Cap.38 - Bicentenario

558 LEVENDAS IIISTORICAS.
Cuanclo Victoria acabó de leer esta alarrnatte carta
sus ojos estaban nubiados. Varias 9ces habian
acudido las lágriinas y se habian dte, ido debido
A csfuerzos suprernos, cuando acabó de leer se atropellaron,
estuvieron en lucha ]as ma's ardientes, las
más tristes y las mas enanrnradas y por fin salieron
todas formando un raudal. El hombre era como de
hierro para sufrir padecimientos fisicos y lo habia de.
mostrado en diez aflos de trabajos y vicisitudes; pero
el golpe moral aquel era superior a todos los go!pes;
porque precisamente lo recibia en los momen.
tos en que era mas impotente pa ra realizar cualquiera
resolucion heroica. Qué podia hacer cuando estaba
aill envuelto en la miseria, privado en la soledad has.
ta del alimento y cuando tal vez era tardio hasta el
mornento para salir a tornar parte en la poiltica?
Aquellos dos mcses en que Ia necesidad lo habia obli.
gado a Ilevar la vida de las fieras, eran tal vez los que
tenian la culpa de sus eternos sufrirnientos. Por qué
no se habia quedado mejor oculto en Mexico? Por
qué no se habia acogido a la- ley de amnistla como
todos sus compafieros? Por qué no habia tenido la
entereza, y sobre todo la abnegacion, de dirigirse at
Sur para recibir la proteccion de Guerrero militando
A sus órdenes? Era que se figuraba que fuera del ancho
teatro donde estaban los suyos no valia nada
y que tal vez se rebajaba a los ojos de éstos si iba a
subalternarse a otros que no Ilevaran el apellido
Viciariz que él mismo se habia inventado.
Todos e5tos pensamientos se agolparon a su ima
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