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presencia del pensamiento acalitense contemporneo xi - UNAM

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fueran arbitrarias, cosa no aceptada por los cristeros porque las sentían parciales<br />

y favorables a intereses oscuros e injustos. En esa situación, no es posible negar<br />

a los católicos me<strong>xi</strong>canos el inalienable derecho de legitima defensa ante la<br />

opresión de las leyes que no lo son y los caprichos y desvarios de un tirano<br />

trepado en el poder en forma ilegal y espuria.<br />

La doctrina tradicional de que cualquier grupo de ciudadanos, aun sin constituir<br />

una persona moral completa, ni una unidad social orgánica, puede, en virtud <strong>del</strong><br />

derecho natural inherente a cada individuo, mancomunar las fuerzas de todos a fin<br />

de oponer a una opresión común, el haz de una resistencia común, el haz de una<br />

resistencia colectiva, daba la pauta a los cristeros para no esperar el impulso de<br />

los superiores y, mucho menos, de los obispos quienes no son jefes militares sino<br />

espirituales. El derecho natural dice José Gregorio fue el imperativo que nos<br />

empujó a la lucha dejando a los prelados cumplir también con su obligación de<br />

resistir al tirano. En conclusión, creo haber dejado bien establecido que cuando la<br />

resistencia pasiva es inútil, perjudicial e imposible, como sucedió en Mé<strong>xi</strong>co, es<br />

lícito oponer a la autoridad la resistencia armada.<br />

Finalmente, en sus justificaciones sobre el movimiento cristero armado José<br />

Gregorio trae estas consideraciones emitidas por el protestante norteamericano<br />

Robert A. Greenfield en la VI Conferencia Panamericana celebrada a fines de<br />

1927 en La Habana. Como protestante que soy, y partidario de la masonería,<br />

juzgo de los acontecimientos católicos de Mé<strong>xi</strong>co mas bien con el propósito de<br />

defender a mi país, que con el de denunciar injusticias. Sin embargo, empiezo por<br />

hacer constar que con excepción de unos cuantos directores de determinadas<br />

sectas protestantes y algunos prominentes masones, todos nosotros reprobamos<br />

la forma bárbara con que el gobierno radical <strong>del</strong> General Calles ha combatido a los<br />

fieles de la religión católica... Hago constar que la mayoría de nosotros no puede<br />

apoyar las medidas de rigor extremo que han empleado en el país vecino las<br />

autoridades. Hizo Greenfield esta recomendación a los miembros de la VI<br />

Conferencia Panamericana: Sugiero que soliciten al Gobierno de Calles, que no<br />

prive de la vida a los católicos, ni ultraje a las mujeres, ni permita que sus<br />

subalternos, so pretexto de destruir al catolicismo, roben, asesinos y violen los<br />

derechos de los ciudadanos, como consta que lo están haciendo ahora en Mé<strong>xi</strong>co.<br />

Conclusiones.<br />

El problema religioso en Mé<strong>xi</strong>co, cuyo momento más dramático fue la guerra<br />

cristera, se gestó con muchos años de anticipación, desde el siglo XIX. Al triunfo<br />

de la Revolución, el ambiente anticlerical que circuló entre los ideólogos de ésta y<br />

que constituyó el clima dominante <strong>del</strong> Congreso Constituyente reunido en<br />

Querétaro, lo intentó imponer el Estado a la sociedad; es decir, quiso imponerle<br />

los caminos de salvación por la fuerza atribuida a las leyes.<br />

Inmediato al triunfo de la revolución, en julio de 1914, Jalisco sintió ya esos<br />

nuevos aires, pues redujo a casi todo el clero de Guadalajara a prisión, con el<br />

pretexto de conspiración y ocultamiento de armas. Publicada la Constitución, en<br />

1917, surgió la polémica sobre los artículos considerados contrarios a la Iglesia y<br />

porque se puso en vigor el registro obligatorio de sacerdotes ante el gobierno<br />

como condición para ejercer su ministerio; también fijo el número que lo podían<br />

ejercer. Bajo el liderazgo de Anacleto González Flores nació la resistencia pacífica<br />

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