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MIRANDA CASTELLANOS DE LA BOTA<br />
en la frente y le pidió le alcanzara unos mates mientras enfilaba<br />
para su cuarto, cajas en mano.<br />
Ella preparó una bandeja con el termo y unas tostadas con<br />
manteca y miel. Camino al dormitorio de su hijo se percató que<br />
faltaban otras dos cajas.<br />
–Te dejo la bandeja acá, yo tengo que seguir tejiendo.<br />
–Pero cómo, ¿me vas a dejar solo con todo este bolonqui?<br />
Cebame unos mates por lo menos.<br />
–No estás solo, yo estoy en la cocina, tejiendo.<br />
Salió del cuarto haciendo el camino de memoria, sin mirar<br />
nada, ni siquiera la llegada de Braulio.<br />
No la detuvo, tampoco intentó saludarla. Se metió al dormitorio<br />
en silencio, cerró la puerta con un suspiro. Se quitó los<br />
zapatos y tiró sobre la cama las llaves, el portafolio y el saco.<br />
Una música y ruidos en la pieza de su hijo lo llevaron hacia<br />
allí. Lo vio descolgando diplomas y se saludaron con un movimiento<br />
de cabezas. Se cebó un mate y le alcanzó otro a Jesús.<br />
–Y tu madre cómo está, ¿te dijo algo?<br />
–No, y no quiso ayudarme.<br />
–Y bué, tendré que arreglármelas. No entiendo por qué se<br />
pone así.<br />
A ver si se piensa que yo estoy contento con todo esto.<br />
Después de todo si no quería vender me lo hubiera dicho.<br />
Jesús se dio vuelta para contestarle algo y devolverle el<br />
mate, pero quedó con la mano extendida y la palabra en la<br />
boca, su padre ya se había ido.<br />
Braulio cruzó el pasillo, tomó dos cajas en cada mano y se<br />
encerró en la habitación.<br />
A Herminia la luz de la ventana en la cocina ya no le alcanzaba<br />
para seguir tejiendo. Buscó la hora en el reloj de la pared,<br />
las siete. Extendió el tejido y vio que le faltaba poco. Era una