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Biografía Madre Laura - Misioneras de Madre Laura

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<strong>Laura</strong> Montoya Upegui nació en Jericó <strong>de</strong> Antioquia, el<br />

26 <strong>de</strong> Mayo <strong>de</strong> 1874. Vio la luz primera a las ocho <strong>de</strong> la<br />

mañana. Recibió las aguas <strong>de</strong>l bautismo a las doce <strong>de</strong>l<br />

mismo día.<br />

Tal era la costumbre <strong>de</strong> aquellos hogares cristianos. He<br />

aquí la partida bautismal: En la iglesia parroquial <strong>de</strong><br />

Nuestra Señora <strong>de</strong> las Merce<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Jericó, a 26 <strong>de</strong><br />

mayo <strong>de</strong> mil ochocientos setenta y cuatro, el presbítero<br />

Evaristo Uribe mi coadjutor, bautizó solemnemente a<br />

una niña nacida el mismo día, a quien nombró María<br />

<strong>Laura</strong> <strong>de</strong> Jesús, hija legítima <strong>de</strong> Juan <strong>de</strong> la Cruz<br />

Montoya y María Dolores Upegui, vecinos <strong>de</strong> esta<br />

Parroquia. Abuelos paternos: Cristóbal Montoya y María<br />

<strong>de</strong> Jesús González; maternos Lucio Upegui y Mariana<br />

Echavarría; fueron los padrinos Domingo Montoya y<br />

Juliana Rafaela Montoya, a quienes advirtió el<br />

parentesco y obligaciones que contrajeron. Doy fe.<br />

Jesús María Florez" Rubricado.<br />

Dice la <strong>Madre</strong>: "Cuando conocí que tal nombre se <strong>de</strong>riva<br />

<strong>de</strong> laurel, que significa inmortalidad lo he amado, porque<br />

traduce aquella palabra: "Con caridad perpetua te amé". Si es perpetua, ha <strong>de</strong> ser inmortal e<br />

inmortal ha <strong>de</strong> ser mi amor. Y mi nombre fue el sello <strong>de</strong> esa inmortalidad <strong>de</strong> amores entre Dios y su<br />

creatura. Inmortal ha <strong>de</strong> ser la fe que con el nombre recibí".<br />

Años a<strong>de</strong>lante, cuando <strong>Laura</strong> va a comenzar la obra gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> toda su vida, la fundación <strong>de</strong> su<br />

instituto misionero, todas las compañeras se cambian el nombre pero a ella Monseñor Maximiliano<br />

Crespo se lo conserva. <strong>Laura</strong> ha <strong>de</strong> ser su nombre. "Todo, comenta agra<strong>de</strong>cida, es predilección <strong>de</strong><br />

parte <strong>de</strong> Dios. Por mi parte, no he hecho otra cosa que sembrar muerte en el girón <strong>de</strong> vida eterna<br />

que Dios infundió en mi alma con el santo bautismo"<br />

<strong>Laura</strong> Montoya, que, digámoslo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora, en no pocos aspectos <strong>de</strong> espiritualidad y apostolado<br />

que hoy van imponiéndose, fue una genial a<strong>de</strong>lantada, sintió y cantó muy vivamente la gracia <strong>de</strong>l<br />

bautismo.<br />

"Dios mío, ¡qué pronto comenzaste a mostrar predilección por esta miserable criatura que tan<br />

ingrata te ha sido ! Aquí si que mostraste la verdad <strong>de</strong> aquella palabra: Con caridad perpetua te<br />

amé y por eso te atraje a mí. Por eso te apresuraste a hacerla tuya, metiéndola en las re<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la<br />

gracia santificante, tan luego como estuvo libre <strong>de</strong>l materno encierro. ¡Ay ! ¡Cuánto dolor me causa<br />

el pensar que criatura tan amada no hubiera esperado a darse cuenta <strong>de</strong> tus misericordias para<br />

ofen<strong>de</strong>rte !<br />

La fuente bautismal <strong>de</strong> la antigua Iglesia <strong>de</strong> Jericó fue mudo testigo <strong>de</strong> mi filiación divina a los<br />

claros resplandores <strong>de</strong>l sol <strong>de</strong>l medio día. Por eso al conocerla en 1909, es <strong>de</strong>cir treinta y cinco<br />

años <strong>de</strong>spués, <strong>de</strong>rramé un torrente <strong>de</strong> lágrimas, dulce mezcla <strong>de</strong> amargo dolor por mi ya perdida<br />

inocencia y <strong>de</strong>l más acendrado agra<strong>de</strong>cimiento ante aquel mudo testigo <strong>de</strong>l primer beso, <strong>de</strong> aquella<br />

caridad perpetua con que me amaste, Dios mío, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad.<br />

Por eso al entrar a la ciudad que me vio nacer, antes que recorrer sus calles, antes <strong>de</strong> mirar sus<br />

edificios y aun, antes <strong>de</strong> adoraros en tu sagrario, busqué con ansia loca el único objeto que allí<br />

perseguía, la sagrada pila bautismal, diciendo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> mí: ¡Oh mi estola bautismal! ¡Oh mi<br />

inocencia que te fuiste! ¡Oh mi filiación divina <strong>de</strong>sfigurada! Mis lágrimas alarmaron a mis<br />

compañeras <strong>de</strong> viaje, que no sentían como yo el dolor <strong>de</strong> una joya perdida ni el hálito <strong>de</strong> un amor<br />

perpetuo, exteriorizado treinta y cinco años antes en aquel lugar. Visité <strong>de</strong>spués la casa don<strong>de</strong>


nací, me refirieron las alegrías y dolores allí pasados por mis padres. Pero ya nada me conmovió.<br />

Todo era muerto para mí, menos la fuente en don<strong>de</strong> Dios me dio su primer ósculo".<br />

Con los albores <strong>de</strong> la niñez, el carácter <strong>de</strong> <strong>Laura</strong> <strong>de</strong>spuntó alegre, pero fue un <strong>de</strong>spunte nada más.<br />

Pue<strong>de</strong>n mucho sobre un alma niña la orfandad, la pobreza rayana en miseria y esos ojos <strong>de</strong> la<br />

madre, velados frecuentemente por las lágrimas.<br />

Para esta niña, que <strong>de</strong>spués fue tan eucarística y que llegó a especializarse en preparar niñas para<br />

el gran encuentro con Jesús, la primera Comunión resultó casi improvisada.<br />

Su confesión fue precipitada, por lo cual no halló palabras convenientes para expresar sus<br />

pequeñas faltas. Y en cuanto a su primera Comunión, ella nos dice en su Autobiografía con una<br />

sinceridad y humildad que encanta: "Yo no llevé mas preparación que una mala confesión y una<br />

rabia mal reprimida, causada por tres cosas: la primera porque me llevaron en ayunas. Cuando<br />

reclamé, me hicieron repetir lo que dice Astete respecto a las disposiciones corporales. La<br />

segunda, porque me rezaban al oído, y eso no podía soportarlo. Y la tercera: porque la Sagrada<br />

Hostia me supo muy mal y me creí engañada, porque me habían dicho que comulgar era muy<br />

sabroso y yo creía que se referían al sabor <strong>de</strong> las especies. Sólo se calmó mi rabia cuando me<br />

dieron el <strong>de</strong>sayuno, que fue mejor que el ordinario".<br />

<strong>Laura</strong>, que había <strong>de</strong> ser una andariega <strong>de</strong> Dios, no tuvo en su niñez y juventud habitación fija o<br />

"ciudad permanente", por <strong>de</strong>cirlo con frase <strong>de</strong> san Pablo. De Amalfi pasó al pueblo <strong>de</strong> Donmatías,<br />

en don<strong>de</strong> su madre residió algunos meses, ejerciendo <strong>de</strong> maestra. De Donmatías volvió aún con<br />

su madre y sus hermanos a Me<strong>de</strong>llín, pero como la pobreza seguía cortejándolos porfiadamente,<br />

hubo que colocar a los tres niños en sendas casas <strong>de</strong> parientes. A <strong>Laura</strong>, le tocó vivir en Robledo<br />

en casa <strong>de</strong> un familiar algo frío y <strong>de</strong>samorado que con su conducta contribuyó al acrisolamiento <strong>de</strong><br />

su alma y a orientarla hacia lo eterno e inmutable. Para entrar <strong>de</strong> lleno en los planes divinos, "Dios<br />

- dice ella - comenzó a confitar mi alma con el dolor".<br />

Este peregrinar continuo <strong>de</strong> <strong>Laura</strong>, parece un pronóstico <strong>de</strong> las correrías asombrosas <strong>de</strong> su vida<br />

misionera. De igual modo, las obras <strong>de</strong> caridad, ya entonces practicadas, anuncian lo que fueron<br />

sus días y sus activida<strong>de</strong>s posteriores: un <strong>de</strong>sbordamiento <strong>de</strong>l alma en beneficio <strong>de</strong>l prójimo, un<br />

gastarse y consumirse para la salvación <strong>de</strong> sus hermanos. <strong>Laura</strong> Montoya no nació santa, se hizo<br />

santa con la gracia <strong>de</strong> Dios y con el propio esfuerzo. Y justamente su Autobiografía palpita <strong>de</strong><br />

humanidad. Porque ella misma <strong>de</strong>clara con llaneza los manchones y los rasguños <strong>de</strong> su espíritu.<br />

Declara que en su primera confesión, hecha sin preparación, no acertó a <strong>de</strong>cir unas faltas <strong>de</strong> su<br />

niñez y que ello le fue remordiendo y torturando hasta que a los once años hizo una confesión con<br />

integridad y dolor, en los ejercicios que predicó el celoso párroco <strong>de</strong> Robledo.<br />

<strong>Laura</strong> Montoya Upegui here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> los valores <strong>de</strong> su raza, rompe todos los mol<strong>de</strong>s<br />

preestablecidos. Posee todas las virtu<strong>de</strong>s que necesita para lanzarse como protagonista <strong>de</strong> una<br />

historia excepcional en los anales <strong>de</strong> la historia eclesiástica latinoamericana. Logró superar el<br />

concepto <strong>de</strong> inferioridad y <strong>de</strong>bilidad femenina, <strong>de</strong>mostrando que es posible llevar a<strong>de</strong>lante obras <strong>de</strong><br />

gran contenido social y religioso. Creyó en el valor <strong>de</strong> la mujer, <strong>de</strong> su trabajo, <strong>de</strong> su capacidad para<br />

llegar al más débil y oprimido y elevarlo a su dignidad <strong>de</strong> hombre e hijo <strong>de</strong> Dios.<br />

Llegó a la convicción <strong>de</strong> que las mujeres son las más indicadas para llegar como portadoras <strong>de</strong>l<br />

Evangelio, junto a los indígenas. Su feminidad con sus notas características <strong>de</strong> ternura,<br />

perseverancia, bondad, acogida, su modo <strong>de</strong> sentir y amar y su capacidad "maternal" <strong>de</strong> relación<br />

pue<strong>de</strong> establecer vínculos fructíferos en su misión evangelizadora. Se sintió madre espiritual <strong>de</strong> los<br />

indígenas e infieles <strong>de</strong>l mundo a quienes Dios ama con corazón <strong>de</strong> madre. Quiso mostrar con su<br />

vida la doctrina que enseñaba. Da una respuesta efectiva a la realidad que la circundaba. Su<br />

respuesta impactó en la sociedad porque rompió esquemas y se encarnó en la realidad <strong>de</strong>l indio<br />

<strong>de</strong>sprotegido. Su juventud fue una escuela <strong>de</strong> sufrimiento y un proceso <strong>de</strong> formación guiada por el<br />

Espíritu <strong>de</strong> Dios aprendió a sufrir en silencio, a integrar la fe y la vida. Estando <strong>de</strong> Directora <strong>de</strong> este


Colegio, Monseñor Pardo Vergara Arzobispo <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín, le anunció que su vocación era la <strong>de</strong> Ana<br />

la profetiza, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces los infieles comenzaron a ser un verda<strong>de</strong>ro tormento para su alma.<br />

En 1905 apareció la novela "Hija espiritual" <strong>de</strong>l doctor Alfonso Castro. Éste le hizo saber a <strong>Laura</strong><br />

que tumbaría el Colegio. Este se acabó porque con esta novela los padres <strong>de</strong> familia se<br />

atemorizaron y el colegio se <strong>de</strong>sacreditó. Clausurado el colegio, <strong>Laura</strong> se trasladó a la población <strong>de</strong><br />

La Ceja don<strong>de</strong> trabajó como maestra en la escuela oficial, bajo la dirección <strong>de</strong> una señora que se<br />

aprovechó <strong>de</strong> su situación y <strong>de</strong>scrédito, para humillarla y exigirle mucho más que lo que podía en<br />

esas circunstancias. Allí renovó sus votos por <strong>de</strong>voción. <strong>Laura</strong> sintió adhesión a la calumnia y en<br />

una locura <strong>de</strong> amor, se hizo el tatuaje <strong>de</strong> una cruz en el pecho. Regresó a Me<strong>de</strong>llín, don<strong>de</strong> su<br />

madre y Carmelita su hermana estaban en una gran penuria económica. Por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Vicario<br />

General <strong>de</strong> la arquidiócesis, hizo su <strong>de</strong>fensa en "Carta abierta", escrita con el fin <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la<br />

educación católica <strong>de</strong> los ataques que le hacían en la novela <strong>de</strong>l doctor Castro<br />

Esta <strong>de</strong>fensa puso muy en alto su nombre. En esta carta dicen algunos, ella se muestra "no sólo<br />

como estilista consumada" sino también como mujer <strong>de</strong> Dios, con el único interés <strong>de</strong> darle gloria.<br />

En este tiempo, <strong>Laura</strong> se encargó <strong>de</strong> la educación <strong>de</strong> algunos niños con clases particulares. En<br />

1907 fue nombrada oficialmente como maestra en la pequeña población <strong>de</strong> Marinilla a pocos<br />

kilómetros <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín. "Estando en esa población como maestra, una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> terminar<br />

sus clases fue a visitar el Santísimo, tuvo su encuentro místico con la Paternidad <strong>de</strong> Dios, cumbre<br />

<strong>de</strong> su experiencia trinitaria. Arrodillada en la primera grada <strong>de</strong>l comulgatorio, oraba con su<br />

acostumbrado dolor por las almas <strong>de</strong> los infieles, cuando sintió un dolor tan profundo que no dudó<br />

<strong>de</strong> la maternidad que el Eterno Padre le confiaba".<br />

<strong>Laura</strong> escribe: "Me parecía como que entendía la generación eterna <strong>de</strong>l Verbo. ¡Aquello no era<br />

simplemente una luz! Era como un encuentro con la Paternidad Divina, como en sustancia. Me<br />

<strong>de</strong>jó tal conocimiento <strong>de</strong>l misterio que me parecía verlo, y toda paternidad me parecía oscura y<br />

fantástica. Comprendí con una luz <strong>de</strong>slumbradora la adopción <strong>de</strong> los hombres y cómo entraba en<br />

la suprema paternidad <strong>de</strong> Dios... Me vi en Dios y como que me arropaba con su paternidad<br />

haciéndome madre, <strong>de</strong>l modo más intenso, <strong>de</strong> los infieles... <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces los llamé mi llaga". "Su<br />

llaga" es un dolor por aquellos que viven sin alimento espiritual, sin sacramentos, y sobre todo, sin<br />

conocer a un Padre Dios que los ama tanto. Entonces, una extraña sensación <strong>de</strong> dolor por ellos, <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> hacer algo por su bien, la invadió como inva<strong>de</strong>n las aguas los terrenos sedientos….. Sin<br />

<strong>de</strong>jar <strong>de</strong> pensar ingresar al Monasterio <strong>de</strong> el Carmelo, su primigenia vocación, hizo proyectos para<br />

ver cómo podría trabajar a favor <strong>de</strong> estos infieles, especialmente los indios <strong>de</strong> Antioquia.<br />

De esta experiencia brotó su posición <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Ser Inmenso <strong>de</strong> Dios: "Ante tanta gran<strong>de</strong>za, Dios<br />

mío, cuán bien me sienta la consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> mi pequeñez, viéndote tan gran<strong>de</strong>, ¡Dios <strong>de</strong> mi alma!<br />

Sí, en el aniquilamiento que produce tu misterio en mi espíritu, siento verda<strong>de</strong>ro reposo, siento<br />

seguridad y paz". El amor paternal-maternal <strong>de</strong> Dios se hizo fuerza irresistible y vivificante que la<br />

impulsó a trabajar por la salvación <strong>de</strong> los hombres: "Un solo<br />

dolor y una sola aspiración había en mi vida: Dios ultrajado y<br />

no conocido y mi ansia por darlo a conocer!"<br />

El misterio <strong>de</strong> filiación vivido con tan especial intensidad, la<br />

condujo a <strong>de</strong>tectar la necesidad imperiosa <strong>de</strong> hacerlo conocer<br />

y amar <strong>de</strong> todos los hombres. Esta gracia especialísima se<br />

repitió una y otra vez, en el tiempo en que Dios la preparaba<br />

para la Obra a la que la había <strong>de</strong>stinado: "Otra vez me vi en<br />

Dios y como que me arropaba con su paternidad, haciéndome<br />

madre, <strong>de</strong>l modo más intenso, <strong>de</strong> los infieles. Des<strong>de</strong> aquello<br />

los tuve como si se formaran en mi hijos que no conocía; me<br />

daba ya algo como sublime que sin producirme todavía un<br />

dolor muy sensible, me dolían como verda<strong>de</strong>ros hijos". En ella<br />

la acción apostólica que emprendió brotó <strong>de</strong> esta íntima unión


con Dios en el misterio PATERNIDAD- FILIACION. <strong>Laura</strong> en su ascensión a Dios llegó hasta las<br />

últimas cumbres <strong>de</strong> la perfección y el amor llegó a su plenitud: amor perfecto, absorbente y<br />

dominante: "Mi actitud <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Dios es como una fusión y mis intereses son como los suyos y<br />

unos mismos."<br />

<strong>Laura</strong> Montoya, en su experiencia <strong>de</strong> Dios Padre-<strong>Madre</strong>, <strong>de</strong>scubrió que podía liberarse <strong>de</strong> las<br />

normas limitantes <strong>de</strong> su tiempo e internarse en la selva, para predicar y practicar con audacia y<br />

sencillez el Evangelio, que vence la más sólida ru<strong>de</strong>za y <strong>de</strong> esta manera, llevar hasta la mente <strong>de</strong><br />

los indígenas el mensaje <strong>de</strong> Re<strong>de</strong>nción, <strong>de</strong> un Dios que nos ama con tierno corazón. Sus<br />

sentimientos en relación con estos hermanos oprimidos lo manifiesta en sus escritos: "¡Para los<br />

indios, nos dice, la vida con su séquito <strong>de</strong> dolores no guarda ni una esperanza! Las incomodida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> la vida, acrecentadas formidablemente por el medio selvático y por la ignorancia <strong>de</strong> cuanto<br />

pueda aliviar la vida humana, los va <strong>de</strong>struyendo cruelmente... todo a su alre<strong>de</strong>dor es duro, cruel y<br />

áspero". En la iglesia no existían en ese entonces, congregaciones femeninas cuyas estructuras<br />

facilitaran la evangelización <strong>de</strong> los grupos indígenas ubicados en lugares selváticos. Las cartas <strong>de</strong><br />

respuesta que llegaron a las manos <strong>de</strong> la señorita <strong>Laura</strong>, cuando buscaba comunida<strong>de</strong>s femeninas<br />

que se internaran en la selva para evangelizar y catequizar a los indios, muestran a las claras, que<br />

sus reglas no permitían un trabajo realizado fuera <strong>de</strong> sus casas religiosas, en lugares tan<br />

inhóspitos y en las condiciones <strong>de</strong> pobreza en que <strong>de</strong>bían ser fundadas dichas casas religiosas.<br />

<strong>Laura</strong> Montoya Upegui movida por el Espíritu <strong>de</strong> Dios y su gran celo apostólico, se <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> a<br />

"catequizar" personalmente a los indios. Concibe una comunidad diferente que se sale <strong>de</strong> mo<strong>de</strong>los<br />

existentes para realizar una misión li<strong>de</strong>rada por mujeres y llevada a cabo en lugares selváticos e<br />

incomunicados. A imitación <strong>de</strong> Jesús que se encarnó entre los hombres para salvarnos y liberarnos<br />

<strong>de</strong>l pecado, <strong>Laura</strong> concibe una Congregación que se pone al nivel <strong>de</strong>l indígena, <strong>de</strong>l negro, <strong>de</strong>l<br />

explotado. Vive, comparte y trata <strong>de</strong> pensar como ellos, se <strong>de</strong>ja guiar por el amor, no impone por la<br />

fuerza sino que convence con el testimonio, con la vida misma <strong>de</strong> pobreza, humildad, sencillez,<br />

bondad y amor eficaz.<br />

Con la aprobación <strong>de</strong> Monseñor Maximiliano Crespo Obispo <strong>de</strong> Santa Fe <strong>de</strong> Antioquia, con un<br />

pequeño grupo <strong>de</strong> mujeres esforzadas sale hacia la región <strong>de</strong>l Urabá antioqueño, don<strong>de</strong> la selva y<br />

los ríos se entrecruzan, las fieras y el clima ardiente atemorizan para a<strong>de</strong>ntrarse en lo <strong>de</strong>sconocido.<br />

Sólo la luz <strong>de</strong> la Fe y su amor apasionado a Dios y a los indios, fortalecen asombrosamente las<br />

fuerzas <strong>de</strong> estas mujeres intrépidas.<br />

Fueron ellas: <strong>Laura</strong> Montoya Upegui, Merce<strong>de</strong>s Giraldo Zuluaga, Matil<strong>de</strong> Escobar Posada, Ana <strong>de</strong><br />

Jesús Saldarriaga Jaramillo, Carmen Rosa Jaramillo, María <strong>de</strong> Jesús López y su madre, Dolores<br />

Upegui V. <strong>de</strong> Montoya como compañía, quienes salieron <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín hacia Dabeiba, el 4 <strong>de</strong> Mayo<br />

<strong>de</strong> 1914, con el ánimo <strong>de</strong> ser MAESTRAS Y CATEQUISTAS DE LOS INDIOS. Llegaron a Dabeiba<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un fatigoso viaje el 14 <strong>de</strong>l mismo mes. Llevaban sus pobres pertenencias en una recua<br />

<strong>de</strong> mulas conducida por un peón. El indio infravalorado, repudiado y hostilizado, comenzó a ser el<br />

centro <strong>de</strong> atención <strong>de</strong> estas infatigables viajeras. La <strong>Madre</strong> <strong>Laura</strong> posee recursos metodológicos,<br />

una rica iniciativa y la ayuda po<strong>de</strong>rosa <strong>de</strong> Dios. Busca un régimen, una manera <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r que<br />

facilita la obra evangelizadora. Consiste en la formación <strong>de</strong> centros misioneros que ponen en<br />

movimiento y nutren enseñanzas ambulantes en su <strong>de</strong>rredor. Centros que se fundan en lugares<br />

ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> varias parcialida<strong>de</strong>s indígenas y a ellos concurren los indios que puedan hacerlo, para<br />

los que viven mas distantes funda las Ambulancias.<br />

El trabajo <strong>de</strong> excursiones o correrías misioneras por las selvas y los ríos, comenzó en el mismo<br />

año <strong>de</strong> la fundación: el 7 <strong>de</strong> agosto <strong>de</strong> 1914, con el fin <strong>de</strong> explorar el terreno y buscar modos y<br />

lugares dón<strong>de</strong> establecer centros misioneros, o <strong>de</strong> visitar los enfermos distantes y darles<br />

enseñanza transitoria. Eran esas excursiones realizadas <strong>de</strong> la manera más pru<strong>de</strong>nte, aunque no<br />

<strong>de</strong>jaban <strong>de</strong> ser <strong>de</strong> mucho peligro por lo <strong>de</strong>sconocido. En estas correrías, como en general en todo<br />

el trabajo apostólico, Dios obró verda<strong>de</strong>ros prodigios en favor <strong>de</strong> los indios.


El pequeño grupo misionero fue creciendo. Eran ya 40 Hermanas que trabajaban en la zona <strong>de</strong><br />

Urabá, en cinco centros misioneros, cuando se le presentó la oportunidad <strong>de</strong> buscar "más almas"<br />

por lo territorios aislados <strong>de</strong>l ignoto Uré. Le hablaron a la <strong>Madre</strong> <strong>de</strong> "indios muy salvajes" en el San<br />

Jorge, localidad <strong>de</strong>pendiente eclesiásticamente <strong>de</strong> monseñor Adán Brioschi, arzobispo <strong>de</strong><br />

Cartagena. Para esa <strong>de</strong>sconocida región avanzó la <strong>Madre</strong> <strong>Laura</strong> con la Hna. Ma. <strong>de</strong> la Sagrada<br />

Pasión y un fiel peón, Efraín, atravesando en su fuerte mula "La Flores", los montes <strong>de</strong> Ituango. Sin<br />

sacerdote, sin recursos económicos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una acci<strong>de</strong>ntada aventura que comenzó el nueve<br />

<strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1919 y terminó en diciembre <strong>de</strong> ese año cuando estableció en URE una misión<br />

para trabajar con los negros <strong>de</strong> la región.<br />

Esta fundación <strong>de</strong> Uré mostró a la <strong>Madre</strong> otros campos en don<strong>de</strong> trabajar: los negros, los mestizos<br />

que formaban pequeños grupos a orillas <strong>de</strong> los ríos, carentes <strong>de</strong> todo auxilio espiritual, en<br />

condiciones <strong>de</strong> aislamiento y <strong>de</strong>samparo por parte <strong>de</strong> la Iglesia. Por ellos trabajó y se preocupó <strong>de</strong><br />

establecer casas misioneras en todo este territorio. La <strong>Madre</strong> tuvo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio muchas<br />

dificulta<strong>de</strong>s Porque no entendían su manera <strong>de</strong> evangelizar y sobre todo <strong>de</strong> ser religiosa. Fueron<br />

causa <strong>de</strong> sufrimiento para las primeras Hermanas, la actitud <strong>de</strong> algunos sacerdotes y obispos, la<br />

falta <strong>de</strong> auxilio espiritual en las pequeñas casas <strong>de</strong> misión, las incomprensiones <strong>de</strong> las autorida<strong>de</strong>s<br />

civiles y <strong>de</strong>l Protector <strong>de</strong> los indígenas. En general, po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que no pudieron enten<strong>de</strong>r el<br />

carisma nuevo y provi<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong> la Congregación.<br />

De cuando en cuando, hacía sus asomaditas a Santa Fe <strong>de</strong> Antioquia, a ver a sus hijas y llevarles<br />

el calor <strong>de</strong> su palabra, siempre luminosa y estimulante. Y para facilitarle su comunión <strong>de</strong> la<br />

mañana, su media hora <strong>de</strong> cielo anticipado, alquiló una casa en san Benito, cercana a la iglesia a<br />

don<strong>de</strong> pasaba cuando las fuerzas se lo consentían, a recibir a su Dios o conversar con Él. Otras<br />

veces, un buen padre franciscano le llevaba la comunión a la casa. Fue éste un tiempo muy lleno<br />

<strong>de</strong> las visitaciones <strong>de</strong> Dios.<br />

El 30 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 1928, por circular fechada en santa Fe <strong>de</strong> Antioquia, la <strong>Madre</strong> <strong>Laura</strong> <strong>de</strong> Santa<br />

Catalina, superiora general, convocaba a las religiosas que canónicamente podían asistir al primer<br />

capítulo general <strong>de</strong> elecciones que se reuniría en dicha ciudad el 26 <strong>de</strong> diciembre. La <strong>Madre</strong><br />

hablaba <strong>de</strong> elección para doce años, pero luego se vio que tal plazo era contrario al <strong>de</strong>recho y se<br />

fijó en un sexenio. Antes <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>rse a votación y escrutinio, la <strong>Madre</strong> presentó renuncia <strong>de</strong> su<br />

cargo y rogó se la exonerara <strong>de</strong>l primer puesto. Pero fue reelegida por unanimidad <strong>de</strong> votos. Para<br />

confirmarla en el cargo supremo se necesitaba la aprobación <strong>de</strong> la Santa Se<strong>de</strong>. Por eso se<br />

encargó <strong>de</strong>l gobierno la madre asistenta María <strong>de</strong> San José, mientras el señor Toro se dirigía al<br />

nuncio <strong>de</strong> Su Santidad pidiéndole el favor <strong>de</strong> solicitar <strong>de</strong> Roma la confirmación <strong>de</strong> la <strong>Madre</strong> en el<br />

cargo <strong>de</strong> superiora general. La respuesta o tardó o no llegó. Nada raro en los correos colombianos<br />

<strong>de</strong> aquella época, en que un franciscano español resi<strong>de</strong>nte en Me<strong>de</strong>llín, solicitaba humil<strong>de</strong>mente al<br />

gobierno el establecimiento <strong>de</strong> un carro <strong>de</strong> bueyes para llevar los telegramas urgentes <strong>de</strong> Bogotá a<br />

Me<strong>de</strong>llín... Sea lo que fuere, monseñor Toro se quedó esperando la respuesta y en vista <strong>de</strong> todo,<br />

optó por hacer la respectiva diligencia ante la sagrada Congregación <strong>de</strong> religiosos, en su visita ad<br />

limina. La pidió y la consiguió sin dificultad. Y con monseñor Afanador y Ca<strong>de</strong>na, obispo <strong>de</strong> Nueva<br />

Pamplona, envió a <strong>Madre</strong> <strong>Laura</strong> el oportuno rescripto. Pero al regresar monseñor Toro <strong>de</strong> su<br />

peregrinación a Roma y a Tierra Santa, encontró en su <strong>de</strong>spacho una carta <strong>de</strong>l Señor Nuncio en<br />

que le comunicaba que la Sagrada Congregación no aprobaba la reelección <strong>de</strong> la <strong>Madre</strong> <strong>Laura</strong>,<br />

entre varios inconvenientes, por hallarse anciana y achacosa. Explicó el caso Monseñor Toro al<br />

Señor Nuncio, le expuso que la <strong>Madre</strong> <strong>Laura</strong> ya había tomado posesión <strong>de</strong> su cargo. Contestó el<br />

Neñor Nuncio que la resolución por él recibida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Roma era anterior y por consiguiente la única<br />

válida.<br />

En vista <strong>de</strong> todo, la <strong>Madre</strong> reiteró su renuncia, aunque había quiénes se la <strong>de</strong>saconsejaban, y el<br />

Señor Nuncio, complacido <strong>de</strong> esta actitud, obtuvo <strong>de</strong> la Sagrada Congregación <strong>de</strong> religiosos la<br />

omisión <strong>de</strong> un nuevo Capítulo General, que hubiera resultado gravemente oneroso para la<br />

Congregación en medio <strong>de</strong> la crisis monetaria que paralizaba al país, y la elección <strong>de</strong> la madre<br />

María <strong>de</strong> San José, para superiora general hasta septiembre <strong>de</strong> 1938. A pesar <strong>de</strong> explicaciones <strong>de</strong>l


obispo y <strong>de</strong> la fundadora, parece que el señor Giobbe quedó un tanto suspicaz y caviloso. Pero se<br />

le olvidaban a su excelencia las lentitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los correos <strong>de</strong> esa época y que su carta al prelado<br />

había viajado primero a Jericó, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> había que comunicarla a Santa Fe, en el caso favorable<br />

<strong>de</strong> que el pastor no estuviera ausente.<br />

Había en su interior un conflicto angustioso. De una parte, <strong>de</strong>seaba <strong>de</strong>jar el cargo, "para<br />

ejercitarme en la querida obediencia siquiera un tiempecito antes <strong>de</strong> morir"; pero, <strong>de</strong> otra parte, y<br />

mirando a lo que estimaba el mayor provecho y la consolidación <strong>de</strong> una obra <strong>de</strong>stinada a salvar las<br />

almas, quería seguir influyendo. Quería -dice- acabar <strong>de</strong> dar a mis hijas lo que Dios me ha dado<br />

para ellas". Y seguramente le dolía, que ese bien intencionado anhelo fuese achacado a loca<br />

ambición <strong>de</strong> mando. La <strong>Madre</strong> <strong>Laura</strong> supo mandar, cuando fue colocada sobre el can<strong>de</strong>lero, y<br />

supo obe<strong>de</strong>cer, cuando le tocó esta suerte.<br />

En Me<strong>de</strong>llín, la vida y la jornada <strong>de</strong> la <strong>Madre</strong> discurrían alternamente entre la oración y el trabajo.<br />

Ya no podía salir a visitar las casas, <strong>de</strong>bido a la parálisis que le arrebató el movimiento <strong>de</strong> los pies.<br />

Buena prueba para esta andariega <strong>de</strong> Dios. Sentada en su silla <strong>de</strong> manos se <strong>de</strong>dicaba al estudio y<br />

a la tarea <strong>de</strong> escribir para sus hijas. En cada carta, la <strong>Madre</strong> les mandaba el alma. A ratos, siempre<br />

en su silla <strong>de</strong> ruedas, iba recorriendo los pasadizos <strong>de</strong>l convento para cerciorarse <strong>de</strong> la buena<br />

marcha <strong>de</strong> la comunidad o visitar acaso a otra religiosa enferma. Conducida por alguna <strong>de</strong> sus<br />

hijas, visitaba la capilla para conversar con su Señor o asistir en profundo recogimiento a los actos<br />

<strong>de</strong> comunidad y a los oficios divinos. Nunca se quejó <strong>de</strong> su inmovilidad, todo lo sufrió con paciencia<br />

y mansedumbre. Des<strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1949 su salud empezó a <strong>de</strong>caer notoriamente, día tras día. Sus<br />

fuerzas, antes inagotables, para el trabajo intelectual, iban disminuyendo y gustaba entonces <strong>de</strong><br />

entretenerse en arreglar hilos y sedas para los indios, aunque se fatigaba. Le obsesionaban los<br />

salasacas <strong>de</strong>l Ecuador. - Con estos hilitos, <strong>de</strong>cía, compraremos salasaquitas.<br />

En semana santa <strong>de</strong> 1949, le aparecieron en las piernas unos lamparones rojos que le causaban<br />

acerbo dolor. A pesar <strong>de</strong> ello, asistió, en cuanto pudo, a los divinos oficios y reunió varias veces a<br />

la comunidad para platicarle <strong>de</strong> cosas <strong>de</strong>l espíritu. El domingo <strong>de</strong> Pascua, que fue siempre para<br />

ella día <strong>de</strong> júbilo, lo pasó llena <strong>de</strong> <strong>de</strong>caimiento y <strong>de</strong> tristeza. Hasta miró sin interés la hermosa<br />

estatua <strong>de</strong>l resucitado que ese año se estrenaba. Para aliviar el estado <strong>de</strong> las piernas hinchadas<br />

acudieron varios médicos, entre ellos los doctores Luis Tirado Vélez, Ignacio Vélez Escobar y<br />

Alfonso Velásquez que emplearon tratamientos <strong>de</strong> penicilina, pero estos resultaron inútiles. Los<br />

médicos, a pesar <strong>de</strong> su voluntad <strong>de</strong> oro, hubieron <strong>de</strong> confesar: ¡Sólo un milagro pue<strong>de</strong> curarla ! Y<br />

en las casas comenzaron novenas particulares al franciscano fray Martín <strong>de</strong> la Palma.<br />

Des<strong>de</strong> el domingo 21 <strong>de</strong> agosto se llevó diario <strong>de</strong> su enfermedad. Y por él conocemos una serie <strong>de</strong><br />

pormenores y <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> gran<strong>de</strong> edificación. El 22 a las diez y media, el padre Aníbal Wie<strong>de</strong>mann<br />

juzgó <strong>de</strong>l caso administrarle la santa unción y así se hizo en presencia <strong>de</strong> toda la comunidad, que<br />

respondía fervorosamente a las preces rituales. Concluidos los salmos penitenciales, las religiosas<br />

entonaron un lindo y sentido canto mariano que comienza: "Oh <strong>Madre</strong> mía, quiero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ahora", y<br />

que puso en todos los corazones una intensa emoción. La <strong>Madre</strong> agra<strong>de</strong>ció al padre capellán la<br />

merced <strong>de</strong> ese santo sacramento: “Que mi Dios le pague, Padre. No se imagina <strong>de</strong> cuánto<br />

consuelo ha sido esta ceremonia para mí”. Y añadía, mirando a las novicias: "Lo único que siento<br />

es <strong>de</strong>jar estas muchachitas". A imitación <strong>de</strong> su Dulce Maestro, había <strong>de</strong> pasar por todas las<br />

angustias <strong>de</strong> la pasión: su cabeza atacada <strong>de</strong> meningitis, pa<strong>de</strong>cía un intenso dolor. Su cuerpo<br />

llagado, empezaba a gangrenarse y no podía moverlo sin ayuda <strong>de</strong> muchas manos. Estaba<br />

clavada en la cruz y ni siquiera podía expresar sus martirios por estar privada <strong>de</strong>l uso <strong>de</strong> la palabra<br />

durante todos esos días. De la víspera <strong>de</strong> su muerte se ha contado un hecho misterioso: A él se<br />

refiere el entonces capellán <strong>de</strong> Belencito, Padre Aníbal Wie<strong>de</strong>mann, en la revista Almas: La víspera<br />

<strong>de</strong> su muerte se apareció en sueños a una <strong>de</strong> sus misioneras <strong>de</strong>l Ecuador y le dijo: Vengo<br />

visitando las casas <strong>de</strong> mis religiosas, para impartirles la postrera bendición. Esto es un sueño para<br />

su caridad, pero para mí es una realidad, mañana espero la llamada <strong>de</strong>l Ángel <strong>de</strong>l Señor. Su<br />

muerte causó conmoción en Colombia entera. Prensa y radio compitieron en pregonar la gran<strong>de</strong>za<br />

<strong>de</strong> la vida que acababa <strong>de</strong> extinguirse. De las selvas remotas llegaron a Me<strong>de</strong>llín las cartas <strong>de</strong> los


indios empapadas en lágrimas. Prelados, sacerdotes y comunida<strong>de</strong>s religiosas coincidieron en<br />

glorificar a la <strong>Madre</strong> <strong>Laura</strong> como <strong>de</strong>chado <strong>de</strong> almas apostólicas. El padre Enrique Rochereau<br />

escribía en el periódico El Tiempo, <strong>de</strong> Bogotá: "Pocos sospechan, quizás, que con la muerte <strong>de</strong> la<br />

<strong>Madre</strong> <strong>Laura</strong>, se da vuelta a una <strong>de</strong> las páginas más extraordinarias <strong>de</strong> la historia patria". La <strong>Madre</strong><br />

<strong>Laura</strong> quería convertir su muerte en homenaje <strong>de</strong> adoración a Dios. En uno <strong>de</strong> sus "Lampos" <strong>de</strong>jó<br />

hablar así su alma:<br />

"¡Oh Señor omnipotente, cuya soberanía rendidamente reconozco ! Des<strong>de</strong> el fondo <strong>de</strong> mi nada te<br />

alabo y cuánto diera porque mis alabanzas fueran dignas <strong>de</strong> tu gran<strong>de</strong>za. El que te alaba se<br />

engran<strong>de</strong>ce, tal es tu condición. Adorarte la nada, Dios mío, ya es convertirse en algo. Por eso, mi<br />

omnipotente Señor, quiero adorarte y aclamarte, alabando tu soberanía con cuanto soy y cuanto<br />

tengo. Pero ya ves, Dios mío, que soy nada y que mi po<strong>de</strong>r es negación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r. Pues entonces,<br />

¿qué hago cuando digo que te alabo y adoro con cuanto soy, si soy nada? Y ¿qué hago cuando<br />

digo que te alabo con cuanto puedo, si mi po<strong>de</strong>r es pura negación <strong>de</strong> todo po<strong>de</strong>r? Nada,<br />

absolutamente ofrezco, pero engran<strong>de</strong>zco mi nada, porque el adorarte es engran<strong>de</strong>cerse. Dígnate<br />

pues recibir por a<strong>de</strong>lantado, ese homenaje y para que mi rendimiento sea tal que nada que<strong>de</strong> en<br />

mí que no sea para tu honor y gloria. Quiero que mi muerte, es <strong>de</strong>cir, la separación <strong>de</strong> mi alma y <strong>de</strong><br />

mi cuerpo, sea un homenaje <strong>de</strong> adoración ante tu soberanía.<br />

Oh, ¿qué honor pue<strong>de</strong> ser comparable al honor <strong>de</strong> adorarte y engran<strong>de</strong>certe con la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l<br />

propio ser por miserable que él sea? Y como es cierto que he <strong>de</strong> morir, recibe, pues, gran<strong>de</strong>za<br />

infinita <strong>de</strong> mi Dios, mi muerte y la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> mi ser como un prolongado hilo <strong>de</strong> humo <strong>de</strong><br />

adoración y <strong>de</strong> incienso que se levante <strong>de</strong> mi lecho <strong>de</strong> muerte y <strong>de</strong> mi tumba, con la lenta<br />

<strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> este ser que me has dado y que <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> Ti se consume ahora, en un amor<br />

comprimido y como estrechado por lo temporal. Y, qué paralelo, Dios mío. Noé <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />

conflicto hecho por el diluvio, reconoció la infinita sabiduría <strong>de</strong> Dios levantando un altar sobre el<br />

lodazal, quizás ya infecto <strong>de</strong> la tierra <strong>de</strong>sjugada e ingrata y ofreció un holocausto que fue <strong>de</strong> tan<br />

suave olor <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Señor, que le valió la promesa <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong> no volver a castigar la tierra con<br />

un diluvio.<br />

Pues he aquí que esta pobre criatura tuya, Señor mío omnipotente, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l diluvio <strong>de</strong> una<br />

larga vida <strong>de</strong> pecado, imperfecciones e ingratitu<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l diluvio <strong>de</strong> mis dolores <strong>de</strong> la tierra,<br />

quiero que mi lecho <strong>de</strong> muerte y mi tumba sean el altar elevado sobre la ruina <strong>de</strong> mis días<br />

temporales, tan llenos <strong>de</strong> miserias, para en él ofrendarle el holocausto <strong>de</strong> mi vida y que a ese altar<br />

la muerte llegue como fuego sacro a consumir mi cuerpo, a liquidar mis fuerzas en tu honor, a<br />

esfumar mi vida en reconocimiento <strong>de</strong> tu soberanía, Señor mío, creador <strong>de</strong> lo mismo que en ese<br />

altar te sacrifico .Por lo tanto, es mi intención, Dios mío, que cuando <strong>de</strong> cualquier manera se me<br />

anuncie que el término <strong>de</strong> mi permanencia sobre la tierra se avecina, entregarme al sacrificio,<br />

como el cor<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>gollado sobre el altar se <strong>de</strong>ja consumir por el fuego, a fin <strong>de</strong> que el humo<br />

producido por ese cuerpo suba en suave olor <strong>de</strong> adoración ante tu soberanía.<br />

Sí, escucharé entonces, llena <strong>de</strong> regocijo las palabras con que Dios promete al alma justa<br />

perseguida, su recompensa: "Pobrecilla, le dice el Señor, pobrecilla, combatida tanto tiempo por la<br />

tempestad, privada <strong>de</strong> toda consuelo: mira que yo mismo colocaré por or<strong>de</strong>n las piedras y te<br />

edificaré sobre zafiros y haré <strong>de</strong> jaspe tus baluartes y <strong>de</strong> piedras <strong>de</strong> relieve tus puertas y <strong>de</strong> piedras<br />

preciosas todos tus recintos". Y así, <strong>de</strong> antemano, Dios <strong>de</strong> mi corazón, digo:<br />

Sí, te diré en mi agonía,<br />

sí, al extinguirse el aliento,<br />

sí, al terminar <strong>de</strong> mi vida,<br />

sí, al traspasar <strong>de</strong>l tiempo.<br />

Sí, en el dolor <strong>de</strong> mi carne,<br />

sí, al <strong>de</strong>shacerse mis huesos,<br />

sí, en el podrirse <strong>de</strong> mi sangre,<br />

sí, en el cerrárseme el tiempo.<br />

Quiero <strong>de</strong>cir sí al morir


y sí cantar al escuchar<br />

el sí que tanto anhelo<br />

y diciéndote sí, llegar al cielo.<br />

Sí, dirá el humo <strong>de</strong> mi holocausto,<br />

sí, el extinguirse <strong>de</strong>l fuego<br />

sí, las cenizas que llevan el viento,<br />

sí, hasta Ti levantar el vuelo..".

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