presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

intransigente; una honradez firme y un sentido del deber también rígido. Aceptaba
faltas y nos perdonaba, pero no faltaba una cueriza para que nos acordáramos de
lo que habíamos hecho mal. Muy pocas veces ecuché en el hogar malas palabras;
tampoco recuerdo pleitos entre mis padres. El sentido del honor era profundo, no
se aceptaba doblez y menos la mentira. Rara vez mi padre tomaba una copa y
nunca en su vida llegó a emborracharse. En esto y en la jugada nos recalcaba
mucho para que no cayéramos en el vicio, porque nos decía, ambos destruyen lo
que el hombre más debe apreciar. Y aquí quiero reclacar, que mi padre fue un
auténtico alteño. A este hombre lo entendemos en cuanto que para él el centro de
su vida está en la iglesia, en su mente y en su corazón está antes que todo, el
cumplir con su Iglesia. Es de los que nadie ni nada lo aparta de su camino
religioso. Y es a tal grado su religiosidad que nunca se ha conmovido tan
profundamente por los asuntos políticos, sino en las épocas en que ha estado en
juego la cuestión religiosa.
Se dice que la época que más lo ha conmovido es la Reforma y la Cristiada y que
se le ha visto impasible ante las demás revoluciones o rebeliones políticas. Puede
o no pelear y tomar las armas, pero por las cuestiones religiosas, se siente
impulsado ciegamente a tomar las armas para defender su religión.” 1
El Doctor Gutiérrez fue el quinto de una familia de ocho, dos mujeres y seis
hombres. De todos los hermanos de José Antonio, solo el más pequeño es
profesionista; dos terminaron la primaria y los demás solamente saben leer,
escribir y contar pues es lo que su padre les enseñó en el hogar. Seis de ellos
salieron del rancho en busca de mejores perspectivas, de los cuales tres son
residentes en los Estados Unidos desde hace muchos años y dos viven en la
ciudad de México.
La afición de su padre a los relatos y a la historia fue lo que le despertó, desde
temprana edad, la curiosidad por el estudio de la Historia, por viajar, conocer
otros lugares; por saber tantas y tantas cosas desconocidas para su entorno.
Como en el pueblo no había más instituciones escolares que la primaria, y se
despertó su interés por continuar con otros estudios, luego de terminar ese nivel
básico a los 14 años, en septiembre de 1951 salió a estudiar en el Seminario que
los religiosos Agustinos Recoletos tenían en el pueblo de San Felipe del Progreso,
Estado de México, donde cursó latinidad y los estudios corespondientes a
Secundaria. De ahí pasó a la ciudad de Querétaro para continuar los estudios en
el plantel que dicha orden tenía en ese lugar donde cursó lo que se llama
Humanidades, es decir, Filosofía, y los correspondientes a la Preparatoria, aunque
sin reconocimiento oficial. Fue en estos años que se aficionó a la Historia y a partir
de entonces, se desarrolló su interés por dedicarse a los estudios de esa
disciplina.
En 1958 salió a continuar los estudios a España; en Marcilla, Navarra, completó el
ciclo de la carrera eclesiástica, obteniendo por revalidación del Instituto de
Educación de España, el título de Maestro Auxiliar en Letras.
A su regreso a México, abandonó la carrera sacerdotal y se dedicó a trabajar por
unos años en la docencia y en otras áreas. Su interés por dedicarse de lleno a la
docencia, le obligó a buscar la forma de obtener los papeles que toda institución
1 Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio. Mecanuscrito. S/f.
3