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Lima y sus pregones - Edelnor

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LIMA ANTIGUA<br />

Desde la época prehispánica la comarca de <strong>Lima</strong> ya ejerció una especial predominancia, tal y<br />

como atestiguan las diferentes aldeas y adoratorios que a lo largo de diferentes periodos culturales se<br />

levantaron en <strong>sus</strong> tres valles: el Chillón, el Rímac y el Lurín. El lugar en aquella época se caracterizaba<br />

por <strong>sus</strong> verdes campos de cultivo, regados por extensas acequias que los pueblos yungas habían<br />

abierto desde antiguo.<br />

Los yungas fueron remotos descendientes de los primeros cazadores y recolectores que recorrieron<br />

la zona diez mil años atrás, dejando tras de sí vestigios de su presencia en Chivateros y en la<br />

Tablada de Lurín. De ellos se sabe que en una primera época se alimentaban de peces y mariscos del<br />

litoral, y de la fauna y la flora presente en las quebradas, hondonadas y contrafuertes de la cordillera<br />

andina occidental, como lo atestiguan las puntas de flechas y los restos de redes encontrados. Con el<br />

tiempo, no obstante, los yungas fueron evolucionando y llegaron a periodos de elevado desarrollo,<br />

con una agricultura no sólo de subsistencia, sino con edificaciones, pinturas murales, textiles y cerámicas<br />

altamente elaboradas, como las encontradas en Garagay, Cieneguilla y Ancón.<br />

Importantes culturas como la huari y la inca también estuvieron asentadas en esta comarca<br />

privilegiada que es <strong>Lima</strong>. Pero sin duda alguna el símbolo indiscutible que nos da idea de la importancia<br />

de la región es la presencia en su territorio del oráculo de Pachacámac, divinidad a la que<br />

se rindió culto en todo el universo andino. El santuario no fue sólo destino de peregrinación de<br />

los pueblos de la costa y la sierra central. También fue respetado por sociedades invasoras como la<br />

del poderoso Imperio cusqueño del Tahuantinsuyo, que bajo el Inca Yupanqui elevó a pocos pasos<br />

de aquel respetado adoratorio oracular un imponente Templo del Sol. Éste es aún hoy el edificio<br />

más prominente de los que todavía se levantan sobre las calientes arenas de este desierto al sur de<br />

la capital.<br />

Juan Mauricio Rugendas, Escena en la calle de San Pedro. Óleo en tela 41 x 34 cm. “MR. <strong>Lima</strong> 1843”. Paradero desconocido, en<br />

Juan Mauricio Rugendas, El Perú Romántico del siglo XIX. Editor Carlos Milla Batres. <strong>Lima</strong>, 1975. Lám. 55 - Pág. 135.

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