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presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

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haber sido deshonestos y torpes con sus comercios con las tales viudas, los<br />

castigue, pidiendo au<strong>xi</strong>lio al alcalde mayor y alcaldes ordinarios, procediendo el<br />

dicho caso con la prudencia y la discreción correspondiente a materia de tanta<br />

gravedad e importancia, para el servicio de Dios y bien de los pueblos de los<br />

indios". También dejaría el prelado una recomendación a Mateo José sobre la<br />

actitud que debía observar con las jóvenes huérfanas indígenas: "y porque<br />

algunas de las muchachas indias de Doctrina que por huérfanas y no tener quién<br />

procure su bien y ponerlas en estado de matrimonio, sucede frecuentemente<br />

imposibilitarse para este estado, resultando embarazadas, sin poder averiguar<br />

quien violó su honestidad, y causa en primera ruina; que regularmente se imputa a<br />

cuantos después <strong>del</strong>la la comunicaron y así quedan sin castigo los que fueron<br />

causa de tantos pecados. Manda S. lIma., que a las muchachas de doctrina que<br />

sean huérfanas y no tengan parientes de quienes se pueda esperar solicitando su<br />

bien, y que parecieran ponerlas en estado de matrimonio, las cuide dicho cura<br />

poniéndolas en parte segura, <strong>del</strong> cuidado de alguna vecina <strong>del</strong> pueblo, o de esta<br />

Villa, que les enseñe los oficios mugeriles, las tenga en recogimiento y libre de que<br />

sean pervertidas, en ínterin que dicho cura hallare persona proporcionada con<br />

quien las pueda casar... Manda S. Sria. que el cura como padre y pastor de su<br />

grey, cuide <strong>del</strong> bien de las tales huérfanas y huérfanos, a quienes según sus<br />

cualidades aplicará a oficios y entrenamientos de que puedan vivir por sí y ganar<br />

con el trabajo honesto y decente su sustentación". Por cuanto llevamos dicho,<br />

inferimos que tanto la Parroquia como la sociedad aguascalentense de entonces<br />

fue deudora de mucho a don Mateo José de Arteaga en los años que le sirvió. Una<br />

de las grandes satisfacciones <strong>del</strong> doctor Arteaga fue la Comisión que recibió de su<br />

obispo a principios de 1767 de continuar la visita pastoral en su nombre a los<br />

pueblos <strong>del</strong> sur y norte de Jalisco, y que motivaron estos cuadernos que ahora<br />

estamos dando a conocer. Sin duda que la forma y perfección en que cumplió, le<br />

valió su pronto ascenso al Cabildo Tapatío. Mateo José dejó el curato el 28 de<br />

enero de 1768 para hacerse cargo en la cabecera episcopal de la Doctoral que<br />

había dejado vacante don Pedro Ignacio de Ibarrete, triunfador de éste en 1754 al<br />

ser promovido a la dignidad de Chantre. Quedó interinamente al frente de la<br />

parroquia aguascalentense, en forma interina, el licenciado Vicente Regalado <strong>del</strong><br />

Campo, hasta agosto 6 de 1769 en que se hizo cargo <strong>del</strong> beneficio curado el<br />

doctor don Vicente Antonio Flores Alatorre, otro benemérito aguascalentense.<br />

Mateo José tomó posesión de su canongía el 5 de abril y no tardaría en unirse a la<br />

labor administrativa diocesana con el obispo D. Diego Rodríguez Rivas, quien lo<br />

apreciaba profundamente por el excelente trabajo pastoral y material realizado. Se<br />

encargó en forma expresa de recopilar la información que el prelado debía<br />

presentar en el Cuarto Concilio Me<strong>xi</strong>cano a celebrarse en enero de 1771 y que<br />

consistía en material sobre teología y moral o sociográfico, concerniente a<br />

cuestiones doctrinales, obvenciones y de cuestión pastoral. Se habían celebrado<br />

en nuestra tierra hasta entonces tres concilios, los que habían legislado sobre las<br />

bases de la Iglesia me<strong>xi</strong>cana. El de ahora, más que al servicio de la Iglesia, trató<br />

los privilegios de la Corona; es decir, que el gobierno trabajó en esta asamblea por<br />

aplicar las medidas regalistas para mejor sujetar a la Iglesia. Por esta razón se ha<br />

calificado al Cuarto Concilio Me<strong>xi</strong>cano de la asamblea eclesiástica más regalista<br />

que ha vivido la Iglesia me<strong>xi</strong>cana. Conviene no olvidar que fue la Iglesia y religión<br />

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