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La Cultura en Vargas Maiquetía, octubre de 2012
El Castillete de Reverón
Feliciano Carvallo, “de Naiguatá”
Nace el 11 de noviembre de 1920 en el estado
Vargas. De origen humilde, alcanza el tercer grado
en la escuela municipal del pueblo. Desde temprana
edad da muestras de su creatividad, diseñando y
construyendo juguetes.
La necesidad de trabajar lo aproxima a diferentes
ofi cios: agricultor, arriero, pescador, albañil, pintor
de brocha gorda, carpintero, carbonero y leñador;
alternando con la música y la pintura, las actividades
culturales tradicionales, los juegos de béisbol y las
bolas criollas.
Su investigación intuitiva de materiales, la escasez
de recursos y su amor por la pintura lo llevan a
aprovechar cartones, papel de bolsas de cemento,
“cartón piedra”, tintas de onoto, cayena, azulillo,
negro humo, ladrillo molido, tierras negras y zumo
de plantas silvestres, para elaborar sus obras. Pinta
fi guras humanas en labores cotidianas, frutas, fl ores,
o cualquier tema observado y enriquecido con su
imaginería fabulosa. Decora objetos, instrumentos
musicales, máscaras construidas por él; hace y pinta
juguetes de madera, exvotos, piñatas y artesanías
(generalmente después de llegar de trabajar como
albañil o pintor de brocha gorda).
Una pintura mural con dos paisajes marinos y un
ramo de fl ores, que realizó en la humilde fachada de
la vivienda de su madre, en Naiguatá, fue el pasaporte
para dar a conocer su obra. A petición de los vecinos
decoró con pinturas las fachadas, para que no lucieran
“desnudas”.
En 1947, un grupo de jóvenes artistas que visitaban
el pueblo con frecuencia, tuvo el primer contacto con
Feliciano. Acompañado por Alirio Oramas, Luis
Rawlinson, Mario Abreu, el pintor Guevara Moreno,
el poeta Víctor Alberto Grillet y la escritora cubana
y gran conocedora de arte María Luisa Gómez
Mena, Carvallo recibió el reconocimiento del talento
plasmado en los paisajes que vestían su casa. Ese día
se realizó el llamado “descubrimiento” que cambiaría
su vida. Su primera exposición (para la cual hizo, a
puño y letra, sus propios catálogos), el acceso a otros
materiales y la compañía de los que formarían el
Taller Libre de Arte de Caracas, fueron el principio
de la trayectoria artística formal de Carvallo. Trabaja
con ellos, se familiariza con la plástica nacional e
internacional, continúa exponiendo en Venezuela
y otros países, gana varios premios y menciones
honorífi cas y, en 1966, recibe el Premio Nacional
de Pintura en el XXVII Salón Ofi cial Anual de Arte
Venezolano con su obra Verano templado (destacando
como el primer artista “ingenuo” en alcanzar esa
distinción) y el Premio Armando Reverón por su
Segunda Selva azul.
Feliciano nos desarma con su sencillez, tiene
la maravillosa capacidad de expresar un mundo
desvestido de convencionalismos y complejidades,
lleno de inocencia. Una pequeña fi gura, con mínimos
rasgos, es capaz de transmitir el estado de ánimo,
la acción y la situación que lo envuelve; fl ota en la
misma atmósfera donde se mueve nuestra mirada
cautiva, rodeado por la magia poética que salpica
todo el lienzo en una refi nada danza de colores. Pinta
escenas de la cultura popular venezolana, totalmente
Exposición de fotos de
las obras Los Orichas de
Lawrence Zúñiga, Pintor
Cubano, que nos ha visitado
en varias oportunidades, las
fotos fueron tomadas por el
fotógrafo Rigoberto Burgos,
se exponen en la Galería del
Teatro Pedro Elías Gutiérrez,
en Pariata, en el marco de la
celebración del Día de La
Resistencia Indígena y de la
Celebración del Día de los
Muertos.
guiado por la intuición y la memoria, anécdotas que
revela con imágenes minuciosas y sentido del juego, y
el resultado es una abigarrada urdimbre vibrante con
la riqueza plástica de sus elementos de expresión e
independiente del acontecimiento que haya inspirado
la obra. Ocasionalmente expone, y disfruta narrando
a los espectadores los detalles de la anécdota; toca
guitarra, cuatro, acordeón, escribe canciones y
poemas:
“Ya se ausentó mi belleza
para tierras desconocidas.
¿Qué estará pensando allá mi belleza?
En otras tierras lejanas
donde yo nunca he ido,
allá me estará esperando
y hoy no encuentro el camino.
Aquella tierra lejana
donde yo nunca he ido,
donde mi belleza se ha ido.
La verdá es que se fue tan lejos
donde yo nunca he ido…
¿Cuándo vendrá mi belleza?
El día del juicio fi nal.
Ya la comida no me cae bien;
ya tengo cien años llorando.
Ya no puedo sufrir más.
Me zumbaré al fondo del mar”.
Feliciano Carvallo
Esta celebración del día de los Difuntos
la viene realizando La Casa de La poesía de
Vargas Juan José Breca desde hacen cinco
años en el Complejo Cultural Cruz Felipe
Iriarte con el apoyo de La Fundación Pepe
Cabrera, El Museo Arqueológico Marapa,
Bolivariana de Puertos, FUNDES Vargas,
La Agrupación Cometas y Papagayos y el
Grupo Literario Nosotros, con una misa
a los difuntos, charlas, poemas y música,
los cultores Varguenses recuerdan a sus
muertos.