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Manos que curan (I y II) - Konozer

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A mediados del siglo XIX, el conde Wilhelm Von Reichenbach dedicó treinta años a experimentar con el<br />

«campo» al <strong>que</strong> denominó fuerza «ódica». Comprobó <strong>que</strong> mostraba muchas propiedades similares a las<br />

del campo electromagnético descrito anteriormente, en el mismo siglo, por James Clerk Maxwell. También<br />

descubrió numerosas propiedades exclusivas de la fuerza ódica. Determinó <strong>que</strong> los polos de un imán no<br />

sólo presentan una polaridad magnética, sino también una polaridad exclusiva relacionada con este<br />

«campo ódico». Otros objetos, los cristales, por ejemplo, también presentan esa polaridad única sin ser<br />

magnéticos por sí mismos. Los polos de la fuerza ódica presentan las propiedades subjetivas de resultar<br />

«calientes, rojos y desagradables», o bien «azules, fríos y agradables» a las observaciones de individuos<br />

sensibles. Determinó, además, <strong>que</strong> los polos opuestos no atraen como en el electromagnetismo.<br />

Comprobó <strong>que</strong>, con la fuerza ódica, los polos semejantes se atraen (es decir, el igual atrae al igual). Se<br />

trata de un fenómeno aural muy importante, como tendremos ocasión de ver más adelante.<br />

Von Reichenbach estudió la relación entre las emisiones electromagnéticas del Sol y las concentraciones<br />

afines dei campo ódico. Descubrió <strong>que</strong> la mayor concentración de esta energía radica en las gamas rojas y<br />

azulvioleta del espectro solar. Von Reichenbach especificó <strong>que</strong> las cargas opuestas producían<br />

sensaciones subjetivas de calor y frío en grados variables de potencia <strong>que</strong> pudo relacionar con la tabla<br />

periódica de los elementos químicos mediante una serie de ensayos ciegos. Todos los elementos<br />

electropositivos proporcionaban a los sujetos desagradables sensaciones de calor; todos los elementos<br />

electronegativos pertenecían a la parte fresca, agradable, con un grado de intensidad de las sensaciones<br />

paralelo a su posición en la tabla periódica, yendo del calor al frío de acuerdo con la variación de los<br />

colores espectrales del rojo añil.<br />

Von Reichenbach descubrió <strong>que</strong> era posible conducir el campo ódico a través de un alambre, <strong>que</strong> la<br />

velocidad de conducción era muy lenta (de aproximadamente 4 metros/segundo) y <strong>que</strong> ésta parecía<br />

depender de la densidad de masa del material más <strong>que</strong> de su conductividad. Además, era posible cargar<br />

los objetos con esta energía de forma similar a como se hace mediante un campo eléctrico. Otros<br />

experimentos demostraron <strong>que</strong> se podía enfocar parte de este campo a través de una lente, como si fuera<br />

luz, mientras <strong>que</strong> otra parte fluiría alrededor de dicha lente de forma semejante a como pasa la llama de<br />

una vela alrededor de los objetos situados en su camino. Esta porción desviada del campo ódico<br />

reaccionaría también como la llama de la vela cuando está sometida a corrientes de aire, lo <strong>que</strong> sugiere<br />

<strong>que</strong> su composición es similar a la de un fluido gaseoso. Todos estos experimentos demuestran <strong>que</strong> el<br />

campo aural posee propiedades <strong>que</strong> permiten pensar <strong>que</strong> su naturaleza es, a un tiempo, particulada como<br />

un fluido y energética como las ondas luminosas.<br />

Von Reichenbach comprobó <strong>que</strong> la fuerza del cuerpo humano producía una polaridad similar a la <strong>que</strong> presentan<br />

los cristales a lo largo de sus ejes principales. Basándose en tal evidencia experimental, describió<br />

el lado izquierdo del cuerpo como polo negativo y el derecho como positivo. Un concepto similar al de los<br />

antiguos principios chinos del yin y el yang antes mencionados.<br />

Observaciones de los médicos del siglo XX<br />

En los párrafos anteriores hemos visto cómo hasta el siglo XX se realizaron estudios tendentes a la<br />

observación de las distintas características de un campo energético <strong>que</strong> rodea a los seres humanos y los<br />

objetos. Muchos médicos se han interesado también por este fenómeno desde los albores del siglo XX.<br />

En 1911 el doctor William Kilner dio cuenta de sus estudios sobre el campo energético humano<br />

contemplado a través de pantallas y filtros coloreados. Describió una neblina brillante dispuesta en tres<br />

zonas alrededor de todo el cuerpo: a) una capa oscura de unos 60 mm pegada a la piel, rodeada por b)<br />

otra capa más vaporosa de unos 2,5 cm <strong>que</strong> fluía desde el cuerpo en sentido perpendicular, y c) una<br />

delicada luminosidad externa de contornos indefinidos, algo más separada, con una anchura de<br />

alrededor de 15 cm. Kilner comprobó <strong>que</strong> el aspecto del «aura», como la denominó, difiere considerablemente<br />

de un sujeto a otro, dependiendo de la edad, el sexo, la capacidad mental y el estado de<br />

salud. Determinadas enfermedades producían manchas o irregularidades en el aura, lo <strong>que</strong> movió a<br />

Kilner a desarrollar un sistema de diagnóstico basado en el color, la textura, el volumen y el aspecto<br />

general del envoltorio. De esta forma diagnosticó algunas enfermedades, como las infecciones<br />

hepáticas, el apendicitis, la epilepsia y alteraciones psicológicas como la histeria.<br />

A mediados del siglo XX, los doctores George De La Warr y Ruth Drown construyeron nuevos<br />

instrumentos para detectar las radiaciones de los tejidos vivos. El primero desarrolló la radiónica, un<br />

sistema de detección, diagnóstico y curación a distancia <strong>que</strong> se servía del campo energético biológico<br />

humano. Sus trabajos más impresionantes son unas fotografías <strong>que</strong> fueron tomadas utilizando el cabello<br />

del paciente como antena. En ellas se muestran formaciones internas de enfermedades del tejido vivo,<br />

tales como tumores y quistes de hígado, tuberculosis pulmonar y tumores cerebrales malignos. Incluso<br />

logró fotografiar un feto vivo de tres meses en el interior del útero.<br />

El doctor Wilhelm Reich, psiquiatra y colega de Freud a principios del siglo XX, se interesó vivamente<br />

por una energía universal a la <strong>que</strong> denominó «orgónica». Estudió las relaciones entre las alteraciones<br />

en el flujo de orgones del cuerpo humano y las enfermedades físicas y psicológicas. Reich desarrolló<br />

una modalidad psicoterapéutica <strong>que</strong> integraba las técnicas analíticas freudianas para desvelar el<br />

inconsciente con técnicas físicas destinadas a desblo<strong>que</strong>ar el flujo natural de la energía orgónica en el<br />

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