su<br />

fin supremo. Y al referirse al control de los sacerdotes decía: no se les considera<br />

como tales, sino como simples profesionales... Se les prohibe el ejercicio de sus<br />

derechos políticos y cívicos. Se fiscaliza su acción religiosa, obligándolos a ellos<br />

en unión de diez vecinos, a que den parte a las autoridades de haberse encargado<br />

de algún templo o de haber sido trasladados a otra parte. En suma, a la vez que<br />

se les desconoce toda personalidad jurídica como ministros y se les considera<br />

como profesionistas, se les quitan casi en absoluto, sus derechos de ciudadanos,<br />

y esto aunque sean me<strong>xi</strong>canos de nacimiento.<br />

Lo que colmó el vaso fue la Ley Calles de 14 de junio de 1926 que reformaba el<br />

Código Penal para el Distrito y Territorios Federales en referencia a los <strong>del</strong>itos y<br />

faltas en materia de culto religioso y disciplina externa.<br />

Contiene 33 artículos y 3<br />

transitorios y se refieren al culto, a la enseñanza, a las publicaciones periódicas<br />

religiosas, o simplemente de tendencias marcadas a favor de determinada<br />

creencia religiosa, a las cuales se les prohíbe comentar asuntos políticos e<br />

informar sobre actos de las autoridades <strong>del</strong> país o de particulares relacionadas<br />

directamente con el funcionamiento de las instituciones públicas. Por lo que no es<br />

de extrañar que a partir <strong>del</strong> 31 de julio, la prensa diera un viraje y comenzara<br />

a dar<br />

noticias tendenciosas en materia<br />

religiosa.<br />

La primera respuesta de los católicos contra ésta fue organizar la defensa religiosa<br />

mediante un boycot, una resistencia pacífica en el campo cívico, con objeto de<br />

crear un estado de crisis económica que obligara al Gobierno a hacer cesar la<br />

situación de opresión legal en que vive la Iglesia Católica en nuestra patria. Calles<br />

no lo tomó en serio y llamó al movimiento pujido de beatas y muecas de<br />

sacristanes: pero pronto se dio cuenta que no era así y que el pueblo no estaba<br />

202


dispuesto a dejar que inpunemente se atentara contra lo mas sagrado e intocable,<br />

la religión.<br />

El conflicto comenzó con el encarcelamiento de los directores de la Liga Nacional<br />

Defensora de la Libertad Religios a los señores Rafael Ceniceros, Rene Capistrán<br />

Garza y Luis G. Bustos, hecho que causó un profundo malestar en los círculos<br />

sociales y católicos de la capital. A ésto siguió la Carta Pastoral Colectiva <strong>del</strong><br />

Episcopado Me<strong>xi</strong>cano de 25 de julio en que de nuevo manifestaron su<br />

inconformidad con los artículos antirreligiosos de la Constitución y las leyes que lo<br />

sancionaron. El asunto nodal fue ordenar el retiro de los sacerdotes de los<br />

templos: los sacerdotes encargados de ellos se retirarán de los mismos para<br />

e<strong>xi</strong>mirse de las penas que les impone el decreto <strong>del</strong> Ejecutivo, quedando por el<br />

mismo exentos de dar el aviso que les impone la ley. Dejamos los templos al<br />

cuidado de los fieles y estamos seguros que ellos conservarán con toda solicitud<br />

los santuarios que heredaron de sus mayores o las que a costa de sacrificios<br />

construyeron y consagraron ellos para adorar a Dios. La actitud digna y energética<br />

mostrada por el Episcopado en este documento disgustó en grado sumo a Calles<br />

y fue motivo suficiente para declarar rebeldes a prelados y sacerdotes y desatar<br />

implacable persecución contra ellos. A esta agresión brutal, los líderes católicos<br />

acordaron replicar con el boycot; como decían los obispos, no cabe ya de nuestra<br />

parte condescendencia ninguna. Al no surtir efecto el boycot, se fueron a las<br />

armas, al campo de batalla para reconquistar sus libertades.<br />

Conocida la Pastoral, el pueblo católico se sintió herido en lo mas intimo y sagrado<br />

de su ser. Desde el 31 de julio en que se cerrarían los templos y se ocultarían los<br />

sacerdotes, nadie predicaría la palabra de Dios ni recibiría los sacramentos, los<br />

enfermos morirán sin el consuelo final. Todos los periódicos <strong>del</strong> país saca en<br />

primera plana el 31 de julio anuncios similares: esta mañana dijéronse las últimas<br />

misas en todos los templos, con la entrega de las iglesias... Una gran mayoría de<br />

católicos han adoptado el traje de luto y han colocado moños negros en sus casas<br />

en señal de luto por la clausura de los templos. Pero paradójicamente daban<br />

también cuenta de una manifestación de adhesión al Gobierno: muchos millares<br />

de obreros, empleados públicos, miembros de las logias masónicas y<br />

asociaciones políticas y sociales desfilaron ayer en la mañana para significar al<br />

Presidente<br />

de la República la adhesión de las clases proletarias y respaldar la<br />

actitud que ha asumido en la cuestión religiosa.<br />

No tardo en ponerse caótica la situación de los católicos, pues eran perseguidos y<br />

encarcelados por la policía. Las autoridades menores y jefes de guarniciones<br />

militares cometían toda clase de atropellos con católicos y sacerdotes; por eso fue<br />

que se levantó en armas. Y como Calles había manifestado que no tenían otro<br />

camino que las leyes o las armas, al no poder resolver el conflicto por las leyes,<br />

iniciaron en todo el país los levantamientos desde el mes de agosto.<br />

Justificación de la guerra.<br />

José Gregorio estuvo consciente en que la guerra cristera era un movimiento<br />

justo; más desde el momento en que espetó Calles<br />

a los católicos: o se someten a<br />

las leyes, o acuden a las Cámaras o toman las armas. Para todo estoy preparado.<br />

La Constitución y la leyes vigentes en lugar de resolverlo lo habían recrudecido;<br />

por su parte el Congreso también había hecho oídos sordos, pues cuando el 6 de<br />

septiembre de 1926 el Episcopado le envió un Memorial, demandando a nombre<br />

203


<strong>del</strong> pueblo católico me<strong>xi</strong>cano la derogación de algunas disposiciones de la<br />

Constitución y la reforma de otras con objeto de poner término al conflicto y de<br />

obtener la libertad de la Iglesia, fue rechazado por ésta. Tampoco los diputados<br />

hicieron caso de no menos de 2000 telégrafos y millares de firmas llegados de<br />

todo el país. Solo uno votó en contra <strong>del</strong> dictamen; por lo tanto, les quedaba la<br />

tercera opción, la guerra. A estas alturas muchos católicos me<strong>xi</strong>canos<br />

consideraban ya la toma de la armas como justa; pero no habían actuado por<br />

razones de conciencia; esperaban elementos convincentes y poco<br />

comprometedores para hacerlo. Durante agosto se continuó trabajando porque no<br />

se desatara el conflicto armado, pero en algunos lugares los católicos no<br />

aguantaron y se levantaron armas, como fue el caso de Chalchihuites, Zac. y otros<br />

puntos.<br />

La actitud intransigente de Calles en lugar de calmar el problema, lo que hizo fue<br />

incitar a la rebelión; es lo que deducimos de la entrevista entre Calles, el arzobispo<br />

Ruiz y Flores y el obispo Díaz <strong>del</strong> 21 de agosto. Los prelados reiteraron a lo largo<br />

de la conferencia, que la Iglesia no quería la guerra sino la paz pues su labor era<br />

de cooperación con los gobernantes para felicidad <strong>del</strong> pueblo. Testarudo Calles<br />

les contestó: una cosa son las palabras y otra muy diferente los hechos, y agregó:<br />

el Gobierno tiene perfecta información a cerca de las actividades sediciosas de los<br />

católicos y aún <strong>del</strong> clero que intenta provocar motivos dentro <strong>del</strong> país, y presión en<br />

los países extranjeros contra Mé<strong>xi</strong>co. Trajo el caso de Yurícuaro; donde se había<br />

dado muerte a varios individuos de tropa y que los curas habían sido los<br />

instigadores de esos asesinatos, por cuyo motivo he dado orden de fusilarlos<br />

donde quiera se les encuentre. Entre desdeñoso y desafiante concluyó: ya pueden<br />

avisárselo a su obispo...; lamento que el clero no comprenda todavía las<br />

necesidades de su época con lo que hace poco favor a la Iglesia... Tienen ustedes<br />

el camino de la ley. Ocurran al Congreso y a los amparos de la Justicia Federal .<br />

Abiertamente Calles sugirió a los obispos la rebelión al terminar la conferencia y<br />

sin estrechar la mano les espetó: ya saben ustedes, no tiene más camino que las<br />

leyes o las armas. Había, por tanto, una manifestación explícita, puesto que la<br />

Iglesia no se iba a sujetar a las leyes; lo que confirmo en su informe <strong>del</strong> 1° de<br />

septiembre. Los católicos solo esperaron la decisión Papal quien tenía la última<br />

palabra.<br />

Mientras llegaba su respuesta, no pocos católicos se a<strong>del</strong>antaron y tomaron las<br />

armas; para su tranquilidad los obispos informaron en comunicado de 1° de<br />

noviembre católico, que aunque la moral católica reprobaba el llamado derecho de<br />

rebelión, en opinión de algunos teólogos estaba autorizada la defensa armada<br />

contra la injusta agresión de un poder tiránico después de agotados inútilmente los<br />

medios pacíficos. Aunque les decían que si algún católico, seglar o eclesiástico,<br />

siguiendo la doctrina citada, cree haber llegado el caso de la licitud de esa<br />

defensa, el Episcopado no se hace solidario de esa resolución práctica. En este<br />

contexto, los levantamientos hasta ahora obedecían a acciones personales<br />

espontáneos, no a consignas <strong>del</strong> Episcopado.<br />

La Encíclica Iniquis Affectisque de Pió XI <strong>del</strong> 18 de noviembre de 1926 aclaró<br />

muchas dudas al respecto; sobre todo porque calificó la resistencia de los<br />

católicos me<strong>xi</strong>canos de espléndida y porque los exhortó a que la mantuvieran<br />

hasta que las oraciones mundiales y la misericordia de Dios, hicieran que los<br />

204


perseguidores rectificaran sus sendas... ¿Qué cosa queda por hacer a los obispos,<br />

sino declarar que no se mudara nada en su actitud y en la <strong>del</strong> pueblo mientras no<br />

se quitasen tan injustas leyes?" Lo más trascendentes fue que el Papa dio el<br />

espaldarazo a la Liga de Defensa de la Libertad Religiosa. Días después pediría la<br />

Liga al Episcopado no condenar el movimiento armado, sostener la unidad de<br />

acción por la conformidad de un mismo plan y un mismo caudillo, formar<br />

conciencia colectiva de que se trataba de una acción lícita, fondable, meritoria, de<br />

legitima defensa armada y habilitar canónicamente vicarios castrenses. El Comité<br />

Episcopal en reunión <strong>del</strong> 30 de noviembre con la Liga comunicó que habían sido<br />

aprobados los puntos señalados en el Memorial, excepto habilitar vicarios<br />

castrenses; es decir que el Episcopado aprobaba la guerra cristera. Veamos en<br />

detalle en qué sustenta José Gregorio la justedad de la guerra cristera.<br />

La argumentación manejada por José Gregorio se encuentra en los anteriores<br />

fundamentos; glosaré con mas detalle lo que dice al respecto en Mis recuerdos de<br />

la Gesta Cristera. Para él es determinante el articulo 15 de la Ley Calles y la<br />

Encíclica. Iniquis Affectisque de Pió XI, como también<br />

algunas instrucciones <strong>del</strong><br />

Episcopado Me<strong>xi</strong>cano. El artículo 15 de la Ley Calles reza: Queda estrictamente<br />

prohibida la formación de toda clase de agrupaciones políticas, cuyo título tenga<br />

alguna palabra o indicación cualquiera que las relacione con alguna confesión<br />

religiosa. José Gregorio refuerza el contenido con lo que apareció en el artículo La<br />

verdadera causa de los actuales desordenes en Mé<strong>xi</strong>co, que apareció en L'<br />

Observatore Romano en agosto de 1926. Ni se diga que los católicos podían<br />

unirse y organizarse para intentar una defensa por medios pacíficos y legales: es<br />

imposible, porque la ley de Calles prohíbe estrictamente, bajo pena más grave,<br />

toda asociación de los fieles con este fin. No queda pues, a las masas que no<br />

quieran someterse a la tiranía, a las que ya no contienen las pacíficas<br />

exhortaciones <strong>del</strong> clero, más que la rebeldía armada. Para el no cabe la menor<br />

duda que el Vaticano se reconoció el derecho que asistía a los católicos<br />

me<strong>xi</strong>canos al hacer uso de las armas.<br />

Para reforzar su aseveración José Gregorio cita el comunicado de la Liga de 26 de<br />

noviembre de 1926, en que hizo <strong>del</strong> dominio público que la Iglesia declaraba lícita<br />

la defensa armada, que los católicos consideramos obligatoria, porque resultaba<br />

evidente la <strong>presencia</strong><br />

de una tiranía y porque ya no e<strong>xi</strong>stían medios legales y<br />

pacíficos para resolver el problema, puesto que todos habían sido usados<br />

inútilmente. Además, porque es lícito un movimiento armado contra la tiranía, así<br />

haya llegado legítimamente al poder quien lo ejerce. Mayor razón había en este<br />

caso de Mé<strong>xi</strong>co, cuando Calles, además de tirano, era usurpador. Para él, el clero<br />

no había empujado a los católicos a que tomaran las armas, pero tampoco les<br />

prohibió que lo hicieran. La defensa armada, pues, nació <strong>del</strong> pueblo oprimido y<br />

deseoso de libertad.<br />

Ve que el someterse a las leyes, como deseaba Calles, equivalía a aceptar la<br />

esclavitud, pues ya se conoce la inutilidad de esa gestión y el lugar a donde fueron<br />

a parar el documento y las firmas que lo respaldaban. Entonces no quedaba sino<br />

alzarse en armas, es decir, el último de los tres caminos. Que fanfarroneara Calles<br />

estar preparado, le costó muy caro, porque aunque el ejército federal estaba bien<br />

equipado y dirigido por oficiales de carrera, se vio impotente para sofocar a los<br />

grupos cristeros. Además para obedecer las leyes a conciencia, hacía falta que no<br />

205


fueran arbitrarias, cosa no aceptada por los cristeros porque las sentían parciales<br />

y favorables a intereses oscuros e injustos. En esa situación, no es posible negar<br />

a los católicos me<strong>xi</strong>canos el inalienable derecho de legitima defensa ante la<br />

opresión de las leyes que no lo son y los caprichos y desvarios de un tirano<br />

trepado en el poder en forma ilegal y espuria.<br />

La doctrina tradicional de que cualquier grupo de ciudadanos, aun sin constituir<br />

una persona moral completa, ni una unidad social orgánica, puede, en virtud <strong>del</strong><br />

derecho natural inherente a cada individuo, mancomunar las fuerzas de todos a fin<br />

de oponer a una opresión común, el haz de una resistencia común, el haz de una<br />

resistencia colectiva, daba la pauta a los cristeros para no esperar el impulso de<br />

los superiores y, mucho menos, de los obispos quienes no son jefes militares sino<br />

espirituales. El derecho natural dice José Gregorio fue el imperativo que nos<br />

empujó a la lucha dejando a los prelados cumplir también con su obligación de<br />

resistir al tirano. En conclusión, creo haber dejado bien establecido que cuando la<br />

resistencia pasiva es inútil, perjudicial e imposible, como sucedió en Mé<strong>xi</strong>co, es<br />

lícito oponer a la autoridad la resistencia armada.<br />

Finalmente, en sus justificaciones sobre el movimiento cristero armado José<br />

Gregorio trae estas consideraciones emitidas por el protestante norteamericano<br />

Robert A. Greenfield en la VI Conferencia Panamericana celebrada a fines de<br />

1927 en La Habana. Como protestante que soy, y partidario de la masonería,<br />

juzgo de los acontecimientos católicos de Mé<strong>xi</strong>co mas bien con el propósito de<br />

defender a mi país, que con el de denunciar injusticias. Sin embargo, empiezo por<br />

hacer constar que con excepción de unos cuantos directores de determinadas<br />

sectas protestantes y algunos prominentes masones, todos nosotros reprobamos<br />

la forma bárbara con que el gobierno radical <strong>del</strong> General Calles ha combatido a los<br />

fieles de la religión católica... Hago constar que la mayoría de nosotros no puede<br />

apoyar las medidas de rigor extremo que han empleado en el país vecino las<br />

autoridades. Hizo Greenfield esta recomendación a los miembros de la VI<br />

Conferencia Panamericana: Sugiero que soliciten al Gobierno de Calles, que no<br />

prive de la vida a los católicos, ni ultraje a las mujeres, ni permita que sus<br />

subalternos, so pretexto de destruir al catolicismo, roben, asesinos y violen los<br />

derechos de los ciudadanos, como consta que lo están haciendo ahora en Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Conclusiones.<br />

El problema religioso en Mé<strong>xi</strong>co, cuyo momento más dramático fue la guerra<br />

cristera, se gestó con muchos años de anticipación, desde el siglo XIX. Al triunfo<br />

de la Revolución, el ambiente anticlerical que circuló entre los ideólogos de ésta y<br />

que constituyó el clima dominante <strong>del</strong> Congreso Constituyente reunido en<br />

Querétaro, lo intentó imponer el Estado a la sociedad; es decir, quiso imponerle<br />

los caminos de salvación por la fuerza atribuida a las leyes.<br />

Inmediato al triunfo de la revolución, en julio de 1914, Jalisco sintió ya esos<br />

nuevos aires, pues redujo a casi todo el clero de Guadalajara a prisión, con el<br />

pretexto de conspiración y ocultamiento de armas. Publicada la Constitución, en<br />

1917, surgió la polémica sobre los artículos considerados contrarios a la Iglesia y<br />

porque se puso en vigor el registro obligatorio de sacerdotes ante el gobierno<br />

como condición para ejercer su ministerio; también fijo el número que lo podían<br />

ejercer. Bajo el liderazgo de Anacleto González Flores nació la resistencia pacífica<br />

206


para conseguir la libertad religiosa, cuyo principal triunfo fue la derogación <strong>del</strong><br />

decreto 1913 sobre el número de sacerdotes que podían oficiar en el Estado.<br />

Aunque amainó temporalmente la presión contra la Iglesia y los católicos, el<br />

problema quedó vigente. El verdadero estallido vendría con el Gobierno de Calles,<br />

al decidir el 26 de enero la aplicación en todo el país el conjunto de leyes que en<br />

materia religiosa había estipulado la Constitución de 1917, lo que empujó al<br />

Episcopado a suspender los cultos a partir <strong>del</strong> 31 de julio de 1926. La idea de<br />

resistencia pacifica propugnada por el maistro Cleto cambió y se pensó como<br />

único camino recurrir a las armas; sustentaban los católicos este cambio en la<br />

doctrina medieval de la guerra justa enseñada por Sto. Tomás<br />

de Aquino e incluso<br />

tomando el ejemplo, muy discutible, de las cruzadas y por la lectura <strong>del</strong> libro de los<br />

Macabeos.<br />

La guerra cristera se desató con la convicción de que era una guerra junta y que<br />

su justificación estaba debidamente sustentada en la doctrina eclesiástica, por<br />

cuya razón los obispos dejaron en libertad a los católicos de unirse libremente a<br />

ella y a que los sacerdotes permanecieran<br />

con sus fieles en el medio rural, aunque<br />

sin comprometerse directamente con los combatientes. Esta decisión fue de<br />

capital importancia para evitar que el desaliento de los cristeros cundiera y que<br />

ante la actitud negativa de buena parte <strong>del</strong> clero los precipitara en el cisma o la<br />

heregía. Durante estos años la comunidad católicas atravesó por múltiples<br />

penalidades, sobre todo en el medio rural.<br />

La presión interna que generaba la guerra cristera sobre el gobierno; el asesinato<br />

<strong>del</strong> presidente reelecto, Obregón, por un activista católico, el apremio extranjero<br />

sobre el país, particularmente el norteamericano, para que se diese solución al<br />

conflicto y, también, la relajación de la disciplina en la comunidad católica, llevó<br />

finalmente a la celebración<br />

de unos arreglos entre iglesia y Estado. Por este<br />

consenso oral, el gobierno se comprometió a no aplicar los artículos persecutorios,<br />

aunque no los abatió. Los obispos participantes, Leopoldo Ruíz y Flores, de<br />

Michoacán, y Pascual Díaz Barreto, de Tabasco, se comprometieron a obligar a<br />

los cristeros a entregar las armas y a reanudar los cultos. Emilio Portes Gil que<br />

negociaba por parte <strong>del</strong> Gobierno y como presidente interino, e<strong>xi</strong>gió además se<br />

entregaran al gobierno al arzobispo Orozco y Jiménez y a los obispos González<br />

Valencia y Manríquez y Zarate, los que fueron expulsados <strong>del</strong> país.<br />

Los obispos cumplieron su parte a pesar <strong>del</strong> elevado número de cristeros y de que<br />

la generalidad no estaba de acuerdo a unos arreglos de palabra, que ningún é<strong>xi</strong>to<br />

aseguraban a una lucha de más de tres años. De gran ayuda fue el mensaje <strong>del</strong><br />

general cristero Jesús Degollado Guizar, jefe má<strong>xi</strong>mo de las tropas cristeras al<br />

respecto: Su Santidad el Papa, por medio <strong>del</strong> excelentísimo señor Delegado<br />

Apostólico, ha dispuesto por razones que no conocemos, pero qu,. como católicos<br />

acatamos, que sin derogar las leyes, se reanudarán los cultos... La solución<br />

aplicada a la guerra cristera puso fin a este poderoso movimiento social nacido de<br />

ideales religiosos<br />

sinceros, aunque el gobierno y la sociedad en general fueron<br />

incapaces de entender y aceptar las consecuencias de estos arreglos.<br />

Encontramos en nuestro<br />

autor estas consideraciones finales en Mis recuerdos de<br />

la gesta cristera a las que sobran comentarios. Todo acabó de cualquier manera.<br />

Los espectadores, ante lo inesperado <strong>del</strong> caso, reaccionaron distintamente, según<br />

su criterio y conveniencia... La hipocresía,<br />

el engaño y la traición con abuso de<br />

207


autoridad... fingieron adoptar nobles y patrióticos sentimiento frente a los actores<br />

que observaron de cerca, y cuando los vieron inermes y abandonados a su suerte,<br />

les dieron el zarpazo más vil y más cobarde de la historia... Muchos, muchsísimos<br />

cayeron ante la embestida feroz, cobarde y criminal de la jauría dueña <strong>del</strong> poder,<br />

sin palabra, sin honor, sedienta de venganza y ansiosa de agradar al sanguinario y<br />

feroz huichilobos.<br />

¡Cuántos infelices actores cayeron, inermes, derramando su sangre por haber<br />

cometido el grave <strong>del</strong>ito de cumplir como cristianos, como patriotas, como<br />

me<strong>xi</strong>canos y que, por disciplina, entregaron sus armas abandonando el campo de<br />

batalla, único medio de garantizar por lo menos sus vidas!<br />

Y mientras esto pasaba en todos los rincones de Mé<strong>xi</strong>co, ¿qué hacían aquellos<br />

que sin tomar en cuenta a los actores, intervinieron para que el espectáculo se<br />

diera por concluido? Nada. Ni una protesta siguiera de su parte. Contemplaban<br />

impávidos y desde lejos la orgía de sangre a costa de nuestros hermanos,<br />

tarareando entre dientes aquel muy conocido estribillo: Tu lo quisiste fraile mostén,<br />

tú lo quisiste, tú te lo ten...”<br />

En fin, con la misma amargura que volvió a su hogar José Gregorio, volvieron<br />

miles de cristeros a hacer frente a una situación por demás difícil. Lo que les<br />

animó a hacer frente fueron las palabras pronunciadas ante el mundo por Pío XI:<br />

El Mé<strong>xi</strong>co cristero supo cumplir con su magno destino providencial, proclamando<br />

que el Reinado Temporal de Cristo debe defenderse, mantenerse y reimplantarse,<br />

si es necesario, por medio de la fuerza”<br />

o.”<br />

lo que hacía un total en el municipio de 9,218 gentes, que en promedio<br />

ra<br />

125<br />

Coincidente con el texto publicado acerca <strong>del</strong> Municipio de Ocampo, pero<br />

incorporando información propia de la investigación realizada, que no se incluyó<br />

en el mismo, el Dr. Gutiérrez publica el escrito “Entre la pobreza y la esperanza. El<br />

126<br />

caso de Ocampo, Gt<br />

Inicia estableciendo su Ubicación geográfica diciendo que El Municipio de<br />

Ocampo, Guanajuato, se localiza al norte y está considerado uno de los<br />

municipios más pobres <strong>del</strong> mismo. Luego de exponer sus colindancias y<br />

ubicación, refiere la orografía, hidrología, el clima, la vegetación, la pobre fauna y<br />

el tipo de tierras, hace un recuento histórico en sus periodos prehispánicos, la<br />

Conquista y la Colonia, la independencia y la reforma y los principales rasgos<br />

durante los inicios <strong>del</strong> siglo XX. De ellos destaca que: “Ocampo tenía cerca de<br />

2,000 habitantes en la cabecera, 2,228 en las 16 haciendas y 8,154 en los<br />

ranchos,<br />

apenas llegaba a un habitante por kilómetro cuadrado. El gobierno civil lo<br />

desempeñaba un Jefe Político Au<strong>xi</strong>liar, 2 regidores y 1 síndico; contaba con un<br />

subreceptor de rentas, un juez municipal, uno de registro civil y administración de<br />

correos. No contaba con telégrafo ni teléfono, pcro algunas haciendas tenían<br />

particular, que las comunicaba entre sí y con San Felipe. Su aspecto fisico e<br />

muy pobre, pues sólo algunas de sus calles estaban empedradas y sus edificios<br />

eran sencillos.<br />

125<br />

Ibdem.<br />

126<br />

Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. “Entre la pobreza y la esperanza. El caso de Ocampo, Gto.”<br />

Investigación y Ciencia. Año 9. No.<br />

25. Universidad Autónoma de Aguascalientes. Julio- diciembre 2001.<br />

pp. 65-74.<br />

208


Su vida social se deslizaba tranquila. La autoridad la detentaban los ricos, sobre<br />

todo el cura que valía más que la <strong>del</strong> jefe político. Se podía transitar tranquilamente<br />

y sin temor a toda hora por los caminos, el último colgado que había aparecido<br />

en un mezquite, fue por robar unas gallinas por hambre. El respeto a la propiedad<br />

era absoluto, impuesto por la dura mano de los componentes de la acordada, que<br />

era mandada por un ranchero valiente y con prestigio, con la obligación de velar<br />

por los intereses de los ricos, que eran los menos. La inmensa mayoría de<br />

ocampenses eran labriegos y medieros; los pocos empleados públicos detentaban<br />

su puesto vitaliciamente por ser miembros de la misma familia desde que se creó<br />

el Municipio. Igual sucedía con los empleados de la parroquia, notario, campanero,<br />

sacristán, que vivían, si no contentos, resignados<br />

con su pobreza y sus bajísimos<br />

sueldos.<br />

La Revolución de 1910 tuvo poca <strong>presencia</strong> para los ocampenses; la vieron desde<br />

lejos, porque los escenarios donde se desarrolló estuvieron fuera de su entorno.<br />

Sólo unos pocos se unieron a Praxedis Guerrero, Navarro y Osorio que la<br />

secundaron en el Estado, los que tomaron parte en los desmanes ocurridos en<br />

San Felipe, Jaral de Berrio y León al inicio de ésta. Sin embargo, su población fue<br />

molestada por algunos grupos armados,<br />

principalmente convencionistas en 1915-<br />

1916, en que <strong>del</strong> ejército de 15,000 hombres de Eulalio Gutiérrez, se desvalagaron<br />

por haciendas y ranchos Ocampenses. Más <strong>presencia</strong> tuvo la guerra cristera, que<br />

fue secundada por los Ocampenses Macedonio Claudio, Ascención Hernández,<br />

Jesús Luna, Refugio Gallegos y Luciano N. Pero una vez firmados los arreglos, la<br />

paz volvió a la municipalidad; en este contexto, los ocampenses pasaron menos<br />

sufrimientos que en otros lugares. Sí los inquietó la invasión de tierras por<br />

agraristas, que consiguieron se les repartieran más de 16,000 hectáreas durante<br />

la década de 1950.<br />

Pasarían muchos años para que Ocampo saliera de la marginalidad y fuera<br />

comunicada por carreteras y contara con obras de beneficio social, como agua, luz<br />

eléctrica, drenaje y teléfono. Fue en la década de los 70 que la modernización<br />

comenzó a ser realidad, pues sería electrificada totalmente la población y contaría<br />

con centro hospitalario y de Bienestar Social, educación secundaria y albergue<br />

escolar para niños de escasos recursos de la cabecera y comunidades rurales. En<br />

la actualidad cuenta con infraestructura para atender la salud, la educación y el<br />

deporte; la vivienda la tiene básicamente cubierta, así como el servicio de agua y<br />

drenaje.<br />

Su dinámica económica es respetable, pese a considerarse municipio pobre. La<br />

población masculina económicamente activa en 1995 era de 5,702 gentes y de<br />

ésta el 94.60% declaró estar trabajando o pronta a tener<br />

trabajo....Comprenderemos cuando hablemos de la emigración, que su economía<br />

es muy dependiente de los dólares que mandan los braceros a sus familias.”<br />

sido el desarrollo de las migraciones en Ocampo? ¿Cuales<br />

127<br />

Otro de los aspectos que se abordan en el escrito es el referente a la migración de<br />

los nativos a otras localidades, particularmente hacia Estados Unidos. El Doctor<br />

Gutiérrez aborda ese aspecto de la siguiente manera: “El fenómeno migratorio en<br />

Ocampo.- ¿Cómo ha<br />

son las causas que las motivaron y cómo se han vuelto una tradición para los<br />

127 Ibdem.<br />

209


Ocampenses? Creo que no basta señalar que el proceso migratorio como un<br />

hecho evidente en Ocampo durante el siglo XX, sino también buscar una<br />

respuesta lógica a una serie de dudas que se presentan en forma permanente,<br />

como si han intervenido sólo factores domésticos, o influyen también factores<br />

externos.<br />

Como primer respuesta, se vio necesario analizar suscintamente los diversos<br />

momentos en los que se ha dado un marcado flujo de ocampenses hacia los<br />

Estados Unidos. Quizá algunas de las causas de estas migraciones nada tengan<br />

que ver con otras, pero es posible que la práctica migratoria reiterada de<br />

originarios de Ocampo, en particular a los Estados Unidos, haya sentado las bases<br />

de una tradición. Manuel Gamio escribió:<br />

Los antecedentes históricos, las condiciones de escasa productividad <strong>del</strong> país y<br />

desequilibrada distribución de la riqueza, las de heterogeneidad ética, social<br />

cultural, etc., de la población y otros factores, han contribuido a que grandes<br />

masas que la integran hayan vivido perennemente en difícil situación económica.<br />

Cuando ésta alcanzó límites intolerables, se produjeron revoluciones que,<br />

temporalmente, cuando menos agravaron aún más el malestar social e hicieron<br />

emigrar a gran número de individuos.<br />

Del texto anterior se puede hacer la siguiente lectura. Que la causa principal de las<br />

migraciones es el económico una sociedad donde las condiciones económicas son<br />

injustas y en la que pueden derivarse un conflicto social que hace insegura la<br />

estancia en la localidad. De estos dos elementos causales, puede establecerse<br />

que la gente emigra en busca de seguridad física y social y por acceder a un mejor<br />

nivel de vida. Es de hace notar, que cuando Gamio escribió su obra (1980), la<br />

época estuvo precedida y acompañada por revueltas de diferentes facciones<br />

revolucionarias que convulsionaban al país. También menciona como causa<br />

histórica la diversidad de la formación socio-histórica de las regiones, que debían<br />

responder de manera distinta ante la coyuntura; es decir, que la respuesta de los<br />

grupos sociales sería de acuerdo a sus propias especificidades, pero influenciadas<br />

por el proceso de su formación histórico-social.<br />

Aspectos que no considera Gamio es la presión que se puede originar en el<br />

exterior. Y es importante por contener diversos elementos históricos, estructurales<br />

o ideológicos en las localidades expulsoras, y que no pueden ignorarse. También<br />

el aspecto generado por la efervescencia social, porque una vez que éstos<br />

concluyen, el fenómeno migratorio continuó. Se debió principalmente a que el<br />

desarrollo <strong>del</strong> agro me<strong>xi</strong>cano jamás ha sido atendido. En este contexto, debemos<br />

pensar que no han sido causas únicas de migración una economía deprimida o un<br />

estado de inestabilidad social o política. La respuesta puede ser que estos pueblos<br />

han visto marchar a sus pobladores en busca de otros horizontes. Coinciden en lo<br />

anterior las diversas migraciones de ocampenses a los Estados Unidos; aunque<br />

no negamos que se deben agregar otras, como que los salarios de los jornaleros<br />

ni siquiera alcanzaban a satisfacer las necesidades elementales. En otras<br />

palabras, las migraciones son un proceso social en el que convergen factores<br />

internos y externos.<br />

Si aceptamos el fenómeno migratorio como un proceso social, debe aceptarse que<br />

su práctica puede ser socialmente transmitida, que forma parte <strong>del</strong> bagaje cultural<br />

de una localidad o de un grupo social específica, que la sociedad lo acepta como<br />

210


algo implícito a sus formas de vida; incluso, que forma parte de la vida cotidiana.<br />

Es difícil establecer con exactitud las causas reales que convirtieron a Ocampo en<br />

una zona de expulsión, sin embargo, el resultado de nuestro análisis nos conduce<br />

a pensar que no es exclusivo de la localidad y que comparte con muchas otras <strong>del</strong><br />

país algunas de las causas que dan origen al fenómeno. Lo que hace diferentes a<br />

las regiones son sus acontecimientos históricos especificidades de su propia<br />

historia. En fin, el fenomeno migratorio observado en Ocampo no debe<br />

desprenderse de manera exclusiva de los acontecimientos han impactado la vida<br />

de sos pobladores; tambien debe tenerse presente las acontecimientos<br />

extraterritoriales que inciden en la vida social, económica y política ellos. Veamos.<br />

Para Ocampo, como para el resto <strong>del</strong> país, el fenómeno migratorio ha sido<br />

provocado, principalmente por dos causas; primero, la falta de oportunidad de<br />

trabajo y, segundo, un deseo de mejorar el<br />

nivel económico de vida. Como los<br />

gobiernos me<strong>xi</strong>canos no han podido satísfacer ninguno de los dos, la población no<br />

ha visto alternativa que emigrar de sus lugares de origen a otros donde sí<br />

satisfacen esas necesidades, principalmente los Estados Unidos que, desde hace<br />

años ha necesitado de población extranjera para dar respuesta a una economía<br />

pujante y en permamente expansion.<br />

Este fenómeno no es de ahora y compete únicamente a Mé<strong>xi</strong>co. Sabemos que no<br />

todos los lugares de la tierra han podido satisfacer las necesidades de su<br />

población, y ésta siempre ha tenido una movilidad innata para ir en busca de<br />

aquello que necesita para subsistir. Este fenómeno ha e<strong>xi</strong>stido en Mé<strong>xi</strong>co durante<br />

su larga historia; pero hasta el siglo XIX que se conoció el ferrocarril se dio dentro<br />

<strong>del</strong> mismo territorio, hacia regiones pró<strong>xi</strong>mas que ofrecían mejores oportunidades<br />

o estaban faltas de mano de obra. Será en el último<br />

cuarto de ese siglo que las<br />

comunicaciones abrieron las puertas migratorias hacia los Estados Unidos, que es<br />

a la que nos referimos en el presente estudio; en concreto, lo restringimos a la<br />

municipalidad y pueblo de Ocampo Guanajuato.<br />

La premisa de que parto es que la emigración ocampenses se da, porque se ven<br />

obligados a salir <strong>del</strong> lugar de origen por falta de oportunidades laborales,<br />

principalmente, aunque también la encontramos que lo hicieron por miedo a<br />

perder la vida. Históricamente ésta se inició a fines <strong>del</strong> siglo XIX, a partir <strong>del</strong><br />

tendido de las vías <strong>del</strong> ferrocarril Mé<strong>xi</strong>co- Laredo en 1884. No hay duda de que fue<br />

esta acción la que posibilitó el proceso migratorio ocampense hacia los Estados<br />

Unidos. Escribe Jorge Durand: con la cone<strong>xi</strong>ón férrea entre los dos países, se<br />

inició de manera definitiva el proceso<br />

migratorio laboral entre ambos paises. Este<br />

primer movimiento hacia el norte fue significativo, aunque lo podemos considerar<br />

simple aventura, porque se redujo a un contado número de individuos y porque no<br />

lo motivó la falta de oportunidades laborales.<br />

Más importante fue el proceso ocurrido en las primeras décadas <strong>del</strong> siglo XX, al<br />

presentarse la íntranquilidad social y económica como efecto de la Revolución de<br />

1910. Aunque en este segundo proceso incidió más el peligro a la vida, fueron<br />

muchos los casos que lo hicieron por falta de oportunidades laborales. Pero lo que<br />

propició una corriente migratoria multitudinaria incontenible basta ahora, fue la<br />

guerra cristera, sus consecuencias y la política agraria de los gobiernos<br />

posrevolucionarios; sería apuntalada por apertura de carreteras a partir de 1940,<br />

211


anexa a la falta de mano de obra en los Estados Unidos durante la Segunda<br />

Guerra Mundial.<br />

Desde estos años, el ocampense vistializó en la migracion al norte una manera<br />

viable de solucionar el problema laboral, ya que la captación de dólares en los<br />

campos estadounidenses podía permitirle alcanzar un mejor nivel de vida para su<br />

familia y hasta adquirir casa y un predio rústico para trabajarlo. De hecho, el deseo<br />

de poseer casa propia y rancho y ver que algunos paisános a lograban, fue factor<br />

para que cada vez más ocampenses emigraran a Estados Unidos. Platicando con<br />

algunos que han regresado, reiteraron en que lo que más los ha empujado a la<br />

aventura, ha sido la situación economica: tener poco trabajo y que los salarios ni<br />

siquiera les alanzaban a satisfacer las necesidades más elementales. Es decir,<br />

que lo hacían por necesidad; un negocio aquí da pero no para todos cuando la<br />

familia es grande, me decia Jesus Pedroza.<br />

Mientras estuvo vigente el Programa Bracero (1942-1964) los ocampenses se<br />

enrolaron con contrato, que o iba mas allá de 9 meses, por lo que procuraban<br />

estar pendientes de nuevas contrataciones. Lo positivo de éste fue que no se<br />

desarraigaron <strong>del</strong> lugar, ni de la familia, pues algunos meses <strong>del</strong> año convivían en<br />

el lugar de nacimiento atendiendo la familia. A partir de la suspension <strong>del</strong><br />

programa bracero se inició<br />

la corriente de caracter ilegal y actuaron con tácticas<br />

contrarias a la ley. En la desesperación por escapar de la pobreza, cortaban el<br />

alambrado para pasar por debajo, cruzaban el rio Bravo a nado, utilizaban papeles<br />

falsos o pagaban para cruzar la frontera; esta ilegalidad nos obligaba a andar<br />

escondiéndose de la migra y a no poder volver a Ocampo, si querían continuar<br />

trabajando en los Estados Unidos. Fue causa importante de la desintegración<br />

familiar y que perdieran el amor a sus orígenes.<br />

De 1964 a 1986 fue un período difícil para los braceros espaldas mojadas o<br />

ilegales, aunque no por eso se detuvo la corriente migratoria, de hecho; han sido<br />

los años en que más ocampenses emigraron a los Estados Unidos, con peligro de<br />

perder la vida y que allá soportatan las vejaciones más indescriptibles. Pero todo<br />

lo hacían con la esperanza de abatir la pobreza, a sabiendas<br />

que era a costa de<br />

grandes sacrificios físicos y psicológicos. No pocos de ellos aguzaron su ingenio<br />

para arreglar papeles; la vía más usada fue llevar a la esposa para que en su<br />

estancia les diera un hijo para registrarlo como estadounidense, o también casarse<br />

con una nacida allá, pues ambas cosas les permitía e<strong>xi</strong>gir papeles al gobierno<br />

para vivir legalmente. Así fue como muchos pudieron permanecer y continuar<br />

trabajando sin ser molestados.<br />

La Ley Simpson- Rodino de l986 favoreció a cientos de ocampenses, pues al<br />

facilitarles regularizar papeles a quienes llevaran viviendo más de ó años en la<br />

Unión Americana y que podían integrar su familia al programa, los estabilizó<br />

emocional y económicamente. Fue ampliamente aprovechada la iniciativa y, así<br />

fue como miles de ilegales consiguieron regular su situación, al integrar la familia e<br />

invertir sus ahorros en la compra de casa o negocio. Aunque es de hacer notar<br />

que resultó perjudicial para la economia me<strong>xi</strong>cana, porque los dólares que antes<br />

mandaban a la familia se quedaban en la Unión. Esta situación preocupó al sector<br />

financiero, hacendario y bancario me<strong>xi</strong>canos, porque dejaron de llegar al país<br />

millones de dólares. Pero entre este mal, se dio en muchos el beneficio de poder<br />

hacer vida familiar.<br />

212


Hay que decir, que mientras no comenzó a verse lo positivo de la Ley Simpson-<br />

Rodino, causó mucha inquietud porque se creyó que era otra argucia norteame-<br />

ricana para realizar una deportacion masiva. Pero una vez que se vio lo positivo<br />

de ésta, se siguió una emigración masiva. Su efecto no se hizo esperar en<br />

Ocampo, pues tan sólo entre 1987 y 1990, la deserción escolar que se dio estuvo<br />

por arriba <strong>del</strong> 20% por año, al convertir los regularizados a sus familias en<br />

ciudadanos norteamericanos. Es más, sus efectos se extendieron aún a los no<br />

familiares, pues paisanos y conocidos pudieron acogerse a la ley. El parentesco y<br />

paisanaje jugó un importantísimo papel en el fenómeno migratorio de estos años.<br />

Lo anterior hizo reaccionar a grupos y gobierno estadounidense, endureciéndose<br />

la situación para los migrantes, un ejemplo es el famoso decreto 187 <strong>del</strong> estado de<br />

California. Más no por eso disminuyó la migración y volvieron a darse los ejemplos<br />

más inverosímiles de quienes intentan introducirse al territorio norteamericano.<br />

Aun cuando en la actualidad es tan problemático cruzar la frontera, los<br />

ocampenses continúan lanzándose a la aventura <strong>del</strong> norte;<br />

de hecho, la<br />

municipalidad sigue siendo gran expulsora de población hacia los Estados Unidos.<br />

A las causas de falta de oportunidad de trabajo y superación de nivel económico<br />

hay que agregar la imitación, que la encontramos reiterativa. Uno de los<br />

entrevistados me decía:<br />

Mi motivación de emigrar no fue tanto la necesidad de salir por encontrar qué<br />

comer, sino por vivir la experiencia contada tantas veces por otras gentes que se<br />

fueron, que aunque trataron de ocultar los sufrimientos pasados, aquí nos<br />

contaban las cosas bonitas y tú te formabas una idea y querías conocer como le<br />

sucede a cualquier joven: quieres vivir, y como era lo que más se escuchaba<br />

entonces, tú tenías el deseo de conocer los Estados Unidos que ellos platicaban.<br />

La razón que a este tipo de ocampenses les interesaba era porque veían a los<br />

norteños con buena ropa y gastando dinero como no lo podían hacer en el pueblo.<br />

Cabe destacar, que este tipo de relatos de los redeúntes eran falsos, ocultamiento<br />

de la verdad. Sin<br />

embargo, era suficiente para motivarlos a emigrar. Nos decía<br />

Otro refiriéndose a los que acudían a las fiestas patronales:<br />

Venen a Ocampo con mil dólares en la bolsa para ocho o quince días que vienen<br />

de vacaciones, y la gente de acá no puede gastar ese dinero y entonces se van.<br />

Yo vi eso en mis amgos que venían: toda su ropa nueva, tenis, dinero que no se<br />

les acababa: cambiaban un billete de cien dólares y compraban medio Ocampo;<br />

se les acababa y volvían a cambiar otro. Entonces esas cosas las ve uno aquí en<br />

Ocampo sin saber que hay que trabajar un año o dos allá para traerse mil<br />

dolaritos; hay que sudarlos y no ir a muchas fiestas para guardar esos mil dólares<br />

y esa ropa nueva es toda la ropa que va a comprar uno en todo el año. La compra<br />

uno y la va guardando; ve uno una camisita y la guarda en el veliz para cuando<br />

vaya a Ocampo<br />

a las Fiestas de San Juan; entonces anda uno peor allá que como<br />

andan aquí estos muchachos. Todo eso es mentira lo que vienen a presumir los<br />

norteños.<br />

El señalamiento que nos hacía, es puntual; pero los ocampenses se van siguiendo<br />

un mo<strong>del</strong>o falso que les construyen. No negamos que algunos hayan construido<br />

una situación bonancible y que hayan logrado un buen empleo que les permita<br />

alcanzar un buen nivel de vida en el norte. Pero los que lo logran son unos cuan-<br />

213


tos; lo malo es que pretenden hacer creer que así es la vida para todo el que<br />

emigra. Mucha razón tiene quien esto nos decía:<br />

¿Por qué regresé a Ocampo'? Bien, pues me di cuenta que en un país en el que<br />

estás ilegal, no puedes echar raíces. No te lo permites tú mismo, porque sientes<br />

qur no hay seguridad. Me di cuenta que mucha gente que está allá, no puede<br />

dejar de ser simple obrero, que tiene el trabajo más fregado...., entonces a esa<br />

gente la utilizan en barrer, mas no en un trabajo en el que hasta cierto punto seas<br />

de más utilidad y en el que puedas e<strong>xi</strong>gir un pago más decoroso. Sin embargo,<br />

esta motivación llega a convertirse en presión social, porque en Ocampo no se<br />

tienen las mismas posibilidades económicas para hacer esos gastos, la única<br />

manera de sentirse como los que regresan es emigrar. En este caso la presión<br />

más fuerte son las amistades, la familia y el grupo social porque al percibir una<br />

posición económica más holgada o el deseo de pertenecer a una clase social más<br />

alta, los empuja a emigrar para estar en las mismas condiciones. Es decir que se<br />

meezcla presión familiar y social; oigamos a un entrevistado:<br />

Yo he estado trabajando muchas veces allá. Tuve muchas actividades y pienso<br />

que hice muchos trabajos que jamás hubiera aceptado en Ocampo por orgullo. Yo<br />

fui desde comprador dc chatarra, taquero, trabajador de la construcción, jardinero,<br />

cantinero, hasta vendedor de joyas, y algunas de estas actividades no las hubiera<br />

aceptado aquí; pero las acepté por lograr un nivel socio-económico mejor…Hay<br />

que ser muy esclavos para estar allá; yo pienso que la mayoría de las gentes no<br />

dicen la realidad de las cosas.<br />

En fin, los relatos de los informadores señalan<br />

la presión social como una de las<br />

causas que mas propicia la migración en Ocampo y en grado muy inferior, los que<br />

la toman como una posibilidad para escalar socialmente. Es pertinente señalar el<br />

hecho de la presión que hace posible la emigración, no quiere decir que sea ajena<br />

a la sociedad, ya sea porque ésta en un momento la pueda rechazar, o porque se<br />

aspire a escalar en la estructura económica local; una y otra opción puede influir<br />

en la persona.<br />

Algunos problemas generados por la migración y consecuencias.- Me referíré aquí<br />

a los problemas que en los ocampenses de allá se han generado y que de una u<br />

otra forma, han repercutido acá, sobre todo al adquirir y trasplantar costumbres<br />

y<br />

actitudes no deseadas. Sin duda el primero es el desarraigo al lugar de origen<br />

para los que allá se quedan; desligados <strong>del</strong> origen, pierden la cultura y costumbres<br />

en que fueron educados al inficcionarse de una ajena y desconocida, impensada<br />

para el mo<strong>del</strong>o de sociedad local. La vemos patente en quienes vuelven por<br />

temporadas y manifiestan aptitudes tan contrarias a la vida, al mo<strong>del</strong>o social de<br />

Ocampo. Un ejemplo, el cholismo de especificidades tan chocantes a la sociedad<br />

local, o el uso de drogas, relacionado con actividades ilegales o conductas<br />

antisociales.<br />

Tanto el cholismo como las drogas los practica el emigrante en pandilla y por<br />

imitación, a sabiendas que son actividades rechazables social o legalmente. El<br />

pandillerismo cuya manifestación social más gráfica es el cholismo, lo aprenden<br />

los jóvenes que emigran al caer bajo el influjo de personas que viven el<br />

pandillerismo y que se presta mucho al vandalismo. Esta forma de actuar y vivir se<br />

les facilita por el hecho de ser ilegales, porque ante la ley no son nadie; y esto los<br />

hace más propensos al robo, a cometer infracciones de tránsito de otra índole,<br />

214


porque es más difícil que el aparato judicial estadounidense detecte a sus<br />

infractores; Oigamos a un entrevistado:<br />

Yo dejé el pueblo de Ocampo a los trece años y estuve en los Estados Unidos<br />

hasta los treinta y tres. En ese lapso tuve la oportunidad de involucrarme y mirar<br />

cómo evolucionaban las gangas y el movimiento cholo. Entonces, cuando uno<br />

tiene trece años, es fácil agarrar amistades entre los que se encuentra esa clase y<br />

tipo de personas. Entonces uno, no se, inconscientemente va adquiriendo las<br />

formas y los tipos de vida y se va uno habituando a tal manera que llega uno<br />

adquirir las formas y tipos de vida, de manera que llega uno casi a hacer su propio<br />

movimiento cholo. Entonces yo creo que ese es un problema originado y traído de<br />

allá ¿verdad? Mucha gente puede llamarle un problema. Pienso que es nada<br />

menos que un <strong>del</strong>ito, ser un grupo de personas que son afines a los mismos<br />

modos de pensar.<br />

En cuanto a la drogadicción, el camino es parecido al cholismo: las relaciones con<br />

las pandillas; esto me decía uno de los entrevistados:<br />

Hay muchos riesgos para los jóvenes de Ocampo que se van a los Estados<br />

Unirlos. Primeramente caer con personas equivocadas, equivocadas en que en la<br />

drogadicción allá se presta mucho al vandalismo. Como no nos identificamos con<br />

la ley, estoy hablando que se va uno de ilegal, desde que pasamos tenemos que<br />

pagar el precio: no somos nadie porque no estamos<br />

registrados, no e<strong>xi</strong>ste un<br />

Carlos López en Estados Unidos porque pasé de ilegal. El Gobierno no detecto a<br />

esa persona: entonces, se presta mucho a que yo pueda vender o usar droga, a<br />

que pueda cometer acciones antisociales.<br />

Lo anterior nos lleva a pensar a que es más fácil dedicarse a actividades ilícitas, a<br />

señalar que es fácil establecer redes encubiertas por el anonimato que les proporciona<br />

una estancia ilegal, actúen al margen de la ley. En este contexto, no se<br />

podría construir las particularidades de una red de distribuidores de droga;<br />

primero, por el riesgo que su exposición representa y, segundo, por el hermetismo<br />

con el que son tratadas estas cuestiones. No obstante lo anterior. Carlos es<br />

puntual al decir que el emigrado puede caer con personas equivocadas, con<br />

quienes ya se encuentran desarrollando esas prácticas y que pueden realizar esas<br />

actividades sin ser detectados por el aparato judicial estadounidense.<br />

Sin embargo, el desarrollo de actividades relacionadas con el uso y tráfico de<br />

drogas no es privativo de los que se encuentran ilegales; también los hay cuya<br />

estancia es legal. En la búsqueda de una respuesta, no podemos quedarnos con<br />

la explicación simplista de que es un problema mundial. Debe haber un motivo, y<br />

en el caso de algunos ocampenses es el temor al fracaso. Recordemos que es la<br />

economía la causa, el motor de las migraciones. Luego, alguno que presiente que<br />

va a fracasar, prefiere involucrarse en actividades al margen de la ley que les<br />

permitan retornar al pueblo con la imagen de triunfadores.<br />

Por eso, para éstos que así piensan no tienen empacho<br />

en convertirte en<br />

distribuidores de droga, a sabiendas <strong>del</strong> peligro que corren si caen en manos de la<br />

justicia estadounidense. Cierto que son casos aislados, pero se dan. Me decía un<br />

entrevistado: la juventud entre los quince y los veinticinco años casi te puedo decir<br />

que el 90% toman, ingieren bebidas alcohólicas; y aunque suene un poco<br />

preocupante el 50% de ellos ha probado estupefacientes, drogas., y algunos de<br />

ellos ya se dedican exclusivamente a eso. Es preocupante que la municipalidad de<br />

215


Ocampo se vea flagelada por la ingestión de alcohol; pero es más preocupante<br />

que el uso de la droga se extienda siguiendo el ejemplo de migrantes redeúntes.<br />

Subyacente a la anterior situación se da en ellos el deseo de ser alguien, pues van<br />

a los Estados Unidos a triunfar, no a fracasar. Y como en su situación de ilegales<br />

es el mejor modo de mostrar que son alguien, fácilmente caen en una y otra<br />

actividad, que es lo que los hace ser alguien en la sociedad, que la sociedad se<br />

fije en ellos. En este contexto aceptan fácilmente este juego, el camino de las<br />

drogas y el pandillerismo, y se involucran a sabiendas que andan fuera de la ley.<br />

Para ellos lo más importante es retornar a su pueblo con la imagen de<br />

triunfadores.<br />

Es en este contexto que actúan los ocampenses al venir al pueblo; quieren<br />

demostrar que son personas e<strong>xi</strong>tosas, triunfadoras. Por eso, es común que en las<br />

fiestas gasten los ahorros de todo el año; para ellos manifestar tu é<strong>xi</strong>to es gastar<br />

en música, en bebidas embriagantes, en pachangas, pues con eso manifiestan<br />

que son hombres de é<strong>xi</strong>to, triunfadores. Es inconcebible para ellos volver al pueblo<br />

fracasados y cualquier actividad la consideran<br />

tipificada para obtener dinero, sin<br />

importarle que esté fuera de la ley, o que sea socialmente rechazado o atente<br />

contra la moralidad ocampense. Con esto no quiero decir que todos han caído en<br />

el cholísmo o las drogas; lo que no podemos negar es que estas costumbres<br />

antisociales se han popularizado en los migrantes.<br />

Se ha arraigado tanto en los ocampenses la aventura por el ideal americano, que<br />

sigue siendo cotidiana la corriente de ilegales o espaldas mojadas. El resultado<br />

ante el endurecimiento de las leyes es la expulsión diaria de miles por la migra,<br />

que les corta de tajo lograr ese ideal. ¡Qué difícil es que olviden esa aventura al<br />

volver al pueblo! Cierto que procuran incorporarse a las diversas labores; pero lo<br />

hacen temporalmente y en todos los trabajos son unos desarraigados,<br />

inconformes inadaptados. Difícilmente volverán a estar preparados para<br />

desempeñar la misión que como miembros de esa sociedad local<br />

tienen. Haber<br />

experimentado la aventura <strong>del</strong> norte los hace poco confiables para quienes los<br />

quieren ocupar, porque saben que en el momento menos pensado los dejan<br />

colgados.<br />

Consecuencias.- Para sopesar las consecuencias se hizo una encuesta en la<br />

localidad a familias y personas. La primer evidencia es que el desplazamiento de<br />

ocampeños está por encima <strong>del</strong> 20% que son padres de familia. Es decir que más<br />

<strong>del</strong> 20% de familias no cuentan con la <strong>presencia</strong> <strong>del</strong> padre; lo que quiere<br />

decir que<br />

el rol paterno lo asume la madre, pernicioso para una sociedad cimentada en la<br />

figura paterna. En otras palabras, el mo<strong>del</strong>o familiar tradicional se ha<br />

distorsionado, si no destruido en un porcentaje elevado. Lo más preocupante es<br />

que al padre siguen los hijos, quedando así el control familiar en la mujer. Ocampo<br />

es una sociedad de mujeres o de ancianos, pues la mano de obra productiva, los<br />

hombres más productivos están en los Estados Unidos.<br />

Los ocampenses se han forjado la idea que sólo el norte, que sólo la aventura<br />

americana puede resolverles sus carencias económicas; lo que les dice que, de no<br />

realizarla, jamás solucionarán éstas. Lo anterior ha creado en su imaginario esta<br />

consigna: es preciso emigrar, porque sólo las bondades<br />

económicas<br />

estadounidenses les posibilitan el desarrollo económico y el bienestar familiar;<br />

también que se va al norte para triunfar, por lo que si regresa debe haber<br />

216


triunfado, de lo contrario encontrará rechazo. Esta es una de las razones que no<br />

mide en su imaginario lo perjudicial que les es caer en la venta de drogas,<br />

prostituirse o enrolarse en prácticas ilegales.<br />

Su eventual vuelta a casa, al hogar, radica en un prurito presuntuoso, demostrar<br />

que ha triunfado y que se le reconozca como tal. Y si en un momento piensa volver<br />

a radicarse definitivamente a su lugar de origen es después de haber triunfado.<br />

No perdamos de vista que la mayoría jamás llega a identificarse con la sociedad y<br />

cultura anglosajona; de ahí que su triunfo económico lo relaciona con la vuelta al<br />

lugar de origen con la familia porque es acá donde sus hijos podrán librarse de los<br />

males morales que necesariamente inficciona a éstos. Esto, hay que decirlo, es<br />

una manifestación que su estancia en los Estados Unidos no es definitiva, sino<br />

temporal; pero para realizar un regreso definitivo deben antes haber triunfado, y el<br />

triunfo para ellos es haber resuelto la situación económica. De esto inferimos que<br />

el apego a sus raíces, a su origen no muere tan fácilmente, pese a la contracultura<br />

que trabaja tanto por borrar nuestra cultura; lo que se aprecia en la vida que<br />

procuran asimlarla a la de su lugar de origen.<br />

En fin, en términos generales, la emigración hacia Unión Americana la<br />

debemos<br />

considerar positiva para Ocampo por el flujo de divisas que han fortalecido su<br />

economía y porque ha resuelto el problema laboral de miles de ocampenses. Y<br />

esto se manifiesta, primero por la movilidad en la tenencia de la tierra o predios<br />

urbanos debido a las remesas de dólares que recibe la familia aunque esta<br />

circulación de dólares haya tenido un efecto negativo al cotizarse en dólares toda<br />

transaccion local. Y en cuanto al problema laboral, no hay duda que ha<br />

distensionado la presión demográfica, ya que ni la tierra ni la industria han sido<br />

capaces de satisfacer su incremento poblacional y menos crear alternativas de<br />

ocupación. Insistimos que los efectos más negativos derivados de la emigración<br />

es haber cooptado a muchos el narcotráfico, el camino más fácil de é<strong>xi</strong>to<br />

economico actividad que ha incidido en la sociedad ocampense.<br />

Conclusiones.- ¿Qué pros y contras ha acarreado la emigración ocampense a la<br />

localidad y sus pobladores? Para dar una respuesta congruente <strong>del</strong> fenómeno,<br />

conviene hacer algunas consideraciones sobre los diferendos que se han visto<br />

afectados. Como fenómeno social la emigración ha incidido en todas las áreas de<br />

la vida social de la municipalidad; sin embargo, en las que más ha repercutido son<br />

en la economía, la familia, las costumbres populares y la religión, y en cada una<br />

de éstas se observan diferentes<br />

consecuencias positivas o negativas.<br />

En cuanto a la economía, <strong>del</strong> universo encuestado alrededor <strong>del</strong> 88% señalaron<br />

ser positiva y el resto la consideran más negativa<br />

que positiva. Resaltaron tres<br />

grandes rubros positivos: flujo de divisas, empleo y nivel vida social, todos ellos<br />

interconectados entre si. Están de acuerdo en que el flujo de divisas provenientes<br />

<strong>del</strong> norte han fortalecido la economía local. No fueron tan optimistas en cuanto al<br />

empleo, pues sólo cerca <strong>del</strong> 45% señalaron que directa o indirectamente<br />

benefician los niveles salariales y señalaron la conveniencia de la tradición<br />

migratoria. En cuanto a la calidad de vida, estuvieron más acordes en que este<br />

fenómeno recurrente es positivo, por no manifestar el entorno posibilidad de<br />

construir un futuro sólido, sobre todo en educación superior.<br />

Las razones que nos dieron para considerar a la emigración negativa fueron que el<br />

beneficio apenas se percibía, porque al desplazarse el ocampense al norte bus-<br />

217


caba más atender necesidades y requerimentos personales, que destinar parte de<br />

sus ingresos, el flujo de recursos, en Ocampo. También mencionaron, que las<br />

emigraciones representaban ausencia de mano de obra disponible para la planta<br />

laboral local que impide el desarrollo <strong>del</strong> municipio; igualmente, hicieron hincapié<br />

en lo perjudicial que resulta el fenómeno inflacionario, que encarece los productos<br />

e impide se planee a largo plazo una planta industrial y productiva eficiente en la<br />

localidad: la ausencia de mano de obra inhibe la intencionalidad de inversiones.<br />

Un fenómeno latente es el encarecimiento de los bienes raíces, que ha repercutido<br />

para acceder a la tierra, a la habitación, para quienes no tienen la posibilidad de<br />

desplazarse a los Estados Unidos. Esto no niega lo posítivo <strong>del</strong><br />

fenómeno, que ha<br />

posibilitado el mejoramiento de instalaciones, al utilizar la tecnología procedente<br />

de los Estados Unidos que han sustituido sistemas de producción arcaicos por<br />

otros más modernos. Sin embargo, tiene su correspondiente lado negativo, porque<br />

posibilita un proceso de explotación y de desplazamiento de mano de obra, pues<br />

al tecnificarse el área productiva, se elimina mano de obra, la que al encontrarse<br />

cesante, tiende a buscar la alternativa de la emigración o se dedica a otras<br />

actividades que, incluso, llegan a colocarlos al margen de la legalidad.<br />

Lo anterior se patentiza en que el migrante utiliza sus ahorros para mejorar la<br />

calidad de los hatos, con el virtual desplazamiento de la ganadería extensiva a intensiva;<br />

en que las tierras de agostadero se destinan al cultivo de forrajes, lo que<br />

posibilito el encarecimiento de tierras apropiadas para el cultivo. Aunque la<br />

inmigración resuelve la presión<br />

poblacional, también quita posibilidades a la planta<br />

productiva rural, al no contar con mano de obra que impide su pleno desarrollo.<br />

Para quienes consideraron a la migración negativa para la familia, argumentaron<br />

su fracturación, ya que no todos han podido llevársela; el resultado es la desintegración<br />

de la familia, la pérdida de valores y la pérdida <strong>del</strong> respeto a los padres.<br />

Relevante en este punto es, que al establecerse los emigrados en el país <strong>del</strong><br />

norte, cambian por las diferencias ideológicas observables en su lugar de origen y<br />

el receptor, de manera tal, que el emigrante después de su aventura en el norte,<br />

no vuelve a ser el mismo. Es decir, que la ruptura de valores es lo que más<br />

profundo incide en la ruptura familiar. En este contexto, se dio un criterio<br />

generalizado en que la emigración es negativa para las costumbres de la<br />

población. En primer lugar, porque se permite la emergencia de nuevas<br />

costumbres que paulatinamente permean la sociedad local y llegan a tomarse<br />

como propias; y segundo,<br />

porque muchas prácticas tradicionales han desaparecido o se están modificando o<br />

sustituyendo por otras de reciente aparición.<br />

Finalmente en referencia a la religión, factor importante de cohesión social, más<br />

<strong>del</strong> 60% considero a la migración de efectos negativos.<br />

Respondieron que los<br />

migrantes ocampenses pierden paulatinamente la religión ya por descuido, por<br />

razones de carácter económico, por lograr el estatus de legalidad, o por la<br />

deficiente formación religiosa de los propios emigrados. Y si a esto agregamos la<br />

situación de profundos cambios sociales y una crisis de valores, vemos que el<br />

emigrante se ve cada vez más presionado para tambalear en su religión. Podemos<br />

decir, pues, que los ocampenses han cambiado en sus aspectos religiosos<br />

formales y que sus creencias, después de un siglo de prácticas migratorias, ya no<br />

218


son las mismas. La tradicionalidad de las prácticas se ha perdido mucho por<br />

influencia de sus migrantes.<br />

Es innegable que esta transformacion socioreligosa y cultural que Ocampo vive,<br />

se debe al fenómeno migratorio dado hacia los Estados Unidos en busca <strong>del</strong> ideal<br />

norteamericano, de un bienestar social y económico. Pero tampoco puede<br />

negarse que manifiesta una aceleración de efectos dislocadores en el entorno,<br />

pues han cambiado su vida social, cultural y religiosa; sus costumbres y vida<br />

religiosa no son las mismas. La mayoría de ños encuestados los ve negativos,<br />

porque sus efectos han dislocado la tranquilidad de la población, porque se están<br />

perdiendo los valores históricos, las costumbres y tradiciones.<br />

Les es difícil aceptar que la música vernácula, está siendo sustituida por el<br />

country, el heavy metal el rap o el tex-mex; que el vestir sea sustituido por el traje<br />

cholo el pachuco o el de vaqueros texanos; que la fiesta de gallos, carreras de<br />

caballos y charreadas, se cambien por competencias en moto y miniautos<br />

de<br />

carrera estadounidenses o arrancones. Que en lo religioso, las sectas protestantes<br />

entren en los hogares católicos sin resistencia, impensable hasta hace poco. Que<br />

el dólar esté pasando a ser la moneda que fija las transacciones comerciales, o<br />

que el inglés avance como lengua franca en lugar <strong>del</strong> español. No llegan a<br />

concebir que el Hot-dog y la hamiburguesa desplacen fácilmente al pozole, las<br />

carnitas, la birria o el mole y pasen a ser base de la alimentación. Lo que más<br />

preocupa es que la juventud ocampense esté siendo atraída y dominada por la<br />

contracultura de las drogas.<br />

Esta transformación sociocultural suena aberrante a la sociedad ocampense,<br />

profundamente cató lica y tradicionalista. Estos cambios tan drásticos están<br />

generando en los ocampenses altos rasgos de incertidumbre y los ven como<br />

serios enemigos en su reorganización futura.<br />

Se ven impotentes para hacerle frente, sobre todo porque tienen detrás a cientos<br />

de paisanos que la imponen y no hacen nada por detenerla. Me decían las<br />

autoridades civiles y eclesiásticas que se sienten impotentes para hacerle frente.<br />

El fenómeno muestra gran peligrosidad, sobre todo por címentarse en el mo<strong>del</strong>o<br />

americano que pretende conquistarnos más que por su ideología con su dinero<br />

porque el dinero todo lo logra. Lo anterior nos hace pensar en que en última<br />

instancia, los norteamericanos están trabajando en reformular un mo<strong>del</strong>o de país<br />

que implica un proyecto de nación nueva, que reniegue de la cultura cristiano-<br />

hispano y apunte hacia los Estados Unidos; un mo<strong>del</strong>o de nación nueva que<br />

entreteje una mayor interdependencia integracionalista con el país <strong>del</strong> norte.<br />

Ocampo como sociedad local está inmerso en este proyecto y, por lo tanto,<br />

también camina hacia ese colapso sociocultural, al igual que tantas otras<br />

sociedades me<strong>xi</strong>canas locales <strong>del</strong> mosaico de Mé<strong>xi</strong>co.<br />

El proceso está generando crisis de inestabilidad de destino y ausencia de valores<br />

sociales y conciencia histórica y cultural; y es que los valores de cultura. historicos,<br />

religiosos y sociales se contraponen a nuestro pasado histórico. Es innegable que<br />

los problemas identitarios, psicológicos y culturales están cada día más presentes<br />

en Ocampo y que se hace poco por detenerlos. Lo que veo más peligroso es que<br />

los agentes de cambio son locales, de mediana cultura e incapaces de digerir con<br />

claridad la influencia norteamericana. Y aunque digamos que este cambio está<br />

inserto en un proceso fincado en el azar, no deja de generar incertidumbre y<br />

219


ansiedad, sobre todo si los agentes no tienen en cuenta las raíces históricas<br />

locales y nacionales.” 128<br />

En un escrito el autor basado en la documentación disponible y ante la falta de<br />

documentos probatorios cuestiona los criterios vigentes sobre la fundación de<br />

Aguascalientes. Con el título: ¿Villa de la Ascención o de la Asunción? RAZÓN Y<br />

SER DE LA FUNDACIÓN DE AGUASCALIENTES José Antonio Gutiérrez<br />

Gutiérrez expone las siguientes consideraciones: “Estamos celebrando el 419<br />

aniversario de la fundación de Aguascalientes. El 22 de octubre de 1575 libraba el<br />

escrito que autorizaba la fundación de la Villa de la Ascención el doctor Jerónimo<br />

de Orozco, presidente de la Real Audiencia y Cancillería de Guadalajara y<br />

Gobernador <strong>del</strong> Reino de la Nueva Galicia donde está un fuerte que se llama<br />

Aguas Calientes, según asienta la Descripción de Teocaltiche hecha por D.<br />

Hernando Gallegos en 1585. Fueron sus fundadores el capitán D. Juan de<br />

Montero Rodríguez y otras personas venidas de Santa María de los Lagos.<br />

Es importantísimo conocer la cédula real, pero más el acta de fundación que<br />

dieron origen a Aguascalientes para mejor conservar la memoria histórica de<br />

nuestra ciudad.¿La razón"? Porque son los documentos fehacientes de su<br />

e<strong>xi</strong>stencia: Aguascalientes no tiene que lamentar como tantos otros pueblos<br />

fundados por los españoles haber perdido la cédula real que le dio origen porque<br />

sus hombres que se han encargado de hacer su historia han tenido la atingencia<br />

de conservarla como preciado tesoro. Aunque sí es de lamentar la no e<strong>xi</strong>stencia<br />

de su acta" de fundación. Quiero<br />

en esta ocasión, referirme a estos dos<br />

"documentos ahora qué estamos celebrando el 419 aniversario de su fundación.<br />

Hagamos un poco de historia "antes de referirnos a la cédula real que autorizó su<br />

fundación. La razón de este documento se aleja hasta 1499, en que los Reyes<br />

Católicos expidieron real decreto a Cristóbal Colón para fundara pueblos<br />

españoles en el Nuevo Mundo recién descubierto; además de que le pedían<br />

efectuar fundaciones, también e<strong>xi</strong>mían de Impuestos a quienes contribuyeran a la<br />

fundación de asentamientos urbanos. “Por cuanto Nos deseamos que en nuestras<br />

islas y tierra firme de las Indias se hagan poblaciones de cristianos... nuestra<br />

merced y voluntad es, que los vecinos y moradores cristianos que en las dichas<br />

vivan y a así fueren a vivir y morar, con sus casas y asientos, principalmente con<br />

su casa poblada, sean libres y exentos de monedas o moneda forera(*) y otros<br />

cualesquier pechos y derechos e imposiciones...<br />

Años más a<strong>del</strong>ante, en 1518, cuando se comenzó a promover la emigración de<br />

labradores, Doña Juana y Don Carlos, su hijo, reyes, ordenaron a todas las<br />

autoridades <strong>del</strong><br />

reino que hicieran saber de la necesidad que había de “que los<br />

que iban al nuevo mundo ya no se inclinaran más por coger el oro que por labrar<br />

la tierra y "granjerías"… para ello se hacía una general invitación a los labradores<br />

para que se embarcaran al Nuevo Mundo. Una vez llegados a estas tierras, se les<br />

debía proporcionar lo que hubiere menester para su sostenimiento y aposento y<br />

labranza. También se les prometía buscar los mejores asientos que hubiere en<br />

aquellas partes, para que hagan sus pueblos en la mejor disposición de aguas y<br />

"más a propósito de sus granjerías que se puedan; se les prometía premios en la<br />

productividad.<br />

128 Ibdem. Pp. 67-74<br />

220


Todas las fundaciones españolas <strong>del</strong> Nuevo Mundo guardaron cierta semejanza y<br />

se sujetaron a razones de fondo que justificaban la fundación de la nueva villa o<br />

pueblo. Concretándonos a la Nueva España, en 1523 Carlos V hizo llegar a<br />

Hernán Cortés una instrucción sobre el programa urbanizador. Se le decía al<br />

conquistador <strong>del</strong> imperio azteca: "Una de las principales cosas que habéis de<br />

mirar mucho es en los asientos de los lugares que se hubieren de hacer y<br />

asentar…Se ha de mirar que sea en sitios sanos y no anegadizos, y dé buenas<br />

aguas y de buenos aires, y cerca <strong>del</strong> monte y de buena tierra de labranzas…"<br />

Se le hacía hincapié a D. Hernando en la entrega de tierras para el adecuado<br />

desarrollo de las poblaciones y para el sustento de los qué decidían vivir en éstas.<br />

"Habéis de repartir los solares <strong>del</strong> lugar para hacer las casas de manera que<br />

hechas las casas en los solares el pueblo parezca ordenado: así en el lugar que<br />

dejaren para la plaza, como en el lugar que hubiera de ser la iglesia, como en el<br />

orden que tuvieren los tales pueblos y calles de ellos”. Igualmente le decía que,"a<br />

las personas y vecinos que fueren recibidos por vecinos de tales pueblos les deis<br />

sus vecindades de caballerías y peonías… y que señaléis a cada una de las<br />

"villas" y lugares que de nuevo se han poblado y poblaren en ésa tierra, las tierras<br />

y solares que os parezcan que han "menester". Le indicaban que los pueblos que<br />

se fundaran en tierra adentro, los hagáis en<br />

parte y asiento que os podáis<br />

aprovechar de ello… Lo cual todo haced y cumplid con aquella diligencia, fi<strong>del</strong>idad<br />

y buen recaudo que al servicio de Dios y bien y población de la dicha tierra<br />

convenga; y yo de vos confío".<br />

En 1573 expediría Felipe II las ordenanzas que resumirían todo lo concerniente<br />

nuevas fundaciones<br />

en América, las que serían observadas durante los tres siglos<br />

de colonia; éstas tocarían muy de cerca a Aguascalientes." El número 34 <strong>del</strong><br />

citado documento dice: "Para haber, de poblar elíjase la provincia, comarca y tierra<br />

que se ha de poblar, teniendo consideración a que sean saludables, lo cual<br />

conocerá en la copia que hubiere de hombres viejos y mozos de buena<br />

comple<strong>xi</strong>ón, disposición y color, y sin enfermedades, y en la copia de animales<br />

sanos y de competente tamaño y de sanos frutos y mantenimientos; que no se<br />

críen cosas ponzoñosas y nocivas; de buena y feliz constelación, el cielo claro y<br />

benigno, el aire puro y suave, sin impedimentos ni alteraciones, de buen temple,<br />

sin exceso de calor o frío, y habiendo declinar es mejor que sea frío... Y que sean<br />

fértiles y abundantes de todos frutos y mantenimientos, y de buenas tierras para<br />

sembrarlos y acogerlos,<br />

y de pasto para criar ganados, de montes y árboles para<br />

leña y materiales de casas y edificios, de muchas y buenas aguas para beber y<br />

para regar".<br />

También asentarán: "Los sitios y plantas de los pueblos se elijan en parte a donde<br />

tengan el agua cerca y se pueda derivar para mejor se aprovechara de ella en el<br />

pueblo y heredades cerca de él y que tenga cerca los materiales que son<br />

menester para los edificios y tierras que han de labrar y cultivar, y las que se han<br />

de pastar... No se elijan en lugares muy altos, porque son molestados de los<br />

vientos y es dificultoso el servicio y acarreo, ni en lugares muy bajos, porque<br />

suelen ser enfermos: elijan en lugares medianamente levantados que gocen de los<br />

aires libres y especialmente de los <strong>del</strong> norte y mediodía. Ordenaban una cosa muy<br />

importante, que a las nuevas poblaciones se les señálese ejido en tan competente<br />

cantidad que aunque la población vaya en mucho crecimiento, siempre quede<br />

221


astante espacio a donde la gente se pueda salir a recrear y salir los ganados, sin<br />

que hagan daño."<br />

Después de esta información general que se refiera a cualquier fundación<br />

española en América, creo que se podrá dar razón y ser de la fundación de<br />

Aguascalientes. Nuestra primer pregunta que nos hacemos es ¿cuándo nació la<br />

idea de fundar Aguascalientes? Sabemos que para "cuando ocurre este hecho,<br />

habían emigrado a la región algunos españoles que vivían en el campo y en los<br />

sitios de tierras que habían recibido en merced de parte <strong>del</strong> rey. También sabemos<br />

que debieron soportar un ambiente inhóspito desde el punto de vista geográfico y<br />

de zozobra por la cercanía de los chichimecas que habían declarado sangrienta<br />

guerra a los españoles, a quienes asaltaban y robaban sus ganados y cosechas.<br />

Efectivamente, fue un ambiente tenso y de zozobra en que tuvieron que enfrentar<br />

los primeros españoles que emigraron y colonizaron estas tierras donde se<br />

fundaría Aguascalientes. Precisamente para proteger los que ya moraban en la<br />

región de los chichimecas que robaban frecuentemente sus estancias y ganados,<br />

y que hasta los mataban, así como para proteger a los viajeros que iban o<br />

regresaban de Zacatecas, se fundó en 1563 Santa María de los Lagos; pero no<br />

fue suficiente para que los europeos ya asentados por acá se sintieron tranquilos,<br />

porque la guerra chichimeca continuaba viva.<br />

En la década de 1570 continuó el peligro y la depredación de parte de los<br />

chichimecas; entonces tanto el virrey como la Audiencia de Guadalajara pensaron<br />

en realizar algunas fundaciones españolas en la región, chichimeca, el rey en<br />

carta de abril de 573 pedía al doctor Jerónimo de Orozco, Presidente de la<br />

Audiencia<br />

de la Nueva Galicia, tratar con algún hombre rico que pueble algún pueblo en la<br />

frontera chichimeca. En mayo nuevamente insistió el rey en lo mismo; para<br />

remediar los daños de los guachichiles y chichimecas sería conveniente se funden<br />

poblaciones.<br />

La Audiencia Neogallega también hizo presión en 1574 (mayo) sobre la necesidad<br />

de poblar dos lugares y los medios para evitar fuera despoblada Santa María; de<br />

los Lagos. La necesidad de contar con un asentamiento español aparte de Lagos<br />

se veía imprescindible para que sirviera de asiento a los estancieros de los<br />

alrededores, de refugio a los viandantes y de guarnición contra los ataques<br />

chichimecas. En fin, había motivos más que suficientes para dar vida a la Villa de<br />

Aguascalientes.<br />

Una vez salvados los obstáculos burocráticos y con el compromiso <strong>del</strong> capitán<br />

Juan de Montoso de hacer frente a cualquier problema, nació la villa. Su origen<br />

jurídico está en la cédula que por instrucción <strong>del</strong> rey Felipe II firmara el doctor<br />

Jerónimo de Orozco el 22 de octubre de 1575. El documento señala la razón de la<br />

fundación. "Por cuanto, por Juan de Montoro, por sí, y en nombre de Jerónimo de<br />

la Cueva y Alonso de Alarcón, y otras muchas personas, me fue hecha relación<br />

diciendo, que ellos querían poblar una villa en el sitio y paso que dice Aguas<br />

Calientes, junto a unas casas que dicen tener en dicho sitio Alonso de Avalos<br />

Saavedra, treinta leguas de la ciudad de Guadalajara y diez y siete de la de Ntra.<br />

Señora de los Zacatecas".<br />

Otras razones que registra la pragmática son, que "se seguía gran servicio a Dios,<br />

al mío y segundad a los pasajeros que iban y venían a los minerales de Zacatecas<br />

222


y Guadalajara, e otros pueblos comarcanos que por allí pasaban a causa de las<br />

muertes y robos que en dicho sitio y comarca los indios de guerra hacen".<br />

No falta en la cédula la referencia a la entrega de mercedes a fundadores y para<br />

quienes se avecinaban como estaba estipulado por las Leyes de Indias. "Y para<br />

que la dicha población más cómodamente se pudiera hacer y fuese en aumento,<br />

diósenos facultad al Consejo de dicha Villa para que pudiese repartir entre los<br />

vecinos de ella las tierras y solares, estancias y huertos que la dicha Villa tuviera<br />

en el término que se le diese o que, sobre lo proveyéremos como la nuestra<br />

merced fuese..." Se les repartieron solares para casas, suertes de huerta,<br />

estancias y caballerías de tierra.<br />

Los fundadores quisieron que desde el primer momento se definiera la categoría<br />

de la fundación. "Y nos pidieron", dice Orozco en la cédula, "les mandásemos<br />

hacer merced de darle título de Villa, para que gozasen de la preeminencia,<br />

prerrogativas e inmunidades que las demás villas" de otros nuestros reinos<br />

gozaban, y les debían ser guardadas, de lo cual por nos visto y que por<br />

información recibida cerca de lo susodicho, nos consta ser servicio de Dios y mío,<br />

y bien y pacificación de este dicho reino y pasajeros de la dicha Población, se<br />

haga y lleve a<strong>del</strong>ante, por la presente mía merced y voluntad," la dicha población y<br />

sitio de Aguas Calientes se llame y nombre la Villa de la Ascensión"<br />

Como, bien se puede observar, la cédula en ningún momento le da el título de<br />

Ntra.Señora de la Asunción de las Aguascalientes como se ha registrado, error<br />

que encontramos no en el origen sino más bien en el deseo de sus pobladores. La<br />

Relación de Teocaltiche hecha, por D. Hernando Gallegos en 1585 asienta, y en<br />

dicho camino (a las minas de los Zacatecas) a ocho leguas de este pueblo, está<br />

poblada una villa que llaman Nuestra Señora de la Ascensión, donde está un<br />

fuerte que llaman Aguascalientes. Y es de muy poca o ninguna población,"<br />

porque, no tiene más que de los soldados<br />

qué están en el dicho presidio, "que son<br />

dieciséis y un caudillo y dos vecinos, porque no pueden tener en la dicha villa<br />

ninguna contratación, ni valerse de sementeras, porque no dan lugar los indios<br />

chichimecas de de guerra, que los matan y les hurtan los caballos y bueyes que<br />

tienen en cualquier parte <strong>del</strong> año.<br />

Una vez conocido el real decreto de la fundación de Aguascalientes quiero<br />

referirme al acta de fundación. Es de vital importancia conocer este documento,<br />

porque da con exactitud la fecha de fundación de todo pueblo<br />

español en nuestro caso de Aguascalientes, por ser el documento<br />

fehaciente de<br />

que se estableció. Lamentablemente como ha pasado con muchas fundaciones<br />

españolas, de esa época, Aguascalientes también deplora la pérdida de dicha acta<br />

y no podemos satisfacer esta curiosidad histórica, porque diversos elementos se<br />

encargaron de destruirla.<br />

La cédula a que hemos estado haciendo referencia dice: "de nuestro Consejo se<br />

proveyó y mandó, se hiciese el asiento y trazo de la Villa, a la cual pusimos y y<br />

ponemos la Villa de la Ascensión y hecho se trujese ante nos para que visto se<br />

proveyese lo que más conviene a nuestro real servicio". También dice: “parece se<br />

hizo asiento y trazo de la dicha villa entré doce vecinos que se hallaron presentes<br />

a ello", a los cuales se les repartieron ciertos, solares":para casas, suertes de<br />

huerta, estancias y caballerías de tierra y nombraron alcaldes y regidores, y un<br />

síndico procurador de la dicha villa y los trajeron y presentaron ante nos.<br />

223


Si analizamos con detención la cédula <strong>del</strong> doctor Orozco, inferimos que el citado<br />

documento; más que autorizar su fundación contiene la confirmación de un hecho<br />

consumado; es decir que para entonces Aguascalientes ya había sido fundada.<br />

Esta duda no la podremos destruir mientras no se encuentre el acta de fundación,<br />

único documento que para estos casos se convierte en única verdad histórica.<br />

Es importante tener presente que toda acta de fundación de población española<br />

colonial tiene cierta semejanza en su presentación y en las razones<br />

de fondo que<br />

justifican la fundación de la nueva villa o pueblo. En cuanto a la forma, la<br />

fundación se realizaba ante un escribano y testigo que daba fe de ello; el acto se<br />

iniciaba con la invocación, indicando el lugar y fecha, para terminar con la firma de<br />

los presentes. Por ejemplo, dice el acta de fundación de Lagos. En los llanos de<br />

los zacatecas, qué es en los chichimecas, cerca de unos lagos que en lengua de<br />

indios se llaman Pichititane en postrero día <strong>del</strong> mes de marzo de 1563 años, el<br />

muy magnífico señor Hernando Martel, Alcalde Mayor de los dichos llanos y juez<br />

de comisión por su Majestad y en <strong>presencia</strong> de mi escribano y testigo de justo<br />

escritos…<br />

En cuanto al contenido, todas las actas de fundación tienen rasgos comunes,<br />

como exposición o aclaración que hace el fundador de los antecedentes legales.<br />

Cito de nuevo el acta de Lagos: "Yo Hernando Martel, alcalde mayor de los dichos<br />

llanos y juez de comisión de su Majestad..."; Es decir el poder amplio que tiene y<br />

recibió de sus superiores jerárquicos para proceder a su función. Se hace constar<br />

con relevancia los actos de elección en el sitio: en los llanos de los zacatecas, que<br />

es en los chichimecas, cerca de unos lagos. Para Aguascalientes, nos lo indicaría<br />

tanto la Cédula como la Relación de Teocaltiche, en el sitio y pasó que dicen<br />

Aguas Calientes..., junto a unas casas, que dicen tener en dicho sitio Alonso de<br />

Ávalos Sáavedra, treinta leguas de la ciudad de Guadalajara y diez y seis de la de<br />

Nuestra Señora de los Zacatecas.<br />

Igualmente se hace constar con relevancia en las actas de fundación en la<br />

elección <strong>del</strong> sitio para levantar la iglesia. Dice el acta de Lagos: puso una cruz y<br />

trazó el dicho pueblo y le señaló<br />

sitio, iglesia y plaza. También suelen mencionar<br />

la colocación <strong>del</strong> rollo ó pecate, símbolo <strong>del</strong> poder espiritual y temporal de la<br />

nueva fundación. Entrañan detalle hasta en el trazado, reparto de solares o en la<br />

demarcación <strong>del</strong> sitio, y se trazó el dicho pueblo, Lagos, y le señaló sitio, iglesia y<br />

plaza y solares para casas y calles, y así mismo señaló un solar para casa de su<br />

Majestad, y otro solar o casa de Consejo de dicho pueblo.<br />

En alguna parte <strong>del</strong> acta se exponen las razones de la fundación como la de ser<br />

conveniente al servicio de Dios y de su, Majestad, de los vecinos y de los<br />

naturales, de la región a quienes preveía pacíficamente. Se sigue gran servicio a<br />

Dios y mío y seguridad a los pasajeros que iban y venían a los minerales de<br />

Zacatecas y Guanajuato y otros pueblos; comarcanos que por allí pasaban, a<br />

causa de los muertos y robos que en dicho sitio, y comarca hacían los indios de<br />

guerra, serian las razones en nuestro caso. Se preveía la pacificación de ser<br />

necesario, también la predicación <strong>del</strong> Santo Evangelio y se les convertiría<br />

a la<br />

religión, cristiana. El acta de la fundación de Mérida por Francisco de Montejo<br />

asienta: y porque en estos términos, junto a estas dichas provincias hay otras de<br />

guerra inobedientes y no quieren dar la obediencia a la Iglesia, ni lugar para que<br />

224


se les predique el santo Evangelio, usando de dichos poderes mandé poblar,<br />

o elegido y<br />

evo municipio; es decir, se<br />

r su jurisdicción o término municipal, que pasado el tiempo<br />

ia para determinar hasta donde pueden legar los cabildos en sus<br />

io de su autoridad.<br />

as justifican la importancia que tienen para el<br />

e los primeros tiempos de la e<strong>xi</strong>stencia de<br />

os, es de lamentar que desconozcamos el acta de<br />

e dice que el<br />

de Orozco proveyó y marcó se hiciese el asiento y trazo de la<br />

e en cuyo cumplimiento de lo cual parece se<br />

asiento y trazo de la dicha villa entre doce vecinos que se hallaron<br />

pués de más de cuatro siglos de fundada<br />

e<strong>xi</strong>ste confusión en la fecha de fundación de<br />

recto. Si nos fijamos detenidamente en<br />

mos que, cuando fue librada la cédula por el doctor Jerónimo de<br />

¿qué quieren decir las siguientes<br />

ece se hizo dicho asiento y trazo de la<br />

s que se hallaron presentes? Lo mismo en su<br />

y ponemos la Villa de la<br />

e la Asunción de las<br />

ntramos menciona un nombre<br />

uascalientes se<br />

desconoce, está en duda la fecha de su fundación. Si la cédula tiene fecha 22 de<br />

octubre no puede ser que tres días después se ejecutara la orden. La cédula de<br />

fundación de Lagos se libró el 15 de enero de 1563 y su fundación vino a darse en<br />

postreros días <strong>del</strong> mes de marzo de 1563.<br />

Insisto en que son muy serias las palabras de la cédula firmada por Jerónimo de<br />

Orozco en cumplimiento de lo cual, parece se hizo dicho asiento y trazo de la<br />

dicha villa entre doce vecinos que se hallaron presentes. En fin, aunque<br />

inquietudes personales, creo que son dignas de ser tomadas en cuenta y que no<br />

debemos descansar en la búsqueda de tan valioso documento para la historia de<br />

la ciudad de Aguascalientes.<br />

Dr. José Antonio Gutiérrez Gtz.<br />

(*) Moneda forera: perteneciente al fuero o que se hace conforme a él.” 129<br />

edificar una ciudad…para que se ensanche la fe católica.<br />

No falta tampoco en las actas una referencia a la conveniencia <strong>del</strong> siti<br />

la comarca, región o provincia que corresponde al nu<br />

pretende especifica<br />

tendrá importanc<br />

mercedes de tierras a los vecinos en el ejercic<br />

Toda esta información de las act<br />

conocimiento de la formación social d<br />

una población. Repetim<br />

fundación de nuestra ciudad. En la cédula tantas veces referida s<br />

doctor Jerónimo<br />

dicha Villa; pero también se agrega qu<br />

hizo dicho<br />

presentes. Nos peguntamos otra vez ¿estaba ya formada la villa? Buena<br />

interrogante por dilucidar para los historiadores locales.<br />

Por todo lo dicho anteriormente, des<br />

Aguascalientes pensamos que<br />

Aguascalientes y hasta en su nombre cor<br />

su lectura inferi<br />

Orozco, ya se había fundado la Villa Porque<br />

palabras: en cumplimiento de lo cual par<br />

dicha villa entre doce vecino<br />

nombre correcto: la cédula señala a la que pusimos<br />

Ascensión, y en ninguna parte aparece Nuestra Señora d<br />

Aguas Calientes. El primer documento que enco<br />

parecido es la Relación de Teocaltiche de 1585: a ocho leguas de este pueblo<br />

está poblada la villa que llaman Nuestra Señora de la Ascensión. Y los libros<br />

oficiales de la parroquia le dan el nombre de Nuestra Señora de la Asunción hasta<br />

fines de la década de 1636.<br />

En resumen, en vista de que el acta de fundación de Ag<br />

129<br />

Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. ¿Villa de la Ascención o de la Asunción?<br />

RAZÓN Y SER DE LA FUNDACIÓN DE AGUASCALIENTES. Crisol. Año V No. 46<br />

Noviembre<br />

de 1994. Pp. 32-35.<br />

225


Hay otras monografías cortas, que el autor publicó en ARCHIVALIA, que es un<br />

órgano de difusión <strong>del</strong> Archivo Histórico <strong>del</strong> Estado de Aguascalientes.<br />

Algunas son sobre personajes de la entidad como:<br />

- José Mª Chávez.<br />

- Juan Chávez.<br />

- Mateo José de Arteaga y Rincón Gallardo.<br />

- Francisco de Rivero y Gutiérrez.<br />

- Francisco Primo Verdad y Ramos.<br />

- Jesús Terán Peredo.<br />

Otras sobre temas históricos interesantes e ilustrativos <strong>del</strong> Estado:<br />

- Los tranvías.<br />

- La columna de la Plaza de la Patria.<br />

- Calvillo.<br />

En MASCARON, también órgano de difusión <strong>del</strong> Archivo Histórico <strong>del</strong> Estado de<br />

Aguascalientes, publica escritos sobre los siguientes temas:<br />

- Dr. Manuel Colón de Larreategui.<br />

- De muertos y de panteones.<br />

- El Guadalupanismo en Aguascalientes<br />

- San Marcos<br />

- La Educación masculina en Aguascalientes.<br />

- Tradiciones Me<strong>xi</strong>canas: Las Posadas.<br />

- Agua para Aguascalientes.<br />

- Los insurgentes Pablo José Calvillo y Pedro Parga.<br />

- Los incendios de Viernes de Dolores en Aguascalientes.<br />

- Razón y ser de la fundación de Aguascalientes.<br />

La producción bibliohemerográfica <strong>del</strong> Dr. Gutiérrez es vasta y enriquecedora de la<br />

historia regional, lo cual permite entender que la demarcación geográfica derivada<br />

de criterios político-administrativos, son insuficientes ante la dinámica y<br />

vinculación que tiene Aguascalientes con muchas poblaciones circunvecinas<br />

aunque estas pertenezcan, administrativamente, a otros estados.<br />

IV.<br />

226


Consideraciones finales.<br />

La actividad académica <strong>del</strong> Dr. José Antonio Gutiérrez que implica investigación y<br />

docencia, aún está en pleno desarrollo. Las líneas de interés que han marcado su<br />

trabajo fortalecen los estudios de la historia regional. Los estudios sobre la iglesia<br />

en la entidad, que de conformidad con lo publicado nos indican que aún están<br />

inconclusos, y las investigaciones sobre documentos históricos relevantes y las<br />

condiciones sociohistóricas de personajes y comunidades, tanto en<br />

Aguascalientes como en los Altos de Jalisco o Guanajuato, hacen que se<br />

recupere el valor de una ciencia social que no solo establece criterios teóricos<br />

para el conocimiento de las complejas sociedades, sino propuestas para<br />

orientarse hacia la solución de las complejas problemáticas.<br />

Es innegable que gran parte de sus propuestas parten de una concepción muy<br />

personal con el interés de recuperar o preservan los valores y formas de<br />

convivencia social <strong>del</strong> entorno que estudia, y que algunas de ellas pueden no ser<br />

consecuentes con los deseos vertidos, pero esos diagnósticos permiten formular<br />

criterios que lleven a los interesados, los habitantes de esas sociedades, tanto los<br />

gobiernos como los habitantes en encontrar las opciones que se consideren más<br />

viables en su tiempo y su entorno.<br />

Es aún prematuro decir que en éste escrito se tiene una perspectiva general de la<br />

obra escrita <strong>del</strong> Dr. José Antonio Gutiérrez, pues en su evidente carácter de<br />

investigador, reconocido por la misma Universidad Autónoma de Aguascalientes al<br />

otorgarle el Premio en la categoría de Investigador Consolidado, se manifiesta que<br />

su ser y hacer en la vida tiene una orientación, la de aportar nuevos conocimientos<br />

producto de sus pesquisas.<br />

Por ello es necesario que cuente con la disponibilidad de tiempo para que pueda<br />

continuar y seguir abriendo líneas de investigación, lo cual será una de las<br />

grandes aportaciones para guiar a las nuevas generaciones al interés por la<br />

investigación y resaltar el devenir histórico de los alcances regionales <strong>del</strong> Estado<br />

de Aguascalientes.<br />

mayo de 2003<br />

227

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