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Sacerdos
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septiembre-octubre 2011
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be R naR d sesboüé,
Invitación a creer. Unos
sacramentos creíbles y
deseables,
San Pablo, Madrid 2010,
472 pp.
Podemos fácilmente constatar cómo, en muchas partes
del mundo, la práctica sacramental no sólo ha
descendido de manera significativa, sino que suscita
críticas directas. He aquí el objetivo de esta Invitación
a creer: proponer, con reflexiones de orden pastoral,
profundas y asequibles a la vez, unos sacramentos
creíbles y, a la vez, deseables. Para ello, Bernard Sesboüé
parte del sentido antropológico del rito y pasa
luego a fundar los sacramentos en la Persona de Cristo,
primer sacramento de Dios. Los siete sacramentos
serían, por proponer una imagen, como otros tantos
abrazos que recibimos de Cristo, la expresión por
excelencia de la ternura de Dios. A continuación,
desgrana cada uno de los sacramentos, presentados
en función de su originalidad propia y en la esfera
de la experiencia humana a la que afectan, y presta
atención a las dificultades que su práctica suscita en
la actualidad. El contenido doctrinal de cada uno de
ellos se examina a la luz de la historia, dado que los
sacramentos pertenecen tanto a la palabra como a
la práctica de la Iglesia, y se completa con atinadas
reflexiones de orden pastoral. Al final de la obra se
recoge un glosario con los términos más técnicos.
El autor, jesuita y teólogo ampliamente reconocido,
es profesor de la Facultad de Teología del Centro-
Sèvres, en París, y ha sido miembro de la Comisión
Teológica Internacional.
Ri n a l d o Fa b R i s –
st e Fa n o Ro m a n e l l o,
Introducción a la lectura
de san Pablo,
Edicep, Valencia 2009,
320 pp.
Este texto es un instrumento para acercarse a san
Pablo y a su pensamiento por medio de la lectura
directa de su epistolario, una guía para un primer
contacto. Tiene en cuenta los estudios paulinos,
que se han multiplicado en la última década, caracterizados
por la aplicación del «análisis retórico» (el
estudio literario de los textos como escritos persuasivos),
y ésta es la contribución específica aportada en
la preparación del presente volumen. Otro aspecto
novedoso es la propuesta de «talleres» o ejercicios
prácticos insertados al final de algunos capítulos, que
sirven tanto para el estudio académico como para
formar un itinerario de lectura personal. Con esta
misma finalidad, se indica al final de cada tema una
bibliografía esencial.
La obra se divide en nueve capítulos: las fuentes y
la cronología, biografía de San Pablo, Pablo cristiano,
Pablo apóstol y pastor, el género epistolar y las cartas
de San Pablo, presentación de cada una de sus
cartas, el mensaje teológico del Apóstol (cristología,
eclesiología, espiritualidad, escatología, su herencia
judía), Pablo en la historia (en las universidades, en
la Reforma protestante, en la teología moderna, en la
literatura y el arte, Pablo y los judíos), y, finalmente, la
actualidad de Pablo (la dimensión teologal y relacional
de la vida cristiana, la libertad y madurez cristiana,
el anuncio y la transmisión del Evangelio, el diálogo
interreligioso y la unidad de los cristianos).
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Ví c to R mo R l a as e n j o,
Nahúm, Habacuc,
Sofonías,
Desclée de Brouwer,
Bilbao 2009, 288 pp.
Continuando con la colección de comentarios a la
Nueva Biblia de Jerusalén, la editorial Desclée de
Brouwer presenta esta nueva obra, situada entre la
divulgación y la crítica científica.
Nahúm, Habacuc y Sofonías vivieron en el periodo
antes del exilio, en la segunda mitad del siglo VII
a.C. Los tres profetas fueron testigos de la decadencia
política, ética y religiosa de Judá en vísperas de la
destrucción de Jerusalén y del subsiguiente destierro
a Babilonia. Habacuc y Sofonías se muestran hondamente
preocupados por la corrupción, la injusticia, la
violencia e, incluso, la idolatría que arrasa el territorio
de Judá, contra el que dirigen abundantes reproches
y condenas. Nahúm percibe con entusiasmo la ruina
de la capital asiria: pronto podrán divisarse por los
montes «los pies del mensajero que anuncia la paz»
(cf. Na 2, 1). Habacuc, ante la injusticia y la violencia
que azotan al país, lanza una llamada a la fidelidad y
a la esperanza como única posibilidad de supervivencia
(Ha 2, 4). Yahvé no es indiferente al sufrimiento.
Su forma de actuar en el pasado, sus acciones liberadoras
en la historia del pueblo son garantía de una
nueva intervención. Porque Yahvé no puede morir
(Ha 1, 12). Sofonías comparte la preocupación de
Habacuc por la injusticia y la idolatría, pero ofrece
una novedad: el nuevo germen del futuro pueblo
será un resto de gente humilde y pobre, fiel a Dios
(So 3, 12-13).
El autor ha dirigido la revisión del Antiguo Testamento
de la Nueva Biblia de Jerusalén.
ca R m e n ÁlVa R e z alo n s o,
Teología del cuerpo y
eucaristía,
Publicaciones de la facultad
de Teología San Dámaso,
Madrid 2010, 180 pp.
El beato Juan Pablo II comenzó el 5 de septiembre
de 1979 varios ciclos de catequesis, durante las Audiencias
Generales de los miércoles, que duraron
hasta noviembre de 1984 (interrumpidas por el
atentado, en mayo de 1981, y por la celebración del
Año Santo de la Redención, en 1983). A modo de
monografías, esas catequesis desarrollan diversos
aspectos relacionados con el tema del matrimonio,
la familia y el amor humano. Se trata de una de las
aportaciones más originales y genuinas que nos ha
dejado el magisterio y el pontificado de este Papa. Él
mismo las tituló: «El amor humano en el plan divino»
o, «La redención del cuerpo y la sacramentalidad del
matrimonio».
Estas catequesis iluminan también aspectos relacionados
con la eclesiología, la cristología, la mariología,
etc., y también, como muestra la autora con notable
originalidad, la Eucaristía. Efectivamente, muchas de
las reflexiones que el Papa explica a propósito de la
creación del ser humano y los diversos significados
del cuerpo poseen sugerentes implicaciones para
la teología eucarística. Por ejemplo: «En la contemplación
de la Eucaristía encuentra aquel asombro
de Adán y de María: ¡Éste sí es carne de mi carne
[…]! En este cuerpo místico y real de Cristo, que es
también la Iglesia, puede el hombre salir del círculo
cerrado de su soledad y disponerse a acoger al Otro,
a Dios, como don» (p. 65).
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