presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

lo ordenaba la ley de 14 de agosto de 1867. Esta decía que toda persona que de
alguna manera hubiera colaborado con el gobierno del imperio automáticamente
debía quedar excluida de la nómina de empleados municipales o estatales. Hay un
decreto del gobierno del Estado en que, a consulta de la vigencia del edicto 232
de la Secretaría de Gobernación en referencia a una orden del 17 de enero que se
refiere a este espinoso asunto, y que el Ministro de Gobernación autorizó que se
readmitieran a los ex empleados que estuvieran dentro de esta prohibición con
una simple rehabilitación. Esto, debido a que los municipios se vieron en
problemas para cubrir los puestos por falta de personal capacitado, o que al
menos supiera leer y escribir.” 17
En seguida de hacer sus interpretaciones sobre algunas de las referencias del
documento, vuelve a las referencias biográficas, pero matizadas con opiniones
propias:
“En 1871 José Juan se casó con la joven aguascalentense Bernarda Martínez
Gutiérrez, de cuyo matrimonio sobrevivieron cinco vástagos. Para esas fechas ya
se encontraba laborando de planta en el Municipio, cuyas autoridades estaban
empeñadas en sacar a Jalos de la postración en que había quedado en 1862.
Precisamente va a ser su experiencia y conocimientos del Municipio lo que
inclinará a las autoridades locales a encargarle la elaboración de la Estadística en
1880.
Es difícil saber si se expresa con sinceridad o son frases hechas, cuando
manifiesta que tan honrosa comisión debió ser encomendada a otra persona,
“porque existen en esta población hombres dignos y de distinguido talento que
pudieran haber desempeñado satisfactoriamente tan delicada misión”. Pensamos
que hay modestia en sus expresiones, pues en su trabajo manifiesta talento y
conocimientos suficientes; también que lo hace por el gran amor “al suelo que
recibió los primeros ayes” de su juventud y “el postrer gemido” de mis mayores.
Para mí la reiterada manifestación de ser “el último de los hijos de Jalostotitlán” es
una de tantas expresiones, aunque no deja de hacer meritorio el trabajo por ser
hombre de escasos estudios. Aceptamos que es el amor a la patria chica lo que le
empuja a hacer “algo por su felicidad y bienestar”; y este trabajo lo considera
valiosísimo para ello.
Resulta difícil seguir paso a paso la vida de Juan Macías. Sabemos que su trabajo
tuvo una positiva acogida en la sociedad y el Municipio, y que laboró en éste como
encargado del catastro. Hay un comunicado de noviembre 30 de 1907 a los
señores Aranda y Cuevas, de Encarnación de Díaz, en que les informa el estado
que guarda la testamentaría del difunto D. Francisco J. Albi a quien D. Francisco
Lomelí Sánchez había entablado juicio por deudas pendientes. Pensamos que,
aunque se pierda la pista de don Juan, siguió colaborando en los gobiernos
derivados de la Revolución, ya que nunca salió de su pueblo natal. Debido a que
los archivos municipales fueron quemados durante la "cristiada", nos es difícil
constatar su colaboración hasta los últimos días de su vida. Sabemos que llegó a
una edad avanzada, 84 años, y que murió apenas iniciada la primavera de 1931.
Así reza su partida de defunción que se encuentra a fojas 159v, del Libro 31 de
Entierros de la Parroquia de Jalostotitlán.
17 Ibdem. Pp. 14-15.
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