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emeequis / redacción Ilustración: Leticia Barradas

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Lo cierto es que aquel noviembre de 1997<br />

el hallazgo de tres entambados en la carretera<br />

México-Acapulco fue una de esas noticias que se<br />

vuelven imborrables al paso del tiempo.<br />

Los tambos estaban sellados, pero tenían<br />

manchas de sangre y desprendían un olor fétido.<br />

Los policías abrieron uno. Debajo de una capa de<br />

cemento, rota a martillazos, había un cadáver<br />

desfigurado.<br />

El misterio de quiénes eran los muertos duró<br />

poco: las autoridades descubrieron que se trataba<br />

del otorrinolaringólogo Jaime Godoy y de los<br />

cirujanos plásticos Carlos Ávila y Ricardo Reyes.<br />

A los tres, se sabría hasta la detención de El Chaky<br />

en 2003, se les ató con alambres de púas, se les<br />

metió en agua, se les dieron descargas y luego se<br />

les ejecutó para volverlos piedra.<br />

Quizá porque entambar a los traidores resultaba<br />

algo trabajoso fue que surgió una variante:<br />

los encobijados. Pero quién sabe. Puede que<br />

haya sido un mero golpe de ingenio. Puede ser<br />

que a los pistoleros les resultó mejor envolver al<br />

ejecutado. ¿Y si a un asesinado lo sorprendieron<br />

en su cama y de ahí vino la idea? Quién sabe, hay<br />

tantas hipótesis…<br />

Pero algo que sí ocurre es que los policías<br />

son los primeros en tirar las cobijas. Las dejan<br />

donde localizaron al ejecutado. Las llegan a utilizar<br />

sólo cuando el cuerpo está descompuesto.<br />

Ni los familiares del muerto quieren la cobija.<br />

Eso llevó a la artista plástica de Culiacán, Rosa<br />

María Robles, a recolectarlas y montar la exposición<br />

Navajas.<br />

De ahí se sabe que los pistoleros, hasta eso,<br />

son generosos: les han dejado las etiquetas de los<br />

almacenes de clase media alta en los que han sido<br />

adquiridas.<br />

Suponemos que la falta de tiempo para comprar<br />

cobijas llevó a los sicarios a otro desvío: los<br />

enteipados. Así se les llama a los muertos que<br />

son envueltos con esa cinta plateada y ancha que<br />

cualquier electricista, plomero, albañil o mecánico<br />

llama masking teip. Les forran de teip la cabeza<br />

y luego les enredan más metros al final de los<br />

tobillos.<br />

¿Qué beneficio se obtiene de todo esto?<br />

Sólo los sicarios lo saben.<br />

Lo que nos hace ser diferentes a los animales, independientemente<br />

del razonamiento, es el dedo<br />

pulgar. ¿Eso lo saben los narcos?<br />

Porque si uno sigue la ruta de la tortura y la<br />

muerte encontrará que el caminito es la forma<br />

más directa de llegar a la verdad. Digamos que la<br />

verdad está en las uñas de las manos. Y en el pulgar.<br />

Así, por cada uña y pulgar arrancados con<br />

pinzas de electricista se encontrará un pedacito<br />

de verdad.<br />

Lo saben las víctimas de esta especie de<br />

manicure extremo en casas de seguridad de pistoleros<br />

del cártel del Golfo en Nuevo León, donde<br />

la policía ha hallado pruebas de tal método.<br />

“Primero les meten las manos en agua caliente.<br />

Después, cuando los dedos están relajados,<br />

los torturadores comienzan a arrancar las<br />

uñas y los dedos. Entonces el levantado (plagiado)<br />

comienza a hablar”, ha explicado un perito.<br />

Estos manicure —donde se suelen armar jaulas<br />

casi del tamaño de los cuartos para encerrar a<br />

las víctimas, amarrarlas a un barrote y dejarles<br />

colgado un bote de plástico, de esos lecheros,<br />

para hacer sus necesidades— se han hallado en<br />

Anáhuac, Guadalupe y Escobedo, Nuevo León, y<br />

en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Baja California no<br />

ha quedado excluida.<br />

A mediados de 2006, en la carretera a Rosarito-Tijuana<br />

fue encontrado un hombre sin uñas<br />

en las manos, el pulgar mutilado y sin lengua. Los<br />

captores, reveló en su momento la procuraduría<br />

de Baja California, colocaron el dedo y la lengua<br />

en la bolsa derecha de su pantalón. El muerto se<br />

llamaba Javier López, tenía 35 años y era médico<br />

cirujano residente en Estados Unidos.<br />

En agosto de 2007, el caminito le fue aplicado<br />

a dos elementos de la AFI. Sus secuestradores<br />

decidieron probar la efectividad del método con<br />

Roberto Martínez Saavedra, de 32 años, y René<br />

Lorenzo López, de 30. A los policías federales les<br />

sacaron toda la verdad con la tortura. También les<br />

arrancaron las uñas y los pulgares. La autopsia<br />

11 de febrero de 2008 | EMEEQUIS | 39

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