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Ministerios <strong>Cash</strong> <strong>Luna</strong><br />
http://www.cashluna.org<br />
<strong>Acercaos</strong> a <strong>Dios</strong><br />
Santiago 4: 1-2 advierte: ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras<br />
pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia,<br />
y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.<br />
La Palabra es muy clara, no pedir al Señor y dejarse llevar por las pasiones del mundo tiene<br />
consecuencia desastrosas como las guerras, pleitos y enemistades. Pídele al Señor para no codiciar lo<br />
que otros tienen. Si no tienes es porque no oras pidiendo, ya que, si acudiéramos a <strong>Dios</strong>, nos daría lo que<br />
es nuestro. Nuestro <strong>Dios</strong> nos ama y puede proveernos de todo. La gente insiste en que la iglesia no<br />
puede hablar de economía cuando la Biblia dice que la codicia es consecuencia de no pedir. <strong>Dios</strong> es<br />
como los padres terrenales que se molestan si un hijo aparece en casa con algo que le dieron en otro<br />
lugar. Una vez mi madre me vio llegar con una bicicleta que no era mía y me dijo: “la vas a devolver<br />
ahorita, para eso tienes a tu madre, lo que quieras me lo pides a mí”. Acércate a <strong>Dios</strong> y pídele.<br />
Efesios 3:20 dice: Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente<br />
de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.<br />
<strong>Dios</strong> es poderoso para hacer mucho más abundantemente de lo que pedimos. Pero no puede obrar si no<br />
tiene tus peticiones como materia prima. Por el contrario, si le pides tendrá para darte más que eso. La<br />
Palabra dice que <strong>Dios</strong> guarda en completa paz a aquellos cuyos pensamientos en Él perseveran porque<br />
en Él han confiado.<br />
Aprende a pedir, no lo hagas cuando ya estás desesperado, sino con tiempo porque la obra del Señor<br />
requiere un proceso. Si ya tienes la casa hipotecada, pedirás lleno de angustia cuando pudiste pedir la<br />
capacidad de ahorrar para construir sin tener que endeudarte. Con la salud es igual. Le pides que te<br />
ayude a bajar el colesterol y los triglicéridos que te darán un infarto cuando pudiste pedir que te ayudara<br />
a tener fuerza de voluntad para comer sano y hacer ejercicio. Con una actitud de “última hora” no<br />
obtendrás nada. Debes hacer el tipo de petición de los sabios que se anticipan.<br />
Santiago 4: 3-4 continúa: Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh<br />
almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra <strong>Dios</strong>? Cualquiera, pues, que<br />
quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de <strong>Dios</strong>.<br />
Tienes que elegir, el mundo o <strong>Dios</strong>, pero no ambos. La interpretación no es que evites tener amigos del<br />
mundo, sino que evites el pecado que es “amistad con el mundo” porque si eres enemigo de <strong>Dios</strong> es<br />
imposible que puedas acercarte a Él.<br />
El Señor te anhela<br />
Santiago 4: 5-6 cuestiona: ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en<br />
nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: <strong>Dios</strong> resiste a los soberbios, y<br />
da gracia a los humildes.<br />
Hay momentos cuando buscamos la presencia de <strong>Dios</strong> pero hay otros cuando Él nos anhela. Cada vez<br />
que ministro el Espíritu Santo me sucede que oro, lo busco y le pido que se manifieste. Deseo ser lleno<br />
porque ese es mi estilo de vida, buscarlo constantemente, de la misma forma que me alimento y duermo<br />
todos los días. Pero en otras ocasiones, Él me pide el tiempo porque desea llenarnos. El deseo de estar<br />
juntos es de ambos, de nosotros y de Él. Como los esposos que se buscan; a veces yo busco a mi<br />
esposa para darle un abrazo o un beso y otras veces ella lo hace, pero el resultado es el mismo, un<br />
encuentro cariñoso.<br />
La Palabra también nos dice que el Señor es celoso porque somos suyos. Cuando tienes comunión con<br />
las cosas del mundo, provocas los celos del Espíritu Santo. Sé inteligente y no hagas que sienta celos
las cosas del mundo, provocas los celos del Espíritu Santo. Sé inteligente y no hagas que sienta celos<br />
porque luego, ante las grandes dificultades, causadas por tu amistad con el mundo, recurres a Él para<br />
que te ayude. Entiende que le perteneces y tiene derecho a celarte porque con la sangre de Su Hijo pagó<br />
el precio por ti y todos nosotros.<br />
Acercarse al Señor<br />
Santiago 4: 7-8 asegura: Someteos, pues, a <strong>Dios</strong>; resistid al diablo, y huirá de vosotros. <strong>Acercaos</strong> a <strong>Dios</strong>,<br />
y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad<br />
vuestros corazones.<br />
Todos queremos y necesitamos que <strong>Dios</strong> se acerque a nosotros, por eso debemos dar el primer paso y<br />
demostrarle que lo anhelamos. No pretendas que se acerque si tú te alejas dejándote llevar por el<br />
pecado. Luego caes en la trampa religiosa de pedir que alguien más ore por ti porque esa persona “está<br />
más cerca de <strong>Dios</strong>” que tú. Esa petición es una forma de reconocer que estás lejos de <strong>Dios</strong> ya que no<br />
puedes saber qué tan cerca está otra persona, pero sí puedes saber qué tan lejos estás tú. Tu conciencia<br />
te empuja a pedir intercesión sin darte cuenta que lo que debes hacer el acercarte al Señor para pedirle<br />
directamente que te ayude. Imagina que no tendrías motivación para santificarte si crees que puedes<br />
pecar y luego pedirle a otra persona que ore por ti para obtener lo que quieres. Esto es como pretender<br />
que te recompensen con un carro del año si no has alcanzado buenas notas en la universidad o si no<br />
tuviste buenos logros en tu trabajo. Incluso hay esposos que van a la iglesia con sus esposas y piensan<br />
que a través de la buena conducta de ellas serán bendecidos y podrán continuar con su vida<br />
desordenada e hipócrita.<br />
No te confundas, acércate al Señor para que Él se acerque a ti.<br />
Acercarse con humildad<br />
Hay que acercarse a <strong>Dios</strong> con humildad, no con soberbia porque debemos reconocer quién es Él. Nadie<br />
pide la ayuda de un médico o un abogado exigiendo que le asesoren a domicilio. Cuando necesitas<br />
ayuda, acudes con respeto y dispuesto a hacer lo que sea por obtener lo que requieres.<br />
A veces, el orgullo de una persona es tan grande que incluso reta a <strong>Dios</strong> para que se manifieste en su<br />
vida como condición para tener fe. Dice: “si esto es de <strong>Dios</strong> que me toque a mí”, como si tú fueras “Su<br />
prueba viviente”. ¡Cuidado con esa soberbia! Cuando busco Sus manifestaciones en mi vida, le digo: “no<br />
tienes que explicarme nada, solamente sorpréndeme porque no atentaré contra Tu soberanía”. Muchas<br />
personas dicen que la sanidad no es de <strong>Dios</strong> porque no les ha sucedido a ellos, como si Él tuviera que<br />
demostrar Su poder en ti para que millones crean. Si te acercas a <strong>Dios</strong> debe ser con humildad.<br />
La palabra griega que se traduce en “soberbia” significa: “creerse por encima de otros. Ver a los demás<br />
por encima del hombro. Estimarse merecedor de todo más que todos. Despreciar a otros”. En el deporte<br />
sucede que cualquiera que subestima a un pequeño corre el riesgo de perder ante él, por grande que<br />
sea. Subestimar es un síntoma de soberbia.<br />
La humildad es un requisito para acercarse a <strong>Dios</strong>. Cierta vez le dije a una persona: “<strong>Dios</strong> ya perdonó tus<br />
pecados, pero mientras tengas ese orgullo, los pecados volverán a aparecer”. Las personas orgullosas,<br />
prepotentes y altivas, jamás dejan de pecar. El Señor puede perdonar tus mentiras, sobornos, adulterios<br />
y fornicaciones, todo lo que hayas hecho y dicho, pero si no tratas tu orgullo, el pecado volverá. Sucedió<br />
con Adán que pecó por el deseo arrogante de querer ser como <strong>Dios</strong> aunque ya lo era, porque fue creado<br />
a Su imagen y semejanza. Luzbel, el ángel más bello del paraíso, el guardián y querubín, dijo con<br />
soberbia: “subiré y pondré mi trono a la par del de él”.<br />
También recuerda que la humildad no tiene que ver con dinero. Muchas veces confundimos los términos,<br />
pero conozco gente pobre muy soberbia y gente con mucho dinero que tiene una gran humildad en su<br />
corazón.<br />
<strong>Dios</strong> resiste a los soberbios y da gracia a los humildes. Si queremos que visite nuestra casa, debemos<br />
pedirle que trate con nosotros hasta que seamos tan humildes como Él. Cuando dijo: “aprended de mí<br />
que soy manso y humilde de corazón y hallaréis paz para vuestras almas”, tenía razón porque no hay<br />
orgulloso que viva en paz y no hay humilde que no la tenga.
Acercarse con fe y confianza<br />
Hebreos 11:6 afirma: Pero sin fe es imposible agradar a <strong>Dios</strong>; porque es necesario que el que se acerca<br />
a <strong>Dios</strong> crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.<br />
Hay un galardón para mi vida si le busco con fe y no con desconfianza. Muchas veces cuando oramos,<br />
nuestra oración es de desesperanza. Pídele convencido de que te dirá que sí, no con angustia, llorando,<br />
clamando, gimiendo porque el lloro, muchas veces es contrario a la fe.<br />
Antes de una Noche de Gloria, me sucedió que pedía angustiado, con lágrimas en los ojos le rogaba que<br />
se manifestara ante los miles de personas que había llegado. Entonces me confrontó: “me pides como si<br />
fuera a negarme. Los amo, mandé a Mi Hijo a morir y por Su herida han sido curados, ¿cómo piensas<br />
que me haré de rogar para sanarlos?” Entonces me levanté, sequé mis lágrimas y cambié mi oración<br />
agradeciéndole por lo que sucedería esa noche. Él no se hace de rogar y debemos orarle convencidos<br />
de que obrará en nuestras vidas. De la misma forma que sales esperanzado de la consulta médica si te<br />
dicen que estás enfermo pero que todo saldrá bien.<br />
Llega confiado ante Su presencia, así como vas a pedir trabajo con tu mejor cara aunque estés al borde<br />
de la desesperación porque te urge conseguir empleo. De tu fe depende la respuesta que recibas, debes<br />
motivar al Señor con tu actitud para conseguir tu milagro. Cuando vendes, no te acercas a los posibles<br />
compradores inspirando lástima como si pidieras limosna, por el contrario, los retas diciéndole que hay<br />
más personas interesadas y que deben decidirse a comprar. Para que Él se acerque debes demostrarle<br />
tu fe y convicción. Dile: “Señor, por Tu herida he sido sanado”. Acércate a <strong>Dios</strong> con humildad y fe porque<br />
la humildad no resta seguridad, sino que la afirma. Demuestra que sabes que el<br />
Señor es más grande que tú y todos tus problemas juntos.<br />
No se ora por el problema sino por la solución. No ores por la enfermedad sino por la sanidad. Ora con<br />
esa fe que es certeza de lo que se espera y convicción de lo que no se ve. No oras por las crisis sino por<br />
las soluciones que se afianzan en la mente y el corazón. No ores con el espíritu del Chapulín Colorado a<br />
quien le preguntaban: ¿y ahora, quién podrá defenderme? Acércate a <strong>Dios</strong> con fe y certeza.<br />
Acercarse sin doble ánimo<br />
Santiago 1: 6-8 advierte: Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda<br />
del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga,<br />
que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.<br />
De doble ánimo es como tener dos vidas dentro. Con la mitad de la mente piensa una cosa y todo lo<br />
contrario con la otra. Un día, estaba con un grupo de ministros religiosos que afirmaban que la<br />
prosperidad económica no venía de <strong>Dios</strong>, entonces yo les dije que seguramente venía del diablo, porque<br />
sólo esas dos opciones hay, es de aquí o de allá, de una o de la otra. Sin saber qué responder, me<br />
pidieron que los llevara al municipio de Almolonga para admirar el avivamiento que habían<br />
experimentado sus habitantes. Entonces les dije que no era conveniente que fueran porque iban a<br />
traumarse al ver los templos con pisos de mármol y la gran prosperidad que allí había, todo producto de<br />
la fe en el Señor y el ánimo sin dobleces.<br />
Quizá no recibes lo que has pedido porque vives en doble ánimo, con tus oraciones expresas una cosa<br />
pero con tu estilo de vida expresas otra. Mucha gente dice que <strong>Dios</strong> prospera y bendice pero cuando lo<br />
demuestra en la vida de alguien, esa persona rápidamente es blanco de las críticas. No es posible ese<br />
doble ánimo de creer que <strong>Dios</strong> puede llevarnos lejos, que todo lo puede hacer y dar, para luego decir que<br />
es malo recibir Su bendición. Deja la hipocresía y enfrenta los retos. Muchas veces quieres empezar tu<br />
empresa y buscas Palabra que te lo profetice, pero cuando tienes la oportunidad frente a ti, actúas con<br />
temor y retrocedes. Lánzate siempre con fe y confianza.<br />
Acercarse con sinceridad<br />
Dile al Señor que te acercarás con humildad, certeza, sin doble ánimo y sinceridad. La falta de sinceridad<br />
no da resultado. En la Biblia tenemos algunos ejemplos de acercamientos poco sinceros: Nicodemo se
acercó de noche para que no lo vieran y el Señor le dijo: “te es necesario nacer de nuevo”. Obviamente<br />
no hablaba de salir de nuevo del vientre materno sino de nacer en el Espíritu.<br />
Otro ejemplo es la Samaritana que se resistió cuando Jesús le pidió de beber, pero cambió de actitud<br />
cuando Él le demostró que conocía su vida y pecados, sólo entonces creyó. Simón y los discípulos<br />
criticaron cuando María Magdalena se acercó a Jesús por detrás, le lavó los pies y lo ungió con perfume.<br />
Ellos pensaban que Jesús no sabía quién era ella, pero Él les recordó que ama más a quien más se le<br />
perdona, por lo que alabó la actitud de aquella que con sinceridad se le acercaba.<br />
Acércate con sinceridad, convencido de que te conoce, te acepta y te ama. Ábrele tu corazón y pídele Su<br />
ayuda. Como la mujer que le pidió que sanara a su hijo de los demonios. Ella no creía y fue sincera,<br />
entonces Jesús hizo el milagro porque la mujer le pidió que le ayudara en su incredulidad.<br />
Zaqueo se lleva la corona de la sinceridad y humildad. Era muy rico pero no fue prepotente y no repartió<br />
dinero para acercarse a Jesús, sino que se subió a un árbol. Cuando el Señor le dice que comerá con él,<br />
Zaqueo, emocionado prepara todo para recibirlo. Ya en su casa pide la palabra y dice que devolverá<br />
cuatro veces aquello que haya defraudado a alguien y entregará la mitad de sus bienes a los pobres.<br />
Entonces, Jesús afirma: “hoy ha llegado el Reino a esta casa”. Aprende para que esas sean Sus<br />
palabras al entrar en tu hogar.<br />
Estamos a tiempo de lograr la humildad y sinceridad necesarias para acercarnos a <strong>Dios</strong> y recibir Sus<br />
bendiciones. Cambia tu actitud si reniegas de la situación y te preguntas porqué te suceden cosas malas.<br />
Mejor sé sincero, pídele que te perdone y ayude aunque has cometido errores que te han llevado a la<br />
crisis que afrontas. Reconoce que fuiste necio al desobedecer Sus consejos, tal vez no cuidaste el dinero<br />
de la empresa o te alejaste de tu familia. Al ver tu buena actitud, el Señor te dirá: “yo le doy gracia a los<br />
humildes, siéntate, estoy contigo todos los días de tu vida, no te desampararé y no te dejaré, cuéntame<br />
qué te sucede”.<br />
Acercarse con confianza<br />
Hebreos 4: 15-16 aconseja: Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de<br />
nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.<br />
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para<br />
el oportuno socorro.<br />
Acércate con confianza al trono pero no “confianzudo”, porque sin honra el Señor no obrará. No lo trates<br />
como “el jefe, el de arriba, el colocho”, hacerlo refleja soberbia y a Él le importa mucho cómo lo honras.<br />
Recuerda que no hizo milagros en Nazaret, donde dijeron “este es hijo de carpintero”. Es como pensar<br />
que te acercarás a la reina de Inglaterra diciendo palabras abusivas e irrespetuosas. Si eso es imposible,<br />
mucho más es pensar que te acercarás al trono de Su gracia sin demostrarle el respeto que merece.<br />
Demuéstrale que le honras como el Rey de reyes y<br />
Señor de señores.<br />
Acércate con confianza aunque sabes que has pecado y que luchas por salir del mundo. Dile que confías<br />
el Él como tu Salvador y estás convencido de que Su sangre te ha limpiado. Pídele que te ayude porque<br />
necesitas Su gracia para vivir y su apoyo en la tribulación. Esa mezcla de respeto y fe es perfecta.<br />
Acercarse con adoración y ofrenda<br />
2da. de Crónicas 29:31-33 nos cuenta: Y respondiendo Ezequías, dijo: Vosotros os habéis consagrado<br />
ahora a Jehová; acercaos, pues, y presentad sacrificios y alabanzas en la casa de Jehová. Y la multitud<br />
presentó sacrificios y alabanzas; y todos los generosos de corazón trajeron holocaustos. Y fue el número<br />
de los holocaustos que trajo la congregación, setenta bueyes, cien carneros y doscientos corderos, todo<br />
para el holocausto de Jehová. Y las ofrendas fueron seiscientos bueyes y tres mil ovejas.<br />
Debemos acercarnos adorando. En tu oración siempre adórale y dale gracias, aunque tengas poco<br />
tiempo para hacerla y estés apresurado. Quien le adora, difícilmente se convertirá en una persona<br />
soberbia.
Además, acércate listo para darle lo que le corresponde y acompaña tu adoración y alabanza con la<br />
ofrenda que le agrade. La Biblia nos habla de un holocausto impresionante, nada similar al de hoy día.<br />
Antes, seguro era traumático ver como todos los animales se sacrificaban y quemaban a la vista del<br />
pueblo.<br />
Deuteronomio 16:16 culmina: Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová tu <strong>Dios</strong><br />
en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las<br />
semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de Jehová con las<br />
manos vacías.<br />
Siempre pensamos en lo que recibimos y no en lo que damos. El buen ofrendante, es aquel que sabe<br />
presentarse delante de <strong>Dios</strong> y prepara su ofrenda. Jesús preparó su cuerpo durante 33 años para<br />
ofrendarlo en la cruz del Calvario y salvarnos. La gente madura se acerca a <strong>Dios</strong> y sabe ofrendar porque<br />
entiende lo que está haciendo y para quién lo da.<br />
No vayas a la iglesia sin preparar tu ofrenda, así como nunca sales de paseo o a un centro comercial sin<br />
la billetera. La Biblia dice que nadie se presente delante de <strong>Dios</strong> con las manos vacías.<br />
Aprende a acercarte a <strong>Dios</strong> sin soberbia, con humildad, con fe y certeza, sin doblado ánimo, con<br />
sinceridad y confianza, además de alabanza y ofrenda. Si le pides que te ayude, Él volverá Sus ojos<br />
hacia ti y serás testigo de Su poderosa presencia en tu vida.