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emeequis / redacción Ilustración: Leticia Barradas

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34 | EMEEQUIS | 11 de febrero de 2008<br />

<strong>emeequis</strong> / <strong>redacción</strong><br />

<strong>Ilustración</strong>: <strong>Leticia</strong> <strong>Barradas</strong>


Advertencia: Este texto puede resultar muy<br />

agresivo para quienes consideran que no está en la<br />

naturaleza del ser humano llegar a los extremos de<br />

violencia que en las siguientes historias se narran.<br />

Sin embargo, los ejemplos a través de la historia<br />

sobran. Muchos de ellos han dado vida a la literatu-<br />

ra del horror o al cine gore, pero lo que estas líneas<br />

describen, y es una advertencia para usted, lector,<br />

es algo que ocurre aquí y ahora, en México y en<br />

pleno siglo XXI. Es el terror descarnado asociado al<br />

crimen organizado y el narcotráfico, fenómenos que<br />

han traído consigo métodos que rebasan cualquier<br />

límite. Y lo decimos en serio, cualquier límite. Son<br />

técnicas brutales y crueles, enloquecidos métodos<br />

para torturar y asesinar. Nuestro país, nos guste o<br />

no, se ha convertido en un laboratorio rústico y des-<br />

piadado de la muerte, y los gatilleros, los sicarios,<br />

en sus oficiantes.<br />

Así ejecuta, así mata el narco.<br />

11 de febrero de 2008 | EMEEQUIS | 35


¿Cómo quieres morir?<br />

¿De golpe? ¿Con la ráfaga de los cuernos de<br />

chivo reventando tu cabeza? ¿O con un solo disparo<br />

en la frente, para que no digan que los matones<br />

te perdonaron el tiro de gracia?<br />

¿Y si te cercenaran el cuello con un cuchillo?<br />

Eso va a doler: deben rebanar músculo y hueso. Es<br />

tardado porque quienes lo hacen no son cirujanos.<br />

Vendrán las convulsiones y los gritos saldrán por<br />

la traquea como pequeños chillidos.<br />

¿Quieres precisión? Ahí está la daga kaibil.<br />

Implacable.<br />

¿Y si te convierten en un guiso? Existen dos<br />

variantes: en una, vivo o muerto, vas a dar a una<br />

tina donde hay combustible y lo prenden hasta que<br />

se convenzan de que tu piel se ha reducido a cenizas.<br />

La otra consiste en que, vivo o muerto, introduzcan<br />

tu cuerpo en un tambo para que el ácido<br />

sulfúrico lo desintegre. De ambas, ya lo has visto,<br />

nadie regresa para contarlo.<br />

¿Y si te devoran los leones? Esa moda está que<br />

arde.<br />

¿O quieres probar la tabla? Nomás es un escarmiento.<br />

¿Te vas por el caminito? Ahí te dejarán sin<br />

uñas y luego sin dedos. Y cuánta falta hacen los<br />

pulgares.<br />

¿Y si te encobijan? ¿Qué tal entambado?<br />

Entonces, ¿cómo quieres morir?<br />

Hay que arriesgar la prosa aunque las balas atraviesen<br />

el verbo. Porque aquí, el verbo carraquear<br />

se tambalea bajo las balas. Ese verbo se dice en<br />

las decisiones de muerte. Lo pronuncian seres<br />

muy básicos, sumamente insaciables, adoradores<br />

del dinero fácil, las armas de potencia<br />

comprobada y los corridos (ese soundtrack de la<br />

violencia); parranderos sin medida, viciosos y<br />

enviciadores, mujeriegos, incapaces de sortear<br />

la soledad, fanfarrones, necesitados de mostrar<br />

al mundo su capacidad financiera, fieles de Jesús<br />

Malverde y la desdentada Santa Muerte, calificados<br />

para vender a su madre a la DEA con tal de<br />

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conseguir una rebaja de pena antes de subir a un<br />

avión que los lleve a una prisión gringa.<br />

Carraquear —que viene de la acción de<br />

castañetear los dientes; sabrá Dios a quién se<br />

le ocurrió que los cuernos de chivo replican ese<br />

sonido— es la muerte más rápida. Fulmina en un<br />

pestañeo. Los sicarios saben que de una ráfaga<br />

con calibres .720, .223, 7.62 o nueve milímetros<br />

no se sale vivo fácilmente. El dolor de la muerte<br />

dura lo que tarda la bala en llegar a la cabeza,<br />

al pecho. Y ocurre donde sea: en la puerta de tu<br />

casa, en un restaurante, en tus oficinas de trabajo,<br />

en un antro, en un putero, en tu auto, en la<br />

iglesia… Hasta en tus sueños.<br />

Hace unos días lo supo Mirko Arce Cervantes,<br />

un hombre de 28 años que en una persecución<br />

entre sicarios terminó estrellando su<br />

camioneta doble cabina en los mostradores del<br />

aeropuerto de Tijuana. Ahí lo cosieron a balazos.<br />

De hecho, en este instante alguien más debe<br />

estar comprobando cómo el carraqueo irrumpe<br />

en su vida.<br />

Los primeros rastros vinieron de Nuevo Laredo,<br />

Tamaulipas: “A algunas de las víctimas las arrojaban<br />

a los leones”. No es una historia antigua<br />

de cuando los romanos sacrificaban a los cristianos.<br />

Los sobrevivientes a estos disparatados<br />

juegos que inventaron los narcos mexicanos no<br />

son gladiadores comprados como esclavos. No.<br />

Son enemigos. Y deben pagarlo caro. Porque<br />

matar, en su lógica, divierte y es exótico.<br />

Podríamos hablar del ímpetu de este animal<br />

de cabeza grande y casi cuadrangular, tórax<br />

amplio, hocico ancho y truncado. O también de<br />

lo que es capaz una de sus mordeduras: si un perro<br />

de raza pitbull puede descarnar el brazo de<br />

una persona, qué no puede lograr un león mal<br />

alimentado.<br />

Pero el león no es culpable en estos casos.<br />

Fue una ocurrencia de los narcos.<br />

A principios de 2004, un sicario que escapó<br />

de una casa de seguridad de Los Zetas, en Nuevo


Laredo, narró después a la policía mexicana: “Vi<br />

cómo a uno de los que estaban secuestrados lo<br />

arrojaban a los leones para que lo mataran”. La<br />

declaración fue una más de las tomadas el 6 de<br />

junio de 2005 a 43 pistoleros del cártel de Sinaloa<br />

que también habían presenciado esa carnicería<br />

durante su cautiverio.<br />

La leyenda de la Roma mexicana, sin embargo,<br />

cobró fama hasta el 17 de agosto de 2005,<br />

cuando la policía entró a una finca de José Luis<br />

Carrizales Coronado, El Tubi, un capo del cártel<br />

de Sinaloa. En la lista de lo decomisado en esas<br />

dos hectáreas de la hacienda El Potrero, Nuevo<br />

León, se incluyeron 10 caballos pura sangre, un<br />

puma, un leopardo, un tigre y, por supuesto, un<br />

león. Los animales estaban cerca de una fosa en<br />

la que había restos humanos.<br />

La violencia se había deformado de tal manera<br />

que los agentes decidieron no hablar más<br />

del caso. Pero de algo estaban seguros: los felinos,<br />

quizá traídos desde el este de África, habían<br />

contribuido con sus dentelladas a la guerra<br />

entre narcos.<br />

Esto se corroboraría días más tarde, el 24<br />

de agosto del mismo año, en Escobedo, Nuevo<br />

León. En una casa de seguridad de El Tubi<br />

—capturado cuando tomaba café en un Vips de<br />

Monterrey— la policía encontró excremento de<br />

animales mezclado con manchas de sangre y<br />

pedazos de carne humana.<br />

Cuentan que cada vez los narcos compran<br />

más leones.<br />

Se oyen muchas cosas en el mundillo del narco,<br />

ése donde se cree que el problema de las drogas<br />

no es la descomposición familiar en los hogares<br />

de los adictos, ni los cientos de jueces o periodistas<br />

asesinados en México, ni la inclusión de<br />

militares y policías a sus nóminas, ni las masacres<br />

y ni las campañas financiadas con dinero<br />

ilícito. No, el problema, creen ellos, es de envidia<br />

pura.<br />

Una de las dos más estrafalarias leyendas<br />

No es una historia antigua de romanos que sacrificaban a<br />

cristianos. Un sicario que escapó de una casa de seguridad<br />

de Los Zetas, en Nuevo Laredo, narró a la policía: “Vi cómo a<br />

uno de los que estaban secuestrados lo arrojaban a los leones”<br />

dice que los narcos, para no regar cadáveres y<br />

que su plaza se caliente como si el Diablo hubiese<br />

ido a escupir, han ordenado que los ejecutados<br />

sean desmembrados y arrojados como alimento<br />

a piaras de cerdos hambrientos.<br />

El apetito indiscriminado de los cochitos es<br />

legendario. John Lawrence David, uno de esos<br />

locos de Inglaterra, lo dijo cuando lo arrestaron<br />

en 1988, acusado de asesinato: los cerdos se comen<br />

cualquier cosa… lo que sea.<br />

La otra extravagante historia habla de las<br />

agujas de fuego.<br />

¿Y eso qué es? Dicen que es una moda que<br />

viene de Asia, que son agujas de acupuntura bañadas<br />

en un químico que, al contacto con la piel,<br />

quema como si 10 litros de chile habanero líquido<br />

entraran a la sangre.<br />

Esos narcos han de ver películas de Takeshi<br />

Mike, o todas las temporadas de Los Soprano.<br />

11 de febrero de 2008 | EMEEQUIS | 37


Nadie sabe cómo surgió, pero este método es infalible<br />

por dos cosas: mata o convence.<br />

Le llaman la tabla, la tableada. Hay matones<br />

más cariñosos que le dicen la tablita. Para<br />

no ir tan lejos: la tabla se convirtió en un verbo<br />

transitivo en la frontera tamaulipeca: tablear.<br />

El uso es simple. Se trata de apaciguar hasta<br />

la antesala de la muerte —aunque a veces se llega<br />

a ella— a miembros del cártel del Golfo que no<br />

acatan las reglas pactadas por esta empresa de<br />

la violencia.<br />

Testimonios hay pa’ventar pa’rriba. Existen<br />

la tableada preventiva: aquella que la víctima<br />

puede soportar dependiendo su umbral<br />

del dolor. El instrumento es una tabla de medio<br />

metro de largo y espesor de casi 30 centímetros,<br />

posee orificios sobre su superficie que producen<br />

más tormento al contacto con la piel.<br />

En el mejor de los casos, la tableada emula<br />

a esos ganaderos que suelen rotular a su ganado.<br />

La tabla marca a las víctimas del cártel y su<br />

lista es interminable. Por la tableada han pasado<br />

policías, abogados, narcomenudistas que no<br />

informan de sus ventas, violadores de mujeres,<br />

sicarios de otros grupos, reporteros que publican<br />

notas que lastiman al cártel, polleros que<br />

cruzan indocumentados sin previo permiso de<br />

Los Zetas, pistoleros que echan desmadre. Los<br />

turbios casacambistas tampoco se salvan.<br />

Así que los clientes de este método saben<br />

bien que violentar las reglas impuestas por el<br />

38 | EMEEQUIS | 11 de febrero de 2008<br />

cártel en ciudades como Reynosa, Nuevo Laredo,<br />

Matamoros, Valle Hermoso, Río Bravo,<br />

Miguel Alemán, Ciudad Mier, Díaz Ordaz y Camargo<br />

tendrá consecuencias severas: la tabla<br />

puede esperarlos con los orificios abiertos.<br />

“Hay quienes simplemente no resisten y<br />

mueren. A muchos de ellos los cuelgan de una<br />

viga y los golpean con tal fuerza que les revientan<br />

los órganos”, recuerda un hombre que ha<br />

probado esta tortura del siglo XXI, cortesía de<br />

Los Zetas.<br />

La tableada también es una suerte de licencia<br />

de manejo. “Si por alguna razón ya fuiste<br />

reprimido con este método y un miembro del<br />

“Hay quienes simplemente no resisten y mueren. A muchos<br />

de ellos los cuelgan de una viga y los golpean con tal fuerza<br />

que les revientan los órganos”, recuerda un hombre que ha<br />

probado la tableada, una tortura cortesía de Los Zetas<br />

cártel te pide que te identifiques, basta con que<br />

digas que ‘ya te tableó la gente’, que enseñes las<br />

espalda o de plano el trasero, entonces sabrán<br />

que recibiste la dosis de regaño correcta”.<br />

El verbo en antepresente perfecto: yo he<br />

sido tableado, tú has sido tableado, él ha sido<br />

tableado…<br />

Los Tigres del Norte cantan que la traición y el<br />

contrabando son cosas incompartidas. Quién<br />

sabe si Arturo Hernández González, El Chaky,<br />

pensó en ello cuando tuvo la ocurrencia de entambar<br />

a los desafortunados médicos a los que,<br />

en medio de una cirugía plástica, se les murió<br />

el patrón: Amado Carrillo Fuentes, El Señor de<br />

los Cielos.


Lo cierto es que aquel noviembre de 1997<br />

el hallazgo de tres entambados en la carretera<br />

México-Acapulco fue una de esas noticias que se<br />

vuelven imborrables al paso del tiempo.<br />

Los tambos estaban sellados, pero tenían<br />

manchas de sangre y desprendían un olor fétido.<br />

Los policías abrieron uno. Debajo de una capa de<br />

cemento, rota a martillazos, había un cadáver<br />

desfigurado.<br />

El misterio de quiénes eran los muertos duró<br />

poco: las autoridades descubrieron que se trataba<br />

del otorrinolaringólogo Jaime Godoy y de los<br />

cirujanos plásticos Carlos Ávila y Ricardo Reyes.<br />

A los tres, se sabría hasta la detención de El Chaky<br />

en 2003, se les ató con alambres de púas, se les<br />

metió en agua, se les dieron descargas y luego se<br />

les ejecutó para volverlos piedra.<br />

Quizá porque entambar a los traidores resultaba<br />

algo trabajoso fue que surgió una variante:<br />

los encobijados. Pero quién sabe. Puede que<br />

haya sido un mero golpe de ingenio. Puede ser<br />

que a los pistoleros les resultó mejor envolver al<br />

ejecutado. ¿Y si a un asesinado lo sorprendieron<br />

en su cama y de ahí vino la idea? Quién sabe, hay<br />

tantas hipótesis…<br />

Pero algo que sí ocurre es que los policías<br />

son los primeros en tirar las cobijas. Las dejan<br />

donde localizaron al ejecutado. Las llegan a utilizar<br />

sólo cuando el cuerpo está descompuesto.<br />

Ni los familiares del muerto quieren la cobija.<br />

Eso llevó a la artista plástica de Culiacán, Rosa<br />

María Robles, a recolectarlas y montar la exposición<br />

Navajas.<br />

De ahí se sabe que los pistoleros, hasta eso,<br />

son generosos: les han dejado las etiquetas de los<br />

almacenes de clase media alta en los que han sido<br />

adquiridas.<br />

Suponemos que la falta de tiempo para comprar<br />

cobijas llevó a los sicarios a otro desvío: los<br />

enteipados. Así se les llama a los muertos que<br />

son envueltos con esa cinta plateada y ancha que<br />

cualquier electricista, plomero, albañil o mecánico<br />

llama masking teip. Les forran de teip la cabeza<br />

y luego les enredan más metros al final de los<br />

tobillos.<br />

¿Qué beneficio se obtiene de todo esto?<br />

Sólo los sicarios lo saben.<br />

Lo que nos hace ser diferentes a los animales, independientemente<br />

del razonamiento, es el dedo<br />

pulgar. ¿Eso lo saben los narcos?<br />

Porque si uno sigue la ruta de la tortura y la<br />

muerte encontrará que el caminito es la forma<br />

más directa de llegar a la verdad. Digamos que la<br />

verdad está en las uñas de las manos. Y en el pulgar.<br />

Así, por cada uña y pulgar arrancados con<br />

pinzas de electricista se encontrará un pedacito<br />

de verdad.<br />

Lo saben las víctimas de esta especie de<br />

manicure extremo en casas de seguridad de pistoleros<br />

del cártel del Golfo en Nuevo León, donde<br />

la policía ha hallado pruebas de tal método.<br />

“Primero les meten las manos en agua caliente.<br />

Después, cuando los dedos están relajados,<br />

los torturadores comienzan a arrancar las<br />

uñas y los dedos. Entonces el levantado (plagiado)<br />

comienza a hablar”, ha explicado un perito.<br />

Estos manicure —donde se suelen armar jaulas<br />

casi del tamaño de los cuartos para encerrar a<br />

las víctimas, amarrarlas a un barrote y dejarles<br />

colgado un bote de plástico, de esos lecheros,<br />

para hacer sus necesidades— se han hallado en<br />

Anáhuac, Guadalupe y Escobedo, Nuevo León, y<br />

en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Baja California no<br />

ha quedado excluida.<br />

A mediados de 2006, en la carretera a Rosarito-Tijuana<br />

fue encontrado un hombre sin uñas<br />

en las manos, el pulgar mutilado y sin lengua. Los<br />

captores, reveló en su momento la procuraduría<br />

de Baja California, colocaron el dedo y la lengua<br />

en la bolsa derecha de su pantalón. El muerto se<br />

llamaba Javier López, tenía 35 años y era médico<br />

cirujano residente en Estados Unidos.<br />

En agosto de 2007, el caminito le fue aplicado<br />

a dos elementos de la AFI. Sus secuestradores<br />

decidieron probar la efectividad del método con<br />

Roberto Martínez Saavedra, de 32 años, y René<br />

Lorenzo López, de 30. A los policías federales les<br />

sacaron toda la verdad con la tortura. También les<br />

arrancaron las uñas y los pulgares. La autopsia<br />

11 de febrero de 2008 | EMEEQUIS | 39


eveló que tenían quemaduras en las manos, los<br />

brazos y las piernas. Sus cuerpos quedaron desnudos<br />

en un parque conocido como La Huasteca,<br />

en el municipio de Santa Catarina, Nuevo León.<br />

Pocas personas han tenido a la mano los galones<br />

suficientes de ácido para un caso de emergencia.<br />

Ramón Arellano Félix, el legendario Ramón, fue<br />

una de ellas.<br />

¿Pero para qué tener en casa ácidos sulfúrico,<br />

clorhídrico y nítrico? Ramón tenía la respuesta:<br />

tanto traidor muerto en Tijuana no hubiese<br />

cabido en los panteones, pero sí en una tina<br />

con los concentrados de estos ácidos.<br />

Don Jesús Blancornelas llegó a contar que<br />

los ejecutados por el cártel de los Arellano Félix<br />

eran introducidos en ese líquido aceitoso e<br />

incoloro hasta que se convertían en un residuo<br />

graso de considerable blandura. Luego eso se<br />

eliminaba fácilmente por cualquier desagüe.<br />

Quizá sus conocimientos de química le dijeron<br />

a Ramón que el intenso calor acaba por destruir<br />

los huesos. En algunos casos, lo único que no se<br />

derritió fueron los cálculos biliares. Lo supieron<br />

los pistoleros porque alguien les dijo lo qué eran<br />

esas esferitas que parecían pequeñas cerezas.<br />

El cártel del Golfo no quiso quedarse atrás.<br />

En diciembre de 2005, The Dallas Morning<br />

News le mostró al mundo, a través de YouTube, el<br />

video de cuatro mexicanos descamisados, molidos<br />

a golpes y con las manos atadas, que habían<br />

sido levantados por sicarios del cártel de Sinaloa.<br />

Los hombres eran zetas.<br />

Ese video, lejos de mostrar lo que es dispararle<br />

a un tipo en la cabeza sin remordimiento<br />

alguno, reveló la bifurcación del método de Ramón.<br />

El zeta más golpeado, gordo y parsimonioso,<br />

contó que ellos guisaban a los enemigos.<br />

Con un narcocorrido de fondo y preguntas altaneras,<br />

el zeta explicó inquebrantable: “Los metemos<br />

a una tina, les echamos gasolina y los prendemos”.<br />

Luego diría que no importaba si vivos o<br />

muertos. Lo que importaba era estar convencidos<br />

de que el condenado ardería toda la muerte.<br />

40 | EMEEQUIS | 11 de febrero de 2008<br />

Esta historia viene de El Infierno, una finca que<br />

lleva ese nombre. Un pedazo de selva convertido<br />

en el municipio de Melchor de Mencos Petén,<br />

Guatemala. Un sitio que albergó piratas, que cultiva<br />

chicle de cardamomo y que entrenó a soldados<br />

con especialidad en el manejo del corte perfecto:<br />

la daga kaibil.<br />

En México, la daga kaibil ha pasado lista desde<br />

2006. Lo ha hecho en Guerrero, Michoacán,<br />

DF y Baja California. Un recorte periodístico de<br />

esa fecha, atribuido a la PGR, relata: “Los policías<br />

fueron decapitados (en Guerrero) con total<br />

precisión, que no cabe duda: fue la técnica de la<br />

daga kaibil”.<br />

¿Cómo cruzó la frontera esa arma? Simple:<br />

desde 2003 los cárteles mexicanos renovaron sus<br />

cuadros y encontraron en la daga kaibil y sus manejadores<br />

(soldados guatemaltecos entrenados<br />

para lo imposible) unos buenos aliados para decapitar<br />

a sus enemigos.<br />

Y así ha ocurrido.<br />

El 20 de marzo de 2006, a dos policías de<br />

Acapulco que habían participado semanas antes<br />

en una balacera contra narcos les arrancaron<br />

las cabezas para abandonarlas en las oficinas de<br />

la Secretaría de Finanzas del estado. Los matones<br />

todavía tuvieron tiempo de escribir: “para ke<br />

aprendan a respetar”. No hacía falta que el forense<br />

descubriera que el corte había sido perfecto,<br />

las autoridades ya lo sabían: la daga kaibil.<br />

Pero ¿puede ser un corte de cabeza tan limpio?<br />

¿Es verdad eso? ¿Cómo quitarse de encima<br />

tanta grasa, hueso, músculo y vértebras? ¿Cuánta<br />

fuerza se necesita?<br />

Los especialistas del crimen dicen que es<br />

posible: implica conocimiento anatómico, como<br />

saber que es más sencillo cortar por la parte trasera<br />

del cuello para que la mandíbula no estorbe,<br />

y para que los 4.7 litros de sangre que en promedio<br />

tiene un cuerpo humano y que se vacían en<br />

unos cinco minutos no salpiquen al reventar la<br />

yugular.<br />

Eso, seguramente, han de haber hecho quienes<br />

le cercenaron la cabeza a tres policías municipales<br />

de Rosarito, Baja California, en junio


de 2006. Eso, también, pudieron hacer quienes<br />

decapitaron a dos hombres en Zitácuaro, Michoacán,<br />

en octubre del mismo año. Y los que<br />

de un solo tirón les arrancaron los cráneos a dos<br />

agentes aduanales del aeropuerto de la ciudad de<br />

México, apenas en diciembre pasado.<br />

Todo, muy muy lejos de aquel Infierno guatemalteco.<br />

Play: “Este si es un video real, no las pendejadas<br />

que acostumbran a subir los mugrosos de los Ze-<br />

tas. A los pendejos que quieran venir a buscarnos<br />

esto es lo que les va a pasar”. Entre esas palabras<br />

rojas, las que advierten lo anterior, hay letras<br />

con forma de bala, como si no fuera suficiente el<br />

mensaje.<br />

Entonces aparece un hombre en trusa negra,<br />

atado a una silla, con los ojos reventados a puñetazos.<br />

En el pecho y en la frente el sujeto tiene escrito<br />

con negro la letra Z. En el vientre: “Bienvenidos<br />

mata mujeres y niños. Sigues Ostión”. En el muslo<br />

derecho: “Lazcano, Hummer”. En el izquierdo:<br />

“Z14 Q.E.P.D”. No cabe duda: si el infierno existe,<br />

este zeta va rumbo a él. No importa que diga que<br />

sí, que Los Zetas son la peor clase, que diga nombres<br />

que al mortal común nada le dicen, o que describa<br />

cómo, por órdenes de Lazcano (el Z de Zetas)<br />

ordenó la muerte de policías y secretarias en comandancias<br />

de Acapulco. Ya está sentenciado por<br />

quien dice llamarse La Gente Nueva. Por ese hom-<br />

bre que aparece en escena —sólo se mira su mano<br />

envuelta en un guante de látex— y que golpea al<br />

condenado, mientras parece sonar una canción de<br />

Marco Antonio Solís.<br />

Se acaban las palabras.<br />

La esperanza de salir vivo de esa historia se<br />

reduce a cero cuando aparecen otros dos hombres,<br />

uno con bermudas, otro con pantalones.<br />

¿Qué hacen? Le atan un cable al cuello. ¿Y<br />

para qué son esos dos tubos que trae uno de ellos?<br />

Para darle vuelta al alambre hasta que la cabeza<br />

del infeliz se desprenda.<br />

“Sigues tu Lazcano”. Dicen las letras rojas y<br />

termina el video. Stop.<br />

Así inició abril de 2007.<br />

Este instrumento usado en Guatemala ha pasado lista en<br />

Guerrero, Michoacán, DF y Baja California. Una nota atribuida<br />

a la PGR relata: “Los policías fueron decapitados con tal<br />

precisión, que no cabe duda: fue la técnica de la daga kaibil”<br />

Y los cuchillos, alambres, sables y sierras<br />

empezaron a cortar cabezas.<br />

Preguntas:<br />

¿Los sicarios saben que el corazón de un decapitado<br />

puede seguir latiendo hasta 10 minutos<br />

más? ¿Han leído que Antoine Lavoisier, un famoso<br />

químico francés que murió en la guillotina<br />

en 1794, pidió a sus amigos que observasen si<br />

pestañaba una vez que le cercenaran la cabeza, y<br />

que le contaron 15 pestañeos? ¿Saben que el doctor<br />

Beaurieux, que el 28 de junio de 1905 observó<br />

la decapitación de un reo llamado Languille, escribió<br />

que la cara de éste se relajó, los párpados<br />

se entrecerraron y los globos oculares sólo se entreveían?<br />

¿Saben que entonces Beaurieux le gritó<br />

por su nombre y el reo abrió sus párpados, despacio,<br />

sin espasmos? ¿Que eso ocurrió durante tres<br />

ocasiones, todo en 25 segundos?<br />

Ahora lo saben. <br />

11 de febrero de 2008 | EMEEQUIS | 41

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