presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

el de Ayutla en 1854, lo vio como otro sucesorio a los que había visto desde la
Independencia. No le pasó por la mente que el Plan de Ayutla cambiaría la faz de
México; sólo con los años pudo apreciar el profundo significado de este
movimiento. Para no ser excepción este movimiento de cambio tuvo también fue
una revolución, costumbre invariable que México ha seguido para conseguir toda
mejora socioeconómica.
San Miguel se declaró por el Plan de Ayutla en septiembre de ese año, y
nuevamente entró la división en el pueblo, la que se ahondó a partir del juramento
de la Constitución en 1857. Conservadores y liberales se declararon guerra a
muerte y se desató la Guerra de Tres Años, tan sin sentido pero de fatales
consecuencia para México. San Miguel entró otra vez en completa anarquía; corrió
sangre fraterna a raudales y decenas de sanmiguelenses cayeron por defender
una u otra bandera. De un día para otro se sucedían gobiernos, o conservadores o
liberales. Los dos primeros años pareció inclinarse la victoria de parte de los
conservadores; pero para 1860 la tendencia era a favor de ellos liberales. Cuando
en octubre de 1860 Márquez fue derrotado en Calderón y Guadalajara tomada por
los liberales, se restableció el gobierno liberal en el Estado. Las autoridades
conservadoras huyeron del pueblo dejando acéfalo el gobierno municipal.
Dueños los liberales de la situación nacional, el 18 de enero de 1861 regresó
Juárez a la capital, después de tres años de peregrinar con el gobierno a sus
espaldas. Lamentablemente no trajo la solución de los problemas nacionales ni
locales el triunfo liberal. Quedó la sociedad sanmiguelense más dividida antes de
la guerra y se desataron las venganzas por doquier. Los liberales achacaban la
muerte de sus deudos a los conservadores y estos a los liberales.
Múltiples fueron los problemas que encontró Juárez al retornar al gobierno; el peor
que halló las arcas públicas vacías, sin un centavo para hacer frente a los gastos
más precisos y menos para atender la deuda extranjera. Se vio en la necesidad de
suspender los pagos, acción que motivó el reclamo de España, Francia e
Inglaterra, enviando una expedición militar para exigir el pago de sus deudas.
España e Inglaterra se retiraron, no así Francia. Esto ocasionó la "intervención
francesa" de tan triste memoria y fatales consecuencias, pues se nos impuso a
Maximiliano de Habsburgo como emperador.
De 1862 a 1868 San Miguel vivió momentos de terrible intranquilidad, porque se
desató un incontrolable bandolerismo; se asesinaba, robaba, incendiaba y
cometía toda clase de fechorías en el pueblo y los ranchos; se vió también a
merced de los distintos grupos liberales y conservadores. Fue seriamente
castigado por las gavillas de Juan Soto, José Cuéllar y del sanmiguelense Máximo
González que operaban de acuerdo con el famoso bandido hidrocálido Juan
Chávez. Como todos los pueblos de Los Altos, San Miguel se adhirió al imperio de
Maximiliano y sus gobiernos estuvieron sostenidos por los soldados franceses y
no pocos mexicanos que le ofrecieron sus servicios. Tuvo la suerte de contar en
esos años difíciles con el párroco D. Miguel Ma. Mijárez, exclaustrado franciscano
que había llegado de párroco 1854, quien con una conducta atinada y prudente
logró atenuar las diferencias partidistas.
A partir de 1867 inició lo que la Historia de México llama República Restaurada.
Quedó triunfante el partido liberal en el Estado con el abandono por los
conservadores de la ciudad de Guadalajara y el triunfo de la Coronilla. San Miguel
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