presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

sociedades humanas. Los análisis recientes han estructurado esquemas para una
mejor solución de los problemas actuales, indicio claro de que la Iglesia ha estado
atenta a cualquier interrogante de la familia humana.” 28
Concluye diciendo que:
“…esperamos que este trabajo coadyuve a un mejor conocimiento del transcurrir
de la acción social diocesana. Aunque pareciera por su amplitud que satisface las
exigencias de cualquier lector, falta mucho aún por hacer, por desentrañar, porque
esta acción de la diócesis ha sido fecunda. Muchas deficiencias se van a
encontrar; pero dentro de esto esperamos que sea útil; y hasta pensamos en su
interés al sugerir su publicación como una manifestación más de las fiestas
centenarias que prepara la Diócesis. No perdamos de vista que el tiempo
historiado aquí atañe a un tramo importantísimo para la historia nacional: a la
Iglesia se le repudia, se le despoja de sus bienes y hasta es perseguida. Pero lo
más trascendente es que pudo realizar culminantes obras y reformas sociales con
la palabra y el ejemplo. Considero también su utilidad e interés por ser la historia
del laicado aguascalentense incorporado a la misión evangelizadora de lo social.
Resalta en el trabajo la hora del laicado, que se caracteriza por el interés creciente
que los católicos manifiestan por los problemas religiosos. No exageramos si se
hace notar, que ésta se adelantó en México, debido a las circunstancias en que
entró la Iglesia con la aplicación de las Leyes de Reforma. Por ejemplo,
encontramos ya en el siglo XIX en manos de los laicos ciertas áreas, que en otros
países se ceden hasta después de 1930 al extenderse la Acción Católica. En
México se debió este adelanto a las severas restricciones legales, que no le
permitieron realizar un trabajo libre. Hemos visto convertida en realidad la hora del
laicado en nuestros días, gracias a los lineamientos conciliares ya las visitas de
Juan Pablo II a México. Espero, pues, que su lectura ayude a romper el tabú por
abordar este tipo de temas, a limar tantas aristas eclesiásticas mal interpretadas o
atacadas por desconocer su labor. Vivimos tiempos que reclaman un
comportamiento distinto, que consideremos desde un ángulo más positivo muchos
prejuicios heredados. ¿Por qué debemos seguir sujetos a una fortuita
consecuencia -aunque histórica y coyuntural- de más de siglo y medio de
liberalismo operante en México, y que sigue celoso de su pureza y de que nadie
intente alegar título para intervenir en la vida política nacional? Hay que romper
definitivamente esa exclusividad; hay que ventilar nuestra historia, escrita muchas
veces por trasnochados. ¡Qué bueno que las cosas están cambiando y que
despierta la atención de los investigadores el quehacer de la iglesia, cualquiera
que sea su área! Más de una vez he pensado: ¿no tendrá que ver con este
cambio el fracaso del liberalismo mexicano en muchos aspectos y la pulverización
de otros tantos que se habían tenido por años como tabú?. El lector encontrará en
este estudio un trabajo que habla concretamente de la Iglesia y de sus
actividades. No encierra cariz político, ni es una salida oportunista; es
sencillamente un trabajo académico, una aportación a la historiografía regional,
que se propone en el fondo conducir al lector a un mejor entendimiento de la
historia local y de nuestra sociedad. No quiero terminar este proemio sin dejar
patente mi agradecimiento a los que de una u otra forma me apoyaron. En forma
28 Ibdem.
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