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Manos que curan (I y II) - Konozer

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Revisión del capítulo 5<br />

1. ¿Cómo se ha medido el CEH?<br />

2. ¿Cuándo conocieron por primera vez los seres humanos el fenómeno aural?<br />

3. ¿Cuándo y quién observó el aura por primera vez en el siglo XIX?<br />

4. ¿Cómo va el fenómeno del CEH más allá de lo <strong>que</strong> conoce la ciencia actual?<br />

5. Desde el punto de vista de la ciencia teórica y experimental de hoy, ¿qué es un buen modelo para<br />

explicar el fenómeno CEH?<br />

Capítulo 6<br />

EL CAMPO ENERGÉTICO UNIVERSAL<br />

Cuando, siendo ya adulta, empecé a ver de nuevo los campos energéticos vitales, me sentí escéptica y<br />

confusa. Todavía me era desconocida la literatura al respecto (a la <strong>que</strong> me he referido en los dos<br />

capítulos anteriores) y no había recibido ninguna de las guías <strong>que</strong> cito en el capítulo 3. Desde luego,<br />

como científica conocía los campos energéticos, pero eran impersonales y estaban definidos por<br />

fórmulas matemáticas. ¿Estaban ahí realmente? ¿Tenían algún significado? ¿Estaba creando mis<br />

propias experiencias? ¿Se trataba de un deseo, o estaba experimentando otra dimensión de la realidad<br />

con un significado y un orden, <strong>que</strong> suponía una gran ayuda para entender mis circunstancias vitales y,<br />

en realidad, la vida en su conjunto?<br />

Anteriormente había leído cosas acerca de milagros, pero todos les habían sucedido en el pasado a<br />

personas desconocidas para mí. Muchos de ellos parecían bulos y fantasías. La parte de mi ser como<br />

profesional de la física me exigía observación y control para demostrar estos fenómenos «reales o<br />

irreales». Por tanto, empecé a acumular datos, es decir, experiencias personales, para ver si encajaban<br />

en alguna forma o algún sistema lógico, como sucede con los fenómenos del mundo físico. Creía, como<br />

Einstein, <strong>que</strong> «Dios no juega a los dados con el universo».<br />

Comprobé <strong>que</strong> los fenómenos <strong>que</strong> observaba se parecían mucho al mundo con el <strong>que</strong> estaba<br />

familiarizada: bien ordenados en forma, figura y color, además de claramente basados en la relación<br />

causa-efecto. Pero siempre había un poco más, siempre <strong>que</strong>daba algo desconocido, inexplicable,<br />

misterioso. Llegué a comprender lo aburrida <strong>que</strong> sería la vida sin el misterio de lo desconocido flotando<br />

siempre ante nosotros a medida <strong>que</strong> avanzamos a través de... ¿qué? ¿Tiempo y espacio? Así es como<br />

solía pensar. Ahora veo <strong>que</strong> avanzamos a través de las experiencias personales de la «realidad» -<br />

pensar, sentir, palpar, ser, fundirse, individualizarse- sólo para sumirnos de nuevo en una danza infinita<br />

de transformaciones a medida <strong>que</strong> el alma se forma, crece y avanza hacia Dios.<br />

Mis observaciones guardaban estrecha relación con los numerosos libros esotéricos escritos sobre el<br />

tema del aura y los campos energéticos. Los colores mantenían una correlación, al igual <strong>que</strong> lo hacían<br />

los movimientos, las figuras y las formas. Solía hacer la mayor parte de mis lecturas después de realizar<br />

las observaciones, como si a<strong>que</strong>lla mano invisible se asegurara de <strong>que</strong> siempre experimentaba un<br />

fenómeno antes de leer acerca de él, de forma <strong>que</strong> no me fuera posible proyectar cualquier imagen<br />

mental <strong>que</strong> pudiera haberme formado con la lectura. Ahora creo firmemente en esta experiencia de guía<br />

<strong>que</strong> se desplaza a través de mi vida penetrando por completo en todo mi ser como una canción, <strong>que</strong><br />

incluso me lleva a nuevas experiencias, nuevas lecciones, a medida <strong>que</strong> crezco y me desarrollo como<br />

ser humano.<br />

El ejercicio de «ver» los campos energético-vitales universales<br />

La forma más sencilla de empezar a observar el campo energético universal consiste, simplemente, en<br />

relajarse tendido de espaldas sobre la hierba en un agradable día soleado y dejar <strong>que</strong> la mirada vague<br />

por el cielo. Poco tiempo después podremos observar unos glóbulos diminutos de orgón <strong>que</strong> forman<br />

dibujos garabateados sobre el fondo azul celeste. Parecen diminutas bolas blancas, en ocasiones con<br />

una mancha negra, <strong>que</strong> aparecen durante un par de segundos, dejan una ligera estela y desaparecen<br />

de nuevo. Continuando con la observación y ampliando la visión, se empieza a ver <strong>que</strong> todo el campo<br />

late con un ritmo sincronizado. Si el día es soleado, las diminutas bolas de energía serán brillantes y se<br />

moverán con rapidez. Si está nublado, resultarán más traslúcidas, su movimiento será más lento y su<br />

número menor. En una ciudad con el cielo contaminado por los humos se verán en menor número,<br />

oscuras y con movimientos muy lentos; están poco cargadas. Donde observé los glóbulos más<br />

abundantes y brillantemente cargados fue en los Alpes suizos, donde son frecuentes los días soleados y<br />

la nieve lo cubre todo en densas capas. Parece <strong>que</strong> es la luz solar la <strong>que</strong> carga los glóbulos.<br />

Desviemos ahora la vista a los bordes de las copas de árboles silueteadas sobre el cielo azul. Se puede<br />

ver una neblina verde <strong>que</strong> las rodea. Curiosamente, se puede observar también <strong>que</strong> la neblina no<br />

contiene glóbulos. Sin embargo, si se mira más atentamente se pueden ver, en el borde de la neblina<br />

verde, glóbulos <strong>que</strong> cambian su dibujo garabateado y penetran en el aura del árbol, donde desaparecen.<br />

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