presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

Jalisco desde la época prehispánica hasta 1821, en que ocurre la consumación de
la Independencia de México. En ese nacer y declinar de los hechos acontecidos
no todas las épocas son fecundas; por lo que es evidente que no se puede exigir a
toda la obra el mismo interés, como quisiera el autor y la inmensa mayoría de
lectores. Sin embargo, sí debe existir siempre sencillez y animación, no caer en la
vulgaridad; el autor, consciente de estas dificultades, procuró tenerlas en cuenta
para no permitir que la narración cayera en la monotonía.
La historia siempre se debe respetar; y es lo que he procurado a través de estas
páginas. No dudo que pueda darse mala interpretación, o que no se relate más de
un suceso verazmente como quisiera por adolecer de las fuentes que los
esclarezcan; pero nunca con la intención de tergiversar o falsear los hechos. El
historiador está obligado a referir la verdad. Y esta verdad debe ser íntegra, clara y
sin doblez para que la historia siga siendo "maestra de la vida" y no "mera crónica
de los crímenes, locuras y miserias de la humanidad". Todo historiador debe ir al
fondo de los hechos y no pararse en minucias o errores de interpretación. Es lo
que creo haber intentado; pero confieso, que el lector va a encontrar en estas
páginas demasiadas minuciosidades. Acepto el reproche, y hasta me pavoneo,
porque sé que la historia de una región, cualquiera, adquiere cuerpo con
"minuciosidades", con nimiedades.
Desde el primer instante en que concebí esta historia de Los Altos de Jalisco
estuve consciente de lo difícil que era la tarea; sin embargo, contra viento y marea
la emprendí con el fin de que los alteños conocieran en forma general su pasado.
Sé que más de un autor ha escrito sobre el tema y que voy a repetir más de un
hecho; sin embargo, aunque escriba sobre lo ya trillado, mi deseo es que el lector
encuentre "algo nuevo" en estas páginas. Siempre he pensado, que para repetir lo
mismo, mejor no se escribe.
A lo largo de los días en que trabajé en Los Altos de Jalisco. Panorama histórico
de una región y de su sociedad hasta 1821, siempre tuve presente lo que muchas
veces externó el doctor Gutierre Tibón en amenas pláticas tenidas a la sombra de
los árboles de su jardín en Cuernavaca, y que quiso se asentaran en el prólogo
que tuvo a bien hacer para mi obra Jalostotítlán a través de los siglos.
Los Altos de Jalisco se distinguen por muchos aspectos peculiares en el mosaico
mexicano; por su gente física e intelectualmente privilegiada, cuyo espíritu de
lucha e ingeniosas iniciativas compensan con creces la pobreza de la tierra.
Quisiera que esta gente excepcional, "fiel a su espejo diario", se quedara en su
"patria chica" y siguiera enriqueciéndola con su esfuerzo. Necesitamos a los
alteños, una de las columnas del México del mañana, en el cual desempeñarán,
en todas las actividades, un papel relevante. Es imperioso que no vuelvan al
terruño con sus familias, en sus amplios automóviles, sólo en ocasión de las
fiestas patronales, sino que regresen del país del Norte a sus amados Altos, para
cumplir con su destino mexicano en la tierra de sus mayores.
Ojalá algún día se cumpla esta expectativa del doctor Tibón! Más de una vez he
pensado que resultaría más difícil, mientras no se conozca a fondo su pasado y el
pasado de sus mayores. Me sentiría satisfecho, si la lectura del presente libro en
algo coadyuvara.
Amo con intensidad a Los Altos por haber nacido en ellos. Encierran para mí una
atracción especial, porque en una de sus comunidades de más tradición,
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