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POLIFONÍA DE LA COLUMNA ROTA

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La creatividad mestiza en este autorretrato produce algo nuevo al mezclar lo<br />

originalmente irreductible: la víctima sacrificial, el milagro y la magia. Estos<br />

vasos comunicantes provienen de dos formas de comunicación y expresión<br />

muy diferentes, pero entablan una relación que es física y sobrenatural a la<br />

vez.[8] A esto lo denomina Gruzinski “L’art de faire de la mètonymie avec de<br />

la mètaphore...” (El arte de hacer la metonimia con la metáfora) (Gruzinski,<br />

1999: 266). La eficacia del rito, así lo ha visto Gruzinski (1999) consiste en<br />

relacionar aquellas realidades que sólo en apariencia han permanecido<br />

separadas.<br />

La representación en este autorretrato de una víctima sacrificial, y al mismo<br />

tiempo maga, reta al discurso religioso institucionalizado en la medida en que<br />

éste excluye a la mujer de la mayor parte de los cultos o, cuando la admite,<br />

reduce su función a un papel pasivo. Paradójicamente, son estas limitaciones<br />

las que inducen a la mujer a buscar los mecanismos que le permitan dominar<br />

su propio destino por medio de prácticas mágicas (desde luego, ha sido<br />

perseguida y sigue siendo censurada por esto).<br />

La importancia de la magia, según se desprende del autorretrato La columna<br />

rota, radica en que es a partir de esta práctica que el poder femenino<br />

converge simultáneamente con el poder del Dios cristiano-católico, de modo<br />

que la mirada poética de Frida parece regirse por el siguiente principio: a<br />

Dios rogando y con la magia actuando.<br />

La Frida mestiza del autorretrato reúne de este modo lo religioso y lo mágico.<br />

También introduce la diversidad dentro de la unidad y lo profano dentro de lo<br />

sagrado. Mientras que con la religión solicita el milagro, con la magia se<br />

acerca a lo concreto y actúa por sí misma.<br />

En la sociedad precolombina, los rituales mágicos permitían dominar desde la<br />

intimidad lo que se presentaba como peligroso, amenazante o fuera de<br />

control. La función de lo mágico, ya lo dijo atinadamente Malinowski (1954),<br />

estriba en ritualizar la esperanza del triunfo y en hacer prevalecer la confianza<br />

sobre la duda, la resolución sobre el titubeo, el optimismo sobre el pesimismo.<br />

La magia implica por parte del sujeto una excitabilidad mental altamente<br />

sugestiva. Su eficacia depende de la creencia compartida por un grupo o<br />

colectividad y requiere de la participación de fuerzas ocultas, dotadas de una<br />

eficacia especial.[9]<br />

Los magos o hechiceros[10] se caracterizan por su especial habilidad para<br />

manejar las manos. En el autorretrato La columna rota, la rigidez en el cuerpo<br />

y en el rostro de Frida contrasta con la flexibilidad que muestran las manos<br />

que sostienen el lienzo sobre la cadera. ¿No son precisamente las manos las<br />

que de manera simbólica poseen la magia de inscribir el deseo en el texto,<br />

aún cuando el instrumento sea unos pinceles, una computadora o un lápiz?<br />

¿Acaso las manos no podrían ser vistas como una metáfora de las alas, en la<br />

medida en que facilitan el vuelo imaginario a través de la magia del arte?<br />

Según Gilbert y Gubar (1982: 177), “flying is woman’s gesture” (volar es un<br />

gesto de mujer).

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