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Núm. <strong>42</strong> · Agosto 2011<br />
proximidad <strong>de</strong>l río Guadalfeo. Porque<br />
este es otro aspecto que caracteriza al<br />
barrio: se está en contacto directo con<br />
el campo y la naturaleza y a pocos<br />
pasos, el ajetreo urbano, el mismo<br />
centro <strong>de</strong>l pueblo, como antes apuntamos<br />
La parte superior <strong>de</strong> la Placeta<br />
tiene un trazado irregular que se prolonga<br />
hacia el norte camino <strong>de</strong>l pago<br />
<strong>de</strong> la Morea. Es camino <strong>de</strong> paso, <strong>de</strong><br />
pastores y campesinos con sus mulos<br />
cargados <strong>de</strong> estiércol, panochas o<br />
cabos <strong>de</strong> maíz, remolacha, patatas…<br />
El molino hidráulico la daba vida y<br />
trasiego a la placeta. Eran los tiempos<br />
en que José “el molinero” y sus hijos<br />
Miguel y Pepe lo tenían a pleno rendimiento.<br />
Aún po<strong>de</strong>mos apreciar el<br />
cáncamo. El caz atraviesa longitudinalmente<br />
la placeta, camino <strong>de</strong> los<br />
otros dos molinos bajeros.<br />
Actualmente soterrado, el caz daba<br />
vida y alegría al barrio. Algunas casas<br />
conservan parras en su puerta, que,<br />
<strong>de</strong>scarnadas, nudosas y nervudas,<br />
suben a la ventana, a la terraza e<br />
incluso al terrao. Sin labor ni cuidados,<br />
se resisten a morir y, año tras<br />
año, se produce en ellas el milagro <strong>de</strong><br />
la vida. Estas sí que son auténticas<br />
4<br />
La Placeta <strong>de</strong>l Prado<br />
huellas <strong>de</strong>l paisaje.<br />
Es mediodía y po<strong>de</strong>mos sentarnos<br />
un ratito en los poyos <strong>de</strong> la placeta.<br />
Unos poyos arrimados estratégicamente<br />
a los balates para protegerse<br />
<strong>de</strong>l aire frío <strong>de</strong> la sierra y orientados a<br />
la solana. En verano, una fuente en<br />
medio <strong>de</strong> la plaza permite refrescarnos<br />
brazos y cara. Hablar <strong>de</strong>l tiempo,<br />
<strong>de</strong> las faenas <strong>de</strong>l campo y <strong>de</strong> la vida<br />
que discurre lenta, a paso <strong>de</strong> mulo, es<br />
un ameno y provechoso entretenimiento.<br />
Las caballerías <strong>de</strong> antaño<br />
escasean y han sido sustituidas por<br />
automóviles, que han tomado la placeta.<br />
De los tres robustos plátanos<br />
que daban sombra y cobijo al ganado<br />
y transeúntes sólo queda uno: en<br />
completo abandono, achacoso y<br />
lleno <strong>de</strong> cicatrices, sus raíces siguen<br />
alimentándose <strong>de</strong>l caz, ahora soterrado.<br />
Fue plantado con sus otros dos<br />
hermanos en 1910; años más, año<br />
menos. Al solemne acto asistieron las<br />
autorida<strong>de</strong>s y abundancia <strong>de</strong> paisanos,<br />
amenizado por la banda <strong>de</strong><br />
música local. Los niños <strong>de</strong> la escuela<br />
cantaron una canción que su maestro,<br />
don Francisco Arana, les enseñó;<br />
una canción que ahora la llamaríamos<br />
ecologista, titulada “Plantar,<br />
La <strong>Casa</strong> <strong>de</strong><br />
CÁDIAR<br />
YÁTOR Y NARILA<br />
plantar arbolitos”. Mi padre era uno<br />
<strong>de</strong> aquellos niños. Árbol centenario<br />
que bien podría ostentar el título <strong>de</strong> El<br />
abuelo <strong>de</strong>l pueblo.<br />
La amplitud <strong>de</strong> la placeta y la<br />
abundancia <strong>de</strong> agua corriente — la<br />
<strong>de</strong>l caz que fluía en superficie y la <strong>de</strong><br />
otra fuente con varios caños, situada<br />
a un lado <strong>de</strong>l camino y excavada a<br />
casi dos metros bajo el nivel <strong>de</strong>l<br />
suelo— hicieron <strong>de</strong> la placeta un<br />
lugar idóneo para el mercado <strong>de</strong> animales.<br />
Añádase a estas condiciones<br />
favorables el acogedor y fresco<br />
ambiente bajo sus frondosos plátanos.<br />
Precisamente aquí, en la Placeta<br />
<strong>de</strong>l Prado, hacían un alto los ganados<br />
trashumantes. Pastores y ovejas <strong>de</strong>scansaban<br />
y tomaban fuerzas durante<br />
un día y su noche, antes <strong>de</strong> reempren<strong>de</strong>r<br />
el camino en busca <strong>de</strong> los pastos<br />
La Fuente <strong>de</strong>l Prado<br />
<strong>de</strong> Sierra Nevada. Venían <strong>de</strong> Adra y el<br />
Campo <strong>de</strong> Dalías durante la primavera.<br />
Camino que <strong>de</strong>sandaban en otoño<br />
para refugiarse en el clima más benigno<br />
<strong>de</strong> la costa. La parada se hacía en<br />
el mismo lugar.<br />
La Placeta <strong>de</strong>l Prado fue el<br />
escenario, bello escenario, <strong>de</strong> una<br />
manifestación verda<strong>de</strong>ramente singular,<br />
las llamadas Cortesías. En las celebraciones<br />
<strong>de</strong> Semana Santa, un día<br />
concreto, se daban cita dos cofradías:<br />
una <strong>de</strong> la Virgen Dolorosa y otra <strong>de</strong>l<br />
Cristo Crucificado. Por diferentes<br />
caminos las dos imágenes confluían