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LAS ”VILLAE” ROMANAS DE QUINTANA DE LA SERENA

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Las “Villae” Romanas de Quintana de la Serena<br />

MANUEL LEÓN CÁCERES<br />

MARIA <strong>DE</strong>L CARMEN CARMONA BENÍTEZ<br />

A esta época pertenece el asentamiento rural que ocupó, al menos parcialmente<br />

el recinto fortificado de “Hijovejo-1” en el siglo I d. C., tras dejar de cumplir su misión<br />

defensiva. Esta “villa” llegaría a contar también con la parte señorial, por los hallazgos<br />

arquitectónicos –comentado anteriormente- localizados muy próximos al recinto.<br />

E incluso es posible que esta parte perdurara habitada más tiempo que la torre<br />

fortificada, en cuya entrada fue localizada una pequeña sepultura de una niña fechada<br />

en el siglo III d. C., cuando, con toda probabilidad, el recito ya había sido abandonado.<br />

Desde mediados del siglo I d. C. pero, principalmente en la centuria siguiente,<br />

tuvo lugar un gran desarrollo económico, que propició la construcción de numerosas<br />

“villae”. A partir de estas fechas es cuando estos asentamientos agrícolas proliferan por<br />

la Lusitania y también por nuestra comarca, cuya parte occidental está incluida en dicha<br />

provincia.<br />

El siglo III d. C. es de una gran inestabilidad interna en todo el Imperio<br />

Romano. Se producen las primeras invasiones bárbaras, hecho que provoca una fuerte<br />

crisis económica y el consiguiente empobrecimiento de la sociedad.<br />

Hispania sufre en esta época la invasión de los pueblos francos y alemanes que<br />

ocasionan una oleada de destrucción en las ciudades, y en el campo, el abandono<br />

progresivo de las explotaciones agrarias; ello ocasiona la reducción de los cultivos y el<br />

cierre de ciertas rutas comerciales. Ante esta situación, los colonos únicamente<br />

producían lo necesario para su propio consumo y el pago al dueño de la tierra.<br />

No obstante, en el siglo IV d. C. tiene lugar una revitalización de la actividad<br />

rural. En esta época, el endurecimiento del sistema tributario estatal, necesario para<br />

asegurar el mantenimiento del aparato burocrático y militar, supuso una carga<br />

especialmente dura para los miembros de la Curia o Senado Local, ya que el Estado los<br />

hacia responsables de las anomalías que se produjeran en la recaudación de tributos.<br />

Ante tal situación, los curiales, lejos de estimar su puesto como un honor, lo<br />

consideraban como una pesadísima carga, de la que intentaban huir en la medida de lo<br />

posible. Por ello y para evitar el absentismo en los cargos públicos, muchos se<br />

convirtieron en obligatorios e incluso hereditarios 15<br />

En general, la aristocracia urbana, al refugiarse en sus posesiones campestres, se<br />

transformó en latifundista, ocasionando un fuerte proceso de ruralización de la sociedad<br />

del momento.<br />

Por otra parte, la creación de grandes propiedades produjo diversas clases de<br />

latifundios: unos privados, otros imperiales y, a finales del Imperio, también<br />

eclesiásticos. Muchos de estos últimos fueron donados por los Emperadores y<br />

particulares a la Iglesia, sobre todo a partir de Constantino. En definitiva, este<br />

neolatifundismo, típico del Bajo Imperio, sería el preludio de las futuras fórmulas<br />

feudales 16 .<br />

15 AA.VV. Opus cit. pp.500-501<br />

16 AA.VV. Opus cit. “Estructura Política y Administriva de Roma”. pp. 485<br />

15

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