presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

social de la Iglesia, pareció que iba a quedar registrada como otra más de sus
doctrinas; pero por su experiencia acumulada, se le ve ahora más como un
proceso creciente y continuo que responde a la experiencia de los cristianos, que
han tratado de entender sus responsabilidades en sociedades diversas. Escribe
Hervé Carrier: “considerada desde este ángulo, la enseñanza de la Iglesia en lo
social aparece ahora como un esfuerzo pausado, prudente y creciente para
entender y acompañar espiritualmente la experiencia social de la familia humana.
No es sólo teórica sino eminentemente práctica, porque está abierta a las
sucesivas aplicaciones históricas ya una constante renovación, a medida que la
reflexión cristiana examina las situaciones y los desafíos éticos de cada sociedad”.
Algo también importante que quiero dejar en claro es que la Iglesia, además de
que ha enseñado a las sociedades, también ha aprendido de ellas. ¿Acaso no es
la historia de la Iglesia un proceso de influencias e interacciones recíprocas?
Tacharíamos de ignorante al que negara a ésta no haber dejado clara huella en
las sociedades sucesivas, o que ésta no ha sido marcada por las transformaciones
históricas de las culturas, el progresivo desarrollo de las ciencias, artes, técnicas
de producción y comunicación. Igual ocurriría si negara su acción sobre la
sociedad en más de un nivel. Negar que la sociedad occidental nada debe a ésta,
que la cimentación de los valores de justicia y caridad en nada hacen referencia a
ella es ignorar la historia. ¿Se puede ocultar en la actualidad una enseñanza
explícita social de la Iglesia, su real influencia sobre el comportamiento y las
estructuras socioeconómicas?. Definitivamente no, porque sería desconocer el
desarrollo de la historia.
La doctrina social de la Iglesia ha sido un ininterrumpido quehacer social
acontecido en coyunturas históricas diversas; por eso afirmarnos que su
enseñanza ha influido profundamente en la realidad social.” 27
Para sustentar esas ideas hace un recorrido desde la Iglesia primitiva donde los
primeros cristianos estaban convencidos de que su ejemplo de vida podía cambiar
las sociedades, que se consideraban alma del mundo, hasta nuestros tiempos
donde los católicos laicos desarrollan una doctrina social propia, orientada a
comprender los nuevos problemas sociales y formularles soluciones adecuadas a
la luz del Evangelio que da vida a organizaciones de compromiso católico en favor
de los obreros, los pobres y los marginados. Añade que:
“el compromiso social cristiano es más que secular. La revolución industrial
prohijó con sus complejos problemas puntos de vista divergentes y soluciones
encontradas; pero ahora ni las ideologías socialistas o liberales tomaron por
sorpresa a la Iglesia. Providencialmente aparecería la encíclica Rerum novarum,
piedra angular de la doctrina social católica, que aborda y formula los principios
para solucionar todo tipo de problemas sociales, teniendo muy presente la
situación de los obreros. La Rerum novarum es un importante logro histórico
porque señala la transición de la doctrina social de la Iglesia. Después de León
XIII, aparecerán documentos, encíclicas, exhortaciones, cartas ocasionales,
declaraciones y discursos que muestran cómo la enseñanza social de ésta ha
estado asociada a la experiencia y reflexión de las generaciones cristianas; que
aunque experiencia inconclusa, alerta sobre los problemas de la evolución de las
27 Ibdem.
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