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ay, pena, penita, pena - Huffington Post

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citada o espetada (al menos el título) en cuanto la ocasión lo propicia,<br />

que no son pocas veces. Además ha inspirado otras cuantas canciones<br />

con el mismo título, entre las que recomiendo la de Malevaje, por su<br />

sentido del humor y su positividad ante el mismo asunto.<br />

El relato es conmovedor y hace justicia a esa idea de que la copla es<br />

toda una pieza dramática de brevísima duración. La eterna historia del<br />

amor tirano con el que los jóvenes manejan y zahieren a los amantes<br />

maduros que ha inspirado obras inmortales de la literatura como “La<br />

mujer y el pelele” de Pierre Louis y sus adaptaciones al cine co mo The<br />

Devil is a Woman de Joseph Von Stemberg y Ese obscuro objeto de deseo<br />

de Luis Buñuel. Pero, ¡<strong>ay</strong>!, el tiempo pasa, la belleza juvenil se marchita<br />

y ¿qué queda? Pues, si has tenido buena cabeza, una cuenta co -<br />

rriente saneada y un chalet en la costa. El problema surge cuando, bajo<br />

esa fantasía común de que la belleza y la juventud son eternas, los be -<br />

llos desdeñosos viven la vida sin pensar en el futuro.<br />

La joven amante se deja querer y agasajar, porque parece que el otro<br />

tiene posibles y no le falta de ná. Sí, en estas situaciones, el amante ma -<br />

duro y maltratado suele estar en una posición acomodada y se puede<br />

permitir agasajar con toda clase de lujo a la hermosa y díscola criatura.Llena<br />

de bellas imágenes muy en la línea de Rafael de León, co mo<br />

la metáfora meteorológica en las sienes de los personajes, lo que más<br />

destaca son los cuatro últimos versos de la primera estrofa, un canto<br />

arrogante al sadismo juvenil: el pobre hombre pidiendo amor como un<br />

pordiosero y la otra le mete una caña cruel que, encima, se permite<br />

comparar tan ufana con cuchilladas traperas múltiples. H<strong>ay</strong> que ver…<br />

Se dice que el tiempo todo lo cura. Y que la juventud es la enfermedad<br />

que mejor cura. Ahí llega la gran tragedia de los amores desincronizados:<br />

cuando tú me querías no te quería yo; y ahora que yo te quiero, tú<br />

pasas de mí. A ver, después de años y años de desplantes y de tarjetas<br />

de crédito deshidratadas, el pobre tiene que estar más que hartito.<br />

En el aspecto melódico, los compases de introducción que se repiten<br />

después de la primera estrofa son de gran intensidad dramática. Es<br />

fácil imaginar a las cantantes de la época recorriendo el escenario con<br />

paso lento, la mirada baja, o tal vez en el cielo, retorciéndose las manos.<br />

INDICACIONES<br />

Parejas con diferencias de edad, evidentemente. Y diferencias en el ni vel<br />

de amor. De gran efecto en amantes rencorosos con sed de venganza.<br />

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