HOMENAJE A CARMEN NARANJO SECCIÓN DE ... - TEC
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Llorar y ese llanto desgarrador que evoca las razones<br />
Voz 3<br />
Para que escribiste y desde donde Carmen<br />
Plantadora de jardines<br />
Admiradora de rosas<br />
Sonrisa al amanecer<br />
Vos la que encontraste el camino del agua<br />
La de la isla lejana<br />
La que fabrico cuentos para sí misma<br />
La niña con fantasías infantiles<br />
Que entretenían la soledad<br />
La que nunca pensó llegar a ser escritora.<br />
Voz 1<br />
He aquí tu voz plena convertida en cuentos y cuentas<br />
Voz 2<br />
El hambre y la pobreza ya no se podían esconder: gente sin casa, sin un centavo<br />
en el bolsillo, acampaba en el parque central, en el parque nacional, en la plaza<br />
de la cultura, en la avenida central y en la avenida segunda, un campamento de<br />
tugurios fue creciendo en la sabana y grupos de precaristas amenazaban con<br />
invadir el teatro nacional, el banco central y toda sede de la banca nacionalizada.<br />
El Seguro Social introdujo raciones de arroz y frijoles en el recetario. Un robo<br />
cada segundo por el mercado, un asalto a las residencias cada media hora. Los<br />
negocios sucios inundaron a la empresa privada y a la pública, la droga se liberó<br />
de controles y pesquisas, el juego de ruletas, naipes y dados se institucionalizó<br />
para lavar dólares y atraer turistas. Lo más curioso es que las únicas rebajas de<br />
precio se dieron en el whisky, el caviar y varios otros artículos de lujo.<br />
El mar de pobreza creciente que se vio en ciudades y aldeas, en carreteras y<br />
sendas, contrastaba con más mercedes benz, beemedobleu, civic y el<br />
abecedario de las marcas en sus despampanantes últimos modelos.<br />
El ministro declaró a la prensa que el país se encontraba al borde de la quiebra:<br />
las compañías aéreas ya no daban pasajes porque se les debía mucho y por lo<br />
tanto era imposible viajar, además la partida de viáticos se agotó, ¿se imaginan lo<br />
que estamos sufriendo los servidores públicos?, aquí encerrados, sin tener<br />
oportunidad de salir por lo menos una vez al mes a las grandes ciudades. Un<br />
presupuesto extraordinario podía ser la solución, pero los impuestos para los<br />
ingresos no se encontraban, a menos que el pueblo fuera comprensivo y aceptara<br />
una idea genial del presidente de ponerle impuesto al aire, un impuesto mínimo,<br />
además el aire era parte del patrimonio gubernamental, por cada respiro diez<br />
colones.<br />
Llegó julio y una tarde un ministro sin cartera y sin paraguas vio llover, vio gente<br />
correr. Si aquí llueve como en Comala, como en Macondo, llueve noche y día,<br />
lluvia tras lluvia como en un cine con la misma cartelera, telones de aguacero y la<br />
pobre gente sin sombrilla, sin cambio de ropas para el empape, con esas casas<br />
tan precarias, sin otros zapatos para el naufragio, los pobres colegas resfriados,<br />
los pobres diputados afónicos, esa tos del presidente que me preocupa tanto,<br />
además de lo que es la catástrofe en sí: lo mismo que los periódicos y las<br />
radioemisoras, un pueblo sin noticias es un pueblo perdido porque ignora que en<br />
otras partes, en casi todas, las cosas están peores. Si se pudiera exportar la<br />
lluvia, pensó el ministro.<br />
Voz 3