presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

ciudad, se fomentó la agricultura con la restauración de las principales presas. La
industria metalúrgica se reavivó al continuarse las explotaciones de los minerales
de Asientos y Tepezalá; también las, ramas industriales se recuperaron, algunas
mandaron sus productos a los Estados Unidos y otras volvieron a competir con los
otros estados. Luego de estos años de tranquilidad, las actividades entraron a un
nuevo periodo de desequilibrio debido a la complicada situación política y
económica, pues el radicalismo sindical y las medidas en contra del fanatismo
católico propiciaron enfrenamientos públicos importantes. Una serie de huelgas y
de movimientos subversivos perjudicaron profundamente las actividades
productivas; la planta local de ASARCO determinó; en 1925, su cierre y decenas
de obreros quedaron sin trabajo.
El mayor problema de esta década fue el enfrentamiento del gobierno con la
Iglesia, que tuvo como consecuencia que en algunas regiones del país se
levantaran en armas grupos conocidos como cristeros, que defendían a la Iglesia
de las disposiciones del Estado. En 1926, se inició la llamada guerra cristera
propiciada por las medidas legales emitidas por el Estado, como limitar el número
de sacerdotes con autorización para ejercer sus funciones religiosas y la exigencia
de su registro ante las autoridades municipales.
Por estas y otras medidas, los católicos organizaron manifestaciones que
terminaron con sangrientos combates entre ellos y la fuerza pública. En
Aguascalientes, el obispo Ignacio Valdespino y Díaz, fue expulsado por
manifestarse contra el gobierno de Calles; las iglesias se cerraron y desapareció
todo servicio religioso. Para 192.6 comenzaron a aparecer grupos cristeros en la
entidad, el mayor número se encontró en Calvillito con José Velasco, Lucas López
y otros, que hicieron de ese municipio su cuartel general. Durante el movimiento
cristero en el estado se dieron cambios frecuentes de autoridades, las que hicieron
entrega de tierras; los beneficiados con este reparto fueron armados y
condicionados a unirse a la lucha del gobierno contra los cristeros.
Aun cuando la guerra cristera perturbó la vida social y económica de
Aguascalientes, no afectó como en otros lugares; la migración que el conflicto
generó yacía nuestra entidad, significó enriquecimiento. Aquellos núcleos
poblacionales, que debido al conflicto salieron de su lugar de origen, y que se
asentaron en nuestro estado, coadyuvaron a conformar lo que luego serla la
segunda cuenca lechera del país y gran centro distribuidor de ganado. EL éxodo
de tantas gentes de los Altos de Jalisco reforzó los elementos torales de la cultura
y de la sociedad.
Al entrar en una etapa de tranquilidad debido a que bajaron las tensiones
provocadas por la fase armada de la Revolución, y al acoger a una cantidad
considerable de migrantes de los estados contiguos, al final de la década la
población de Aguascalientes se recuperó. El censo de 1930 registró 132,900
habitantes en el estado, e indicó que la población de la capital se había duplicado
desde el último censo: 82,124 habitantes. También el gobernador Manuel Carpió
organizó la hacienda y tesorería, reparó varios edificios públicos, construyó el
Jardín Cholula y continuó con el reparto de tierras a los campesinos.
Aguascalientes, como todo México, entró en un proceso de cambios profundos en
la social, lo económico y lo político.
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