Matthew Lipman, El descubrimiento de Harry.pdf - sgvirtual
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esquiar..., cosas así —contestó la señorita Halsey.<br />
<strong>Harry</strong> anotó cuidadosamente el <strong>de</strong>ber en su libreta amarilla. I fasta el domingo no se volvió<br />
a acordar. Como <strong>de</strong> costumbre, iba escribiendo con gran lentitud. Y, por mucho que lo<br />
intentaba, no lograba que las palabras le quedaran pegadas a las líneas. Su redacción<br />
empezaba así:<br />
«EL PENSAMIENTO»<br />
Para mí, la cosa más interesante <strong>de</strong>l mundo entero es el pensamiento. Ya sé que hay<br />
muchas otras cosas que también son muy importantes y maravillosas, como la electricidad, el<br />
magnetismo y la gravitación. Pero aunque nosotros las enten<strong>de</strong>mos a ellas, ellas no pue<strong>de</strong>n<br />
enten<strong>de</strong>rnos a nosotros. Por eso el pensamiento <strong>de</strong>be <strong>de</strong> ser algo muy especial.<br />
<strong>Harry</strong> escribió varios párrafos más y, a continuación, metió la redacción en la cartera. Al<br />
hacerlo se le ocurrió una i<strong>de</strong>a. «En la escuela pensamos sobre Matemáticas, Ortografía y<br />
Gramática. Pero, ¿se ha visto alguna vez pensar sobre el pensamiento?» Así que añadió esta<br />
frase a su redacción: «Si pensamos sobre la electricidad, la po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>r mejor, pero<br />
cuando pensamos sobre el pensamiento es como si nos entendiéramos mejor a nosotros<br />
mismos.»<br />
La madre <strong>de</strong> <strong>Harry</strong> estaba sentada al otro lado <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong>l comedor, don<strong>de</strong> <strong>Harry</strong><br />
estaba haciendo los <strong>de</strong>beres. Le preguntó cómo iba en Aritmética. No era un tema <strong>de</strong>l que<br />
tuviera especiales ganas <strong>de</strong> hablar. De modo que dijo que bien. Entonces tuvo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />
contarle cómo el señor Spence había invertido parte <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> la clase <strong>de</strong> Matemáticas<br />
para discutir la i<strong>de</strong>a que había tenido él sobre la inversión <strong>de</strong> oraciones y cómo los otros niños<br />
<strong>de</strong> la clase habían intervenido para ayudarle a construir oraciones básicas que funcionaran<br />
como común <strong>de</strong>nominador. No dijo nada <strong>de</strong> que Bill Beck y Sandy Mendoza se habían<br />
burlado <strong>de</strong> él y su «lenguaje simple», como ellos <strong>de</strong>cían. A <strong>Harry</strong> no le gustaba que se<br />
burlaran <strong>de</strong> él.<br />
La señora Stottlemeier le escuchaba con atención. Siempre parecía un poco preocupada,<br />
incluso cuando no lo estaba.<br />
—<strong>Harry</strong> —dijo—, me parece que está muy bien lo que haces. Pero, ¿<strong>de</strong> verdad crees que<br />
pue<strong>de</strong>s coger todas las clases <strong>de</strong> oraciones y reducirlas a sólo dos clases, las que empiezan con<br />
«todos» y las que empiezan con «ningún»?<br />
<strong>Harry</strong> dijo que «claro» pero, en realidad, no estaba muy seguro.<br />
La señora Stottlemeier paseó la mirada por la habitación: por el pez en la pecera, los<br />
geranios en la ventana, los libros en la estantería...<br />
—¿Cómo dirías una frase como «en la habitación hay siete sillas» en tu lenguaje?<br />
<strong>Harry</strong> sabía, incluso antes <strong>de</strong> enfrentarse con la oración, que no iba a funcionar. No era<br />
suficiente <strong>de</strong>cir «todas las sillas están en la habitación», si había precisamente siete. Y,<br />
naturalmente, tampoco era suficiente <strong>de</strong>cir que ninguna silla estaba en la habitación. La madre<br />
<strong>de</strong> <strong>Harry</strong> intentó ayudarle, y se puso a pensar, y hablaron, pero no sirvió <strong>de</strong> nada. ¿Qué hacer<br />
con «en la habitación hay algunas sillas», o «en la habitación hay muchas sillas», o incluso con<br />
algo inverosímil como «casi todas las sillas <strong>de</strong>l mundo están en la habitación»?<br />
Al día siguiente, <strong>Harry</strong> preguntó al señor Spence si podía ayudarle con su problema.<br />
—Bueno, <strong>Harry</strong> —dijo el señor Spence—, recordarás que el otro día escribimos en la<br />
pizarra una lista <strong>de</strong> palabras que podían ser sustituidas por la palabra «todos», ¿verdad?