Modernista colimense: Rafael Martínez Rubio. - Secretaría de Cultura
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mundo <strong>de</strong> obsesiones encuentra cabida en su concepción artística, en este caso <strong>Martínez</strong><br />
<strong>Rubio</strong> se confronta con la visión <strong>de</strong> una mujer inalcanzable, la cual nunca logra poseer.<br />
La presencia <strong>de</strong> elementos florales, la nostalgia <strong>de</strong> las tar<strong>de</strong>s tropicales, el terror <strong>de</strong><br />
las noches ardientes, elementos comunes que se transforman y toman un sentido diferente<br />
se <strong>de</strong>spliegan en los versos exactos y pulidos <strong>de</strong> este literato <strong>colimense</strong>.<br />
Sin embargo existe un elemento constante en su poesía: la fatalidad <strong>de</strong> la mujer<br />
hermosa; esto significaba <strong>de</strong>masiado para el poeta, se trata <strong>de</strong> un cuadro, un referente, una<br />
entraña emotiva que constantemente lo incitaba a empuñar la pluma. Las mujeres que<br />
encontramos en la poesía <strong>de</strong> <strong>Martínez</strong> <strong>Rubio</strong> ataviadas con hermosas flores frescas, están<br />
cubiertas <strong>de</strong> cielos magnánimos, <strong>de</strong> pesadumbre, dolor y muerte.<br />
<strong>Martínez</strong> <strong>Rubio</strong> construye un i<strong>de</strong>al femenino, un refugio <strong>de</strong>finitivo a su constante<br />
tormento, es más que atinado pensar que eventos biográficos son los motivos <strong>de</strong> la<br />
ejecución literaria, en especial con nuestro poeta, porque su novia muerta lo acompaña en<br />
todos los castillos a los que viaja, es ella quien está presente, (inconscientemente para el<br />
poeta), en sus mejores momentos. En este fragmento, es evi<strong>de</strong>nte la presencia <strong>de</strong> una mujer<br />
en su vida, sobre los lin<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> la muerte, el poeta siempre recurre a su más dulce<br />
tormento y a su luz infinita:<br />
Brilla con clarida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> turquesa<br />
La luz radiosa en su aperlada frente,<br />
Y en sus rizos <strong>de</strong> oro dulcemente<br />
Como un broche <strong>de</strong> ámbar queda presa.<br />
En el espacio azul, la luz traviesa<br />
Finge peplos <strong>de</strong> oro, y vagamente<br />
Se perfila en la sombra transparente<br />
Su magnífico busto <strong>de</strong> princesa.<br />
Ama <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ultratumba!... En los fulgores<br />
De diamantina luz surge y palpita<br />
Esparciendo temblantes resplandores...<br />
Sus alas blancas en la sombra agita<br />
Y preludia en sus místicos amores<br />
El idilio inmortal <strong>de</strong> Margarita!...<br />
<strong>Martínez</strong> <strong>Rubio</strong> viaja con sus mujeres, en el altar, al atar<strong>de</strong>cer, sobre la nieve,<br />
siempre con sus musas, incluso en el cementerio como un símbolo <strong>de</strong> la muerte, la mujer<br />
está presente, tocando la puerta <strong>de</strong> las emociones <strong>de</strong>l poeta.<br />
Celia, su novia fallecida, se transforma en sus <strong>de</strong>seos, en sus <strong>de</strong>lirios, en sus<br />
nervios; se trata <strong>de</strong> un aliciente, pero a la vez, un terrible y hondo dolor que sustenta sus<br />
versos <strong>de</strong>sesperados y energéticos.<br />
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