LAS VICTIMAS DEL AMOR,

M ilord. Hija amada.
Ana y S¡i¡dbJnjé
de mi corazón, ariinia.
Pam . M adre.
A braza ú Pamela con ternura., y /a»
£ a r . Bella.
demas hacen extremos de pena.
M aur. Señora-,
estréchate entre ios brazos
Cecil. Yo llego. Prim a.
de una madre cuya vida
A na. 0Ù ciclolOii piadoso cieW
vá á acabar. T u digno abuel©
Üh padre!
(pues nú amor se lo suplica)
M ilord. S í, hija querida,
cuidará de tí ; y Dios inismo
tu j)adre so y , padre
te- concederá rrjas dichas
que con tauta ti^aiHa
que á mí si tu coraaon
buscó til m uerte, es el inisrao conservas sin ia mancilla
que hoy arrepeutidv j»iirüs.
de la culpa. A D ios, Pamela..
A na. ,Ah dulce padrel Pues quiso- A D ios, padre. A D io s, Cecilia.
mi suefte darme la dicha
Yo muero. Oh Sindhám! Rogad
de m orir en vuestros brazos,
por mi aJ Señor. muere..
dignaos por vuestra vida
Pam el. M adre.
de perdonar á e^ta tieraa M ilord. Hija..
y desventurada bija
Triste scrtiaí
de mi culpa.
M aur. Qué dolori:
M ilord. Qué pronunciai,
Bella iuieliz? N o pr(>sigas.
Ceiil. Pues yo causé vuestra ruina„
eternam ente ía debe
Yo soy el que tu perdoit
impU)ro aquí de r«>dillas:
coiicc'deniele.
llorar nii alma arrepentida.
B ar. Ah bárbaro Vatu.xmaiik.
Ah tiol vík*8tra codicia
£ 1 M ilord se echa álospies d t A na ^ y castigaré, pues fué causa
esta quiere detenerle.
A n a . Qué hacéis?
Ah! mi situación me (jnita
tal vez de a(ju^sta desdicha..
Ah ¡\Iadamai Veis::-
CeciL M is ojos
abrazar hoy vuestros pies,
p ad re: jnas llegad apri¿a
i mis ainorusos bra¿us,
para que con alegría
espire en ellos. Los males
que padeció ei alma mia,
castigaron las ofensas
que os hice , y así consigan
mis lágrimas qae a l sepulcro
vuestra bettdicion me siga.
M ilord. La ii3Í;i, y la d t aquel Dio»
que ha de juzgarnos un dia, -
caygan sobre tí.
J u a . Y a , padre,
muero goz.sa y tranquila.
F ro n sv ill, alma Ja mas bella,
^ la mas virtuosa y digna
^ de Inglaterra. buen M auricio,
^ piadoso Ricardo , prim a,
y t d , pedaüo eí mas tierno
m i eterno dolor os diganv
B ar. Tarde es ya.
M ilord.. Oh Sindhám! Oh Bella.'*
Bar. Una fortaleza digna
de la alma vuestra es tan solo^
lo que m ostrar deberíais.
Gon ella r».'diirireÍ5
quanto vue&tra tiranía
hasta aqjií ha errado«.
M ilord. Ay FrousvilU
Qué tarde vi m i perfidia!!
Pero pues ia vi tan tarde,
vamos á- enmendarla apriit*
Todas aquestas cabañas-
A M auricio^
compra al pxint», y d e órden mi»
se haga ua hospital. E l centro
que ocupan Sindhám y m i hija
ocuparán las estatuas
de lotf d o s, gue al mundo dij;an