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emeequis / redacción Ilustración: Leticia Barradas

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de 2006. Eso, también, pudieron hacer quienes<br />

decapitaron a dos hombres en Zitácuaro, Michoacán,<br />

en octubre del mismo año. Y los que<br />

de un solo tirón les arrancaron los cráneos a dos<br />

agentes aduanales del aeropuerto de la ciudad de<br />

México, apenas en diciembre pasado.<br />

Todo, muy muy lejos de aquel Infierno guatemalteco.<br />

Play: “Este si es un video real, no las pendejadas<br />

que acostumbran a subir los mugrosos de los Ze-<br />

tas. A los pendejos que quieran venir a buscarnos<br />

esto es lo que les va a pasar”. Entre esas palabras<br />

rojas, las que advierten lo anterior, hay letras<br />

con forma de bala, como si no fuera suficiente el<br />

mensaje.<br />

Entonces aparece un hombre en trusa negra,<br />

atado a una silla, con los ojos reventados a puñetazos.<br />

En el pecho y en la frente el sujeto tiene escrito<br />

con negro la letra Z. En el vientre: “Bienvenidos<br />

mata mujeres y niños. Sigues Ostión”. En el muslo<br />

derecho: “Lazcano, Hummer”. En el izquierdo:<br />

“Z14 Q.E.P.D”. No cabe duda: si el infierno existe,<br />

este zeta va rumbo a él. No importa que diga que<br />

sí, que Los Zetas son la peor clase, que diga nombres<br />

que al mortal común nada le dicen, o que describa<br />

cómo, por órdenes de Lazcano (el Z de Zetas)<br />

ordenó la muerte de policías y secretarias en comandancias<br />

de Acapulco. Ya está sentenciado por<br />

quien dice llamarse La Gente Nueva. Por ese hom-<br />

bre que aparece en escena —sólo se mira su mano<br />

envuelta en un guante de látex— y que golpea al<br />

condenado, mientras parece sonar una canción de<br />

Marco Antonio Solís.<br />

Se acaban las palabras.<br />

La esperanza de salir vivo de esa historia se<br />

reduce a cero cuando aparecen otros dos hombres,<br />

uno con bermudas, otro con pantalones.<br />

¿Qué hacen? Le atan un cable al cuello. ¿Y<br />

para qué son esos dos tubos que trae uno de ellos?<br />

Para darle vuelta al alambre hasta que la cabeza<br />

del infeliz se desprenda.<br />

“Sigues tu Lazcano”. Dicen las letras rojas y<br />

termina el video. Stop.<br />

Así inició abril de 2007.<br />

Este instrumento usado en Guatemala ha pasado lista en<br />

Guerrero, Michoacán, DF y Baja California. Una nota atribuida<br />

a la PGR relata: “Los policías fueron decapitados con tal<br />

precisión, que no cabe duda: fue la técnica de la daga kaibil”<br />

Y los cuchillos, alambres, sables y sierras<br />

empezaron a cortar cabezas.<br />

Preguntas:<br />

¿Los sicarios saben que el corazón de un decapitado<br />

puede seguir latiendo hasta 10 minutos<br />

más? ¿Han leído que Antoine Lavoisier, un famoso<br />

químico francés que murió en la guillotina<br />

en 1794, pidió a sus amigos que observasen si<br />

pestañaba una vez que le cercenaran la cabeza, y<br />

que le contaron 15 pestañeos? ¿Saben que el doctor<br />

Beaurieux, que el 28 de junio de 1905 observó<br />

la decapitación de un reo llamado Languille, escribió<br />

que la cara de éste se relajó, los párpados<br />

se entrecerraron y los globos oculares sólo se entreveían?<br />

¿Saben que entonces Beaurieux le gritó<br />

por su nombre y el reo abrió sus párpados, despacio,<br />

sin espasmos? ¿Que eso ocurrió durante tres<br />

ocasiones, todo en 25 segundos?<br />

Ahora lo saben. <br />

11 de febrero de 2008 | EMEEQUIS | 41

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