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presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

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<strong>del</strong> pueblo católico me<strong>xi</strong>cano la derogación de algunas disposiciones de la<br />

Constitución y la reforma de otras con objeto de poner término al conflicto y de<br />

obtener la libertad de la Iglesia, fue rechazado por ésta. Tampoco los diputados<br />

hicieron caso de no menos de 2000 telégrafos y millares de firmas llegados de<br />

todo el país. Solo uno votó en contra <strong>del</strong> dictamen; por lo tanto, les quedaba la<br />

tercera opción, la guerra. A estas alturas muchos católicos me<strong>xi</strong>canos<br />

consideraban ya la toma de la armas como justa; pero no habían actuado por<br />

razones de conciencia; esperaban elementos convincentes y poco<br />

comprometedores para hacerlo. Durante agosto se continuó trabajando porque no<br />

se desatara el conflicto armado, pero en algunos lugares los católicos no<br />

aguantaron y se levantaron armas, como fue el caso de Chalchihuites, Zac. y otros<br />

puntos.<br />

La actitud intransigente de Calles en lugar de calmar el problema, lo que hizo fue<br />

incitar a la rebelión; es lo que deducimos de la entrevista entre Calles, el arzobispo<br />

Ruiz y Flores y el obispo Díaz <strong>del</strong> 21 de agosto. Los prelados reiteraron a lo largo<br />

de la conferencia, que la Iglesia no quería la guerra sino la paz pues su labor era<br />

de cooperación con los gobernantes para felicidad <strong>del</strong> pueblo. Testarudo Calles<br />

les contestó: una cosa son las palabras y otra muy diferente los hechos, y agregó:<br />

el Gobierno tiene perfecta información a cerca de las actividades sediciosas de los<br />

católicos y aún <strong>del</strong> clero que intenta provocar motivos dentro <strong>del</strong> país, y presión en<br />

los países extranjeros contra Mé<strong>xi</strong>co. Trajo el caso de Yurícuaro; donde se había<br />

dado muerte a varios individuos de tropa y que los curas habían sido los<br />

instigadores de esos asesinatos, por cuyo motivo he dado orden de fusilarlos<br />

donde quiera se les encuentre. Entre desdeñoso y desafiante concluyó: ya pueden<br />

avisárselo a su obispo...; lamento que el clero no comprenda todavía las<br />

necesidades de su época con lo que hace poco favor a la Iglesia... Tienen ustedes<br />

el camino de la ley. Ocurran al Congreso y a los amparos de la Justicia Federal .<br />

Abiertamente Calles sugirió a los obispos la rebelión al terminar la conferencia y<br />

sin estrechar la mano les espetó: ya saben ustedes, no tiene más camino que las<br />

leyes o las armas. Había, por tanto, una manifestación explícita, puesto que la<br />

Iglesia no se iba a sujetar a las leyes; lo que confirmo en su informe <strong>del</strong> 1° de<br />

septiembre. Los católicos solo esperaron la decisión Papal quien tenía la última<br />

palabra.<br />

Mientras llegaba su respuesta, no pocos católicos se a<strong>del</strong>antaron y tomaron las<br />

armas; para su tranquilidad los obispos informaron en comunicado de 1° de<br />

noviembre católico, que aunque la moral católica reprobaba el llamado derecho de<br />

rebelión, en opinión de algunos teólogos estaba autorizada la defensa armada<br />

contra la injusta agresión de un poder tiránico después de agotados inútilmente los<br />

medios pacíficos. Aunque les decían que si algún católico, seglar o eclesiástico,<br />

siguiendo la doctrina citada, cree haber llegado el caso de la licitud de esa<br />

defensa, el Episcopado no se hace solidario de esa resolución práctica. En este<br />

contexto, los levantamientos hasta ahora obedecían a acciones personales<br />

espontáneos, no a consignas <strong>del</strong> Episcopado.<br />

La Encíclica Iniquis Affectisque de Pió XI <strong>del</strong> 18 de noviembre de 1926 aclaró<br />

muchas dudas al respecto; sobre todo porque calificó la resistencia de los<br />

católicos me<strong>xi</strong>canos de espléndida y porque los exhortó a que la mantuvieran<br />

hasta que las oraciones mundiales y la misericordia de Dios, hicieran que los<br />

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