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Descargar libreto (PDF) - Zarzuela Oviedo

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136<br />

PADRE VICENTE<br />

La extraña receta<br />

con que los moros<br />

su cerámica doraban.<br />

MIGUEL<br />

Un secreto que con ellos<br />

murió para siempre.<br />

PADRE VICENTE<br />

¡Ánfora!<br />

Que ellos dorasen al fuego,<br />

más que de tierra liviana,<br />

parecía en oro viejo<br />

fundida y pulimentada!<br />

Por entonces, nuestros hornos<br />

eran célebres. Su fama<br />

universal. Las vasijas,<br />

cocidas en nuestras fábricas,<br />

deslumbraban en las cortes<br />

de califas y monarcas,<br />

y en sus cálidos reflejos,<br />

irisando, palpitaba<br />

la sangre de Abderramán<br />

o el carmín de las granadas<br />

que abiertas sangran al sol<br />

en los patios de la Alhambra.<br />

Entonces éramos ricos<br />

en las artes y en las armas;<br />

sabios, poetas, pintores,<br />

aventureros, piratas,<br />

conquistadores, guerreros,<br />

emperadores y papas.<br />

¡Pero todo se perdió!<br />

Nos lo robaron y, hoy, nada<br />

hay por el mundo, que antes<br />

no hubiera tenido España.<br />

Sólo pereció una cosa<br />

sin ir a manos extrañas:<br />

¡La fórmula de los moros<br />

para dorar su cerámica!<br />

Ellos mismos la olvidaron<br />

y no han vuelto a recordarla.<br />

(Con creciente entusiasmo.)<br />

¡Yo la encontraré Miguel!<br />

¡Yo la encontraré muchacha!<br />

¡Acaso mañana mismo<br />

veáis salir, de las llamas,<br />

rosas de oro, deslumbrantes<br />

como bruñidas espadas,<br />

que en la noche de las rosas,<br />

es lo natural que salgan!<br />

(En su gran exaltación ha ido empujando a MIGUEL<br />

hasta la entrada del horno. MIGUEL cruza una<br />

mirada de amor con AURORA, y desaparece con el<br />

viejecillo. Enseguida sale DON CUCO por donde<br />

hizo mutis y con sus dos jarrones cuidadosamente<br />

empaquetados. AURORA ha quedado pensativa.)<br />

DON CUCO<br />

(Al verla.)<br />

¡Muchacha...!<br />

AURORA<br />

(Sobresaltada.)<br />

¿Qué quiere usted?<br />

DON CUCO<br />

(Dejando en la mesa su envoltorio<br />

y acercándose a ella.)<br />

Repetirte lo de siempre:<br />

si alguna vez te enamora<br />

algún hombre, y tú le quieres,<br />

yo arreglaré tus asuntos<br />

sin que nadie lo sospeche.<br />

AURORA<br />

¡Nada tengo que arreglar!<br />

DON CUCO<br />

Pero si un día te fuesen<br />

necesarios mis servicios….<br />

AURORA<br />

(Con sequedad.)<br />

¡Ya le tendría presente!<br />

¡Buenas tardes!<br />

DON CUCO<br />

No lo olvides.<br />

No tienes más que ir a verme.<br />

(Mutis de AURORA por la izquierda.)<br />

DON CUCO<br />

(Solo, viéndola irse.)<br />

Tú iras…<br />

(Pausa. DON CUCO mira a todas partes y, sin que<br />

nadie lo vea, recoge los pedazos del plato que<br />

AURORA rompió y que están esparcidos por el suelo.)<br />

Recojamos esto.<br />

Tal vez un días, aproveche.<br />

(Se los guarda cuidadosamente en un bolsillo, coge<br />

su envoltorio y se va. Enseguida vuelve a salir<br />

AURORA por la izquierda, con un pañolillo por los<br />

hombros, y se dirige al foro; pero el Señor MANUEL,<br />

que sale, al mismo tiempo, de la casa,<br />

cortándola el paso.)

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