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POLIFONÍA DE LA COLUMNA ROTA

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M.L. Roxana Pinto[1]<br />

Escritora<br />

Resumen<br />

<strong>POLIFONÍA</strong> <strong>DE</strong> <strong>LA</strong> <strong>COLUMNA</strong> <strong>ROTA</strong><br />

La mayoría de los críticos del autorretrato de la pintora mexicana Frida Kahlo<br />

se han limitado a ver en esta representación artística el dolor causado por la<br />

ruptura de la columna vertebral de la autora en un accidente. En este<br />

artículo se propone que la columna rota, como símbolo polifónico es<br />

portadora de imágenes y discursos heterogéneos en donde se proyectan<br />

ideologías y conflictos que afectan al sujeto en su diferencia mestiza y de<br />

género.<br />

La mayoría de los críticos de la obra de Frida Kahlo, partiendo del supuesto<br />

realismo de su obra, buscaron en el autorretrato “La columna rota”, elementos<br />

relacionados con los accidentes físicos sufridos por la autora, tales como la<br />

ruptura de la columna vertebral. De acuerdo con la lectura que aquí se<br />

propone, el resquebrajamiento de la columna que aparece en el autorretrato no<br />

sólo se refiere a un hecho tomado de la realidad; su interés radica también en<br />

que es a partir de esa fracturación que velada y silenciosamente se introduce<br />

en este cuadro la posibilidad de la lectura múltiple que ahora iniciamos.<br />

Por el lugar que ocupa la columna en el autorretrato, no cabe duda de que se<br />

trata de una columna vertebral. En efecto, el cuerpo representado de Frida es<br />

atravesado de manera vertical en el lugar que corresponde a dicha columna y<br />

esto remite a la función central que desempeña la columna vertebral dentro del<br />

aparato locomotor: sostener el cuerpo, llevar su peso y garantizar el<br />

equilibrio.[2]<br />

Al llevar la Frida del autorretrato como soporte una columna grecolatina en el<br />

lugar de una columna vertebral, conviene preguntarse si esta sustitución de la<br />

realidad externa por una subjetiva no conlleva múltiples y paradójicas<br />

significaciones, de las cuales posiblemente ni siquiera la autora fue consciente.<br />

En primera instancia, la introducción de una columna griega o grecolatina a<br />

manera de collage[3] en el cuerpo de la protagonista produce extrañamiento,<br />

sorpresa. La correspondencia cuerpo - columna nos recuerda las imágenes<br />

fuertes producidas por los surrealistas,[4] quienes al separarse de la noción de<br />

arte como mímesis, es decir, como imitación de la realidad, concedieron<br />

importancia primordial a las imágenes provocadas por la realidad inconsciente,<br />

cuyas asociaciones, por completo imprevisibles, son capaces de arrojar luz<br />

sobre el lado no representable o indecible de las cosas.<br />

1.1 Columna violadora<br />

La polifonía de la columna en la poética fridiana nos lleva a un intertexto<br />

griego: las cariátides. Se trata de unas figuras femeninas esculpidas con


función de columna para sostener el Erecteón, un templo jónico que todavía<br />

puede verse entre las ruinas de la acrópolis de Atenas. En cada una de las<br />

cariátides, la columna suplanta una de las piernas del cuerpo femenino. Algo<br />

similar se puede ver en la Frida - Cariátide, dado que la columna jónica,<br />

además de sustituir ambas piernas, la apuntala, la sostiene, la unifica y la<br />

atraviesa.<br />

Por su ubicación, la columna violenta el cuerpo en un acto que podríamos<br />

llamar de violación, que nos recuerda el ultraje corporal de una mujer<br />

indígena, la Malinche[5] y el consiguiente mestizaje cultural mexicano.<br />

La columna, desde la visión de mundo que caracteriza al sujeto mestizo, nos<br />

atrevemos a decir, simboliza la violación de una cultura por otra y la<br />

consecuente subordinación de la cultura dominada.<br />

Pero también simboliza un cuerpo de mujer invadido por una columna - falo<br />

que simboliza la ley del Padre con sus mandatos, prohibiciones y tabúes en<br />

relación al cuerpo de la mujer. Las leyes, los mandamientos creados por el<br />

hombre, ¿no fueron y continúan siendo escritos en un estilo columnar?<br />

1.2 Columna de sacrificio<br />

La autorrepresentación artística de Frida Kahlo entremezcla dos visiones de<br />

mundo: la europea y la amerindia en relación con el sacrificio. En este<br />

sentido, la columna es arma punzante, cuchillo de pedernal que hiere y<br />

sacrifica.<br />

Las lágrimas en el rostro de la mujer en el autorretrato pueden relacionarse<br />

con las lágrimas de la Mater Dolorosa representada en los exvotos pero a su<br />

vez, con las lágrimas de las víctimas conducidas al sacrificio y que en la<br />

simbología azteca eran gotas de agua que atraían la lluvia que fertilizaba los<br />

campos.<br />

El sociocrítico Edmond Cros, en su libro El sujeto cultural: sociocrítica y<br />

psicoanálisis, publicado en 1997, señala que en el sujeto mestizo se generó<br />

una estructura psíquica disasociada, condenada a manifestarse bajo la forma<br />

de figuras híbridas. Esto se debe a que los mandatos culturales que gravitan<br />

sobre el sujeto mestizo provienen del choque de dos culturas cuyas<br />

diferencias, a pesar de las similitudes que puedan indicarse, constituyen el<br />

germen de un conflicto que todavía no termina.


Lo anterior nos lleva a un punto en donde se hace imprescindible referirnos a<br />

la hibridez discursiva pagano-cristiana que en relación al sacrificio, arrastra el<br />

sujeto mestizo.<br />

Tanto la religión cristiana,[6] como la azteca[7] participaban de la idea de<br />

sacrificio. Aunque la primera prohíba el sacrificio humano y promueva la<br />

salvación individual y la segunda vea el sacrificio humano como un acto<br />

trascendente a favor de una colectividad.<br />

A pesar de esta diferencia, el sacrificio representa en ambos casos la<br />

renuncia de los lazos terrenales por amor al espíritu o a la divinidad. Está<br />

ligado a la idea de un intercambio a nivel de la energía creadora.<br />

La articulación de lo religioso y lo pagano, tal y como aparece en el<br />

autorretrato La columna rota, es un rasgo sobresaliente en los textos de Frida<br />

Kalho. Esta conjugación se realiza por medio de un acto de ofrecimiento.<br />

Frida entrega algo de sí gracias a la representación artística de su propio<br />

sacrificio.<br />

Entre los aztecas, el ritual del sacrificio estaba estrechamente ligado a la<br />

práctica de la magia. Esta era solicitada cada vez que un cambio en la<br />

naturaleza se tornaba amenazante. Ahora bien, la mirada poética de Frida<br />

incorpora a su vez silenciosa y veladamente en este autorretrato elementos<br />

propios del ritual mágico, como puede verse en el cuerpo de la Frida su-Frida<br />

del autorretrato.<br />

La puesta en escena de su propio cuerpo muestra, sin lugar a dudas, el<br />

enlace mágico-religioso alcanzado en La columna rota. Son diversas las<br />

convenciones socio-culturales que apuntan en ese sentido.<br />

En primer lugar se destaca la blancura, tanto del corsé ortopédico como del<br />

lienzo que descansa sobre la cadera. El color blanco ha sido utilizado en los<br />

ritos cristianos de transición como emblema del nacimiento, del bautizo o de<br />

la boda; pero también van de blanco los oficiantes de los ritos mágicos y en<br />

los actos sacrificiales de los aztecas.<br />

En segundo lugar se encuentra la desnudez. Si bien entre los griegos<br />

representa un ideal artístico y deportivo, en este autorretrato la desnudez<br />

pareciera formar parte de un misterioso ritual. Ciertamente, no son pocos los<br />

rituales mágicos en los cuales los oficiantes avanzan desnudos o<br />

semidesnudos, como en el caso de Frida en este autorretrato; “lo hacen<br />

quizás con el fin de romper las barreras entre ellos y los poderes mágicos”<br />

(Mauss, 1968: 75). La desnudez, en un sentido ritual, es una suerte de<br />

abolición de las fronteras entre el hombre y el mundo que lo rodea.<br />

En tercer lugar conviene subrayar la sinécdoque por medio de la cual los<br />

clavos se identifican con el cuerpo crucificado, y por qué no, sacrificado de<br />

Cristo. Gracias a la relación clavos-cuerpo de Cristo, estos adquieren poder<br />

mágico-milagroso para sanar heridas y ungir de santidad el cuerpo<br />

martirizado de Frida.


La creatividad mestiza en este autorretrato produce algo nuevo al mezclar lo<br />

originalmente irreductible: la víctima sacrificial, el milagro y la magia. Estos<br />

vasos comunicantes provienen de dos formas de comunicación y expresión<br />

muy diferentes, pero entablan una relación que es física y sobrenatural a la<br />

vez.[8] A esto lo denomina Gruzinski “L’art de faire de la mètonymie avec de<br />

la mètaphore...” (El arte de hacer la metonimia con la metáfora) (Gruzinski,<br />

1999: 266). La eficacia del rito, así lo ha visto Gruzinski (1999) consiste en<br />

relacionar aquellas realidades que sólo en apariencia han permanecido<br />

separadas.<br />

La representación en este autorretrato de una víctima sacrificial, y al mismo<br />

tiempo maga, reta al discurso religioso institucionalizado en la medida en que<br />

éste excluye a la mujer de la mayor parte de los cultos o, cuando la admite,<br />

reduce su función a un papel pasivo. Paradójicamente, son estas limitaciones<br />

las que inducen a la mujer a buscar los mecanismos que le permitan dominar<br />

su propio destino por medio de prácticas mágicas (desde luego, ha sido<br />

perseguida y sigue siendo censurada por esto).<br />

La importancia de la magia, según se desprende del autorretrato La columna<br />

rota, radica en que es a partir de esta práctica que el poder femenino<br />

converge simultáneamente con el poder del Dios cristiano-católico, de modo<br />

que la mirada poética de Frida parece regirse por el siguiente principio: a<br />

Dios rogando y con la magia actuando.<br />

La Frida mestiza del autorretrato reúne de este modo lo religioso y lo mágico.<br />

También introduce la diversidad dentro de la unidad y lo profano dentro de lo<br />

sagrado. Mientras que con la religión solicita el milagro, con la magia se<br />

acerca a lo concreto y actúa por sí misma.<br />

En la sociedad precolombina, los rituales mágicos permitían dominar desde la<br />

intimidad lo que se presentaba como peligroso, amenazante o fuera de<br />

control. La función de lo mágico, ya lo dijo atinadamente Malinowski (1954),<br />

estriba en ritualizar la esperanza del triunfo y en hacer prevalecer la confianza<br />

sobre la duda, la resolución sobre el titubeo, el optimismo sobre el pesimismo.<br />

La magia implica por parte del sujeto una excitabilidad mental altamente<br />

sugestiva. Su eficacia depende de la creencia compartida por un grupo o<br />

colectividad y requiere de la participación de fuerzas ocultas, dotadas de una<br />

eficacia especial.[9]<br />

Los magos o hechiceros[10] se caracterizan por su especial habilidad para<br />

manejar las manos. En el autorretrato La columna rota, la rigidez en el cuerpo<br />

y en el rostro de Frida contrasta con la flexibilidad que muestran las manos<br />

que sostienen el lienzo sobre la cadera. ¿No son precisamente las manos las<br />

que de manera simbólica poseen la magia de inscribir el deseo en el texto,<br />

aún cuando el instrumento sea unos pinceles, una computadora o un lápiz?<br />

¿Acaso las manos no podrían ser vistas como una metáfora de las alas, en la<br />

medida en que facilitan el vuelo imaginario a través de la magia del arte?<br />

Según Gilbert y Gubar (1982: 177), “flying is woman’s gesture” (volar es un<br />

gesto de mujer).


El escape imaginario en la mirada poética de Frida se apoya formalmente en<br />

las cejas como alas que se repiten obsesivamente en todos sus autorretratos.<br />

Ellas sugieren el vuelo de la mirada. Este vuelo creativo, al plasmarse en sus<br />

textos, pone ante nuestros ojos el artificio de su propia constitución. La<br />

polifonía de La columna rota sirve a la pintora, consciente o<br />

inconscientemente, para representar la multiplicidad de discursos y<br />

convenciones que la atraviesan y la ideología contenida en ellos.<br />

En el autorretrato La columna rota, el desdoblamiento en múltiples<br />

refracciones de su vertebración poética, adquiere un matiz de eucaristía<br />

textual: es la ofrenda mágico sacrificial de la Frida-texto al espectador-lector.<br />

Bibliografía<br />

BRETON, André, Manifiestos del surrealismo, Trad. André Bosch,<br />

Barcelona: Labor, 1982<br />

PAZ, Octavio, El laberinto de la soledad, México, Fondo de Cultura<br />

Económica, 1997<br />

CASTEL<strong>LA</strong>NOS, Rosario, El eterno femenino, México, FCE, 1975<br />

FREUD, Sigmund, Tótem y tabú, México: Alianza Editorial, 1989<br />

KRICKEBERG, Walter, Las antiguas culturas mexicanas, México: Fondo de<br />

Cultura Económica, 1993<br />

GRUZINSKI, Serge, La pensee métisse, París: Fayard, 1999<br />

MALINOWSKI, Bronislaw, Magic, Science and Religion, New York:<br />

Doubleday Anchor, 1954<br />

GILBERT & GUBART, Madwoman in the attic, New Haven and London, Yale<br />

University Press, 1984<br />

MAUSS, Marcel, Sociología y antropología, Madrid: Editorial Tecnos, 1979<br />

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NOTAS


[1] Escritora. M.L. en Literatura Hispanoamericana<br />

[2] En general, la columna vertebral corresponde a dos necesidades o<br />

estados del cuerpo contradictorios: la rigidez y la flexibilidad. Existen<br />

lesiones de la columna vertebral que pueden sumir a una persona en<br />

diferentes tipos de parálisis o producir múltiples dolencias a lo largo de la<br />

vida, como fue el caso de Frida Kahlo.<br />

[3] El collage es una invención pictórica creada por Picasso y Braque en<br />

1912, muy utilizada posteriormente por los dadaístas y los surrealistas.<br />

Consiste en aplicar sobre la superficie pictórica, mediante adhesivos,<br />

materiales y objetos diversos (generalmente recortes de periódicos,<br />

fotografías, trozos de tejido, arena y otros) conjugados en una estructura<br />

compositiva. La palabra se utiliza también para designar fragmentos<br />

tomados de otros libros, artículos, esculturas u otros, con el fin de producir<br />

sorpresa, extrañamiento o sensación de discontinuidad<br />

[4] De las imágenes surrealistas, dice Andrè Breton lo siguiente: “La imagen<br />

más fuerte es aquella que contiene el más alto grado de arbitrariedad,<br />

aquella que más tiempo tardamos en traducir al lenguaje práctico, sea<br />

debido a que lleva dentro de sí una enorme dosis de contradicción, sea a<br />

causa de que uno de sus términos esté curiosamente oculto” (Breton, 1982:<br />

59). La imagen poética surrealista difiere de la concepción de imagen<br />

tradicional, así como de la imagen por analogía utilizada por Románticos y<br />

Simbolistas, para quienes cada cosa es la metáfora de otra (se servían de la<br />

palabra como a modo de puente). Aunque los surrealistas parecen haber<br />

tomado el concepto de analogía o correspondencia del simbolista<br />

Baudelaire, lo llevaron a otros campos, a otras correspondencias que<br />

reconcilian lo más disímil con lo más distante sin fundirlos.<br />

[5] Después de la conquista, la mujer india es sometida a una nueva<br />

autoridad, la del poder del macho venido de España, el cual ostenta una<br />

supuesta superioridad “racial”. Un caso célebre en México es el de le india<br />

llamada Malinalli o Malintzin, quien aprende rápidamente el español y<br />

traduce la lengua azteca a Cortés. Los mestizos españoles cambiaron su<br />

nombre a Malinche y posteriormente lo sustituyeron por el de doña Marina.<br />

La fidelidad de la india hacia su amo, la llevó a traicionar la revuelta del<br />

imperio azteca. la Malinche llega a formar parte del arquetipo de la mujer


traidora de su estirpe. Encarna, además, a la chingada. Esta, según la<br />

explicación de Octavio Paz, “Es la madre abierta, violada o burlada por la<br />

fuera. El hijo de la chingada es el engendro de la violación”. (Paz, 1997: 87).<br />

Aquí se refiere Paz al mestizo, el cual se avergüenza de ser hijo de la<br />

violación, de la traición y de una paternidad ausente. La figura de La<br />

Malinche ha sido reivindicada por feministas mexicanas tales como Rosario<br />

Castellanos, quien la considera una víctima de las leyes sexistas, clasistas y<br />

étnicas en su libro El eterno femenino (México: FCE, 1975).<br />

[6] El cristianismo por su parte introduce la idea de un Dios misericordioso a<br />

través de la figura de Jesucristo, su hijo, quien se sacrificó por todos los<br />

hombres. Este sacrificio fue ofrecido a Dios para solicitar su misericordia y el<br />

perdón de los pecados. A su vez, trae como recompensa la purificación de la<br />

carne y la promesa de una vida eterna en el cielo. En el ámbito cristiano se<br />

pueden considerar sacrificiales todas las formas de sufrimiento o dolor: el<br />

castigo, la mutilación, la humillación, los grandes trabajos y todo tipo de<br />

penalidades.<br />

[7] La noción de sacrificio era de suma importancia en la sociedad azteca<br />

precolombina, la cual, en el momento de la Conquista, era un estado<br />

teocrático y militar, con dioses masculinos como Quetzalcóatl. Es este dios<br />

quien introduce en la religión azteca la idea de autosacrificio. Según el mito,<br />

Quetzalcóatl se arrojó a la hoguera después de crear el mundo, y prometió<br />

antes de desaparecer en el Atlántico que un día volvería a reclamar su reino.<br />

Entre los aztecas, el ritual en medio del cual se celebraba el sacrificio era un<br />

espectáculo público. En éste se sacrificaba una víctima con el fin de<br />

apaciguar a los dioses. Se pensaba que la muerte del sacrificado no llegaría<br />

a ser eterna, pero éste tampoco habría de vivir para siempre en el más allá.<br />

La muerte sacrificial indicaba más bien una especie de síntesis con la<br />

totalidad, a la vez reunión, vida, acto comunitario en el cual ocupaba un<br />

lugar prominente la antropofagia ritual. Este recibir el cuerpo de la víctima en<br />

un acto de comunión era lo que permitía a los aztecas participar<br />

simbólicamente de la totalidad primordial o espiritual que representaba el<br />

sacrificio. Esta costumbre, como bien señala Krickeberg (1993), se parecía<br />

exteriormente a la eucaristía cristiana, en tanto que ésta lleva implícita la<br />

presencia del Cuerpo de Cristo en la hostia consagrada. Aunque los aztecas


comían la carne del sacrificado, en realidad éste simbolizaba al dios que<br />

había encarnado en él mediante el acto ritual.<br />

Freud señaló en Tótem y tabú que mediante la ingestión de partes del<br />

cuerpo de una persona, el caníbal se “apropia de las facultades de que la<br />

misma se hallaba dotada.” (Freud, 1989: 111).<br />

[8] Para explicar cómo surge la presencia divina en el mundo de los<br />

humanos, éste autor hace referencia al concepto amerindio de ixiptla, con el<br />

cual se designa una relación de contiguidad entre los seres y las cosas. Su<br />

traducción del término es emanación o manifestación (Gruzinski 1999: 264).<br />

[9] De la magia, al igual que de la religión, puede decirse que es una<br />

creencia a priori compartida por un grupo. En ese sentido, Mauss escribe:<br />

“Quien dice creencia dice adhesión del hombre a una idea y, en<br />

consecuencia, sentimiento y acto de voluntad al mismo tiempo que<br />

fenómeno de la imaginación.” (Mauss 1968: 114) Esa creencia a priori<br />

conduce a la solicitud de lo mágico-milagroso.<br />

[10] Los rituales mágicos en la sociedad precolombina estaban a cargo de los<br />

hechiceros, magos o shamanes. Estos tenían una función preponderante en<br />

la vida privada de los afectos y pertenecían a la categoría sacerdotal. Para<br />

entrar en trance ingerían bebidas como el peyote o el tabaco y pronunciaban<br />

palabras mágicas o conjuros. A veces de disfrazaban de animales.<br />

(Krickeberg, 1985: 173).

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