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presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

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dispuesto a dejar que inpunemente se atentara contra lo mas sagrado e intocable,<br />

la religión.<br />

El conflicto comenzó con el encarcelamiento de los directores de la Liga Nacional<br />

Defensora de la Libertad Religios a los señores Rafael Ceniceros, Rene Capistrán<br />

Garza y Luis G. Bustos, hecho que causó un profundo malestar en los círculos<br />

sociales y católicos de la capital. A ésto siguió la Carta Pastoral Colectiva <strong>del</strong><br />

Episcopado Me<strong>xi</strong>cano de 25 de julio en que de nuevo manifestaron su<br />

inconformidad con los artículos antirreligiosos de la Constitución y las leyes que lo<br />

sancionaron. El asunto nodal fue ordenar el retiro de los sacerdotes de los<br />

templos: los sacerdotes encargados de ellos se retirarán de los mismos para<br />

e<strong>xi</strong>mirse de las penas que les impone el decreto <strong>del</strong> Ejecutivo, quedando por el<br />

mismo exentos de dar el aviso que les impone la ley. Dejamos los templos al<br />

cuidado de los fieles y estamos seguros que ellos conservarán con toda solicitud<br />

los santuarios que heredaron de sus mayores o las que a costa de sacrificios<br />

construyeron y consagraron ellos para adorar a Dios. La actitud digna y energética<br />

mostrada por el Episcopado en este documento disgustó en grado sumo a Calles<br />

y fue motivo suficiente para declarar rebeldes a prelados y sacerdotes y desatar<br />

implacable persecución contra ellos. A esta agresión brutal, los líderes católicos<br />

acordaron replicar con el boycot; como decían los obispos, no cabe ya de nuestra<br />

parte condescendencia ninguna. Al no surtir efecto el boycot, se fueron a las<br />

armas, al campo de batalla para reconquistar sus libertades.<br />

Conocida la Pastoral, el pueblo católico se sintió herido en lo mas intimo y sagrado<br />

de su ser. Desde el 31 de julio en que se cerrarían los templos y se ocultarían los<br />

sacerdotes, nadie predicaría la palabra de Dios ni recibiría los sacramentos, los<br />

enfermos morirán sin el consuelo final. Todos los periódicos <strong>del</strong> país saca en<br />

primera plana el 31 de julio anuncios similares: esta mañana dijéronse las últimas<br />

misas en todos los templos, con la entrega de las iglesias... Una gran mayoría de<br />

católicos han adoptado el traje de luto y han colocado moños negros en sus casas<br />

en señal de luto por la clausura de los templos. Pero paradójicamente daban<br />

también cuenta de una manifestación de adhesión al Gobierno: muchos millares<br />

de obreros, empleados públicos, miembros de las logias masónicas y<br />

asociaciones políticas y sociales desfilaron ayer en la mañana para significar al<br />

Presidente<br />

de la República la adhesión de las clases proletarias y respaldar la<br />

actitud que ha asumido en la cuestión religiosa.<br />

No tardo en ponerse caótica la situación de los católicos, pues eran perseguidos y<br />

encarcelados por la policía. Las autoridades menores y jefes de guarniciones<br />

militares cometían toda clase de atropellos con católicos y sacerdotes; por eso fue<br />

que se levantó en armas. Y como Calles había manifestado que no tenían otro<br />

camino que las leyes o las armas, al no poder resolver el conflicto por las leyes,<br />

iniciaron en todo el país los levantamientos desde el mes de agosto.<br />

Justificación de la guerra.<br />

José Gregorio estuvo consciente en que la guerra cristera era un movimiento<br />

justo; más desde el momento en que espetó Calles<br />

a los católicos: o se someten a<br />

las leyes, o acuden a las Cámaras o toman las armas. Para todo estoy preparado.<br />

La Constitución y la leyes vigentes en lugar de resolverlo lo habían recrudecido;<br />

por su parte el Congreso también había hecho oídos sordos, pues cuando el 6 de<br />

septiembre de 1926 el Episcopado le envió un Memorial, demandando a nombre<br />

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