presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM
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Tepechillán, de donde pasaría a Teúl donde tuvo la suerte de contar con la<br />
compañía y amistad <strong>del</strong> benemérito sacerdote D. José Norberto Pérez, que<br />
construyó el magnífico templo parroquial de grandeza y belleza arquitectónica, y<br />
promovió obras sociales y alentó la enseñanza de acuerdo a las circunstancias y<br />
tiempos.<br />
Para 1808 lo encontramos en Aguascalientes; luego se le encomendaría el<br />
cuidado <strong>del</strong> pueblo de indios de Jesús María por contar con la suficiente<br />
experiencia para tratar a grupos indígenas. La documentación estudiada indica<br />
que fue bien aceptado y que cumplió con creces la encomienda. Nada hay que<br />
desdiga en su ministerio, aun cuando permaneció solo; ni siquiera en el momento<br />
en que se enfrentó a un intento de sublevación <strong>del</strong> pueblo a principios de 1810. Es<br />
más, se habla de entrega y que no dio motivo a escándalo. Se dio e hizo amar de<br />
todos. Por la situación que se vivía, pensamos que fue en Jesús María donde<br />
maduró la idea de tomar partido por la libertad de los indígenas, de los<br />
marginados, por la Independencia.<br />
Las preguntas que nos hacemos ante esa decisión son: ¿Importaba tanto al padre<br />
Calvillo la Independencia como salvar su amia, o sustituir una situación personal<br />
por otra envuelta en la vorágine de la política? ¿Sustituir un sistema de gobierno<br />
que se inclinaba por renegar de raíz una historia de tres siglos? Sí y no. Porque no<br />
es que se abismara como un egoísta en su meditación. La circunstancia de estar<br />
al frente de un pueblo indígena, de vivir en carne propia su situación, su abandono<br />
y degradación lo llevaron a ver las cosas de forma distinta. Es una de las razones<br />
que se declare contra su obispo que ve más el momento de satisfacer a su rey y<br />
representantes, que atender los reclamos de las masas marginadas que<br />
conformaban las castas e indios.<br />
Estos actos nos informan con exactitud de lo que era para el padre Calvillo, en<br />
esos días decisivos, la noción misma de independencia. Reniega de las leyes de<br />
la obediencia y rompe con un voto que lo había estigmatizado de por vida al ser<br />
ungido sacerdote en 1798. Brotó en su interior la violencia y refino su odio; y por<br />
eso no pudo cumplir con esa ley, con esas promesas. La promesa sacerdotal se<br />
convirtió en su cruz en la que se sintió clavado. ¡Cómo buscó por todas partes<br />
algo para anonadarla, una forma de eludirla!<br />
¡Cuánto daríamos por conocer el trazo de su evolución interior, la curva firme o<br />
elástica que traduce a la vez los movimientos de <strong>pensamiento</strong> y de conciencia de<br />
este hombre!. Si así fuera, estaríamos en posibilidades de marcar, con un trazo<br />
fuerte, las articulaciones maestras de su personalidad y descifrar su mentalidad y<br />
esfuerzo real que hizo por coadyuvar a una revolución que prohijó al Mé<strong>xi</strong>co<br />
autónomo. El hecho es que en octubre de 1810 el padre Calvillo, ulcerado por las<br />
nuevas doctrinas que reprimía con cierto asco, maduró en su interior la pasión<br />
vehemente por la Independencia: desarrolló una decisión por hacer frente a los<br />
abusos y crímenes españoles. Y aquí nos preguntamos ¿cómo ese hombre,<br />
preocupado ante todo por la vida interior y la religiosidad, se fue saliendo<br />
bruscamente de sus <strong>pensamiento</strong>s y de sus piadosas preocupaciones y<br />
ocupaciones? ¿Cómo explicar de acuerdo a lo poco que sabemos de él su<br />
evolución, la transformación brusca de un sacerdote que se ufanaba de rectitud,<br />
en tribuno que guía a las multitudes? ¿Fueron los acontecimientos los que lo<br />
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